Capítulo 26
Anthony Craig.
Sebastien.
Me materialicé en el
estudio desde un rincón apartado del aeropuerto de Kirkenes. Deposité la maleta
a un costado del escritorio y la notebook junto al spot de mesa. Me quité la
chaqueta y desaté el nudo de la corbata. Me senté en mi cómodo sillón mientras
me conectaba con Charles. Mi fiel amigo y mayordomo debía estar atareado con
todos los movimientos sísmicos que había habido en la casa estos últimos tres
días.
“Charles, llegué. Estoy
en el estudio”.
Se conectó sin demora.
“Bienvenido al infierno
Sebastien, ¿qué tal el paraíso polar?
Sonreí.
“Te necesito, ¿estás
ocupado?
“Siempre lo estoy. Para
ti no, por supuesto. Ya estoy contigo.”
Refregué con las manos
la cara y mantuve la mirada fija en la madera lustrada del escritorio. Anthony…
Madre mía, ¡qué complicación! Justo una hembra Gólubev.
Charles entró al
estudio a los diez minutos y me miró sonriente.
-¿Todo bien, Sebastien?
-¿Todo bien, me
preguntas? No, todo mal. No te gastes en comentarme los hechos principales, mi
hermano me puso al tanto. Cuenta los detalles.
-Por ejemplo, ¿querido?
Tomó asiento y depositó
un café caliente y de aroma penetrante frente a mí.
-Gracias.
-De nada.
-Quiero saber que dice
Anthony de todo esto. ¿Se ha sabido por qué Svetlana no deseaba revelar el
nombre del padre de su hija siendo un Craig?
-Mmm… Creo que Svetlana
no cree estar al nivel de nuestro guardaespaldas, en cuanto a Anthony…
-Aguarda –lo
interrumpí.
-¿Se cree mucha cosa
para Anthony? Porque sí es así…
Esta vez me interrumpió
él.
-No, no. No es así. Doy
fe que Svetlana no tiene aires de grandeza, lo mismo los Gólubev. No
pienses mal de ellos. Fueron nuestros amigos por miles de años.
-Lo sé. Pero para que
sigan siéndolo necesito saber la verdad.
-Te repito. No ha sido
por menospreciar a Anthony. Fue el miedo que la llevó a ocultarle a la niña.
Ella misma se lo ha dicho en la cara.
-No me da ninguna
certeza de que esté diciendo la verdad. Pudo haber mentido frente a él al verse
expuesta.
-Cierto, puede haberlo
hecho. Entonces, confía en mi instinto. Está enamorada la pobre y le ha salido
mal el proyecto de llamarle la atención. Desde ya Anthony está furioso y
dolido.
-A eso iba… ¿Anthony no
quiere saber de Svetlana ni de la niña?
-¡Qué va! Se muere de
amor por las dos. ¿Por qué crees que estoy feliz y no preocupado? Porque esto
terminará en una boda y a lo grande. El amor entre ellos puede olerse. Confía
en mí.
-Siempre lo hago. De
todas formas eso de la boda está por verse.
-¿Crees que los Gólubev
no acepten a un guardaespaldas de los Craig en la familia?
-No exactamente. Creo
que nosotros los Craig veremos si aceptamos que Svetlana pase a ser una Craig.
Sonrió y me miró por
unos segundos.
-Estás enojado,
Sebastien. Y créeme, te entiendo. Te han tocado a uno de nuestros preciados
chicos.
-Sí… Y no me gusta
nada. ¿Sabes lo que son Ron y Anthony para mí?
-Lo sé.
-¿Alguna vez has visto
que faltaran el respeto?
-No.
-¿Qué protestaran por una orden?
-No. Sé quiénes son tan
bien cómo tú.
-No es justo. Mis
guardaespaldas nunca se han metido en líos de hembras, no me han traído nunca
un problema de faldas como se dice comúnmente. Al contrario han estado siempre
que los necesité.
-No me cuentas nada
nuevo.
-Por eso, que no te
extrañe como me siento. Svetlana será hija de mi amigo Mijaíl, pero engañó a
Anthony.
-Por amor, Sebastien.
-Por el motivo que sea.
¿Qué ocurría si Anthony no estaba interesado? ¿Le importó? No. Ella sólo buscó
cumplir su capricho.
-Ay Sebastien, no seas
tan duro. Te repito que no es un capricho. Piensa, por amor se hacen cosas
inimaginables.
Scarlet entró al
estudio sin previo aviso.
-Buenos días.
Caminó hacia el sillón
cerca de la ventana y cruzó las piernas. No tenía el uniforme de policía sino lucía jeans y cazadora de
algodón blanca.
La miré y arquee la ceja.
-Sí Scarlet, puedes
pasar.
-Gracias.
-Estamos ocupados
hablando de un tema importante –fruncí el ceño.
-¡Qué casualidad!
También quiero hablar de un tema importante.
-¿Ha subido el costo de
los zapatos en el Centro Comercial? –me burlé.
Hizo una mueca
despectiva y continuó.
-Haré de cuenta que no
escuchado tu broma de mal gusto. Vine para aportar sobre el tema de Anthony.
-¿Y qué tienes que
aportar tú de ese tema tan delicado?
Observé que Charles me
clavaba una mirada de reproche. Cierto que estaba de mal humor y la presencia
de mi revoltosa hermana adoptiva no ayudaba.
-Pues verás, hablé con
Anouk, y con mi característica inteligencia y astucia, logré sonsacarle la
verdad a la menor de los Gólubev antes de que partiera.
-¿Qué verdad?
–preguntamos al unísono Charles y yo.
-Svetlana le confesó
que está enamorada de Anthony desde hace mucho tiempo. Ella lo buscó, Anthony
no tiene la culpa. Cayó en sus redes. Svetlana es una hembra muy bella,
obviamente no tanto como yo.
Fruncí el ceño.
-Al grano, Scarlet.
-¿Qué grano? No tengo
ningún grano.
-Scarlet, es una frase
dicha para señalar que no des vueltas y cuentes lo que sabes –le aclaró
Charles.
-Aaaah, perdón,
continúo. Como decía, Svetlana recurrió a ese
arti… arti… artilugio peeerooo también es cierto que está sufriendo
mucho porque lo ama con todo su corazón.
-¿Eso dijo, Anouk?
–pregunté.
-Sí. ¡Ah! Y que no le
molesta después de todo que Anthony sea de la familia Gólubev. No quiere ver
sufrir a su hermana.
Estallé de furia. Me
puse de pie y golpee el escritorio con el puño.
-¡Pero quién se cree
que es esta Anouk! ¿No le molesta? ¡Pero si tendría que agradecer de rodillas
al Dios que se le cantara todos los días porque un macho como Anthony haya
posado los ojos en su hermana!
Charles y Scarlet se
sobrecogieron frente al golpe.
-Sebastien, por favor
cálmate que Svetlana nada tiene que ver con los dichos de esa chiquilla
inmadura –protestó Charles.
-¡Una pedante, eso es!
Bianca entró al
estudio…
-Cariño, ¿Por qué estás
tan enojado? Ni siquiera has subido a saludarme.
Con los brazos en jarro
contesté arrepentido.
-Perdóname amor. Lo de
Anthony me tiene mal.
-Oh, pobrecito,
Sebastien. Está sufriendo. La ama tanto. No puede ocultarlo aunque lo desee. Y
esa niña que ha comenzado a adorar.
Bianca se acercó y la
refugié en mis brazos. Nos dimos un par de besos tiernos en la boca. Hubiera
deseado llegar a la mansión y correr hacerle el amor, pero el dolor de Anthony
realmente me preocupaba. La tristeza en los vampiros tenía consecuencias
nefastas.
-¿No te molesta que
quiera hablar con Anthony? Después subiré y seré todo para ti.
-Por supuesto que no me
molesta, cariño. Te esperaré. Te amo.
-Yo también.
-¡Cuánto amor hay en
esta casa! –bromeó Charles antes de retirarse discretamente.
Reí.
-Charles, por favor
dile a Anthony que necesito hablar con él.
-Ya mismo.
-Y tú Scarlet…
-Yo me iré a la
Jefatura, de lo contrario llegaré tarde.
-Lo bien que haces
–contesté.
-Adió cielo –saludó
Bianca.
Antes de cerrar la
puerta y desaparecer con Bianca, Scarlet se giró y me miró con una mano en el
filo de la puerta.
-Y el costo de los
zapatos han subido. No te preocupes no gastaré de tu dinero. Venderé las joyas
de mamá. ¡Qué tengas buen día!
……………………………………………………………………………………………….
Junto a la ventana de
cristales reforzados observaba el maravilloso día de sol que gozarían los
humanos. Me hubiera gustado pasearme sin problemas bajo los frondosos pinos y
realizar una larga caminata por los jardines junto a Bianca. ¡Qué bonitas
flores había plantado Charles! Según mi padre, a mi madre le encantaban los
narcisos y los geranios. Sí… Le hubiera gustado caminar por los jardines de la
mansión. Si mi padre la hubiera convertido a tiempo, quizás saldría de las
cumbres y vendría a visitarme a menudo… Mamá… Aún no olvidaba la dulce voz y el
breve contacto que había mantenido con ella. ¿Estará viéndome desde un rincón
de este estudio aunque no pudiera verla? ¿Y mi padre? ¿Aprobaría mi dirección y
manejo de los aquelarres? ¿Qué haría él con los Gólubev en caso de que
rechazaran al hijo de su guerrero y amigo? Cortaría relaciones. Sí… eso haría.
Nadie tocaría ni haría daño a un Craig. Porque Anthony era un Craig.
Los golpes en la puerta
me sobresaltaron. Estaba tan sumido en el pasado que los llamados me tomaron
por sorpresa, aunque sabía quién estaba tras la puerta.
-Pasa Anthony.
La puerta se
entreabrió.
-Permiso Sebastien.
Sonreí y señalé el
sillón frente al mío, escritorio por medio. Titubeó y finalmente se sentó. Mi
guardaespaldas no era un macho retraído y vergonzoso, por el contrario siempre
miraba a la cara y fijamente a los ojos de quien tuviera delante. Esta no fue
la excepción, aunque el abatimiento se podía palpar en el aire.
-Yo… -comenzó apenas
tomé asiento frente a él-. Yo quisiera comenzar primero.
-Adelante, tienes la palabra.
-Yo… Voy a hacerme
cargo de mi hija en todo lo que necesite. Nada le faltará aunque tenga que
pedirte un préstamo.
Lo observé en silencio
con los codos apoyados en el escritorio y los dedos entrecruzados a la altura
de mi boca.
-Me haré responsable de
Milenka como debe ser.
-Nunca dudé que no lo
hicieras, Anthony. ¿Crees que no te conozco?
Bajó la vista por unos
segundos.
-En cuanto al apellido,
no quiero forzar a Svetlana a que la niña lleve un apellido desconocido
perteneciendo a los Gólubev.
-¿Craig, te parece un apellido desconocido?
Me miró fijo.
-Me refería a mi
apellido, al de mi padre.
-Ah…
Me guardé lo que
pensaba para más adelante. Me urgía saber algo más importante.
-Dime Anthony, ¿amas a
Svetlana? ¿Estás enamorado de ella?
-Eso no tiene importancia.
-Para mí, sí.
Bajó la vista y noté la
tensión en su rostro. Su boca quiso pero no pudo.
-¿Amas a Svetlana,
Anthony?
-Sí.
-Bien.
-Yo… Quiero agradecerte
por el apoyo que me brindan los Craig.
Arquee la ceja mientras
lo escuchaba…
-No sé si otro
aquelarre hubiera hecho lo mismo por mí. Gracias, Sebastien.
Me recosté en el
respaldo mientras lo observaba.
-Anthony… No estoy
actuando por obligación. Dar la cara por ti no es un esfuerzo. Quiero que te
quede claro.
-Sí, señor.
-¿Svetlana dijo que te
amaba?
-Algo de eso dijo sí…
-¿Le crees?
Calló.
-¿Le crees? –repetí.
-Tengo miedo que sean
mis deseos los que ven amor en sus ojos. Ella asegura que está enamorada de mí
desde hace muchos años. No sé…
Abrí el cajón y quité
la caja de cigarrillos y el encendedor. Le ofrecí uno a Anthony. Aceptó.
Encendió el cigarrillo
y lo imité.
-Tu padre al igual que
el padre de Ron fueron grandes guerreros y guardaespaldas de mi padre, Anthony.
Eso lo tienes claro, ¿verdad?
-Estoy orgulloso de él.
-Me alegro. Me gustaría
saber porque no vas por la vida demostrándolo. Para una hembra no hay nada
mejor que un macho con esos antecedentes, y digamos que eres un calco de tu
padre.
Calló.
-¿Hay algo que yo no
sepa, Anthony? ¿Algo que te jodió lo suficiente para no creerte que eres una
gran macho de valor?
Se mantuvo en silencio
mirándome a la cara. Después negó con la cabeza.
Volví a recostarme en
el sillón y pensativo con dos dedos sobre mis labios medité.
-Una vez pregunté a mi
padre porque los Huilliches no debían pisar la mansión salvo por algún motivo
en especial.
Bajó la vista.
-Fue una orden que
respeté. Una de pocas que no le he pedido explicación. Será porque algo me dijo
que era una decisión acertada.
Respiré profundo.
-Ellos volvieron
después de mucho tiempo. Cuando falleció mi padre, ¿recuerdas? Después
asistieron a mi compromiso y matrimonio con Bianca, no todos claro. Sólo la
pareja principal del aquelarre.
Me miró a los ojos.
-Quiero olvidar esa
parte de mi vida que tanto me hizo sufrir, Sebastien. Por favor.
-Okay. Respetaré tu
silencio. Sólo nos haremos una promesa tú y yo. Tú prometerás pensar sobre tu
sentimiento de inferioridad ante ciertos seres y tratar de jugarte con el
corazón comenzando de cero. Y yo, te prometo que si Svetlana jugó contigo, los
Gólubev no pisarán más la mansión.
-Eso no, Sebastien.
¿Quién soy yo para armar todo este el lío y tirar abajo tantos años de amistad?
-¿Quién eres, Anthony?
Eres un Craig.
El móvil vibró en mi
bolsillo.
-Discúlpame, Anthony.
-Mi guardaespaldas
intentó ponerse de pie para dejarme en privado pero lo detuve.
-Siéntate.
Miré el display…
Mijaíl…
Presioné el altavoz y
hablé.
-Mijaíl, buenos días.
Anthony me miró.
“Sebastien, buenos
días. Lamento molestarte. Necesitaba hablar contigo. En realidad… Ofrecerte mis
disculpas. Sabes el motivo, ¿verdad?”
-Lo imagino, Mijaíl. Te
escucho.
“Sinceramente hubiera
preferido acercarme hasta Kirkenes, pero estoy en la petrolera por un asunto
delicado. De todas formas estaré en cinco días en Moscú.”
-No te preocupes, ya
nos reuniremos. Me alegro que hayas llamado. Sé que no debe ser fácil para ti.
Te noto angustiado.
“Es que… A veces los
hijos nos dan disgustos… Yo… quiero que sepas que a pesar de todo estoy feliz
con Milenka, la amamos."
Miré a Anthony.
-Su padre también la
ama, te lo aseguro.
Hubo unos eternos
segundos de silencio, los cuales odié. Tampoco quería terminar una relación tan
estrecha con los Gólubev, deseaba que todo terminara bien. Para ello, Mijaíl
debía decir a mi parecer lo correcto.
“Me tranquiliza
saberlo. A pesar de todo es una buena noticia.”
Arquee la ceja y tragué
saliva. No sólo por la espera de esa respuesta que anhelaba, sino porque
Anthony estaba escuchando toda la conversación. La verdad… que me jugué entero.
-¿A pesar de todo,
Mijaíl? ¿A qué te refieres? ¿Por qué la niña es hija de mi guardaespaldas?
Noté la tensión y el
temor de Anthony.
“¿Cómo crees,
Sebastien? Me refería a la hazaña que recurrió Svetlana para atraer a Anthony.
Se equivocó, Sebastien. Nadie puede sostener una relación por medio de un
embarazo. ¡Qué diablos me importa a que se dedique el macho que ama mi hija!
¿Es qué no me conoces?”
Respiré hondo
disimuladamente y redoblé la apuesta.
-¿Svetlana te ha dicho
que lo ama?
“Mi hija está enamorada
desde que tenía dieciséis años, Sebastien. Yo y Sasha sin saberlo. No sé,
querido. A veces pienso que mis propios hijos no confían en nosotros.”
-No lo tomes tan a
pecho –sonreí-, Tengo lo mío con Douglas y Numa, no te creas. De todas formas
me alegro que hayas llamado. Estoy seguro que todo se arreglará para bien de
los dos aquelarres.
“Ojalá, Sebastien. Me
gustaría hablar en algún momento con el padre de Milenka. Saber sus
intenciones.”
-Sus intenciones son
las mejores, Mijaíl. Como serían las de cualquier Craig. ¿Te encontrarás en
Moscú el fin de semana?
-Sí, claro que sí.
.-Espéranos. Te haremos
una visita. Hasta pronto Mijaíl, mis saludos a Sasha.
“Gracias, lo mismo para Bianca. Será un placer
recibirte, como siempre.”
Cuando corté la
comunicación observé a Anthony.
No podía adivinar qué
pasaba por su cabeza pero al menos no tenía ese gesto preocupado combinado con
la angustia.
-Ve, Anthony. Puedes
preparar tu viaje con tiempo. En unos días irás con nosotros a Moscú.
-Gracias, Sebastien.
-Por favor, le dices a
Charles que lo necesito.
-Sí, por supuesto.
-¡Aquí estoy! ¿Me
necesitabas?
Charles abrió la puerta
en cuanto Anthony se puso de pie. Fruncí el ceño.
-¿Estabas escuchando
tras la puerta?
Su boca se abrió de
espanto.
-¿Cómo puedes acusarme
de algo así?
Arquee la ceja.
-Con permiso.
-Ve, Anthony.
Cuando la puerta se
cerró Charles tomó asiento en el sillón donde había estado sentado Anthony
segundos antes.
-Tú dirás.
-Estuve pensando que
los Craig no tenemos un distintivo que llevemos encima.
-Tenemos un símbolo, el
león de oro con ojos de rubí en dos escudos. Uno aquí ,y el regalo de Lenya para tu boda, en la sala.
-Sí, lo sé.
-¿Crees que los Craig
necesitan llevar un símbolo para que otros aquelarres sepan quiénes son?
-No. Pero pienso que
los tiempos han cambiado y que además de aquelarres amigos tenemos alguno[KY1]
que otro vampiro errante dando vueltas por ahí.
-Cierto.
-Ya no corren tiempos
como la época de mi padre, Charles. Los vampiros poco a poco se han ido
alejando de las reuniones esporádicas en las cumbres, por consiguiente, también
de las normas.
-¿Y un símbolo será
suficiente?
-Claro que no. Un
símbolo que lleven los Craig será el comienzo.
-Tienes razón. ¿Qué
propones?
-Un anillo.
-¡Qué original!
–bromeó.
-¿Acaso se te ocurre
algo más práctico?
-Pues un colgante de
las características de la cabeza de león en oro supongo que sería incómodo. Un
prendedor en la solapa no siempre podríamos llevarlo encima, un brazalete no
iría con el gusto fino y elegante y a Scarlet le daría un ataque. Sí, un anillo
es perfecto.
-Bien. Quiero la cabeza
de un león en oro puro, dos rubíes pequeños como ojos. Finamente labrado,
confío en tu gusto. Para las damas deberá ser más delicado.
-Perfecto.
-Vete a Oslo ya mismo.
Encárgalo en Cartier.
-Muy bien.
-¡Ah! Necesito tenerlo
en cuatros días.
-Mmm… No sé si
aceptarán.
Qué buena la decisión de Sebastien de llevar un símbolo para la casa Craig, me gusta mucho. Y desde luego que me alegra saber que Anthony tiene el camino allanado para resolver todo ese asunto, es bueno que la familia de Svetlana sea tan justa, o casi todos. A ver qué pasa.
ResponderEliminarGracias de nuevo por compartir tu historia, amiga.
Besos.
Tenia que llegar la cabeza de la familia para calmar esos animos, que bueno que Sebastian le aclaro a Anthony que él es de la familia, no se tiene que dar por menos todos son iguales y que también se entero que Svetlana lo a querido siempre, y que la familia de ella es bien justa, super bueno el capitulo mil gracias Lou por estos 3 capítulos!!
ResponderEliminarHola Lou... Sebastien estaba más que dispuesto a defender a Anthony frente a los Gólubev... pero no ha sido necesario
ResponderEliminarMijail se ha comportado con mucha corrección
Me he reído mucho con el "grano" de Scarlet
Una fabulosa historia, Lou... solo puedo felicitarte y volverte a felicitar
Besos