jueves, 30 de junio de 2016


Buenos días. Aquí estoy con un largo último capítulo. Largo porque no he querido dejarles nada al azar. Quizás hubiera sido mejor dividirlo en dos capis, pero para eso tenían que seguir esperando y no lo creí justo.

Veremos un encuentro de Lenya con su Liz, la primera perspectiva de nuestra pequeña alfa contado con sus palabras. También un Douglas con esa sangre de lobo que le surge a veces, (muchas veces).

Una escena de humor para compensar todo lo que los hice sufrir. Y el final… como siempre abro la puerta para el cuarto libro. Esta vez, una perspectiva de Grigorii que los dejará pensando y a los Craig… en la cuerda floja.

Seguiremos conectados por la página de face de Los Craig. Publicaré imágenes y adelantos del cuarto libro sin que lleguen a ser spoilers ya que sé que no a todos les gusta.

Muchas gracias por acompañarme en esta maravillosa experiencia que es volcar mi imaginación y compartirla.

 

Capítulo 72.

La vida continúa.

Douglas.

Varias veces en mi vida había pasado madrugadas en vela. Sin ir más lejos, por Clelia y su desamor. Sin embargo como ésta, ninguna. Numa había llamado pasada la medianoche con ánimos y más distendido. Había dicho que Charles había escuchado la voz de mi abuelo para reunirse con él en las cumbres. Pero eso no indicaba casi nada… ¿Estarían en perfecto estado mi padre y mi tío?

Por supuesto que varias veces intenté escapar de allí para regresar a la mansión. Pero mi madre insistía que debía esperar noticias seguras y que emplearía la fuerza de varios de la manada si la desobedecía. Ella había hecho una promesa cuando habló con mi padre y juró que la cumpliría, protegerme.

Liz, lloraba abrazada a su hermana. Carl, había salido en busca de Gloria junto a Bernardo y otros de la manada. También era un motivo por el cual esperar en la reserva. Mi pequeña hermana me tenía preocupado. Por el bosque, perdida, y en medio de una tormenta aunque ya comenzaba a cesar.

Hora tras horas mi angustia iba creciendo. Sin embargo yo ya no era el Douglas inmaduro que protestaba por un capricho. Mi madre estaba angustiada por Gloria además de todo lo que habría acontecido en las cumbres y mi deber era fortalecerla y darle ánimo.

Ya casi finalizando la madrugada, Gloria apareció. La traía Bernardo en brazos y había puesto su chaqueta sobre los hombros de la pequeña pelirroja. En medio de la algarabía por haberla hallado en perfecto estado aunque estornudó un par de veces, escuchamos la explicación de sus labios mientras nadie movía un pelo, rodeándola.

Liz tembló y estalló en llanto, aunque ahora era por un motivo distinto. Ya no era miedo atroz a perder a Lenya, sino por la emoción de saberlo a salvo. Bueno… Eso si creíamos en las palabras de Gloria y su relato extraordinario. Sin embargo, ¿por qué no hacerlo? Siempre había dicho profecías que se habían cumplido y su comunicación con el famoso lobo blanco ya no nos llamaba la atención.

Mi corazón latía alocado de tanta felicidad. Respiré hondo y avancé hacia la puerta con un breve, “vamos Liz”, pero la voz de mi madre me detuvo.

-No, Douglas. Todos confiamos en Gloria pero estoy segura que se comunicarán con nosotros cuando ya crean que no existe ningún peligro.

-Mamá, la lucha ha terminado.

-Lo sé. Por favor, sólo aguarda un poco más. Tengo mucho miedo por ti. ¿Y si ese vampiro tiene un cómplice? Querido tu vida es mi vida. Bebamos un café y esperemos la llamada oficial.

Bajé la cabeza.

-Está bien, mamá. No te angusties.

Sin embargo la llamada no llegaba. Gloria se había dormido en brazos de Bernardo y él la llevó a su cama para después partir nuevamente al bosque. Pensé en pedir a Bernardo o algunos lobos de la reserva que me acompañaran hasta la mansión pero sinceramente el bosque estaba dando trabajo por el gran incendio.

No entendía porque alguien no se había comunicado con nosotros. ¿Y si mi madre tenía razón? ¿Si todo no había salido cómo esperábamos? Estaba enloqueciendo de ansiedad.

Liz se acercó varias veces y me preguntó si podía llamar a Bianca. Le dije que sí, siempre que hubiera un milagro. La tormenta había hecho algún daño a la antena central ya que yo mismo había probado, incluso Bernardo y mamá habían tratado de llamar sin tener resultados.

Efectivamente Liz no se pudo comunicar.

Todo un día sin saber certezas… Era demasiado. Era una tortura imposible de explicar.

Me quedé dormido en el sofá después que Marin aceptó irse con Carl a su cabaña. Allí sus hermanos y madre la protegerían en cualquier caso. Aunque Carl daba fe de cada palabra de Gloria. No era que dudara de mi hermana pero… ¿Por qué no había noticias de la mansión?

En el peor instante el cual decidido a todo iba a coger la moto dejando a Liz a resguardo en la reserva y salir rumbo a mi casa gustara a quien le gustara, mi madre que había salido a saber noticias sobre el incendio entró apresurada y me tomó de los hombros.

-¡Douglas! ¡Rodion está aquí!

Liz salió del baño. Creo que la pobre había vomitado de los nervios. Al escuchar a mi madre su rostro se descompuso.

-¿Rodion? ¿Por qué Rodion? ¿Qué ha pasado con Lenya? –preguntó.

Mi madre había dejado la puerta abierta al entrar excitada y ansiosa, así que la figura del rubio vampiro surgió entre el marco de madera.

Lucía feliz. El semblante distendido aunque tenía gesto de pesar.

-¿Cómo están? –pregunté esquivando a mi madre.

Liz me siguió y ambos uno de cada lado comenzamos a preguntar sin ninguna consideración ni tiempo a que contestara aunque fuera uno de cada interrogante.

Mi madre sonrió y me abrazó por los hombros.

-Chicos, déjenlo que hable. Él me ha dicho que todo salió bien así que tranquilos –después lo miró sonriente.

-¿Aceptas un café?

Él le devolvió la sonrisa amable pero negó con la cabeza.

-No gracias, debemos volver. Sebastien y Lenya desearan que los chicos lleguen pronto. Yo… Lo lamentamos no haber venido antes.

Mis manos apoyadas a las caderas, mi ceño fruncido…

-Un momento… ¿Cuánto hace que ustedes podrían haber venido a buscarnos?

-Bueno, horas –titubeó-. De verdad fue un descuido, pero lo vale. Te lo aseguro Douglas, cuando te enteres de todo lo maravilloso que nos pasó…

-¡Qué mierda importa si les pasó algo maravilloso! ¡Estábamos aquí, Rodion, junto a Liz, con el corazón en un puño mientras ustedes estaban fuera de peligro!

-Lo sé, lo sé.

-¡Quiero escuchar una buena excusa!

-Pues, no la hay. Para el olvido, no… Pero por favor deja que te cuente. Cálmate, están todos bien. Scarlet mató a Agravar y llegó justo a salvarlos.

Ni siquiera lo escuchaba.

Furioso me sentía, sí… Es que no había derecho.

Mi madre insistió.

-Oh Scarlet, ¡qué bueno! Vamos, tomen una taza de café y de paso Liz y Douglas comen algo.

-¡No quiero comer nada mamá! ¿No entiendes?

-Sí, sí lo entiendo. Es más, yo misma tengo ganas de decirle unas cuantas frescas a tu padre. Pero estoy segura que no lo hizo porque no le importara como te sentías. Por favor Douglas…

-Yo prefiero que los chicos regresen ya. Le agradezco el café Sabina. En otro momento será.

-Vamos por favor –suplicó Liz.

Cogí los dos cascos sobre el sofá y di uno a Liz. Despedí a mi madre con un beso. Atravesé la puerta y caminé por el sendero hacia la cerca donde había dejado mi moto. Pensé que Liz me seguía pero había sido interceptada por Rodion en el jardín. ¿Qué quería decirle Rodion? ¿Estaría todo bien con Lenya o no nos había dicho toda la verdad?

Me alejé de la moto con el casco bajo el brazo y me acerqué a ellos… Rodion hablaba, Liz sólo escuchaba atenta…

-Adrien le obsequió un deseo a sus hijos antes de despedirse. A mi entender podían pedirle lo que fuera. Sebastien y Scarlet quisieron compartir tiempo con él y así fue.

-¿Y Lenya? –preguntó Liz.

-Lenya… Hubiera querido abrazar a su padre.

-¿Hubiera querido?

-Sí, porque prefirió pedir por la vida de tu amigo. Ese chico de Drobak.

Liz lo miró sin pestañear.

-¿Escuché bien? –interrumpí-. ¿Mi abuelo salvó al amigo de Liz? ¿Ya no está enfermo?

-No, ya no lo está.

-¡Ey, Liz! ¿Has escuchado?

Miré a Liz… No separaba los ojos del rostro de Rodion.

-Yo… -continuó él-. No necesito saber que lo amas, eso lo sé bien. Y tampoco vine a contarte su sacrificio a la cara para hacerte prometer que nunca dejes de amarlo. Eso sería un atropello. Los seres cambiamos, a veces el amor con los años no es el mismo. Peleas de parejas tenemos todos. Yo… Me refiero a algo más importante…

Observé a cada uno a la cara…

-Yo necesito que me prometas que nunca habrá una traición. Que tu amor dure lo que dure siempre sea honesto y leal. Es lo que él se merece de ti.

Ella no contestó. Sus ojos brillaban emocionados, pero no articuló palabra.

-Por favor, nunca lo traiciones, necesito escuchártelo decir.

Estudié a Liz, tan frágil, tan delgada y demacrada por todo lo venía pasando, y hasta un punto la exigencia de Rodion me pareció injusta. No sé… Así lo sentí. Quizás porque de los dos ella parecía la acorralada y sin fuerzas después de tamaña noticia.

-Creo que de todas formas Liz no ha pedido ese sacrificio – dije a Rodion.

Él me miró.

-No, no… Eso está claro. No estoy pidiéndole que sea una esclava sólo que tenga lealtad y…

-¿Y a ti te parece qué es necesario? –dije molesto.

-No quiero que me malinterpreten. No estoy enseñando moral, no creas eso.

-¡Claro qué no! Estaría demás. Tú qué crees que ha tenido una persona que no se ha movido del lado de su amigo durante meses, sino es moral y lealtad.

Rodion bajó la cabeza.

-Es sólo mi miedo…

-La estás acorralando.

-No, está bien. Puedo entenderlo –contestó Liz como despertando de un letargo-. Puedes estar tranquilo. Ser traidora no es parte de mí.

-Vamos Liz –dije.

La cogí del brazo y la conduje hacia la moto.

Mi madre que había observado la escena desde el portal se acercó, palmeó el brazo de Rodion con cariño. Quizás comprendiendo ese amor desmesurado que tienen los padres por los hijos. Después se acercó a la moto junto con él mientras Liz subía a ella y yo daba arranqué con más fuerza que de costumbre.

Así era yo. Lo que me parecía injusto lo escupía, cayera como cayera. Es que la noté intimidada y no me había gustado más allá de la buena intención de Rodion. Pensaba que mal o bien, Lenya tenía a alguien que siempre sacaría la cara por él con la potencia y el poder de un vampiro. Tenía una gran familia que lo contenía… ¿Y Liz? ¿A quién tenía Liz además de su introvertida hermana? A nadie, ni su madre siquiera. Aunque Bianca pudiera defenderla de alguna injusticia. Lo cierto que ni su hermana ni su prima estaban aquí.

Moví el manubrio acelerando la moto.

-Nos vamos, mamá. Gracias por cuidarnos.

Ella sonrió con pena y después quitó un papel de su bolsillo y lo extendió a Liz.

-Querida, este número de móvil es de Bernardo. Ayer escuchamos de tu boca la situación que ha vivido tu amigo y su padre en Drobak y todo lo que tuvieron que vender por la enfermedad. Dile que puede llamarlo cuando quiera. Aquí tendrán una cabaña y trabajo. Necesitamos leñadores en la reserva.

Liz miró el papel pero no hizo ademán de cogerlo.

Lo cogí yo.

-No te preocupes, se lo dará.

Rodion se acercó más…

-Douglas, lamento si puse incómoda a Liz. Fue un arrebato. Sé que podíamos haber conversado con Liz más tranquilos otro día. Creo que no era un buen momento, lo siento.

-¿Sabes qué? –contesté-. Por fin estamos de acuerdo. No era un buen momento.

-Douglas… -murmuró mi madre en tono de enojo.

Di arranque a la moto y tomé el sendero a toda velocidad.

A los diez minutos pregunté…

-¡Oye Liz! ¡Cogeremos el camino que atraviesa el bosque! ¡Llegaremos más rápido!

No contestó…

-¡Liiiz!

Bajé la velocidad y detuve la moto. Me quité el casco y la miré de perfil.

-¿Estás bien?

Vi de soslayo el movimiento de su cabeza asintiendo.

-¿Segura?

Volvió a asentir. Sin embargo antes de dar arranque escuché su voz bajo el casco.

-Pobre Lenya. Dejaré de ver a mi amigo.

Torcí el rostro aunque no podía verla.

-¿Estás loca? ¿Qué dices?

-Sería lo correcto.

-¡Qué va! ¿Acaso Lenya no sigue viendo a Natasha?

-Sí…

-¿Entonces?

-No lo sé… -rompió a llorar.

Bajé de la moto.

-Escúchame Liz. Rodion actuó como un padre. Quizás el mío hubiera hecho lo mismo en su situación. Pero la relación es de ustedes y de nadie más. ¿Okay?

-Sí…

-Ahora vamos que quiero llegar cuanto antes y decirle al cabrón de mi padre que me ha tenido en vilo casi un día.

Ella rio bajito aunque casi sin ganas.

-¿Qué? –pregunté subiendo a la moto.

-Me da gracia tu carácter, Douglas. A veces te imagino junto a Marin y…

El corazón me saltó en el pecho al escuchar su nombre.

-¿Y qué? –susurré bajito.

-Y me gusta.

Sonreí.

-A mí también. Pero no se lo digas a ella.

-Soy su hermana, se lo diré.

Reí.

-Bueno, yo lo negaré. Por lo menos mientras esté con ese idiota.

………………………………………………………………………………………………

La moto siguió hasta el garaje y allí bajamos apresurados. Deseosos de ver a quienes amábamos. Corrijo, a los cabrones que amábamos y no nos habían avisado antes.

Lo cierto que cuando mi padre, seguido de Charles, Bianca, Scarlet, y no sé cuantos más llegaron al garaje adelantándose, el enojo se me disipó como humo.

Al ver a mi padre sano y salvo que avanzaba hacia mí, la rabia escapó por algún lado y estallé en llanto por la emoción.

-Papá… ¡Estás bien!

Él me abrazó.

-Tranquilo Douglas, ya pasó todo.

-Papá… Tuve tanto miedo. Me hacía el fuerte te lo juro, por mamá pero no era verdad…

-Ya cariño…

Besó mis mejillas y me miró.

-Sé que te habrás enojado por no avisarte, es que han pasado tantas cosas… ¡He visto a tu abuela! Ha venido a verme… Te contaré todo.

-¿Enojado yo? –reí-. Casi nada.

Me miró mientras tenía mi rostro entre sus manos.

-Te conozco Douglas.

Reímos.

Lo abracé fuerte.

El grito de Liz nos separó.

Lenya había llegado al garaje y Liz corría a sus brazos.

Él rio mientras la aprisionaba.

Scarlet se acercó y la miré.

-Scarlet… Fuiste muy valiente. Gracias.

Nos abrazamos fuerte…

-¿Creías en mí?

-Claro que sí, eres nuestra. Con todo el ropero y los miles de zapatos que te compras.

Reímos.

Observé a Lenya y Liz unidos por un beso de esos descomunales y eternos… Y yo a dieta… Tendría que acudir a Camile otra vez, con lo latosa que era.

De pronto, Liz se diluyó en los brazos de mi tío y este apenas alcanzó a atraparla antes que diera de lleno contra el piso. Todos corrimos aunque Bianca trató de hacer espacio alrededor.

-Se ha desmayado, por favor dejen que corra el aire, despejen.

-¡Liz! ¿Qué tiene Liz, Bianca? –preguntó mi tío desesperado sosteniendo su cuerpo contra él.

-No ha comido nada, más la tensión –acoté.

-Ella no lleva comiendo bien desde hace mucho –agregó Charles-. Debe estar débil.

-Cierto. Vamos Lenya, llévala a la cama –ordenó Bianca.

-¿Se pondrá bien?

-Sí, tranquilo. Respira bien sólo se ha desvanecido.

……………………………………………………………………………………………..

Lenya.

Liz se movió en la cama y abrió los ojos. En segundos encontró mi mirada contemplándola, angustiado.

-Mi amor, Bianca dijo que estarías bien. Acaba de irse después que tomó tu pulso y revisó los reflejos.

Sonrió.

-Sí, estoy bien.

Hizo un movimiento de querer levantarse y no se lo permití.

-No, Liz. Margaret te traerá de comer. Estás débil.

-Yo me siento bien.

-Por favor.

-Okay… Pero entonces ven, ponte aquí, a mi lado. Te haré un lugar.

Reí.

Me recosté a su lado y la ubiqué sobre mi pecho.

-Cuéntame cómo fue ver a tu padre, ¿qué sentiste? Aunque… No lo hayas podido abrazar… Eso es algo que me duele en el alma. Sobre todo porque fue por mí culpa.

-No fue tu culpa. Fue mi decisión. No quiero verte mal y sé que la muerte de tu amigo te hubiera hecho sentir muy triste. Además… -la miré sonriente y ella levantó la cabeza para verme a los ojos-. He podido darle el abrazo que añoraba y estar un buen rato con él.

Se incorporó sentada en la cama.

-¿En serio? ¿No lo dices para que me sienta bien?

-No, de verdad. Fue el deseo de Charles. Se lo otorgó a mi padre y él eligió poder abrazarme.

Ella sonrió y su sonrisa iluminó su cara.

-¡Cuéntame! ¡Cuéntame todo!

Reí.

-Por supuesto. Pero antes iré a ver porque tarda tanto Margaret.

-No, quédate –sus dedos se enredaron en mi suéter.

La miré.

-No me iré lejos.

-Quédate. Necesito decirte que te amo. Eres lo mejor que me pasó en la vida. Gracias.

Cogí un mechón fino y rubio y lo puse tras la oreja.

-No quiero que me lo agradezcas. Sólo ponte bien. Debes alimentarte hoy, mañana, y de ahora en adelante. Has pasado hambre y has dormido mal mucho tiempo. Ya no tienes motivos para hacerlo.

Ella se mantuvo pensativa después de darme un beso en los labios.

-Sabina me dio un teléfono. Es de Bernardo para Drank. No lo he llamado pero sé que si está bien de salud, no tendrá trabajo ni tendrá donde ir. A no ser la pensión donde para George.

-¿Le ofreció trabajo?

-Sí. Pero para eso tendrá que vivir en la reserva. Me refiero que puede llegar a molestarte que esté relativamente cerca de aquí.

Bajé la cabeza y lo pensé… Sí, la idea no era justamente una buena noticia. Sin embargo era cierto, Drank no tenía ningún recurso y además no sabía en qué estado había quedado después que mi padre lo sanara.

-No tengo problema, Liz. Tú eres mía. Yo y Natasha mantenemos una amistad y tú confiaste en mí. No tengo derecho a creer lo contrario de ti.

-Gracias… Te amo… Te amo tanto.

Arquee la ceja.

-Bueno… Es una pena que estés débil porque de lo contrario te pediría que me lo demostraras en esta cama.

Rio.

-Puedo hacerlo.

-Ah no, no señorita. Primero te alimentas.

-¿Y después? –susurró.

Miré sus labios.

Ella entendió mi pedido silencioso y me atrajo por la nuca dándonos un beso largo y fogoso que hizo calentar mi sangre y alterar la respiración.

Gemimos con los labios pegados, sintiendo el deseo de los dos, crecer…

-Quiero que te alimentes –sonreí sofocado.

-¿Y después? –volvió a repetir.

-Y después… me demuestras cuanto amor le tienes a este, tu vampiro moreno.

 

Gloria.

Me levanté a beber agua con mi lindo camisón de “La sirenita”. No podía dormir. Me sentía rara, inquieta. Como si tuviera un examen en la escuela.

Una imagen de una lucha extraña se cruzó en mi cabeza al entrar a la cocina, cómo hacía un rato, en mis sueños. Después… La voz de mi amigo, el lobo blanco… me llamaba…

Miré hacia fuera de casa, por la ventana… Mamá Sabina hablaba con papá Bernardo que tenía a mi hermanito en brazos y había varios de los nuestros alrededor. El agua del grifo salía limpia y cristalina y tenía sed. Cogí un vaso de la encimera poniéndome en puntillas de pie. Lo coloqué bajo la canilla y lo llené…

Pero cuando el agua ya casi llenaba mi vaso, el rostro del vampiro malo y desconocido cruzó mi cabeza…

Dejé caer el vaso en la pequeña pileta… Di dos pasos hacia atrás… Aterrada… Era tan malo…

Miré hacia afuera… Mi hermano Douglas llegaba en la moto… Traía a Liz…

Corrí a mi habitación y sin pensarlo dos veces abrí las persianas de par en par y escapé por la ventana que daba a los fondos… Y corrí… Corrí metiéndome en el bosque.

El lobo blanco me esperaba allí. Junto a él, una manada de cuatro lobos descansaban. Me di cuenta que eran lobos salvajes, de los que rondan en el bosque. Estos lobos no desaparecerían como lo hacía mi lobo amigo.

Un trueno partió el cielo y me asustó. Quería regresar a casa… Pero a la vez, algo me detenía. Miré al lobo blanco que estaba inmóvil junto a unas rocas.

-¿Qué ocurre? –pregunté.

“Por ahora nada, debemos esperar”.

Hacía frío… Aunque me cobijé bajo un frondoso árbol de tronco ancho, la brisa y la llovizna me harían enfermar. Mamá Sabina y papá Bernardo se enojarían conmigo. Mi amigo miró fijo a los lobos y ellos me rodearon apretándose contra mí, dándome calor.

-¿Qué debemos esperar? –pregunté.

“La lucha. Si el vampiro malo vence, nuestra raza correrá peligro”.

-¿Quién se enfrenta a él?

“Los hijos de Adrien. Líder de los vampiros”.

-¿El tío Sebastien, y el tío Lenya?

“Sí”.

-¿Y estará Scarlet allí?

Me miró con sus ojos oscuros como la noche.

“De ella dependerá mucho porque el vampiro malo es su padre”.

Me quedé callada. Callada y triste… Y susurré…

-No, su padre es Adrien Craig.

Aunque no entendí porque lo dije. Sólo tuve ganas de decirlo. Quizás porque no quería que esa chica tan bonita y alegre, madrina de Yako,  fuera hija de ese vampiro tan malo.

Me quedé muy quieta rodeada por los lobos de espeso pelaje hasta que la tormenta pareció irse a otro lugar. Sólo era llovizna que no llegaba a mojarme por la cantidad de hojas del árbol…

El lobo blanco miraba fijo las cumbres. Yo no las podía ver bien, había muchas nubes blancas. No sabía cuánto tiempo pasé allí, pero había perdido mis pantuflas y mis pies jugaban con la tierra tibia para distraerse.

Después de mucho tiempo, por fin el lobo blanco se acercó. Los lobos se alejaron dejándome sola. Pero mi amigo parecía dar calor a su alrededor.

“La lucha ha terminado”.

Ahogué un grito de ansiedad…

“Los Craig han vencido. Nuestras razas estarán en paz.”

Reí.

-¿Has visto? Los Craig lo vencieron. ¡Vivaaa por mis tíos! –aplaudí.

El lobo blanco subió a las piedras.

-Debo volver. Estarán preocupados.

Mi amigo me miró.

“Espera aquí. Tu guardián te hallará.”

Me cobijé bajo el árbol y esperé que los lobos me abrigaran. Pero ellos no se arrimaron a mí… Ellos parecían nerviosos. Rondaban mí alrededor y por un momento me asusté. ¿Qué querrían hacer? ¿Por qué no se quedaban quietos?

De pronto, los cuatro lobos aullaron. Fueron aullidos que me llenaron de miedo y tapé mis oídos.

“No temas, nada te harán”.

-Pero quiero que paren. No me gusta que aúllen. Están molestos.

“No, inquietos. Ellos ven los muertos”.

-Quiero irme a casa –lloriquee.

“Gloria”.

Giré mi cabeza hacia la izquierda… No muy lejos… la imagen de dos personas se hacía cada vez más nítida.

“Gloria, cariño”.

¿Sabina, Bernardo?

No…

Abrí grandes mis ojos…

Mamá… Papá…

“Gloria, cariño, aquí estamos. Hemos venido a abrazarte”.

-Papá… Mamá… ¿Están vivos?

Mi madre negó con la cabeza muy triste. Papá se inclinó tocando la rodilla en el suelo.

“No cariño, sólo hemos venido por un rato. Adrien Craig nos regaló un deseo y quisimos venir a verte”.

“Ven, apresúrate”. Dijo mi madre.

Y corrí abrazarlos…

…………………………………………………………………………………………….

Fue muy poquito el tiempo que estuve con ellos. Es que quería contarles muchas cosas. Pero igual, me sentía feliz aun después de que partieron. Supe que era una… ¿cómo se decía? Ah sí… Privilegiada.

Los lobos volvieron a abrigarme esperando que mi guardián, papá Bernardo, me hallara. Pero antes de volver bajo el árbol corrí y subí a las piedras. Miré el cielo ya sin lluvia… Y tuve ganas de gritar con todas mis fuerzas.

-¡Gracias Adrien Craig! ¡Prometo que las razas no se pelearán! Cómo tú querías… -susurré.

Mi voz se fue perdiendo en el bosque en lo que todos llamamos un eco. Entendí que aunque no tenía globos rojos con mensajes, él… Me habría escuchado.

Después bajo el árbol me quedé dormida. El lobo blanco me despertó.

Pude ver a los lejos unos puntos luminosos que se movían. Linternas… Me habían hallado.

 

UN MES DESPUÉS…

 

Charles.

Bajé la escalera apresurado por trabajar en el jardín. Sebastien ya tenía adelantado el proyecto de ampliar la mansión debido a la necesidad de más habitaciones. En base a un muy buen plano, que dibujó nuestra más reciente huésped, Anouk, imaginaba que quedaría estéticamente atractivo aunque se construyera hacia los fondos.

Miré de reojo el reloj de pared. Generalmente abandonaba mi habitación una hora antes, pero Margaret que había amanecido muy jocosa, me había escondido los uniformes con la intención de atraparme en sus garras, por cuarta vez. ¡Cómo estaban las hembras de la mansión últimamente! ¿Sería el aire pacífico que nos envolvía a todos?

Acomodé mi chaqueta, iría por semillas al centro de Kirkenes. Necesitábamos renovar las flores por el cambio de estación y había pensado comprar un abeto pequeño para plantarlo en el ala izquierda al comienzo del parque. Le pondría nombre esta vez… Sí, nuestro abeto se llamaría “Victoria”. Muy bien puesto. Para recordar el resurgimiento de nosotros los Craig y la gran batalla ganada. ¿Estaría bien plantarlo en noviembre? Pues, consultaría al vendedor.

De pronto antes de encarar a la cocina descubrí a Lenya pensativo, sentado en el sofá.

-Oye, no te había visto. Estaba apurado por tomar café y salir al centro de Kirkenes. ¿Preocupado por algo? Si es por las guerras en el mundo ya puedes levantarte y ocupar tu mente en otra cosa productiva y que tenga solución.

Sonrió.

-No, no pensaba en eso.

-¿Liz bien?

-Sí, muy bien –volvió a sonreír.

-Me gusta notar que cuando sonríes por ella lo haces con un gesto luminoso.

-Sí… Estoy muy enamorado. Pero no pensaba en ella sino en mi padre.

Me acerqué y tomé asiento junto a él.

-¿Qué pensabas? Si puedo saber.

-Pensaba que pena que no pueda recordar los momentos de muy pequeño junto a él.

-Es cierto, doy fe que fueron pocos pero llenos de amor.

-Bueno –dijo con gesto de resignación-. Supongo que es lo que toca y no hay solución.

-Cierto… -de pronto recordé-. ¡No, no es cierto!

-¿Qué dices?

-¡Soy un idiota! Debo estar viejo que mi lucidez no me visita a menudo.

-No sé de qué hablas, Charles.

-Escucha… No sé si tú sabes que tengo el don del hipnotismo, don que no suelo usar a menudo. Me agota demasiado.

-No, no lo sabía.

-Sí, lo he practicado dos veces últimamente. Con Bianca trayendo el pasado con su padre, y con Sebastien cuando quiso morderla. Quizás lo usaba mucho más cuando era joven y tu padre vivía pero este último tiempo lo practiqué muy poco.

-No entiendo, Charles.

-Parece que somos varios los que sufrimos ausencia de lucidez, querido. Puedo traer tus recuerdos del pasado. Esos, que quedaron en algún casillero del cerebro y que por desear borrarlos, o en tu caso, por ser tan pequeño, no recordamos. ¿Estás dispuesto a entregarte a mi hipnotismo?

Me miró unos segundos y poco a poco sonrió…

-¿Eso sería posible? –balbuceó.

-Como que me llamo Charles Solberg. ¿Estás listo?

-Pero estabas apresurado.

Sonreí.

-Querido, si de algo me ufano es de tener el orden de prioridades en la vida muy bien establecido. ¿O tienes miedo?

Rio nervioso.

-Charles, eres una caja de sorpresas.

-No lo niego… ¿Y bien?

-Adelante.

-Mira mi iris y no te apartes de él. Piensa en tu niñez, en como la imaginas tú. La hipnosis que practico es pictórica no sinestésica. Me refiero que veras escenas como un cine no sentirás sensaciones como aromas, calor. ¿Entiendes?

-¿Sólo eso?

-Por supuesto, el trabajo pesado lo hago yo.

Así lo hizo…

Cuando el tiempo de trance concluyó y observé su rostro, éste reflejaba una dicha digna de fotografiar para que quedara como testigo de la felicidad de Lenya.

Me miró…

-Gracias Charles. Fue muy bueno. Aunque debe haber más.

-Sí, pero lo tomaremos con calma, dentro de un tiempo lo repetiremos. En cuanto a que fue muy bueno, lo es. Los recuerdos que trajiste al presente ya no se irán. Podrás pensar en ellos todo lo que quieras.

Sus ojos asombrados se abrieron.

-¡Charles! ¿De verdad?

Por supuesto, y me gustaría que compartieras algo de lo que has recordado.

Bajo la cabeza sin perder la sonrisa.

-Papá quería llevarme a dormir con ellos. Yo lo veía a ellos pero no sé qué edad tendría, quizás meses, un año.

-Quizás. ¿Entonces?

-Él me tendría entre sus brazos y mi madre protestaba –rio-. Decía que estaba consintiéndome y que no me iría de su cama. Que debía aprender a dormir en mi cuna. Él insistió… Dijo… “mi amor, sólo por esta vez, no quiere dormir solito”.

Una lágrima corrió por la mejilla de Lenya…

Puse mi mano en su hombro.

-Trata que los recuerdos bellos te emocionen sin que sufras tanto. Sé que lo lograrás. Y dime –sonreí-. ¿Quién gano?

-Papá.

-Lo imaginé –reí.

Me puse de pie y la sala giró sobre sí misma.

-¿Estás bien?

-Sí, ya me pasará. Lo único que no intentaré materializarme. Haré las compras convencionalmente en mi Falcon.

-¡Gracias nuevamente Charles!

-Ha sido un placer.

………………………………………………………………………………………………..

Al mediodía limpiaba el piano con dedicación, muy entretenido, cuando la voz de Scarlet me sobresaltó.

-Holaaaa, ¡buenos díaaaaas!

Scarlet de pie, al final de la escalera, se apoyó en la barandilla. Una mano se elevó en el aire haciendo tintinear un par de llaves pequeñas.

Sonreí.

-Buenos días, Scarlet. ¿A qué se debe ese extraordinario buen humor?

-Adivina.

Me mantuve pensativo mientras sonreía al notar que el ambiente en la mansión Craig era distendido y alegre como lo había sido hace mucho tiempo.

-A ver… Déjame pensar –la miré-. ¿Esas llaves son de un coche?

-Corrijo, esas llaves son de tú coche.

-Oh, ¿dónde las he dejado?

-Ayer, en la encimera de la cocina.

-Ah, ¡qué distraído! Gracias por hallarlas.

Estiré la mano mientras ella bajaba la escalera dando saltos de alegría.

-No, no –dijo negando con la cabeza rotundamente.

Retiré mi mano.

-¿No? Has dicho que son mías.

-Lo son pero serán mías por un par de horas.

-¿No digas? –me crucé de brazos-. ¡Qué gentil! ¿Lavarás mi coche?

Scarlet rio.

-Eres muy gracioso Charles, de verdad. Pero para que quiero tus llaves si voy a lavarlo, no, no. Saldré de compras.

Mi boca se abrió del tamaño de un pomelo.

-Ah… Saldrás en mi coche al centro de Kirkenes. ¡Qué bien! Lo único que hay un inconveniente… Ha quedado con poca gasolina.

-¿Qué tan poca?

-Te alcanzará para sacar el coche del parque.

-Ufaaaa.

Sebastien salió del despacho junto con Bianca y Sara.

-¡Hola Scarlet! –saludaron ambas damas.

-Cariño –dijo Sebastien refiriéndose a su hermana-. ¿Hoy no tienes Jefatura?

-Nooo –dio tres saltos de alegría-. Saldré a pasear y a hacer compras.

Sebastien se acercó sonriendo y dio un beso en la frente a la revoltosa Craig.

-Me parece fantástico. ¿Necesitas dinero?

-Tengo suficiente, gracias. Ya me pagaron el sueldo antes de ayer.

-Bueno, entonces diviértete y compra mucho –sonrió.

Bianca y Sara entretenidas con ropa que al parecer era de bebé, revisaban una de las cajas color amarillo ajenas a la bomba que tiraría la princesa.

-Oye Sebastien, Charles no tiene gasolina en su coche y yo pensaba que si tú me prestas el Audi nuevo yo no tardaría tanto en ir y venir.

La palidez de Sebastien fue automática.

-¿Disculpa? ¿Mi coche? Pero si no tienes licencia de conducir, Scarlet.

-Aquí la tengo –dijo con voz cantarina quitando una tarjeta del bolsillo de su falda de jeans.

-Pero… Pero… ¿Pero quién fue el inconsciente que te dio la licencia?

-Un humano, querido –alegué sentándome en el sofá.

Y aquí veníamos con la peleíta, aunque no me importaba. ¿Qué par de hermanos no peleaban por el coche? Pues me parecía algo común y familiar por lo tanto me quedé observando la escena, disfrutando de la riña entre ellos.

-Scarlet te lo pido por favor. No sabes lo peligrosa que está la calle.

-¡Siii sii que sé!

-¡No puedo prestarte el Audi, Scarlet! Es lo único que tengo para viajar al centro.

-Puedo llevarte.

-De ninguna manera mi coche lo conduzco yo.

-¡Y yo! –exclamó Bianca desde su lugar.

-Ufaaaaa –pataleó en el suelo con rabia-. ¡No confías en mí!

-Si… Si… Sólo que… ¡Ay Scarlet, puede ocurrirte algo! Conducir es peligroso, y sin experiencia…

-Ya tengo experiencia. El señor que me tomó la prueba dijo que era muy buena.

-No lo dudo si has ido vestida así –señaló la falda corta de jeans.

-La licencia la he sacado otro día, para que sepas. ¡Andaaa andaaa por fa por fa por fa! Prometo en dos o tres horas estar aquí sana y salva.

Sebastien con los brazos en jarro suspiró.

Bianca que ya había estado atenta a la disputa se acercó y tomó la cara de su marido entre sus manos.

-Querido, vamos, dale una oportunidad.

Yo creo que Sebastien se diluía como mantequilla cada vez que Bianca lo miraba así… Sí… el poder de las hembras…

-Okay…

-¡Siiiii, siiiii! ¡Usaré el Audi de mi hermanoo!

-Comienzo a arrepentirme y sólo ha transcurrido dos segundos –se quejó Sebastien.

Scarlet no demoró en extender la mano para recibir las llaves del Dios de Kirkenes que parecía haber chupado un limón. Después tiró mis llaves que cogí en el aire y la seguí hasta la puerta observando sus brincos de conejo.

Todos salimos a contemplar la salida que según mi escaso entender debía ser apoteósica.

Corrió hasta el Audi estacionado en la entrada cuya estampa y brillo imaginé que no quedaría después que Scarlet los usara. Bueno, tal vez exageraba, había que darle un voto de confianza.

Bianca enlazó el brazo al de su marido cuestión que entendí no era puro amor sino para sostenerlo por si se arrepentía en un ataque de prudencia. Sara quedó con los paquetes aferrada al pecho y yo con mis manos enlazadas a mi espalda observando el paisaje pacíficamente, total mi coche no corría peligro.

Cuando Scarlet entró al desafortunado vehículo que si supiera hablar gritaría  “¡socorro!” se sentó y metió la llave como si esgrimiera una daga y la giró un par de veces.

El rugido del coche no le gustó a nadie y menos al dueño del coche que cerró los ojos fuertes y rezó…

-Mi Audi…

-¡Aguarda, ya seee! –gritó ella sacando la cabeza por la ventanilla para tranquilizarlo.

¿Sabía? Cuestión que no creía posible ni en mil años.

Ron corrió a través del parque y se detuvo con una sonrisa.

Por supuesto, tampoco era dueño del coche.

-Oyee, ¿vas a conducir?

-Siiii, ¡el Audi de Sebastien!

Ron miró a Sebastien y éste hizo gesto de “esta es la vida que me toca”.

Pero claro que el sonido espantoso de ese motor volvió a escucharse ante la súplica de Sebastien.

-Por favor, Scarlet, despacio.

-Sii sii lo siento. ¡Estoy nerviosa porque me miran todos!

-No me moveré de aquí –protestó con los brazos en jarro.

Ron se acercó y murmuró…

-¿Qué tal si antes abro el portón? –arqueó la ceja.

-Buena idea- contesté.

En ese instante Lenya y Rodion salían de casa. Rodion se reunión con Sara y cogió uno de los paquetes.

Querido la atracción no estaba en las compras para el bebé sino con la princesa Craig.

Lenya se acercó a Scarlet y aplaudió.

-Bien por Sebastien, has logrado que preste su coche. ¡No te preocupes hermano tengo dirección de un buen mecánico!

Sebastien lo miró para partirlo en dos.

Lenya rio y se apoyó en el techo del Audi.

-Oye corazón, tienes la fuerza de una vampiresa sólo pisa el acelerador con más cuidado.

-¿Cómo? Si me ha salido bien cuando hice la prueba –protestó nuestra corredora de carreras.

-Pues, ahora lo has pisado como si fuera cucaracha, déjame enseñarte.

-Oye, ¿desde cuándo conduces tú? –preguntó Sebastien a su hermano.

-Naaah, nunca conduje pero esto es una tontería. He aprendido de sólo prestar atención.

-Me gustaría que practicaras en otro coche –protestó Sebastien.

Scarlet bajó del coche y Lenya intentó subir, pero antes, sus ojos desorbitados se clavaron en las piernas desnudas de su hermana.

-¡Scarlet! No saldrás con esa bufanda hecha falda. ¡No lo permitiré!

-¡Ay, pero que pesados son los dos!

-¡Te has vuelto loca!

-¡Voy a ir vestida como se me cante!

-¡De ninguna forma!

-¡Liiiiiiiiiz! ¡Liiiiiiiiz!

-¡Calla Scarlet!

La bella rubia salió por la puerta hasta el portal con los brazos cruzados.

-¿Qué ocurre, Scarlet?

-Llévate a este pesado y me lo entretienes, hazme el favor.

Liz sonrió.

-Vamos cariño deja a tu hermana.

-¡Pero Liz te has fijado cómo quiere salir, esa es ropa de chica fácil!

Liz y Bianca rieron.

-Eres un antiguo –agregó Bianca.

-No entienden que con esa provocación tengo miedo que le metan mano.

-Hermanito –sonrió Scarlet-,  ¿quieres saber cuántos han metido mano en mis bajos?

Lenya se tapó los oídos.

-¡Por los infiernos, no quiero escucharte!

Como Scarlet continuó hablando y detallando su experiencia él cantó fuerte para no escucharla.

-Lalalalala lalalalala, ¡no te escuchoooo!

-Basta ya Lenya déjala en paz –protestó Liz divertida-. O dormirás en el sofá.

Lenya abrió la boca asombrado y enarcó las cejas.

-Manipuladora.

-¡Gracias cuñada!

Sebastien se acercó a Lenya y protestó.

-Te das cuenta que prestas atención a una tonta minifalda y es mi coche el que corre peligro.

-¡Exagerado! Si le han dado la licencia es porque le han tomado prueba.

-¿En serio? ¿Tan seguro estás?

Yo comencé a silbar una canción…

Lenya continuó.

-Los hombres están hechos unos degenerados.

-Ella sabe cómo cuidarse.

Bianca se sumó.

-Chicos, por favor. Dejen crecer a su hermana.

Liz rio y abrazó a Lenya.

-Mi prima tiene razón.

Mientras los cuatro comentaban entre discusiones y dirimían quien tenía razón, la princesa de los Craig ni lerda ni perezosa ponía primera y con un suave ruido del motor abandonaba el parque.

-Perdón –interrumpí-, Scarlet ya se ha ido. No sé si han podido darse cuenta.

Los cuatro miraron hacia los portones.

-¡Es tu culpa! –exclamó Sebastien a Lenya.

-¿Mía? ¿Qué rayos te pasa? Tú le has prestado esa arma mortal en sus manos, no me vengas con que yo tuve que ver.

Liz y Bianca me miraron.

-¿Qué tal un café en la sala Charles? –dijo la dama de los Craig.

-Estaré encantado de prepararlo.

……………………………………………………………………………………………….

El día puede resultar eterno, sobre todo si esperas que tu coche vuelva sano y salvo. Sebastien se recostó en el sofá y no quiso de ninguna forma subir a su habitación hasta que Scarlet regresara. Al menos habíamos logrado quitarlo del jardín.

Una vez más me acerqué y me compadecí.

-¿Qué deseas beber? Hay vodka, whisky, coñac, café, jugo.

-Cicuta –murmuró entre dientes.

Miré hacia el bar.

-Ah, eso no tengo.

-¡Todavía tienes ganas de hacer chistes! Scarlet dijo tres horas, mira el reloj.

-Pero te llamó y avisó que llegaría más tarde.

Ambos escuchamos el sonido de un motor.

Se levantó de un salto y abrió con el comando los portones.

-Tranquilo, ya está aquí, ¿lo ves? –sonreí.

En pocos minutos se escuchó el coche entrar al parque y seguir hasta el garaje.

-¡Qué ordenada es! ¿Te has fijado? Te lo guarda en el garaje.

Sebastien suspiró. Avanzó hasta el sofá y se tiró.

Me quedé en la puerta para abrir a Scarlet que entró campante y con varias bolsas multicolores.

-¡Adivinen!

-¿Qué? -preguntamos al unísono mientras ella se sentaba junto a Sebastien.

-Traje corbatas para todos los machos de esta casa. Pero la tuya... –pestañeó coqueta a su hermano-. La tuya la escogí con mucho amor.

-Gracias Scarlet. ¿Mi coche?

Encogió sus hombros.

-Pues en el garaje como debe ser.

-Vale. A ver, muéstrame mi corbata.

-Yo quiero ver la mía –me senté frente a ellos.

Lenya, Ron, y Anthony, regresaron de cazar y después de saludar se dirigían a sus habitaciones.

-¡Oigaaan! No se vayan, traje corbatas para todos.

Anthony sonrió.

-Dime que no es de tu color preferido porque no me la pondré.

-¿Cuál es mi color preferido, Anthony?

-El rosa.

-¡Cierto!

-Te conozco, ya ves.

Ron se acercó y tomó asiento junto a Lenya.

-Gracias Scarlet. No te hubieras molestado.

-Sí gracias hermanita, y dime qué tal te fue.

-Genial. Salvoooo…

Sebastien dio un brinco y la caja de su corbata saltó en las manos.

-¡Salvo qué!

-Ay, nada importante. Sólo que un neumático se pinchó y tuve que cambiarlo.

-¿No digas que te has inclinado con esa diminuta minifalda? –gritó Lenya.

Scarlet rodó los ojos.

-¡Qué no! Pedí ayuda a cuatro chicos que pasaron en un convertible rojo muy bonito.

-Creo que me va a dar un ataque –gruñó.

-Querido, si quieres cicuta como tu hermano te informo que no tenemos –bromee para distenderlos.

Que va… ni el Mago de Oz lo lograría.

-Bueno, lo importante es que Scarlet está aquí y con tu coche en perfecto estado –comentó Ron abriendo su caja.

Sebastien le dio un beso y se puso de pie.

-Gracias, es una corbata hermosa.

-De nada… ¿Dónde vas?

-A ver mi coche. Mil disculpas pero no descansaré hasta comprobar el estado de mi coche.

Scarlet se interpuso.

-Yo que tú lo vería mañana cuando estés descansado, hayas ido a cazar, y Bianca te haga muchos mimos.

-Oh oh… -murmuré.

Lenya hundió la cabeza entre las manos.

Ron y Anthony se pusieron de pie y tras agradecer a Scarlet rápidamente corrieron escaleras arriba.

Cobardes…

-Scarlet, ¿qué le has hecho a mi coche? -enfureció Sebastien.

-¡Ay, nada importante! Un toquecito en el guardabarros. Casi ni se nota.

-¿Qué dices? ¿Cómo que un toquecito? ¿Chocaste? ¿Has matado a alguien?

-¡Qué exagerado! Sólo choqué muy despacito contra un poste de luz. Pero juro que antes de mirar a ese sentido no estaba.

-Claro –agregué-, ¿no saben que los postes de luz tienen la costumbre de moverse sin avisar?

-¡Scarlet Craig!

-¡No grites!

-¡Te lo dije!

-¡Mentira! ¡Nadie me alertó sobre los postes!

Sebastien miró desesperado a su hermano.

-A mí no me mires. Lo de la dirección de un mecánico era una suposición, no conozco a nadie.

-¡Ni lo necesito! ¡Tendré que llevarlo a una concesionaria Audi!

-¡Te pagaré el arreglo! –lloriqueó la princesa.

Bianca bajó la escalera envuelta en la bata.

-Joder, ¿qué les pasa con tanto grito?

-La señorita que ves aquí, chocó.

-Ay Scarlet, ¿estás bien?

Bianca corrió a abrazarla. Scarlet se refugió en sus brazos.

-Ves… -murmuró-. Ella sí me quiere.

-Scarlet –Sebastien respiró hondo-, puedo entender que se haya pinchado un neumático pero de ahí a que choques contra un poste inmóvil de luz, es el colmo. No sabes conducir.

-¡Sí qué sé!

-Sebastien, amor… ¿Tú nunca has chocado?

-¡Pues fíjate qué no!

-Bueno, se sabe eres un vampiro –protestó Bianca.

-¿Y ella qué es? ¿Una libélula?

-Es muy jovencita. Además seguro que fue un golpecito –calmó Bianca-. ¿Verdad Scarlet?

Ella asintió varias veces en cámara lenta aunque sus ojos decían otra cosa.

Obvio que Sebastien salió hacia el garaje seguido por las dos damas.

Miré a Lenya…

-Bien, iré por Margaret e iremos a cazar. Creo que no me extrañarán.

-A mí tampoco. Liz espera por mí. Le diré si sabe hacer nudos de corbata –guiñó un ojo.

Lo contemplé subiendo la escalera con la caja de regalo.

-Trata que alguno de los dos sepa desatarlo de la cama, no quiero ir en tu ayuda si algo sale mal.

Giró la cabeza mientras subía y su risa se perdió por el pasillo.

 

Grigorii.

Reí ante la ocurrencia de Vikingo de salir a comprarse un pijama a lunares para hacer su vida menos aburrida.

-¿Por qué no pruebas comprarte un perro? –bromee-. Además de evitar el ridículo te hará compañía.

-No tendré un perro –dijo al tiempo que depositaba unas carpetas sobre el escritorio.

-¿Por qué no?

-Porque cuando Tiny murió juré que no tendría otro. Sería como embarrar su memoria.

-Calla –volví a reír.

Apiló una segunda fila junto a las otras carpetas.

-¿Qué es esto?

-Son archivos de más de un año. El jefe dijo que ayudara a Patrick a guardarlos y así quitarlos del medio.

Cogí el primero y miré la carátula.

Caso 22. “Robo a mano armada. Banco Central”. Comisario Smith.

-Vaya, que tarea tan maravillosa. ¿Quieres que te ayude?

-Nah. Las llevaré al subsuelo.

-Mira esto –leí la carpeta siguiente-. Caso 34. “Discriminación.” Comisario Smith.

Recordé el hecho de aquel día que habíamos salido con Anne a cenar.

Vikingo supo mi pesar.

-No te tortures hay gente de mierda en todos lados. Recuerdo que ese caso fue un comerciante que no quiso venderle a un Sami.

-Idiota –murmuré- -Oye, este era el anterior comisario, el tal Smith.

-Sí, que en paz descanse. Lo mató la helada… ¿Y tú? ¿Qué tal las cosas con Scarlet?

-Más o menos. A veces la noto distante. Entre nosotros… Aún no intimamos y yo no sé si presionarla.

-Díselo, tú encontrarás la forma.

-Va a ser difícil, hace un mes que me evita. Visita a Anne y casi no nos cruzamos en la Jefatura.

-¿Qué será? Pues, coge el toro por los cuernos y enfréntala. ¡Ey! Mira… Justo hablando de Scarlet y aquí está el expediente que tuvo a Bianca McCarthy de forense.

-¿En serio? A ver, dámelo –me incorporé en la silla.

Lo tiró y lo atajé en el aire.

Lo abrí…

Había varios dictámenes… Fotos de los cadáveres… Un CD adherido a una de las tapas.

-¿De qué iba esto?

Leí el rótulo…

Caso 45. “Suicidios en cadena”.

-Ah eso… Fue una serie de muertes extrañas. Al parecer se cortaban las venas como si todos hubieran pertenecido a una secta. Susan trabajaba de enfermera en ese lapso de tiempo… Bueno y estaba de amoríos con el director del hospital.

-Ah…

Ojee lentamente leyendo por encima…

-Hay un dictamen borrado bajo el escrito.

Lo miré a contraluz.

-Sí, parece que la doctora dio un dictamen al principio y lo cambió.

-Voy a bajar al subsuelo.

-Aguarda, ¿me dejas este?

Encogió los hombros.

-Si quieres, pero después tendré que llevarlo junto a los otros.

-Okay, sólo una semana.

Rio.

-¡Cómo te tienen los Craig! De las narices. Si no es por la bella jovencita es por su cuñada.

-No es que… -observé las fotos-. ¿Has visto este tatuaje?

-¿Cuál?

-Este…

Se acercó y echó un vistazo.

-Oyee, esa cabeza de león es una creación de mi hermana. La plagiaron.

-¿Qué dices?

-Susan se dedicaba a hacer tatuajes. Tengo sus dibujos de recuerdo. Es una carpeta bastante grande. Ella creaba muchos de los dibujos. La cabeza de león fue idea suya. Una vez me lo mostró orgullosa. Dijo que su trabajo sería muy bien pago.

-Pero… ¿Cómo es que el dibujo de tu hermana terminó tatuado en los cadáveres?

-Ey, mi hermana no andaba en nada raro.

-No, no intento decir eso… Sólo que alguien pudo robar su idea.

-Sí… ¿Y qué?

-Nada…

Mis ojos recorrieron la bella cabeza del león. Su contorno en amarillo remarcando líneas perfectas, incluso su expresión feroz y orgullosa. Sus ojos… Puntos rojos como carmín.

-Ya regreso, Grigorii. Si pregunta el jefe no tardaré. Traeré café para los dos antes de comenzar la ronda.

Quedé extasiado con la imagen del tatuaje…

-¡Grigorii!

Levanté la vista.

-Sí, te escuché.

-Pareces tonto –rio.

-No… Es que… creo estar seguro que esta imagen la he visto en otro lugar. Y no recuerdo dónde.

-Ya recordarás.

 

                                                                              CONTINUARÁ EN IRIS PÚRPURA…

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

7 comentarios:

  1. Ya sabe que Scarlet no debe de tocar un carro jaja, me gusto el capitulo que triste que ya termino este libro, pero se que pronto se viene el otro, Lou mil gracias por compartir con nosotros tu historia, saludos!!!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. ¡Mi tesoro! Muchas gracias por acompañarme y comentar siempre.
      Te diré que Scarlet seguirá insistiendo aunque creo deberá comprarse un coche.
      No te pongas triste vienen historias que te gustarán verás. Además seguiremos de cerca a las parejas que se han formado en los libros anteriores. Conocerás a los Sherpa, habrá más de los Gólubev y sus secretos. Y... No olvidemos que hay alma negra suelta aún por ahí...
      Veremos que ocurre.
      Un besazo enorme y nuevamente gracias por estar aquí.

      Eliminar
  2. Hola, Lou... He visto a un Douglas muy nervioso y ansioso... y con mucha razón, su preocupación tenía una base muy razonable
    Sin embargo, a pesar de su enfado, en cuanto ha visto a su padre se ha deshecho en lágrimas... me ha encantado esta reacción porque me ha parecido muy real
    Creo que Liz le contará a Marin lo que ha dicho Douglas... las hermanas se lo suelen contar todo o casi todo ;-)
    Lenya se ha preocupado mucho por el desmayo de Liz... y es que han sido emociones muy intensas
    Me ha gustado mucho que Gloria haya podido ver a sus padres... otra escena maravillosa
    Lo que más me ha emocionado y me ha puesto los ojos llorosos ha sido cuando Liz se entera de que Drank se salva de una muerte segura gracias a Lenya
    También me ha gustado mucho la generosidad de Sabina al ofrecerles trabajo a Drank y a su padre... y la cabaña
    Me ha encantado que Charles hipnotice a Lenya para que pueda recordar momentos entrañables de cuando era muy pequeño... y me ha emocionado lo que ha recordado
    Me ha divertido mucho la escena que ya adelantaste un poco en facebook... acerté que Sebastien le dejaría el Audi... lo que no imaginaba es que iba a pinchar una rueda y a chocar con un poste de luz... jajaja
    Y has cerrado esta maravillosa novela de un modo muy interesante... con Grigorii y el tatuaje que le suena haber visto
    Ahora ya me toca felicitarte, me ha encantado este último capítulo, me ha encantado la novela entera
    He pasado muy buenos ratos leyendo tus capítulos con tus geniales personajes
    Eres una gran escritora... Felicidades, y es un lujo y un honor tener la suerte de leerte
    En septiembre será un placer leer los capítulos que hayas publicado de Iris Borgoña
    Y es que, sintiéndolo mucho, este próximo lunes ya tengo que irme
    Felicidades otra vez... sinceramente no creo que nunca nadie escriba una historia de vampiros y lobos tan buena como la tuya
    Muchos besos

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. ¡Hola Mela! Que decirte má que gracias no sólo por este comentario sino por cada uno que me has hecho con ese detalle y ese cariño con el que me has trasmitido.
      Me he alegrado con tus emociones en las escenas que dices sobre todo porque son a causa de cosas bellas y no de malas noticias.
      Sí, yo también creo que Douglas ha querido ser justo. Liz está sola y no era el momento pero bueno así son los padres a veces.
      Liz y Lenya se aman eso no lo dudo pero celos siempre hay y es lo que pondrá el picante y acción a esta pareja.
      Scarlet... bueno Scarlet ha sido un personaje que me deja crear y soltar mi humor aunque a veces tenga problemas personales. Me hace olvidar de la rutina y me divierte. Quizás ahora en más la veas un poco más madura. Sin perder la alegría claro.
      Y Sebastien tiene razón, Grigorii es peligroso no por malo sino por astuto y quien sabe cual sería la reacción al saber la verdad. Habrá que esperar.
      Un beso grande querida amiga y gracias nuevamente. Te deseo un feliz descanso y disfruta. Extrañaré tu hermosa novela.

      Eliminar
  3. Uy me encanto la parte de Lenya y Liz. Y me dejaste con ganas de saber que va a pasar con respecto al misterio sera genial seguir leyendote.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. ¡Mi querida Citu! Gracias como siempre por tus comentarios y tu bella amistad. Por hacerte tiempo para leer mi novela.
      Lenya y Liz seguirás trayéndote escenas de mucho amor, aunque alguna vez tmbién peleen como toda pareja.
      Grigorii ronda muy cerca así que habrá que tener cuidado si el secreto de los Craig quieren permanecerlo oculto.
      Un beso grande tesoro y muchas gracias por acompañarme.

      Eliminar
  4. muy buen final, y como ya leí el primer capítulo, te diré,,,,felicidades, LOU

    ResponderEliminar