jueves, 23 de abril de 2015

¡Holaaa! Aquí capi dos. Es largooo lo sé, lo siento. Pero no podía cortar las escenas. 

Tengan paciencia, prepárense un café, y los Craig capi 2, todo de ustedes. Besotes y muchas gracias. Lou.


Capítulo 2
Sin opción.

Bianca

Charles se había ido hacía unos diez o quince minutos. Quedé inmóvil de pie en un rincón, a la espera que regresara con noticias. El ambiente olía a humedad. Quizás se colaba el aroma del subsuelo con toda el agua estancada. No… Muchos días habían transcurrido… El agua tendría que haberse retirado y parte de ella volver a su cauce. Por supuesto, las paredes y baldosas estarían húmedas e impregnadas de agua sucia y restos de basura. ¿La mansión se habría inundado? No… Estaba construida en la parte más alta de Kirkenes, al igual que la reserva. Era una suerte que mis seres queridos estuvieran a salvo.

Sebastien… ¿Estarás preocupado? Sé que confías en Charles pero… tantos días sin saber de nosotros…

El ruido de unos pasos en la escalera me puso en estado de alerta. ¿Sería Charles? ¿Habría encontrado a Olaf? Afiné mi oído…

Estaba bajando… No subía… Bajaba… ¿Era Charles? No… Charles no caminaba así…

Pegué mi espalda en la pared y clavé los dedos en la pintura como si me sujetara ante un terremoto. El polvillo de la primera capa de cemento se soltó de la pared al apoyar mis dedos. Debía medir mi fuerza. Ya no era humana. Cielos, ya no era humana…

Los pasos se detuvieron…Escuché nítido como arrastraba los pies al caminar… Cerca… Muy cerca… Otra vez se detuvieron… Diablos, estaba tras la puerta. No era Charles. Charles hubiera entrado.

Escuché el ruido similar a palos de madera siendo apoyados en la pared. Mis flamantes ojos fijaron la perspectiva en el picaporte herrumbrado. Un corazón… Un corazón latiendo…

El picaporte giró. Inmediatamente la puerta se abrió y al rechinar le siguió la visión de un hombre calvo de alrededor cincuenta años. Sin mirar siquiera retrocedió sobre sus pasos y recogió una bolsa de residuos junto a un escobillón y una mopa. Esos habían sido los sonidos de palos de madera apoyados en la pared.

Entró con los utensilios arrastrando la bolsa. Cerró la puerta con un golpe seco y giró hacia un armario de tres puertas. No me había percatado que había un armario hasta ahora. De todas formas no era un problema que no fuera detallista en mis condiciones, lo peor que mis condiciones ante ese humano me volverían peligrosa y mortal.

El sonido del corazón del hombre traspasó mis oídos y llegó a mi cerebro. Y como quien huele comida deliciosa y el cerebro le ordena que debe alimentarse, mi mente absorbió cada una de sus pulsaciones y ordenó a mi organismo prepararse para cazar.

Un gruñido salió de mi pecho provocando el sobresalto del pobre hombre. Me miró por primera vez y creo que pensó que era una aparición del mismo infierno. Salvo por un detalle. Me conocía.

—¡Ay doctora MacCarthy! ¡Dios bendito me asustó!

Apreté fuerte mis labios ante el dolor de mis encías desgarrándose.

Mierda… Mis colmillos…

—Doctora… Usted… ¿Dónde estaba? Marin ha preguntado si la hemos visto por el hospital. Es su prima, ¿verdad?

Otro gruñido salió de mi garganta sin poder contenerlo.

En ese instante creo que comprendió que algo malo me pasaba. Quizás pensaría que me había contagiado de rabia o algún virus extraño. Bueno… no estaba tan lejos. De un virus se trataba.

—Doctora…

Mis colmillos afloraron rompiendo la piel delicada de mis encías, mi cuerpo convulsionó, y percibí las pupilas de mis ojos creciendo. Mi iris se clavó en la vena que atravesaba el cuello. Palpitaba… El sonido de los golpes de la sangre al ser bombeada por el corazón… Sed… Sed incontrolable.

Cerré los ojos para no ver la vena cava o la arteria aorta. En este momento daba igual cual era. No debía abrir cuerpos ni analizar. Debía… Debía beber.

No medía mis movimientos, eso me había quedado claro. La velocidad, esa que tantas veces había admirado en mis Craig estaba resultándome un problema. No necesité abrir los ojos para darme cuenta que tenía al hombre presionado contra la pared. Él abrió la boca para aspirar el aire, pero el diafragma estaba comprimido por mi cuerpo y la barrera de cemento. No iba a poder escapar.

Sus ojos se abrieron asombrados, después el terror los bañó dando paso a las lágrimas.

No supe si mi mente ordenó abrir mi boca. Yo sólo obré por una serie de impulsos encadenados. Colmillos crecidos, labios entreabiertos, garganta seca, estómago vacío buscando con qué llenarse.

Sentí sus manos aferrarse con desesperación a mis caderas tratando de apartarme. Imposible apartarme, imposible detenerme.

Actué como si las puntas afiladas de mis colmillos tuvieran un imán hacia la piel palpitante.

El dolor punzante de las encías cesó en cuanto se clavaron en la piel del humano. Cerré mis labios en torno a la carne blanda y el líquido delicioso baño mi boca y escurrió por las comisuras. No sabía como beber prolijamente.

La presión arterial hizo que la sangre disparara como un fuerte chorro y golpeara mi garganta. Un dejavu vino a mi memoria… Sebastien y yo… haciendo el amor… El sexo oral que tanto lo enloquecía…

El placer creció en mis entrañas y me afirmé con más fuerza sosteniéndolo por los hombros para que no cayera a mis pies. Se notaban sus músculos cada vez más flojos hasta que las manos que tenía en mis caderas cayeron laxas a cada lado de su cuerpo. Pero yo quería más… No me detuve hasta que Charles abrió la puerta y quedó inmóvil ante tamaño cuadro.

Por supuesto que nada de la escena lo asustaría, aunque sí… Algo lo asustó… El hecho que había asesinado sin medir la hora y el lugar. No me encontraba como cualquiera de los vampiros cerca de las cumbres o en algún lugar lejano del mundo. No… Estaba en el subsuelo del hospital de Kirkenes y a ese hombre encargado de la limpieza no tardarían en buscarlo.

Charles

Olaf brillaba por su ausencia. Seguramente se encontraría muy atareado por el caos que había dejado la inundación.  De todas formas no podía hacerme ver por cualquier humano que no fuera el director y amigo de Sebastien, así que tenía acotado los lugares por los que husmeaba.

Caminé por el pasillo del segundo piso después de cerciorarme que estaba solitario. Escuchaba voces de hombres al final del corredor… Sí a la izquierda…

Despacio caminé hasta el fondo del pasillo y oculto por la pared apenas me asomé.

Tres hombres al parecer con una caja de herramientas. Dos de ellos inclinados haciendo fuerza contra las puertas del ascensor. El otro de pie, dirigía la obra.

—Moll, debemos sacar el agua con las bombas. No lograremos hacerlo funcionar –dijo uno de los hombres que apoyaba una rodilla en el piso.

Unos pasos a mi espalda me advirtieron que tenía compañía…

Giré lentamente…

Una enfermera apresurada llevaba una plancha de metal entre sus manos… Iba concentrada en contar… ¿Qué cosa eran? ¿Tubos de ensayo? Muestras de sangre…

Quedé inmóvil…

El líquido rojo reflejaba el vaivén ante el andar de la mujer.

Sangre… Muestras de sangre.

La enfermera detuvo el andar y me miró desde una distancia prudencial.

—¡Señor! ¿Ya ha sido atendido? Debe ir al tercer piso.

Sonreí.

—Disculpe, me he perdido.
—Suba por las escaleras. El ascensor no funciona. Le tomarán los datos y le sacarán sangre.

Uno de los hombres se giró para escuchar la conversación, después se dirigió a otro compañero.

—Están necesitando el ascensor, vamos por la bomba de una vez.

Dos de ellos se dirigieron por una escalera angosta y descendieron.

El ruido de una puerta de vaivén al cerrarse hizo que prestara atención a la enfermera.

Ya no estaba… ¿Por cuál puerta había desaparecido?

Me acerqué por el pasillo observando puerta por puerta algún ligero movimiento… Al llegar a la cuarta puerta me di cuenta que ella había entrado segundos antes por allí. Las bisagras aún rechinaban para mi perfecto oído.

El laboratorio… Ella llevaba la sangre a un laboratorio. ¿Pero como entrar con ella en plena tarea? Quizás había más personas adentro…

Mi estómago comenzó a dolerme por la sed…

No podía cazar la enfermera porque llamaría la atención. Por otro lado la sangre del laboratorio no sería suficiente para mí si quería recuperar mis dones… Podía ser una solución para mi querida Bianca… Regresaría por la sangre al anochecer cuando nadie vigilaría el pasillo. Sí, eso haría… Aunque antes debía urgente alimentarme o mis fuerzas no podrían ayudar a Bianca en sus primeros pasos. Entonces, mis ojos borgoña volvieron a fijarse en el hombre que había quedado solo…

Como soplo de viento, aprovechando la soledad me deslicé hasta él.

El obrero inclinado levantó la cabeza y me miró.

—¡Oiga! Debe usar las escaleras al fondo del pasillo.
—¡OH! Tiene razón, que torpeza la mía –respondí.

Sus ojos me miraron con extrañeza.

—La conjuntivitis es muy contagiosa, por favor, apártese de mí.

Sin escuchar su absurdo pedido me acerqué hasta el borde del ascensor. Las puertas abiertas mostraban el vacío del segundo piso al subsuelo… Quizás… Porque no podía verse más que el agua estancada.

—¡Ey! ¿Es sordo? ¡Apártese caerá por el hueco!

Rodee mis ojos impaciente.

—Le agradezco su preocupación –contesté. Avancé hacia él y lo tomé de la solapa de la camisa. Al elevarlo del suelo el hombre se aterró, —no se preocupe por mí. Es usted el que caerá por el hueco.
Dicho esto incliné el rostro y clavé mis colmillos en la garganta. De esa forma jamás podría gritar. Técnicas que uno aprende con el tiempo…

Me llevó tres o cuatro minutos. Saciado de sangre fresca tiré al hombre sin vida por el hueco y escuché el sonido del agua al chocar contra el cuerpo.

Mis manos estaban cubiertas de sangre, mi ropa manchada, y mis labios debían estar teñidos con mi preciado alimento.

Sentí mi cuerpo rejuvenecer… Debía dormir unas horas para recuperarme del todo y poder materializarme con Bianca en la mansión. Pero antes conseguiría alimento para mi hija del corazón. Mi querida Bianca…

El sonido de la puerta de vaivén me alertó de la enfermera. Si tenía suerte ella no caminaría en dirección al ascensor sino que regresaría por donde había venido…

Sí… Eso hizo…

Cuando el pasillo quedó solitario me apresuré a regresar con Bianca. Había localizado nuestra fuente de alimento y podía sentirme satisfecho. Al anochecer entraríamos al laboratorio o quizás podría llevarle varias muestras para que bebiera. Debía apresurarme. Otro día más sin que los Craig supieran de nosotros…

Antes de bajar la escalera y llegar al descanso del primer piso, me detuve. Cerré los ojos tratando de llamar a Sebastien, pero mi querido líder no lograba conectarme. Esta vez no era yo quien no podía llegar a su mente. Era su cerebro que estaba fuera de control y de toda concentración.

No podía conectarme con Sebastien aun recuperando energías. Era factible el estado de desesperación de Sebastien que impedía que se concentrara como era debido. Decidí no perder más tiempo y volver con Bianca para contarle sobre el laboratorio.

…Pero al regresar con Bianca todo mi plan debió ser desechado.

En cuanto la sorprendí Bianca se dejó caer al piso y lloró desconsolada sobre el cuerpo sin vida de ese hombre. Mi nula experiencia en convertir humanos me hacía un inservible a la hora de encontrar las palabras adecuadas que la consolaran. Al menos lo intenté.

—Bianca, ya no llores. Fue el destino que ese hombre bajara a guardar los utensilios de limpieza. Cálmate, es tu naturaleza.
—¡Charles qué horror! ¡Soy una asesina!

Dudé que decirle… O adornaba con flores las frases y después no creería nada de lo que le diría, o le hablaba con la verdad tratando que comprendiera.

—Sí, eres una asesina. No voy a mentirte. Has matado a un hombre que no conocías sin que haya hecho daño, pero también es cierto que te alimentas de sangre humana, eres un vampiro… Como yo, como Sebastien, como los Craig y tantos otros.

Sollozó en silencio y se apartó del cuerpo con un movimiento brusco dando la espalda contra la pared. Aún no dominaba la fuerza ni la velocidad. Se escurrió lentamente hasta quedar sentada en el suelo con las rodillas encogidas tocando su barbilla.

Me miró con los ojos enrojecidos y húmedos. Me miró en silencio durante varios segundos interminables. Desconocía que pensaba pero tenía la ilusión de que poco a poco se tranquilizara y entendiera que la naturaleza de un vampiro no es ni buena ni mala, era simplemente eso, su naturaleza.

—Charles…
—¿Qué? Dime todo lo que te aqueja.
—No quiero matar humanos. ¿Podré sobrevivir?

Arquee una ceja.

—No digo que mueras si te practicas transfusiones, pero no será lo mismo. La energía que da la sangre fresca que corre a una velocidad normal no te la dará el catéter. Sin embargo… Bueno… Supongo que mientras tú no admitas e incorpores lo que verdaderamente eres… Estará bien. Douglas tiene genes de lobo, es distinto. Numa siempre ha cazado desde el primer momento.
—¿No ha sentido culpa?
—No que yo sepa. El caso es que Numa tenía una visión de los humanos que no es la tuya. A él lo han hecho sufrir, tú eres una médica. Aunque una forense tu lema es salvar no matar… No sé. Lo único que te aseguraré que estaremos para acompañar tus pasos. No estarás sola con toda esa carga, querida. Mira… He tenido que matar a un obrero hace cuestión de una hora. Si no lo hacía era muy probable que mi energía se fuera acabando.
—¿Has matado a un hombre? –interrumpió.

La miré con ternura.

—Bianca, eso hago desde que tengo memoria. Ese soy yo, un vampiro, vivo de humanos. Ellos mueren, yo vivo. ¿Entiendes? Pero tú no lo ignoras, hace tiempo sabes quienes somos.
—Lo sé…
—Ahora escucha, he hallado el laboratorio. Debemos ir hasta allí en cuanto caiga la noche y el movimiento en el hospital sea casi nulo. Mi idea era traerte muestras para que te alimentaras pero después de lo ocurrido no te dejaré sola.
—¡Qué horror! ¡No he sabido comportarme como un vampiro controlado! ¡Sebastien se avergonzará de mí!
—No digas eso. Bianca…

Unos pasos se escucharon… Bajaban la escalera….

—Tenemos que salir de aquí sin falta en cuanto caiga la noche. Puedo sostener la puerta pero si quieren romperla para buscar a este hombre entonces no podré hacer nada, nos descubrirán.

Miré el cuerpo tirado en el extremo del pequeño habitáculo.

—Lo primero que haré será deshacerme del cuerpo.
—¿Cómo harás? –se sobresaltó.
—Tranquila. Abriré la otra puerta por la que entramos, ¿ves? Por allí te cargué cuando el nivel de agua era mayor. Esa puerta de hierro –señalé—. Después tiraré el cuerpo cuanto antes. El agua está bajando y se retirará por completo en poco tiempo. Es la única oportunidad que nadie lo halle por un tiempo. El agua se encargará de descomponerlo rápidamente.
—¡Charles, soy una asesina!
—Bianca… Por favor, necesito que escuches. Por favor, entiende no es tu culpa querer sobrevivir. Es la ley natural.
—¡Charles!

Me acerqué a ella antes de hacer el trabajo que me había propuesto. La abracé mientras rompía en sollozos.

—Charles, no quiero hacer esto.

Me acomodé sentado en las baldosas húmedas junto a ella.

—Bianca, ¿hubieras preferido envejecer mientras Sebastien se mantenía igual con el paso de los años?

Me miró fijo.

—No… Yo… Quiero estar con él para siempre.
—Bien. Ser vampiro es lo que te permitirá cumplir el deseo. ¿Recuerdas? Es lo que siempre le has pedido a Sebastien. ¿Ya no querrías ser vampiro?

Su duda seguida del silencio puso en vilo mi corazón. ¿Si me decía que no? ¿Qué hubiera preferido morir?

Me miró con ese nuevo iris borgoña maravilloso.

Sonrió apenas.

—No Charles. Luché contra la muerte para estar aquí, contigo.
—Bien, no sabes lo que me alegra escucharlo.
—Gracias Charles. Gracias por todo.

Tomó mis manos entre las suyas y acunó su mejilla con una de mis palmas.

—No estás frío como antes.

Reí.

—Soy el mismo. Tú no estás tibia. Tienes la misma temperatura que yo.

De pronto, alguien bajó las escaleras apresurado hacia nosotros. Avancé contra la entrada y presioné con una mano la puerta. Hice seña de silencio con el dedo sobre los labios.

—¡Peter! ¿Estás ahí? ¡Peter!

Era una mujer… Quizás una enfermera o una empleada compañera de su turno.

Bianca se arrastró muy despacio hasta el cuerpo del hombre. Tanteó sus bolsillos para después revisarlos uno por uno. El shock por ser vampiresa y haber asesinado en busca de sangre no impedía que ella inspeccionara el cuerpo del humano como algo natural. Por supuesto era forense, a esa tarea estaba acostumbrada, en cambio a matar…

Apoyado en la puerta noté que la presión de la mujer por abrir y entrar buscando al tal Peter, iba cediendo.

Escuché que subía los escalones, entonces me relajé. Bianca quitó una cédula plastificada blancuzca. Debía ser su identificación.

—Sí, era Peter Toller –murmuró.

Me miró con el plástico en la mano.

—Quien sabe qué vida tenía tras de él. ¿Tendría familia numerosa? Charles… ¿Cómo me quitaré esta angustia y la culpa?
—Ya verás que sí, cariño. Ahora quédate quieta y calladita por si regresan. Me deshaceré del cuerpo.
—¡Qué haremos después, Charles?
—Descansaré unas horas corridas. De esa forma podré materializarme contigo en la mansión. Si notas algún movimiento me despiertas, también si tienes unos deseos irresistibles de abrir la puerta y fugarte. ¿Entiendes Bianca? Debo reponerme para que salgamos de aquí.
—¿No buscaremos a Olaf?
—No, no volveré a dejarte sola. Tampoco iré al laboratorio por sangre. Y antes que te sientas culpable te repito, eres una neófita y es normal que no sepas como actuar. Ahora quédate tranquila. En poco caerá el anochecer y nadie vendrá al subsuelo.
—¿Si la policía busca a Peter?
—Es muy pronto para que lo den por desaparecido. Además por lo que he observado tanto la policía como el personal del hospital tienen mucho trabajo para hacer.
—Okay… Charles…
—¿Qué ocurre?
—¿Sebastien me querrá ahora que soy vampiresa?

Sonreí.

—Sebastien te ama con todo su corazón. No quiero imaginarme lo que serán sus noches y días sin saber de ti. Debemos actuar rápido. Mis dones no responden y en este momento los necesitamos tanto o más que la sangre.



Sebastien.

Mi hijo rodó los ojos por quinta vez. Sentado en el sofá, conmigo de rodillas frente a él, trataba de explicarme lo que tantas veces había querido que entendiera. La sala de la mansión estaba completa con toda la familia, en cuanto a Scarlet quizás había salido a cazar.Todos murmuraban los dichos de Douglas sacando sus propias conclusiones.

Cansado de no escuchar sólo lo que quería oír, ordené silencio.

—¡Cállense!

Todos enmudecieron. Hasta Lenya cuyas órdenes le caían muy mal.

Miré a Douglas que descansaba su cabeza entre las manos.

—Hijo… Por favor… Dime, ¿como la viste? ¿Está bien? ¿Dónde está? ¿Qué te dijo?

Douglas separó sus manos de la cabeza y me miró con tristeza.

—Papá, sé de tu desesperación, pero todo lo que sé te lo he dicho.
—Repítemelo Douglas… —mis lágrimas cubrieron los ojos.

Él puso una mano en mi mejilla.

—Te lo repetiré todo de nuevo… Tuve una visión. Yo… pensé en Bianca… Y ella… fue como si me hablara directamente… Al principio creí que era el hecho de su ausencia… Pero no… Ella me hablaba como si supiera que estábamos desesperados. Al menos yo… Ella…
—¡Sigue por favor! –grité sobresaltándolo.

Una mano se apoyo en mi hombro.

—Tranquilo Sebastien –dijo Rodion—, déjalo hablar.
—Lo siento…

Mis lágrimas corrían por las mejillas sin poder contenerme. Se trataba de Bianca, de mi mujer. De la mujer que sólo en alguna terrible remota posibilidad la había imaginado muerta.

—Papá… Ella me dijo “cariño, mírame”. Bianca quería que la mirara a los ojos papá. Escucha…
—Sí sí –dije, estallando en llanto sin poder contenerme.
—Papá no llores... Ella quiere darme un mensaje… Creo que quiso decirme que está bien… Cuando miré sus ojos… No encontré el bello iris azul de siempre… Sus ojos borgoña… Papá… Ella no es humana.

—¡Charles la convirtió! –exclamó Anthony.

Douglas permaneció en silencio.

—¡Hijo! ¿Qué más has visto? ¿Charles? ¿Mi querido Charles estaba con ella?

Sequé mis lágrimas.

—No lo vi… Ella lucía pantalón y bata blanca… Charles… No Charles no estaba allí.

Me puse de pie. Llamé a Scarlet a los gritos.

-Aquí estoy -murmuró al pie de la escalera.
-¡Scarlet! ¿Cómo puede ser que no visualices a Bianca ni a Charles? ¡Dime! ¿Acaso no te importa?

Scarlet titubeó con los ojos llenos de lágrimas.

-¿Crees que no lo he intentado? No puedo verlos. Es la verdad. Estoy desesperada, adoro a Bianca... Esa debe ser la razón que no permite que me concentre. No lo sé... Quizás son ellos que no están predispuestos... No tengo la respuesta. Te pido que no me grites más, pero sobre todo nunca pongas en duda mi amor por Bianca.



Lenya.

Sebastien volvió a sus cabales. En cuanto Douglas mencionó la vestimenta de Bianca él pidió disculpas a Scarlet y respiró profundo. Nadie ignoraba el cariño que mi hermana sentía por la dama de los Craig y también por Charles, ¿por qué no? Por otra parte, era sabido que si vestía pantalones y bata blanca ella se encontraría en un hospital. Mi sobrino no había mencionado a Charles y era probable que no estuviera con ella, quizás sí y Douglas sólo se conectaba con Bianca. Al parecer siendo humana él leía sus pensamientos. Ojos borgoña… No había duda… Bianca era una vampiresa y la única posibilidad sería que Charles la habría convertido. ¿Pero Charles? ¿Dónde estaba Charles?

La duda me carcomía y mientras intercambiábamos miradas con Rodion me daba que pensar que no veríamos más a nuestro querido mayordomo y guardián. Él se hubiera materializado, al menos se hubiera comunicado con Sebastien a través de la mente. Nada, ni noticias.

—¡OH, por los infiernos! –lloró Margaret— Él la convirtió para salvarla… ¿Mi Charles murió?

Ron se acercó a ella y la abrazó.

—Espera, aún no sabemos nada.

Sebastien caminó unos pasos dándome la espalda. Quedó inmóvil por unos segundos.

—¿Qué harás? –pregunté.

Giró para enfrentarme.

—Déjame concentrarme. ¿Qué crees que haré? ¡Ir al hospital!
—Iré contigo. Te seguiré apenas desaparezcas de aquí.
-Iré a la plaza principal. Frente al hospital –informó.

Mientras todos esperábamos que desapareciera en el aire los minutos continuaban transcurriendo sin modificar absolutamente nada.

Mi hermano cerró fuerte los ojos  nuevamente para concentrarse y desmaterializarse frente al hospital de Kirkenes, en la plaza. Era madrugada así que no habría problema en cuanto a tráfico y multitud de personas. Sin embargo parecía no lograrlo, de hecho permanecía clavado en el mismo sitio, pegado a la alfombra.

-¡Mierda! No logro concentrarme. El lugar se desdibuja. Estoy muy ansioso.

Al cabo de unos segundos desapareció por la puerta del estudio. Según él no le permitíamos concentrarse y no lograría cumplir su propósito. Dije que lo seguiría, no lo dejaría ir solo por la ciudad con la ansiedad y la locura entorpeciendo sus sentidos. Me acerqué y recosté mi cuerpo a la puerta del estudio para estar atento a sus pasos.

No habían transcurrido diez minutos cuando abrió la puerta, furioso. Dio un portazo y caminó a lo largo de la sala ante la mirada inquieta de todos nosotros.

—¡Maldita sea! ¡No puedo desaparecer de esta puta mansión!
—¡Ey! –lo tomé del brazo— ¿Quieres tranquilizarte? No lo lograrás en ese estado. Te desconozco.

Clavó su iris en mi rostro como si quisiera partirme al medio de una trompada.

Rodion se acercó a nosotros.

—Escucha Sebastien, si no estás bien alimentado o has descansado como corresponde no lo lograrás. Eso ya deberías saberlo.
—¡Lo único que sé es que quiero a mi mujer y a mi amigo aquí conmigo!

La voz de Numa pareció perderse en la gran sala sin embargo pudo expresar una idea que a mi modo de ver era una buena solución.

—Papá, ve con Douglas en la moto. Ambos llegarán más tarde pero seguro estarán en media hora allí.
—¡Claro! Y Lenya se  materializará y te esperará en un punto en común –agregó Margaret.
—¡Tardaremos media hora! –exclamó mi hermano.
—Peor es nada Sebastien. Tú en ese estado no despegarás los pies de esta mansión –dijo Ron.
—Mi hermana se encuentra en el hospital. Le queda un par de horas de trabajo aún. Podría llamarla y pedirle que inspeccione todo lo que pueda. Incluso avisar a… ¿Cómo es el nombre de tu amigo? –aportó Liz.
—Olaf –murmuró Sebastien—, ¡lo llamaré ahora mismo! Por favor, avisa a tu hermana que Bianca podría estar escondida en el hospital.
—Bien.

Sin perder tiempo ambos usaron los móviles para comunicarse. Contemplé a "la rubita" en silencio recostado al marco de la puerta del estudio. Tenía una femineidad especial en sus movimientos. Un estilo sutil pero que no dejaba a dudas que eran de una mujer fuerte y decidida.

Finalmente fue la única que pudo comunicarse ya que Olaf no se encontraría en el hospital, seguramente a esas altas horas de la madrugada dormiría como un lirón y no escucharía el teléfono. Lo cierto que Marin era la única que podía ganar tiempo mientras Douglas y Sebastien partirían en la moto. Anthony y Ron se ofrecieron a manejar uno de los coches, inclusive el de Charles que había recibido de regalo en su cumpleaños, pero mi hermano desechó la idea porque la moto sería lo más ágil y rápido. Creo que hasta permitiría a Douglas superar la velocidad máxima.

Yo en cambio aguardaría unos veinte minutos en la mansión para después materializarme en la plaza, cruzar la avenida hasta las puertas del hospital, y esperarlos allí.

Apenas Douglas y Sebastien partieron Liz se dejó caer en uno de los sofás. El sueño parecía por momentos vencerla y pestañeaba repetidas veces para mantenerse despierta. En tres horas debía partir a su trabajo para cumplir con los últimos días ya que había decidido renunciar para irse a Drobak con su hermana. ¿Y ahora? Si Bianca aparecía sana y salva, ¿decidiría quedarse con nosotros?

Como adivinando mi mirada sobre ella levantó la vista y me contempló en silencio por unos segundos.

Mierda… Esa mirada que juraría era de puro amor. Fueron segundos que ambos permanecimos contemplándonos hasta que bajó la vista al suelo y quedó pensativa.

Margaret se acercó y le ofreció un café. Tarea difícil para Margaret en este momento que su mente imaginaba mil cosas de Charles. Si estaría bien, si estaría vivo, si estaría muerto…

Liz le agradeció un café y Margaret se retiró junto con el resto del personal a la cocina. Por supuesto Rodion siguió los pasos de Sara y Numa siguió a Rose.

Eché un vistazo alrededor de la sala como buscando algo interesante. Puras excusas. Lo único interesante en mi vida estaba sentada en uno de los sofás y no se acercaba a mí como si tuviera una peste que la contagiara. Ella observó la estufa leña apagada como si quisiera descubrir partículas en los ladrillos o contar los leños chamuscados. Cualquier cosa con tal de no enfrentarme. Después de saber que iba a partir con Marin y nos abandonaba, el día anterior, habíamos discutido acaloradamente. Con ella nunca se podía hablar tranquilamente como personas civilizadas. Ella era… Ella era puro fuego. Para bien o para mal. Para colmo echó en cara el beso que había presenciado de casualidad entre Natasha y yo. ¡Qué exagerada! Un beso entre dos personas de ambos sexos, ¿qué había de escandaloso? Peor ella que debía haberse besado con todo Drobak, besado y acostado. Bueno, no era que no compartía la cama con Natasha… Pero… ¡Mierda! ¡Qué difícil ponerse en el lugar del otro! No estaba acostumbrado a ello.

Margaret entró a la sala con dos cafés. Uno para mí… ¡Qué atenta era! Ojalá Charles apareciera y no sufriera como condenada. Se notaba que lo quería mucho.

—Gracias –murmuré.
—El tuyo no tiene azúcar, creo… Estoy tan confundida que no sé si les di bien el café.
—No te preocupes –contesté sonriendo.

Liz probó el café y su gesto indicó que sabía amargo.

—Ese es el mío –dije, mientras me acercaba para intercambiar la taza.

Margaret se retiró en silencio.

Mis dedos rozaron esas falanges tan delicadas y femeninas y una corriente de alta tensión recorrió mi cuerpo.

Ella alzó la mirada pero no me sonrió. Tomó su taza con café azucarado y extendió con la otra el café amargo.

Me senté a su lado y tomé dos tragos sin hablar.

Ella cruzó la pierna sobre la otra y balanceó el pie, inquieta.

—¿Estas nerviosa? –pregunté.
—¿Por qué debía estarlo? Mi prima desaparecida hace semanas y yo a punto de irme para siempre y todo cambia con un contacto paranormal de Douglas. Parece que está viva, pero con un pequeño detalle, quizás sea una vampiresa. Por último llamo a mi hermana y le pido que la busque corriendo peligro que si es verdad lo que vio Douglas mi hermana será su almuerzo.
—¿De dónde sacas esas cosas?
—Bianca sería neófita. No creo que tenga tanto control. ¿Y de dónde lo saco? De libros de vampiros que he leído a lo largo de mi vida.
—No es tan así.
—¿Cómo sabes? Ustedes que yo sepa no convierten a menudo a los humanos.
—¿Si tu prima aparece te quedarás con nosotros? –la interrumpí sacándola del tema de conversación.

Me miró sorprendida.

—¿Cambiaría algo entre nosotros si me quedo?
—No.
—Entonces no te preocupes por mi decisión. Me compete sólo a mí y a mi hermana.

Respiré profundo y lo largué.

—Escucha… Yo… Te debo las gracias por haberme salvado la vida con ese disparo a Hans.
—No fue nada.
—¿Estás segura?

Me miró con rabia.

—¿Y qué harías si te dijera que me despierto casi todas las noches por un sueño horrible el cual disparo repetidas veces a ese maldito lobo en la cabeza? ¿O si te cuento que con toda seguridad no tocaré un arma en mi puta vida por el trauma de ese día? ¿Serviría algo contártelo a ti? ¿No, verdad?
—Yo… Nada… Sólo te lo agradezco.
—¡Sí, cómo no!
—¡Oye! Después de todo no te he pedido que lo hicieras. ¿Ahora quieres que te pague con creces hasta el final de mis días?

Se puso de pie de un salto y caminó hasta dejar la taza sobre la mesa de living. Caminó hacia la escalera con ese andar que me trastornaba la vida y subió de dos en dos  los escalones.

Yo y mi bocota…

Me levanté y la seguí. En dos zancadas la esperé arriba donde la escalera llegaba a su fin.

Fue levantando la vista y el azul maravilloso de su iris se oscurecía a medida que subía acortando la distancia entre los dos.

—¡Apártate, Lenya Craig! –exclamó, antes de llegar al último escalón.

¡Qué lindo sonaba mi nombre en su boca! Aunque fuera con rabia y desdén como en ese momento.

—¿Podrías escucharme? –supliqué interponiéndome en el pasillo.
—¿Qué quieres? ¿No ha sido suficiente?
—No quise ser grosero…

Se detuvo y me miró.

Después, paso a paso, lentamente, se acercó a mí.

¡Ay madre mía, dame fuerza para no arrastrarla hasta mi habitación y hacerla mi hembra para siempre!

—¿A dónde quieres llegar? ¿Acaso podríamos estar juntos?
—Supongo que no. Eres humana y yo vampiro.
—Sí, como Bianca y Sebastien –protestó con ironía.
—No me compares. Soy un salvaje.
—Pues te diré algo, “salvaje”, sigue con tu hembra adecuada, esa vampiresa perfecta que te acaricia la espalda mientras la besas, que haré mi vida con un humano que mientras bese me acaricie el culo.

Fruncí el ceño.

Es que ni siquiera podía imaginármela yéndose con un macho a besuquearse por ahí, encima tocándole el culo. Sabía que estaba siendo egoísta, ¿pero cómo manejarlo? Si hasta hace poco sólo me importaba mi vida y mi felicidad.

-¿Tocándote el culo? ¡Nadie te tocará el culo!
-¿No digas? ¿Sabes qué?

Me acerqué lentamente y la miré desde arriba. Le llevaba más de una cabeza.

-¿Qué? –susurré.
-Que… Que… -tartamudeó.
-¿Qué? Dime… -volví a susurrar.

Bajé mi rostro inclinándolo levemente.

-¡Qué eres un cabrón! –exclamó, pero no se apartó de mí.
-¿Sí? ¿Y qué más? –murmuré contra sus labios.

Ella respiró profundo y cerró los ojos.

-Cabrón -susurró contra mi boca- , cabrón y mil veces cabrón.
-Dime rubita… ¿Qué más soy además de ser cabrón?

Mi boca no esperó respuesta por parte de ella y atrapé sus labios entre los míos. Ella gimió  y alzó sus brazos rodeándome el cuello. Aprovechando el segundo de debilidad la apoyé contra la pared y la alcé cogiendo sus piernas a cada lado de mis caderas. Ese maldito pijama de seda fina... Ella se afirmó aferrándose a mi espalda y el beso que me devolvió fue demoledor.

Mis manos agarraron ese culo que sentía de mi propiedad y ella cruzó los talones en mi espalda. Mis piernas fuertes y firmes temblaron. Mi sexo duro buscando saciarse empujó contra su bajo vientre y emití un quejido salido de lo más profundo. Mi boca y la suya unidas por nuestras lenguas parecían una sola. La respiración agitada de ambos, los quejidos continuos, el sabor de nuestras bocas, su piel… tan caliente bajo mis manos…

De pronto dio un respingo de dolor y se quejó. Asustado me separé y deslicé su cuerpo suavemente hasta que quedó de pie.

-¿Qué ocurrió?

Se mantuvo en silencio y me miró asustada.

-¡Dime! –grité.

Una de sus manos rozó su muslo derecho.

-¡Te he lastimado! –aseguré, viendo sus lágrimas surgir por el lacrimal.
-No te preocupes –murmuró-, sólo tendré una marca por algunos días.

Retrocedí.

-¿Lo ves? ¡No podemos estar juntos! –exclamé furioso.

En realidad no con ella sino conmigo mismo. No había podido controlarme. Ni siquiera medir la fuerza. Diablos…

Ella me miró por última vez antes de titubear sin saber que hacer. Después, echó a correr a su habitación.



4 comentarios:

  1. hola,,,me complace ser el primero en comentar en éste impresionante segundo capítulo, me doy cuenta que tu imaginación tiene la fuerza suficiente para trasladar nuestra mente a todos y cada unos de los acontecimientos que narras,,,,gracias no tardes mucho en seguir con cada capítulo,,,saludos.-

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  2. Uy que biuen capi. me d apena Bianca se tendrá que acostumbrar o tomar transfusiones. de sangre. También me dio penita Lenya ojala luche por Liz. Te mando un beso y te me cuidas

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  3. Q bueno es poder entrar al blog uuff los dias q no pude sufri mucho, gracias Lou!!!
    y bueno me gusto el capitulo y para Bianca a ver matado a ese hombre la hace sentirse muy culpable q mal x ella pero gana mas su instinto q otra cosa, y ojala q Sebastia llegue al hospital y se reecuentren!!!....y Liz en definitiva parace q se va q mal xq esta pareja q hace con Lenya me gusta mucho, gracias x el capitulo, saludos!!

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  4. Hola Lou... Bianca no ha podido controlarse, tenía demasiada sed... pobre encargado de la limpieza
    Ella se siente muy mal y cree que es una asesina, pero no lo es... es una vampiresa sin experiencia
    Charles también se ha alimentado de un obrero y está tan desesperado que no puede conectar con Sebastien
    Pero me parece que Sebastien y Douglas van a presentarse en el hospital... está muy emocionante
    No creo que Liz y Marin se marchen ahora... pero Lenya y Liz lo tienen complicado
    Y a Margaret la he visto muy preocupada por Charles
    Muy buen capítulo, me ha encantado
    Besos

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