sábado, 25 de abril de 2015

¡Buenas noches! Sé lo que deben estar esperando este reencuentro. Mi deber es no hacerlos esperar más. Se lo merecen.
Capí 3.... Todo de ustedes.
Un beso grande Lou.

Capítulo 3
Volver a vivir.

Charles.

Apenas dormí unas cinco horas. Las necesitaba. Cuando abrí los ojos Bianca estaba mirando por la ventana apoyada en la arista de la pared. Parecía tranquila pero aún seguía triste. Quien sabe que cosas pasaban por su cabecita. Si Sebastien estuviera aquí ella se sentiría protegida y querida. No significaba que yo no la quisiera ni la protegiera, pero no era lo mismo. Ella lo amaba y siempre había querido ser vampiresa para permanecer junto a él para siempre. Debía adaptarse a lo bueno y malo que significaba no ser humana y vivir de la sangre de otros seres, sin embargo no dudaba de que mi querida Bianca saldría airosa de cuanto obstáculo se le plantara.

Me senté lentamente en el piso y pude darme cuenta que lucía otras prendas.

-Bianca… ¿Has salido de aquí mientras dormía? Tienes puesto ropa del personal del hospital.

Ella giró la cabeza para verme.

-Hola Charles. ¿Has descansado?
-Sí, querida. Dime, veo que has salido a merodear por allí. ¿Nadie te ha visto?
-No Charles. Trabajo hace tiempo aquí, sé dónde quedan las duchas y los armarios de ropa esterilizada. En segundo piso hay un cuarto para ello. Nadie merodeaba por los pasillos. Sólo al finalizar el corredor solitario, un oficial sentado en una silla completamente dormido resguardaba la zona, si es que se podía llamar “resguardar” a lo que estaba haciendo. Junto a él unas cintas rojas y blancas colgaban como precintos alrededor del ascensor como muestra de que algo había ocurrido y existía una prohibición de acercarse.

Suspiré.

-Bianca eres muy desobediente. Creo que tu Marte nos va a dar problemas. Sobre todo con Sebastien.
-Sebastien –murmuró apenada.

Se apartó de la ventana y se sentó junto a mí.

-Tengo que contarte algo.
-Dime, cariño. ¿Has asesinado a alguien más?
-¡Charles! No te burles de mí. Te contaré algo importante.
-Te escucho.
-Pensé en todos los seres queridos que estarán esperando en casa. En mi Dios de Kirkenes –sonrió-, en las chicas, en Scarlet, en mis primas, y en mi querido Douglas. Charles…
-¿Qué?
-Creo que puedo conectarme con Douglas.
-¿Cómo lo sabes?
-Cuando tú dormías recuperando energías pensé en nuestros Craig. Cuando imaginé a Douglas pareció verlo en su habitación. La imagen fue tan nítida como si estuviera aquí, junto a mí.
-¿Entonces?
-Lo vi tan triste Charles. Él pensaba en mí. Me nombró…
-Pobrecillos todos. Deben estar desesperados.
-Escucha… ¿Hay vampiros que pueden conectarse con la mente al igual que tú y Sebastien?
-Creo que todos debemos tener ese don si es que es parte del virus. Supongo que muchos no lo saben desarrollar. Como les pasa a los humanos. Ese sexto sentido del que hablan algunos.
-¿Podría tener ese don apenas convertida?
-Bianca me intrigas. ¿Por qué tan interesada? ¿Douglas se comunicó contigo?
-No exactamente. Él no me habló… Pero yo le hablé. Le dije que mirara mis ojos. ¡Charles! Quería que supiera que ya no soy su Bianca, que soy vampiresa. Deseaba saber la reacción. ¡Tengo miedo que no me acepten!
-Bianca termina con esas locas conclusiones. Los Craig te amamos. Que mejor saber que estarás para siempre con nosotros.
-¿Tú crees?
-¡Por supuesto! ¿Cuéntame que hizo él?
-Él me miró como si yo estuviera allí. Después la imagen se desvaneció. Fue como si su concentración tuviera un límite.
-Bianca, no perdamos tiempo.
-¿Nos materializaremos ahora?
-Sí.
-Charles… Tengo miedo que Sebastien no me reciba bien.
-No digas eso, te lo he dicho. Eres su vida.

Bajó la vista y no habló por unos segundos. De pronto sus ojos se agrandaron y sonrió.

-¡Mira Charles! Hay pequeños bichitos caminando por las grietas. ¿Los ves?

Observé el punto de referencia que parecía señalar.

-OH siii, son ácaros. Miden alrededor de 0,3 milímetros. Son inofensivos. Viven de las escamas de la piel. Solamente si eres alérgica te producirán efectos. ¿Eres alérgica?

Negó con la cabeza mientras su vista extasiada recorría el camino microscópico de los arácnidos.

Respiré profundo y la invité a ponerse de pie. Se sorprendió al principio pero en instantes recordó nuestro objetivo. Materializarnos con mi ayuda.

La tomé de las manos y tembló.

-Bianca, debes estar tranquila. De lo contrario no podré materializarme contigo.
-Okay…
-Cierra los ojos. Visualiza la sala de mansión.
-Sí…

Imaginé la mansión en toda su extensión desde el parque. Después como si caminara por el jardín y abriera la puerta, la sala se mostró a mis ojos como si estuviera allí…

Sin embargo nada… mis pies seguían clavados en el piso del subsuelo. Sin abrir mis ojos apreté las manos de Bianca entre las mías. Quizás ella estaba desconcentrada y no me dejaba partir con ella.

-Bianca… Imagina la sala… Por favor… Quita todo pensamiento fuera de esa idea.
-Eso hago, Charles.
-No pienses en Sebastien. Sólo visualiza la sala. ¿Entiendes?
-Sí, lo he entendido. ¿Alguna parte especial?
-No es necesario. Visualiza la sala. Como si estuvieras en la puerta de entrada y vieras el decorado, la alfombra, el piano, el sofá, etc.
-Eso hice.
-Muy bien, lo intentaremos de nuevo.
-Vale… Charles…
-¿Qué, cariño?
-Si Sebastien no me quiere vampiresa, ¿dónde iré a vivir?

Me compadecí.

Acaricié sus delgadas y frías manos entre las mías.

-Bianca, te contaré algo… Presta atención.
-Sí…
-Cada vez que tú te ibas de la mansión enojada quizás para no volver, Sebastien permanecía encerrado en su habitación. Intentábamos que fuera a cazar y siguiera su vida normal. Pero él nos decía, “no podré continuar mi vida normal porque no tengo corazón. Nadie vive sin corazón. Yo lo tuve alguna vez… pero ella se lo ha llevado.”

La miré a los ojos y afirmé.

-Querida, tú tienes el corazón de Sebastien. Él no vivirá como antes hasta que estés junto a él nuevamente. Para eso debemos regresar. No tengas miedo. Él te ha amado y te ama como nunca amó a una hembra.
-¿Ni siquiera a Sabina?
-Ni siquiera a Sabina. Recuerda que aquella noche que Adrien le ordenó asesinarte en el yate, él se rebeló contra su adorado padre. Para desobedecer a Adrien Craig, debía estar totalmente enamorado y no importarle nada en absoluto.
-También lo hizo con Sabina. Se enamoró de una loba en contra de los designios de Adrien.
-Te equivocas. Adrien no era un ser cerrado. La unión con la loba fue un chasco para él pero no compares al peligro que correría el secreto de nuestra raza si tú continuabas viva.
-Pero finalmente Adrien no me asesinó.
-Cierto, ¿pero tú sabes la razón?
-No.
-Porque Sebastien era la luz de sus ojos, y la luz de los ojos de Sebastien eres tú. Quitando a Douglas, por supuesto. El amor de un padre no está en discusión. Vamos, concéntrate y regresemos cuanto antes a nuestro hogar.

Ella cerró los ojos lentamente, la imité y volví a concentrarme… El parque, la puerta abriéndose, la gran sala…

El habitáculo del subsuelo donde estábamos volvió a presentarse como imagen nítida.

Nada…

Solté las manos de Bianca y agarré mi cabeza.

-¡No puede ser! No puedo materializarme.
-Tranquilo. Es tu don. Imposible que no puedas. Quizás aún estás sin energía suficiente.
-No… No es eso… Siento que he perdido mi don.
-¿De verdad? ¿Por qué lo dices? -me miró preocupada, casi al borde del llanto- ¿Es por mí? ¿Por haberme convertido?
-No cariño. No tiene que ver.

En realidad desconocía si ella tenía razón. A lo mejor al convertirla había pasado parte de mis dones. ¿Quién iba a saberlo si no había experiencia previa similar? De cualquier forma no podía amargarla acusándola de mi falta de poder. Ella era un tesoro para mí. Era especial. Mi niña que no había podido disfrutar. Que la vida me había arrebatado sin compasión. ¿Qué sería de Odette si estuviera en el lugar de Bianca? No, no eran parecidas. Odette había parecido ser tan dulce y frágil, en cambio Bianca más allá de la situación extrema que estaba viviendo no dejaba de ser fuerte. Por sus poros despedía valentía y fortaleza. Por eso cuando me propuso esa idea arriesgada, no me pareció descabellada viniendo de ella. Bianca muchas veces se había sacrificado por los Craig. No era ajeno a mi conocimiento que me adoraba como un padre y que haría cualquier cosa porque yo estuviera a salvo. Entonces... me dijo...

-Debes probar materializarte sin mí. Prueba. Si lo logras los Craig vendrán por mí.
-¡No me atrevería a dejarte sola!
-Charles. Debemos salir de aquí. Pronto buscarán bajo las piedras a ese pobre hombre que asesiné. Debes buscar ayuda. Sobre todo avisar a Sebastien que estoy bien.

Bajé la cabeza y pensé todas las posibilidades… No había otra que internar llegar a la mansión y volver por Bianca con Sebastien.

-Si lo logro deberás quedarte aquí a esperarme. Regresaré con alguno de los nuestros.
-Sí…

Sonrió.

-Biaaancaaa…
-Te haré caso.
-Mira que si cambias de lugar después será difícil buscarte en el hospital.
-Lo prometo.

Arquee una ceja.

-No confío en tu Marte. Guerrero y rebelde.
-Me portaré bien. Como Scarlet.
-¿Cómo Scarlet? –reí.
-Como la Scarlet de ahora, no la de antes.

Sonreímos.

-Charles, te quiero mucho.
-Yo también querida, yo también. Pórtate bien, regresaré con Sebastien.

……………………………………………………………………………………………….............

Cuando abrí mis ojos y el perfume a lavanda inundó mi sentido del olfato, no podía creerlo. La sala amplia, majestuosa, y bella se extendía a lo largo y ancho de mi vista. Podía notar un ligero descuido en el mantenimiento y cuidados del hogar de los Craig. En la chimenea no chisporroteaban los leños encendidos. No veía flores frescas en los floreros de mármol de Carrara. Había una milimétrica capa de polvo en el querido piano de Sebastien. El cedro de la escalera lucía opaco, y una pequeña telaraña se balanceaba levemente entre los brazos de la lámpara central. Ver nuestro hogar un tanto abandonado me generó angustia. Pero nada que no fuera subsanable con una buena limpieza a fondo. Sin embargo lo peor era el silencio sepulcral que me rodeaba. ¿Dónde estaba Sebastien? ¿Dónde estaban todos?

Caminé apresurado hacia el estudio y abrí la puerta.

Vacío… No había nadie. Ni Sebastien, ni Lenya.

Volví a cerrar la puerta y ante el sonido característico de las bisagras una voz se escuchó desde la planta alta.

-¡Sebastien! ¿Eres tú?

Me dejé ver caminando hacia el centro de la sala donde la planta alta podía tener mejor perspectiva.

-¡Scarlet! –exclamé.

Ella me miró unos instantes y cerró los ojos como si acabara de ver una visión del más allá. Después gimió bajito y gritó.

-¡Charles!

Bajó la escalera como ráfaga y se hundió en mis brazos.

-¡Pequeña!

Se separó de mí y me inspeccionó de arriba abajo.

-¡Charles! ¡Vengan todos! ¡Charles está aquí! –exclamó eufórica.

Sonreí.

Ella devolvió la sonrisa con inmensa alegría batiendo palmas como si fuera una niña. De pronto, su sonrisa se esfumó como un soplido.

-Charles… ¿Dónde está Bianca?

No tuve tiempo de abrir la boca. Como hormigas los integrantes de esta mansión centenaria comenzaron a salir de distintos lugares.

Ron y Anthony entraron desde el parque por la puerta principal y quedaron inmóviles a los poco pasos.

-Charles… -murmuró Ron.

Anthony quedó con la boca abierta sin articular palabra.

Margaret fue la primera de las tres mujeres que se precipitó desde la puerta de la cocina hasta el sitio donde yo estaba de pie.

Me miró estática y sus ojos se bañaron de lágrimas mientras Rose y Sara, gritaban de alegría.

Rodion y Numa bajaron las escaleras atropellándose uno con el otro hasta llegar a hasta mí y abrazarme al mismo tiempo.

Todos hablaban mezclándose uno con otro y preguntaban por Bianca, por Sebastien, y por Douglas.
Era imposible responder de a una pregunta, apenas lo intentaba debía responder a otra nueva cuestión.

Sin embargo en el medio de tanta confusión algo me había quedado claro. Sebastien no estaba en la mansión y había salido a buscar a Bianca al hospital. Numa pudo explicarme a duras penas que Douglas se había conectado con Bianca mentalmente. Supe que la visión de Bianca no era producto de sus ganas por ver a sus Craig, sino que prodigiosamente había logrado transmitir a Douglas su situación.

-Por favor, cálmense –supliqué.

Todos callaron.

-Por favor, necesito regresar al hospital he dejado a Bianca sola y si Sebastien la busca tardará mucho tiempo en hallarla.
-¡Charles! No es una buena idea que vuelvas a irte. Se desencontrarán sucesivamente. Debes esperar aquí –dijo Ron.
-Pero… No la hallará solo. Necesita que lo guíe.
-Charles, tranquilo. Lenya está con él además está Douglas. Lo importante que Douglas puede conectarse con Bianca –agregó Anthony.
-No creo que sea Douglas el primer emisor. Bianca es la que lo insta a pensar en ella. Pueden pasar mucho tiempo y el amanecer los sorprenderá a todos entre humanos.
-De todas formas es una locura que te vayas. ¿Tendrás suficiente energía para regresar otra vez? Por favor, piensa razonablemente. Marin también está ayudando. No te preocupes –aconsejó Rodion.
-¡No entienden! Bianca es mi responsabilidad… Ella… Ella ya no es humana.

Todos enmudecieron.

Tuve la sospecha que quizás la noticia no les había caído tan de sorpresa. Tal vez Douglas les había adelantado los bellos ojos borgoña de mi querida hija postiza. Pero si callaron por el temor de que la flamante dama de los Craig pudiera meterse en problemas.

-Un móvil, por favor- supliqué-, que alguien llame a Sebastien o a Douglas y le diga que Bianca está en el subsuelo. No en el estacionamiento, no… allí no. Allí aún debe estar bajo agua. Es sobre el ala derecha del hospital… ¡Diablos, como explicar desde aquí!
-Tranquilo Charles. Ha pasado lo peor –dijo Margaret con ojos emocionados.

Tomó asiento lentamente en uno de los sofás con la mano derecha en el pecho. Conocía que la bella Margaret debía haber sufrido creyéndome muerto. Le sonreí y me sonrió.

Observé a Numa intentando comunicarse por el móvil.

Ron interrumpió.

-Numa, llama a Douglas, Sebastien perdió el móvil cerca de los portones, lo tengo en mi poder. Además está destruido, creo que lo ha estrellado contra algo.
-¡Mierda Ron! Douglas dejó el móvil cargando en su habitación –protestó Numa.
-Llamemos a Marin –dijo Scarlet-, ella está trabajando en este momento en el hospital.

Todos miramos a Scarlet.

-No me miren, no tengo móvil.

Rosé corrió escaleras arriba.

-Despertaré a Liz. Ella si tiene y se comunicará con su hermana.
-Debo ir –afirmé-, el tiempo apremia. Deben entenderme. Bianca podría asesinar a otro humano y se irá todo de las manos.

Al escuchar la frase informativa todos permanecieron inmóviles, en silencio. Sabían la gravedad de lo que acababa de decir.

-Demonios… -murmuró Anthony.
-No perderé más tiempo -agregué.

Cerré los ojos e imaginé el subsuelo del hospital…

Sin embargo, las fuerzas me fallaron, las energías me abandonaron, estaba agotado para volver a intentarlo. Desistí de materializarme con el terror en mi corazón. Lo único que atiné hacer fue ir por mi coche al garaje con Ron pegado a los talones. Subió tras de mí y se sentó en el asiento de copiloto.

-Si quieres ir, irás conmigo.

Su frase no sonó a orden, pero sabía que no iba a darme otra opción.

Partimos a toda velocidad hacia el hospital. Sin embargo a veces el destino no deja de poner trabas. Al menos a mí.

A menos de diez kilómetros de la mansión un neumático explotó por una pinchadura.

-¡No puedo creerlo! –grité.
-Calma Charles, lo cambiaremos.



Bianca.

Sentada en un rincón observaba como los ácaros del suelo huían de mí. Mi piel no les atraía. ¿Cuántos seres de la naturaleza me rechazarían por mi condición de vampiresa? Sinceramente no me importaba mientras mi familia no lo hiciera y mientras Sebastien me quisiera como hasta ahora me había querido. ¿Cómo sería el aroma de su piel? Más intensa seguramente… ¿Mi tacto sobre esos labios tan seductores? ¿Cómo lo vería con esta nueva mirada?

Me moví inquieta.

¿Charles no estaba tardando demasiado? ¿Si no había podido lograr aparecer en la mansión? ¿Podría haber alguna ocasión de que quien se materializara quedara en el espacio sin poder ir a un lado u otro? ¡Qué horror! ¿Qué haría aquí sola y desamparada?

No… Tenía Marte como protector. Lo había dicho Adrien. También lo ratificó Charles… No iba a darme por vencida. Vencería mi naturaleza a como diera lugar y llegaría hasta Marin. Sí, eso debía hacer si no había noticias en algunos minutos más. ¿Cómo cuántos? ¿Diez? No… Era poco. Debía darles tiempo. Charles tenía que explicar a Sebastien mi situación… ¿Media hora? No media hora era demasiado…

Douglas… ¿Trataría de conectarme otra vez?

De pronto, una camilla se deslizó... después, unas corridas se escucharon sobre el techo… Planta principal... Sala de cirugías… La Administración… Pero aún Olaf no habría entrado a trabajar...

Nuevamente las corridas por los pasillos de la planta baja retumbaron en el techo del pequeño ambiente… Golpes de puertas al cerrarse… ¿Alguna urgencia? ¿O estaban buscando a alguien? Buscando a alguien…

Me puse de pie de un salto y mis ojos borgoña se fijaron en la puerta de hierro…

Debía salir y husmear… No… Charles dijo… No te muevas de aquí…

No te muevas de aquí… No te muevas de aquí… ¿Si alguien bajaba y me descubría?

Me acerqué a la puerta y la abrí. Ese fue el primer paso para desobedecer… El resto, vino solo.

Con cuidado subí la escalera. Aunque era torpe por tratar de ascender lentamente llegaría a la meta propuesta. No quería apresurarme. ¿Si mi velocidad me jugaba una mala pasada y quien estaba en el primer piso descubría que no era normal? Despacio Bianca… Aunque te tragues escalones y tropieces, despacio…

Las corridas se detuvieron… ¿Se habría ido? Quizás estaba inmóvil, de pie, y por eso no lo escuchaba correr. Quizás había decidido bajar… Diablos, me descubriría…

Retrocedí en el descanso y me apoyé en la pared. Desde allí la escalera formaba un quiebre y continuaba en quince escalones más. Desde mi posición no podía ver el primer piso.

Silencio… No… No había completo silencio… Afiné mi oído concentrándome en los ruidos…
Una respiración agitada… ¿Por correr? No… De angustia… Esa respiración era de angustia… De miedo… No era de cansancio…

Aparté mi espalda de la pared y volví a recorrer con los ojos la parte de escalera que faltaba. Con cuidado di algunos pasos y me detuve.

“No te muevas de aquí”, había dicho Charles…

Miré la puerta de hierro que había dejado entreabierta… Debía regresar… No… No iba a regresar y encerrarme como tonta a esperar que quien estuviera en el primer piso me sorprendiera allí. ¿Qué explicación podía dar? Mejor era encontrarme en un pasillo y escapar… En realidad, quien debía escapar sería quien tuviera la desgracia de encontrarse conmigo.

Mis ojos se fijaron en la parte de la escalera que ascendía en forma de L. Después del descanso ya no tendría posibilidad de esconderme porque quedaría expuesta.

Despacio, muy lento, fui apartándome de la pared y recorriendo el descanso hasta llegar al primer peldaño de la segunda parte de la escalera. Mi mano derecha se aferró al pasamano y miré hacia arriba con el temor que alguien estuviera observando hacia abajo. Entonces nuestras miradas se cruzarían y tendría que dar explicaciones, o quizás… no serían necesarias. Él sería mi cena…

Pero no había nadie.

Envalentonada por el hecho decidí subir los escalones. La respiración agitada era clara pero lejana… Estaba en el otro extremo del pasillo. El latido de un corazón… El latido no era normal de alguien que ha corrido… Se escuchaba apenas… Lento…

Subí varios escalones hasta que sólo tres me separaban del pasillo.

¡Mierda! ¿Por qué no se alejaba quien sea que fuere? Seguía en el pasillo… Podía escuchar su respiración y el latido.

Subí dos más… Ahora era mi corazón que latía diferente. ¿Miedo? ¿Angustia? ¿Ansiedad?

Subí el último escalón y sin dejarme ver apoyé todo el perfil de mi cuerpo contra la arista de la pared.
Sentí la corriente de aire del pasillo acariciar mi piel… Y un perfume… Un perfume a maderas de oriente…

Exhalé una bocanada de aire y el pecho se comprimió en un segundo.

Maderas de oriente… Sebastien…

Mis dedos temblaron al palpar la arista filosa de la pared. Se aferraron con fuerza en respuesta a mis piernas flojas. De lo contrario hubiera caído por la sensación de su aroma.

Con un valor que ignoraba que tenía… Fui asomándome despacio… Primero alcancé a ver hasta la segunda puerta del pasillo, después la puerta del quirófano… Avancé más…

El otro extremo del pasillo surgió ante mis ojos borgoña… Y de pie él, el amor de mi vida, mi Dios de Kirkenes, entonces... me dejé ver.



Sebastien.

Douglas estacionó la moto sobre la vereda junto a un árbol de la plaza. No habían transcurrido ni veinte segundos cuando Lenya caminó hacia nosotros.

-Llegue antes que ustedes. Temí que estuvieran en el hospital –dijo, respirando hondo.
-Vamos, crucemos la calle –dije desesperado.

Douglas me tomó del brazo y me retuvo.

-Papá, aguarda. Recuerda que somos humanos mientras estemos aquí.
-¡Suéltame, Douglas! -tironee el brazo furioso.

La mole de mi hermano se interpuso en mi camino.

–Escucha imbécil, el chico tiene razón. Estás actuando como un loco y nos traerás problemas a todos. ¡Cálmate y entraremos!

Mi mirada de odio lo traspasó.

-¡Lenya, apártate ya mismo! ¿No entiendes que se trata de mi hembra?
-Entiendo.
-No, no entiendes. Si nunca has amado a alguien.

Me miró con el ceño fruncido.

-Te dejaré pasar ésta por la situación tan especial. Pero intenta no insultarme, ¡okay! Tú no sabes nada de mís sentimientos.
-¡Vamos! –apremió Douglas.

Una de las cosas que debíamos salvaguardar como humanos era la luz del maldito semáforo en rojo. ¡Puta madre! ¿Tan temprano de la madrugada y se les antojaba a esa enorme cantidad de coches transitar por Kirkenes?

Llegar a las puertas del hospital se me hizo eterno. Odié hasta las escaleras que me separan del hall principal.

Lo primero que vimos fue a Marin sentada atendiendo una llamada en la mesa de entradas.

Levantó la vista cuando quedaban pocos metros que nos separaban de ella y sorprendida colgó y se puso de pie.

-Chicos… He buscado todo el tercer piso, allí está la morgue. Es el lugar donde ella trabajaba. Supuse que sería el primer sitio que se escondería, si es verdad que está aquí.
-No te preocupes –contesté apoyándome en la mesa-, ahora buscaremos entre los tres.
-¿Por qué hay tantos policías? –preguntó mi hermano echando un vistazo alrededor.

Ni siquiera me había percatado, estaba en otro mundo y con la idea fija. Encontrar a Bianca y a Charles sanos y salvos.

-Un obrero cayó por el hueco del ascensor hasta el estacionamiento. Recién han podido recuperar el cuerpo y llevarlo a la morgue. Parece que estaba flotando en el agua estancada.

¡Qué mierda me importaba a mí el susodicho obrero!

-Tenemos que tener cuidado –dijo Douglas.

Sabía que lo decía por mí. Era el único que podía salirse de control en la afanada búsqueda. Éramos humanos… Eso debía meterme en la cabeza.

El teléfono de recepción sonó.

-Lo siento, debo seguir atendiendo el teléfono. Mi jefa ya me llamó la atención. Sebastien…

Giré para mirarla sin dejar de caminar hacia el primer pasillo.

-Liz dijo que tuviera cuidado si me cruzaba con ella -murmuró casi vocalizando.

Lenya contestó por mí.

-Sí, hazle caso. Si la ves no te acerques demasiado.

Giré para enfrentarla.

-No te preocupes, Bianca no te haría daño –aunque en mi interior no lo aseguraba. Pero egoístamente sólo me importaba ella y que alguien diera señales de su vida-. Si llegara a pasar por aquí dile que la estamos buscando. Por favor, que nos espere.

-Papá nos dividiremos. Será más rápido –dijo Douglas.
-Perfecto –apoyó Lenya.
-Vale…
-¿Cuántos piso tiene este edificio? –preguntó mi hermano.
-Cuatro –respondí mientras me acercaba a los ascensores.
-Buscaré en el cuarto y en la terraza por si se esconde en algún galpón.
-Yo en el tercero y el segundo –dijo Douglas.
-Okay… Empezaré por el primero y seguiré por planta baja–contesté.
-Subamos juntos, papá. Tú quédate en el primero yo seguiré un piso más.

Dos policías aguardaban a cada lado de los ascensores. Saludamos con un, “buenas noches” y subimos por la escalera como si de un paseo se tratara.

-Caballeros…

Al llegar al descanso giré ante la voz del oficial.

-¿Sí?
-No utilicen los ascensores. Aún hay que extraer el agua del estacionamiento.
-Gracias sólo usaremos las escaleras.

Al llegar al primer piso la soledad y el silencio me invadieron.

-Papá, tranquilo. Busca con detalle y con calma. No sabemos si ellos están aquí. La visión puede ser errónea o producto de mi imaginación.
-¡No me quites la esperanza, Douglas!
-Ssssh… Okay okay…
-Cerré los ojos y mis brazos cayeron a los costados de mi cuerpo.
-Perdón… Créeme que lo lamento. Estoy muy nervioso.

Douglas sonrió y palmeó mi hombro.

-Tranquilo. Tendremos suerte.

Cuando mi hijo me dejó solo y desapareció por la escalera hacia el segundo piso, lo primero que hice fue caminar hacia el otro extremo del pasillo abriendo puerta por puerta. Eran habitaciones. La mayoría estaban ocupadas por dos o tres camas donde se encontraban durmiendo los enfermos, lejos de lo que pasaba muy cerca de ellos. Ignorando que un vampiro desolado rastreaba cada rincón para encontrar cualquier señal por pequeña que fuera que le diera una esperanza para seguir viviendo. Porque sin Charles sería muy difícil vivir, pero sin ella sería imposible.

Recorrí metro por metro, rincón por rincón, habitaciones, la sala de terapia intensiva, neonatología, etc. Dando una excusa de haberme equivocado de piso cada vez que alguien enfermero o personal de limpieza se cruzaba conmigo. Por lo menos la madrugada hacía todo más fácil, pero el hecho de la inundación de hace semanas complicaba encontrarme aislado en los pasillos del único hospital de Kirkenes.

Cuando recorrí el último tramo de los corredores embaldosados y silenciosos, completando el circuito del edificio, mi esperanza por encontrar a Bianca flaqueó.

Me sentí mareado, todo daba vueltas como una calesita, mi estómago se apretó como si tuviera un balón de béisbol, y mi cuerpo tembló. No estaba alimentándome bien… Hace bastante tiempo… Tampoco descansaba y reponía energías… Pero era mi último esfuerzo, después podría dejarme morir. Ya nada interesaría… Nada…

No sé cuantos minutos permanecí con los ojos cerrados tratando que el mareo pasara. Cuando lo abrí Douglas me sacudía.

-¡Papá!

Lo miré con los ojos llenos de lágrimas.

-Douglas… No están. No están en este maldito piso.
-Sigamos. ¿Te sientes bien? De lo contrario espera junto a Marin, he recorrido el tercer piso sin novedad. Falta el segundo y seguiré en planta baja, tú descansa.
-¡No Douglas! –golpee la pared con mi puño- Dejaré mi vida en esto, pero seguiré buscando.

En ese instante unos pasos se escucharon…

Por el extremo del pasillo dos policías caminaban hacia nosotros. Bajé la cabeza.

Mierda…

-No te preocupes –murmuró Douglas.
-¡Sebastien Craig!

Levanté la vista.

Pretov…

Maldito oficial, era como la mugre estaba en todos lados.

Se acercó junto a un compañero un poco más alto que él.

-¿Scarlet, está bien?

Maldita sea…

Me erguí en posición derecha y parpadee para que mi visión fuera más clara.

-Sí, Scarlet está en casa. ¿O no está enterado que es su día de franco? –contesté con mal humor.

Douglas me codeó para tranquilizarme.

-Sé que es su franco. Sólo pregunté porque verlo aquí a estas horas de la madrugada. ¿Ha venido por alguien de su familia? ¿Están todos bien?
-¡Qué atento es oficial! ¡Cómo se nota que está caliente con mi hermana!
-Papá… -susurró Douglas.

Pretov me miró arqueando la ceja.

-¿No es irrespetuoso de su parte hablarle así a un oficial? –protestó el compañero.
-¿Por qué no se van a la mierda los dos?
-Papá…

Pretov respiró hondo.

-Déjalo Vikingo, ya estoy acostumbrado a no ser bien recibido por los Craig.
-¡Qué bueno que lo haya asumido, Pretov! La verdad no lo soporto.

Mi hijo clavó la vista en algo que traía Pretov bajo el brazo… Prendas… Prendas con manchas de sangre. Esa cazadora… ¿Esa cazadora era de Bianca?

No pude evitar preguntarle.

-¿Qué lleva ahí, Pretov?

Me miró sorprendido para después arrollarlas bajo su brazo como ocultándolas.

-Pruebas, posiblemente.
-¿Pruebas de qué?
-Vaya, ahora quiere que el oficial le responda –protestó su compañero-. ¿Por qué ahora no se va a la mierda usted?
-Calla, vikingo –aconsejó Pretov y continuó-, mira… Sebastien…
-Para usted señor Craig, en lo posible.
-Sí claro que es posible señor Craig, lo que no va a hacer posible es que le diga el porqué y para qué llevo estas prendas. Salvo… Que me diga que hace aquí.
-Grigorii, la patrulla está esperando –apuró el tal Vikingo.

Hizo un gesto de retirarse y se detuvo.

-Señor Craig… Como soy tan bueno le diré que es lo que llevo bajo el brazo.
-Es secreto de sumario, Grigorii –protestó Vikingo.
-No te preocupes. Los Craig no hablan con nadie, ¿verdad? Son tan misteriosos e insociables.

Lo miré furioso.

-A Scarlet le encantará saber la opinión que tiene de nosotros –contesté.

Sonrió con autosuficiencia. ¡Qué humano más atrevido!

-Bien, le diré… Estas prendas de mujer están manchadas con sangre. Las encontré en el segundo piso. Cerca de las duchas. Usted dirá que tiene de extraño que haya encontrado ropa con sangre en un hospital. Pues sí, es extraño…

El suspenso que puso me erizó la piel. ¡Maldito oficial!

-Le decía… Es extraño, sí. Porque las manchas de sangre se notan más fuertes de la trama derecha que al revés de la prenda. Por lo tanto… La sangre no es de quien la usaba… La sangre no pertenece a quien usaba las prendas sino a un tercero.

Noté la inquietud de Douglas.

¿Y si asesinaba a los dos idiotas y mataban dos pájaros de un tiro?

-¡Papá me duele mucho el hombro!

Lo miré confundido pero a los segundos entendí. Había que sacarse de encima a esos oficiales para seguir buscando. Bianca y Charles debían estar en alguna parte del hospital.

Pretov se adelantó.

-Veo que su hijo necesita atención. Traumatología es el cuarto piso.
-¡No sabe cuánto le agradezco la información! –murmuré apretando los dientes.

No ser un vampiro salvaje y romperle el cuello para no escucharlo más.

Giró y caminó hacia la escalera. El tal Vikingo se adelantó y bajó las escaleras. Douglas y yo lo seguimos con la mirada. Antes de llegar a la escalera, Pretov me miró.

-Creí que necesitaba un oculista y no un traumatólogo. De todas formas hágase ver los ojos. Los tiene inyectados en sangre y puede ser conjuntivitis grave.
-¡Gracias! Seguiré su consejo –me burlé.

Apenas desapareció, Douglas puso manos a la obra.

-Papá busca en planta baja seguiré por el segundo piso.
-Ella debe estar en el segundo. Las prendas con sangre son de allí, eso dijo el idiota.
-Papá escucha… Estás nervioso y alterado. Buscaré minuciosamente en el segundo. Tú descarta planta baja. Es lo mejor. De paso fíjate si el tío tiene novedades.
-Douglas…
-Por favor papá, si me ven en planta baja dirán porque no estoy en cuarto piso por lo del hombro. En cambio tú puedes decir que esperas que me atiendan.
-Okay…

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Después de pasar por mesa de entradas y corroborar que Lenya me esperaba sin novedades, comprobé que Marin había abandonado el trabajo y que en su lugar había una chica rubia que no dejaba de mirar embelesada a mi hermano.

Lenya sentado en una silla de las tantas que había de plástico azul me hizo seña que esperaría mi regreso. Pretov y el otro oficial no se veían. Seguramente se habían retirado a la comisaría.

Respiré profundo para darme ánimo. Sólo quedaba recorrer el circuito de la planta baja para que mis ilusiones de encontrar a Bianca se derrumbaran. ¿Pero la sangre en las prendas? ¿Esa cazadora? Juraba que era de Bianca. Sin embargo estaba tan confundido y alterado…

Al no distinguir a nadie en el primer pasillo me apresuré a recorrer abriendo cada puerta que veía.
Habitaciones y más habitaciones, baños, y una escalera amplia que bajaba a cafetería.

Mi corazón latía lento, desganado… Bianca y Charles no estaban. Si pensaba de forma inteligente y razonable no podrían haber estado semanas encerrados sin ser vistos en el hospital. Ni siquiera por Marin. Charles se hubiera acercado. Salvo que estuvieran ocultos por el tráfico de personas de hace días a causa de la inundación… Mi cabeza no dejaba de pensar y pensar…

El segundo pasillo tenía tantas puertas que creí morir…

Una de ellas estaba entreabierta y un médico sostenía unas fichas en la mano. Frente a él la hilera de sillas estaba ocupadas por unas cuatro personas. Era la sala de guardia.

Caminé tratando de mantener la tranquilidad. Ni Charles ni Bianca podrían estar cerca. Las personas podrían verlos y estaba seguro que eso a Charles no se le escaparía.

Más adelante varias habitaciones… Casi en el extremo final del pasillo, un quirófano… Frente al quirófano la sala de primeros auxilios y recuperación. La entreabrí pero estaba vacía…

Cerré los ojos. La visión volvía a nublarse…

Un esfuerzo más…

Corrí apresurado girando hacia el tercer pasillo, pronto amanecería y no tenía protección. Aunque acaso si no los encontraba, ¿me importaría morir?

Comprobé que en el tercer pasillo había diez puertas. Una a una fui abriendo y comprobando que sólo encontraba enfermos durmiendo en sus camas…

Al llegar a la esquina donde el tercer y el cuarto pasillo se unían una camilla salió de una habitación junto a dos enfermeros. De pie, en silencio, esperé que trasladaran al enfermo hacia el quirófano. De nuevo el pasillo vacío…

Corrí desesperado de un lado a otro abriendo las tres puertas que quedaban por abrirse. La escalera que daba al primer piso permanecía en quietud. Nadie bajaba ni subía. Ni siquiera Douglas había regresado con noticias.

Una de las puertas daba a una salida de emergencia, la segunda daba a un habitáculo que tenía guardado utensilios de limpieza, la última… La última esperanza, salvo que Douglas los hubiera encontrado, estaba cerrada con llave. Corrí con la furia y la impotencia hacia el otro extremo nuevamente, sin saber que hacer, sin saber donde buscar.

El pasillo giró en torno a mí y creí que desmayaría. Arrastrando los pies sin fuerzas y sin ganas de vivir regresé por el mismo camino. Sin embargo al llegar al principio del corredor en la unión del pasillo tercero y cuarto, una corriente de aire me acarició. Había una puerta abierta… Las que veía estaban todas cerradas…

Me estremecí… No por el frío… Había una presencia que había cambiado el aire.

Inmóvil respiré lentamente tratando de captar hasta el menor detalle de mis sentidos. La vista hasta ese momento nublada distinguió una escalera pequeña hacia lo que sería un subsuelo o algo así. Sólo debía correr otra vez hacia el extremo del pasillo, bajar la escalera y comprobar que no estaban allí.
Mis piernas temblaron, mi garganta se secó, y mi corazón latió despacio a un ritmo que desconocía. ¿Era la ansiedad o el miedo por no hallarlos en el último rincón que faltaba? Aunque… ¿El estacionamiento? No… Allí habría agua… Imposible.

Mi pulso bajó más de lo que estaba acostumbrado a sentirlo. Quizás estaba por morirme y no me daba cuenta.

Cerré los ojos y volví a abrirlos… A punto de correr al extremo final del pasillo y dar todo lo que quedaba de mí, mi vista privilegiada aun sin tener la capacidad de siempre distinguió unas cuatro falanges delgadas aferradas a la arista de la pared. No podía ver de quien se trataba porque la escalera estaba de perfil y no de frente sin embargo alguien estaba escondido.

Me quedé inmóvil… Aferrado a una esperanza. El latido de un corazón que escuchaba al final del pasillo era lento, muy lento… No era el corazón de un humano…

Entonces… La vi… Dio tres pasos y se dejó ver de cuerpo entero… Era ella, mi Bianca, mi amor, mi vida, mi todo en este planeta.

Aspiré el aire de una bocanada inundando mis pulmones y murmuré casi sin voz.

-Bianca…

Ella me miró fijo. Esos ojos… tan… bellos… Me miraban asustados.

Di tres pasos y las piernas cedieron. Caí de rodillas mientras ella avanzaba apresurada hacia mí.

-¡Bianca! –lloré- Bianca… Mi amor… Te encontré. ¡Te encontré, mi amor!

Cuando iba a esforzarme para levantarme y correr hacia ella sus brazos me rodearon y me apretaron fuerte.

Sonreí entre lágrimas. Sí que era veloz.

-Sebastien –lloró.
-Ay mi amor. ¡Bianca! ¡Ay Bianca! ¡Cómo sufrí todo este tiempo!

Ella sólo atinó a aferrarse a mí y a llorar junto conmigo.

Le tomé el rostro con las manos y la miré como quien disfruta un milagro.

-Tengo ojos… Tengo ojos de vampiresa –murmuró con miedo.
-¡Aay Bianca! Son los ojos borgoña más bellos que jamás había visto hasta ahora.
-Te amo, te amo Sebastien!
-¡Bésame mi amor! ¡Te necesité tanto! -dije contra sus labios tersos y suaves.

Ella devoró mi boca con la misma pasión de siempre, quizás un poco más. Hacía mucho tiempo que nuestros labios no se encontraban en un beso apasionado y fogoso. Si Douglas no hubiera bajado la escalera desde el primer piso quizás nos hubieran descubierto al llamar la atención. El hospital no era un hotel a kilómetros y kilómetros de toda urbanidad. Pero supe que si hubiera sido por mí nuestro secreto de vampiros no hubiera importado. Sólo quería sentirla, probarla, asegurarme que estaba entre mis brazos y que nunca más se iría de mí.

Al escuchar que alguien bajaba las escaleras desde el primer piso. No tuve que girarme para darme cuenta que era Douglas.

Bianca se separó de mí sólo lo suficiente para contemplarlo con una sonrisa y los ojos llenos de lágrimas.

-Cariño –susurró-, me han encontrado.
-Bianca –pronunció él con emoción. Después se echó a reír de alegría.

-Bianca, ahora puedo decirte otra vez, “bienvenida a la familia”.

4 comentarios:

  1. Ahhh este capitulo me tuvo en vilo hasta el ultimo momento deseando q Bianca y Sebastian se reencontraran y al fin lo hicieron, ahhh q felicidad al fin juntos despues de tanto sufrimiento para todos, mil gracias x el capitulo Lou te mando un fuerte abrazo!!!

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  2. Hola Lou... ¡Pobre Charles! Ha llegado a la mansión, y de vuelta hacia el hospital
    Todos se han alegrado mucho de ver a Charles
    Y el reencuentro entre Sebastien y Bianca ha estado de maravilla... me ha impresionado que Sebastien haya caído de rodillas
    Ahora hay que salir del hospital y volver cuanto antes a la mansión... espero que puedan encontrarse con Charles y Ron
    Un encanto de capítulo... lo he disfrutado mucho
    Besos

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  3. Lou, realmente me has dejado impresionado, por la magia de tu intelecto, hecho palabras, muy buen capítulo como todos y cada uno, gracias,,,saludos.-

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  4. Uy que bien , por fin se han encontrado . Me aprecio tan linda y romántica la escena te mando un abrazo y te me cuidas

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