sábado, 6 de junio de 2015

¡Holaa tesoros! Aquí lo prometido. Capi 18 y.... Madre mía que revuelo con Svetlana..... Risas... Después alguna que otra lágrima, lo sé.
Al menos es lo que me ha ocurrido al escribirlo. Si logro quitarle de los problemas de la rutina aunque sea por unos instantes, me sentiré satisfecha. Besotes , los Craig... todo de ustedes.

Nota: No olviden que ayer he subido el capi 17, por las dudas de algún bello lector distraído. 

Capítulo 18
Anthony.

(Perspectiva de Ron)

Amparado por la débil luz en el horizonte y aprovechando que aún faltaban un par de horas para que los Gólubev llegaran a la mansión, partí al centro de Kirkenes para comprar un regalo de cumpleaños a mi amigo Anthony.

Parado, inmóvil como idiota frente a un escaparate de ropa formal, dudaba si obsequiarle una chaqueta de cachemir o una corbata francesa de esas bien costosas. Respiré hondo… ¿Qué le compraba para su cumpleaños? ¿Qué desearía él con muchas ganas? Arquee la ceja.

Lo que desearía con muchas ganas no lo podría adquirir en una tienda. Pobre amigo mío. Mira que enamorarse de una Gólubev.

De pronto reí, a tal punto que una pareja que transitaba por la acera me miró con cara extraña.

Vaya… ¿Yo le decía pobre a Anthony? ¿Entonces que quedaba para mí? Enamorado de la princesa de los Craig, nada más ni nada menos. Sí… Los dos éramos dos pobres diablos.

Mi bella Scarlet…

Al menos ahora se había aplacado por los consejos de Bianca y no me destrataba. Su desprecio había quedado en el pasado aunque a mí no me conformaba. Yo quería que ella se se enamorara algún día de mí.

El semáforo cambió la luz de paso y un vendedor ambulante cruzó la calle. Al pasar cerca de mí me ofreció unos dulces a precio de oferta. “Para sus niños”, dijo. “No gracias”, respondí.

No tenía niños y quien sabe si los tendría. Volví la mirada al escaparate y desistí de comprarle ropa a Anthony. Sinceramente tenía de todo en su guardarropa. Tantos años ganando un buen sueldo junto a Sebastien, ¿en qué podría gastar un vampiro?

De pronto recordé, Anthony le atraía la tecnología pero móvil ya tenía… Una notebook sería muy apropiado para él. ¿A quién no le atrae el mundo de internet y las comunicaciones?
………………………………………………………………………………………………..............

Apenas llegué a la mansión escapé a mi habitación para esconder el regalo. Por suerte Anthony no merodeaba por el parque. ¿Dónde estaría?

Charles golpeó mi puerta y abrí sin perder tiempo.

-Querido, los Gólubev están a poca distancia de la mansión. Han viajado desde el aeropuerto de Kirkenes en unos coches de alquiler. Calculo por el sonido de los motores se encontrarán a menos de un kilómetro de aquí.
-No he escuchado nada, Charles.
-Es que he estado paseando por el parque… A propósito… ¿Has visto a Anthony?
-No. Quizás salió a cazar.
-Aja… pero Anthony salió a cazar hará tres o cuatro días… ¿Será que está escondiéndose de Svetlana?
-No lo creo. Habrá sentido la necesidad de cazar. Anthony no evitaría una responsabilidad como darle la bienvenida a los Gólubev.

Charles me miró fijo y sonrió.

-Eres un buen amigo, Ron.

Bajé la vista.

-Bueno, acompáñame por favor a recibirlos. Las chicas ya están en la sala, Bianca y Rodion también. Douglas y Numa no han llegado. Estaban de festejo porque Numa terminó el Secundario por fin. De todas formas a Sebastien no le gustará que no estén presentes en el momento de la llegada de la visita. Parece un desaire. Trataré de que no se moleste demasiado. No estamos en siglo XIX, ¿no crees? Los jóvenes son más informales.
-Sí… ¿Scarlet? –pregunté.
-Scarlet aún no ha llegado de la Jefatura. Y Marin ya ha partido a su trabajo.
-¿Sebastien?
-Sebastien está en su Estudio, intenté avisarle pero hizo silencio con el dedo índice. Estaba en conferencia por la notebook, con András, su socio. La tecnología es maravillosa, ¿no crees?
-Sí…

Al bajar al salón seguí a Charles hasta la puerta de entrada. Después de accionar el botón que abría las puertas negras e infranqueables de los portones, el viejo vampiro se ubicó en el portal junto a mí. Tres coches de alquiler tomaron el camino que serpenteaba entre los jardines bañados por una tenue luz solar del anochecer.

El primer taxi estacionó muy próximo al portal y de él bajaron Lenya, Iván, y Dimitri. Lenya avanzó como quien lo lleva el diablo y con un corto, “hola qué tal”, entró en la casa.

-Hola querido, ¡qué apresurado! el baño más próximo está a la izquierda –bromeó Charles.

Me encogí de hombros sin entender porque Lenya se había adelantado en vez de esperar al resto de los Gólubev.

Del segundo taxi bajaron Mijail, Sasha, y Anouk, la pelirroja.

Del tercero bajó Natasha y Svetlana… ¿Con un bebé?

Miré a Charles y Charles me miró al mismo tiempo.

-Esta sí que es una sorpresa, Ron.

-Ya lo creo…

Inmediatamente no pensé en Sebastien y lo sorprendido que estaría salvo que él supiera y no nos había dicho nada, cuestión que lo creía improbable. Es más, ninguna habitación estaba acondicionada para un bebé. Pensé en mi amigo Anthony y el golpe que sería ver a su amada con un crío de otro macho. Me entristecí. Sí, porque por los amigos verdaderos uno se alegra con las dichas y se apena con sus tristezas.

(Perspectiva de Lenya)

Entré al Estudio en cuanto Bianca me dijo que su marido se encontraba allí.

Abrí y cerré la puerta y me quedé apoyado en ella mientras Sebastien se despedía de su socio.

Cerró la notebook, se puso de pie, y avanzó hacia la puerta, cuestión que evité.

-¡Aguarda! ¡Quédate ahí!

Me miró sorprendido.

-¿Qué bicho te picó?
-Antes que saludes a los Gólubev tengo que decirte algo.
-¿Qué ocurre?
-Siéntate.
-¡Tú estás loco Lenya! ¿Cómo voy a sentarme? ¡Los Gólubev ya han llegado y yo no he salido a recibirlos!
-Es que han llegado con “el problema”. Ese que te he dicho que tenían.
-No entiendo nada, Lenya. Déjame pasar.
-¡Aguardaaa!

Mi hermano puso las manos en la cintura y frunció el ceño.

-Habla de una buena vez.
-Bueno… Verás… En realidad es algo común que le ocurre a una hembra y a un macho cuando se aparean –caminé de un lado a otro del Estudio-, es decir… No es algo uuuuuh fuera de lugar o extraordinario. Al contrario es motivo de alegría. Al menos para mí sería si me pasara… Bueno no ahora… Digo…
-¿Un macho y una hembra? ¿Qué dices?
-No… Es que a ver, como te lo digo. Pensé que era más fácil.
-Sin vueltas Lenya, nunca pensé que fueras tan atravesado para decir las cosas, tú que eres siempre directo y tiras como bomba los dichos.
-Bien, un macho y una hembra pueden tener relaciones sexuales…
-¿En serio? ¡Pero qué suerte me lo has dicho! Si no fuera por ti viviría en la ignorancia del celibato –gruñó irónico-¡Lenya, por los infiernos!
-Espera… Estoy buscando las palabras exactas para que no te dé un síncope.

Charles entró al Estudio y nos miró.

-¡Ah! Por lo visto no se lo has dicho. Muy bien, sin vueltas. Svetlana tiene un bebé vampiro.

Abrí mi boca asombrado. Tanto cuidarme para que este viejo zorro echara todo a perder.

-¿Qué has dicho, Charles? –dijo mi hermano.
-Un bebé. Svetlana tuvo un bebé vampiro.
-¡Pero…! ¡Pero cómo no me han dicho nada! ¿Quién es el macho?
-No hay macho –contesté.

-Charles y Sebastien me miraron arqueando una ceja.

-No, no, dejen que me explique. Obvio hay un macho tras un bebé de una hembra. Lo que me refiero es que se desconoce quien es el macho. Sólo Svetlana lo sabe según Natasha, y no ha querido hablar sobre ello.
-¡Déjenme pasar! ¡No puedo creer que Mijaíl me lo haya ocultado!

Mi hermano salió apresurado del Estudio. Y… ¡Qué fuera lo que el diablo quisiera!

Tras los pasos de Sebastien fui yo. La primera perspectiva de la sala me mostró una escena agradable. La dama de los Craig le daba la bienvenida como señora de la casa a Sasha y al resto. Uno por uno.

-Querida que bella estás como vampiro –dijo Sasha.
-Gracias, siéntanse como en su propio hogar.

Vi a Mijaíl cambiar el gesto distendido al ver a mi hermano avanzando hacia el centro de la sala. 

Natasha y Svetlana estaban juntas un poco apartadas mientras Iván, Dimitri, y Anouk, saludaban y se presentaban a Rodion.

-Buenas noches –tronó la voz de mi hermano-. Me presento, soy Sebastien Craig, para los que creen que me llamo Herodes después de un 28 de noviembre.

Todos callaron.

Bianca observó el rostro de su marido y entendió que los ánimos estaban caldeados.

-Querido… -murmuró.
-Sebastien –dijo Mijaíl- lo lamento de verdad. Lamento no habértelo dicho.
-No sabíamos cómo decirte lo de Svetlana –susurró Sasha.

Sebastien se detuvo y los miró enojado.

-¿Cómo? Mira Sebastien, Svetlana, nuestra hija, ha quedado embarazada y espera un bebé. Así de fácil. ¿Por qué no decírmelo? Creían que iba a ordenar que no naciera. No lo entiendo. Mijaíl nos conocemos.
-Fui yo la culpable.

Svetlana se adelantó con la bebé en brazos.

-Yo le pedí a mis padres que no dijeran hasta que Milenka naciera.
-Milenka… ¿Así que es una niña?
-Sí, Sebastien –afirmó Mijaíl.

Mi hermano se mantuvo pensativo con la vista clavada en el suelo.

-Sebastien. No ha sido nada contra ti. Mi padre te aprecia mucho –dijo Dimitri.
-Pues no se nota. Al menos sé que no confía en mí.
-Vuelvo a reiterar, fue a pedido mío. Conmigo tienes que enojarte –dijo Svetlana.

Yo sabía que no eran tan ciertas las culpas que se echaba Svetlana. Los Gólubev si hubieran querido hubieran confiado en Sebastien y se lo hubieran comunicado. Pero algo los llevó a no ufanarse del pequeño nuevo integrante, quizás… El desconocer quien sería su padre.

-¿El padre de la niña? ¿Pertenece a un aquelarre? ¿O es un vampiro errante?
-No tendrá padre –dijo Svetlana- desconozco el nombre.

Creo que fue una bomba para los Gólubev escuchar de boca de Svetlana otra vez que la niña era una bastarda. Pobrecilla, como creí que lo era yo por tanto tiempo.

Sebastien notó el gran pesar y respiró profundo. Seguramente le cerraría el silencio de los Gólubev ante él.

-Tomen asiento, por favor. Bienvenidos.

Margaret y Ron se retiraron con un saludo formal y Rose junto a Sara llevaron el equipaje a las habitaciones.

El peor momento había pasado. Al menos para los Gólubev.

(Perspectiva de Anthony)

Trepé hacia las cumbres hasta llegar al que había sido el hogar de Adrien. Las puertas de las cavernas, esas que también habían sido mi hogar durante un tiempo. Un tiempo feliz. Un tiempo en el cual mis padres vivían y Adrien me consideraba un proyecto de vampiro guardián de carácter sin igual. Creo que no le he fallado. Pienso que si pudiera hablarme hoy me diría, “muy bien Anthony, eres igual a tu padre”.

El nudo apretó mi garganta mientras de cara al mar de Barents, desde las alturas, el aire helado acariciaba mi rostro. Entonces, la memoria y la nostalgia, que llegan sin permiso y se cuelan en tu apagado corazón, entraron de puntillas para hacerme recordar quien era yo y que nunca pero nunca debía olvidarme de ello.

¿Y quién era yo? Un vampiro nacido de un guerrero de tiempos inmemoriales y una bella hembra. Un ser que nació y creció en una choza abandonada por pastores. Los niños vampiros no podíamos permanecer en la caverna cuando pequeños. Quizás era parte de la genética humana que todos llevábamos dentro y que nadie tenía explicación. Yo bebí y comí como humano aunque no vivía como ellos. Mi madre se encargaba de conseguir los alimentos, ¿robarle a los humanos? Sí, ¿por qué disfrazar las palabras?

Adrien era el encargado de las máximas directivas en cuanto a mi crianza. Por supuesto, él tenía la experiencia con Sebastien, aunque Sebastien había nacido de una humana y ya tenía 113 años cuando nací, en los niños vampiro no había diferencia. Un buen día la genética humana que permanecía arraigada en el organismo por siglos y cientos de generaciones, desaparecía. Al menos eso parecía. Entonces, ya no te sentaba bien los alimentos sólidos, tu iris se teñía de vetas rojas combinando tu color original heredado por tus padres, y la sed de sangre recorría tus venas. El corazón como si estuviera afectado por una razón poco a poco disminuía el ritmo, los pigmentos de tu piel se aclaraban hasta quedar traslúcida, y el sol se volvía tu enemigo. Y lo más importante… La naturaleza te donaba un par de hermosos colmillo retráctiles que pujaban por salir cada vez que enfurecías o… Sí también cuando tenías un orgasmo.

Cuando era niño nunca imaginé que mi vida fuera tan diferente a otros vampiros de clase. Primero porque Adrien jamás hizo diferencias. Segundo, porque un niño no entiende de clases ni de estamentos. Un niño sólo piensa en jugar y soñar que algún día será fuerte y valiente como su padre. Él fue un guerrero respetable en épocas de los vikingos. Un vampiro de la guardia de los Craig. Al igual que lo había sido el padre de Ron. Adrien siempre se enorgullecía al presentar a su guardia más cercana. Es que no se trataba sólo de guardar las espaldas del líder, se trataba de fidelidad, de lealtad, y también, ¿por qué no? De amistad.

Traté de seguir las enseñanzas de mis padres con Sebastien, lo hubiera cumplido con Adrien, pero lo cierto que ya cumplidos los veintitrés años partí para ser guardaespaldas de su primogénito. Sebastien para mí era como un hermano, al que puedes confiar y volcarte de lleno sin reticencias. Sin embargo el hecho de confiar me había costado mucho en mis ciento diez años, no sabría el porqué. Definitivamente no era culpa de Sebastien, era mía, sólo mía.

Cuando aprendí a mezclarme con humanos de la mano de él me entusiasmó la idea. Sebastien era muy amable y nunca nos trató como personal de servicio. Con las décadas que transcurrían Sebastien fu sumando vampiresas del aquelarre de su padre, y así se sumó Margaret, Rose y Sara, formando una seudo familia. Charles fue encargado de la organización y cuando nació Douglas ya estábamos totalmente instalados en la mansión y viviendo como familia. Porque Sebastien nunca dejó de referirse a nosotros como tal. Una lástima que muchos no lo vieran así…

El chofer de los Craig se sumó apenas Douglas cumplió tres años. Sebastien necesitaba que alguien lo trasladara sobre todo con algún trámite que tuviera que realizar para el pequeño y no podía surgir como vampiro en cualquier lado. Debía mantener una vida normal ante el mundo. Aunque nunca lo vi mezclarse en Kirkenes y hacerse ver, sólo cuando Douglas nació. Suponía que si se dejaba ver demasiado pensarían que secreto guardaba para no envejecer. Así que siempre lo acompañábamos por distintos lugares del mundo y alquilábamos en hoteles de ciudades maravillosas. Por supuesto al nacer el retoño ya no tuvo deseos de viajar lejos. Con la experiencia y astucia que siempre había tenido se metió en el negocio de exportaciones y la venta de productos del mar. Cuando contrató con el Estado el uso de la Isla todo fue viento en popa y parecía que sería sencillo pero Sebastien sabía que tarde o temprano con el paso de los años no podría alternar con la misma gente. Él no envejecería y el resto de la humanidad sí.

Trepé unos peñascos puntiagudos de aristas filosas y entré a la caverna…

¡Cómo me gustaría quedarme aquí encerrado mientras los Gólubev visitaban a los Craig!

Ron seguramente se enfadaría si supiera lo que pienso. Él diría, “¿eres ladrón que tienes que esconderte?” No, no lo era. Pero no quería sentirme tan poca cosa frente a ese aquelarre prestigioso… 

Okay, a quien engañaba. El aquelarre no era lo importante. El problema era Svetlana que con su belleza y dulzura me había atrapado desde aquella visita al compromiso de Bianca y Sebastien. Después la volví a ver en la celebración del matrimonio. En esa oportunidad no pude contenerme. Es que me había hechizado con ese largo cabello rubio y yo no había podido dejar de pensar en ella.

Terrible error. A veces no aprendemos de nuestras equivocaciones, aunque el hecho con la hija del cabeza del aquelarre Huilliche debía haberme servido de experiencia para no fijar mis ojos en alguien superior.

Me senté en un rincón cerca de la Cámara Real donde Adrien pasaba la mayoría de las horas y me acurruqué. El olor a humedad provocado por el deshielo de alguna parte de la caverna debido al cambio de clima más atenuado, podía olerse alrededor. Lejos escuchaba el gotear de las estalactitas y algún hilo de agua provocada por los deshielos. Pero a pesar de esos mínimos ruidos, el silencio era el dueño del lugar. Ya no escuchaba las voces de mi raza mientras zigzagueaban por las estalagmitas. Yo diría que había aroma a soledad. Porque la soledad tiene un aroma particular.

 El recuerdo de un pasado doloroso regresó a mí.Mi vida no fue un manojo de alegrías apenas salí de la adolescencia. Mis padres murieron cuando yo cumplí los diecinueve años. Ya sufría las primeras manifestaciones de ser un vampiro y pasaba la mayor parte del tiempo en la caverna compartiendo con la guardia de Adrien. Los padres de Ron siempre me habían visto como un hijo más a pesar de tener mis propios padres. A Ron le llevaba once años y desde que aprendió a caminar me siguió a todas partes como si fuera su hermano mayor. Incluso cuando comencé a merodear las cavernas Ron me acompañaba muchas veces teniendo solamente nueve o diez años de edad. Por supuesto continuaba alimentándose como humano pero el rigor del frío no le afectaba demasiado.

Cuando fallecieron mis padres atrapados en ese alud, Adrien ocupó un poco el papel de padre. Pero lo cierto que la princesa Craig llevaba toda su atención. Se notaba una gran predilección por la hija de su actual hembra, Lucila. Scarlet tuvo un lugar muy importante a su lado. No sabría si habría hecho bien. Creo que Scarlet se lo tomó a pecho y no había día que nos hiciera recordar que era una Craig como Sebastien. Sin embargo la princesita pretenciosa y engreída había cambiado desde que estaba viviendo en la mansión y Bianca la tenía controlada. Quizás Scarlet habría cambiado de la boca para afuera y seguía pensando que ella no debía mezclarse con nosotros, la plebe. Por algo no quería saber nada con mi amigo Ron. Bueno… Si quisiera echar un manto de piedad diría que Ron no era su tipo más allá de ser un guardaespaldas. Quizás…

Lo que no había ocurrido con aquella Huilliche, hija de Licarayén. Ella dejó bien claro que…

Recordar la escena y aquellas palabras que me dolieron tanto y humillaron, me costaba incluso sin decirlas en voz alta.

Era un día nublado cuando parte del aquelarre Huilliche llegó a la mansión para conocer a Douglas al cumplir tres meses de nacido. Licarayén, cabeza del aquelarre y padre de cuatro vampiros tres hembras y un macho, acompañado de su esposa Cahuel.

Licarayén representaba unos cincuenta y pico de años y su esposa también. Sus hijos parecían más jóvenes. Evidentemente la genética humana se detenía al parecer según las décadas de nacidos. A ellos no les dabas más de treinta.

La primera vez que vi a Vilú, una reina en belleza, de cabellos renegridos y ojos almendrados, se acercó a mí, yo estaba merodeando el parque. En cuanto la vi pensé que así deberían ser las diosas, bellas y perfectas.Ella caminó ondulando las caderas y me sonrió. El piso tembló bajo mis pies y me pareció flotar sobre el césped del parque. Yo vestía pantalón y chaqueta negra, camisa blanca, y corbata oscura. Ella me dijo pestañeando seductora, “eres todo un guardaespaldas”. Cuestión que no supe interpretar lo que verdaderamente significaba esa frase de su boca. No era un halago que provenía de destacar mi importante misión, no… Era una aclaración, un alerta… “Tú lo que eres es un simple guardaespaldas”. Pero era tan iluso en ese tiempo y lejos de ofenderme caí en su trampa.

Tuvimos sexo por las tres semanas que los Huilliches permanecieron en la mansión. Yo moría por estar en sus brazos y deseaba la hora que podíamos escaparnos, al parecer ella también. No niego que le atraía mucho, eso podía olerse en el aire pero de ahí a querer formalizar conmigo, no… Eso jamás estuvo en sus planes. Me sentía su novio, su macho, aunque fuera poco tiempo. Para ella sólo era un pedazo de carne donde desahogar su ardiente deseo, y me lo hizo saber esa noche de la peor forma.

Ella estaba lista para partir con su aquelarre y habíamos quedado de tener un encuentro antes que regresara a Chile. Unos minutos de la hora de la cita llegué desde Oslo con un ramo de calas blancas. Las había conseguido después de mucho indagar en pleno centro cuando el atardecer había muerto y la noche bañaba los cielos de Noruega. La cala se considera una flor para novias sofisticadas. Representa la pureza, cariño, y ternura. Virtudes que vi en mi hembra… Sí estaba completamente ciego de amor.

Al llegar ella, yo la esperaba entre los últimos cipreses del parque, esos que volvieron a rejuvenecer
después de estas últimas heladas mortales. Me miró sonriente como siempre lo hacía y se acercó apresurada amparada por la penumbra nocturna. Extendí las flores y le dije que se las obsequiaba con todo mi amor. Las miró maravillada conociendo que conseguirlas seguramente me habría costado trabajo y dinero.

“Son hermosas”, dijo oliendo y acariciando el pétalo en forma de resorte inmaculado. 

Inmediatamente me las devolvió.

“Anthony, es una pena todo el trabajo que te ha llevado regalarme las flores, pero no puedo llevarlas de regreso a casa. En parte es un regalo que aunque muy bello se marchitará rápidamente. Una joya hubiera sido lo apropiado si deseabas que te recordara para siempre”.

Confuso y desconcertado balbucee.

"Me ha costado mucho conseguirlas, lo hice pensando en ti. No tengo dinero para poder comprarte la joya que seguramente te guste. Y las flores puedes colocarlas entre las hojas de un libro y así permanecerán contigo. Además no me tienes que recordar para siempre, eso sería si no nos viéramos más. Pero nosotros nos queremos y yo estoy dispuesto a hablar con tus padres sobre nuestra relación."

Abrió los ojos espantada. “¿Cómo se te ocurre hablar con mis padres? ¿Crees que puedo ir y decir lo más fresca que me he revolcado con un guardaespaldas de los Craig? OH noo, y piensa, tienen razón. ¿Qué puedes darme tú siendo personal de servicio de los Craig? Has dicho recién que ni una joya podrías comprar con tu sueldo.”

Una puntada de dolor y orgullo herido atravesó mi corazón. Hoy, sentado en estas cavernas podía sentirlo tal cual ese día.

“Pero… nos dijimos que nos amábamos”. Susurré casi sin fuerza.

"¿Amarte? ¡Anthony por favor! Esas palabras se dicen en los momentos de calentura y pasión. ¿Has tomado mis frases de amor como verdaderas? ¡Aay por satán! ¿Tengo frente a mí un adulto o un niño? ¡Déjate de tonterías!”

Dio media vuelta y se alejó. Mis dedos que aferraban los tallos de las calas se aflojaron y una a una cayeron al piso. Allí donde estaba mi corazón hecho añicos.

Ron merodeaba cerca. Supe que había escuchado. Pocas veces vi la oscuridad y la furia en los ojos de mi amigo. Esa noche las vi. En Ron, él... que era un ser tan amable y bondadoso con quien fuera… Pero esa triste noche vi el deseo de venganza en mi hermano del alma y aunque no lo cumpliera porque no eran sus principios, adiviné que no le faltaron ganas de asesinarla.

Los Huilliches no regresaron a la mansión nunca más. Sólo hasta después que murió nuestro líder. Hice prometer a Ron que no dijera nada de lo ocurrido a Sebastien, y lo cumplió. Como todas las promesas que se hacen los amigos, se cumplen. Sin embargo, yo había mencionado a Sebastien, sólo a él… Y hasta en la amistad hay trampa si eso significa que defenderás a tu amigo.

Eso fue lo que comprendí cuando una noche de invierno me encontraba cazando entre las cumbres. No sé si Adrien pensaría en dejar este mundo, porque hace meses se notaba una gran tristeza en él. Entonces, a poco de llegar cerca de las cavernas, uno de nuestra raza, perteneciente a su séquito, me avisó que el líder de los vampiros quería hablar conmigo. Temeroso de haber hecho algo erróneo o equívoco con Sebastien me preocupé. Pero toda duda se disipó cuando Adrien me recibió con los brazos abiertos.

“Vamos querido, salgamos entre las grutas a caminar.”

Al salir bajo la noche adornada con la verde aurora boreal nos detuvimos en una de las grutas del lado este, hacia Rusia. Las luces pequeñas de la ciudad parecían diademas de diamantes vista desde tanta altura. A lo lejos, el mar de Barents nos regalaba el ruido del choque furioso de las olas al estrellarse en las rocas. Un perfume a las hojas caducas y húmedas de las grandes extensiones de bosques perforaba tus pulmones y parecía rejuvenecerlos.

De pronto habló con voz neutra.

“¿Alguna vez te he dicho gracias por lo que haces por mi hijo, Anthony?

Me puse un tanto incómodo.

“Señor, no necesita dármelas”.

Se mantuvo pensativo y después continuó.

“Yo creo que no ha sido necesario porque los amigos no se dan las gracias por los favores, sin embargo a veces es bueno no perder la costumbre de agradecer”.

“Lo hice con gusto, señor”.

“Lo sé”.

Respiró profundo y lo largó como si tal cosa. Supe que Ron habría contado hace años a nuestro estimado y justo líder lo mal que lo había pasado esa noche con Vilú.

“Los Huilliches no volverán a pisar la mansión. Se lo he ordenado a Sebastien hace años. Por supuesto, quédate tranquilo no he dado explicaciones”.

Guiño un ojo y murmuró.

“Es lo bueno de ser líder. No debes dar explicaciones”.

Se adelantó unos pasos y lo seguí. Miró hacia el lado este.

“¿Has visto Anthony? La frontera del vecino país.”

“Sí señor”.

“Es curioso, ¿no crees? Por más que pongan límites algunos hombres, otros llegan a derribarlos. ¡Me gusta! Nadie puede establecer tus límites. Inclusive en los vampiros.”

Lo miré.

Su perfil de nariz aguileña completaba su mirada aguda como la del águila.

Sin reparar en mí continuó hablando…

“Nunca permitas que los demás te señalen tus límites, Anthony. Porque ese día estarás perdido. El límite siempre lo debes establecer tú. ¿Entiendes lo que digo?”

“Si, señor”.

“Bien, me alegro. Recuerda que nadie puede hacerte sentir que eres menos, a no ser que seas tú el que se lo crea. Hay seres muy pobres de espíritu, que por no lograr sus metas desean lo mismo para ti. Tú debilidad es su fortaleza. Nunca lo permitas. Prométemelo, querido mío".

“Sí señor”.

Cerré fuerte los ojos y volví al presente. La garganta se hizo un nudo y rompí a llorar. Sin testigos. En absoluta soledad.

Al menos eso creía.

Una corriente helada puso mis cabellos de punta y supe que no estaba solo.

Con mis lágrimas corriendo por mis mejillas murmuré…

-Lo siento mucho. No puedo intentarlo otra vez con Svetlana. Perdón Adrien… Siento no poder cumplirte la promesa.


Nota: Déjenme adivinar, ¿hay otra hembra que odian más que Natasha? ¿Verdad que sí?

7 comentarios:

  1. Su dirección. Ahora mismo. Que voy para allá a hacer brochetas de vampira para alimentar a los jaguares. ¿Pero qué se ha creido la lagartona esa? A mi Tony no se le hacen esas guarradas! Se le hacen otras... más placenteras.
    Como siempre, gracias por compartir. Un besazo, Lou.

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    1. ¡Hola Shikara! Sí las haces convida que todos tenemos ganas de cocinarla. La dirección no la sé... Pero si quieres la de Anthony te la paso cariño. ¿Tienes para anotar? Jajajaja. Un besote enorme, tú tranquila que en la vida todo vuelve, hasta en los vampiros y lo verás. Muchas gracias por tu humor cielo. Te quiero mucho .Muakkk.

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  2. Ufff, y yo que pensé que Natasha era insuperable, pero mira que este le ha ganado por goleada... Pobre Anthony, cómo no guardar tanta desconfianza con todo lo que le ha pasado. En cuanto a los demás, creo que la casa de los Craig está a un paso de convertirse en una locura :) Gracias por este precioso capítulo, amiga.

    Besos.

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  3. Hola Lou... Lenya estaba dando muchos rodeos para contarle a Sebastien la existencia de Milenka, y Charles lo ha solucionado con rapidez ;-)
    Vilú fue muy estúpida y cruel con Anthony... entiendo que él no quiera volver a pasar por una experiencia semejante
    Pero, bueno, la mujer que realmente lo ame poco le importará a qué se dedique... siempre que tenga un trabajo honesto
    Muy buen capítulo, me ha encantado
    Tus personajes se hacen querer
    Besos

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  4. Ahhh voy a incinerar a una vampira!!!...mi pobre Anthony todo lo q ha sufrido pobrecito pero me parece q pronto se va a enterar es q padre y como reaccionara?, creo q él y Svetlana si hablan claramente solucionaran ese malentendido q hay entre ellos, mmm me dejo con mucha intriga este capitulo, gracias!!!

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  5. Uy con lo dulce que es Anthony la vampiresa mensa lo hirió. Espero que él se de una oportunidad Svetlana A mi me cae algo Natasha tiene algo de bueno en su vanidoso corazón . te mando un beso y te me cuidas

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  6. muy buen capítulo lleno de amor,,,,saludos.-

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