Capítulo 29
El compromiso.
Lenya.
La mañana del siete de
junio estábamos reunidos en la sala con un olor pestoso a bloqueador solar
aroma a coco. De verdad estaba mareándome. Charles, Sebastien, y yo,
esperábamos que Anthony bajara de su habitación. Creo que elegir el traje para la
ocasión le llevó más de una hora y estuvimos a punto de perder el avión. Menos
mal que Ron había decidido darle una mano en la tarea, de lo contrario
hubiéramos vegetado en la sala.
Las chicas, Rose, Sara,
y Margaret, salieron de la cocina entusiasmadas. Todas deseaban ver a Anthony
partir a Moscú y desearle suerte.
Bianca, no se
encontraba en la mansión. Desde muy temprano se había dirigido al hospital para
hablar con Olaf Arve. Al parecer el entrañable aliado humano de Sebastien
necesitaba cuanto antes a Bianca para cubrir el resto del horario que quedaba
libre en la morgue. Douglas la había alcanzado en la moto y la esperaría que
terminara la entrevista. Numa y Rodion habían ido a cazar y Scarlet estaría en
su habitación preparándose para partir a la Jefatura. La llevaría Ron en el
BMW, mientras Charles nos alcanzaría en su Ford Falcon hasta el aeropuerto.
Mientras aguardábamos
sentados en el sofá le dije a Sebastien que al regresar de Moscú viajaría a
Drobak, arqueó una ceja y me preguntó si estaba seguro de lo que estaba
haciendo. Le contesté que sí. No podía quedarme en Kirkenes sabiendo que Liz
podría enamorarse de ese tal Drank y haría lo posible por quitar del medio a
ese estorbo de leñador.
Pienso que su intención
sería convencerme que dejara las cosas como estaban pero unos tacos resonaron
en planta alta y los tres miramos al mismo tiempo. Por la barandilla de madera
lustrada Scarlet caminó hasta llegar al escalón más alto de la escalera. Lucía
una falda, chaqueta negra, y una blusa blanca de cuello bordado en hilos
inmaculados. Tacos altos stiletto y medias le daban un toque de femineidad y
elegancia perfecta. En su anular derecho el anillo de los Craig destelló.
Sebastien se puso de
pie y Charles se acercó a la escalera.
-¿Irás tan elegante a
la Jefatura? –preguntó mi hermano, extrañado.
-No. He pedido dos días
de autorización para ausentarme. Iré con ustedes.
-¿Con nosotros?
–interrogó Sebastien.
-Por supuesto. Me
interesa estar presente frente a los Gólubev. Quiero saber que opinan de la
unión de Svetlana y Anthony.
-¡Qué brillante idea,
Scarlet! –exclamó Charles-. Es adecuado que acompañes a tus hermanos.
Sebastien lo tomó bien,
al menos eso demostró. Pero no faltó la advertencia ante el temor que nuestra
hermana se mandara alguna.
-Scarlet, te pido que
si vas a abrir la boca preguntes a Lenya o a mí si vas a decir lo correcto, lo
mismo si haces algo fuera de lo común.
Scarlet lo miró por
unos segundos mientras bajaba la escalera y colgaba con delicadeza un pequeño
bolso en su brazo.
-No te preocupes. Dejé
de ser idiota hace un tiempo.
-Pero no atolondrada.
Eso lo sigues siendo, es mi único miedo. Por favor.
Se acercó a él sin
apartar la vista.
-Ya te lo dije. No te
preocupes.
Ron corrió por el
pasillo superior hasta la escalera y levantó los brazos hacia el techo.
-¡Gracias Thor, Dios
del trueno!
Nos miró y sonrió.
-Hete aquí, el señor
Anthony Haraldson Craig.
Miró hacia el fondo del
pasillo y pudimos comprobar avanzando a nuestro querido guardaespaldas luciendo
un elegante traje gris claro. La corbata era de un gris humo y tenía finas
rayas en gris más claro. La camisa almidonada blanca resaltaba con su negro
cabello peinado con gel. En los puños gemelos en oro, y por supuesto el
infaltable anillo.
Rose aplaudió y la
seguimos con entusiasmo.
-Yo planché la camisa,
agregó Sara.
-Oye, que yo lustré los
zapatos negros y mira como brilla el charol –dijo Rose.
Margaret sonrió.
-Bueno yo de Anthony no
puedo decir nada pero ayudé a Scarlet a elegir lo que tiene puesto.
-Muy buena elección,
querida –felicitó Charles.
-Estás muy elegante
Anthony –aseguró mi hermano.
-Gracias.
Bajó la escalera
seguido de Ron.
-Okay, si todos van a
ponderarse, la corbata a rayas finas fue elección mía –sonrió Ron.
Menos mal que ninguno
ha elegido el mismo color de traje –dije, mirándome el atuendo en color burdeos
y la camisa gris clara. Mi hermano estaba vestido por Gucci enfundado en un
traje negro con corbata al tono y camisa burdeos.
-¿Se dan cuenta? –dijo
Margaret-. Los cuatro tienen los mismos colores pero muy diferente combinados.
Parece a propósito. Les queda muy bien.
-¡Por supuesto, los
cuatro Craig! –sonrió Charles.
-¿Qué les parece si
partimos ya mismo? –preguntó mi hermano-. Temo que perdamos el avión.
-Vamos, suban al coche,
los llevaré en un suspiro –dijo Charles.
-¿Tu pasaje Scarlet?
–preguntó mi hermano.
-Lo compraré en el
aeropuerto. Bianca llamó para confirmar que había lugares en vuelos a Moscú.
-Ah… Okay. Vamos.
………………………………………………………………………………………………..
Scarlet consiguió
primera clase como los pasajes que había reservado Sebastien. Para ella fue
extraordinario estar en el interior de un avión además de gozar de tantas
comodidades.
Anthony seguramente
habría acompañado a Sebastien en algún viaje por el mundo porque no mostró
signos de extrañeza ni admiración. Yo estaba acostumbrado desde hace pocos años
pero lo cierto que nada fue nuevo para mí. Creo que mi primer viaje fue junto a
Rodion a Alaska. Por otra parte, disfrutaba ver a mi hermana toqueteando todo
lo de su alrededor bajo la atenta mirada de Sebastien desde el otro extremo.
Los asientos eran muy confortables y Scarlet preguntó unas cuantas cosas que le
llamaron la atención. Le mostré el botón de pánico en el phone y le expliqué
que mucha gente tenía miedo a volar, después la amplia bandeja con los lujosos
posavasos, y la pantalla de tv frente a cada asiento.
Cuando despegamos y el
avión tomó altura ella observó a través de la pequeña ventanilla. Su mirada
quedó teñida de entusiasmo y le brillaron los ojos. Sebastien también sonrió al
verla. Parecía una niña.
Sin embargo, cuando las
cumbres se divisaron en el paisaje sus ojos violetas cayeron en melancolía y se
recostó en el alto respaldo en silencio. Ya no volvió a mirar por la ventanilla
del avión. Estaba seguro que no era porque la altura le afectaba, pensé que ver
su antiguo hogar de esa perspectiva lo hacía más pequeño e inalcanzable. Casi
nadie quedaba ocupando las cumbres. Unos pocos de nuestra raza que habían
escapado de aquella ola de frío y habían deseado regresar poco después a su
hogar de siempre. Pero alguien especial desde hace un tiempo ya no ocupaba esas
cumbres ni las ocuparía nunca más… Nuestro padre.
Tomé su mano y sonreí
apenas me miró.
-¿Estás bien?
-Sí…
Sebastien leía unos
folletos de turismo y Anthony sentado junto a él miraba por la ventanilla del
lado derecho del pasillo.
Volví la vista hacia
las cumbres y me mantuve en silencio.
-Tengo su voz grabada
en mi memoria –susurró Scarlet, mirándome a los ojos.
-Suerte la tuya… Yo no
guardo ni siquiera eso –contesté.
Mi hermano levantó la
vista del folleto de colores y nos miró por unos segundos después tiró el
folleto sobre la bandeja y se recostó cerrando los ojos.
Nadie lo culpaba de
nuestras vivencias, pero supuse que lo habíamos hecho sentir incómodo.
………………………………………………………………………………………………...
Mijaíl.
Observé a mi Sasha
concentrada en los últimos detalles de la casa. Alisó el mantel de la mesa de
comedor color burdeos mientras Giselle depositaba en el centro de mesa un ramillete
de pimpollos blancos y servilleta dobladas en triángulo haciendo juego.
Mi mujer se detuvo e
inspeccionó alrededor. Me descubrió contemplándola desde la puerta que daba al
living.
-Querido, no sería
mejor que en vez de contemplarme estudiaras el lugar con tu ojo crítico. Podría
escapárseme algo y no me lo perdonaría –dijo muy preocupada.
Sonreí y me acerqué
hasta tomarla de la cintura por atrás.
-No hay nada mejor que
contemplarte, amor mío.
Sonrió.
Nuestros rostros se
reflejaron en el gran espejo biselado arriba del bargueño.
-Te amo tanto, Mijaíl.
Besé su mejilla.
-Yo también.
Gisele regresó al salón
comedor con una bandeja de vasos ovalados de cristal. La depositó en la mesa y
lentamente fue distribuyendo los vasos de vodka en cada lugar de los futuros
comensales.
-Querida –dijo Sasha
apartándose delicadamente de mí-, ¿has contado a Scarlet Craig? Recuerda que
nos han informado hace unas horas que la hija de Adrien nos hace el honor de
pisar nuestro hogar.
-Oui, Madam.
-Querido, Mijaíl,
Dimitri no ha llegado.
-Cariño, no te
preocupes, llegará. No ha podido modificar el horario a un paciente. Tranquila.
Dijo que llegaría a tiempo.
El llanto de Milenka se
escuchó.
-Puis- je aller avec
Svetlana s´il vous plaît?
-¡Ay querido! –exclamó mi hembra con una mano en el
pecho.
Sonreí.
-Oui Gisele –contesté.
-Mijaíl, que torpe
nunca he aprendido francés.
-No eres torpe Sasha,
sólo que nunca había tenido que aprenderlo. Yo he vivido unos años en Francia
cuando aún no te había conocido.
-¡Llegué!
La voz de mi hijo
Dimitri se escuchó desde el living.
Sasha respiró hondo.
-¿Lo ves? Te preocupas
demasiado.
-¡Holaa familia!
-Dimitri, ¿todo bien,
hijo? –pregunté apenas lo vi entrando a la sala comedor.
-Sí papá. Hola mamá.
¡Ey! ¡Qué guapa estás! Ese vestido azul te queda perfecto.
Dimitri dio un beso a
ambos.
-Gracias tesoro…. Ehm…
Tú… ¿Te vestirás más formal?
Dimitri se miró.
-Bueno, no estoy como
si fuera a hacer deportes, mamá.
-Sí… Pero Dimitri, la
ocasión lo amerita, ponte al menos una chaqueta sobre la camisa.
Rodó los ojos.
-Anda Dimitri tu madre
tiene razón. Son los Craig quienes nos visitan.
-¿Tú crees que
Sebastien o Lenya repararan en mí con el problema de Svetlana?
-Aun así me parece una
falta de respeto.
-Está bien papá. Me
pondré traje claro, si les parece bien. ¿Marfil?
-Me parece bien,
estamos en verano prácticamente –contesté sonriendo.
-¿Te parece tan claro,
Mijaíl? ¿Será adecuado para un compromiso? –preguntó Sasha.
Le besé la coronilla.
-Sí cariño. Marfil no
está mal. Y relájate, ya estamos todos.
Mi hijo mayor entró al
comedor. Lucía un traje azul marino y camisa blanca. Los gemelos de platino
hacían juego con la traba de la corbata azul a tono con el traje. Sus zapatos
destellaban por el lustrado. Rodó los ojos y bufó al ser despeinado por
Dimitri.
-¡Papá! ¿Alguna vez
madurará tu hijo? –protestó.
Reí.
Se acercó al espejo y
con los dedos cuidadosamente trató de alisar las hebras de cabello fuera de
lugar.
-Iván, ¿tienes
preparado lo que te he dicho?
-Sí papá. Lo tienes
aquí.
Señaló la parte
superior del bargueño.
Me acerqué hasta la
caja de cedro de treinta y cinco centímetros cuadrados y cuatro centímetros de
espesor. La abrí y contemplé el contenido en una funda de terciopelo rojo.
Sasha se acercó y posó
su mano en mi espalda. Ambos miramos los objetos en oro y platino.
-Estoy muy emocionada,
Mijaíl. Es el primero que entregaremos, nada menos que por el lado de Svetlana.
-Sí… Nos quedan cuatro,
cariño.
Natasha y Anouk se
asomaron a la puerta. Natasha llevaba en brazos a Milenka que emitía pequeños ruidos
guturales muy tiernos.
-A ver hija,
muéstramela –dije aproximándome al mismo tiempo que Natasha.
Sasha me siguió.
La niña tenía un
vestido vaporoso en blanco con cintas y bordados en amarillo limón.
-¡Qué bonita está,
Mijaíl! –se emocionó Sasha.
-Svetlana no quiere
salir de la habitación, papá –murmuró Anouk con su vestido de cóctel azul, recostada
al marco de la puerta.
Levanté la vista de la
beba y la miré.
-¿Cómo que no quiere
salir?
-¡Ay Mijaíl!
-Tranquila Sasha.
Hablaré con ella.
Inmediatamente me
dirigí por el pasillo hasta una de las habitaciones. Svetlana hacía varios años
que no vivía con nosotros, pero Sasha y yo decidimos no modificar su
habitación. A veces los padres inconscientemente se niegan que los hijos
crezcan y encuentren la deseaba independencia. Siempre serán nuestros niños así
tuvieren cientos de años.
Golpee la puerta
suavemente y Gisele no tardó en abrir.
-Monsieur Mijaíl, je
peux vous aider?
-No necesito nada,
Gisele. Muchas gracias. Sólo quisiera hablar con mi hija a solas, por favor.
-Bien sûr.
Cuando Gisele abandonó la habitación me acerqué a mi hija. Svetlana
miraba por la ventana y su rostro dibujaba la tristeza. Supe que había estado
llorando. Me senté en la cama y palmee a mi costado.
-Ven aquí, cariño.
Se acercó cabizbaja y se sentó junto a mí. Vestía un hermoso vestido
tres cuartos, ceñido al cuerpo, color terracota.
-¿Por qué estás triste? ¿No es lo que deseas? Me refiero a comprometerte
con el padre de tu hija. Sabes que si no estás segura o no lo amas te apoyaré.
Más allá que sean los Craig no quiero verte atada a un macho que no deseas.
Me miró con sus ojos llorosos.
-Amo a Anthony con toda mi alma.
-¿Entonces?
-Tengo miedo…
-¿De qué, cariño?
-Por lo que vendrá. A mi futuro.
-¿Qué quieres decir?
-¿Si Anthony se siente obligado, papá? ¿Si no me ama cómo yo a él?
–rompió a llorar.
La abracé acurrucándola en mi pecho.
-Cariño. ¿Piensas que te entregaría a los brazos de alguien que no te
ama si no estaría seguro?
-Pero no has hablado con él. ¿Si le ha mentido a Sebastien?
-Difícil sería mentirle a Sebastien. Además no es sólo su
guardaespaldas, él lo dejó claro. Lo conoce como si fuera su hermano. No te
preocupes.
-Papá –susurró enjugándose las lágrimas-, ¿y si con el paso del tiempo
el amor se enfría y ya no me quiere como hoy?
La separé suavemente y la miré a los ojos.
-Cariño, eso nadie puede saberlo. Es el juego de la vida. El cual sólo
tiene como regla principal, arriesgarse y vivir hasta llegar a la recta final.
Tampoco sabía cuántos años íbamos a estar juntos tu madre y yo cuando la
conocí. Sólo supe que ese día la sentí como el amor de mi vida. Y entonces me
jugué. Ha salido bien, ¿no crees?
Sonrió.
-Sí…
-Pierde el miedo a jugarte entera, porque debo explicarte algo más… Si
te juegas a medias no sirve. Disfrutarás la vida por la mitad. Y sí… Puede que
salga mal. Nadie sabe el gran secreto de la felicidad eterna. Sin embargo si
has puesto todo de ti sin reservas, has jugado limpio y sin trampas, te aseguro
que el fracaso por llamarlo de algún modo no tendrá ese sabor amargo. El amor
no es conseguir que alguien te vea y quede prendado de ti un día. El amor es
cada minuto de cada día luchar porque esa llama se mantenga. A veces vivirás
épocas más fáciles que otras, pero juro… Vale la pena.
Svetlana sonrió y secó las lágrimas.
-Anthony es el más hermoso y el más valiente de los machos.
Hice un gesto de ofendido.
-Imagino que no tanto como tu padre.
Rio.
-Mmm… Bueno, sólo un poco menos que tú.
-Eso está mejor.
La tomé de la mano y nos pusimos de pie. Acomodé las hebras de cabello
rubio.
-Mi demonio rubio, ¿dónde quedó esa fortaleza rebelde con la partiste de
casa para vivir sola y lejos de nosotros? Quiero verla otra vez…
Anouk golpeó la habitación y abrió la puerta.
-Llegaron los Craig.
………………………………………………………………………………………………
Cuando contemplé en la sala a los tres hermanos Craig una sensación de
pequeñez me embargó. No era un vampiro que se amedrentara ante ningún ser sobre
la tierra, tampoco era un sentimiento de cobardía. Creo que venía por el lado
de la admiración. Adrien, mi líder durante tanto tiempo, ya no estaba entre
nosotros, sin embargo podía afirmar que había de él en cada uno de sus hijos.
Sonreí a todos los presentes y el brazo de Svetlana me aferró con
disimulo. Mi mano se posó en la de ella y dirigí la mirada a Anthony Haraldson,
hijo de uno de los guerreros más destacados de Adrien.
Sus ojos como azabache estaban fijo en Svetlana. Su mirada traducía
emoción quizás de verla, pero sobre todas las cosas noté la devoción por la figura
de mi hija. Era como si su iris renegrido se hundiera en los ojos de Svetlana y
se abandonara a ella, entregado por completo.
Mi familia aguardaba mis saludos ya que ellos habían tenido el honor de
recibir a los Craig y a Anthony.
-Lamento no haber podido darles la bienvenida –me excusé-. Svetlana me
necesitaba.
Sebastien sonrió.
-No te preocupes, recién llegamos. ¿Qué tal Svetlana? ¿Cómo estás?
-Bien, Sebastien. Gracias.
Me alejé de mi hija que se ubicó junto a su madre. Abracé a Sebastien y
luego a Lenya. Miré a Scarlet sonriendo e inclinando levemente la cabeza.
-Bienvenidos Craig, esta es su casa.
-Gracias –contestaron al unísono.
Me giré hacia el hijo del guerrero y extendí mi mano.
-Anthony Haraldson, bienvenido.
-Gracias, señor.
Él estrechó mi mano con firmeza. Señal de honestidad y franqueza.
Inmediatamente Sebastien habló.
-Mijaíl, a ti y a tu entrañable familia, con un apellido y una
trayectoria del cual estoy orgulloso de haber mantenido una férrea amistad
siguiendo el camino de nuestros padres, me presento ante ti formalmente, y
junto a mis hermanos, acompañamos a Anthony Haraldson Craig en este acto de
compromiso con vuestra hija Svetlana Gólubev.
Asentí con la cabeza mientras Anthony quitaba la caja de terciopelo de
uno de sus bolsillos de la chaqueta y se dirigía a Svetlana.
-Svetlana Gólubev. Te ofrezco este anillo símbolo de los Craig, como
muestra de mi deseo que pertenezcas a mi aquelarre. Su significado tiene un
valor más sentimental que costoso, porque a partir de que lo lleves en tu
anular derecho, los Craig te pertenecen como te pertenezco yo a ti. Mi familia,
será tu familia sin ninguna distinción. Prometo amarte, cuidarte, protegerte,
contra todas las adversidades que se presenten. Te seré fiel hasta el último
día de mi existencia. Que lo aceptes lleva implícito el mismo compromiso de tu
parte.
Anthony se acercó a Svetlana y sin apartar la mirada de mi hija extendió
la caja pequeña. Svetlana ahuecó sus manos para sostener el valioso obsequio de
los Craig. Si todo salía bien ellos estrenarían alianzas el día de la boda. Pero
esta joya significa la bienvenida a la familia Craig, cuestión que me alegré
muchísimo. Sinceramente, el aquelarre de Adrien siempre había sido muy querido
y respetado por mí y mi familia.
Mi hija abrió la caja con delicadeza y sus ojos se maravillaron ante la
joya que quedó en exposición. Sobre el aro de oro la pequeña cabeza de león con
dos rubí por ojos. Noté que era una réplica exacta del anillo que llevaba
Scarlet, y más sofisticada que la que llevaban en sus anulares tanto Anthony
como Sebastien y Lenya.
Svetlana dudó si Anthony debía colocar el anillo e intercedí.
-Hija, debes colocarlo tú en el anular. La joya es el símbolo del
aquelarre y que aceptes ser parte de ellos de ahora en adelante implica sólo tu
decisión.
Svetlana no lo dudó. Quitó el anillo del bello estuche y entregó la
cajita a su madre. Sasha estaba emocionada. El resto de mi familia y me
incluyo, también. Pero las madres son más sensibles ante estos eventos, no
cabía duda.
El anillo se deslizó por el dedo anular de mi hija y por primera vez
miró a la cara a su enamorado.
-Acepto ser una Craig. Pertenecer a tu aquelarre y guardar fidelidad
como lo hecho y haré con mi familia de sangre. Agradezco el obsequio como
también la bienvenida que me dan a su linaje.
Ambos se miraron y un silencio un tanto incómodo brotó en la sala.
-Pienso que sería adecuado dejar a los chicos que hablen –dijo Sasha-.
Mientras podemos pasar al salón comedor. ¿Les parece bien?
-Me parece perfecto –contestó Sebastien.
Anthony.
Antes de que se retiraran del living pedí a Natasha que me entregara a
Milenka. Necesitaba tenerla entre los brazos y sentir ese calor tan genuino.
Svetlana me observó mientras trataba de acomodarla entre mis brazos e intentó
ayudarme a buscarle posición. Nuestras manos se rozaron por instantes, nuestros
ojos se encontraron por segundos, y yo… muerto de amor por las dos.
Nos sentamos en el sofá, uno al lado del otro. Sostenía a Milenka semi
sentada en mis piernas y recostada en mi brazo izquierdo. Los dedos de la mano
derecha recorrieron suavemente las mejillas rosadas de mi beba.
-¡Es un hermoso anillo! –dijo Svetlana refiriéndose a la joya de mi
dedo-. Gracias por el regalo.
Miré a Milenka mientras chupaba con ahínco el chupete rosa y su iris
recorría mi rostro.
-¿A ti te lo han regalado los Craig?
Aparté la vista de la niña y la miré… Era tan bella…
-Sí. Pero quiero que sepas que aunque Sebastien insista en que soy un
Craig y me sienta uno de ellos, no estoy renegando del apellido de un guerrero.
Soy un Craig sí, pero soy también Anthony Haraldson.
-Te amaría aunque fueras un vampiro errante de apellido desconocido.
Mis ojos la recorrieron… Su mirada verde agua, su boca de labios
sensuales y delicados, su nariz perfecta.
-¿Por qué no me dijiste que esperabas un hijo mío?
Bajó la vista.
-No, mírame. Dime a la cara la verdad. Yo te juro que no te molestaré y
cumpliré mis deberes de padre como corresponde sin inmiscuirme en tu vida.
-¿Podrías? –susurró con tristeza-. ¿Podría no importarte que esté con
otro macho?
Mi mirada se oscureció de sólo pensarlo.
-No… Tendría que hacerlo por la paz de ambos aquelarres.
Bajó la vista pero volvió a buscar mis ojos por unos segundos.
-La única razón por la que no te dije de nuestra hija es por temor a que
te vieras obligado a comprometerte por un hijo en común. Yo… No quería eso
Anthony. Tampoco lo quiero ahora. Te pido que me digas la verdad. Sé que no soy
una vampiresa imponente con esos portes que tienen las hembras guerreras. No
debo ser muy inteligente porque me he dedicado a pintar obras de arte… Bueno,
también he aprendido a jackear. No sé… Esto soy… Pero juro que te amo con toda
mi alma. Te admiré desde el primer día que te conocí. Jamás olvidaré ese día… Y
sólo tenía dieciséis años.
Una lágrima afloró en uno de sus ojos cristalinos mientras acariciaba
los deditos del bebé.
-No quiero que llores, Svetlana. Tú eres para mí la mejor de las
vampiresas. No hay hembra que te reemplace en mi corazón. Mi temor mayor es que
sólo te atraiga por el sexo. Tú sabes, esa atracción moriría tarde o temprano.
-Te amo –susurró-. Siento haber mentido con el anticonceptivo. Pero fue
por amor.
Miré a mi hija con los párpados cerrados.
-¿Me amas Anthony? ¿Estás enamorado de mí? –su voz estaba cargada de
angustia al tiempo que contemplaba dormirse a mi hija.
Aparté los ojos de Milenka y la miré fijo.
Asentí con la cabeza.
-¿Por qué no me dices “sí” con palabras?
Respiré profundo.
-No tengo buenos recuerdos de la vez que me entregué por completo.
-No tengo la culpa.
-Lo sé…
Se puso de pie y tomó a la niña delicadamente. La llevaré a la cuna
porque podrá dormir más cómoda. Si lo prefieres cuando regrese me reuniré
contigo en el salón comedor.
-Bien…
Desapareció por el pasillo y me puse de pie. Recostado en el marco de la
arcada que dividía sala y pasillo esperé allí unos minutos hasta que su figura
se recortó entre las sombras del pasillo. Aguardé en mi posición mientras
avanzaba hacia mí.
No podía dejar que la maldita de Vilu arruinara mi vida por siempre. No
era justo que pagaran justos por pecadores. El amor había llamado a mi puerta y
estaba en mí volver a empezar obviando ese pasado que me trastornaba y no
permitía que valientemente dijera “te amo”. Adrien… Te había hecho una promesa
que nunca había podido cumplir. Sentirme honrado con lo que había llegado a ser
y orgulloso con mis logros, era el primer paso. El segundo era más fácil, que
el resto de los seres que se cruzaran en mi camino supieran lo valioso que era.
El tercer paso, perder el miedo a ser amado con la misma intensidad que
entregaba el corazón.
Aquí iba, Adrien… Por mi padre, por ti, y por mí.
Antes que Svetlana llegara hasta mí me adelanté y la intercepté.
Por la altura ella quedó con la mirada fija en mi corbata. Poco a poco
levantó la vista para encontrarse con mi mirada ardiente.
-¿Vamos al salón comedor? –susurró.
Negué con la cabeza lentamente.
Su cuerpo tembló al estar tan próximo al mío y me tomé el atrevimiento
de disfrutarlo. Me amaba, no era mentira…
Mis manos la tomaron del rostro y me hundí en ese par de ojos asustados.
-Te amo, Svetlana. Quiero pasar mi vida al lado tuyo y de mi hija.
Quiero refugiarme en tus brazos cada vez que regrese cansado, o al despertar
abrir los ojos y verte a mi lado. No quiero a ninguna hembra para compartir mi
vida, sólo a ti.
Svetlana estalló en llanto.
-¡No llores!
-Siii, déjame llorar para que salga todo el miedo que he tenido hasta
ahora.
Incliné el rostro y la besé. Sus labios sabían a sal de lágrimas.
Se puso de puntillas y me aferró del cuello. Nuestros labios quedaron
unidos, sin besarnos, sólo sintiéndonos, disfrutando el aroma de cada uno.
-Te amo Anthony. Eres como mi guerrero personal, mi único amor, el macho
por el que me tiemblan las piernas cada vez que se aproxima.
Sonreí.
Un par de besos tímidos completaron la escena íntima.
Me entretuve en estudiar ese rostro perfecto de ángel que había
confesado amarme.
-Me gustaría escapar contigo y la niña lejos de todos. Sin embargo
tenemos que cumplir con cierto protocolo. Además…
-¿Además, qué? –preguntó entusiasmada.
-No nos dejarán tranquilos hasta que sepan nuestros planes. Porque es
muy distinto que hayas aceptado ser una Craig por Milenka que nos une y otra es
que frente a todos dejemos en claro cuánto nos amamos y el deseo de casarnos.
-Aguarda… -dijo contra mis labios.
Demonios, era difícil mantener la compostura con una hembra como
Svetlana murmurando pegada a tu boca.
-¿Qué? –susurré tomándola de la cintura.
-Un beso.
Sonreí sin apartar mi boca de la suya.
Besé sus labios unas tres veces, acariciando las comisuras.
Sonrió.
-Nooo.
-¿No, qué? –pregunté con picardía.
-Un beso de los que me gustan más.
Reí.
-No sé cuál son esos besos que te gustan más.
Nos miramos comiéndonos con los ojos. Con el brillo del deseo que nos
teníamos uno por el otro. Por fin, por fin estaba seguro que la hembra que
tenía aferrada me amaba e iba a serme muy feliz.
Mi boca se adueñó de esos labios sedosos y la lengua se abrió paso en su
boca. Emitió un sonido muy parecido a un gemido y salió a mi encuentro con las
mismas ganas e ímpetu.
Las manos recorrieron la fina tela del vestido a lo largo de su espalda
e incliné la cara buscando profundizar el beso.
-¡A veeeer! ¡A veeer, par de tórtolos!
Nos separamos bruscamente al ser sorprendidos por Dimitri Gólubev.
Se acercó con un vaso de vodka y fingió estar borracho.
-¡Escúchenme bien! Si no se agilizaaan nnnnos tomaremos tooodoo el
vodkaaaa. ¡Hagan un bien a los dos aquelarreeesss y apureeeen el trámite!
-¡Dimitri! –protestó Svetlana con una sonrisa.
Él rio y nos abrazó fingiendo estabilidad continuando la broma. Nos dio
un beso en la mejilla a cada uno.
-¡Ya! –exclamé secándome la cara-. ¡Pegajoso!
-¡Yaa Dimitri! –gritó Svetlana sacudiendo el cabello.
Reímos.
-Bueno, en serio… Todos se preguntan por qué diablos tardan tanto.
Además, la reunión está muy aburrida. Por favor, auxílienme. Tengo una cita con
una humana en un par de horas que no se imaginan como está. ¡Un bombonazo!
-¡Dimitri, por favor! –volvió a reprender Svetlana.
Reí.
-Vamos cariño. Tiene razón tu hermano. Todos deben estar pendientes de
nuestro regreso.
………………………………………………………………………………………………
La reunión alrededor de la lujosa y amplia mesa de comedor fue amena y
distendida. Cada quince minutos Svetlana se ponía de pie y se retiraba para ver
a Milenka. Nuestra hija parecía haber captado un sueño pesado ya que el
jolgorio y las conversaciones en voz alta no la despertaron.
Sebastien y Mijaíl hablaron sobre los negocios de cada uno y las chicas
junto a Sasha discutían divertidas sobre los preparativos de la boda. Lenya
fumaba un puro y varias veces posaba sus
ojos en Natasha. Había cierta tensión en ellos que podía palparse en el aire.
Yo… Yo además de seguir las conversaciones contemplaba a mi ángel bello
y me perdía en ese rostro perfecto que me pertenecería hasta la muerte.
Mía… Era mía. Y yo era de ella.
No necesitaba la boda para reconocer que nuestras vidas jamás transcurrirían
separadas.
El pecho latía de felicidad. Tomé el vaso de vodka y antes de tomar otro
trago, en silencio, brindé con él. Posiblemente en alguna parte del espacio
terrenal que compartíamos Adrien estaría junto a mis padres contemplándome
dichoso.
Susurré…
-Por ti Adrien. Por la fe que sembraste en mi corazón.
Sin que nadie previera ni entendiera el extraño fenómeno, una brisa
helada recorrió la sala comedor. Nadie dijo nada. Sólo nos miramos
sorprendidos. Bueno, quizás yo no estaba tan sorprendido.
Sebastien clavó la mirada en Lenya y Lenya en Scarlet. Los tres supieron
que algo fuera de lo común había ocurrido. Sonreí. Sí… Me jugaba que Adrien
Craig estaría entre nosotros.
Después de esos instantes de inquietud donde Sasha se puso de pie para
verificar si el gran ventanal se había abierto, Mijaíl se puso de pie y anunció
que iba a hablarme sobre algo importante. Todos nos levantamos de la silla y
aguardamos con gran expectativa. En segundos se acercó con una caja preciosa de
madera. La depositó con cuidado en la mesa y la abrió. Tomó uno de los objetos
con las dos manos y rodeó la mesa para acercárseme.
-Anthony, esa caja contiene cinco llaveros de platino. Están pensados
para quienes formen parte de nuestra familia. En nombre de los Gólubev te
ofrezco humildemente este llavero con la imagen de nuestro símbolo, el águila
bicéfala. El llavero contiene dos llaves. Una, es la llave de la puerta de
nuestra casa. Tú podrás entrar en ella sin previo aviso y sin anunciarte. Eres
uno más de mis hijos para mí y para Sasha.
-Gracias –murmuré emocionado sosteniendo el llavero entre mis dedos.
-La segunda llave, corresponde a mi oficina en la petrolera, donde tengo
el asiento de mis negocios. Tú al igual que mis hijos tienes el mismo acceso,
porque a partir de hoy y de tu compromiso con Svetlana, para nosotros eres un
Gólubev más.
-¡Muchas gracias!
Los hermanos Craig sonrieron ante el abrazo de Mijaíl y el aplauso que
inundó la sala.
Colgué el llavero en el precinto del pantalón con la certeza de me
acompañaría siempre.
Este día que comenzaba a morir lentamente junto a la luz de la tarde me
había dejado felicidad y una enseñanza. Que debes ir por la vida seguro de
quien eres. Y como había dicho alguna vez Eleanor Rooselvelt, diplomática y
activista estadounidense… “Nadie puede hacerte inferior sin tu permiso”.
Oh amiga!! Que capitulo tan boonito, dos alquerres unidos por la amistad y el amor, ya forman una familia al completo!! Menos mal que por fin ha sido capaz de vencer sus demonios interiores y expresar sus sentimientos en voz alta! :D
ResponderEliminarComo siempre un gran capitulo y te he dedicado uno en mi blog :)
Besos!
¡Hola! Gracias Lyd!! Pasaré por allí sin falta. Me alegro que te haya gustado el capi. Miles de besotes amiga!
EliminarOh que capitulo mas bello y tierno!!!!!
ResponderEliminaral fin Anthony dijo que ama sin temor al rechazo eso fue de lo mas lindo y Svetlana también lo quiere, ahora pueden ser una familia de lo mas feliz, gracias Lou por el capitulo siempre tan buenos!!!
¡Hola guapísima! Siii Anthony ya está ubicado jajajjaa. Veremos qué más pasa con los Craig y los Gólubev. Un besote enorme y gracias como siempre.
EliminarHola, amiga, qué capítulo más bonito, me ha encantado, gracias, quedo muy contenta de saber que Anthony y Svetlana al fin ha arreglado lo suyo y con el apoyo de sus familias, que son ambas fantásticas, por cierto. De todas formas, supongo que aún queda pan por rebanar porque otros integrantes también tienen que avanza :)
ResponderEliminarUn besazo.
Tienes razón amiga querida, aún falta pero prometo que será emocionante para ustedes, que ya quieren con el corazón esta familia de vampiros. Besotes reina!
Eliminarsin ninguna duda éste es un episodio muy especial, el compromiso lo hace así, felicidades Lou,,,saludos
ResponderEliminar¡Muchas gracias Lobo!
EliminarHola Lou... Un capítulo lleno de emociones y de felicidad
ResponderEliminarBrindo por la felicidad de Anthony y de Svetlana... y de la pequeña Milenka... se lo merecen
Y creo que el amor de sus papás será inmortal
Unos personajes fantásticos de verdad
"Nadie puede hacerte inferior sin tu permiso"... una frase que es una gran verdad
Besos