viernes, 6 de mayo de 2016

¡Holaaa mis lectores! Aquí estamos nuevamente. Nos queda poco recorrido para finalizar el tercer libro. Uuf... No me es fácil desprenderme de los Craig aunque vaya a ser un breve tiempo. Los extrañaré a ellos y a ustedes. Pero por supuesto que retomaré el cuarto libro con muuuchas novedades.
Los dejo con este capi el cual Scarlet entra en combustión. No sabrá para que lado tomar. No quisiera estar en su lugar. Para una persona que no sabe mucho sobre su identidad debe entrar en una búsqueda insaciable. Hay que esperar no queda otra. Mientras sufriremos junto a Adrien que seguramente contemplará cada minuto que transcurra desde otro mundo.
Con ustedes, los Craig. ¡Gracias totales!




Capítulo 62.


Golpe bajo.


 


Lenya.


En el despacho de Sebastien, sentado en el sofá del rincón cerca de la ventana, terminaba mi vodka de un solo trago. Mi hermano que cerraba su notebook levantó la vista y me miró.


-Debes tener paciencia y confiar –aconsejó.


Apenas había pisado la mansión me había desahogado con mi hermano que aunque no tenía experiencia en tener rivales del tipo de Drank era una opinión valedera para mí.


Recosté mi cabeza en el respaldo y jugué con el cubo de hielo de mi vaso.


-Paciencia tengo, no creas. Mucho más de la creí tener.


-Lenya –se sentó en el sofá frente a mí-, el chico está en las últimas. Liz será toda tuya en poco tiempo.


Miré hacia el parque a través de los cristales del ventanal.


-No, Liz nunca será totalmente mía si él muere. Drank se llevará parte de su alma.


Me miró serio.


-Pero… el chico no tiene posibilidad de vivir. Eso dijo Bianca. ¿Qué harás? ¿Bajar al infierno a buscarlo para que te devuelva parte del alma de Liz?


Sonreí.


-No, infierno nooo. ¡Él es perfecto! Tendría que bucear en el paraíso y atrapar sus alas de ángel.


Sebastien rio a carcajadas.


-Estás tan celoso, hermano.


-Sí, por supuesto. Sin embargo en eso no exagero. Liz y Marin hablan maravillas de él.


Mi hermano me miró achicando los ojos.


-Pero evidentemente ella eligió a un demonio.


Poco a poco sonreí.


-Sí… Eso creo.


-¡Muy buenas tardes! -Charles saludó sonriente con una botella de vodka en la mano y en la otra un vaso vacío.


-Hola, buenas tardes –saludó Sebastien arqueando la ceja.


-Sí, buenas tardes para ti –contesté.


Me miró sonriente y se sentó junto a Sebastien.


-¿Poco sexo esta semana? –se burló mientras llenaba el vaso.


Arquee la ceja.


-¿Qué dices? ¿Cómo crees?


-Pues viéndote esa cara de amargado no me queda pensar otra cosa. Los que tenemos una vida sexual cotidiana y consecuente no llevamos puesta esa cara, querido.


-Ah, mira tú. Así que ahora me darás clases de como satisfacer una hembra.


-No es secreto pero ya que lo dices si deseas preguntar algo a este vampiro con alta experiencia.


-Esto es demasiado –murmuré.


Sebastien sonrió.


-A ver, no te preguntaré por Margaret porque es evidente que te va muy bien. Sin embargo como te conozco hace mucho tiempo mi pregunta es, ¿hay algo más que te hace feliz hoy?


-Sí… Que suspicaz, querido. Scarlet ha regresado sana y salva y ya está con nosotros. Mi corazón ha vuelto a retomar el ritmo pausado y tranquilo.


-¿Scarlet? –pregunté-. ¿En qué anda Scarlet?


Sebastien se recostó en el respaldo y cerró los ojos.


-No sé en que anda. Aparentemente viajó a Chile a visitar a los Huilliches. Desearía preguntarle cómo le fue pero seguro me dirá que estoy metiéndome en su vida.


-Es una edad difícil, Sebastien –dijo Charles-. Recuerda, perdió a Adrien, cambió su hogar, tuvo que adaptarse a nuevas costumbres, y después perdió a su madre.


-Sí, lo sé… Ah, hablando de perder a su madre…. Lenya, ¿has pensado lo que te he dicho de Bianca?


-¿Lo de su don?


-Sí.


-Estoy dispuesto a desenterrar a mi madre. Aunque no creas que me es fácil. No me gusta esta manipulación de sus restos.


-Ella sólo los tocará –agregó Charles-. Debemos aprovechar la oportunidad. Quién te dice que el asesino tenga rostro conocido.


-No sé… Yo siempre pensé que eran los lobos.


-No me lo recuerdes –murmuró mi hermano-. Casi se desata la guerra entre las razas y creo que ninguno hubiera salido ganando.


-Cierto.


Douglas entró al despacho.


-¿Qué tal “trío dinámico”?


-Buenooo, ¡otro que está teniendo sexo a menudo! –exclamé.


-¿Qué? ¿Sexo? ¿Qué es eso? –bromeó.


-Calla que te he visto rondando el hotel de tu madre bastante seguido –dijo Sebastien.


-Ah bueno, sí…


-¿No digas? –preguntó Charles con entusiasmo-. ¿Has conquistado por fin a Marin?


-Me acabas de arruinar el día. No, no es por Marin. Camile. Su nombre es Camile.


Charles se puso de pie. Te presto mi vaso y te dejo la botella de vodka por si quieres ahogar las penas. Desearía que despejen el despacho ya que me dedicaré a limpiar.


-Yo creo que si Camile es la chica que llevaste al hotel Thon, hará unas noches, no está nada mal.


Sebastien hizo seña de unos pechos voluminosos.


Los tres lo miramos sorprendidos.


-¿Qué? Soy casado no ciego.


-Veremos qué opina Bianca sobre el uso de tu vista –reí poniéndome de pie.


-Oyee, desgraciado que te he prestado mi oreja desde muy temprano y así me pagas.


-Quédate tranquilo que de mi boca no saldrá –después miré a Douglas con picardía-. ¿Así que duermes con dos buenas almohadas? –dibujé dos pechos grandes.


Douglas sonrió y me miró altanero.


-Yo diría que hago mucho más que dormir.


-¡Uuuuuh! –exclamamos todos.


Sebastien se puso de pie riendo.


-Ahora, hablando en serio. Douglas necesito que avises a Bianca que Lenya está aquí y que haremos lo que habíamos pactado. Ella entenderá.


-¿Tanto secreto?


-Es sobre mi madre -le informé-. Bianca tiene el don de ver como murieron ciertos seres. Averiguaremos quien la asesinó.


-Oh… Eso será muy bueno. Sí, estaba al tanto del don. Aunque no sé mucho como lo hace. No se preocupen, yo le aviso.


………………………………………………………………………………………………..


Sebastien y yo aguardábamos en la sala que apareciera la médium de ojos borgoña. La sala estaba silenciosa y parecía que flotaba la aparente paz por todos los rincones. “Aparente”, dije bien, porque de real no tenía nada.


Todo comenzó con Rose y Numa bajando la escalera en plena discusión.


-¿Qué ocurre con ustedes, chicos? –preguntó mi hermano con los brazos en jarro.


Rose pisaba los talones de Numa con cara de desquiciada.


-¡Eres un sinvergüenza y caradura!


Numa rodó los ojos y giró para enfrentarla al pie de la escalera.


-No es tan grave, eres una exagerada.


-¡Chicos! ¿Podrían calmarse? Están en la sala no sé si han podido darse cuenta –protestó Sebastien.


-Este imbécil seguro que no. No tiene idea de cómo me llamo –protestó Rose esquivando de mal modo a Numa.


Avanzó hasta la cocina y  dio un portazo. Numa se encogió de hombros y murmuró.


-¡Está loca!


Sebastien cruzó la sala con paso apresurado y abrió la puerta de la cocina.


-¡Rose! Sal, ahora mismo.


En segundos la bella pelirroja se asomó a la puerta.


-No vuelvas a golpear la puerta de ese modo. ¿Has escuchado?


-Sí, Sebastien.


-Ahora quiero a los dos en el despacho.


-Papá, es una tontería que por culpa de ella…


-Tontería pareciera que no fuera ya que este escándalo que acaban de armar en la sala debe tener una razón muy importante. Y si es culpa de ella lo decidiré yo. Vamos, los dos al despacho.


Charles se había asomado a la puerta ante tamaño escándalo. Se hizo a un lado con la franela en la mano para dejar pasar a los tortolitos que no se animaron a decir ni “pío”, ante el enojo de Sebastien.


De pronto, el timbre de la mansión se escuchó una sola vez. Charles se apresuró a mirar el visor de la pantalla e informó.


-Tenemos visitas, al menos agradables –pulsó el botón para abrir los portones -. La señora Sasha Gólubev nos honra con su presencia.


-Oh… -murmuró mi hermano-. Seguro querrá que la acompañe a la Isla del Oso para ver a Mijaíl.


-¿No se habían separado? Natasha estaba muy preocupada –agregué.


-Sí, pero se aman. Tarde o temprano se reconciliaran. Al parecer ella dará el primer paso.


Charles abrió la puerta y aguardó.


-Suerte la de Mijaíl que tiene una hembra tan sumisa y poco orgullosa –dije sentándome en el sofá.


Charles comprobó que Sasha aún le quedaba camino por transitar hasta el portal y nos miró con una sonrisa ladeada.


-Sumisa, ¿Sasha Gólubev? No sabes nada, querido. Cuando sospechó de una infidelidad de Mijaíl, por supuesto sin tener razón, el pobre tuvo que buscar refugio con Adrien en las cumbres mes y medio, hasta que ella le creyó.


-Uh… -suspiré.


-¡Querida! ¡Qué gusto verte! –exclamó nuestro adorable mayordomo.


Sasha hizo su aparición tímida y aunque parecía demacrada y más delgada de lo que la había visto la última vez no dejaba de ser esa hembra de personalidad arrolladora y estampa distinguida.


Llevaba un pequeño bolso de viaje y un abrigo de paño chocolate que hacían juego con sus botas y el pañuelo al cuello. Un alto peinado sujeto con una hebilla de nácar le daba el toque elegante.


-Charles… -estiró su mano delicada la cual fue recibida por Charles quien depositó un beso caballeresco.


-Oh, siempre tan caballero –miró la sala y sus ojos se dirigieron a mi hermano-. Mi querido Sebastien.


Sebastien se acercó y la abrazó con cariño. Ella rompió en llanto suavemente.


Hasta para llorar era distinguida.


-Tranquila Sasha. Todo se arreglará –la tranquilizó mi hermano separándola para mirarla a los ojos.


-Oh Sebastien, he sido tan cruel con Mijaíl.


-Estoy al tanto Sasha pero no te preocupes, sólo deben hablarlo. Lo que me extraña es que hayas tardado en decidirte a verlo. Porque por eso estás aquí, ¿verdad?


-Es verdad. Lo que ocurre que tuve unas largas charlas con Dimitri. Tú sabes, es tan buen psicólogo.


-Cierto, lo sé por buena fuente.


-Permíteme el abrigo y el bolso de viaje, mi querida Sasha –dijo Charles.


-¡Qué amable! Sebastien, ¿no te molesta que viaje contigo a la isla?


-Por supuesto que no, Sasha. El único contratiempo es que no viajaré hoy, sino pasado mañana.


-Oh… Entonces intentaré viajar sola si tú me explicas como llegar y que avión tomar.


-Por supuesto, quizás pueda acompañarte Douglas o Numa.


-Muchas gracias.


-Ahora ve con Charles y ponte cómoda en la habitación de huéspedes. Le diré a Bianca que has llegado.


-Gracias Sebastien. Buenas tardes, Lenya, permiso.


-Adelante. Estás en tu casa.


Douglas bajó la escalera.


-¡Hola Sasha! ¿Qué tal?


-Oh Douglas, Me preguntaba si podrías acompañarme a la Isla de Oso y… oh perdón estoy muy ansiosa.


-Ehm… bueno…


-No te preocupes Sasha de una forma otra viajarás hoy mismo. Ve tranquila.


-Sí, sí. Perdón.


Mi hermano sonrió y Douglas terminó de bajar la escalera.


-Bianca está ocupada hablando con la “señora”, esa que no quiero nombrar. Así que supongo bajará en cualquier momento.


-¿Habla con ella? Creí que sólo la veía en determinados momentos. La verdad que no me gusta en absoluto.


-Papá, ¿a qué se refería Sasha con que la acompañara?


-Es por Mijaíl, quiere verlo y como nunca ha viajado a la isla es coherente que vaya acompañada por alguno de nosotros.


-Ah, okay. El tema es que esta noche es la graduación de Numa.


-¿Qué? ¿Cómo no me lo dijo?


-No te enojes. La entrega de título no es hoy. Esta noche es una fiesta para los egresados. Los viejos no están invitados.


-¿Estás diciéndome viejo?


-La juventud está perdida –agregué sonriendo.


-Me has hecho recordar que tengo a estos dos en el despacho, si me disculpan.


Sin embargo la idea de irse al despacho se vio truncada por otro descubrimiento. Quedó inmóvil con la vista fija bajo una de las ventanas.


-¿Y esas maletas? ¿De quién son?


-De Sasha –dijo Douglas.


-No, no son de ella.


-Son mías.


La voz tronó desde el pasillo superior y la princesa de los Craig avanzó rápidamente bajando la escalera sin perder milésima de tiempo.


Sebastien abrió la boca pero tardó varios segundos en dejar escapar la pregunta.


-¿Te vas?


Ella cogió las dos maletas y sin mirarlo contestó.


-¿A ti que te parece?


Scarlet  se acercó al dispositivo que tenía la pantalla y presionó el botón.


Douglas se sentó en el sofá en silencio.


-¿Puede alguien cerrar por mí?


-¡Aguarda! –exclamó mi hermano mientras yo trataba de asimilar que cuernos pasaba.


Ella se giró y lo miró indiferente.


-¿Por qué te vas de tu casa? ¿Dónde irás a vivir?


Scarlet tardó en contestarle. Su mirada fija en los ojos de mi hermano no produjo ningún gesto amable que hiciera pensar que se sentía bien con la decisión. Más bien parecía una determinación la cual estaba obligándola a tomar.


Cierto que no se llevaban bien. A menudo discutían y se enfrentaban. Pero nunca hubiera pensado que era tan grave para que Scarlet partiera de la mansión y del lado de nosotros.


-¿Mi casa, dices? –sonrió con pena-. Me voy, los portones están abiertos y podría entrar alguien.


-Ron está en el parque –mumuró Sebastien casi sin voz.


-Vale, igual no quiero retrasarme, salúdenlo por mí.


-¡Eres una desagradecida!


Mi hermano se acercó y yo fui caminando hacia ellos para ubicarme en el medio. Esto me olía muy mal. Douglas se puso de pie.


Ella giró nuevamente para enfrentarlo dejando las maletas en el suelo acomodando su pequeño bolso en el hombro.


-No querido. Desagradecida sería si te hubiera pedido algo y tú me lo hubieras dado. Lo que me has regalado de lástima u obligación nunca se me hubiera ocurrido pedírtelo. Me lo diste porque te convenía a ti.


-¡Estás loca! –gritó enfurecido-. Eres malvada como…


Me interpuse en el medio.


-Cálmense los dos.


-¿Cómo tu padre? ¿Eso ibas a decir, Sebastien? –preguntó ella con sus ojos brillantes.


-No –murmuró.


Scarlet sonrió de lado.


-No sabes mentir. Ahora, puedes quedarte con tu maldito apellido. No lo quiero.


Mi hermano avanzó hacia ella empujándome a un costado.


-Así que rechazas con ese odio el apellido que te dio un ser que te amaba.


Ella lo miró fijo.


-Sí, él me amaba… Pero ya no está. Y tú…


-¿Y yo qué? ¡Maldita sea! Me has hecho la vida imposible, sólo he tratado de llevarme bien contigo.


-Pues no te has esforzado mucho.


-Scarlet, piensa por favor. No seas arrebatada –dijo Douglas.


Ella lo miro.


-Así soy yo Douglas, arrebatada. Pero quédate tranquilo que mis defectos no los heredarás, no llevas mi sangre.


Sebastien arrebató el bolso del hombro de Scarlet y de un rápido movimiento lo abrió y metió la mano en su interior.


-¿Qué haces idiota?


Se abalanzó hacia él e intentó quitarle el bolso pero él fue rápido y extrajo lo que aparentemente deseaba.


-¡Esto! –dijo mostrando el pasaporte-. ¡Esto no fue obra de mi padre, fue por mí! ¡Él te habrá dado el apellido de palabra pero yo te lo di ante la ley, ante todos!


Scarlet le quitó el documento de las manos y lo guardó.


-No te preocupes, en cuanto pueda también te devolveré este pasaporte falso y no sabrás más de mí.


Ante la desesperación mi hermano la cogió del brazo.


-¡No te irás de esta casa!


La mano de Scarlet se elevó poniéndome los pelos de punta. Sin embargo se arrepintió a tiempo.


-¿Qué? ¿Me levantarás la mano, también? Sólo eso te falta –dijo mi hermano con los dientes apretados.


Después la soltó.


Charles bajó la escalera y contempló la escena.


Scarlet se agachó abriendo una de las maletas y quitó algo que no llegué a distinguir.


En dos segundos “aquello”, volaba por encima de nuestras cabezas. Al caer supe que eran un par de pantuflas.


-Aquí tienes tu regalo. No quiero nada que me recuerde a ti.


Sebastien quedó inmóvil con los brazos caídos a los costados. Entendí que su lucha porque Scarlet se quedara con nosotros había llegado a su fin.


Ella desapareció por la puerta y Charles fue el único que fue tras ella.


-¡Charles! Déjala, que se vaya si quiere.


-No –contestó-. Tengo que al menos intentarlo, se lo he prometido a mi amigo.


Seguí a Sebastien al despacho después que él recogió las pantuflas tiradas. Cerré la puerta y observé la escena sin decir palabra. De pie, inmóvil.


Numa recostado a la ventana hablaba en voz baja con Rose, sentada en el sofá, aunque parecían no ponerse de acuerdo. En cuanto entramos al despacho ambos nos miraron con cierta preocupación.


Sebastien no dijo palabra. Se sentó en su lugar de siempre tras el escritorio y depositó las pantuflas sobre la mesa. Numa tomó asiento junto a Rose y se animó a preguntar.


-¿Qué pasó, papá?


-Scarlet se fue.


Juntó las manos a la altura de su cara como si rezara una plegaria y se mantuvo pensativo.


-Ya volverá –murmuré.


-No, no volverá. Me odia.


-No te odia –murmuré, aunque no estaba demasiado convencido.


Balbuceó.


-Chicos, disculpen no estoy en un buen momento para discernir ningún conflicto. Sepan perdonar.


-No te preocupes, papá. De todas formas no volverá a ocurrir, ¿verdad Rose?


-Sí, Sebastien. Y lo lamento.


Ambos se retiraron en silencio y me senté frente a mi hermano escritorio mediante. Mi mano cogió las pantuflas para verlas mejor.


-¿Se las regalaste?


Asintió con la cabeza.


-Tienen el escudo de los Craig.


-Volvió a asentir.


Sus dedos presionaron en los ojos con fuerza e hizo un gesto de cansancio.


-No sé cómo llegar a su corazón.


Dudé antes de dar a conocer mi opinión porque en realidad no estaba seguro sobre temas de genética. Si había alguien con quien se podría hablar de ello era Natasha y no estaba presente.


-¿Y si por tener como padre a Agravar…?


Él retiró sus manos apoyándolas en el escritorio y me miró con los ojos vidriosos.


-¡No! ¡Eso no! Su padre no es Agravar. Ese vampiro la engendró. Su padre es el nuestroº.


-Yo… me refería a eso… a la genética.


-Mentira, me niego a creerlo. Los genes podrán intervenir en tu color de ojos, en tu estatura, en tus dones, no en tu alma.


Respiré profundo y bajé la vista.


-Sí, tienes razón.


-No me quiere –murmuró.


Su voz tembló de impotencia, de rabia, de desilusión.


-¡Y no sé por qué! Entiendo que tenemos un carácter de mierda los dos pero siempre busqué su bienestar.


-Lo sé. No tienes que decirlo.


-Cuando se graduó me sentí orgulloso de ella. Tuve celos, sí. No puedo negarlo. Es que mi padre la consentía tanto. A veces pensaba que ella estaba por encima de mí. Y no… Para él los tres éramos sus hijos.


Nos miramos.


-Sí, los tres dije bien. Porque nunca se animó a acercarse para no contradecir a Halldora… Él te amó y hubiera dado la vida por ti.


Asentí con la cabeza.


-Me hubiera gustado tener contacto con él. Era tan pequeño que no recuerdo nada cuando me visitaba.


-Y yo no puedo ayudarte. Estaba muy lejos de conocer la verdad.


Ambos quedamos en silencio por unos instantes con la vista fija en el escritorio, hasta que su respiración agitada llamó mi atención.


-¿Qué ocurre? –pregunté alarmado.


-Nada. Estoy agotado. Eso es todo.


-Ve a dormir.


-No podré hacerlo. Tengo en la mente a Scarlet. ¿Dónde habrá ido?


-Quizás Charles le haya sonsacado algo.


-Quizás.


 


 


Charles.


 


Me apresuré tras Scarlet hasta alcanzarla al cruzar los portones.


-¡Aguarda! ¿Cómo te irás? No partas así, enojada con tu hermano.


Ella giró sin soltar las maletas.


-No es mi hermano.


-¡Sí, lo es! La sangre es un agregado en la familia pero no decide el término.


-No fastidies con frasecitas de novela.


--No me faltes el respeto. No me lo merezco.


Ella bajó la vista y depositó las maletas en el césped.


-No es contigo Charles, te quiero. No entiendes que no puedo permanecer en la mansión junto a Sebastien.


-Estás siendo injusta, y te equivocas. Si dañas a Sebastien también es conmigo.


-Entonces, nos despediremos aquí.


Avancé hasta llegar muy cerca de ella y mirarla a los ojos.


-Es que no puedo entender tu terquedad con que mantienes esas ideas. ¿De dónde salieron?


-Siempre me llevé mal con Sebastien, no sé qué te sorprende.


-Lo sé, pero ahora es distinto. Vi el odio en tu mirada. Dime… ¿Por qué ese cambio?


-No tengo nada más que agregar. Sólo que me di cuenta que no soy del palo de ustedes.


Arquee una ceja.


-¿Ah no? ¿Y eso quién lo dice?


-Yo.


Negué lentamente con la cabeza.


-No… Eso no puede salir de tu corazón. Alguien está cambiándote. No eres la misma.


-Quizás nunca lo fui.


-¿Qué te han dicho?


Suspiró y bajó la vista. Fueron segundos interminables en los que creí que se daría la vuelta y no regresaría tan sólo por no enfrentar una respuesta.


-Me he enterado… Que habría una posibilidad que mi padre no me habría abandonado sino echado. Por eso no me volvió a verme.


Achiné los ojos.


-¿Los Huilliches te han dicho eso?


-No importa quién. ¿Entiendes que hay cuestiones sin resolver y me gustaría saber la verdad por mis propios medios? Ustedes siempre me la negarán llegado el caso.


-¿La verdad? La verdad es lo que siempre te hemos dicho.


-¿Cuál? ¿La versión que Agravar fue muerto por los lobos?


Suspiré.


-Scarlet eras muy pequeña. No podíamos decirte que Agravar te abandonó.


-Mentiras al fin.


-Okay, reconozco que a medida que creciste debimos hablar claro contigo pero sólo buscábamos no lastimarte, ahora… Dime quienes envenenaron tu corazón.


-No te lo diré, Charles.


La observé como cogía las maletas nuevamente.


-Caminaré hasta la parada de autobús, sólo es un kilómetro. Estaré bien.


-Scarlet –la llamé mientras la veía partir.


Ella se detuvo y me miró.


-No me dirás quién te ha dicho semejante mentira pero juro como que me llamo Charles Solberg que daré con ellos o con él. Y ten la seguridad que suplicará clemencia.


 


Scarlet.


 


Despuntaba un tardío amanecer cuando salí de la casa de Grigorii. Cubriendo el turno nocturno, tuve la buena noticia de boca de mi galán que Anne quería verme y me extrañaba. Al salir del trabajo me dirigí a la pensión y después de abrazarnos y reinos por el reencuentro, desayunamos y me mostró un dibujo que había hecho en mi ausencia.


El dibujo contaba con unas montañas muy grandes pintadas de blanco y marrón y una joven de pie entre ellas sonreía.


Me divirtió verme de cabello largo castaño y dos colmillos con el logo “te quiero Scarlet”. Le dije que lo guardara fuera de la carpeta que usaba siempre para dibujar y decidió esconderlo discretamente entre sus ropas del ropero.


Me hizo bien estar con Anne. Era un ser tan lleno de luz que transmitía paz con sólo verla. Comenté mi viaje a Chile y el encuentro con un aquelarre llamado Huilliche. En realidad ella sólo escuchó mi relato lleno de emoción y no emitió opinión ni siquiera con un gesto.


Mi cabeza daba vueltas y vueltas sobre este regreso de Agravar. ¿Por qué había regresado para verme si no le interesaba? Él parecía hablar con cordura y no se asemejaba a un loco que hacía cosas sin sentido. Cuando me miraba le brillaban los ojos de admiración… Nunca Sebastien estuvo orgulloso de mí… Sí… Creo que cuando me gradué… También me dijo “te quiero”.


Las lágrimas llenaron mis ojos mientras caminaba hasta el hotel “La manada”, donde había dejado mis maletas en una de las habitaciones.


Sebastien… Pensar que de pequeña te seguía a todas partes, allá en la campiña donde me criaron hasta que pude vivir en las cumbres. Cuando transcurrió el tiempo y él ya vivía con humanos me encapriché con un par de pantuflas. Sebastien me las trajo y bordadas con el león de los Craig.


Era una pena que el matrimonio Huilliche no estuviera. Escuchar a Vilú no era garantía pero… ¿Qué ganaba ella mintiendo absurdamente?


Si era verdad lo que aseguraba Agravar eso explicaba porque Sebastien no me quería como su hermana. No se trataba de sentir lástima por la niña abandonada, sino la decisión de Adrien de tenerme para él aun teniendo mi verdadero padre que me amaba. Hasta ese punto lo entendía. Le impusieron llamarme hermana. Es más creo que nunca me había llamado así. Scarlet, siempre Scarlet…


Algo dentro de mí me decía que la rabia contra Sebastien era un amor disfrazado en el fondo de mi corazón. Aunque no nos llevábamos bien cada célula de mi cuerpo deseaba una tregua y que un día cualquiera me hubiera dicho, “hermana”, con acento sincero y cariñoso. Sin embargo no supe conseguir que me aceptara. Podía notarse permanentemente. Él se comportaba indiferente y a mí más rabia me daba alejándome más. Sin embargo lo entendía… No era su sangre.


-Sebastien –murmuré bajito entre sollozos mientras mis pies comían baldosas al caminar por la acera-. ¡Cómo me hubiera gustado carecer de orgullo y rogarte que me quisiera mucho! Decirte, “¿sabés qué? Soy tu hermana te guste o no te guste.” Y él contestara, “¡me gusta Scarlet, me gusta que seas mi hermana!”


Crucé la calle apenas vi la fachada del hotel. Había llegado ayer a la tarde con las maletas y había alquilado una habitación cerca de Marin por quien sabe cuánto tiempo. No tenía idea que sería de mi vida sin los Craig. Lo cierto que no podía regresar porque era evidente que nadie se pondría en mi lugar. Todos y cada uno defenderían a Sebastien sin importar lo que yo sintiera. Tampoco tenía una relación estrecha con Agravar. Recién comenzaba a conocerlo. Si era verdad o no que me había abandonado lo importante que había regresado por mí. ¿Por qué otra razón regresaría?


Sin embargo no me sentía junto a él contenida ni acompañada. Estaba sola… Sola completamente.


Cuando entré al hall del hotel las lágrimas se habían secado por el aire frío de la mañana. Camile dio un salto de la silla y entusiasmada saludó.


-¡Hola Scarlet!


Poco y nada la conocía a la bella recepcionista y su naturaleza de lobo me hacía pensar que Marin le habría hablado muy bien de mí. De lo contrario no tenía razón para saludar con ese entusiasmo, ¿o sí?


-Hola Camile. ¿Marin ya llegó del hospital?


-Sí, está durmiendo.


-Okay, hablaré con ella luego. Gracias.


-¡Ah, Scarlet!


-¿Sí?


-¿Has visto a Douglas?


-Pues, sí. Ayer a la tarde. ¿Por qué?


-No es que… Cuando lo veas le dices que le envío un beso y que lo extraño.


¿Esta niña me veía cara del mensajero de Romeo y Julieta?


-No creo que lo vuelva a ver en mucho tiempo. Pero puedes decírselo a Marin, ella lo ve a menudo.


Guiñé un ojo y me miró con los ojos grandes y la boca abierta.


Caminé por el hall hasta la escalera y subí sin ningún cargo de conciencia. ¿A ver si al final era tan mala como decían? No, se trataba de mi amiga Marin y aunque esos dos se pasaran peleando tenía la esperanza que terminaran juntos. Así que la tal Camile sobraba. Por su puesto ese lobo robusto y guapetón también.


Cuando subí la escalera y caminé por el angosto pasillo la luz de la mañana se colaba por las persianas del final del corredor. Era la única ventana ya que a los costados se encontraban las numerosas puertas de las habitaciones. Me quedé inmóvil sin poder creer lo que veía a unos cuantos metros de mí.


Marin estaba sentada en el suelo y dormía apoyada en la puerta 18, la que había alquilado para vivir.


Me acerqué sigilosa y despacio la miré. Dormía profundamente y hubiera sido una pena despertarla pero sinceramente era una posición incómoda y no me quedaba otra si quería entrar.


-Oye Marin –dije en voz baja.


-Uhmm… Douglas… Siiii…


Arquee una ceja y sonreí.


La sacudí despacio para no asustarla.


Abrió los ojos y tardó varios segundos en reaccionar.


-¡Scarlet!


-Sí soy yo –dije sonriente con los brazos en jarro-. Lamento decepcionarte porque el cabrón que te tiene enamorada no está aquí.


-¿De qué hablas? –protestó poniéndose de pie.


Sacudió sus jeans en la parte de su trasero y me miró frunciendo el ceño.


-¿Te parece que te hayas ido de la mansión sin contarme nada? Rose me dijo por teléfono que te habías ido. Me preocupé. Después Maggi, la recepcionista de la noche me dijo que habías alquilado una habitación de forma permanente. ¿Te has peleado con los Craig?


-Para ser exactos con Sebastien. Igual no quiero vivir allí nunca más.


-¿Pero mi prima? Ella y tú son amigas.


-Oh… ¡Bianca! Estoy tan enojada con él, Marin…


-¿Vas a contarme por qué?


-Sí… ¿A quién sino? Aparte de Bianca y Anne eres mi gran amiga. Pero debes prometerme que no se lo dirás a nadie. Mira que confío en ti.


-No te fallaré.


-¿Qué tal si pasamos a mi habitación mientras arreglo mi ropa y zapatos en los estantes?


-Vale. Pero iré por dos café o me dormiré de pie.


Sonreí.


-Okay, me parece buena idea.


…………………………………………………………………………………………….


Después de beber mi café Coloqué las perchas en la barra lustrada del ropero para poder colgar las camisas y el uniforme de policía. Marin masticaba lentamente una rosquilla de miel y bebía café en silencio. Después que le había dicho todo lo acontecido desde que me encontré por primera vez con Agravar se había quedado sin palabras. Mejor así. La prefería muda como Anne antes de que saliera corriendo a contarle a Bianca.


Sentí el “clic” del pocillo de café contra el platillo y me giré para verla sentada en la alfombra.


-¿No dices nada?


-Es qué me he quedado de piedra. Jamás pensé que ese vampiro vendría por ti después de tanto tiempo. Aun así yo tomaría mis recaudos.


-Lo sé. Pero no tiene sentido que me mienta, sería estúpido. Por eso me hace dudar en la historia contada por los Craig.


-Hablas de los Craig como si fueran extraños.


-Un poco lo son. Adrien ya no vive.


-Sí, entiendo. Sin embargo no me hago la idea de “los Craig” sin ti.


Sonreí.


-No creas, yo tampoco. Me costará acostumbrarme.


Al decirlo el corazón se me encogió…


-¿Por qué tienes que separarte de ellos? Sí Agravar te quiere como dice bien hablar con Sebastien y Lenya y contarles que necesita estar cerca de ti.


-No sé… Conociéndolo a Sebastien no creo que lo escuche.


-Inténtalo. Dile a Agravar que sería una buena opción. Sería genial que puedan congeniar todos juntos.


Abandoné el par de botas junto a la botinera y me senté en la cama cerca de Marin.


Negué con la cabeza.


-No… Porque piensa… Si Adrien mintió y lo echó, ni Charles ni Sebastien ni nadie de los Craig permitirá que se hable mal de él. Y en eso estoy de acuerdo. Los muertos no pueden defenderse.


-Vale… Entonces, no sé cómo lo solucionarás.


-Puedo vivir aquí un tiempo y de paso conocer mejor a Agravar. Sebastien no me quiere cerca estoy segura y…


-No lo creo –interrumpió-. Cuando te mira lo hace con cariño.


-Marin, tú no sabes distinguir una mirada de amistad, de odio, pasión, o de lujuria. Ya ves, sigues empecinada en que Douglas no está enamorado de ti.


-¡Pero cómo voy a asegurar tamaño disparate si se acuesta con la mitad de Kirkenes y eso es porque la otra mitad son machos!


-No exageres. Si lo dices por la tontita que está de recepcionista en este hotel, ni la cuentes.


-Calla, tú no has visto los besos que le da en la puerta de este hotel cada vez que la trae en moto. Parece que la está engullendo mientras le mete la lengua en la garganta. ¿Y sus manos? ¡Es un pulpo!


-¿Eso dónde lo viste?


-Pues, cuando llego del hospital.


-Ay Marin, lo hace a propósito.


-También una mañana él le sugirió subir a una habitación de aquí, ella dijo –puso voz aguda burlándose-, “ay Douglas que cosas dices, si recién hemos estado en el Thon. ¿Quieres más? ¡Qué insaciable!”


Reí.


-¡Qué cretino son los machos! Es más fácil hacerse el galán y dar celos que llegar de frente y decir “te amo”. Por supuesto menos mi Grigorii.


-No, Douglas no me ama. Soy poco para él.


-¡No digas eso!


-En cambio para Carl soy su vida. Me lo dijo. Todo el tiempo que nos vemos me dice que me ama, que me extraña durante el día… A veces me llama varias veces para saber si estoy bien.


Sonrió apenas.


-Tu sonrisa de felicidad no me convence. Además no creas todo lo que dicen. Quizás no te llame porque te extraña sino porque quiere controlarte.


-¿Por qué dices eso?


-Por una sencilla razón. Es un lobo.


 


 


 


 


 


 


 


 


 


 


 


 


 


 


 


 


 


 


 


 


 


 


 


 


 


 


 


 


 


 

7 comentarios:

  1. No me gusta nada de nada que Sacrlet se hubiera ido de la casa, se nota que la están envenenando y la tonta lo cree, puff es bien terca esta chica!!!....ahh ya casi se acaba el libro noooo, van muy buenas las cosas para que quede asi jeje, saluditos Lou y gracias!!!

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    1. ¡Hola Lau! Es cierto es terca y rebelde y puede salirle caro. Sí, el libro ya está llegando a su fin con unos capis que no te imaginas. Espero que te gusten. Un besote enorme nena, y gracias.

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  2. Uy voy a extrañar esta novela. Me da pena Scarlet ojala recapacite. Veamos que pasa Te mando un beso

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    1. ¡Hola Judit! Esperemos que Scarlet recapacite. Quizás no tarde tanto en volver con los Craig. El cuarto libro es muuuy suculento. Besotes reina y buena semana para ti!

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  3. Hola, Lou... Me hubiese gustado saber por qué discutían Numa y Rose ;-)
    Espero que Sasha Gólubev se reconcilie con Mijail... es de necios que dos personas que se quieren estén separadas
    Tal vez Carl y Camile debieran formar pareja... porque tengo claro que Douglas y Marin se quieren
    Entiendo que Scarlet se marche de la mansión... está muy confundida y necesita aclarar sus ideas
    También veo un poco culpable a Sebastien... nunca la ha llamado hermana, por ejemplo
    Bueno, pues me encantará leer los últimos capítulos de este magnifico libro... y, por supuesto, leer el cuarto
    Besos

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  4. ¡Hola Mela! Creo que tu respuesta te la dará Numa en este capi. Y en cuanto a Sasha y Mijaíl veremos si te gusta el próximo capi porque de ello se trata. Lamento la tardanza en contestar los comentarios . Se me hizo imposible por el tiempo. Pronto estarás leyendo nuevas historias de los Craig que espero te gusten.
    Te mando un besazo enorme y gracias cariño.

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  5. LOU, querida amiga, me gustó tu episodio,,,gracias,,,abrazos

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