¡Holaaa! Dos capítulos para ustedes. El capi 9 y capi 10. Es decir que deben leer el anterior para entender el orden de los sucesos.
Les dejo una divertida reunión de chicas. Disfruten y muchas gracias.
Capítulo
10
Reunión
de chicas.
Bianca.
La noche era demasiado corta en Kirkenes. Mayo, una estación del año típicamente
primaveral, mostraba en las breves horas nocturnas todo su esplendor. No sé…
Quizás era yo… Ahora que la oscuridad era mi refugio y los rayos de sol mis
enemigos, tal vez disfrutaba con más ahínco lo que tenía al alcance.
Caminé
por el pretil de los grandes muros con la agilidad de un gato. Mis ojos se
elevaron al cielo donde una deshilachada aurora boreal se desvanecía en el
horizonte. Me detuve. Respiré profundo. El olor a resina de los pinos entró por
la nariz y pareció renovarme. Era un aroma a verde, a hojas y retoños nuevos.
Mezclado el aire traía consigo el olor a tierra húmeda… ¿Qué más? Un aroma
desconocido… Desagradable… Pero no era a lobo.
Cerré
los ojos y me concentré en la brisa. Era orina de animal. Abrí los ojos y miré
hacia el bosque. Mi iris borgoña paseó detenidamente entre los árboles y un
poco más allá, entre los cipreses y coníferas de la abundante vegetación.
Los
vampiros teníamos buena vista nocturna pero no como los lobos. Nuestro mayores
sentidos eran el olfato que compartíamos con los licántropos, y el oído… virtud
inigualable a cualquier ser vivo. Aun así, vi primero su sombra escuálida en
cuatro patas. Al moverse bajo los rayos de luna, un bello zorro gris marcaba su
hegemonía en algunos troncos. Era su forma de decirles a las hembras que allí
estaba él.
Sonreí.
Miré hacia mi espalda la mansión de los Craig. Mi mansión. Recorrí los
ventanales abiertos de par en par de toda la planta alta. Sebastien estaba
apoyado en el marco izquierdo de la ventana de nuestra alcoba. Sabía que me
cuidaría aunque Ron y Anthony estaban muy cerca recorriendo el parque. Ojala hubiera podido sentirme lo suficientemente segura como para tranquilizar a mi marido y
decirle que no tendría porque protegerme con ese afán, pero lo cierto es que
ni yo sabía cuanto tenía de razón en permanecer cerca de mí. Él era el vampiro
por excelencia y yo una novata.
Lo
miré y sonreí. Él no tardó en corresponderme y me guiño un ojo. El aullido de
un lobo se escuchó y traspasó todos los silencios del bosque poniéndome la piel
de gallina y en estado de alerta. Sebastien me clavó la mirada y yo a él.
Nuestros enemigos, príncipes del bosque, afianzaban su territorio. Otro aullido
más lejano le siguió, después otro más. Un lobo alfa llamaría a la manada.
Claro que éstos eran uno de los tantos lobos salvajes que reinaban nuestros
montes. Como aquellos que me rodearon para devorarme cuando me perdí en Kirkenes.
Me preguntaba después de tanto tiempo si Charles había sabido que golpearía su
puerta pidiendo ayuda. Recordaba ambas sombras masculinas antes que pudiera
escapar. Los seguí ante la desesperación, los llamé, y desaparecieron. Sin
embargo si me ponía a pensar detenidamente ellos no desaparecieron
caprichosamente por un costado de la ruta para huir de mi vista. En realidad
ellos siempre quisieron que los siguiera. Así terminé en las puertas de la
mansión.
No
dudaba que Charles tenía mucho de visionario aunque no viera el futuro. Serían
los años de experiencia que le permitían anticiparse a lo que era bueno o malo
para los Craig. No se había equivocado… Había resultado algo muy bueno.
Sonreí
mirando a Sebastien y tiré un beso a la distancia. Él hizo ademán de atraparlo
en el aire y llevó la mano a su corazón.
Demonios,
estaba perdida de amor por ese vampiro.
Miré
la lejana estrella de destellos rojizos. Marte… Mi Marte.
El
ruido de un motor acelerando se escuchó a lo lejos. Cerré los ojos para
determinar cuan lejos estaba. No muy lejos… Cuando abrí mis ojos Sebastien
estaba bajo el muro. Ron y Anthony no tardaron en llegar de lados opuestos y
caminar por el pretil como felinos hacia mí. Bueeenooo, ¡caramba! ¡Protejan a
la reina del colmenar! El motor se fue apagando y mis tres vampiros quedaron en
absoluta quietud. El aroma de lobo se percibió y giré mi cabeza hacia la ruta
bordeada por el bosque.
-¿Por
qué se habrá detenido? –murmuró Anthony.
Ron
levantó el dedo índice e inclinó la cabeza levemente.
-Está
fallándole el motor.
-¿Quién
puede salir a estas horas de la madrugada? –se inquietó Sebastien.
-En
dos horas amanecerá –dijo Anthony-. Podría ser cualquier guardabosque que
releva el cargo o mismo cualquiera de la reserva de lobos.
-¡Bernardo!
–exclamé.
Respiré
hondo pero el aroma a lobo no me llegó. ¿Habría entrado a la furgoneta y por
eso no llegaba su olor?
Inmediatamente
el motor volvió a encenderse.
-Parece
que tu amigo tuvo suerte –sonrió Ron.
-Aguarden,
aún no sabemos si es Bernardo –alertó Sebastien-. Bianca, porque no entras, nos
quedaremos aquí a esperar que el vehículo se acerque.
-¡Pero
Sebastien!
-Bianca,
por favor.
Apreté
los puños con rabia, salté del muro, y caminé hacia mi hogar. ¡Qué fastidio ser
una vampiresa neófita! No… ¡Qué fastidio tener a Sebastien como guardabosque!
Al
entrar Rose y Sara cuchicheaban cerca de la chimenea.
-¡Hola
Bianca! Ven, acércate.
Me
aproximé aun con un poco de fastidio por los cuidados exagerados de mi marido.
Sin embargo antes ese par de sonrisas pícaras logré olvidarme del mal momento y
contagiarme de su alegría.
-¿Qué
cuentan? –pregunté, cuando estuve junto a ellas.
-Estamos
armando la reunión de chicas. ¿Querrías participar?
-¡Por
supuesto! ¿Dónde la haremos?
-Bueno, esa es la cuestión –susurró Sara-, Rose dice que no sabe si todos los machos se
irán de la casa. Lo creo improbable.
-¿Es
necesario? Las paredes tienen aislante.
-Sí,
serviría si cada uno está en lo suyo y en sus habitaciones. Sin embargo, si
alguien merodea la sala podrá escuchar lo que hablamos en la cocina si pega la
oreja en la puerta –aseguró Sara.
-Viniendo
de los machos puedes esperar todo –retrucó Rose.
-Es
cierto Bianca, ellos nos critican pero son muy chusmas y curiosos –sonrió Sara.
-¡Mucho
más! –agregó Rose.
-¿Qué
tal el parque? –pregunté.
-Amanecerá
pronto –dijo Sara.
-¡Qué
tonta! Lo olvidé.
-¿En
la habitación de Liz? –insistí, no dispuesta a renunciar de nuestro tiempo femenino.
-Está
muy próxima a la de Lenya –dijo Rose.
-Pero
Lenya se irá a la madrugada, casi amaneciendo, a la Isla del Oso con Sebastien. Tomarán un avión para
las cuatro y media. No pueden esperar demasiado según mi Dios de Kirkenes. Su
socio lo ha llamado repetidas veces.
-¡Aaaay
mi Dios de Kirkeneeees!
Scarlet
bajó la escalera corriendo y riendo ante mi frase.
Fruncí
el ceño aunque me daba gracia que Scarlet pareciera una niña siempre saltando
eufórica.
-Oyee,
tú no tienes un Dios de Kirkenes como yo –bromee.
Llegó
hasta mí y me sacó la lengua cuestión que seguí su juego y la empujé, riendo.
Por
supuesto que con mi fuerza Scarlet desprevenida terminó sentada en la alfombra
con los ojos asombrados.
-Ay
discúlpame, lo siento, lo siento –corrí ayudarla ante el ataque de risa de las
dos.
-Bianca
–rio Rose-, te pedimos que recuerdes que ya no eres humana, por las dudas.
Reí.
-Lo
siento, de verdad.
-Bueno
niñas ¿qué haremos con nuestra reunión? –preguntó Sara.
-¡La
reunión de chicas! ¡Siiii! –exclamó Scarlet.
-Sssssh,
Scarlet, hay machos en el jardín y en la casa –murmuré.
-Después
de todo tenemos derecho como ellos –dijo Rose.
-Lo
sé Rose, pero harán lo posible por escuchar si saben que nos reunimos.
-Tienes
razón.
-La
haremos dentro de unas horas cuando Sebastien y Lenya no estén. Al menos dos
descartados –dijo Rose.
-Nooo,
¡no podré estar!
-¿Por
qué, Scarlet? –pregunté.
-Porque
ahora estoy cubriendo el día.
-¿Cómo
es eso?
-Largo
de explicar, Bianca No me lo recuerdes patrullaré de día en un móvil policial
porque al comisario se le metió en la cabeza que la noche era peligrosa para
mí.
Sara
y Rose rieron.
-¡Pobre
infeliz!
-¡Sí,
pobre de él!
-Escucha
Scarlet, me preocupa que te expongas al sol.
-No
te preocupes “hermanita”, no saldré sin ponerme el odioso bloqueador.
-No,
no, no, yo misma quiero ver cada vez que salgas si te lo has puesto como
corresponde –dije preocupada.
Sonrió.
-Te
quiero, Bianca.
-Yo
también, cariño.
-¿Entonces?
Tenemos que estar todas –dijo Sara.
-Sí,
eso como regla. Aunque no podamos por ahora, nadie de las chicas quedará afuera
–aseguré.
-¡Qué
pena! Hubiera sido ideal si Scarlet no tendría que ir. Marin está por llegar y
por Liz no hay problema porque renunció a su trabajo.
-¡Tengo
una idea!
Todas
seguimos con la mirada a Scarlet abalanzándose al aparato de teléfono que
estaba arriba de una mesa pequeña y alta.
Continuamos
en silencio mientras ella discaba muy concentrada. Carraspeó aclarando la voz y
a los pocos segundos habló…
-Hola,
¿Jefatura de Policía?
Su
voz parecía de ultratumba. Como si la hubieran golpeado.
-¿Qué
tal? Disculpe… Habla –tosió repetidas veces-, habla Scarlet Craig. Quisiera
avisar que he amanecido con fiebre –tosió otra vez-, y mucho resfrío. No
puedo presentarme a trabajar –imitó un estornudo-. Le agradezco que informé al
comisario, por favor… Gracias.
Reímos.
-Miren
esta mocosa lo rápido que aprende las excusas humanas –dije con los brazos en
jarro.
En
ese momento Sebastien abrió la puerta seguido de Bernardo.
-¡Eeey!
¡Amigo!
Él
caminó hacia mí y me abrazó fuerte.
-¡Qué
bien! ¿Has pasado a saludarme?
-Sí
amiga. Buenas noches a todas.
-Buenas
noches –respondieron al unísono.
-¿Tomas
un café? Aún no he probado que tal me sienta pero puedo hacerlo en tu
compañía.
-OH,
Bianca, lo lamento pero voy al mercado Central por carne y hortalizas. Sólo
pasé a saludarte y corroborar que estuvieras bien.
-Gracias.
¿Y Sabina y Gloria?
-La
cuido como a mi vida, Bernardo. No te preocupes –interrumpió Sebastien herido
en su orgullo.
-Lo
sé. Pero tú sabes, después de pasar la angustia de hace días, imagínate.
-Querido
amigo… -murmuré abrazándolo.
-Prometo
que vendré el fin de semana. Mis chicas quieren verte y ver a Douglas.
-Vale,
los esperamos, ¿verdad Sebastien?
-Por
supuesto. Será un placer. Mientras Bianca no tenga que salir.
-OH,
¿Bianca aún no puede salir?
-No
–contesté secamente.
Mi
querido amigo supo que no estaríamos de acuerdo con Sebastien sobre tanta
sobreprotección, así que dejó el tema con disimulo.
-Nos
veremos el fin de semana y traeré algo rico. Una tarta de frutillas que tanto
te gus… -se detuvo en seco.
Reí.
-Puedes
traérsela a Douglas. Él por ahora es el único que goza del placer de la comida.
-¡Muy
bien! Buenas noches, entonces.
Lo
abracé y me abrazó con fuerza. Aunque no demasiada como para hacerme daño. ¿Me
haría daño su fuerza? La verdad habría que medirse en medio de una lucha. Pero
eso jamás, jamás, iba a ocurrir.
…………………………………………………………………………………………………………
Eran
las ocho de la mañana cuando todas nos reunimos en la cocina. Lenya y Sebastien
ya no estaban. Rodion había decidido acompañarlos para conocer la Isla y los
detalles de la empresa. Numa estaba rindiendo su bendita última asignatura de
la Escuela Superior y por supuesto su amigo Douglas había ido con él para no
dejarlo solo. Ron y Anthony cuidaban el
parque. Y lo más curioso fue el viaje de Charles a Kaliningrado. En realidad no
tan curioso. Allí había encontrado el psiquiátrico donde se hallaba mi padre y
seguramente iba tras su pista o algún dato que lo llevara hasta él.
Suponía
que la sesión de Dimitri no había pasado desapercibida sólo para Sebastien sino
para Charles, estaba claro que querría ayudar de todas formas. Aunque no
hubiera escuchado la sesión, era un vampiro muy inteligente.
La
reunión comenzó con toda tranquilidad y juicio. A los diez minutos la
tranquilidad se convirtió en bullicio y el juicio escapó a algún lugar de la
casa.
-¡Hablemos
de machooos! –fue el grito que escapó de la garganta de Marín.
Dicho
sea de paso la desconocía. ¿Qué había comido esta chica en la mansión?
Liz
estaba más recatada que otras veces, sabía la razón, aunque también reía
divertida. En otro momento hubiera sido la voz cantante. Como nos cambiaba la
vida… Como nos cambiaba el amor… Mis primas dos polos opuestos, y ahora lo
mismo. Sin embargo quien había tenido desenfado y diversión en las chispas de
sus ojos, estaba decaída. Por otro lado quien era tímida y recatada le faltaba
bailar sobre la mesa. Y sí… A las dos les había dado cupido en el centro del
corazón con diferentes resultados.
-Bueno,
¿quién comienza? –pregunté recorriendo los rostros de cada una.
Scarlet
que estaba sentada sobre la mesada de la isla, en el extremo opuesto a Margaret,
hizo su primera confesión.
-Creo
que estoy enamorada de un macho humano.
Rei.
-Ya
lo seee. ¡De Pretov!
-¡Siiiiii!
Pero estoy enojada con él y quiero que me aconsejen.
-¿Por
qué te has enojado? –preguntó Liz.
-Porque
le ha comprado un regalo a su hembra, se llama Anne. Y la odiooo.
-¿Te
lo ha dicho? –preguntó Sara.
-No,
no he hablado con él directamente. Estaba presente cuando se lo contó muy
sonriente al comisario. Dijo que guardaría el regalo en su oficina. Si lo
llevaba el día anterior a su cumpleaños la tal Anne se lo descubriría. Y Anne
no es nombre de macho que yo sepa. Así que… Entré cuando no estaba el comisario
y robé el obsequio… ¿Se dice así a los regalos?
-Sí, obsequios, muy bien. Pero Scarlet, ¿has entrado a la oficina del comisario sin estar él
presente? Te traerá problemas –repliqué.
-Tiene
razón Bianca, no juegues con fuego –dijo Liz.
-¡Estoy
muy furiosa chicas! Porque él me besó en la puerta de la mansión.
-¡Ah
oye! Eso está pésimo –contesté- Si tiene mujer no debió hacerlo.
-Espera
Bianca no lo condenemos –dijo Margaret-. Quizás tiene mujer y se enamoró de
Scarlet. Pues que puede hacer ante el amor.
-Nada…
-murmuró Liz.
-¿Qué
puede hacer? Pues fíjate que tendría que blanquear la situación. Dejar su mujer
después de hablarle claro y comenzar la relación con Scarlet.
-Coincido
–aseguró Liz, nuevamente.
-De
todas formas me he vengado.
-¿Qué
has hecho con el regalo? –preguntó Rose.
-¿Qué
le ha comprado a su hembra? –se interesó Margaret.
-Un…
-se quedó en suspenso moviendo las manos en el aire-. ¡Ay! Un… ¿Cómo lo digo?
-¿No
sé cariño, no tengo idea que será? –contesté.
-¡Una
joya! –dijo Marin.
-No…
-¿Una
prenda de vestir? –preguntó Rose.
-Mmm…
No, tampoco.
-¿Un
perfume? -dijo Liz.
-¡Liz,
ya sé que es un perfume! –protestó Scarlet-. Era una caja chata y muy grande.
Tenía… Espacios con pinturas de colores y pincel como usamos para maquillarnos
pero muuuy grande.
-¿Una
paleta de pintar dibujos? –preguntó Sara.
-Con
toda seguridad –afirmé.
-Entonces
debe ser un lienzo y la paleta de pinturas –aseguró Liz.
-¡Qué
importa chicas! Es un cabrón y punto –dije enojada- Pregunto yo… ¿Qué has hecho
con el regalo?
-Lo
rompí y lo tiré.
Arquee
una ceja.
-Scarlet,
¿estás segura que era para su mujer?
-Mmmm…
-Bianca,
si hubiera sido para su madre no hubiera dicho Anne. Si hubiera sido para una
prima o amiga no hubiera dicho que vivía con él –agregó Liz.
-Siiii,
recordemos chicas que Scarlet dijo que ella lo descubriría si lo llevaba a la casa –dijo Marin.
-Está
más claro que el agua –dijo Margaret.
-Bueno…
De todas formas repito, no te arriesgues así por él. Llevas el secreto de los
Craig como responsabilidad –dije preocupada-, además no evitará que deje de
amarla.
Scarlet
frunció el ceño.
-¿Y
ahora que haré?
-Por
lo pronto esperar que no sospeche. Sólo el comisario y tú sabían lo del regalo
–afirmé-, Pretov es muy inteligente.
-Dime
Scarlet –preguntó Sara-, ¿vale la pena Grigorii? Quiero decir… En cuanto a su
físico… Tú sabes… ¿O es qué no sabes como viene de armamento? –sonrió pícara.
-Lleva
una nueve milímetros –contestó muy inocente.
Reímos.
-Scarlet,
Sara te pregunta sobre su miembro… ¿Entiendes? –murmuré sonriente.
-Aaaaaaah,
jajajajaja…. Síiiii… Bien… Mmmm… -cambió el gesto feliz a uno preocupado- No sé
mucho. Cuando me besó le creció el bulto. Pero eso pasa en todos los machos.
-¿Creció
mucho? –preguntó Marin.
Sara
interrumpió.
-Una
vez, me aparee con un macho que la tenía, ¡así! –sus manos mostraron unos
veinticinco centímetros sobre la mesada y todos los ojos se abrieron.
-¡Eres
una hija de perra! ¡Qué suertuda eres! –aplaudió Liz.
-¡Bah!
Yo también… Bueno quizás un poco menos –rio Rose.
-¿Dónde
habita ese vampiro? –preguntó Scarlet.
Reímos.
-En
Chile. Es de los Huilliches –contestó Rose, ufanándose por la experiencia.
-Lo
lamento, al mío no lo encontrarán. Lo mató la helada, era guerrero de Adrien
–contó Sara.
-¡Qué
injusticia! –bromeó Margaret.
-Bueno
chicas, tampoco me admiro de algo así. Tengo lo propio en mi alcoba –dije
sonriendo.
-¡Cuenta!
–exclamó Sara.
-¡Estás
loca no diré nada de su líder!
Todas
comenzaron a golpear con la palma de la mano la mesada de la isla.
-¡Cuenta!
¡Cuenta! ¡Cuenta!
-¡Qué
nooo! –reí.
-¡Eso
no vale! –protestó Liz-. Aquí en la reunión no hay líder que valga.
-¡Qué
no, Liz! Está su hermana –protesté en un ataque de risa.
-¡No
quiero escuchar! –gritó Scarlet, tapándose los oídos.
-De
todas formas queridas mías, no importa sólo el tamaño. Tienen que saberla usar
–rio Margaret.
-¡Pero
es un pene no un artefacto de cocina! –rio Sara.
-Ah
queridas, que poco saben –se ufanó Margaret.
Margaret
rio sentada en el extremo de la isla. A su lado Rose se puso de pie.
-¡Ya
regreso!
Todas
la seguimos con la mirada hasta que desapareció.
-No
te tardes, ¡eh! –gritó Sara.
-Sé
a lo que te refieres, Margaret –agregó Liz-. Tuve un novio tan tonto que me
aburría en la cama. Sin… digamos que… Nada de inventiva.
-¿Para
qué quieres tú la inventiva con estos centímetros? –dijo Sara, volviendo a
mostrar el tamaño.
Reímos.
-Es
que a algunas nos gusta la variedad. No sé… Distintas posiciones… Fantasías…
-Aaaah,
¡entiendo! –contestó Sara-. Hay hombres más tímidos y dejan que manejes el sexo
tú.
-¡Calla,
que no es un coche! –rio Marin.
Rose
entró a la cocina escondiendo algo a su espalda.
-¿Qué
traes ahí? –preguntó Scarlet.
Caminó
con andar felino y con una sonrisa en los labios. Descubrió la caja que tenía
en sus manos y la depositó en el centro de la mesada.
Nos
miró a todas con diversión y lentamente dejó ver su contenido. Un vibrador
tamaño real, bueno más que cualquier real.
Scarlet
dio un grito.
-Aaaay,
¿a quién le has cortado el pene?
Todos
estallamos en risas.
-Scarlet,
es de mentira, es una imitación del miembro viril. Y me alegro que no hayas
gritado polla –reí.
-Nooo,
Me has dicho que es mala palabra.
-¡Bien!
–sonreí- Ahora… ¿Para qué te has comprado esto? –pregunté arqueando la ceja. No
habla bien de Numa.
Se
sonrojó.
-No
se trata de Numa. No es impotente. La usamos juntos.
-Parece
de músculo y piel –se asombró Marin acercándose más.
-Sí,
es una buena imitación.
-¡Ya
lo creo! –rio Liz.
-¡Esperen!
¡Aguarden un momento! –exclamó Scarlet- Van muy rápido. Que alguien me diga
para qué dos po… ¿Para qué dos penes?
-Ehmm…
-titubee.
Todas
callamos.
Liz
carraspeó y contó el sinfín de innumerables usos en la pareja mientras la
princesa de los Craig abría la boca del tamaño de una sandía.
-Vayaaaa,
hay dos o tres usos que ignoraba- agregó Sara.
Reímos.
En
ese instante Natasha entró a la cocina.
Quedamos
mudas. Aunque casi todas se tranquilizaron al ver a una chica en la reunión,
Marin y yo supimos que no iba a ser nada cómodo para Liz.
Rose
era una más que ignoraba la rivalidad por Lenya así que continuó como si nada.
-¡Natasha!
Nos honras en la reunión de chicas. ¡Bienvenida!
-¿De
qué hablaban? –sonrió.
-De
penes –contestó Scarlet-, de penes y nuestras parejas.
Se
detuvo de pie en el medio de la cocina y echó una hojeada a la caja abierta.
Volvió
a sonreír. Lentamente caminó hacia la isla y se sentó junto a Liz ya que
quedaba un espacio.
-¿Qué
te parece? –preguntó Rose riendo- ¿Te llama la atención? ¿Cómo viene Lenya?
-Me
voy –murmuró Liz.
Hizo
un ademán de retirarse pero Natasha la tomó del brazo y la sentó nuevamente.
-No
voy a hablar de mi intimidad –aseguró.
-¿Por
qué nooo? No saldrá de aquí. Lo juramos.
-No
lo haré –afirmó.
-Es
injusto.
-Suficiente,
Rose –dijo Sara.
Rose
calló después de mirarla fijamente. Algo intuyó que andaba mal.
Creo
que yo también entendí que Sara sabría por Rodion lo de Lenya y Liz. Y fue una
suerte…
Marin,
que cada día estaba más despierta evitó el silencio incómodo.
-Bueno
yo puedo decir que no me maravilla lo que está ahí –dijo, señalando el
vibrador.
-¿Ah
nooo? -sonrió Margaret.
-Nooo,
porque Douglas está muy bien armado –rio.
-¡Ooooh!
–exclamamos todas.
-¿Cómo
sabes tú eso? –dijo Margaret con los brazos en jarro.
-Pues,
porque me besó y me aprisionó contra él y le creció mucho –rio otra vez.
-¿Te
ha besado el retoño de los Craig? –preguntó Rose asombrada.
-Siiiii.
¡Una sola vez!
Levanté
mi mano derecha.
-Doy
fe, chicas. La beso apasionadamente.
-Me
voy –dijo Liz.
Esta
vez se puso de pie y Natasha quedó inmóvil.
Salió
de la cocina como tornado ante la mirada atónita de varias.
Natasha
se disculpó y la siguió.
Liz.
Subía
los escalones apresurada y con muchas ganas de estallar en llanto, sin embargo
la voz de Natasha me detuvo a mitad de la escalera.
-No
iba a hablar de Lenya delante de ti, no es ético ni parte de mi formación.
Me
detuve y giré para enfrentarla. Ella se acercó a los pies de la escalera.
-No
se trata de eso –murmuré-, tengo cosas que hacer.
-Ajá…
¿Te marchas de la mansión?
-Estás
bien informada. Lenya te lo dijo para que te quedes tranquila.
Sonrió.
-No.
Lenya no habla de ti cuando está conmigo, tampoco sería ético.
Sonreí
irónica. Si lo supiera… Si supiera que sus besos los tenía grabados en mi boca
ardiendo como el infierno.
-En
cuanto a quedarme tranquila no veo el porqué –continuó.
-¡Por
supuesto! No soy rival para ti. Soy una humana.
Apoyó
el brazo en la barandilla.
-No
lo digo por eso. En ese sentido eres una buena rival.
Bajé
unos cuantos escalones.
-¿Los
vampiros no se reflejan en los espejos?
-¡Por
supuesto qué sí!
-Entonces
no te miras nunca. ¿No te has visto? Jamás podría competir contigo.
-Sigo
insistiendo, ¿por qué no?
-Porque
eres bellísima y además son de la misma raza.
-Creo
que entre humanos se quejan de la
discriminación pero son ellos mismos que se discriminan. No hay diferencia
entre tú y yo frente a Lenya –después bajó la vista-. Quizás sí hay una
importante. Sin embargo justo en esa, llevo las de perder.
-¿Cúal?
–pregunté con mal humor.
Sonrió.
-No
querida. Eso no te lo diré. Será como quedarme desarmada ante el enemigo. Me
gusta competir con alguien que valga la pena por eso me gusta que seas tú. Pero
mi debilidad ante un macho nunca la dejaré saber. Eso… Lo tendrás que
descubrir.
-¿Sabes
qué? No tengo ganas. ¡Puedes quedártelo! Lenya es todo tuyo.
Giré
y subí los escalones. Apenas pisé el pasillo para ir a mi habitación ella preguntó
en voz alta dejándome un rayo de esperanza en el corazón…
-¿Lenya
es mío? ¿Estás tan segura?
Vaya con la charla de chicas, me encantó leer este capítulo, aparte de lo obvio, tan ilustrativa y con tantas confidencias ;) Ver esa confraternidad es genial, me encanta que todas se lleven bien, bueno, casi todas, que con Natasha la cosa está difícil, pese a eso me gusta su interacción con Liz, es muy tirante, pero interesante. Gracias por el capítulo, amiga.
ResponderEliminarBesos.
¡Hola Claudia! Me alegro que te haya gustado cielo. La relación entre Natasha y Liz está basada en la rivalidad. Que no querrá decir que Natasha sea mala... Veremos. Un beso enorme y gracias.
EliminarMe ha encantado cuando Bianca lanza un beso, y Sebastien lo atrapa en el aire y lleva la mano a su corazón
ResponderEliminarBernardo es un gran amigo de Bianca, de eso no hay duda
¡Por fin las chicas se reunieron en la cocina! ;-)
¡Pobre Grigorii! Se ha quedado sin regalo para su hermana... Si Scarlet supiera quién es Anne
Me lo he pasado bien con la reunión y con la conversación... con el vibrador y los tamaños... jajaja
Me ha sorprendido e intrigado lo que le ha dicho Natasha a Liz... supongo que algún día descubriremos el secreto que esconde
El capítulo ha estado genial... enhorabuena
Besos
¡Hola Mela! ¡Esta Scarlet y sus celos! Ahora tendrá que remediarlo, por supuesto antes tendrá que enterarse quien es Anne.
EliminarMmm... Muy buena percepción querida amiga, algo quiere decir Natasha. ¿Cuál será ese secreto que no comparte con nadie?
Me alegro que lo hayas pasado bien, esa es la idea cielo. Te agradezco mucho que me leas y comentes . Muchas gracias, un beso grande.
especial,,,las chicas son igual o mas,ocurrentes que los hombres,,,,,,saludos.-
ResponderEliminar¡Hola Lobo! Tienes razón. Solos y en grupos son idénticos. Muchas gracias por tus halagos de siempre. Un beso grande .
EliminarSuper buena la platica de chicas jajaja me rei como nunca ahh estas mujeres son bien picaras quien las viera midiendo tamaños y todo jajaja...entre Liz a Natasha no va a ver amistad x su rivalidad x Lenya aunq no se traten mal no van hacer amigas, y muy mal hecho lo de Scarlet con el ragalo aunq ella no sepa de quien es ufff no estubo para nada bien, y cuando Grigori se entere q no esta el ragalo sera q sospechara de ella mmmm, Lou gracias x los capitulos!!
ResponderEliminar¡Hola Laura! Tienes razón jamás serán amigas pero a veces no es oro todo lo que reluce y viceversa. A ver si la bruja del cuento no termina siendo tan bruja, no?
EliminarMe alegro que te haya gustado la reunión, yo también me he divertido, de verdad.
Un beso grande y muchas gracias por el comentario.
Uy las cosas que se aprenden , me encanto lo del vibrador. Veamos que pasa entre Liz y Natasha ojala Liz dudo que sean amigas pero espero que Liz se quede con Lenya. Te mando un beso
ResponderEliminar¡Hola Ju! Jajajaja yo también aprendo escribiendo, no te creas. Eso lo sabrás porque eres una gran escritora. Un lujo que me leas cielo. Gracias y un besote.
EliminarNada de información sobre Sebastien... Nada de información sobre Lenya... A que va a resultar que el más divertido de todos es el yogurin de Numa?
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