Aquí les dejo el capi nuevo. Un poco triste pero necesario. Para poder avanzar en la vida hay que ir cerrando puertas y dando vuelta a las páginas, de lo contrario uno queda estancado y no es lo ideal. Les dejo un beso enorme y las gracias totales.
Capítulo 52.
La verdad.
Drobak, 15 de octubre.
Liz.
Sentada
en el pasillo que daba a las puertas de terapia intensiva, mi mano se hundió en
uno de los bolsillos de mis jeans. Tantee el papel doblado y lo quité para leer
una vez más. Era una carta de Lenya. El correo la había dejado por debajo de la
puerta ya que el buzón estaba deteriorado por no haberlo mantenido por un tiempo prolongado.
Lluvias, nevadas, calores intensos, habían provocado que sólo quedara del mismo
una carcasa de madera con letras borrosas y despintadas que apenas se
distinguía mi apellido. Por suerte el
cartero optó por arrojarla por debajo de la puerta…
El
fin de julio cambió mi vida, hacía ya casi tres meses que había tenido noticias
de Lenya Craig. Mi vampiro moreno. Que era vampiro y no era rubio de eso no
tenía dudas, pero llamarlo “mi”, sustantivo posesivo, aún no estaba segura. Es
que… leer la carta una y otra vez me ilusionaba. Lenya Craig no había dejado de
pensar en mí, no me había olvidado. Pero… ¿Y si me engañaba? ¿Si Natasha tan
sólo lo había aburrido y ahora deseaba divertirse conmigo?
Leí
un trozo de la carta…
No
podía ser que fuera tan crápula… No… Liz… No pienses mal de él. Recuerda sus
ojos, su mirada de dolor cuando lo habías echado…
Dios…
No permitas que me ilusione en vano.
¿Por
qué no quería verme? Por supuesto si lo había echado… Él dijo, “no te molestaré
más”.
Mi
amor… Mi amor… Si tú supieras cuanto te amo. Olvidarte sería imposible aunque
el destino nos separara. Jamás desearía un mal a Drank para poder reunirme con
el dueño de mi corazón. No era justo para Drank. Mi amigo me necesitaba… Sin
embargo a Lenya… Lenya era parte de mí. Arrancarlo definitivamente habría sido
un imposible.
Cuando
hacía un esfuerzo e imaginaba cerrando los ojos una familia feliz junto a Drank
y varios hijos, siempre mi imaginación me jugaba una mala pasada. Lenya
aparecía de la nada y me raptaba. “Tú eres mía, Liz. De nadie más.
Y
a mí me gustaba ese final, aunque me diera vergüenza…
Era
una sensación extraña la que percibía. Un dulce dolor. Sí… Lo llamaría dulce
dolor. Dulce de sentir en el fondo de mi corazón que Lenya Craig estaba
enamorado de mí y me amaba. Dolor… Dolor porque no podía abandonar Drobak,
buscarlo, tenerlo frente a mí, y confesarle mi amor eterno. Además, su carta
más allá de desnudar su alma sonaba a despedida. Es que yo lo había echado. Yo
lo había apartado de mi lado.
Marin
hizo su aparición caminando por el pasillo de terapia intensiva. Había llegado
para pasar el fin de semana junto a mí. Sonreí al verla caminar con elegancia y
femineidad. Levaba unos jeans oscuros, botas hasta las rodillas, y un abrigo
grueso color azul.
Guardé
la carta en mi bolsillo y aguardé que llegara hasta mí.
—Hola
Liz.
—Hola
hermana. Luces muy bonita y… ¿Te has maquillado?
—Por
supuesto, lo hago a menudo. ¿No está muy cargado?
—No.
Está perfecto.
Se
sentó a mi lado y ambas nos mantuvimos en silencio mirando fijo la pared blanca
frente a nosotros.
Observé
una bonita pulsera echa de pequeñas piedras tornasoladas.
—¡Qué
bonita!
Miró
la muñeca derecha y sonrió.
—Ah
sí, es un regalo de un amigo.
—¿De
Douglas?
—No…
Un amigo. Es un lobo. Ya lo conocerás.
—Oh…
¿Las cosas con Douglas no van bien?
Suspiró.
—Ya
lo doy por perdido. Casi no lo veo. Él se ha tomado en serio lo de acompañar a Sebastien
a la Isla del Oso. Cuando viene al hotel me evita. Sólo viene a visitar a su
madre. Sabina pronto tendrá al bebé.
—Me
alegro por Bernardo. Se merece una familia feliz.
—Sí…
—¿Y
has podido olvidarlo?
—¿A
quién?
—A
Douglas, Marin. ¡A quién va a ser! Hubiera jurado que estabas muy enamorada.
—No.
—¿No
estabas muy enamorada?
—No,
no he podido olvidarlo. Sin embargo así están las cosas. No quiero ser una más
de su colección y creo que sólo buscaba llegar a un objetivo. Acostarse conmigo
y sacarse el gusto.
—¿Tú
crees?
—Sí,
eso creo.
—Marin,
la vida a veces nos da pequeños regalos que debes aprovechar.
—¿Qué
quieres decir?
—Que
si tenías la oportunidad de tener sexo con él lo hubieras hecho. Quién sabe si
sentirás lo mismo con otro. No es por desalentarte. Te enamorarás de otro pero…
—No
quiero hacer el amor con él y después llorar por los rincones porque no puedo
arrancármelo del corazón.
—¿Y
ahora puedes hacerlo?
—Sería
más difícil si hubiéramos intimado.
—Puede
ser.
Se
mantuvo callada y me miró.
—Cuando
el lobo me besó… Como lo hacía Luke, ese novio que me dejó…
—¿Te
ha besado el lobo?
—Sí…
Yo… Fue bonito que me besara dulce como lo hizo. Creo que le gusto mucho… Pero…
—¿Pero?
—No
fue igual que con Douglas. Douglas me besó dos veces y todavía me arden los
labios. Puedo sentir su lengua invadir mi boca y yo… Yo me derretí, Liz. Me
deshice en sus brazos.
—Puedo
saber de lo que hablas.
—Dime
con sinceridad, ¿tú lo has hecho con Lenya?
—Ehm…
Bueno… No lo hemos hecho en forma tradicional, quiero decir, no tuvimos sexo
por planearlo. Se dio en ciertas circunstancias… No sé…
—¿Lo
hicieron o no?
—Sí.
Fue como descargar un deseo animal. A lo que me refiero que si algo me pasaría
mañana y yo dejaría de existir, me iría sabiendo como queman sus besos en mi
boca, como se siente su piel bajo mis manos…
—Él…
Él te… Tú sabes.
—¿Si
me penetró?
—Sí.
Moví
la cabeza negando.
—Ya
te digo. Fueron circunstancias especiales.
—Yo
no quiero eso Liz. No quiero guardarme un instante junto a él. Lo quiero todo o
nada.
—Es
tu decisión y la respeto. Entonces, ¿si no te pide matrimonio no tendrías sexo
con él?
Rodó
los ojos y sonrió.
—Tampoco
soy mojigata ni sería mi primera vez. Digo que necesito cierto compromiso de
sus sentimientos. Que no sea sólo yo la que pone el corazón en la cama.
—Okay,
entendí.
-Ahora…
Dime tú.
—¿Qué?
—¿Qué
cuidas en ese papel que guardas en el bolsillo con tanto amor?
—¿Qué
dices?
—A
ver, no soy tonta. Desde hace un tiempo que te visito y no te separas de él. Te
he visto leerlo a escondidas y volverlo a guardar en tus bolsillos. ¿Estás
memorizando un discurso? La Universidad terminó. ¿O es una factura de luz o
gas? Si es así, ¡vaya que apego a las deudas!
Reí.
—Calla…
—Anda,
dime, es algo de Lenya Craig.
La
miré.
-¿Cómo
lo sabes?
—Pues
es el único que te hace brillar los ojos a pesar de que estás triste casi
siempre. ¿Me equivoco?
Sonreí.
—Me
envió una carta. Llegó a fines de julio y no he podido despegarme de ella.
—¿Qué
te dice?
—¿Quieres
leerla?
—¡Por
supuesto!
Cogí
del bolsillo la carta y se la entregué.
Leyó
en silencio…
Aguardé
inquieta e impaciente. Quería escuchar un veredicto…
Marin
era muy rápida leyendo pero noté que tardaba más de lo común.
—Marin,
¿entiendes la letra?
Me
miró con lágrimas en los ojos.
—¡Ay
siii! Es que la estoy leyendo de nuevo.
Puso
la carta sobre su pecho.
—¡Liz!
Está enamorado de ti.
Sonreí
apenas.
—Escucha,
me quedaré con Drank mientras viajas a Kirkenes. Ve a decirle que le
correspondes. ¡Liz! ¡Es verdadero amor!
—No
puedo. No voy a abandonar a Drank. Ahora mismo van a hacerle otro estudio
doloroso. Él aprieta mi mano y yo le doy fuerzas.
—Estás
acabándote con él… Liz… Quizás no haya esperanza.
—¡Y
qué quieres que haga! ¿Qué lo abandone y viva mi vida? Además mientras haya
vida hay esperanza.
—Lo
sé…
Un
par de enfermeros abrieron las puertas de vaivén al fondo del pasillo. Uno de
ellos arrastraba un carrito con instrumentos.
—Dios…
—Me
quedaré en tu lugar. Espera en el pasillo y yo entraré con él.
—Gracias
Marin. Pero él desea que esté yo. No puedo negarle eso aunque me desarme verlo
sufrir.
Bajó
la cabeza mientras los enfermeros llegaban la puerta de terapia.
Marin
se puso de pie.
—Entraré
contigo.
—No
puedes. Sólo permiten una persona. Quédate tranquila… Espérame en casa. En una
hora iré a comer algo y ducharme. A Drank lo sedarán.
Titubeó.
—De
verdad, Marin.
—Señoritas,
si nos disculpan –dijo uno de ellos.
—Yo
soy familiar, estoy a cargo. Voy a pasar –contesté.
Marin
intentó insistir,
—Marin,
él me necesita.
—¿Y
la carta?
—La
guardaré como hasta ahora. Con todo mi corazón.
………………………………………………………………………………………………...
El
estudio de Drank fue de terror. En dos oportunidades quise irme de allí, correr
por Drobak hasta el parque, allí taparme los oídos y olvidar sus quejidos de
dolor. Estaba desbastada. Sin embargo no lo hice. Me hubiera dado vergüenza de
abandonarlo porque después de todo él estaba pasando la peor parte.
Cuando
los enfermeros terminaron la odiosa tarea de punzarlo y demás, me quedé sentada
a su lado apretando su mano. Él comenzaba a sentir los efectos de la anestesia
aunque últimamente para ciertos estudios no servía de mucho. Sólo lo atontaba.
Ahora debía tratar de dormir un poco.
Antes
de retirarse uno de los enfermeros me informó que iba por morfina. Eso ayudaría
a que Drank pasara las siguientes horas un poco mejor.
Me
levanté y acomodé la almohada. Él entreabrió los ojos y sonrió.
—Siempre
estuviste cuando te necesité, Liz.
Acomodé
el edredón blanco y lo arropé.
—Como
los amigos que somos, Drank.
—Sí…
Como los amigos que somos… Gracias.
—Me
enfadaré si me dices gracias. Es lo que tú harías por mí.
—Cierto…
Pero… No es justo… Nada es justo.
Inclinó
su cabeza y miró por la ventana. La luz que entraba a través de los cristales
no era suficiente para darle color a su pálido y demacrado rostro. Las ojeras
eran profundas y estaba lívido. Sus ojos azules volvieron a mirarme. Ya no
lucía ese maravilloso tono. Hasta sus ojos se habían apagado por el dolor día
tras día. Había sido un hombre tan bello…
—No
llueve —murmuró.
—No.
Hoy parece ser un lindo día. Aunque ya está muy fresco. Es otoño.
—¿Ya
es otoño, Liz? He perdido la noción del tiempo en esta cama.
De
pronto, recordé la conversación con el doctor Rudi, la semana pasada. Él había
dicho que estaban probando una nueva medicina para los casos como el de Drank.
Sus efectos eran muy agresivos pero perdido por perdido…
Le
comenté a Drank sobre la charla para que tuviera esperanza y fuerzas para
luchar. Sin embargo lejos de sentirse con esperanza… su respuesta me lapidó.
Apenas
terminé de contarle la buena nueva me miró fijo con tristeza.
—Ven,
siéntate a mi lado. Espero que antes que me dopen con esa morfina tenga tiempo
para terminar lo que quiero decirte.
Me
senté y le tomé la mano.
—Drank,
quien te dice que sea la solución y salgas de toda esta pesadilla.
—Liz,
quiero agradecerte por todo lo que has hecho por mí. Esos dos años de novios…
Después tu ausencia… El reencuentro… Fui muy feliz de tenerte en brazos otra
vez. Aunque… Liz… Sé que amas a otro y quiero que seas feliz…
Quedé
muda. Sin embargo no pude apartarme de sus ojos.
—No
me digas nada. Ese alguien debe ser especial para tenerte atrapada hasta en los
sueños.
—¿En
los sueños? –alcancé a susurrar.
—Lo
nombraste muchas veces.
Tragué
saliva.
—Pero
no te apenes, por favor. Has hecho un sacrificio muy grande por mí, y te lo
agradezco. Ahora… Ahora tienes que vivir tu vida.
—Es
un viejo novio, no tiene importancia –volví a susurrar.
El
alzó su mano derecha y me acarició la mejilla.
—Tengo
tanta curiosidad de saber quien me ha robado tu corazón. Sólo sé que se llama
Lenya.
Lo
miré fijo mientras mi sangre corría vertiginosa por las venas. Nombrar a Lenya
era cambiar mi estado de ánimo. Era ir de la quietud al torbellino de
sensaciones. Pero acaso, ¿Drank no merecía la verdad? Sí… Aunque pensara que
estaba loca.
—Lenya
es su nombre sí, ya… ya no somos novios. Creo que nunca lo fuimos.
—Pero
te robó el corazón, ¿no es así? –insistió.
Asentí
levemente.
Drank
acarició mi otra mejilla con el dorso de la mano.
—Cariño,
no te sientas mal. El corazón no elige. Sé que me hubieras amado si hubieras
podido elegir.
—Yo
te amo Drank –mentí—. Él es sólo parte de un pasado. Lo conocí cuando viví con
los Craig. Es hermano de Sebastien. Eso es todo.
—Lo
envidio. Nunca te he visto tan sonriente mientras soñabas con él, pero sí…
tampoco te he visto tan triste cuando parecía que estabas recordándolo. Aun así
debe ser muy especial para haberte enamorado.
—Especial…
Sí es especial. Más de lo que te imaginas.
—¿A
qué te refieres? Liz… —hizo un gesto de dolor y sonrió apenas—. Me pondrás
celoso.
—No
es humano. Es un vampiro –lo largué sin pausa ni razonamiento.
Me
miró fijo, creo que primero buscando un ápice de locura en mis ojos.
—Es
un secreto. El secreto de todos los Craig.
—Liz…
—Sé
que no me crees pero… Lenya fue quien deshizo tu trabajo aquella mañana, las
leñas, ¿recuerdas? Y también robó la medicina aunque después la repuso. Ah… El
robó el bastón entrando por la ventana…
—Liz…
—No,
sólo escúchame, por favor. Porque he dado un paso muy importante en mi vida. Un
paso negativo que nunca debía dar. Estoy faltando a la promesa de guardar el
secreto y me siento horrible, traidora, mala persona, pero… debía contártelo
Drank. Yo… debía contártelo. El ser que visita mis sueños es real y es un
vampiro.
Drank
continuó recorriendo mi rostro con esa mirada dulce e infinita de siempre. Pasó
la lengua por los labios resecos y le pregunté si deseaba tomar agua. En cuanto
me dijo que sí le acerqué el vaso de la mesita junto a la cama y lo ayudé a
incorporarse para beberla.
Rodeado
de gestos de dolor volvió a la posición normal recostado en la almohada y cerró
los ojos.
—Drank,
no estoy loca –murmuré.
—No
diría eso de ti.
—Entonces,
¿me crees?
—Sabes
que nunca te he mentido, Liz. Creo que mi enfermedad te ha desgastado y el
organismo busca en su psiquis la forma de estar mejor.
—¿Crees
que lo imagino?
—Liz…
El
enfermero abrió la puerta con un pequeño frasco y una jeringa en la mano.
—¿Hablando?
El joven debe descansar.
—Sí,
lo sé. Yo ya me retiro en unos minutos.
Se
acercó a Drank mientras rompía el envoltorio de la jeringa y ponía manos a la
obra.
Miré
a Drank y él tenía cerrado sus ojos. ¿Qué pensaría de mí? ¿Qué estaba loca? De
todas formas no me arrepentí de haberle hablado de Lenya. Si Drank, ojalá Dios
no quisiera se fuera de este mundo, no querría haberle ocultado una tamaña
verdad.
—Ahora
dormirá un poco mejor –dijo el enfermero.
—Gracias
–contesté por él.
Cuando
quedamos solos Drank me pidió que me sentara en la cama y le tomara la mano.
—Drank,
todo saldrá bien. Verás que esta nueva medicina que me ha dicho el doctor te
pondrá mejor.
—Cariño,
fuiste lo mejor que me pasó en la vida. Gracias por todo.
—No
hables en pasado, no me gusta. Seguiré a tu lado luchando.
—Liz…
Hasta aquí llegué. No quiero más estudios ni pruebas… ni posibles medicinas. Ya
no.
Me
atraganté con la saliva y tartamudee.
—No…
no puedes decirme… eso.
—Liz…
Ya no quiero luchar más. Es mi decisión… Sé que la respetarás.
—¡Drank!
—Liz…
Me doy por vencido.
—¡No
puedes!
—Sí
puedo y no es egoísmo… Liz… Escucha…
—No,
no quiero escucharte.
—Escucha
por favor.
—Lo
miré mientras mis lágrimas afloraban de los ojos.
—No
quiero sufrir más. No voy a probar nada más… Liz… por favor entiéndeme…
Entiéndeme y déjame partir.
Mi
barbilla tembló mientras le aferraba la mano.
—Estoy…
venciéndome por el sueño… casi no te veo… Liz… Prométeme que serás feliz… Yo estaré
bien… Sólo cuida a papá, no lo dejes a la deriva… Quedará tan solo.
Sus
ojos se cerraron y estallé en llanto.
Volvió
a abrirlos con esfuerzo.
—Por
favor no llores. Tienes que saber… que has sido lo mejor que me pasó en la
vida…
—Drank…
Sí sólo por esta vez probamos.
—No
Liz, hasta aquí llegué… Por favor… Déjame partir.
………………………………………………………………………………………………...
Salí
de la habitación apenas cayó en un profundo sueño. Aunque su corazón latía,
supe que se había abandonado. Eso me dio pánico, después… sentí un profundo
dolor indescriptible.
Me
quedé de pie junto a la puerta cerrada…
Lloré…
Lloré con la ilusión de que tan mal trago me haría despertar, como cuando
tienes pesadillas. Esas en las que te despiertas en el peor momento…
Pero
yo no despertaría… Estaba de carne y hueso parada en ese pasillo solitario y
silencioso y tras la puerta, mi amigo estaba dejándose morir.
—Liz…
Una
voz me llamó… Esa voz…
—Liz…
Estoy aquí. Vine por ti.
Mi
sangre se congeló y mi corazón pareció detenerse…
Los
ojos clavados en las baldosas del pasillo parpadearon… No tenía valor para
comprobar que esa voz que escuchaban mis oídos era la voz amada.
Escuché
unos pasos que se acercaban… Debía ser valiente como siempre. Aunque al
levantar la vista me diera cuenta que estaba volviéndome loca.
—Liz…
Ay…
Dios mío…
Levanté
la vista y giré para ver el pasillo… Y allí lo ví…
—Lenya
–susurré.
Estaba
allí… ¿Estaba allí o era un sueño?
Me
miró fijo mientras su pecho respiraba agitado.
—Liz…
No me eches, por favor. He regresado por ti.
Mijaíl.
Sentado
en el sofá de la cabaña, frente a Sebastien, bebía de mi coñac mientras
revisaba unos papeles. En silencio contemplé la sala confortable y acogedora.
Bianca y Douglas habían salido a caminar por la playa. Numa aún dormía en la
habitación de arriba.
Jugué
con el líquido en el vaso y me transporté a un pasado cercano donde Sasha y yo
estábamos juntos…
Casi
tres meses que no la besaba, que no me acariciaba, que no hacíamos el amor.
Su
voz, sus gestos, su sonrisa… Todo estaba grabado a fuego en mi corazón. ¡Cómo
no estarlo si era el amor de mi vida!
Hice
fuerza por no llorar.
Sebastien
levantó la vista y me miró.
—¿Por
qué no regresas y le dices que la amas?
Lo
miré.
—Porque…
Porque se portó mal conmigo y me dijo cosas hirientes.
—Eso
ya lo sé.
—¿Cómo
quieres que regrese? Le digo, “Sasha estuviste mal pero te amo tanto que no
importa lo que me digas”. No Sebastien, no se trata de tonto orgullo. Quizás me
convertí para ella en un estorbo. Le recuerdo que fui un inútil y un egoísta
esa vez que la salvé de la muerte.
—¿Estás
escuchándote lo que dices? La salvaste de la muerte ella no puede pensar que
eres egoísta.
—Sebastien,
Sasha cree que volví por ella sólo porque me gustaba y era mi objetivo. Lo
cierto es que no podía hacer algo más.
—Lo
sé, y ella también. Sólo tienen un problema en su cabeza. Me has dicho que
Dimitri está ayudándola. Es un buen psicólogo. No entiendo porque no lo
hicieron antes.
—Ella
no estaba dispuesta a hablar del tema.
—Entiendo.
Bueno, eso es buena señal. Si quiso comenzar con la terapia es que quiere
recuperarte.
—Una
terapia puede durar años, Sebastien… Moriré sin ella. La extraño tanto y ella
no le ocurre lo mismo.
—No
digas eso. Tus hijos han estado contándote que te extraña y muere por ti.
Asentí
con la cabeza levemente y tomé un trago.
—Sí,
eso dicen. Mira, el Sterna ha llegado hace un rato, como todas las mañanas.
¿Sabes que pienso cada vez que atraca? Hoy quizás llegue Sasha en ese velero y
corra a mí pidiéndome perdón. Pero no. Mañana tras mañana, día tras día, el
velero sólo lleva y trae obreros y materiales.
—Ten
paciencia Mijaíl. Sé que te ama. ¿Quieres que hable con ella? Te lo he dicho,
no me cuesta nada ir hasta Moscú.
—No,
Sebastien.
—¿Quieres
que esta noche salgamos a tomar unas copas por ahí? András parte mañana, le has
caído bien.
—A
mí también.
La
puerta se abrió y el aire helado se coló al interior de la cabaña. Bianca se
asomó por la puerta y sonrió.
—Tienes
visitas Mijaíl. Adivina quién ha llegado.
Me
puse de pie al igual que Sebastien, con la diferencia que a él no le habría
saltado el corazón por la boca.
Bianca
se hizo a un lado mientras yo apoyaba mi vaso de coñac en la mesa baja.
—¡Natasha!
¡Hija! ¡Qué sorpresa!
—Hola
papá.
Sebastien
la saludó alegremente, pregunto sobre mi familia, y de inmediato nos dejó
solos.
—Iré
al puerto con Bianca. Si Numa despierta dile que estaré en la parte oeste de la
isla.
—Okay.
—Natasha,
ponte cómoda. Has de cuenta que es tu casa.
—Gracias
Sebastien.
Apenas
cerró la puerta ayudé a Natasha a quitarse el abrigo. Llevaba un pequeño bolso
color negro que depositó junto a ella en el sofá. Estaba más delgada…
Me
senté a su lado después de darle un abrazo que duró largos segundos.
Le
tomé el rostro con mis manos y la miré a los ojos.
—¿Cómo
estás papá? Te extraño.
—¿Cómo
estás tú?
—Bien…
—Siéntate,
cariño. Hemos hablado por teléfono muy a menudo pero no me dijiste que pensabas
visitarme.
—Lo
decidí a último momento. Necesitaba hablar contigo.
Sus
ojos se llenaron de lágrimas y me asusté.
—Querida,
no me asustes. ¿Qué ocurre? ¿Es por tu madre?
Negó
con la cabeza mientras sus lágrimas corrían.
Me
acerqué y la abracé.
—Papá…
Ya no puedo con esto.
—Natasha,
cielo, ¿qué es “esto”? ¿Lenya?
Asintió
levemente cabizbaja.
La
tomé de la barbilla para que me mirara.
—¿Te
hizo algo de lo que merezca yo saber?
—No,
no. Yo… Me siento muy mal a su lado.
—¿Ya
no lo quieres?
—Sí
lo quiero… Es que se trata de él. Lenya… Lenya sigue amando a esa humana, papá.
¿Qué voy a hacer?
—¿Te
lo dijo?
Me
miró a los ojos. Esos ojos disfrazados de lentecillas de contacto azules pero
que yo sabía que eran de un magnífico color púrpura como sus hermanos.
—Papá…
Hice todo lo que estaba a mi alcance pero no la olvida, lo sé. Las hembras nos
damos cuenta de esas cosas. No sé que inventar, que cambiar de mí para
atraerlo.
Coloqué
un mechón detrás de su oreja.
—Cariño,
no debes cambiar nada de ti. Él debe amarte por lo que eres.
—No
lo logré… Papá… —lloró desconsoladamente—. Siento tanto dolor en el pecho. ¿Por
qué me enamoré de él, papá? ¿Por qué? Yo era tan feliz sin conocer el amor.
Acaricié
su mejilla empapada por las lágrimas.
—Natasha,
el corazón manda en esas cosas.
—Por
favor, soy científica, papá No me digas que el corazón actúa como algo aparte
del cuerpo. Es el cerebro y maldito cerebro que se fijó en él.
—Natasha,
cielo… No te tortures más. Verás que encontrarás a alguien que te corresponda.
Aunque mis palabras te suenen vacías, es así cariño. Siempre hay alguien que
espera en alguna parte y es tu mitad.
—Papá…
Yo lo quiero a él…
—Lo
sé, es doloroso y quizás por ahora no quieras escucharme… Pero… si Lenya ama a
esa chica, nada podrás hacer, salvo… que ella no le corresponda. Entonces, él
se cansará de no ser correspondido y verá otros horizontes. Allí estarás tú,
esperándolo.
Mi
hija se puso de pie y caminó hacia el ventanal. Observó el jardín y murmuró.
—Es
que ella lo ama.
Me
puse de pie y me acerqué.
—¿Entonces?
—Son
circunstancias que los separan, nada más.
Respiré
profundo y bajé la vista.
Ella
giró la cabeza para mirarme y nos encontramos con la mirada.
—Natasha
nunca te arrepientas de haber conocido el amor. Si es la hora de partir de su
lado… Sé que harás lo correcto.
—Sí
papá.
………………………………………………………………………………………………..
Legué
a mi apartamento en Kaliningrado cuando anochecía. No esperé el regresó del
Sterna para partir. Si hubiera sido así hubiera permanecido otro día en la isla
y deseaba terminar de una vez por todas mi tortura. Bueno, terminarla sabía que
no era posible porque a Lenya lo tendría en mi corazón, pero al menos debía
darle un cierre a esta historia sin final feliz.
Permanecí
en el sofá sentada frente al ventanal con una taza de café entre las manos que
fue quedando frío de a poco.
¿Qué
haría sin esos besos que aunque no fueran por amor de parte de él, lograba
hacer temblar todo mi cuerpo y encenderme? ¿Qué haría sin sus charlas en la
cama después que teníamos sexo? Era tan inteligente que podía hablar horas y
horas de cualquier cosa. ¿Qué harían mis ojos cuando no lo contemplaran con su
camiseta marcando los pectorales y esos jeans caídos a la cadera caminando por
la sala? ¿Y cuando mis manos ya no lo acariciaran? ¿Y cuando ya nunca más lo
sintiera entrar en mí? ¿Qué iría a ser de mí?
Otra
hembra lo había enamorado como yo no había podido hacerlo. Otra hembra lo tenía
amarrado a su cuerpo aunque él había estado conviviendo aquí. Aquí… En este apartamento
que no hacía mucho me atreví a soñar que se convertiría en un hogar. Pero no…
Ya no sería un hogar, volvería a ser mi apartamento, mi lugar, mi rincón, pero
no sería un hogar.
Sequé
mis lágrimas al escuchar el ascensor. Lenya había dicho que llegaría a las
siete y cuarto. Eran las nueve. No desconocía que debía quedarse en la mansión
para presentarse en una reunión del hotel. Y esa tardanza me sirvió, me sirvió
para comenzar mi plan…
Cuando
escuché las llaves en la puerta mi mirada fue al águila bicéfala que adornaba
la pared… Era una Gólubev, sacaría fuerzas de la nada y sería valiente y digna
hasta el último segundo que pisaría esta tierra.
Lenya.
Cerré
la puerta y dejé el bolso a un costado. Contemplé a Natasha de pie junto a la
ventana con los brazos cruzados y actitud defensiva.
—Hola.
No
respondió. Me miró furiosa.
—Sé
que me atrasé pero te he mandado un mensaje.
—No
ha llegado ningún mensaje –protestó—. Te esperé como idiota todo este tiempo.
—¡Qué
quieres que haga! Que deje mis obligaciones por estar contigo.
—¿Obligaciones?
¿Piensas que soy tan idiota que no sé qué has estado con una hembra?
—Tú
estás loca, ¿verdad? ¿Estás en esos días que necesitas descargarte y discutir?
—Eres
un insolente Lenya Craig. ¿Quién te crees que eres?
—¿Yo?
Un macho que tiene una vida aparte de vivir contigo.
—¿No
digas? Y en esa vida, ¿cuántas hembras hay?
—Natasha,
estoy cansado. Porque no te vas a cazar y me dejas en paz. Volverás como nueva.
—No
te burles de mí. Sabes que engañas a todo el mundo. Eres muy hábil, pero
conmigo no cuentes.
—¿Estás
borracha? ¿Qué mierda te pasa?
—Me
pasa que estoy cansada de tus infidelidades.
—¿Infidelidades?
No me he acostado con nadie en todo el tiempo que hemos vivido juntos.
—No
te creo.
—Es
tu problema.
—No,
también es el tuyo. No quiero que vivas bajo mi techo aprovechándote de mí.
—¡Loca
de mierda! Yo no me aprovecho de ti. Tú elegiste vivir conmigo.
—Pero
me cansé. Me cansé que no me des lo que me merezco. Soy una Golubev, querido.
Merezco un macho a mis pies.
—Ahora
sí que te saltó la térmica. ¿Quién crees que eres? ¿Una diosa del Olimpo, una
diva de la tv? Es una suerte que demuestres que clase de hembra eres. Me largo
a la mierda y metete en el culo tu lujoso apartamento.
—¡Vete
de una vez! ¡Egocéntrico!
—¿Estás
echándome?
—Por
supuesto –sonrió—. Todo esto es mío. Aquí nada te pertenece.
Eso
me dolió…
Corrí
a la habitación y metí unas cuantas cosas más en mi bolso. Lo indispensable. El
resto ya vería cuando lo recuperaría. No quería quedarme un segundo más al lado
de esa loca celosa.
Atravesé
la sala sin mirarla y abrí la puerta.
—¡Vete
al infierno! –grité.
Caminé
por el pasillo furioso. Llegué al ascensor y oprimí el botón.
Loca
de mierda. Con razón con esa belleza había estado sola tanto tiempo…
Las
puertas del ascensor se abrieron.
¡Qué
escena de celos ridícula!
Entré
al ascensor y oprimí el botón de planta baja. Imposible desmaterializarme con
la rabia que sentía…
Celosa
de mierda… Pero…
Celosa…
¿Natasha celosa? Tan segura de sí misma…
No…
No podía ser.
Inmediatamente
trabé con el pie las puertas que se cerraban y salí del ascensor. Me mantuve de
pie, inmóvil en el pasillo…
¿Natasha
celosa? Esta escena absurda… Esto estaba armado… ¡Sí! Esto no tenía pies ni
cabeza…
Regresé
al apartamento y cerré la puerta. Tiré el bolso a un costado y la miré.
Ella
estaba sentada en el sofá con la vista clavada en la alfombra.
Levantó
la vista y… Ya no tuve dudas de lo que sentía. No era rabia, ni furia, era
dolor…
—¿No
te fuiste? ¿Quieres una nota escrita para que entiendas?
La
miré fijo.
—Si
lees los pensamientos cuando miras a los ojos sabes porque regresé.
Me
miró y una lágrima resbaló por su mejilla.
—¿Por
qué me haces esto? No creo en la escena que has montado.
—Vete
Lenya.
—Hablemos,
por favor –rogué.
Negó
con la cabeza.
—Por
favor, no quiero irme así.
—Es
necesario.
—No
lo es. Yo… No estoy con Liz ni con nadie.
Sonrió
con tristeza.
—Eso
no significa que la hayas dejado de amar. No me mientas.
—Dije
que lo intentaría, dame tiempo.
—No
lo intentes más. Estás luchando con algo indestructible. La amas Lenya. La amas
demasiado para estar con otra hembra y hacerla feliz. ¿Y sabes qué? –lloró—.
Quiero ser feliz. Tengo derecho.
—Sí,
lo sé. Claro que tienes derecho…
—Entonces
vete. No hagas esto más difícil.
Me
acerqué y su mano en el aire me detuvo.
—Por
favor, no te acerques.
—Déjame
abrazarte. Déjame explicarte que lo intenté –la emoción me embargó.
Ella
negó con la cabeza nuevamente.
—Sé
valiente como lo estoy siendo yo. Ve a buscarla y confiesa el amor que le
tienes. No es tan amargo dejar el orgullo a un lado. Te lo digo yo –sollozó—,
que lo he dejado por ti tantas veces.
—Natasha…
—Vete,
por favor.
—No
quiero dejarte así.
—Estaré
bien. Pronto serás un recuerdo. Ahora déjame sola.
Al
coger el bolso y cerrar la puerta el corazón se me estrujó. Es cierto, no la
amaba y nunca la amaría como a Liz, pero sufrí por la impotencia de no poder
hacer nada por ese dolor que no se merecía.
Hola cariño, qué capítulo más bonito e intenso, cuántas emociones y cuánto dolor en algunas, sí, pero igual hermoso todo porque es parte de la vida, ¿no? Liz y Lenya... espero que puedan estar juntos al fin, lo suyo es un sin vivir, y lo mismo digo de Douglas y Marin, que en lo personal como pareja me encantan, a ver qué pasa. Gracias de nuevo por este bonito capítulo.
ResponderEliminarUn besote.
¡Hola Clau! Estoy feliz que te haya gustado el capi. Lenya y Liz aparentemente no parecen tener escollos nuevos si es que logran sincerarse. No existen terceros que nublen su felicidad. Ellos se aman y deberán dejar de lado el orgullo. En cuanto a Marin y Douglas a mí me encanta esa pareja, aunque creo que mucha agua correrá bajo el puente por ahora entre ellos dos. Veremos querida amiga. Un beso enorme y gracias por comentar
EliminarOh que triste por Drank para él es muy difícil su enfermedad, esta sufriendo y el ver que no se recupera ya esta cansado, muy triste al saber que ya no quiere vivir, que difícil situación hasta para la misma Liz que quiere que él luche y se recupera aunque ella misma sabe que no hay esperanzas con él uuff, y bueno veremos que pasa con Lenya y Liz, quiero saber que pasa en esa visita que le hizo a Liz y Natasha ella merece que alguien la ame y eso con Lenya no va a pasar, me gusto el capitulo Lou y también triste, gracias!
ResponderEliminar¡Hola Lauri! Coincido contigo que es muy triste aunque... no puedo decir nada más. Sólo espero que confíes en mi pluma.
EliminarNatasha... Pues yo creo que Natasha se merecería un valiente guerrero que caiga a sus pies, habrá que ver si lo encuentra.
Muchas gracias cielo por comentar y te dejo un beso enorme.
Hola, Lou... La carta de Lenya llegó a su destino y Liz la lleva consigo ;-)
ResponderEliminarNo somos dueños de nuestros sueños, ni de lo que decimos mientras soñamos
Drank ha oído que Liz nombra a Lenya... es lógico que sospeche que lo ama
No sé si Drank se ha llegado a creer que Lenya es un vampiro... me parece que no
Siento mucho que Drank decida dejar de luchar... quizás quiere partir para dejar libre a Liz
Creo que Mijail y Sasha lo están pasando mal pero su problema se terminará solucionando
Y Natasha está haciendo lo que debe hacer... yo también creo que en algún lugar su verdadera mitad está deseando encontrarla
Me ha encantado el capítulo... aunque la parte de Drank ha sido muy dura... las malditas enfermedades lo son
Besos
¡Mi querida Mela! Espero que estés disfrutando tus días de vacaciones, algo así entendí que había fiestas esos días.
EliminarDrank creo que no le es fácil creer lo que ha dicho Liz, ahora bien... si tuviera la oportunidad de estar frente a uno, ¿tú crees que sí?
Tienes razón Mijaíl y Sasha se aman, ya se reconciliarán. Me alegro que te haya gustado el capi, amiga. Un besazo grande y gracias como siempre.
Uy ojla Liz y Lenya se arreglen aunque me dio penita Nathasha y Drank. Genial capítulo
ResponderEliminar¡Hola amiga! A mí también no creas, pero ya verás que todo tiene su justo lugar. Paciencia... Ya me contarás que tal. Un besote grande y muchas gracias cielo.
EliminarMaravilloso Lou como siempre, terriblemente emotivo, deseando estoy sentir si sentir ese abrazo de Lenya y Liz. Que Natacha encuentre el amor de su vida. Estoy esperando un milagro para mi fantástico Drank. Por favor me muero de la angustia. Y Douglas que sufra un poco , bastante más por inmaduro, que Marin le haga sufrir lo que no está escrito. ¿ Soy muy mala? Y quiero también escenas de Sebastien y Bianca, todavía no se sabe gran cosa de la reconciliación. Y por supuesto esa reconciliación salvaje entre Mihail y Shasha jajajajaj. Excelente trabajo Lourdes.
ResponderEliminar¡Mi querida amiga! Gracias por los halagos. ¿Un milagro para Drank? Algo se me ha cruzado... Hay que ver como sucedería... No sé no sé...
Eliminar¿Me quieres ver sufrir a Douglas? Pobrecito. Es que sinceramente cuando se enamoró la primera vez no la ha pegado el pobre y ahora creo que tiene miedo de entregarse. Eso creo yo. Habrá que saber que piensa él. O mandarlo con Dimitri no sería mala idea jajajaja. Veremos mi niña, a ver si madura este cachorro.
De Sebastien y Bianca nunca me olvido pero tu sabes el blog no es tan extenso y habrá que esperar el libro. Mijaíl y Sasha... Mmmm... ya vendrá también. Un besote cielo y gracias por comentar.
sin palabras, abrazos amiga,,,
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