miércoles, 10 de junio de 2015

 ¡Holaaa! Espero que estén pasando una linda semana. Gracias Anabel y Judit por los whatsapp tan cariñosos. Gracias Joha por tus menssenger de entusiasmo. A todos comentaristas sean del blog y de otros medios, ¡¡gracias!!

Capítulo 19
Atracción fatal.

(Perspectiva de Anthony)

Cuando tomé valor y regresé, avancé por el parque apresurado. Sebastien iba a notar mi ausencia y vendrían las preguntas, después algún que otro reproche. Lo sabía, no era buena educación no estar presente cuando la visita llegara. Es que la visita para mí era algo especial. Svetlana estaría entre ellos y yo debía ser fuerte para mantenerme en mis cabales y no pasar un mal momento.  Imaginaba una y otra vez estar frente a ella, que escapara de mis labios un tímido, “¿me recuerdas? O… “¿Has pensado en mí desde la última vez que nos vimos?”. Y ella diría… “¡Tú estás loco! ¿Por qué yo gastaría mi tiempo pensando en un simple guardaespaldas?”

Miré fijamente el portal de la mansión. Ron fumaba y sobre el suelo alrededor conté unas cinco o seis colillas de cigarrillos. Estaba nervioso.

Me acerqué tratando de fingir una sonrisa.

-Amigo. Ya estoy listo. Vamos, ¿me acompañas a la sala? ¿Los Gólubev se encuentran allí?

Hay que ser bien idiota para no entender que un verdadero amigo no se comerá los disfraces que le pongas a tu estado de ánimo. Adivinará de todas formas…

-Anthony… -dijo con voz apagada-. Deja de pintar esa sonrisa, y lo de superado lo dejas a un lado que no me lo trago.
-Ron…

Me acerqué más y ya sin poder simular quebré la voz.

-Dime, ha llegado con un macho, ¿verdad?

Negó con la cabeza tristemente.

-¿Qué ocurre? ¿Le pasó algo malo a Svetlana? –me preocupé.
-No Anthony. Antes que entres a la sala debes saberlo… Svetlana tiene un bebé. Nació hace unos días.

Me quedé mirándolo por unos instantes.

-¿Un bebé? ¿Svetlana tiene un bebé?
-Sí Anthony. Recién nacida. Es una niña.

Clavé mi vista en el suelo y murmuré haciendo memoria.

-¿Te has dado cuenta, Ron? Un bebé recién nacido. Ocurrió como la Huilliche. Svetlana tuvo sexo conmigo sólo porque le atraje. Ella ya tenía un macho del nivel de los Gólubev.
-No lo sé Anthony. No se sabe nada de su macho… Parece que la abandonó o ella no recuerda el nombre del padre de la niña.
-¿Qué dices? Svetlana no es una cualquiera.
-Eso parecía. No sé qué decirte, amigo.
-¿En conferencia oculta?

Lenya surgió en el aire entre nosotros.

-No… Yo iba a entrar a la sala –murmuré.
-¡Qué bien tesorito porque mi hermano está que trina! –bromeó Lenya.

Sin mediar palabra entré en la mansión.

Ron y Lenya tras de mí.

-Buenas noches –saludé.

En un rápido vistazo pude darme cuenta que estaban reunidos en la sala tomando un coñac, pero Svetlana y Natasha no estaba allí. Respiré aliviado.

-Buenas noches  -contestaron todos al unísono.

 Menos Sebastien que estudiaba unos papeles junto a Mijaíl y alzó la vista para mirarme fijo.

Entregó los papeles a Mijaíl y se acercó rodeando los respaldos de los sofás. Apenas llegó a mí murmuró cerca de mi oído.

-¿Qué tal la caza, Anthony?
-Bien, Sebastien. Siento la tardanza.
-Ajá… Yo lo siento más, créeme.

Bajé la vista.

El dueño de casa se apartó de mí y volvió a la reunión.

-Ron, Anthony, acérquense. Sírvanse un coñac o un whisky. Como prefieran. Por favor siéntense con nosotros.

Después de servirme una medida tomé asiento entre Margaret y Rose, y Ron se sentó junto a Scarlet que al parecer se había materializado en la sala y conversaba muy animada con Dimitri. Al menos la princesa de los Craig no cambió de lugar apartándose de Ron.

Noté la cara de asombro de la más pequeña de los Gólubev pero se mantuvo callada. Seguramente le extrañaría que Sebastien nos hiciera compartir la sala junto a los dueños de casa y la visita.

Sebastien se dirigió a Mijail.

-¿Qué te parece el contrato?
-Muy bueno. Creo que si tu socio cumple los dos ganarán mucho dinero.
-Sí, eso creo… ¡Anouk!

De pronto, Sebastien llamó la atención de la Gólubev.

-Dime querida, ¿te ocurre algo?

Charles tomó tres tragos juntos de coñac que creería le quemaron la garganta y arqueó una ceja.

-No… Estoy bien, Sebastien.
-Ah… Digo porque te notó algo incómoda. ¿Me equivoco?

Anouk miró a su madre rápidamente y luego quedó muda.

Sasha mantenía la vista fija en su jovencita y parecía alertarla de que callara la boca.

-A ver Anouk, puedes confiar en mí. No seas como tu padre. Anda, suelta el motivo de tu incomodidad. O es que ya nadie de los Gólubev tiene confianza en los Craig.
-Sebastien –reprochó Mijaíl.
-No, no es eso… Yo… Yo sólo… Bueno en realidad me parece fantástico que estemos todos reunidos junto a los criados –cruzó una pierna sobre la otra y la balanceó inquieta-. Así que nada… Es sólo que es extraño. Ehmm…

Sasha quedó paralizada. Aterrorizada diría yo.

-Anouk… -murmuró como advertencia uno de los hermanos, creo que se llama Iván.
-¡Qué! ¿Qué hice de malo?

Sebastien interrumpió.

-Déjala Iván. Sólo está hablando sobre lo que le parece.
-No lo tomes como una ofensa, querido –dijo Sasha –. Nosotros no tenemos criados así que poco puede hablar ella.
-De verdad Sebastien, no me incomoda que estén ellos junto a nosotros. Me parecía extraño que los criados compartieran la reunión y no estén en la cocina.

Sebastien la miró fijo.

Demonios…

Después sonrió cortés.

-Anouk, coincido contigo. Los criados quizás tendrían que estar en la cocina para no presenciar conversaciones ajenas a los dueños de casa. Lo que ocurre que estos vampiros que ves aquí, no son criados. Son amigos que me ayudan en las tareas. ¿Entiendes ahora?
-Sí Sebastien.

Ron sonrió mientras tomaba un trago de whisky.

Yo hubiera disfrutado de los dichos de Sebastien salvo por la interrupción de un ángel rubio que bajaba la escalera junto a su hermana.

(Perspectiva de Charles)

El coñac bajó por mi garganta dejando un reguero de fuego. Es que casi me atraganto al ver la cara del Dios de Kirkenes, como lo llamaba mi querida Bianca. Lo último que podía hacer alguien que pisaba la mansión era destacar diferencias de linaje entre el personal y los Craig. Así lo había criado el padre y cuando un árbol es plantado y cuidado para que no salga torcido dará frutos muy buenos. Eso debía hacerse con los niños y jóvenes. Como había hecho Adrien, como había hecho Sebastien con Douglas. Lamentablemente a los Gólubev la jovencita pelirroja se le había ido de las manos. El aquelarre ruso era amable y sensible ante los sentimientos de los otros sean criados o no. Pero quizás Anouk habría aprendido malas enseñanzas por ahí y los Gólubev no le habían dado importancia. Como ocurre con los niños humanos. Los hijos no crecen en burbujas y pasan la vida entre paredes de un hogar, al contrario… Salen al mundo y encontraran una serie de peligros o de ideas que son distintas a las de sus padres y debía estarse atento. No era fácil, lo entendía. Yo no tenía experiencia, mi Odette no la había criado yo. Sin embargo con Douglas había vivido el peligro de la droga acechando. Como lo era la droga también eran peligrosas algunas ideas prehistóricas salvando las diferencias.

Escuchar la frase de Sebastien dejando en claro que no éramos criados sino amigos que ayudaban en las tareas, no llamó mi atención. Pero consideré que Anouk lo había comprendido y aceptado sin reticencias. Eso indicaba que por más que tuviera errores sus raíces eran buenas. De hecho no tenían criados que los sirvieran. Suponía que la causa era el tormentoso pasado de Sasha junto a los Romanov siendo ella misma una criada. Cuando uno vive la experiencia y se ubica en el punto de vista del otro es más fácil comprender el sufrimiento.

Así que respiré aliviado al contemplar el rostro de Anouk. Yo era muy fisonomista después de tantos años de andar entre seres, y la cara de la joven pelirroja me indicó que no estaba en desacuerdo con que estuviéramos ahí verdaderamente. Sólo que teniendo otras ideas en su loca cabecita le había parecido extraño. Bien, los Gólubev tendrían tarea adicional mientras estuvieran en casa. Por suerte el refrán, “árbol que nace torcido nunca endereza,” no correría para Anouk.

Tratando de cortar el aire un poco tenso ya que Sasha envió varias miradas asesinas a su hija menor, pregunté a Anouk y a Iván a que se dedicaban. Anouk contestó que por ahora arquitectura pero no se hallaba con vocación. Le dije que ya encontraría su misión en la vida, que solía pasar en los jóvenes.  Iván se dedicaba a la cría de caballos y sabía montar muy bien, cuestión que me llamó la atención.

-¿No digas? ¡Eso es extraordinario! –lo animé-. Nunca he podido dominarlos. Noto que los pongo nerviosos.

Iván sonrió.

-Tengo el don de dominar los animales, Charles.
-¡OH! Maravilloso. ¡Qué útil nos serías en casa! –miré fijo a Lenya- Tenemos alguna que otra bestia merodeando por la casa.

Lenya frunció el ceño e hizo gesto de burla.

Iván rio.

Natasha y Svetlana bajaron la escalera y la sala enmudeció.

Las dos tenían una belleza sin igual.

Sebastien giró la cabeza para verlas.

-¿Y la bebé?

Svetlana sonrió como deberían hacer los ángeles.

-Se ha quedado dormida. La acostamos en mi cama.
-¡OH! Lo siento querida, hay que conseguir una cuna de inmediato. Es que ignoraba tener una visita tan pequeña –sonrió.
-Sebastien, no te preocupes. No nos quedaremos por mucho tiempo –dijo Sasha.
-Por el tiempo que sea, la niña y Svetlana deben estar cómodas. Ron se encargará de comprar la cuna. ¿Podrás Ron?
-Por supuesto, Sebastien. En cuanto los negocios abran regresaré con la cuna para Milenka.
-Gracias Ron, eres muy atento –dijo Sasha sonriendo.

La mirada de Svetlana disparó hacia el sector de la sala donde se encontraba Anthony. Su “gracias Sebastien” no salió de su boca. Quedó muda y el color rojo tiñó sus mejillas.

Vi a Anthony ponerse de pie y con una leve reverencia saludó cortés.

-Natasha, Svetlana, buenas noches.

Natasha se adelantó sonriente y terminó de bajar los escalones. Svetlana hubiera quedado inmóvil si es que su hermana no la hubiera cogido del brazo y tirado de ella.

-Buenas noches, Anthony. Un gusto verte nuevamente.
-Sí… Buenas noches –balbuceó Svetlana-, un gusto… también.

Volví a arquear la ceja. ¿Un gusto? Un gusto habría sido en ese coche en el casamiento de Sebastien y Bianca, porque lo que era ahora se notaba que tanto Anthony como Svetlana no deseaban compartir el mismo espacio.

Anthony volvió a sentarse con gesto austero y la charla entre Scarlet y Anouk fue el centro de atención de la sala. Parecía que alguien más que Scarlet adoraba los centros comerciales y los zapatos nuevos.

(Perspectiva de Anthony)

Había transcurrido varios días desde que habían llegado los Gólubev a la mansión. Mijaíl e Iván partieron a la Isla del Oso invitados por Sebastien. Numa, Douglas, y Rodion, los acompañaron. Dimitri debió volver a sus pacientes no antes de prometerle a Bianca que regresaría el próximo fin de semana para otra sesión. Natasha había regresado a sus obligaciones en Rusia, creo que había dicho algo así como que tenía a su cargo un equipo de científicos en la Universidad de Kaliningrado. Lenya había partido sin decir paradero pero no necesitaba mucho rebelar ya que seguramente había corrido a Drobak para ver a la “rubita” como él la llamaba.

El resto de las hembras… Bueno, parecían seguir su rutina tanto Marin como Scarlet con sus respectivos trabajos. Rose y Sara trataban de que las chicas Gólubev no les faltara nada y estaban casi siempre ocupadas con la limpieza y con la bebé. Charles y Margaret pasaban horas conversando y tomando café en la cocina, aunque no me creía que el viejo mayordomo se le escapara algo de la casa.

Ron alternaba junto a mí la vigilancia de la mansión. Sasha y Bianca se habían hecho muy buenas amigas y podía escucharse las charlas y risas entre ellas. Mejor así. Bianca era la dama de los Craig y tener buena relación con la dama de los Gólubev era lo adecuado. Porque la vida tenía que ser ordenada y cada cosa en su sitio. Las damas de los aquelarres en su prestigioso estatus, yo… En lo que era. Un guardaespaldas de los Craig.

En cuanto a Svetlana yo debía tener un ángel aparte porque poco y nada nos cruzamos. Al margen de evitarla, ella permanecía la mayor parte del tiempo en la habitación con la niña. Sin embargo, la suerte no te acompaña siempre. Eso fue lo que ocurrió ese día nublado que Scarlet tenía día de descanso. A la princesa se le ocurrió ir de compras al Centro Comercial de Kirkenes junto a Anouk ya que ambas amaban las compras. Creo que fue un día muy difícil para mí…

Me encontraba recostado en una gran conífera en los fondos del jardín. Por las dudas, el sector más alejado de la puerta principal de la mansión. Ron había salido a cazar temprano aprovechando el día gris. En medio del silencio del parque quebrado cada tanto por los sonidos guturales de los pichones en los nidos, una voz irrumpió mi paz y tranquilidad.

-¡Anthonyyyy!

Scarlet…

Cuando pude descubrirla zigzagueando por los pinos ya era tarde. Porque juro que hubiera inventado hasta un dolor de estómago para desaparecer como humo.

-¡Buenos días Anthony!
-¡Buenos días Scarlet!

Llegó hasta mí con el rostro arrebolado de excitación y alegría.

-¿Adivina qué?
-No lo sé, Scarlet.
-¿Has visto que es día nublado?
-Sí Scarlet, eso pude darme cuenta.
-Bien, porque no tengo que ir a la Jefatura hoy. Pensé que podíamos ir de compras con Anouk. ¿Te molestaría llevarnos y esperar que compremos?
-En absoluto, para eso estoy.

Tragué saliva.

Después de todo me alejaría de la mansión casi todo el día así que sería bueno para mí… Eso creí.

-Ron salió a cazar, ¿verdad?
-Sí Scarlet. Las llevaré yo.
-¡Gracias!

Corrió por el parque tan rápido como había llegado. Me dirigí al garaje y sin perder tiempo entré al BMW y lo ubiqué cerca de la entrada. Volví a salir del coche y aguardé de pie junto a una de las puertas traseras.

Scarlet bajó las escaleras del porche corriendo y como rayo se sentó en el lugar del copiloto.

-¡Yo iré de copiloto, Anthony!

Arquee una ceja.

-¡Qué bien!

Vi a Anouk salir por la puerta principal y bajó los escalones despacio con la elegancia de una chica de la alta sociedad. Llevaba un vestido blanco con pequeñas flores en lila y zapatos bajos de un tono claro. Apenas llegó al coche me saludó formal y abrí la puerta izquierda con la trompa del coche mirando hacia los portones.

Después de un cortés “buenos días señorita”, cerré la puerta y rodee el coche para subir al volante.

-¡Aguarda Anthony! –gritó Scarlet a través de la ventanilla abierta- Esperamos a Svetlana.

No podía ser… No podía tener tanta mala suerte. Ron de caza…

Me aparté de la puerta y abrí la correspondiente para que la susodicha entrara al coche lo más rápido posible. Me quedé de pie mientras ambas chicas conversaban dentro del coche.

Todo aquel que estuvo metido con una hembra alguna vez seguramente me entendería.

Durante la espera mi corazón comenzó a palpitar rápido, las manos transpiraron, la garganta se secó, y unas mariposas revolotearon en la boca de mi estómago.

Mierda…

Y ella que no venía…

Demonios, que acabara mi tortura. Que saliera y se metiera en el coche así podría manejar y dejarlas en el Centro Comercial.

Escuché a Scarlet preguntarle a Anouk.

-¿Habrá ocurrido algo con Milenka?

Anouk rio.

-Nooo, no conoces a mi hermana para dejarla tomará tantos recaudos interminables que demos gracias que salga en media hora.
-Pondré música –dijo Scarlet.

De inmediato se escuchó el sonido molesto de las ondas de interferencia de la radio y luego una canción de Robbie Williams, Ángel.

La puta madre… ¿No podía haber elegido un Rock and Roll?

Bajé la vista, respiré hondo, y miré el portal…

Allí estaba ella, bajando cuidadosa los tres escalones.

Estaba hermosa... Aun de jeans y suéter.

Vestía un abrigo corto, liviano, color negro. Unos zapatos oscuros con un poco de taco. El cabello recogido. Una de sus manos apoyada en las solapas del abrigo como queriendo protegerse del frío. Aunque el día estaba nublado la brisa parecía agradable.

Me dio una sensación de desprotección. Lucía como si estuviera perdida en una tempestad. No me miró. Caminó hacia el coche con la mirada fija en el suelo. Como si cargara una vergüenza a cuestas.

Me dio rabia. No porque no me mirara a la cara por ser una altanera. Sino porque seguramente se sentiría poca cosa por ese hijo de puta que la había abandonado. Maldito macho. Si supiera quien era lo hubiera perseguido al fin del mundo para hacérselas pagar.

De pronto reaccioné. Anthony despierta, no eres su héroe. Eres el guardaespaldas de los Craig y ahora mismo estás llevando a estas chicas al centro de Kirkenes.

Me erguí derecho y abrí la puerta derecha.

-Buenos días, señorita.

Por primeras ella clavó sus ojos cubiertos por las lentecillas de contacto en mi rostro. Entreabrió los labios titubeante y apenas la escuché.

-Buenos días.

Avanzó y rodeó el BMW hasta donde estaba de pie aguardando con la puerta abierta. Dentro del coche podía escucharse a Scarlet y Anouk cantar la canción.

Cuando estuvo junto a mí no entró al coche. Se detuvo y el perfume a fresa me envolvió. El mismo perfume que había usado esa noche del casamiento de Sebastien y Bianca.

-Suba señorita.

Ella no se movió. Me miró a los ojos y creí que me perdía en ellos. Estábamos tan cerca, enfrentados, prácticamente pegados. Pienso que debió percibir los fuertes latidos de mi corazón. Entonces escuché su dulce voz…

-Anthony…

¿Qué querría decirme? ¿Qué lamentaba el sexo que habíamos tenido esa noche? ¿Qué lo olvidara? ¿Qué no dijera nada a nadie de lo que había ocurrido? Estaba de más. Era un caballero. Ni debía molestarse en pedírmelo.

-Suba señorita –insistí.

Ella me miró y apretó los labios con rabia. En cuanto subió al coche cerré la puerta con un golpe seco y me senté tras el volante.

Quité las gafas oscuras enganchadas en mi bolsillo y a punto de ponérmelas me arrepentí. ¿Cómo iba a mirarla por el espejo retrovisor durante el viaje? Por más que me hiciera daño yo debía conocer esas miradas hacia mí. Necesitaba sonsacarle aunque sin palabras si algo de pasión le quedaba de esa noche.

Arranqué el motor, direccioné hacia los portones, y despacio pasé el sensor. Los portones se abrieron. Una vez que tomé la ruta aumenté la velocidad entre los cánticos de Anouk y Scarlet, de “Chica material” de Madona.

A un cuarto de camino Scarlet desprendió el cinturón de seguridad y se giró para ver a las chicas.

-Svetlana, ¿tú no cantas con nosotras?
-No… Canten ustedes, lo hacen bien.

Scarlet apagó la radio.

-Svetlana, ¿por qué estás triste? –preguntó.

Miré el espejo retrovisor y vi sus ojos brillosos mirar por la ventanilla. Negó con la cabeza pero no dijo palabra.

Me concentré en la ruta…

Mentira, eso traté…

Volví a mirarla. Unas lágrimas corrieron por sus mejillas.

¡Mierda! El corazón se me estrujó como bollo de papel y estuve a punto de frenar el coche abrir la puerta y sacarla de allí para abrazarla.

Anouk habló suavemente.

-No te preocupes Scarlet. Es por el post parto, ¿verdad Svetlana?

Ella asintió el silencio.

Scarlet estiró su mano hacia Svetlana y ella se la tomó.

-No llores Svetlana, piensa que tienes una bebé muy bonita. Y crecerá y te dirá, “mamá”.
-Siiii –continuó Anouk-, verás que cuando sepa hablar vivirá pidiéndote cosas y haciendo travesuras y alegrará tus días.
-No lloro por tener la niña –murmuró.
-¿Es por no tener su padre? –preguntó Scarlet, realmente entristecida.

Ella era así, y así había que tomarla. El sentido de la ubicación y oportunidad brillaba por su ausencia en Scarlet.

Noté a Svetlana incómoda. No quería que se sintiera mal porque estaba yo presente, un guardaespaldas común y corriente escuchando intimidades de los Gólubev.

Más lágrimas acompañaron el silencio de Svetlana y supe que le dolía estar sola con la bebé. Sentí dolor por ella, dolor y rabia por ese fulano cretino.

Miré la curva de la ruta mientras tomaba hacia el centro de Kirkenes y volví a mirarla. Mi amor… ¡Que daría porque no lloraras nunca! Si tan solo me dejaras ocupar ese lugar que dejó el otro macho idiota. Si tan sólo me dejaras abrazarte y consolarte con mis besos y palabras de amor…

Despierta Anthony. Una Huilliche no quiso reparar en ti, cuanto más una Gólubev. Jamás te tomaría en serio.

-En quince minutos llegaremos –interrumpí.
-Gracias –respondió Anouk.

Seguramente aliviada por contar la conversación íntima.

Durante el resto del viaje Svetlana no buscó mis ojos por el espejo retrovisor. Tampoco tendría porque. ¿Qué consuelo podría darle yo desde mi posición y cargo?

Scarlet y Anouk continuaron hablando sobre el último perfume en el mercado de Cacharel y sobre la moda en París. No sé si fue para arrancarla de su tristeza que la princesa Craig preguntó a Svetlana que tendencia de ropa había para la próxima temporada otoño-invierno. Pero Svetlana sólo contestó que la moda no le atraía aun viviendo en Francia. Poco y nada sabía de perfumes.

Scarlet giró su cuerpo, se puso de rodillas, y estiró la muñeca para que Anouk oliera.

-Huelan chicas, me lo regaló Bianca. Se llaman Lemon, es de Kenso, y es el preferido de ella.

Noté que Anouk se estiraba para oler a Scarlet pero Svetlana no se inmutó.

-¡Qué rico! Me gusta, Scarlet –dijo Anouk.
-Últimamente, me he dado cuenta que amo al padre de mi hija como el primer día que lo vi.

La frase de Svetlana cimbreó dentro del coche. Mis puños se cerraron fuerte sobre el volante.

Anouk quedó muda y Scarlet se escurrió en el asiento en posición derecha y no volvió a emitir palabra.

Nadie insistió. Menos mal, no quería enterarme cuanto amaba a ese mal nacido. Maldita casualidad… Si Ron no hubiera ido de caza yo no hubiera tenido que llevarlas al centro de Kirkenes. Por consiguiente, no hubiera visto a Svetlana, no la hubiera tenido tan cerca, y no la hubiera escuchado decir que amaba a otro macho con la fuerza de esas palabras.

Lo que debía hacer yo era tratar de olvidar los imposibles. Eso debía hacer de una vez por todas.

Las chicas bajaron en el centro comercial y entraron a una tienda de zapatos. A Scarlet no dejé de darle la recomendación que trataran de no separarse. No podría estar en tres lugares diferentes para cuidarlas. Bueno, en realidad me hubiera gustado estar en un lugar diferente y lejos, con Svetlana.

Caminé por el pasillo iluminado de baldosas terracota, mirando descuidadamente las vidrieras multicolores con ropas tanto informales como de lujo. Tenía ganas de fumar y calmar la ansiedad por llegar cuanto antes a casa. Quien sabe cuánto me quedaba soportar el resto de camino de regreso.

De pronto vi a Svetlana salir de la tienda de zapatos. Caminó por el pasillo lentamente mirando algunas vidrieras. Me cercioré que Scarlet y Anouk estaban probándose unos modelos de botas y seguí al ángel de cabello rubio. ¡Menos mal que había dicho que no se separaran!

Ella se detuvo en una tienda para bebés. Me quedé quieto guardando la distancia.

Entró a la tienda y me acerqué lo suficiente para contemplarla desde la vidriera. Una de las vendedoras se acercó y ella le sonrió. Creo que iluminó con su sonrisa todo el Centro Comercial.

La vendedora se alejó y Svetlana comenzó a recorrer las distintas repisas con diversos juguetes multicolores. Dio cinco pasos y se detuvo. Sonrió otra vez. Se puso en puntillas y su delicada mano tomó un sonajero de cuna color rosa del cual colgaban figuras de animalitos. Lo hizo girar en el aire y me pareció escuchar una melodía muy bonita.

La vendedora de acercó trayendo en sus manos una cajita pequeña. Svetlana le preguntó algo y la venderá le contestó mientras abría la cajita y sacaba un par de zapatitos pequeñitos.

Svetlana dejó el sonajero sobre la repisa donde lo había visto y su rostro demostró la decepción. ¿No había podido comprarlo? ¿Ella, una Gólubev? Quizás no había traído el dinero suficiente.

La vendedora giró y retomó el camino hacia el mostrador. Envolvió rápidamente los zapatitos y Svetlana abrió su bolso y pagó. Me retiré hacia atrás y decidí regresar con las dos demonios inquietas. Ojalá no se habrían movido de la tienda de zapatos.

Había estado a punto de entrar a la tienda y pagarle el cunero musical. Pero me arrepentí a tiempo… Hubiera muerto de pena si Svetlana me lo hubiera rechazado. Después de todo quien era yo para regalarle algo a su bebé.

Nota: ¡Qué alguien diga a este vampiro que es nada menos que el padre! ¿Quién se dará cuenta? ¿Quién se lo dirá? ¿Ustedes que opinan?

Nota aparte... Ésta Scarlet siempre me hace reír.


5 comentarios:

  1. Uy a ver si Anthony se despabila y se da cuenta que tiene un hijo y que puede tener una oportunidad con el amor. Genial capitulo te mando un beso y te me cuidas

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  2. Yo le digo al ciego de Anthony, meteme en la historia Lou jajaja....
    no enserio quien le dira q él es el padre de la bebe o sera la misma Svetlana q le diga ahhh quiero saber más, gracias x el capitulo!!

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  3. Hola Lou... Antes era Anthony el que sufría porque Scarlet no correspondía a Ron... y ahora es Ron el que sufre porque piensa que Svetlana desprecia a Anthony
    Anouk, la pequeña de los Gólubev, es bastante clasista
    Charles es muy listo y se fija en todos los detalles... tal vez sea él quien le diga a Anthony que quizás sea el padre de Milenka
    La propia Svetlana no sé si se lo dirá
    Bueno, tú seguro que sabes como lo descubrirá Anthony ;-)
    Me ha parecido un capítulo precioso... me encantan todas las parejas de esta historia
    Besos

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  4. simple,,,la sangre llama,,y Anthony, no será la excepción,,,saludos Lou,,,,,

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