¡Holaaa, penúltimo capi.
Quiero contarles que no he parado de llorar mientras escribía, o soy masoquista o soy llorona, una de dos.
Paso a decirles que no podría escribir toda la perspectiva de Sebastien y del resto en el blog. Pero prometo que el libro publicado será más extenso y detallista.
Pido disculpas a Citu y a Claudia por no haber pasado por sus blog a leer. No fue falta de interés. Pero me pondré al día como se merecen. Mela querida, sé que no has subido capi por el aviso que has dejado. Esperaré ansiosa tu novela por las dudas me daré una vuelta. Gracias a las tres escritoras que me leen. Son estupendas.
Con el permiso de ellas pondré el link en estos días en el face.
Ahora sí, no los entretengo, juro que el último capi será para reír. De esa forma esperan el cuarto libro con una sonrisa. ¡Muchas gracias!
PD: Se aceptan comentarios, y me hacen feliz, gracias.
Capítulo 71.
El “hasta pronto”.
Lenya.
Sentados en el borde de mi cama, nuestros ojos casi
del mismo tono, se encontraron. Había unos deseos locos de contarnos todo. Es
que había tanto para decirse…
Mis manos entre las manos de mi padre fueron devolviéndome
al alma ese sosiego y paz que necesitaba.
-No sé por dónde comenzar –susurré-. Aunque quisiera
pedirte perdón por pensar tan mal de ti.
Él suspiró.
-Lenya, si se trata de pedir disculpas ambos nos las
debemos, aunque no haya sido en el fondo buscando el mal del otro. ¿Qué te
parece si mejor me cuentas de tu vida, de tus proyectos? A ver, quiero saber
cómo conociste a la hembra que tiene secuestrado tu corazón.
Reí.
-Liz… Bueno, Liz es algo especial.
-Eso no lo dudo, si te atrajo de esa forma. ¿Fue en
esa ciudad? ¿Drobak?
Negué con la cabeza mientras él acaricia el dorso de
mis manos con los pulgares.
-La conocí aquí en la mansión. Ella bajaba la escalera
y la vi… No puedo explicarte lo que sentí a partir de ese instante. Me dije,
“es tan bella”. “Esa hembra tendría que ser mía y de nadie más”.
-Creo que puedo entenderte.
Lo miré con ansiedad por la respuesta que tanto quería
de sus labios.
-Sé por el diario de mi madre que te enamoraste de
ella. Pero… ¿Fue tan así?
Él sonrió. Sus ojos se desviaron al ventanal…
-Cuando la vi en ese árbol tan… hermosa. Allá por el
mil seiscientos… Mi estómago se hizo un nudo y…
-Y el corazón te saltó en el pecho –interrumpí,
recordando lo que había sentido con Liz.
Él volvió a sonreír y me miró.
-Exacto… Sin embargo, noté cierto reparo en ella. No
sé si fue altanería, orgullo, o timidez. Lo cierto que entendí que no era el
macho que deseaba.
-Un malentendido –murmuré.
-Sí. Desde ese día nunca nos separamos. Fue la mejor
amiga que pudiera tener un ser. Además era vidente, no siempre. A veces cuando
soñaba sus profecías se cumplían. Después conocí a Bera y me enamoré. Pero
siempre sentí por tu madre atracción que a la vez me sabía a inalcanzable.
-Ella era muy orgullosa.
-Sí… También fue su elección. Todo ese sentimiento quedo
en suspenso pero a la vez, arraigo dentro de mí. Con el tiempo, Bera, a la que
llegué a amar, me dio un hijo y falleció. Tu madre me ayudó con Sebastien.
Después se lo arranqué de ella sin miramientos y me lo llevé. Es que Sebastien
era sólo mío. Ya no estaba su madre y…
-Quizás si lo hubieras dejado en Múrmansk todo hubiera
sido distinto.
Sonrió con tristeza.
-Cada acto que realizamos nos determina un futuro,
cercano o no. Pero vamos forjando nuestro camino. Con aciertos y errores. La cuestión
es que no lo sabemos. Hacemos lo que nos dicta el corazón. Por eso cuando
naciste y fuiste creciendo, no pude arrancarte de ella. Había aprendido que su
sufrimiento era más doloroso para mí.
-Yo nací… -titubee.
Mi padre se puso serio y cogió mi rostro forzándome a
mirarlo.
-Lenya, tú no llegaste al mundo por una noche de sexo.
Tu madre y yo nos amábamos, no lo dudes. Cuando ella me dio la noticia yo
estallé de felicidad.
-Lo sé, lo leí en su diario.
-¿Diario?
-Bueno… Son hojas de papel donde escribes tus
memorias. Ella te amó tanto.
-Sí… Sin embargo no creas que lo dudé cuando no aceptó
vivir en las cumbres. Después fui convenciéndome que era una decisión tomada
pensando en el único ser que amaba y amaría más que a mí –sonrió-, a ti.
Mis lágrimas cubrieron mis ojos.
-Pero yo sólo quería estar con los dos. Aunque fuera
en las cumbres.
-Claro que sí. A los hijos les importa estar con sus
padres aunque pasen carencias.
-Creo que conozco la excepción –dije secando mis
lágrimas.
-¿A quién te refieres?
-A Numa, pero es una larga historia.
-Me he perdido de mucho, Lenya. Cuando dejé este mundo
por un tiempo no tenía contacto en absoluto. De a poco se me permitió
contemplarlos por momentos. No sabes lo que sufrí por la decisión de Scarlet.
Sonreí.
-Sufrimos todos, papá.
-Todo salió bien, ahora quiero que me cuentes de ti.
Me quedé pensativo unos instantes y la imagen de un
Lenya lleno de dolor frente a su hermano reconocido vino a mi memoria.
-Lo hubiera matado, papá. Sebastien tenía todo, lo que
tenía y lo que no podía tener.
-Te equivocas. Tú tenías a tu madre, él no.
Asentí en silencio.
-Si no hubiera sido porque Rodion aplacaba mi sed de
venganza. Me desquitaba todo el tiempo con él.
Le conté del encuentro con Sebastien, de los líos con
Douglas, de nuestra reconciliación, de Natasha, de Rodion… Al nombrarlo
nuevamente arqueó una ceja divertido.
-Confieso que cuando Charles me contó quería
asesinarlo. Era obvio su interés por Halldora.
Reí.
-Pobre Rodion, papá. ¡Mírate! No te llegaría nunca a
los zapatos.
Levantó el índice en señal de atención.
-Cuidado Lenya. Nunca subestimes un macho que está
tras tu hembra. Aunque sea humano.
Asentí sonriendo.
-Estoy seguro de lo que siente Liz.
-Me alegro… -continuó-. De todas formas mi amor por
Halldora era tan inmenso que poco a poco entendí que yo no regresaría por ella
respetando su decisión, ella debía tener un macho que la cuidara de cerca y la
hiciera feliz.
-Lo de hacerla feliz… - dudé-. Aunque sí, la hacía
reír y la contuvo en la tristeza. Además la ayudó en mi crianza. Que te
comunico no fue fácil.
-¿Ah no? –sonrió con altanería-. Por supuesto, no
tienes ni que decírmelo. Eres el hijo de Adrien Craig, nada es fácil, aun
siendo un niño como lo fuiste. Si a eso le sumas ser hijo de Halldora –rio-. No
si terminaría felicitándolo por no huir despavorido.
-Yo… Lo traté muy mal…
-¿Le has pedido disculpas?
-Sí…
-Entonces no te martirices. Lo hecho, hecho está.
Cuéntame… ¿Piensas convertir a Liz?
Creo que vio el terror en mis ojos.
-Hijo… Sabes bien que si es la hembra que amas tarde o
temprano no quedará salida.
-Lo sé. Tengo miedo de hacer algo mal y si la mato…
-Tú eres Lenya Craig, Puedes sentir el miedo como
cualquiera pero jamás logrará vencerte y seguir avanzando. Es tu naturaleza.
Por instantes recordé el rescate de Douglas…
-Sí, tienes razón. Vencí el temor más grande que
sentía por la oscuridad.
-¿Lo ves? Y según me has contado esa oscuridad no sólo
era por la falta de luz artificial, sino la que anidaba en tu corazón. Ser
fuerte es tu naturaleza.
El tiempo avanzó en el maldito reloj, sin embargo
traté de aprovecharlo y contarle todo aquello que a la vez le interesara y lo
hiciera reír. No quería dejar de ver a mi padre teniendo una imagen de pesar,
quería llevarme esos últimos momentos con alegría. Como él merecía que lo
recordara.
-Cuéntame sobre tu hermana. Cuando compartí las horas
con Sebastien me dijo que la celabas.
-¿Yo? –reí.
-Sí, tú.
-Es que hay que tenerla vigilada –protesté.
-Creo que te has metido en una misión imposible, hijo
–rio-. Sé porqué te lo digo.
-La adoro –murmuré.
Sin querer mis ojos volvieron a humedecerse. Él por
supuesto lo notó.
-¿Qué te apena tanto, Lenya? ¿Por qué los recuerdos
que parecen ser tan bonitos te angustian tanto?
-Es que… -mi barbilla tembló-. Todavía me cuesta creer
que en tan poco tiempo mi vida dio un giro. Tengo una familia de sangre que me
quiere. Sebastien… Él se sintió mi hermano casi al conocerme. Pero Scarlet… Con
Scarlet nos une algo más… Es como si al morir tú… La vida nos quedara debiendo
cosas. Ambos caminamos diferentes caminos. Pero ella hubiera querido gritar a
todo el mundo que te sentía su padre, inclusive a Lucila. Cuando escuché su voz
porque no llegaba a verla… Su voz gritándole a Agravar que su padre eras tú…
Supe que no sólo a él se lo gritaba, sino a ella misma. Eso también en parte es
como tu ausencia en mi vida. ¿Me entiendes?
-Sí...
Lo abracé fuerte y él me cobijó entre sus brazos.
-¿Cuánto queda de tiempo, papá?
-Poco…
-Abrázame fuerte, papá. Lleva mi abrazo contigo a
dónde vayas.
-Lo haré. Como llevé ese beso que te di cuando eras
pequeño.
-Si pudiera hacer algo para que te quedaras.
-No hay nada que puedas hacer. Sin embargo puedes
hacerme una promesa que necesito escuchar de tus labios antes de partir de
aquí.
-Dime…
-Cuando lleguen las doce y me esfume en el aire,
cuando ya no puedas verme con los ojos, no quiero que estés triste. Esta
habitación quedará vacía y en soledad sólo si tú lo quieres. Tienes otra
opción. No estaré aquí por un largo tiempo quizás, pero cuando me familiarice
con la energía luminosa que debo enfrentar, regresaré como espíritu. No me
verás pero estaré junto a ustedes. Sólo tienes que tener paciencia. No pienses
nunca en mí como un “adiós”, sino un “hasta pronto”.
Y sí… Toda llega. Lo bueno y lo malo. Lo alegre y lo
triste. El reloj de la vida no se detiene. Sin embargo cuando su imagen se
desvaneció y enfrenté la habitación vacía, cumplí esa promesa.
Sequé mis lágrimas. Murmuré un “hasta pronto”… y
decidí bajar a la sala. Porque allí, mi familia y mi amada, esperarían por mí
para acompañarme en este maravilloso camino que era la vida.
Rodion.
Sara había comenzado a ordenar la ropa en el ropero.
Estaba radiante de felicidad aunque se notaba agotada. Le dije que bajara con
Margaret a beber un café. Habíamos llegado al aeropuerto de Kirkenes cuando
recibimos la noticia que todo había salido bien. Lenya estaba otra vez junto a
nosotros. No quise preguntar a Anthony si Agravar le había hecho algún daño,
creo que él no tenía los detalles de la lucha. Pero aún así no hubiera
preguntado. No importaba si por la batalla con ese monstruo Lenya hubiera
quedado dañado, sin pierna, sin brazo, ciego, lo que fuera. Estaba vivo y a mí
sólo me importaba esa noticia. Porque quedara como quedara lo cuidaría
personalmente hasta el fin de mis días.
En el aeropuerto se decidió que Anouk y Svetlana con
la bebé siguieran viaje a Moscú. Anthony deseaba estar con los Craig como era
lógico y como aún no se sabía detalles prefirió que las Gólubev estuvieran
lejos y a salvo al menos hasta que él comprobara que todo estaba bien.
Yo mismo conduje el Audi de Sebastien trayendo a
nuestro querido hogar a Sara. Apenas llegué tuvimos que esperar muchas horas
para volver a tener noticias mientras Bianca, Margaret, Rose, Ron, y Numa,
hacían conjeturas.
Los primeros en pisar la mansión fueron Sebastien y
Scarlet. Fue una gran algarabía ya que se nos mantuvo al tanto de los
acontecimientos, paso por paso. Mientras Scarlet abrazaba a Bianca y lloraba
conmovida… yo lo busqué… Lo busqué primero con los ojos por toda la sala.
Quizás él todavía estaba despidiéndose de su padre. Pero Lenya no daba señales…
Ya no ignoraba que estaba bien por los dichos de los
hermanos Craig, sin embargo sólo cuando Sebastien se acercó para hablar
conmigo, me enteré de su sacrificio.
Cerré los ojos fuerte sintiendo el posible dolor
desgarrador que podía haber sentido al rechazar lo que tanto había deseado
desde niño.
Entonces, corrí escalera arriba sabiendo que se
encontraría destrozado y encerrado en su habitación.
Hablé con él… mientras mi corazón sangraba apenado y
enternecido por su tristeza. Sin embargo había sido su decisión libre y segura,
y la respeté.
Volví al presente apartándome de la ventana. Tenía que
ayudar a Sara en el desorden de la ropa en las maletas y terminar lo que ella
había comenzado.
De pronto… Una voz me congeló.
-Rodion, querido mío.
Giré sobresaltado al escucharla. Porque jamás borraría
de mi memoria el tono dulce de su voz.
Tartamudee al contemplarla, sonriente, con su cabello
negro suelto y sus ojos de hechicera, de pie, en la habitación.
-Hall-dora.
Ella sonrió.
-Rodion, querido. No tengo mucho tiempo.
A veces el cerebro queda nulo y un desorden de ideas
hechas palabras comienzan a salir de tu boca. ¿Qué hubiera dicho cualquiera al
ver a un ser que no está entre los vivos y hubieran amado tanto? Quizás, ¡qué
suerte verte! ¿Cómo llegaste aquí? ¿Vas a quedarte?
Pero no. Nada de eso se me ocurrió decir. Y el dolor
que hace un rato estaba carcomiendo mi alma fue lo más preponderante.
-Lenya no está bien, no pudo abrazar a su padre
–balbucee.
Ella arqueó una ceja sorprendida. Después su sonrisa
iluminó su cara.
-Lenya siempre Lenya, ¿verdad?
Bajé la cabeza.
-Sí… -la miré a los ojos profundos y negros con vetas
rojizas-. Es mi hijo.
Ella pareció emocionarse. Sin embargo de inmediato se
repuso.
-He llegado hasta aquí para cerrar una cuenta
pendiente. Adrien me regaló uno de sus deseos.
-¿Qué cuenta tienes pendiente? –retorcí mis manos
nervioso.
-Cuando fui asesinada, no pude confesarte muchas
cosas. Algunas ya no tengo tiempo, pero sí debo decirte y dejar claro una muy
importante.
Silencio…
Ella avanzó sólo un poco hacia mí pero noté que
guardaba la distancia.
-Quiero que sepas que estoy orgullosa de ti. Que
desearía que nunca más pienses que no eras digno de ser el padre de mi hijo.
Porque lo fuiste. Nadie en este mundo fuera de Adrien hubiera hecho el papel
tan perfecto como lo has hecho. Por eso estoy aquí. Prométeme que serás feliz.
-Yo… Yo ni siquiera pude entrar a esa choza a
salvarte, y aunque era humano en ese entonces… No tengo grandes dones aun
siendo un vampiro.
-Tus dones no los ves, pero los tienes, Rodion. Y
ahora que sabes a quién hubieras enfrentado, ¿piensas lo mismo? ¿Qué hubiera
sido de la vida de mi hijo sin ti?
-Sólo le hice compañía.
-¿Sólo compañía, dices? Rodion, tienes que quererte
más. Fuiste su guía, su bálsamo ante tanto odio acumulado, ante tantos deseos
de venganza. Porque él te quiere, Rodion. Él te adora como un padre por más que
demostrara otra cosa. Eras lo único que le dejé. Y fui yo quien esa noche que
te encontré perdido y desolado te traje a nuestra vida. Me siento feliz de
haberlo hecho. Gracias por todo lo que has hecho y harás por mi hijo. Pero me
debes una promesa si quieres que parta en paz.
-Yo haría cualquier cosa por ti –susurré.
-Entonces, prométeme que serás feliz con esa hembra de
la que estás enamorado, y ese niño que vendrá.
Asentí con la cabeza.
-Quiero escucharte.
La miré a los ojos.
-Te lo prometo.
Sonrió radiante.
-En cuanto a Lenya… Su padre está con él en estos
momentos, fue el deseo de Charles.
-¡Viejo zorro! –reí.
-Hasta pronto, Rodion. Algún día nos volveremos a ver.
Sé feliz, me lo has prometido.
En segundos, se evaporó en el aire.
Charles.
El reloj de la sala marcaba doce menos diez cuando
decidí salir al parque dejando al resto muy animado, comentando el futuro
promisorio que nos esperaba.
Caminé por el sendero sólo unos metros. Los
suficientes para que las tres copas de los cipreses me permitieran ver las
cumbres entre nubes de una posible lluvia mansa.
-Y bien –dije en voz alta-. Ya partes de aquí tan
silencioso como te fuiste un día.
Mis ojos se humedecieron y una lágrima rodó por mi
mejilla. Porque no se deja de ser macho por llorar a un amigo.
Sonreí y hablé como si escuchara.
-No, no me retes por estar triste. No es fácil
despedirte aunque sea por un tiempo. No soy el fuerte que crees. Aunque me
conoces, ¿verdad? No tengo que explicarte como soy. Se me hará difícil tu
ausencia ahora que empezaba a acostúmbrame a verte. Podrías llevarte el espacio
vacío que me dejas…
Suspiré… ¿Ya serían las doce?
-Me seguiré quedando con los miles de recuerdos
hermosos que tengo de ti. Esos sí, no te los llevas, cabrón –sonreí-. Esos se
quedan conmigo hasta que vuelva a verte.
Una brisa helada me rodeó… Después pareció que el viento
hamacaba las altas copas de los árboles hasta que en pocos segundos todo quedó
inmóvil.
No sé cuánto tiempo estuve con la vista perdida en las
cumbres, hasta que el sonido del abrir y cerrar de la puerta se escuchó a mi
espalda. Podía ser cualquiera de la sala que deseaba saber como estaba, pero
no. Lo intuía… Hubiera jurado quien era antes de escuchar su voz.
-Seré el mejor guerrero que pueda defenderte. Tu
guardián, tu guardaespaldas, tu protector. Tu amigo, tu hijo… Lo que desees.
Giré mi cabeza para contemplar a Lenya Craig de pie
muy cerca de mí.
-¿Cómo pagaré lo que has hecho por mí, Charles?
Bajé la vista y lo miré.
-Siendo feliz.
Sebastien.
Bianca estaba acurrucada entre mis brazos. Ambos
sentados en el sofá disfrutábamos de una noche en familia. Cuando Charles nos
comunicó cual había sido su deseo, ese que estaría cumpliendo mi padre en la
habitación de Lenya, me quedé conmovido. No porque viniera de Charles, sino
porque imaginaba una y otra vez cómo habría sido ese abrazo y ese tiempo juntos
los dos.
Sara ayudada por Margaret, salió de la cocina con
bandejas de café para todos. Me sentía agotado y hubiera preferido salir a
cazar, sin embargo la escena de dicha que reinaba en la sala me tenía
entusiasmado, y no creí que nada ocurriría que me hiciera salir de allí. Bueno,
al menos hasta ese momento…
Rodion bajó las escaleras con una sonrisa amplia. Sus
ojos irradiaban felicidad. No era para menos, Lenya estaba a salvo. Sin embargo
había algo más que no tardó en contarnos mientras abrazaba a su hembra.
Atónitos es poco. Sí, quedamos asombrados de su
experiencia y despedida de Halldora. Era para no creer, aunque después de
tantos sucesos y siendo nosotros vampiros, no existía nada que se pusiera en
tela de juicio.
Noté felicidad en la pareja, y por primera vez supe
que Sara amaba a Rodion con todo su corazón. La dicha y la paz de él, la sentía
como propia.
Miré a Scarlet que hablaba con Numa muy entretenida.
Mi hermana aunque lo disimularía, recordaría la amarga imagen que había vivido
hace horas. Pero no dudaba que lo superaría, era una Craig.
Lenya bajó apresurado las escaleras. Quisimos
preguntarle su maravillosa experiencia pero no nos dio tiempo.
-¿Dónde está Charles? –preguntó.
Y entendí porque lo buscaría con ese afán.
-En el parque –respondió Bianca.
Él salió sin decir palabra y nadie lo detuvo. Hay
cosas y hechos que no pueden esperar.
De pronto, mi cabeza que aún tenía escenas de la
cruenta lucha y de la charla con mi padre, recordó.
-Perdón, ¿alguien llamó a Sabina o a Bernardo?
La exclamación fue unánime.
-Mierda –susurré cogiendo el móvil-. Deben estar
desesperados.
-Yo iré –dijo Rodion.
-¿Tú Rodion?
-Sí. Yo… Necesito hablar con Liz.
-Muy bien –asentí recordando el sacrificio de mi
hermano-. Pero apresúrate, por favor.
Bianca me miró sonriente.
-Cariño, no te culpes por el olvido. Fue traumático lo
que has vivido.
-Lo sé, amor. Pienso que mi pobre hijo y Liz deben
estar muy mal. Ni siquiera saben de la lucha con Agravar.
-No te preocupes, papá. Yo me encargué de contarles la
visión de Charles antes de que partiera a las cumbres. Douglas estaba más
tranquilo aunque no sabía detalles.
-Menos mal, hijo. Gracias.
Charles y Lenya entraron a la sala.
Mi hermano tenía una sonrisa cómplice al encontrar mi
mirada. Pensé que era por los gratos momentos con mi padre pero había otro
motivo.
Charles se acercó a mí con ojos emocionados.
-Sebastien, alguien te busca en el parque.
-¿A mí?
Bianca se puso de pie inquieta, asustada, quizás por
lo que habíamos tenido que padecer. Sin embargo ante la mínima seña de Charles
de que todo estaba bien, volvió a sentarse.
Me puse de pie…
-¿A mí me buscan? –volví a repetir.
-Sí, querido. El único que se llama Sebastien de esta
casa eres tú –sonrió.
Miré a mi hermano que tenía la vista fija en mí.
Avancé hacia la puerta ante el silencio de la sala que
sólo se rompió con la frase de Lenya, “me alegro mucho hermano”.
Giré para ver a todos los de la sala, expectantes,
aguardaban saber quién podría ser.
En otro momento quizás me habría abalanzado hacia la
puerta y la hubiera abierto con el ceño fruncido para saber quien importunaba
la escena familiar. Pero no… Algo me dijo que lo que encontraría tras esa
puerta era algo fuera del alcance de mi imaginación. Sentí la piel de gallina y
mis cabellos erizarse por completo…
Giré el picaporte y abrí. La luz de los faroles me
dibujó… una silueta de mujer.
Sonrió…
Di dos pasos atrás sólo para contemplar ese cuadro que
colgaba en la sala. Donde una mujer de cabello negro y ojos azules había sido
la única imagen que había guardado de ella.
Volví la mirada hacia el parque deseando que la
aparición no hubiera sido sólo mis deseos. Y allí estaba… De pie, en el
sendero, con una mirada dulce y ancha sonrisa.
-Mamá… Tartamudee.
-Sí, soy yo.
La voz me recordó aquella vez que la había escuchado
al cazar Bianca por primera vez.
-Soy yo… -caminó hacia mí mientras mis piernas
temblaban-. La misma que una noche viendo que iba a morir, desee con todas mis
fuerzas poder contemplar a mi hijo hecho un adulto y pasear del brazo con él
ante la mirada de todos, aunque no ignoraba que sería un imposible. Aquí estoy,
cumpliendo ese deseo que me llevé en el alma.
-Mamá… -mis ojos dejaron caer las lágrimas que por el
impacto de verla no habían aflorado.
Me quedé de pie, estático, como si fuera una estatua.
Ella se acercó hasta llegar a mí.
Una de sus manos acarició mi mejilla y secó mis
lágrimas.
-¿Aún crees que no estoy aquí?
Asentí levemente. Sin embargo una de mis manos se posó
en la de ella cubriendo mi mejilla.
-Mamá…
Ella se sobrepuso a la emoción que parecíamos
compartir.
-Sebastien, querido, no tenemos mucho tiempo. ¿Tú
crees que podríamos pasear juntos por Kirkenes?
-Sí, sí, sí -miré alrededor buscando no sabía qué.
Ella tomó mi rostro entre sus manos.
-¡Qué bellos eres!
Fue en ese momento que la atraje contra mi cuerpo y la
abracé.
-Mamá… -y lloré.
No desconocía que debería ser muy breve el tiempo que
podría disfrutarla. Pero cómo hacer para no quedarme como lo estaba, rodeado de
esos brazos tan frágiles y a la vez tan poderosos ante cualquier enemigo mío.
Ella se separó y me sonrió.
-Cariño, vamos, paseemos juntos como soñé.
-Por supuesto –sonreí entre lágrimas.
-Sebastien, ¿alguien podrá ensillar los caballos?
Reí.
-No, no hay caballos, mamá… Iremos en coche hasta el
centro. ¿Te gusta la idea?
Ella volvió a sonreír.
-Me encanta.
Todos los de la sala se acercaron lentamente…
Ron se adelantó.
-Sacaré el coche del garaje.
-Yo –balbucee-. No sé si podré conducir.
Mis manos temblaban.
-¿Quieres que conduzca yo?
-¡Noooo! –fue la exclamación de todos ante la pregunta
de Scarlet.
Reí.
-No… Lo haré yo.
……………………………………………………………………………………………………….....
La noche de Kirkenes no era una de las mejores por la
llovizna que había comenzado a caer. Sin embargo para mí era la mejor.
Por la acera de la ancha avenida caminamos lentamente,
disfrutando de los dos. Conversando todo aquello que deseaba saber de mí.
Ella enlazó mi brazo y no perdió nunca la sonrisa. Me
vi en ella. Aunque no tenía el color de sus ojos, su mirada pacífica y
conciliadora parecía reflejarme en un espejo.
-Cuéntame de Bianca –dijo de pronto.
Sonreí.
-Bueno creo que la conoces ya… No sé qué decirte… Es…
mi amor… La hembra que amo.
-¡Qué suerte, cariño!
-Es un poco terca y aguerrida y…
Rio.
-¡Muy bien! Así debe ser una Craig. No debe ser fácil
querido seguirte los pasos. Eso lo sé bien por tu padre. Me ha dicho que un día
decidiste partir de las cumbres y vivir como humano.
-Sí, así es.
-Pues ves. Esa locura te ha salido muy bien, pero si
se te cruza otra idea disparatada que no resultaría la tendrás a Bianca para
hacerte entrar en razón.
Reí.
-Si es así no sería fácil a pesar de todo.
-Por eso el destino te puso a Bianca en el camino.
Otra no lo lograría.
Volví a reír.
-¿Y piensan tener niños?
-Eehm… No lo hablamos.
Se detuvo para mirarme de frente.
-Sebastien, ¡qué esperan! Quiero ser abuela además de ser de Douglas y Numa.
La miré con tristeza.
Ella entendió…
-Lo sé, no estaré para jugar con mis nietos o
pasearlos, pero quien te dice… Quizás para dormirlos pueda cantarle una canción
al oído.
-No quiero que te vayas.
-Sabes que me iré. Sin embargo estoy segura que pronto
aunque no me veas, los podré contemplar.
La abracé cobijándola en mi pecho. Aún nos quedaba un
tiempo y juré que lo aprovecharía, mientras la lluvia cesaba y el olor a tierra
húmeda inundaba mis sentidos, continuamos del brazo por las calles casi
solitarias de la ciudad que me había visto nacer, y que también hacía muchos
años había sido suya.
NOTA: Sé que se preguntarán porque a Bera la ve el resto. Porque es parte de su deseo. Ella quería que la vieran con su hijo adulto. Esa es la diferencia.
El próximo capi sólo falta Douglas y Liz y por supuesto la despedida sólo por un breve tiempo de estos vampiros que se han metido en mi casa.
Seguiré por la pág de face como siempre.
Uy me ha encantado el capítulo es muy conmovedor y humano. Adore en especial la charla entre Lenya y Adrien te mando un beso y te me cuidas
ResponderEliminar¡Hola Citu! Muchas gracias tesoro por pasarte y comentar. Te mando un besote grande y pasaré por tu blog cariño. Buena semana!
EliminarHola, Lou... No eres masoquista, tampoco creo que seas llorona... sí creo que eres una gran escritora que hoy ha publicado un penúltimo capítulo muy sentimental
ResponderEliminarAdrien y Lenya me han emocionado con su conversación... con ese abrazo cuando queda poco tiempo, ese abrazo que no es un adiós... es un hasta pronto
También me he emocionado con Rodion y Halldora... creo que para Rodion ha sido muy importante todo cuanto ella le ha dicho
Charles, recordando a su amigo, y lo que le dice Lenya como agradecimiento por cederle su deseo
Y Sebastien... que ha podido ver a su querida y añorada madre... ha sido precioso
Te felicito por este extraordinario capítulo... Los Craig también han entrado en mi casa y en mi corazón... gracias a ti, gracias a lo bien que escribes, a lo bien que transmites
Mi más sincera enhorabuena
Y besos
Hola Mela! Muchas gracias por lo de gran escritora. Te agradezco los ánimos que siempre me das. Si algún día dudaría si animarme a publicar ten la seguridad que recordaré tus comentarios y lo haré.
EliminarFue un capítulo emotivo aunque no me ha alcanzado todo lo que deseaba escribir. De todas formas debía cerrar las historias de cada uno con esa horrible ausencia que es la muerte. Pero aquí están ellos de pie y para seguir con sus aventuras. Me alegro que los Craig también sean parte de ti, después de todo es mi máximo objetivo para con los lectores. Un beso grande y muchas gracias.
Por Dios que capitulo, hubo despedidas muy tristes pero en el buen sentido, cada quien dijo lo que quería decir y las despedidas como realmente se merecían todos, saber que ya acaba este libro me pone triste porque amo a los Craig, pero se que van a volver, Lou cual es tu face no lo tengo!!!...gracias por el capitulo!!!
ResponderEliminar¡Hola Lau! Gracias por tu comentario tesoro. No te preocupes prometo que el cuarto libro te tendrá interesada. Confía en mí, sé porque lo digo. Te cuento que mi face es Lourdes Cambon. Lo buscas así tal cual sino escribe el tuyo y te mando solicitud. Como prefieras. La página de los Craig es otro face. Busca Los Craig y tiene en el perfil la cabeza del león. Así estamos conectadas por los face. Allí subo varios adelantos y noticias con imágenes. Te mando un besazo grande. ¿Tu no tienes blog? Porque sino te publico el link para publicitar en el face. Besitos.
EliminarHola Lou si a esperar por el libro se que va ser breve, a bueno tengo que buscarte por cualquier cosa mi face es Laura Bonilla Conrado, y también voy a buscar el de Los Craig para estar informada, no tengo blog amiga pero por face nos comunicamos, gracias, besos y abrazos!!!
Eliminargracias,,,,
ResponderEliminarLas gracias te las doy yo a ti, por leerme y comentar. Un abrazo querido amigo.
EliminarGracias por esa sensibilidad y por este precioso capítulo que se beneficia de ella al igual que nosotros!!!
ResponderEliminar¡Hola Dian!Bienvenida al blog. Gracias a ti por tu bella compañía. Un honor que me leas querida escritora. Un beso grande.
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