sábado, 30 de mayo de 2015

¡Holaaa! Aquí les entrego con cariño el capi 15. Con una novedad muy importante. Quien sabe, a lo mejor alguno de los lectores se da cuenta de la gran incógnita que guarda celosamente Svetlana.

Capítulo 15
Milenka.

Natasha.

Llegué a París después de siete horas de vuelo desde el aeropuerto de Vnukovo, Moscú. La ciudad parisina estaba situada al norte de Francia y era atravesada por el río Sena. Cuenta mi padre que alrededor del año 1800 el río era menos profundo pero guardaba sus encantos. Le gustaba visitar a menudo la ciudad, cuestión que heredé de él. Pero el viaje en avión para mí era demasiado tedioso así que prefería materializarme. Aunque esta vez debía actuar frente al mundo como una verdadera humana.

Viajar de forma convencional no era un problema para mí, ni tampoco para Svetlana, mi bella hermana y la más rebelde de los hijos Gólubev. El demonio rubio, como la llamaba mi padre cariñosamente, había dejado caer una bomba en nuestra prestigiosa familia el pasado invierno.

Estaba embarazada.

Svetlana trató de ocultarlo lo que más pudo, ¿pero cuánto tiempo puedes ocultar un bebé por nacer? No mucho. Así que después de un largo silencio de cuatro meses desde agosto, decidió viajar de París hasta nuestro hogar. Mientras la Navidad en Rusia transcurría tranquila, acogedora, y sin sobresaltos para el resto de los rusos, para nosotros fue como superar un cataclismo.

Si debía ser sincera a mí no me tomó por sorpresa la llegada de Svetlana con su pancita redonda. Mi hermana y yo éramos muy unidas y la única confidente en las buenas y en las malas. Así que estaba al tanto de su estado desde la primera fecha de la falta menstrual.

Recuerdo cuando llegó a casa y todos comprobaron la razón del porqué no viajaba  a Moscú desde hace un tiempo a visitar a mis padres y hermanos. Mi hermana vivía en París desde hacía trece años y se dedicaba al arte. Sus obras se vendían a un precio desorbitante aunque firmaba sus óleos con un sinónimo, “el demonio rubio”.

Sonreí.

Esperando que anocheciera, sentada en el aeropuerto de Charles de Gaulle, recordé los rostros estupefactos de mi familia cuando la vieron llegar la pasada Navidad.

Mi padre se sentó de golpe y porrazo y balbuceó. “Svetlana, ¿qué significa esto?” A lo que Dimitri aclaró con su clásico sentido del humor, “esto es un bebé por nacer, papá”.

Madre mía…

Fueron tantas preguntas a la pobrecita de mi hermana que tuve que intervenir. “¡Déjenla en paz, que cuente por sí sola!”

Sonreí mientras recordaba esa reunión poco antes que finalizara la Nochebuena…

-¡Svetlana no me puedes hacer esto! –exclamó papá.

Mi madre cogió el abanico de la época de Catalina de Rusia y se abanicó.

-Ay Mijaíl, me va a dar algo.
-Imagino que sabrás quien es el padre –Iván frunció el ceño furioso-. ¿No ha venido contigo? Si no se hace cargo lo mataré.

Ante el silencio de Svetlana mi padre montó en cólera.

-Mira chiquilla del demonio. He soportado toda clase de rebeldías en tu vida, desde estudiar en escuelas públicas hasta irte a vivir sola a París. Pero esto… Esto de quedar embarazada y no presentar tu honorable macho es el colmo.
-Quizás no haya honorable macho –me atreví a murmurar.
-¿Cómo dices Natasha? –preguntó mi padre- ¡Natasha abre esa boca y cuenta todo ya que tu hermana por lo visto no piensa hablar!
-¿Me has visto cara de traidora? –contesté enojada- ¡Jamás! ¡Si no desea contar ella yo no abriré mi boca!
-¡Más respeto señorita! ¡Estás hablando con tu padre!
-Ay Mijaíl no me siento bien –dijo mi madre recostada en el sofá.

Iván fue hasta el bar y le sirvió un vodka.

-Toma mamá bébetelo de un trago.

Dimitri con su paciencia se acercó a Svetlana y la tomó de las manos.

-Cariño, somos tu familia. ¿En quién más podrías confiar? Anda cuéntanos que ocurrió y porque estás sin tu macho.

Svetlana lo miró a los ojos y murmuró.

-No sé cómo se llama.
-¡Aaaay Iván sírveme otro vodka! –exclamó mi madre, mientras mi padre se agarraba la cabeza con las dos manos.

Después quedó en silencio meditando ante la expectativa de todos.

Suavizó la voz… Sí, estaba muy enojado…

-A ver… Svetlana… Hija… Dime… ¿Cómo es que te has acoplado con un vampiro y no sabes el nombre? Lo que es más extraño… ¿Cómo no has tomado precauciones, querida?

Svetlana lo miró con los ojos llorosos.

-¡Pensé que había tomado precauciones! ¡Fue una noche de diversión y nada más! ¡Un error! ¡No pueden perdonar un error!

Cuando estalló en llanto a todos los Gólubev se nos encogió el corazón. Bueno esa clase de “accidentes”ocurría hasta en los humanos. ¡Por qué no a nosotros!

Anouk, mi hermana menor, había presenciado todo, cruzada de brazos y recostada a la chimenea. En
cuanto Svetlana pronunció el “no sé cómo se llama” se movió inquieta y se acercó al grupo. Imaginaba que pasaría por su cabeza… El terror de que el padre del hijo que esperaba Svetlana fuera un triste vampiro sin linaje ni aquelarre fijo, o lo que es peor, un humano.

Poco a poco los ánimos fueron calmándose. A mi madre le volvieron los colores y mi padre decidió darle un tiempo prudencial para que mi hermana hablara. Él sabía que ninguno de sus hijos nos comportaríamos como salvajes y Svetlana no era la excepción. Quizás cuando se sintiera segura y confiada se animaría a contar la verdad de ese apareamiento.

Pero el tiempo transcurrió, el almanaque siguió pasando hojas, mi hermana continuó con su silencio y en enero con la llegada del 2016, volvió a París. Tuvieron que conformarse. Era evidente que Svetlana no quería saber nada con el macho que había engendrado a su hijo.

Volviendo al presente, decidí llamar al móvil de mi hermana para saber si se encontraba bien después del parto. Tenía una colaboradora francesa a su lado, una tal Giselle, vampiresa desde hace cinco años. Mi hermana la había convertido después de conocerla lo suficiente y saber que en el mundo jamás encontraría una aliada igual. Por supuesto que no preguntó a mis padres sobre convertirla. Svetlana era así y a todos los Gólubev nos tenía acostumbrados. ¿Pero el nacimiento del bebé? ¿Saldría todo bien como todos sus planes?

Al cortar comunicación con Svetlana decidí no materializarme en su domicilio. Si algo salía mal como ser vista por humanos me vería en problemas. Mi hermana me había prevenido que siendo fin de semana la cantidad de turistas era considerable en el barrio de Montmartre. Svetlana había elegido su residencia allí no sólo por la cantidad de tráfico humano sino por ser uno de los barrios de París más encantadores y pintorescos.

Estaba situado sobre una colina donde se cruzaban pequeñas y empedradas callejuelas. Aún conviven el pasado y el presente, con su gran número de antiguos cabarets y terrazas donde los pintores echan a volar su imaginación y surge en la cima, imponente, la hermosa construcción de la Basílica del Sagrado corazón.

Ya en la parada Anvers del metro, recorrí la Plaza Pigalle con sus brillantes luces de neón. Apenas vi el famoso Moulin Rouge, comprobé que mi hermana había tenido razón. Mayo era una época en que abundaban los turistas haciendo filas eternas para los distintos espectáculos que ofrecía París. Por algo era llamada “la ciudad que no duerme”.  El barrio guardaba en las puertas de los locales y cabarets los ecos de un pasado lleno de esplendor surgido en el siglo XIX.

Hubiera querido llegar más temprano y no pisando las dos de la madrugada, pero me hubiera sido difícil si no me hubiera detenido a cazar antes de partir de Moscú.

Tras subir una empinada de ciento noventa y siete escalones por fin llegué a la parte más bohemia de Montmartre. Crucé la Place du Tertre situada en la parte alta de la colina. La terraza de mi hermana podía verse desde el lado este de la plaza. Desde allí,  hasta donde me encontraba situada, una estrecha callejuela iluminada por grandes farolas parecía guiarme al encuentro.

Tenía ganas de verla y abrazarla. Yo había viajado la última vez en febrero con la fecha de la primera ecografía del bebé. No pudimos conocer el sexo pero en unos meses más Svetlana me dijo que sería una niña. Me sentí feliz. Imaginaba una niña bella como su madre. Ahora con dos días de nacida la conocería y no tenía dudas que sería así. Svetlana era hermosa.

Mi misión era traer a Svetlana a Moscú al menos por un tiempo. No porque mi hermana había decidido huir de París, sino porque había que resolver un grave problema… Comunicarle a Sebastien Craig que había nacido una niña vampiro.

Arquee la ceja mientras un pintor al costado de la plaza vendía su obra a un entusiasmado turista.

Hasta ahora no había pensado si tendríamos conflicto con los Craig. Suponía que no si es que Sebastien mantenía en su gobierno la sensatez de su padre. Pero eso no lo sabríamos hasta estar frente a él y confesarle el nacimiento.

Adrien siempre había sabido como manejarse con las crías de los aquelarres. Con cautela y discreción nunca prohibió la propagación de la especie aunque era muy medido. Cierto que en la época donde nacimos mis hermanos y yo, los humanos no tenían tanto adelanto en la ciencia y nadie imaginaba que esas leyendas urbanas de vampiros podrían llegar a ser ciertas. Sin embargo, con la propagación de los autores de novelas paranormales había una duda suspendida en el aire en muchos seres de la raza humana. Eso tornaba más peligroso la convivencia con ellos. Después de todo no habíamos podido dar con el secreto que guardaba la genética… ¿Por qué crecíamos y nos desarrollábamos como humanos hasta cierta edad? ¿Por qué el virus despertaba en el organismo y se manifestaba en una cierta cantidad de años? Esperaba poder hallar la fórmula con mis conocimientos en la ciencia. Algún día yo sería quien traería las respuestas. Amaba mi carrera de bióloga y jamás abandonaría mi futuro de científica ni siquiera por un macho. Nunca.

La Basilique del Sacré Coeur se mostró imponente ante mis ojos.  Poco faltaba para encontrarme con mi hermana y conocer a la pequeña Gólubev. Svetlana le había buscado un nombre apropiado.

Sonreí.

Milenka, “mi pequeña”, en ruso.

Y era nuestra pequeña. Mis padres rebosaban de entusiasmo porque llegáramos y conocerla. Como todos los padres, te enojas ante tus hijos por los errores y después perdonas y los amas como siempre, e incluso más. Porque las equivocaciones los hacen más cercanos a ti. Más iguales a ti. Uno no es perfecto y tus hijos, ¿por qué deberían serlo?

Frente al bello apartamento de Svetlana me detuve. Estaba a unos pasos de conocer a la princesita Gólubev. ¿Tendría los ojos verdosos de mi hermana? Por supuesto que las vetas rojas en el iris surgirían con el paso de los años. Pero para eso faltaba tiempo… ¿O no? Nadie lo sabía.

El aire fresco de la primavera me rodeó como suave brisa. El clima de París era de transición al encontrarse alejado de la costa. Hoy no llovía, aunque eran muy común las precipitaciones y tormentas. El invierno se aproximaba y quizás más adelante la nieve le daría el toque de una hermosa postal invernal a “la ciudad que nunca duerme”. Por ahora los días y noches no serían muy rigurosos pero habría que abrigar a la pequeña Milenka antes del viaje para reencontrarse con toda nuestra familia. Moscú la recibiría con mucho frío.

Toqué el timbre en la puerta alta y ancha de doble hoja. A mis oídos llegó un tintinear muy suave. Seguramente Svetlana había cambiado el sonido estridente del timbre por uno más acorde con la permanencia de un bebé en la casa.

Me moví inquieta mientras escuchaba los pasos descender de la escalera de mármol.

Por unos segundos, Lenya se cruzó en mi mente…

Me hubiera gustado estar en París con él después de todo. Era tan macho y seductor. Los labios carnosos y húmedos eran difíciles de olvidar para cualquier hembra. A veces me molestaba estar pendiente de él cuando no se encontraba cerca de mí. Era una sensación nueva para mí. Jamás perdí tiempo y pensamientos en ningún macho apenas saliera de la cama. Mierda…

El sonido del picaporte me volvió al presente.

Giselle se asomó por la puerta entreabierta y sus ojos color rubí brillaron de alegría al verme.

-Mademoiselle, Natasha Gólubev. Un plaisir.
-Gracias Giselle. ¿Aún no has aprendido ruso?

Sonrió.

-Sí. Su hermana me ha enseñado mucho estos dos años. Es la costumbre.

-¿Cómo está ella?

Me quité el abrigo gris humo y se lo entregué.

-OH! Très bien. Aunque… -bajó la voz casi inaudible mientras subíamos las escaleras- Ella no ha querido salir a cazar. No quiere dejar la niña.

Suspiré.

-Supongo debe ser normal en toda madre. Pero tendrá que hacerlo si quiere alimentar a Milenka como es debido.
-Quizás usted la convenza.
-No te quepa la menor duda.

Al llegar al descanso me detuve y la cogí del brazo suavemente.

-¿De ánimo? ¿Cómo está de ánimo?

Giselle torció la boca en gesto de duda.

-Elle est triste, Mlle.
-Lo imaginé.

Moví la cabeza negando.

-Svetlana deberá tarde o temprano hacer frente a la situación. Es lo mejor.

Apenas entré al pequeño salón el lujo y la opulencia de los Gólubev brillaba por su ausencia. Svetlana vivía con todas las comodidades pero su toque bohemio podía descubrirse en cada rincón. No había una mesa de comedor ni mucho menos sillas. Sólo una mesa baja de living color negra, con almohadones de colores vivos alrededor. Sólo tres sofás de terciopelo negro cerca del calefactor completaban el mobiliario. Varios cuadros de su pintor español favorito adornaban las paredes blancas. Amaba el surrealismo y a Dalí.

En un rincón, el calefactor rectangular desprendía un calor agradable por todo el ambiente. En otro extremo una escultura de la Venus del Nilo de bronce, de aproximadamente metro y medio, daba el toque romano a tanta diversidad y confluencia de culturas. No sé cómo se las arreglaba Svetlana en mezclar épocas y movimientos culturales pero el ambiente se veía cálido, acogedor, y en absoluto de mal gusto. Al contrario parecía un hogar alegre y juvenil.

En cuanto pisé la gran alfombra roja y azabache la escuché con alegría.


-¡Hermana!

Miré hacia el angosto pasillo que daba a la habitación de Svetlana y a su pequeño taller. Mi bella hermana con su largo cabello rubio y estrecha cintura me miró de pie y sonriente.

-¡Qué hija de puta! Svetlana no puedes haber parido hace dos días y lucir ese cuerpo.

Tiré el bolso sobre uno de los tres sofás y me acerqué a abrazarla. Ella rio y devolvió mi abrazo con fuerza.

-¡Qué suerte estás aquí! ¡Te he necesitado tanto!

De pronto, estalló en llanto.

Acaricié su cabeza de hilos de oro.

-Cariño, ya estoy aquí. Papá y mamá están esperándote y están deseosos de conocer a Milenka.
-¿De verdad? ¿Quieren conocerla?
-¡Svetlana! ¿Cómo dudas de algo así?
-No sé –dijo enjugándose las lágrimas- los he hecho disgustar mucho últimamente.
-¡Bah! No hagas caso. Por supuesto que fue un choque emocional para todos pero mamá no ha dejado de hablar de su futura nieta y papá se preguntaba todos los días si faltaba mucho para mayo.

Mi hermana volvió a reír.

Me alejé para poder ver su físico privilegiado.

-¿Sabes querida? Deberíamos agradecerles a ambos la genética. Somos muy bellas –reí.
-Calla Natasha. Debo haber quedado gorda.
-¿Qué? ¡Estás loca! Ahora que lo mencionas… ¿Has ido a cazar? Te noto pálida y demacrada. La niña te ha absorbido las vitaminas.
-No te preocupes. He ido de caza con Giselle hace unas dos semanas.
-Pero tenías un bebé en la panza. Debiste ir más a menudo.
-Estaba realmente incómoda, Natasha. Tú no sabes lo que es una niña que ha nacido de cuatro kilos y medio. Llevarla dentro de mí fue una carga tremenda, aunque deliciosa por supuesto.
-¡Vaya! ¿Y dónde está? Quiero verla.
-Ahora la he dormido. Giselle dice que podríamos ir a cazar ya que tú puedes cuidarla un par de horas.
-Bien pensado Giselle –dije sonriendo a la joven que aguardaba muy quieta junto a la puerta de entrada- Antes de que le des de mamar debes alimentarte bien. Vamos, no pierdas tiempo. La madrugada en París está especial para recorrer.
-Iré cerca del cementerio. No queda lejos y abunda gente sin familia.
-Muy bien señorita. Yo me encargaré. Si llora debo acunarla en brazos, ¿verdad?

Rio.

-Si se despierta y llora será por hambre. No conformarás a Milenka cantándole una canción.
-¿Y entonces? –dije, en tono de pánico.
-No te preocupes. Sobre la encimera tendrás un biberón de suero dulzón. Es para las ocasiones en las que estoy ocupada como cuando me baño. Giselle la entretiene con el suerito.
-Ah… Bien. Pues no demoren. Por las dudas –sonreí-. Abrígate.
……………………………………………………………………………………………….............

Fui apagando las luces del apartamento hasta dejar sólo un spot junto al sofá. Me senté cerca de la ventana que daba a la hermosa plaza donde desde el otro lado podía verse la cúpula  de la basílica. La combinación de la arquitectura estilo romana y bizantina le daba el toque de un pasado tormentoso pero señorial y opulento.

Recosté mi cabeza al alto respaldo y cerré los ojos…

¿Qué estaría haciendo Lenya? ¿Habría llegado a la mansión de los Craig? Sí… Aunque no me había llamado. Le había dicho que lo esperaría y no pude hacerlo. ¿Se habría enfadado?

Abrí los ojos y el cielo romántico de París, totalmente estrellado, me transmitió algo parecido a la nostalgia. En realidad no sabía bien que sería. Nunca me había sentido así por un macho. Demonios Lenya…

Hundí mi mano en un bolsillo de mis jeans y quité el móvil. Lo tenía silenciado y no había notado las diez llamadas de mi madre… De Lenya, ninguna.

Cambié el móvil a vibrador.

¿Y si yo lo llamaba? ¡Demonios Natasha, en qué estás pensando! Tú llamando a un macho. Ni loca. Que llamara cuando quisiera y si no llamaba nunca pues a otra cosa… No… No a otra cosa no… No sería fácil quitarme de la cabeza a ese flor de macho Craig.

¿Por qué justo un macho que no pensaba en mí? ¿Por qué justo tenía que fijarme en un macho que amaba a otra hembra? ¿Era idiota? No… Según mi madre el día que vio a mi padre por primera vez se enamoró perdidamente y no hubo satán que se lo quitara de la cabeza. Evidentemente tenía que darle la razón. Había hechos que no manejaban nuestra inteligencia y razonamiento.

El móvil vibró en mi mano y me sobresalté.

Miré el display y leí, “Lenya”.

Una sonrisa de esas bien estúpidas noté en mi cara.

Carraspee, respiré hondo, y atendí la llamada.

-Lenya, ¿cómo estás?
-Natasha…

Su voz masculina y grave retumbó en mi oído e hizo temblar todo mi cuerpo.

-¿Estás en la mansión? –pregunté, tratando de que mi voz sonara desinteresada.
-Sí. Como te había adelantado. Tú eres la que no me esperó. ¿Qué ocurrió?
-Ah… Es que mi familia me necesitaba urgente.
-¿Tienen un problema grave?

Arquee la ceja y respiré hondo.

-No… Grave no…
-Okay no te preocupes, no tienes porque contarme todo.

Me puse de pie mientras mi organismo se revolucionaba. Comencé a transpirar como quinceañera y unas locas ganas de gritarle la verdad pujaban por salir de la garganta. No quería mentirle. A él no… A él… Aunque supiera que él estaba comportándose como el mayor mentiroso de su raza. Acaso no se había hecho pasar por un tal Steve cuando lo conocí tiempo atrás.

-No te preocupes ya te contaré. Sólo que no es conveniente por el móvil. Es un tema delicado.
-Bien. ¿Nos vemos hoy? Viajaré a Moscú para hablar contigo. Necesito hablar sobre nosotros.

El pánico corrió por mis arterias. ¿Hablar sobre nosotros? Demonios, iba a terminar la relación. ¿Pero acaso no era lo que debía hacer un macho de bien? Sí… Yo no quería adelantarme y enfrentar su desamor. No… No sabía el porqué. Nunca me había sentido acorralada y pequeñita ante la inmensidad del amor. Ahora entendía lo fácil que podía uno sentirse feliz estando enamorada, como también hundirse en una tristeza agobiante y profunda al no ser correspondido. Sin embargo yo era Natasha Gólubev, y ni siquiera el amor iba a poder derribarme.

-¿Qué te parece si nos visitas en casa en un par de días?
-¿En un par de días? ¿Por qué no verte hoy?

Traté de que cambiara de opinión…

-¿Me extrañaste? –susurré.

Su silenció cayó como si fuera una bomba de mil neutrones. Después habló con voz neutra.

-Sí, claro que sí. Si no quieres verme lo entiendo de todas formas.
-No… No es eso… Se trata que no estoy en Moscú. Estoy visitando a mi hermana Svetlana, en París.
-Ah… Vale. Las dejo conversar tranquilas. En un par de días, cuando tú digas nos reuniremos en la casa de tus padres.
-Me parece bien y…

El llanto de Milenka fue agudo y notorio.

Mierda…

-Natasha, ¿lo que escucho es el llanto de un bebé?
-Sí… Es la vecina de mi hermana ha tenido un crío que no quieras saber cómo llora.
-Ah…okay. Vale. Un beso. Pórtate bien y dale cariños a tu hermana aunque no la conozco, será un placer conocerla cuando viaje en dos días.
-¡Síii! A ella le encantará… Ehm… tengo que cortar, mil disculpas.

Presioné la tecla de finalizar llamada y corrí desesperada hacia la habitación de Svetlana donde se encontraría la cuna de la princesita Gólubev.
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Acuné entre mis brazos la pequeña muñequita que no dejaba de llorar. El famoso suero que había dejado Svetlana ya no la conformaba y yo con la nula experiencia en bebé estaba desesperándome por calmarla. Caminé con ella en brazos Quien diría que el retoño que se veía tan tierno e inofensivo se convertiría con el paso de los años en un enemigo mortal de los humanos.

La cambié de posición colocándola vertical sobre mi pecho y hombro presionando suavemente con mis brazos, tratando de darle calor. Comencé a cantarle pero nada, la niña quería a su madre. ¡Demonios!

Me acerqué a la ventana y volví a cambiarla de posición. La luz de la luna iluminó su carita redonda y cachetona. Sus mejillas rosadas lucían saludables. De pronto me miró. Buscó mi mirada y su llanto fue apagándose. ¿Quién diría que tuviera ese encanto para los niños? Yo, una vampiresa que vivía para su carrera prestigiosa.

-Ssssh… Na na nanana… Ya llega mami… nanan nana nananana..nanaa.

Tenía unos ojos chispeantes y brillosos. Sobre todo mostraban la principal característica. No era igual a Svetlana. La niña tenía muchos rasgos de su padre. Aunque era rubia, su iris azabache guardaba la mirada atenta y despierta, y el secreto de sus genes. ¿Por cuánto tiempo? No lo sabríamos. Dependía de Svetlana y su confesión, o de si el destino los llegara a cruzar frente a frente, su padre no se diera cuenta que tenía el vivo retrato de sus facciones en la bebé.

Milenka poco a poco fue callando su llanto y se entretuvo en un milagroso cunero musical que por casualidad me di cuenta de hacer sonar. La música le llamó la atención y sus párpados fueron cerrándose.

Cuando su madre llegó junto a Giselle yo me había dormitado con la niña en brazos recostada en la cama de Svetlana. Mi hermana aprovechó a bañarse y tomó un café. Después tomó a la niña en brazos y la despertó suavemente para darle de mamar.

Cuando Svetlana estaba cambiando sus pañales y yo estaba contemplando esa belleza pequeñita, me animé a tocar el tema.

-Svetlana…
-Dime.
-¿Buscarás al padre de la niña para decirle que tiene una bebé?
-¡Estás loca! No podría rebajarme tanto.
-Pero Svetlana si él no sabe no le darás la oportunidad de decidir.
-Natasha tú sabes bien que fue un encuentro casual.
-No estoy de acuerdo.
-A ver… -acostó la niña en la cuna blanca y se sentó junto a mí sobre la cama- Entiende que para él fui una diversión.
-Svetlana. ¿Y si no es así? ¿Si está enamorado de ti y no se anima a decírtelo?
-¿Por qué no se animaría?
-¡Hermana, somos los Gólubev!
-Ahora te me pones como Anouk.
-No lo digo por mí. Pienso que cualquier vampiro se sentiría acobardado –la tomé de la mano- Mucho más él en su situación. Si lo quieres…
-¡Por supuesto que lo quiero! Yo sí lo quiero. Él… Él siempre ha sido mi amor imposible. Es tan… Tan valiente, tan serio, tan macho…
-¡Svetlana! Por favor intenta acercarte a él.
-No Natasha, de ninguna forma lo haré. Tengo mi orgullo. No crees que me hubiera llamado si estaba interesado. O al menos preguntado por mí. ¿Te ha preguntado por mí?
-No…
-¿Lo ves? No le intereso como hembra.
-¡No digas eso!
-Ssssh, despertarás la niña.
-Lo siento…
-Entiende Natasha. Tú lo has visto. Ni siquiera te ha preguntado por mí.
-Svetlana… Es difícil que alguien como él se acerque y me pregunte, ¡ey qué tal tu hermana! Lo pasamos muy bien esa vez y quiero saber cómo está y si me recuerda.
-Por supuesto que nunca te preguntará. Él vale mucho para fijarse en una vampiresa criada entre algodones y caprichos. Él necesita otro tipo de hembra a su lado.
-Aaaay… Cabezota eres.
-Natasha, prométeme que nunca nadie lo sabrá.

Suspiré.

-No hermana. Te lo prometo, de mi boca no saldrá jamás.


NOTA: Vaya vayaaa, ¡qué secreto guarda Svetlana! ¿Quién será el padre de la niña Gólubev?


16 comentarios:

  1. A como lei el padre de la niña es alguien conocido de Los Gólubev pero no dicen nada mmm ahora si me dejo con una graaan intriga de saber quien es?!!!!!! mmm sera algun guardaespldas de los Craig jeje yo y mi mente!!! ....me gusto el capitulo gracias Lou y q tengas un buen fin de semana!!!

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    1. ¡Hola Laura! Qué imaginación tan buena Lau!! jajajaja. Quizas quizas...
      Muchas gracias cariño por el comentario y el entusiasmo. Veremos si te agrada el capi suiguiente... mmm... seguro que sí. Besotes!!

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  2. Uy de quien será el niño. Me d io pena Natasha, Lenya va terminar con ella. Natasha se merece alguien que la ame de verdad. Te mando un beso y te me cuidas

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    1. ¡Hola Judit! Da pena Natasha sí, porque no es que sea mala lo que ocurre que el destino la llevó a conocer este galán. A ver que ocurre más adelante. Un besote enorme y muchas gracias.

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  3. Vaya, qué capítulo más bonito y misterioso ;) Me ha encantado conocer la dinámica de esta familia, me parecen más interesantes todavía de lo que pensaba, es genial!!! Ver qué nos cuentas respecto a semejante intriga.

    Un besazo.

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    1. ¡Hola Claudia! Me alegro que te haya gustado. Habrá más sobre los Gólubev. La intriga... bien pronto se rebelará. Besotes miles y muchas gracias!!

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  4. Lo has dejado muy interesante amiga!! Me ha gustado mucho el capítulo. ¿Es alguien de la mansion Craig?? Besoos

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    1. ¡Hola Lyd! Gracias por leerme. ¿Cómo vas con tu novela? La publicaras y será un éxito verás.
      Y sí es alguien de la mansión de los Craig tesoro. Piensa piensa.... Además, es hora de darle al caballero protagonismo, no crees?? Un besote enorme y muchas gracias.

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  5. Hola Lou... Me alegra que la familia de Svetlana haya aceptado a la pequeña Milenka que es una monada
    Creo que Lenya sí quiere cortar con Natasha... y creo que es lo mejor para ella... acabará conociendo a alguien que la quiera como ella merece
    Y no sé quién es el padre de Milenka... me dejas muy intrigada ;-)
    Un capítulo formidable como de costumbre... mi felicitación
    Besos

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    1. ¡Hola Mela! Sé que la intriga fue una sorpresa, y la respuesta lo será también. En base a como viene la historia podremos conocer otro integrante de los Craig más a fondo... Te gustará seguro y me alegra mucho.
      Un besote enorme cariño y gracias como siempre.

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  6. veo que solo mujeres te leen, porque?,. tu historia es muy interesante,,,bien la familia crece,,,saludos.-

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    1. ¡Hola Lobo! ¿Lo dices por los comentarios de chicas? Bueno cariño hay hombres pero serán más tímidos porque me comentan por mail. No estás solo y me alegra que sea así. Gracias por el comentario y por el halago. Un abrazo enorme desde Argentina.

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  7. la soledad no me inquieta para nada, pero me extrañó que sólo yo comentara, acompañado por chicas,,jajajaj,,,gracias, saludos lo sabes, desde México,,,

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    1. ¡Muchas gracias querido amigo! Un abrazo desde Buenos Aires.

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  8. Svetlana, aparte de artista, ¿no será también probadora de amortiguadores de limusina? Un serio oficio que se realiza muuucho mejor en compañia del chófer de la limusina, que sabe que... partes tocar para que todo esté en su sitio :D
    Gracias por compartir con nosotras, cariño. Ah, y a la bebita, le podríamos poner de segundo nombre Tony. Besos.

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    1. ¡Holaa Shikara! Jajajaja. Yo ser{ia probadora de amortiguadores tambi{en, ya sabes por lo que veo por donde viene la mano. Un bombonazo de padre, por cierto. Un besote y muchas gracias!!

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