Buenooo, hola holaaa... Aquí el capi esperado y sé que lo disfrutarán al final. Ahora bien, para comprender a los Craig sobre todo a Sebastien no dejen de tener en cuenta que él ignora la situación Huilliche. Por lo tanto su reacción no violenta tiene explicación. Nosotros sabemos mucho más que él. ¡Qué pena no poder ayudarlo! ¿Verdad?
Un besazo mis lectores y gracias por estar siempre y comentar.
Capítulo
64
La
venganza es el placer de los dioses.
Anouk.
Salí del hotel Thon
después de las nueve de la noche. ¿Era necesario terminar de ordenar los
recibos y boletas de un año atrás? Cuando le pregunté a Sebastien dijo que si
me era complicado en todo caso… peeeero… que un proveedor había reclamado una
vieja deuda con el consorcio y que no deseaba encontrarse con más sorpresas. Lo
tomé como un “sí Anouk, lo necesito urgente”. Vale, aquí estaba yo caminando
hacia la parada de taxis después de pasar todo el día ordenando, fichando,
separando, y etc. ¡Qué fastidio!
¿Con qué necesidad pasaba
yo por esto? Mis padres tenían dinero que quizás no gastarían en decenas de
años. Tendría tiempo para terminar una carrera y sí dedicarme a lo que me
gustara.
Es cierto que recorrí
varias Universidades por años. Analista de sistemas fue lo primero que intenté,
claro que con mi coeficiente intelectual me convertí en hacker en menos de tres
meses. La carrera consistía en dos años y no iba a perder tiempo en conseguir
un título de adorno. Aunque mi madre decía “Anouk si quieres trabajar en el
mundo de los humanos deberías contar con un certificado.” Pues no, abandoné de
inmediato y dije a mis padres que me interesaba lo científico como mi hermana
Natasha, sin embargo cursé apenas dos años ya que fuera de la sangre me daba
asco manipular tantos elementos viscosos. Después comencé ingeniería nuclear y
me aburrí como ostra de mar al margen que las aritméticas me disgustaban. Obvio
no era para mí. En abogacía duré siete meses porque realmente estudiarme los
códigos y las leyes era por demás aburrido. Comencé a cursar en la Universidad
de Arte Varios. Uuuf, podría haber seguido muy feliz pero a los idiotas de los
profesores de dibujo y música respectivamente sugirieron que el arte no era lo
mío. Evidentemente desafinaba con todos los instrumentos y dibujaba como el
culo.
En fin, fue así como intenté
en arquitectura pero últimamente las mediciones de los planos y el álgebra ya
había probado que era para seres que se concentraran y fueran metódicos y
ordenados hasta el menor detalle. Otra carrera que no era para mí. Por supuesto
intenté seguir a pesar de todo ya que mi padre estaba perdiendo su paciencia.
Es más, él tan astuto se dio cuenta que por más que asistiera a clases
religiosamente, lo menos que hacía era prestar atención y estudiar.
Y bien, su paciencia
llegó al límite y aquí estaba trabajando como cualquier hijo de vecino y encima
humano. ¡Qué horror!
De pronto en la esquina
descubrí un carrito ambulante de café. ¡Qué bien! Me vendría genial ya que en
Kirkenes el otoño era bastante frío en comparación con Moscú. Me acerqué con el
bolso colgado de mis hombros y tres carpetas que había dicho el líder de los
vampiros que necesitaba en el despacho de la mansión. ¿Cómo cogía el puto vaso
de café? Lo que era peor, ¿cómo sacaba el dinero de mi bolso y pagaba? Las
carpetas eran pesadas aun para mí, además eran grandes e incómodas.
Cerca del vendedor,
observé un muro bajo de ladrillos que era parte de una jardinera construida en
la acera. No lo dude, las dejé allí mientras quitaba el dinero y le sonreí al
vendedor.
—Buenas noches, señor.
¿Sería tan amable de venderme un café?
—Por supuesto, niña.
Lo de niña lo dejaría
pasar ya que ni fuerzas me habían quedado para protestar y contarle al señor
que tenía en años más de medio siglo. Dicho sea de paso no podía confesarle mi
verdadera edad, así que volví a sonreír y busqué el dinero en mi bolso.
—¿Cuánto cuesta?
—Dos coronas.
Arquee la ceja. Estaba a
punto de decirle, ¿café importado de Singapur, querido? Pero por el mismo tema
del cansancio no iba a protestar así que pagué y me entregó un vaso de cartón
que parecía ser impermeable al líquido. El aroma era muy rico y se notaba muy
caliente.
—¿Tiene pocillo de
losa?–pregunté.
Me miró y rio.
—Es usted muy graciosa,
aquí tiene el vuelto.
Recibí los billetes y
pensé que había muchas cosas que debía aprender de los suburbios de la ciudad.
A decir verdad, había visto las máquinas expendedoras con vasos descartables en
las Universidades, pero sinceramente pensaba que había varias opciones y los
humanos solían tener ese gusto mediocre por las cosas baratas. Mucho no había
viajado sola sino en compañía de mi hermano Ivan. Él tenía un gusto exquisito y
elegante desde los trajes que usaba hasta las copas y vasos donde bebía. Por
supuesto que él conocía los dos mundos y no dudaba que sabía comportarse de
acuerdo al medio, cuestión que yo debía aprender urgente.
Hablando de aprender, el
tema sexo se había convertido en mi tortura. ¿Cómo había llegado a mi edad
siendo virgen? Nunca había querido probar con humanos y los machos de mi raza
eran muy comunes y para mi gusto, horribles. Ni siquiera en las cumbres cuando
solíamos visitar a Adrien, y muchos de ellos me miraban con deseo, no había
encontrado un macho con el que me hiciera la agradable idea de que manoseara mi
cuerpo y yo disfrutara con ello. Esas manos grotescas, vestidos como si fueran
a la guerra, ese olor a transpiración, ¡puaj!
Svetlana siempre me
decía, “Anouk, no son tan brutos. Puedes cambiarlos a tu gusto. El macho que
está interesado en ti goza de unos músculos increíbles”. No gracias, no quería
a mi lado un macho de las cavernas. No podríamos hablar de nada y me aburriría.
Ella insistía, “pero en la cama te haría gozar y ya vas a ver tú lo que es
bueno”. Nada, no me veía con ese mastodonte de fibra y músculo que no supiera
como tratar a una dama como yo.
Me acerqué al muro bajo
junto a las carpetas y me senté a tomar el café.
Bebí varios tragos,
dejando la pausa entre uno y otro como debía beber la gente educada. Mis
piernas juntas para no parecer una machona u hombruna, el vaso sosteniéndolo
con delicadeza y con mi meñique separado… ¿Qué cuernos hacía bebiendo café en
un vaso descartable con un olor a cartón plastificado y encima sentada en la
vereda de pleno Kirkenes?
La verdad que dentro de
todo me gustaba estos “permitidos” que me animaba a hacer. No era tan malo
después de todo, salvo el olor del vaso, por supuesto.
Me entretuve viendo la
gente que iba y venía por la acera, sus abrigos de lana de colores llamativos, sus
rostros, sus gestos, tan diferentes uno de otro. No era que nunca había
caminado por una calle sola. Lo hacía frecuentemente en Moscú, pero algo había
diferente.
Tantee el móvil en el
bolsillo de mi abrigo y lo cogí para hacer una llamada a mi padre. Necesitaba
algo de dinero. Sebastien me había pagado mi primer sueldo, pero no tenía mucho
dinero hasta que llegara final de mes, así que algo extra no me vendría mal.
Después de todo estaba haciendo las cosas bien.
—El móvil de mi padre
sonó unas siete veces. ¿Dónde estaba que no contestaba? Miré la hora en mi
reloj pulsera enchapado en oro… ¿Las nueve y veinte? Era temprano…
“Hola”
—¡Ah papá! Habla Anouk.
“Hija, ¿cómo estás?”
—Bien… Recién he salido
del hotel Thon, todo bien. ¿Por qué has tardado en contestar el teléfono?
“Ah… Ehmm… Es que estaba
con tu madre”.
—¿Mamá viajó a la Isla?
“Sí, cariño”.
—Pero no la he visto.
Sebastien dijo que pasaría por la mansión para viajar a verte.
Escuché la voz de mi
madre como murmullo.
“Te paso con tu madre”.
“Hola cariño. Disculpa es
que estaba muy nerviosa por la reconciliación con tu padre. No he querido
despreciarte, mi pequeña”.
—Lo sé mamá… Pero… Yo
regresé a las ocho y media. ¿Tú ya estabas en la mansión?
“Sí. Sin embargo es como
te he dicho. Me he quedado en el despacho de Sebastien junto a Charles que me
ha calmado los nervios con un té de tilo, mientras esperaba a Numa que me trajera
hasta aquí”.
—Mamá –la interrumpí—, no
me des más explicaciones. Por favor pásame con papá.
“Claro, cariño. ¿Te has
enojado?
—No, no te preocupes.
Sinceramente no era
agradable enterarte que tu madre había estado a poca distancia de ti y no había
recordado saludarte. Entendía que el encuentro con mi padre la tendría a mal
traer, pero… ¿si se hubiera tratado de Svetlana o Natasha?
“Hola Anouk, ¿qué
necesitas? ¿Te sientes bien?”
—Sí, necesito un poco de
dinero ya que no voy a llegar a fin de mes.
“Anouk, Sebastien me ha
dicho que te ha pagado el sueldo hace dos semanas. Estamos a mitad de mes.
¿Cómo que no tienes más dinero?”
—Ay papá es que los taxis
están caros e ir y venir a la mansión todos los días es…
“¡Aguarda Anouk! ¿Estás
diciéndome que coges taxi para ir a trabajar y para regresar a la mansión?”
—¡Cómo quieres que me
traslade!
“¡En autobús, Anouk como
todo el mundo!”
—¿Qué? Papá no puedo
viajar en autobús con todas las personas comunes y corrientes.
“Mira Anouk, no voy a
darte un peso. Deberás administrarte mejor.
—Papá, no sé viajar en
autobús.
“¡Pues aprendes!”
Escuché que mi madre
protestaba. El caso es que mi padre se ponía de terco y no había nadie que lo
hiciera cambiar de idea.
—¡Te odio!
Corté la comunicación
maldiciendo hasta en arameo.
Decidí armarme de valor,
y entrar a ese especie de vehículo que apestaría a olor humano y mal gusto por
el vestir.
Deseché el vaso en la
basura y caminé con mis stiletos por la acera hacia la parada. ¿Dónde quedaría
la parada?
Suspiré y acomodé
nuevamente las carpetas en mis brazos. Eran incómodas y además el bolso
resbalaba de mi hombro y cada dos por tres tenía que colocarlo adecuadamente.
Me detuve en la esquina y
observé algún cartel que indicara la parada. Por fin la encontré cruzando la
calle cerca de la esquina.
Me paré tras una señora
que llevaba un niño pequeño en brazos. El niño lloraba como marrano pero al
acercarme mi miró.
—Holaaa –saludé con una
sonrisa.
Me gustaban los niños…
¿Tendría muchos cuando formara una familia? ¡Qué idiota! Si no tenía ni
siquiera un enamorado rondándome.
El niño me miró fijo y
fruncí los labios como si fuera a dar un beso y torcí los ojos poniéndome visca.
El niño sonrió para después dejar escapar una sonora carcajada. Su madre giró
para verme y sonrió.
—Parece que le gustas.
—Sí, parece.
Debía ser bonito ser
mamá… ¿Y si me dedicaba a maestra de Jardín de Infantes? ¿Habría título para
eso? A lo mejor…
……………………………………………………………………………………………….
El viaje en autobús fue
de terror. Subí sin tener la maldita tarjeta que servía de pase para viajes y
el idiota del chofer casi me hace bajar. A no ser por un señor muy educado que
después de devorarme el culo con los ojos me ofreció pasar la tarjeta así
podría continuar mi travesía.
Eso no fue todo… El
autobús tenía alrededor de cuarenta asientos totalmente ocupados así que me
erguí y en voz alta me dirigí a los pasajeros…
—¿Alguien podría tener la
amabilidad de cederme el asiento?
Después que escuché
murmullos alguien gritó desde el fondo, “¿por qué, querida? ¿Estás embarazada?
—¡Qué la boca se te haga
a un lado, cabrón!
La voz que tenía dueño,
dicho sea de paso, un joven con abrigo y maletín, replicó…
—Entonces niñita de alta
sociedad viaja de pie, que no se te caerán los anillos.
¡Idiota! ¡Una falta de
caballerosidad total!
En definitiva tuve que
viajar de pie, cansada, de mal humor, y pensando que este sería el destino
durante el resto del mes. Salvo… Que enviara un mensaje a mis hermanos para que
se compadecieran y me dieran dinero.
Vilú.
Mi largo vestido de
chelín rojo lamió la escalera de mármol mientras bajaba desesperada con el odio
creciendo en mis entrañas. Agravar se había ido y con él todas mis joyas y el
dinero de la caja fuerte. No podía creer que me hubiera hecho eso. Le había brindado
todo. Mi casa, mi cuerpo, mi colaboración con su maldita hija… No, quizás había
un error…
Miré alrededor ante el
silencio de la gran sala que me carcomía el cerebro. Mis manos temblaban de
ira. Mi garganta estaba seca y no por la falta de sangre. Si él no se hubiera
encontrado en toda la casa bien podría pensar que nuevamente había viajado a
Kirkenes, sin embargo me faltaban las riquezas acumuladas por mis padres por
tantos años… ¡Maldito seas Agravar! Pero no te la llevarás de arriba. No sabes
con quien te has metido.
A los gritos, llena de
furia y violencia, llamé a Huan Yue. ¿Podría haber alguna posibilidad que
Agravar no hubiera desaparecido? ¡Ilusa! ¿Cómo irse con todas mis joyas? ¿Con
qué cara regresaría? No, no volvería…
Mi sirviente tardó en
aparecer con su escuálida y empobrecida figura.
Volví a llamarlo a gritos
sumando algún que otro insulto que bien se lo merecía. Por incompetente. Cuando
al fin surgió entre las sombras que daban a la puerta de un hall, lo miré… El
quedó inmóvil con el rostro desdibujado por el pánico.
Me acerqué lentamente.
—Dime, imbécil. ¿No sabes
nada de Agravar?
—No, mi señora.
Me acerqué más hasta que
él tuvo que elevar la vista para contemplar mi rostro.
—¿Así que no sabes nada?
—No, mi señora.
Mi mano se estrelló
contra su mejilla haciéndolo tambalear.
—¿Y piensas que voy a
creerte?
Al elevar mi mano
nuevamente para golpearlo se atajó tratando de cubrirse con su propio brazo.
Sollozando respondió.
—No sé nada, se lo juro.
Anoche él sólo dijo que se reuniría con usted mientras cazaba en las montañas.
Pensé que mi señora vendría con él.
Lo observé…
—No… Se fue para siempre…
Se ha llevado todas mis riquezas, me he quedado sin nada. Seguro se reunirá con
su maldita hija y desaparecerán. ¡Me ha engañado!
Huan Yue bajó la vista…
Una leve sonrisa contenida noté en su boca de labios finos y agrietados.
—¿Estás riéndote de mí?
Él no me miró pero
continuó sonriendo.
—Me las pagarás –susurré.
Huan Yue me miró y se
puso serio, entonces se atrevió a hablar con firmeza…
—Mis adorables amos
murieron por sus manos. Mi amo servicial y atento y mi adorable Cahuel. Usted
pagará por la maldad cuando el líder de los vampiros desde el más allá cobre
venganza –señaló el techo—. Entonces llegará el tiempo que no habrá piedra o
grieta donde pueda esconderse. Habrá justicia y usted pagará por todos los
delitos.
Sonreí.
—Mira que valiente que
has resultado después de todo. Sin embargo poco y nada te valdrá.
Dicho esto cogí el bastón
de bronce que adornaba una estúpida estatua de mi padre y lo descargué sobre su
cuerpo decenas de veces. Él quebró sus colmillos por no gritar de dolor. Pero
yo no me detuve con cuidado de no golpear partes vitales pero sintiendo el
crujir de los huesos al romperse. Con cada descarga sobre su cuerpo sentí
rejuvenecer. La sed de venganza era aplacada sólo lo suficiente para reunir más
fuerzas.
Cuando mi brazo quedó
entumecido por los movimientos repetitivos me detuve. Estaba agotada. Él
sangraba por la boca. Quizás debía parar… Lo necesitaba vivo.
Tiré el bastón a un
costado y lo levanté en el aire por la solapa de su uniforme ensangrentado. Lo
acerqué a la cara y murmuré…
—Escúchame bien saco de
gusanos. Iré a la mansión Craig para salvar mi pellejo. Si la idiota de Scarlet
abre la boca estaré perdida y sí tendría que darte la razón… Pero no sucederá.
Soy demasiado astuta para no salir ilesa de este lío en que me ha metido el
maldito Agravar. Tú… No te moverás de aquí hasta que regrese con ayuda de
dinero. ¿Me has escuchado idiota? De lo contrario quien no hallará piedra o
grieta donde esconderse, serás tú. Juro que te encontraré y te quemaré vivo.
Sebastien.
Numa llegó con Dimitri, Mijaíl,
y Sasha muy temprano a la mañana, los vi felices y enamorados. Me alegré por
ellos. Partirían a Moscú en unos días después de ver a Svetlana, Anthony, y a
Milenka. La joven pareja llegó al atardecer, había viajado a París para
resolver unas entregas de las obras del “Demonio rubio” como su padre la
llamaba. Esa tarde reunidos todos en la sala comentaban las anécdotas en “la
ciudad que nunca duerme”. Sasha y su marido expresaron que deseaban también ver
a Anouk y me preguntaron qué tal iba en su empleo. Por supuesto les dije que la
menor de los Gólubev venía haciendo buena letra aunque omití ciertas
dificultades que tenía para llegar temprano y a veces cumplir con lo que se le
ordenaba. Pensaba que no valía la pena amargar a sus padres ya que Anouk aunque
no pusiera voluntad, era evidente que no le gustaba trabajar, tarde o temprano la sacaría buena. Con
Douglas y Numa había ocurrido lo mismo así que no me desesperé y traté de tener
paciencia.
Lenya había hecho un
viaje relámpago a Drobak después de ver a Natasha en Kaliningrado. Al principio
lo vi mal estos viajes de idas y vueltas pero me aseguró que lo de Natasha era
amistad y había prometido ayudarla. Le creí. No sólo porque a mi hermano se le
notaba a la legua cuando sus ojos engañaban sino porque las conversaciones a
través del móvil con su humana enamorada me indicaban que no ocultaba nada de
lo que hacía lejos de ella. A Lenya se lo veía bien, ese atardecer se lo veía
bien… Hasta que Bianca descendió la escalera con el rostro angustiado.
Mi hermano se puso de pie
al igual que yo. Charles que terminaba de servirle un vodka a Dimitri se detuvo
con la botella en la mano y la observó.
—Bianca –murmuró—.
¿Tienes noticias?
Mi hembra amada susurró
mirando a mi hermano a los ojos.
—Ella está aquí. En el
parque… Ha venido a cumplir su promesa de ayudarme.
Todos entendimos a qué se
refería. Todos menos los Gólubev por supuesto, que se miraron sin comprender.
La muerte estaba presente
en el parque de la mansión aguardando la tarea que ejecutaría Bianca. Ese don,
que tan bien sabía usar.
—Llegó la hora, querido
–dijo Charles a mi hermano.
Me adelanté unos pasos
hacia él.
—Lenya, ¿estás seguro que
quieres hacerlo?
—No hay otra forma de
saberlo –murmuró.
Los Gólubev fiel a su
educación y ética se pusieron de pie, incluso Svetlana con la bebé.
—Sebastien –dijo Mijaíl—.
Nosotros esperaremos en la cocina con Margaret.
—Gracias.
Anthony no se movió al
pie de la escalera donde había estado hace segundos conversando con Ron. Ambos
miraron a Lenya y éste asintió con un gesto imperceptible. Él deseaba que ellos
estuvieran en ese difícil momento.
Svetlana dio un beso a
Anthony y siguió a sus padres y a su hermano a la cocina.
Cuando todos los Craig
estuvimos a solas, Bianca terminó de bajar la escalera y sin perder tiempo
salió al parque. La seguimos, salvo Ron y Anthony. Ellos desaparecieron para
después encontrarse con nosotros. Ambos tenían palas de cavar.
Lenya intentó coger una
de ellas pero ninguno se lo permitió. Esa triste tarea de desenterrar a su
madre no se la dejarían a él.
Al cabo de veinte minutos
la tumba había sido despojada de casi toda la tierra que cubría la urna que
contenía las cenizas de Halldora. Apenas Bianca se acuclilló y hundió la mano
en el hueco húmedo y oscuro, mi hermano cerró fuerte los ojos y apretó los
labios.
Una mano se posó en su
hombro y comprobé que era Rodion que había regresado de cazar. Ambos se
mantuvieron muy juntos mientras Bianca con la vista fija en la urna esperaría
quizás una orden silenciosa de ese fantasmal espectro de las sombras.
Al fin esos segundos que
se hicieron eternos concluyeron la espera agobiante.
Bianca posó su mano en la
urna y la noté temerosa. Comprendía que lo que vería no sería agradable a sus
ojos. ¿Pero había otra forma? Lo mismo había asegurado Lenya con razón. Estaba
seguro de amar a Bianca pero ese anochecer la amé más aún. Por el sacrificio
que deseaba hacer por mi hermano.
De pronto las luces del
interior de la mansión parpadearon y le siguieron los faroles del parque. No se
trataba de Numa y su don. Él se encontraba en planta alta con Douglas y Anouk,
resolviendo un balance de economía de las cuentas del hotel. Era la energía
poderosa del más allá que nos visitaba.
Me pregunté en qué lugar
de toda esa oscuridad estaría mi padre. O quizás en otro sitio de luz…
Bianca jadeó repetidas
veces mientras su mano seguía unida a la urna. Me asusté… Por un instante me
asusté. Su rostro estaba pálido y el sudor corría por la sien. Parecía faltarle
el aire. Quise intervenir pero Charles me detuvo cogiéndome del brazo.
De pronto mi hembra dio
un salto hacia atrás y cayó sentada en el césped. Miró en dirección a dos
cipreses y gritó.
—¡Lo prometiste! Ayúdame
a ver más claro, no distingo su rostro –protestó.
Alguien estaba de pie
cerca de ella. Nadie podía visualizar absolutamente nada pero el aire helado y
cargado de algo que no podría describir, seguramente mantenía contacto con
ella.
El miedo otra vez surgió
dentro de mí. ¿Si la muerte decidía llevársela a cambio de ese favor? ¿Si
después de haber contemplado al asesino se cobraba con la vida de mi amada?
El estómago se me hizo un
nudo…
¿Cómo luchar para
arrebatársela si ni siquiera veía quien estaba con nosotros dominando el reino
de los muertos? Desee que concluyera pronto. Ya no importaba que se supiera la
identidad del salvaje asesino. Sonaba egoísta, sí. ¿Sin embargo quien no sufriría
pánico frente a tanto poder? Incluso Charles, cuya mirada cruce tres veces y
fue suficiente para saber que si hubiera sabido rezar por Bianca lo hubiera
hecho.
Nuevamente Bianca posó su
mano en la urna… Fueron eternos segundos antes de que comenzara a hablar en voz
alta.
—Es un vampiro… Sus
cabellos son blancos, largos, muy largos. Su voz… Su voz es grave y profunda…
La amenaza… La amenaza y dice que la amó… Que la amó siempre… Pero ella no…
Bianca tomó un respiro
profundo y continuó…
—Él menciona a Adrien…
Dice… ¡Diablos no le entiendo! ¡Está furioso! Ella le suplica… Dice que tenga
piedad… —respiró con dificultad y una lágrima rodó por la mejilla.
Por los infiernos, pensé…
Que se detenga, que sea rápido. No quería verla así.
—Él se acerca… La toma
entre sus brazos… Oh… Mierda… La besa a la fuerza… Ella grita… Ella grita,
grita… —Bianca sollozaba.
—Él dice que no será de
nadie más. Si no puede ser de él… no…
Bianca se detuvo. Sus
ojos se abrieron con terror.
Un sollozo se escuchó en
el parque… Pero no era de ella. Era mi hermano.
Bajé la vista aterrado y
con el dolor invadiendo cada molécula de mi cuerpo.
Bianca continuó a duras
penas, jadeando como si le faltara el aire.
—Ella… —balbuceó—. Él…
¡Noooo, cielos!
El grito desgarrador de
Bianca provocó que una bandada de pájaros abandonara las copas de los altos y
estilizados pinos y dio por finalizada la triste escena. Quedó agotada,
extenuada, y llorando a mares. Su mano ya no estaba en la urna sino sobre su
pecho demostrando la angustia de haber visto algo espeluznante.
El aire pareció volver a
la normalidad. El parque en silencio… Todo había terminado… ¿Y ahora qué?
Abracé a mi hermano que
cayó de rodillas en la tierra mientras Charles abrazaba a Bianca.
Tanto dolor ocasionado
por un ser malvado y sin corazón. ¿Pero quién? ¿Quién sería?
Lenya miró a Bianca a los
ojos. Ambos lloraban en silencio. Charles la tomó del rostro y la obligó a
mirarlo.
—Querida, mí querida
hija… Dime… ¿Ella ha mencionado algún nombre?
Bianca lo miró como si
despertara de una pesadilla. Finalmente habló.
—Ella dijo… No me mates,
Agravar.
………………………………………………………………………………………………..
Encerrados en el despacho
junto a Charles, contaba a duras penas a Mijaíl lo ocurrido en el parque. Él
estaba consternado. ¿Cómo era que nadie había visto a Agravar en tantos años?
¡Qué bien había sabido ocultarse de todos nosotros! Ahora caía en la cuenta de
los asesinatos en Kirkenes… Y todo lo que ignoraría que había ocurrido a causa
de su culpa.
—¿Por qué ahora? ¿Qué busca?
–pregunté en voz alta confundido.
Charles se levantó del
sillón individual de un salto. Se acercó a la ventana y miró hacia afuera… Su
rostro estaba pálido.
—¿Qué busca? A Scarlet
busca –murmuró.
—No puede ser –aportó
Mijaíl—, se dice que nunca la quiso.
—Es cierto. Mi padre la
adoptó porque la había abandonado, a ella y a su madre.
—Quiere jodernos. Siempre
odió a Adrien, y esa es la forma que no descanse en paz esté donde esté.
El pánico corrió por mis
venas y me puse de pie.
—¡Maldito hijo de puta, no
la encontrará así tenga que pelearme con Scarlet y encerrarla en una
torre! —exclamé.
—La profecía… —murmuró
Charles—. A eso se refería en la última parte de su carta... Distintas manos
tocando la misma melodía… Tú y Lenya lo han hecho, ¿recuerdas, en el piano?
Lo miré apenado. Asentí.
—Después… Él más fuerte
llorará en brazos del más débil… También ha ocurrido cuando creíste que Lenya
moría.
—La tercera… —hice un
esfuerzo para recordar lo que alguna vez me había comentado Charles. Pero él se
adelantó.
—Cuando se unan en un
bien común…
—¿Todos? ¿No se trata de
Lenya y yo?
Me miró con
desesperación.
—Es evidente que habla de
sus hijos… Pero no de dos. “se unan” para él son los tres. Scarlet incluida. Y
me temo… que si luchan contra él no será fácil ponerla en su contra.
Mijaíl comentó
disgustado…
—Pero si la abandonó,
Scarlet es inteligente.
Charles y yo nos miramos.
—Sí querido, lo es. Sin
embargo cuando se envenena a un corazón es peligroso. Y ahora que lo dices, por
eso ella me echó en cara una mentira. Ahora sé que fue él.
Mi rostro se descompuso.
—¿Qué tratas de decir,
Charles?
—Que es en vano que la
ocultemos para que no la halle, es seguro... que ya la ha encontrado.
—No voy a permitir que se
la lleve –me exalté.
—Tranquilo Sebastien,
ella los adora –dijo Mijaíl.
Charles y yo nos miramos.
Nuestras miradas dijeron muchas cosas. Sí, nos adoraba. ¿Y a mí? A mí me
odiaba. No la quiero perder…
Charles entendió mi
preocupación. Mis ojos brillaron por las lágrimas.
—No te preocupes querido,
los hermanos a veces suelen llevarse mal, no por eso dejan de quererse.
Negué con la cabeza
mientras la emoción me ganaba.
—No, no me porté bien con
ella.
—Por favor, te necesito
fuerte. Confía en el amor que sembró a Adrien en su corazón.
—Amor que yo tiré por la
borda. Si tan sólo la hubiera tratado mejor.
—No te tortures. Scarlet
ha sido difícil.
—No, Bianca siempre me
dice que soy terco, altanero, y…
—Basta, no nos servirá
tus lamentaciones. No quiero fallarle a mi amigo. La iré a buscar y hablaré con
ella.
—Iré yo.
—No querrá escucharte.
—Sí lo hará, al menos… le
llevaré algo que dejó en medio de tanto dolor. Las pantuflas que le regalé.
—¿Le dirás que Agravar
mató a Halldora? –preguntó Mijaíl.
—No le ocultaré nada, ni
siquiera que la quiero con todo mi corazón.
—Deberás esperar que
salga de la Jefatura. Es mejor mantener nuestro secreto ya que este canalla
desearía que nos descubrieran.
En ese instante el
portero sonó.
—¿Quién puede ser?
–pregunté.
—Iré a ver –dijo Charles.
Mijaíl se excusó para
hablar con Anouk. Me adelantó que su hija menor había comentado que había
hallado su vocación y que él le había dicho que se alegraba mucho. Pero cuando
Anouk dijo de abandonar el trabajo por el estudio le ordenó que no iba a solventar
sus gastos. Mijaíl ya había llegado al máximo de su paciencia por lo tanto
Anouk debía trabajar y estudiar al mismo tiempo.
Sonreí a pesar de todo y
le aseguré que si hubiera sido un padre tan determinante y firme me hubiera
ahorrado más de un problema con Douglas y Numa.
Rio y antes de salir del
despacho me dijo un “tú también lo has hecho muy bien”.
Me senté en el escritorio
y busqué el móvil para llamar a András. Había problemas con un plano que
debíamos modificar y la mitad de las tuberías ya estaban construidas. Sería un
gasto que no esperábamos y como socio debía saberlo.
Charles entró con cara de
pocos amigos.
—¿Qué ocurre? ¿Quién era?
¿Ron no estaba en el parque?
—Salió a cazar… En la
sala hay… una serpiente que necesita hablar contigo.
—¿Qué dices?
—La señorita Vilú
Huilliche está en la sala, un tanto… ¿Cómo diría yo? Un tanto destruida en un
mar de lágrimas. Dijo algo así como… Agravar me engañó.
Me puse de pie y salí del
despacho.
Allí estaba ella, con
varios pañuelos descartables en su mano sollozando, sentada en uno de los
sofás.
Me acerqué y se puso de
pie.
—Oh… Sebastien… Nuestro
querido líder de los vampiros.
—Ahórrate las frases
halagadoras y puedes sentarte. Dime qué haces aquí y por qué mencionaste a
Charles a Agravar.
—Oh Sebastien –cayó de
rodillas frente a mí en una escena ridícula—. ¿Podrás perdonar mi torpeza?
—¡Levántate! ¿Qué debo
perdonarte? ¿Dónde están tus padres?
—Ella se cubrió la cara
llorando amargamente.
—Oh diablos… ¡Los
asesinó, Sebastien!
—¿Qué?
—Siii, oh qué horror… Y
le abrimos nuestras puertas creyendo que estaba arrepentido.
Observé que no traía
maletas, genial… No se quedaría.
—¿Arrepentido de asesinar
a Halldora? ¿O de qué otro delito más? –interrumpió Charles observando cada
gesto.
—¿Asesinar a quién? –se
inquietó—. ¿No digas qué ha asesinado más de nuestra raza? ¿De qué habla tu
sirviente, Sebastien?
—Siéntate –dije con voz
neutra—. Y no vuelvas a llamar sirviente a Charles.
—Oh… Perdón… Sepan
entender... No puedo pensar con claridad… en este momento –sollozó.
—¿Alguna vez lo has
hecho? –replicó Charles.
Ella ni siquiera lo
escuchó y se dirigió a mí.
—Mis padres han sido
asesinados. No he encontrado sus sagrados cuerpos, ¡oooh demonios! –lloró
nuevamente.
—¿Cómo sabes que los
asesinó?
—Él me lo dijo cuando
intentaba matarme. ¡Sebastien! No sé cómo pude escapar. Creo que me ayudó el
alma de tu padre.
—No pongas en tu boca el
nombre de mi amigo. Te queda grande –protestó Charles.
Ella ignoró a Charles y
se acercó a mí.
—Mírame, mis ropas están
deshechas, quiso… oh… cielos… Me da mucha vergüenza… Quiso violarme,
ultrajarme… Yo… Que soy dama de bien.
—Dama de bien pero tengo
entendido que bastante usada.
—¡Charles! –lo reprendí.
—Lo siento.
Ella continuó en su afán
de explicar lo acontecido. Agravar se había acercado a los Huilliches para
pedir ayuda en una posible reconciliación con nosotros. Deseaba recuperar a su
hija y según él sabía que no lo lograría sin pedirnos autorización. Después
según ella, sus padres notaron hechos extraños y actitudes que no les gustaba y
fue así que Agravar se deshizo de ellos.
—¡Qué suerte has
escapado, querida! –dijo Charles con burla—. Debo admitir que terminaré
creyendo que eres muy poderosa. Escapar de un vampiro como Agravar, sólo Adrien
le hacía sombra.
Ella lo miró con furia
pero en ese instante Bianca bajó la escalera.
—Buenas noches.
—Oooh, la dama de los
Craig –hizo una reverencia—. ¡Qué honor conocerte! Lo terrible es hacerlo en
estos momentos.
—¿Sebastien? –susurró
Bianca.
Miré a mi hembra amada y
la presenté.
—Ella es Vilú Huilliche.
De Chile.
Bianca se acercó
preocupada.
—¿Dónde ha ido a parar
Scarlet? ¿Cómo está?
—Oh, Scarlet estuvo, sí…
Y sinceramente no sé cómo les caerá lo que debo decirles…
—¡Dilo! –enfurecí.
—Por lo que pareció,
Scarlet y Agravar están muy unidos. Una de las ocasiones que me enfrenté a
Agravar fue por ese motivo. Reclamé que no era de seres dignos tramar algo malo
en contra de ustedes. ¡Ustedes, los Craig! Tan perfectos y justos.
Su rostro fue enjugado
por un pañuelo.
—Por eso me gané su odio.
Dijo que era una idiota con corazón y nunca llegaría a nada. Dicho sea de paso…
Me dejó sin nada de dinero, ni joyas. ¡Sebastien! –me tomó la mano
sorprendiéndome—. ¡No tengo dónde caerme muerta! ¿Qué será de mí?
—¿Se te ha ocurrido
trabajar? –sonrió Charles. —Ella volvió a mirarlo con fastidio para después
pedirme algo de dinero.
Bianca se acercó
lentamente.
—Primero suelta la mano
de mí marido. Segundo, que vueltas que da la vida, ¿verdad? Hace algún tiempo
te ufanabas de tu posición y belleza.
—Querida… Sé que eres la
hembra de Sebastien, pero aquí el líder es él.
—Mi hembra como tú dices
tiene derecho a opinar lo que se le ocurra –protesté quitando la mano entre las
de ella.
—Bianca, hija… —dijo
Charles—. ¿No sabes si tu amiga especial anda todavía por el parque? Porque
podría pedirle un favor.
—Charles… —murmuré para
callarlo.
Ella volvió a insistir.
—Sebastien por la memoria
de mis padres, no me dejes abandonada. Sólo un préstamo a corto plazo, veré
como salir después.
—¡No puedo creerlo, la
venganza de los dioses! –sonrió Bianca.
Ella se acercó
compungida.
—Bianca… ¿Aún siguen los
Craig sin perdonar esa actitud despreciable que he tenido por ser joven e
inexperta?
Mijaíl bajó las escaleras
con Anouk.
—Oh, ¡los Gólubev! ¿No es
así? A Mijaíl lo conozco. Ha visitado Chile con su bella mujer. ¿Y tú? ¿Eres la
mayor o la más joven? –se dirigió a Anouk pero ella no contestó, subió
escaleras arriba a toda prisa.
Mijaíl terminó de bajar
las escaleras en el instante que Sasha salía de la cocina con Margaret, Rose, y
Sara.
—¡Oh, señora Gólubev! Está
usted como siempre, una dama muy hermosa.
—Gracias –titubeó Sasha
asombrada de encontrarse a la hija menor de los Huilliches allí.
Continué la conversación
pendiente dirigiéndome a ella mientras Ron entraba a la sala de haber ido a
cazar. Su rostro se contrajo y sus ojos endurecieron como pocas veces había
visto en Ron.
Ella no lo saludó y creo
que él deseaba que no lo hiciera.
—Vilú, supongo que habrás
aprendido y cambiado a lo largo de la vida. Y me alegro. Ahora dices que
necesitas dinero pero… Tengo un inconveniente. No tengo efectivo ni Bianca
tampoco. Tú sabes, nos manejamos con tarjetas de crédito pero… creo tener una
solución –sonreí. Miré a Charles y le transmití lo que deseaba con la mente,
después ordené—. Ve a buscarlo, Charles. Dile que lo necesito aquí.
Charles asintió con la
cabeza y se retiró.
Nadie tomó asiento. Todos
no separaban la mirada de Vilú, con desconfianza, con recelo.
Ella siguió contando
sobre el asesinato de sus padres. Yo aún no podía creer que mis queridos
Licarayén y Cahué habían dejado este mundo en manos de ese asesino. Pero por
qué no creerlo. Agravar era de lo peor.
En minutos alguien surgió
por el pasillo superior seguido de Charles.
Anthony…
Ella quedó muda, inerte,
sin embargo a medida que él bajaba la escalera sus ojos se encendieron por la
lujuria.
—Anthony, disculpa las
molestias –me excusé con respeto. Como si él fuera el verdadero dueño de casa.
—Buenas noches –saludó
casi sin mirarla.
—Te he molestado porque
necesito un favor.
Vilú se dio cuenta de lo
que intentaba hacer y quedó pálida.
—Dime Sebastien.
—Esta pobre chica ha
sufrido el despojo de sus bienes materiales, todos, según ha dicho.
—No tiene donde caerse
muerta –agregó Charles. En cuanto lo miré fijo continuó.— Bueno, lo dijo ella,
¿o no?
—El caso es que no estoy
en condiciones de prestar dinero y pensaba si serías tan amable ya que tú no
tienes problemas en ese aspecto, si… Bueno, si le prestarías algo de dinero
para subsistir.
Anthony tenía la mirada
clavada en mí. Parpadeó, y entró en el juego.
—Por supuesto, Sebastien.
—Gracias, eres muy
amable.
—Me sentaré en el sofá
para deleitarme en primera fila –sonrió Charles mientras ella lo miraba con
desdén acomodarse entre los almohadones.
—Hazme un lugar a mí
también –agregó Ron sonriendo.
No había terminado de
decirlo cuando Anouk recorrió el pasillo superior deteniéndose en la escalera.
Tras ella Dimitri, y Svetlana con Milenka en brazos siguió sus pasos, con
mirada helada fulminó a la Huilliche, y descendió despacio cada escalón como si
los contara.
Vilú sonrió fingiendo
admiración.
—Los rubios, Góluveb. Svetlana,
¿no es así?
Ella no contestó pero fue
acercándose lentamente.
—Eres muy bella y tus
dones debes ser muchos, aunque el que debe destacarse es tu buen gusto por los
machos.
Chispas salieron de los
ojos del “demonio rubio”. Sonrió con altivez y se dirigió a su madre.
—¡Tenme a la bebé!
Sasha cogió como pudo a
Milenka llevada por la sorpresa. Sorpresa que no terminaría allí.
No hubo mucho para pensar
o impedir. Svetlana avanzó hacia Vilú y con el puño cerrado lo descargó en la
mandíbula de Vilú ante la expresión de “oooooh” de todos los que estábamos
allí. Claro menos Ron, Anthony, y Charles, que simularon una sonrisa.
La Huilliche voló por
encima del sillón cayendo atrás y desapareciendo de la vista por algunos segundos.
—Ay Mijaíl… —dijo Sasha
tan dama y educada—. ¿No dirás nada?
—¡Por supuesto, amor! –se
dirigió a Svetlana con el ceño fruncido—. Hija, la próxima vez usa la
izquierda, eres zurda. Será más efectivo.
Jajaja a la próxima que use la mano que es mas fuerte jaja, que buen golpe le dio, bien merecido se lo tubo, ojala que ellos le puedan abrir los ojos a Scarlet!!
ResponderEliminar¡Hola Lau1 Me temo que por ahora Scarlet está empecinada. Y para colmo su madre no vive para contar lo que ocurrió. El errror fue no hablar con ella desde el principio. Veremos que pasa. Y me alegré por Anthony, se lo merecía. Un besote grande y gracias.
EliminarUy no esperaba el final . Veamos q ue pasa con Scarlett adoro tu historia
ResponderEliminar¡Hola tesoro! De ahora en más es difícil que adivines en que terminan los capis. Hay mucha revolución en la mansión Craig. Mejor, si es sorpresa valdrá el doble, ¿verdad? Jajaja. Un besito grande y gracias.
EliminarHola, Lou... Bueno, me parece que Anouk ha comenzado muchas carreras para no acabar ninguna ;-)
ResponderEliminarY me temo que va a tener que subir bastante al autobús... a ver si en otra ocasión puede sentarse ;-)
Vilú es malísima... me ha horrorizado la paliza que le ha dado a Huan Yue
Todos lo han pasado muy mal... pero ya saben quién mató a Halldora
Creo que Agravar ha cometido un grave error al robar a Vilú... la ha puesto en su contra, y ahora Los Craig ya están sobre aviso... aunque hay muchas mentiras
¡Vaya puñetazo le ha propinado Svetlana! La verdad es que me ha encantado que lo haga ;-) Y, desde luego, siendo zurda... ¿cómo se le ocurre utilizar su mano derecha? ;-)
Genial y muy interesante, Lou
Besos
¡Hola Mela! Yo creo que fueron los nervios y la indignación de Svetlana. Y si le hubiera dado más tiempo y no se encontraba en la mansión de los Craig seguro hubiera ajustado más las cuentas. Pero claro, no olvidemos que la Huilliche es muy poderosa... Mejor dejarlo así por ahora.
ResponderEliminarAgravar como todo malvado no mide límites y éste es su error, se cree omnipotente. Veremos si es tan así.
Y Anouk, esta nueva Scarlet esperemos que gae el corazón poco a poco de todos los lectores. Un besazo grande y muchas gracias.