Se me ha ocurrido una idea... Como siempre escribo y escucho canciones, algunas me recuerdan el amor de varias parejas protagonistas de los Craig, pensé que quizás a ustedes alguna canción sientan que refleja alguna parte de la historia. ¿Se animan a mencionarme alguna?
Por lo pronto "Entre el poder y la pasión" de Phil Collins me recuerda a Lenya y Liz. Tengan absoluta libertad para contarme que piensan y si se les ocurre alguna canción.
Los dejo con el capi y una imagen de mi querido Vikingo, para ti Anabel, lo prometido.
Capítulo
48
Charla
íntima.
Rodion.
De pie, frente al
quirófano vacío, las piernas me temblaron. Sara no estaba allí. Mi mano se
apoyó en la pared de azulejos blancos y mi corazón dio un vuelco. Había llegado
tarde. Al principio cuando cogí el último pasillo una enfermera me había
informado que una señorita de las características de Sara había abandonado el
lugar hacía más de veinte minutos. En el otro quirófano un cirujano operaba a
un hombre con un mal congénito del corazón. No había posibilidad que ella
estuviera allí.
Me sentía mareado por
el olor penetrante del desinfectante. Agotado por la carrera. Desorientado por
no saber qué hacer después de haber intentado todo. Sentirme un inútil era
poco. El sentimiento de culpa por un lado de no haber logrado salvar a mi bebé.
La vergüenza de enfrentarme a Sara y decirle que lo lamentaba. Que mi error
había sido no actuar en el momento justo. No sólo en correr hasta aquí sino en
no hablar claramente mis sentimientos.
¿Y ahora? ¿Ahora, qué
hacer? ¿Vivir con ello? No podía imaginármelo. Cada vez que vería un bebé en
brazos de una madre o un niño jugando en una plaza me diría a mí mismo,
“perdón… te quité la posibilidad de vivir, querido hijo. Ya no podrás reír y
disfrutar las bellas cosas de la vida, que son muchas, aunque haya sinsabores.
Eso que yo conocía bastante si de sinsabores se trataba. La vida valía la pena
vivirla.
Para un hombre, macho,
o vampiro común, la noticia de ser padre me desmoronó al principio. Lo primero
que pensé, ¿qué tendré para darte hijo mío? Nada… Sólo mi dignidad y un pasado
doloroso. Después, el miedo dio lugar a la ternura, al amor. Sí porque aunque
fuera por poco tiempo amé ese bebé por venir.
Los ojos se nublaron
por las lágrimas y recosté la espalda a la pared mientras percibía ese silencio
del quirófano que entraba por cada poro y desgarraba mi corazón. No había
llegado a tiempo…
-¿Disculpe?
La voz masculina me
sobresaltó. Tan sumido estaba en mis tristes pensamientos que no me percaté de
la presencia humana.
-No puede estar aquí.
Es área restringida.
-Lo siento –murmuré–,
me retiro ya mismo.
Cuando salí a la calle
el cielo descargaba su furia por medio de una lluvia torrencial. Los desagües
de las esquinas parecían no dar a vasto y recordé la inundación trágica. De
verdad no importaba en este instante si la corriente me arrastraba hasta el Mar
de Barents. No… Primero debía enfrentarme a Sara. Yo no era cobarde…
En mi cerebro, la voz
de Halldora pidiendo auxilió me estremeció… Lenya mucho tiempo me había acusado
de no querer salvarla. Después, se arrepintió. Sin embargo, ¿mi muchacho se
había arrepentido porque ya no deseaba dañar a nadie? ¿O en realidad yo había
actuado cobardemente?
El pecho me dolió de
sólo pensarlo. Era eso… Sí… ese fantasma de la conciencia que me perturbaba y repetía
en mi mente cuando estaba en soledad. ¿Podría haber hecho algo contra ese lobo
siendo yo un simple humano? Aquello que la atacó, ¿era un lobo? Nunca lo
supimos. Nunca… Porque yo no había podido entrar a la casa y salvarla.
Apreté mis párpados con
fuerza mientras el agua caía sobre mi cuerpo. Parado, inmóvil en la acera, recé
como tantas veces que había creído en un Dios. “Por favor, Señor, haz que
olvide ese horror”.
-Oiga, ¿quiere moverse
del medio?
Un transeúnte que
intentaba seguir camino protestó cubriéndose con el paragua.
-Perdón –murmuré, y
comencé a caminar casi sin rumbo.
Perdón… Palabra que
había usado tanto en mi vida.
Perdón a mis maestros
cuando me costaba aprender las aritméticas y lecciones. Sí, nunca fui
brillante… Perdón a mi hermano cuando me reprochó que el negocio iba mal por mi
culpa. Perdón a cada uno que llevaba por delante por ser tan torpe. Perdón a
Lenya por no salvar a su madre. Perdón a Halldora por no morir por ella. Perdón
a Sara por no reaccionar como debía y comportarme correctamente. Perdón a mi
hijo… Por no salvarlo.
El móvil de mi bolsillo
vibró.
Tantee mis pantalones
que chorreaban agua y avancé hacia un techo de un kiosco. Mi teléfono estaba
húmedo pero gracias al doble forro de los bolsillos aún funcionaba. Pasé la
palma de mi mano derecha por la superficie de la tela interna de mi chaqueta y
a duras penas atendí.
Sara no tenía móvil…
Quizás eso hubiera hecho más fácil las cosas.
-Ho… Hola. ¿Quién
habla?
“¿Quién habla? ¿No me
tienes agendado, cabrón?”
Sonreí a pesar de todo.
-Lenya.
“¿Dónde estás?”
-Ehm…
“¿Ehm? ¿Es un lugar?”
Suspiré.
-Supongo que ya sabes
todo. Así que… Estoy a unos metros del hospital de Kirkenes.
“¿Con Sara?”
-No… Legué tarde.
Tragué saliva.
-¿Quién te contó todo?
–pregunté.
Silencio…
-Lenya, ¿quién te
contó?
“Douglas me llamó”.
-Ah... No hacía falta.
-Hizo bien. ¿Cómo
estás?
Su pregunta no sonó
tierna. Lo conocía como la palma de mi mano. Había un reproche hacia Sara. Pero
no quería lograr el enfado de Lenya contra ella. Después de todo ella tenía su
derecho de no desear criar sola a su bebé, al menos eso fue lo que interpretó.
-Estoy bien –carraspee.
Bufó a través del
teléfono.
-¿Me tomas por un tonto
desconocido?
-Okay… ¿La verdad?
-A mí, siempre.
-Me siento un
fracasado. Intenté salvar a mi hijo y llegué tarde. Siento… Que el mundo se
hunde a mis pies. Y… Siempre llegó tarde… Tú sabes.
Sentí que respiraba
hondo.
“Escucha Rodion. Muchos
años te he hecho daño echándote la culpa por algo que no pudiste manejar. Te he
pedido perdón, lo vuelvo a hacer. Quítame la angustia de saber que te he
arruinado buena parte de tu existencia.”
-No hablemos de ello.
Saldré de esto, te lo prometo. No quiero que te preocupes y menos lejos de
aquí. Dime… ¿Tú estás bien?
“Estoy bien.”
-¿En qué andas?
Suspiró.
“No se trata de mí en
este momento. Pero nada… Aquí en Kaliningrado en un laboratorio que tiene
Natasha. Es… Muy grande y está muy bien equipado. Trabajan para ella tres
científicos.”
-Guau… ¿Estás orgulloso
de tu chica?
Silencio…
“Lo estoy”.
Arquee la ceja.
-¿Estás enamorado de
ella?
“¿La verdad?
Sonreí.
-A mí, siempre.
Silencio…
“Amaré a Liz hasta el
último día en esta tierra.”
Su confesión me dolió
por él. Aunque ya lo imaginaba.
-Si pudiera ayudarte…
“Olvídalo. No pienso
acercarme más a ella. Ya la he hecho sufrir bastante. Y con lo de su… Deja… Las
cosas están en su lugar.
Un trueno interrumpió
los sonidos de la ciudad y creo que sentí a los humanos sobrecogerse. Por
segundos las personas que corrían de un lado a otro se detuvieron. No se sabía
que traía la tormenta a Kirkenes. Si sólo un descanso del sol y el calor
veraniego o el caos como hace meses atrás.
“Rodion, hablaré con la
familia para que te apoye y no andes solo por ahí dando vueltas.
-¡Lenya que no soy un
tonto! No alteres al resto. Puedo solo.
“No me des órdenes
Rodion, sabes que me pone de mal humor.
Sonreí con tristeza.
De pronto, la vi…
-Lenya, debo cortar.
Sara está en la parada de taxis.
“¿Qué hace fuera del
hospital después de un aborto?”
-Debo cortar, adiós.
Guardé el móvil y bajo
la lluvia que había aminorado un poco después del trueno, crucé la calle con el
corazón en la boca.
Ella estaba de pie
mirando hacia el piso de baldosas húmedas, con el cabello azabache recogido. En
el hombro llevaba su bolso claro y una de sus manos estaba apoyada en su
vientre. Su vaporoso vestido celeste combinaba con sus zapatos bajos color
tiza.
Me detuve…
¿Y si Sara no lo había
hecho?
Tragué saliva. Observé
las cinco personas que estaban en la fila aguardando un coche. Tres, delante de
ella. No parecía empapada. A lo mejor no la había sorprendido la tormenta fuera
del techo de la parada. Parecía que había mucha espera.
Avancé despacio y como
si adivinara mi mirada sobre ella, levantó la vista y nuestros ojos se
encontraron.
Su mano libre cubrió su
boca, sorprendida.
Continué caminando
hacia ella… Apenas estuve frente a ella observé sus ojos oscuros por las lentes
de contacto.
Mi mano se elevó y
suavemente quité su mano sobre los labios. Entonces murmuró…
-Rodion, ¿qué haces
aquí?
-Estoy aquí por ti y
por el bebé. Porque te amo…
Mis ojos se llenaron de
lágrimas.
-Dime por favor… que no
lo has hecho.
Negó lentamente con la
cabeza mientras sus ojos se humedecían.
El corazón me estalló
de felicidad.
De un impulso la atraje
hacia mí y la abracé fuerte.
-Gracias… Gracias Sara.
Y lloré…
Sí, frente a ella,
frente a la gente que espera los coches de alquiler, frente a todo el centro de
Kirkenes. No me importaba. Era tanto el agradecimiento que sentía. Lloraba de
felicidad, de saber que Dios o no, alguien habrían escuchado mis plegarias y yo
tenía una segunda oportunidad. Esa… que no iba a perder.
Ella se mantuvo con los
brazos a cada lado del cuerpo, temblando.
-Tú dijiste…
Me aparté y la tomé del
rostro mientras mis lágrimas corrían por la cara.
-Yo… Sólo fui un idiota
que no supo cómo reaccionar ese día. Y después… -tragué la sal de mis
lágrimas-. Y después no supe acercarme a ti. Creí que adivinabas que te quería
y que el niño… Y que el niño sería lo mejor que podría pasarme.
-Rodion… No quiero
lástima de ti.
-No no, no es lástima.
Te amo Sara. Eres la única en mi corazón.
-Pero… Ella limpió las
primeras lágrimas que salían de sus ojos disfrazados de oscuro-. Pensé que
amabas a Halldora.
-Halldora fue un gran
amor, sí. Pero Halldora no está y si regresara a la vida sería tarde.
-¿Por qué? –preguntó
con temor.
-Porque elegiría estar
contigo. Me sacaste del pozo profundo y de una vida gris y me mostraste los
colores del amor, Sara. Te amo, siento de verdad por lo que has tenido que
pasar por mi falta de claridad. Me tomó de sorpresa, no lo dudo. Sin embargo
amo ese bebé.
Mi mano grande y ancha
se posó en su vientre.
-Cariño, hasta el fin
de mis días te agradeceré que no lo hayas hecho.
Sara se apartó de mí y
buscó un pañuelo en el bolso. Lo quitó y lo deslizó por sus mejillas.
La tomé de la barbilla
y la obligué a mirarme.
-Sara, no te miento.
Nada me obliga a estar contigo aunque haya un niño de por medio y me haga
responsable. Pero no quiero dejarte partir a ti. A ti te necesito para
compartir mi vida. Por favor, ¿podrás perdonarme?
-No sé lo que ha hecho
pero perdónelo señorita, me parte el alma ver llorar a un hombre –dijo una
señora con una niña que esperaba taxi en la fila.
Asintió levemente.
Un taxi llegó a la
parada y la fila nos obligó a movernos.
La tomé de la mano y
sonreí.
Ella bajó la vista,
seria, pero poco a poco sonrió apenas sus ojos se encontraron con los míos. Lo míos llenos de amor y de
agradecimiento porque quizás, sólo quizás, podría llegar a tener la oportunidad
de tener mi propia familia y ser muy feliz.
Sebastien.
Dentro del estudio y
sentados en los sillones, miré a mi hijo fijamente mientras él con la vista
clavada en la alfombra evitaba enfrentarme después de lo dicho.
-Douglas, no puedes
decirme que no prepararás la tesis porque tienes que trabajar junto a mí. ¿Tú
que crees? ¿Que no te daré el tiempo necesario cuando me lo solicites? Lo que
más quiero en este mundo es que te gradúes y tengas una vida ordenada para ser
feliz.
Dibujó una mueca de
ironía y me miró.
-Llevar una vida
ordenada no es sinónimo de ser feliz.
Respiré hondo y asentí.
-Cierto. Sabes a qué me
refiero. Dejar las cosas por la mitad no ayudará en cualquier proyecto que
desees. A eso me refiero. Si tienes trabajo y dinero para al menos vivir
tranquilo puedes pensar en formar tu familia o tener una novia formal.
-No quiero tener novia.
No me interesa. Estoy bien solo.
Arquee una ceja.
Después de haber
transcurrido la primera media hora entre mis gritos y protestas de parte de él
sobre su exceso de velocidad y las contestaciones hacia la autoridad, sentí un
sentimiento de culpa al verlo desmoronado. Me recosté en el respaldo de mi
confortable silla y traté de lograr algo de armonía.
-¿Por qué hablas así?
Encogió los hombros y
miró sus pies.
-¿No quieres contarme?
Soy tu padre, te quiero. No me veas como tu enemigo porque algunas veces te
llamo la atención.
Esta vez recostó él su
espalda y sus manos acariciaron los posabrazos.
El móvil sonó y
reconocí el sonido que había elegido para identificar las llamadas de mi
hermano, “Vientos de cambio”, de Scorpions.
-Lenya, ¿estás
bien?....................... Ajá……………….. ¿Y qué te
dijo?.......................... No te preocupes……….. Sí, también le diré a
Charles que lo contenga……………. Adiós hermano.
-¿A quién hay que
contener?
Charles abrió la puerta
con un paño de franela y un tubo de lustramuebles en la mano.
-¡Ah bueno! Jamás
hubiera imaginado que escuchabas tras las puertas –protesté.
Apoyó su mano libre en
el pecho y frunció el entrecejo.
-Perdón, ¿me acusas de
chusma?
-En absoluto.
-Vale, porque lo único
que hacía este pobre mayordomo era lustrar el roble de esta puerta.
-No sí, por supuesto.
Lo de mayordomo y pobre ni tú te lo crees.
Douglas abandonó su
gesto melancólico y sonrió.
-En definitiva yo
también me pregunto a quién hay que contener –susurró.
El móvil nuevamente…
-A Rodion hay que
contener –respondí-. Aguarden me llama mi socio.
Después de sacármelo de
encima y prometer que este fin de semana me instalaría por un tiempo en la isla
y me encargaría de todo lo que hacía falta, corté la comunicación.
-No es justo –murmuré-,
tiene razón. Siempre está él frente a todo.
-El que mucho abarca
poco aprieta, querido.
-¿Por qué lo dices?
-Pues, el hotel, la
isla, Douglas, Bianca.
-¡Bianca! –exclamé.
-¿Qué ocurre?
–preguntaron al unísono.
-¿Qué…? ¿Qué hora es?
Quité mi móvil del
bolsillo y miré la hora.
-¡Mierda!
-¿Nos quieres explicar
qué diablos pasa? –preguntó Charles.
-Bianca, la llamé y
estaba en la morgue. Le prometí que nos encontraríamos en una de las suites del
Thon, me olvidé completamente.
-Oh oh… -murmuró
Charles.
Douglas rio.
-Vamos Charles, prepara
la cama en el sofá de la sala. Uno que yo sé dormirá fuera.
Miré mi atuendo… Camisa
beige, jeans negros… A ella le gustaban los trajes. Me daría una ducha me
cambiaría de ropa y correría a su encuentro. Flores, tendría que comprar
flores…
Antes de salir Charles
llamó mi atención.
-Aguarda, recuerda que
mañana cumple Ron.
-No lo olvido. Ah, y
Douglas piensa lo que te he dicho.
-Sí papá.
Liz.
El chorro de café
golpeó el fondo de la taza y fue llenándola del líquido oscuro y perfumado. No
había podido comprar en el mercado café colombiano, era muy costoso, así que me
conformé con el de oferta. Apoyé la cafetera en la encimera y cogí el azucarero
para endulzar con dos cucharaditas la infusión. A decir verdad ya no era el
azucarero de porcelana de mamá, sino un vaso rojo de plástico que servía para
eso. Todo había vendido. Todo lo de valor claro está. Los cuadros, los
floreros, las alfombras en la que alguna vez nos sentábamos frente al fuego de
la chimenea a contar historias fantásticas. También casi todos los muebles,
ropa, y zapatos, que no eran imprescindibles. Pero no estaba triste por
desprenderme de lo material. Sólo el valor de la vida era importante y no lo
material. El dinero iba y venía en tu vida, la vida no… Siempre lo supe, sin
embargo ahora lo tenía más claro…
Natasha había llamado a
mi móvil dándome la noticia. Me había engañado. No había tal medicina en ese
frasco milagroso a pesar de haberlo pagado muy caro. Sólo azúcar y anilina. Un
hijo de puta, sí… Mucha gente se aprovecha de la desesperación de otra gente.
Mañana iría a que me devolviera el dinero ese fulano aunque no tenía
esperanzas.
Me senté en un taburete
junto a la encimera, sí… dejé dos taburetes sin vender. No tenían mucho valor
de cualquier forma y además los necesitaba para cuando viniera George a comer
algo después del agotado turno de cuidar a Drank en el hospital.
¿Por qué las personas
buenas pocas veces tenían suerte? ¿Por qué? Me lo pregunté tantas veces… ¿Dónde
estaba Dios? Drank en su vida no le había hecho nada malo a nadie. Noble,
trabajador, honesto. ¿Por qué Dios, por qué?
“Porque el diablo
también existe hija mía”, eso decía mi madre cada vez que mi religión tambaleaba
por alguna injusticia. Mi madre… O pensaba en ella como alguien egoísta que nos
había abandonado, o pensaba que amaba un hombre toda su vida en silencio y no
quiso dejar pasar la oportunidad. Mejor me quedaba con lo último, el rencor no
era bueno, además… Yo ya conocía lo que era amar de verdad.
Amor… Era que tu mundo girara
alrededor de él. Qué cada vez que lo vieras o sintieras su voz, temblara tu
cuerpo como una hoja al viento. Que lo extrañaras cuando no está cerca de ti
hasta que dolieran hasta los huesos, y que tu corazón se secara completamente
porque sabes que ya no volverá.
Mis ojos se llenaron de
lágrimas…
Lenya… Te amo tanto…
Hasta pensar en ti me desgarra de dolor…
No le dije cosas
bonitas antes de que partiera por última vez. Lo eché… Sé que tenía razón en
reprocharle sobre Natasha, sin embargo en el fondo de mi corazón sabía que él
no la quería como a mí. ¿Pero qué hacer? ¿Y Drank? Él me necesitaba más que
nadie en este mundo. Era lo único que tenía además de su padre. Los amigos… Sí,
Drank tenía muchos amigos. ¿Cómo no tenerlo si era encantador? Pero no todos
son amigos verdaderos. No todos están ahí en los momentos difíciles.
Unos golpes en la
puerta me sobresaltaron. Era muy temprano, siete o siete y cuarto de la mañana…
Mientras caminaba hacia
la sala mi corazón latió a un ritmo que ya conocía. Sin embargo no, no sería
Lenya. ¿Y si era del hospital con una mala noticia? ¡No, por favor!
Abrí la puerta
apresurada con el pulso alocado.
Dos caballeros de traje
y una señorita de falda larga y camisa abotonada me extendieron un folleto.
-Buenos días señorita,
traemos a su puerta la esperanza y la dicha de encontrar un mundo nuevo.
Los miré… Tomé el
folleto y leí…
“Dios es el camino
hacia la luz”.
Uno de ellos continuó.
-Este mundo lleno de perversiones
y maldad no es el definitivo, debemos hallar la felicidad en la fe y…
Lo detuve levantando la
mano.
Los miré y entregué el
folleto.
-Porque no se van a la
puta que los parió.
Abrieron sus ojos
asombrados.
En ese instante la
frenada de un coche obligó a que mirara hacia la angosta calle precariamente
asfaltada.
Un taxi…
Caminé atravesando el
jardín dejando a los inoportunos atrás.
-¡Marin! –grité.
Mi hermana bajó del
taxi con un pequeño bolso y un paquete que dejó en el suelo. Sonrió.
Corrí hacia ella hasta
que nos abrazamos muy fuerte.
Comencé a llorar…
Ella me apretó contra
su pecho y también lloró junto conmigo.
Creo que por la
distancia que nos había mantenido separadas, por Drank, por mi tristeza que en
definitiva era la suya, por todo lo malo que había ocurrido y por lo que iría a
ocurrir. Sobre todo eso… Por lo que iría a ocurrir.
No supe cuanto tiempo
pasó mientras estuvimos abrazadas. Poco a poco volví a la calma y me separé de
sus brazos de hermana y amiga. No sólo nos unía la genética, también un pasado
por momentos feliz, por otros, doloroso.
Me observó de pies a
cabeza mientras recogía su bolso y paquete.
-Estás muy delgada,
Liz.
-Estoy bien. Ven, vamos
a casa. Te prepararé un café y algo de comer, no tengo mucho pero hay algo de
pan y queso de cabra.
-Gracias, el café lo
acepto pero he comido en el avión. Aunque estaba con el estómago cerrado de
ansiedad por verte me bajó la presión y la azafata insistió en que desayunara.
Sonreí secando mis
lágrimas, aunque primero sequé las de ella.
-¡Estoy feliz que estés
aquí!
Rio.
-Yo también.
-¿Te quedarás en
Drobak?
Hizo una mueca de pena.
-No, sólo pedí unos
días. Pero prometo que no dejaré pasar mucho tiempo entre mis visitas.
Recogí un mechón de
cabello y lo puse tras de su oreja.
-Entiendo, no te
preocupes, lo importante es que estás aquí.
………………………………………………………………………………………………
Ya en la cocina y
sentadas en los taburetes, café por medio, conversamos de todo un poco. De su
trabajo, de cómo estaba Bianca, las chicas de la casa, de Charles, y no pasé
por alto a Douglas. Sabía que le importaba mucho. Ella preguntó por Drank y
cuál era su situación. Se sintió muy triste pero la animé porque pensaba que no
estaba todo perdido y aún había que luchar.
-Pobrecito, ¿por qué a
él?
Suspiré.
-No lo sé. Supongo debe
ser una lotería, te toca y lo tienes que pasar.
-¿Y George? ¿Cómo lo
lleva?
-Con esperanza, como
yo. Aunque tiene problemas financieros. Ya no trabaja tantas horas. La medicina
para Drank es muy costosa y ha tenido que hipotecar la casa.
-¡Dios mío!
-Lo peor es que Drank
no lo sabe y ahora…
-¿Y ahora qué?
-Ahora me ha dicho que
quiere abandonar el hospital. Está cansado que lo pinchen y lo estudien cada
media hora.
Bajó la vista.
Se puso de pie y
abandonó la cocina.
La seguí…
Abrió el bolso que
estaba sobre el sofá y buscó algo en el.
-¿Qué haces, Marin?
-Tengo algo para ti. En
realidad dos cosas.
Extendió un sobre y
sonrió.
-Esto es de Bernardo y
Sabina. Nuestro amigo hizo una colecta en la manada. No es mucho dinero para lo
que necesita Drank pero dicen que te servirá.
Abrí el sobre y pude
ver varios billetes de coronas.
-No puedo aceptar esto,
Marin.
Lo aceptarás porque
dijo Bernardo que no regresara si no lo aceptabas. No harás que me quede en
Drobak, ¿verdad? Aquí estaré lejos de Douglas.
Sonreí.
-Gracias.
Dio unos pasos atrás y
cogió el paquete delgado y rectangular
que había bajado del taxi.
-¿Qué es eso?
Me miró como dudando
para después apoyarlo en el sofá y romper el papel que lo envolvía.
Observé el cuadro… Un
hombre vestido de azul tenía en brazos un bebé. Lo miraba con ternura. Junto a
él, una cuna.
Tomé el cuadro con las
dos manos y lo acerqué para verlo mejor.
El pintor había captado
la esencia de la escena de forma maravillosa. El rostro del padre… Lo reconocí…
Era Anthony.
-Esto… Lo pintó… Miré
la firma en el ángulo inferior derecho… “El demonio rubio”.
-Svetlana –murmuré.
-Sí. Ella lo envió en
estos días por Gisele. Ella está aún de luna de miel en la casona de Charles,
cerca del Mar de Barents. Creo que se enteró de tu situación por… Bueno, por
Natasha. Dice que lo vendas, sacarás buen dinero.
Dejé el cuadro con
cuidado y negué con la cabeza mientras mis lágrimas volvían a resbalar por las
mejillas.
-Marin, no puedo
aceptar esto de una Gólubev… No…
-Escucha, sé que odias
a Natasha por lo de Lenya.
-No, no la odio, sólo
que… es mi rival… ¿Entiendes Marin?
-Es que no lo tomes
como una ofrenda para ti por lástima. Es Drank el que necesita el dinero. Por
favor… ¿Lo dejarás sin este buen recurso sólo por una rivalidad entre hembras?
Me dejé caer en el
sofá.
-No me puede estar
pasando todo esto –lloré.
Marin se sentó a mi
lado y acarició mi hombro.
-Liz, debemos luchar
con todas las armas y si para eso hay que dejar el orgullo de lado… Los cuadros
de Svetlana se cotizan mucho. Anda Liz… Acéptalo.
Respiré hondo.
Dios…
-Liz, es dinero para el
tratamiento. ¿Lo dejarías morir por el cuadro es de una Gólubev?
Negué con la cabeza.
-Okay… Será por Drank.
Me levanté y me dirigí
a la cocina a terminar el café.
-Lo venderé en la
feria, ya mismo.
-Muy bien. Estoy
orgullosa de ti.
-Ven, termina el café
así puedes acompañarme. No quiero sentirme tan sola.
-Por supuesto.
-Aunque si quieres
descansar…
-Ni lo pienses, no vine
de vacaciones. Vamos, después quiero ver a Drank.
-Claro. Iremos a la
tarde cuando termine de cubrirme George.
Hola, Lou... Me has hecho sufrir con Rodion... aunque yo imaginaba que Sara no había abortado, no la veía muy decidida... y escuchar los latidos ya fue mucho
ResponderEliminarCreo que Rodion se estaba culpando de demasiadas cosas... no poder salvar a Halldora es algo que no se ha perdonado, pero no es culpable
Bueno, ya veremos si con las flores, Bianca perdona el olvido de Sebastien ;-)
Drank me da mucha pena, pero sé que la enfermedad que tiene es de las muy graves
Creo que la visita de Marin le irá muy bien a Liz
Lo que no logro entender es por qué tiene a Natasha como a una rival... Liz sabe que Lenya la quiere a ella... hasta Natasha lo sabe
Es cierto que debido a la enfermedad de Drank no puede estar con Lenya... pero amarse se aman, y los dos lo saben
Bueno, también es cierto que el amor es muy complicado
La canción que has elegido para ellos me encanta... y pienso que nadie mejor que tú para elegirlas
Ha sido un placer leer un nuevo capítulo
Besos
¡Hola Mela! Lamento la intriga tesoro pero espero que haya tenido un buen final para ti. Bianca lo perdonará estoy segura porque lo ama con todo el corazón. Drank tiene una enfermedad grave y tendremos que esperar, en la imaginación y en la vida quizás existan los milagros.
EliminarLiz creo que la siente como rival porque Natasha es importante para Lenya no es una chica al pasar. Si ella no puede estar con él seguramente podría olvidarla por una chica así. Y Liz no puede dedicarse a otra cosa que no sea su amigo por ahora y no siente ser una mujer fatal para atraerlo en estas condiciones.
Me alegro que te guste la canción mi tesoro. Gracias por acompañarme siempre. Un besote.
Hola amiga, ¿cómo va todo por allí? Me ha hecho ilusión ver al señor Craig por allí, con lo que me gusta ;) He disfrutado de todo, como siempre, aunque como ya es costumbre me quedo inquieta con la relación de Liz y Lenya, es que es tan compleja, no solo por sus respectivas personalidades, sino por todos los factores externos que les juegan en contra, pero estoy segura de que les darás el final que mereces. Y sobre música, me encanta Michael Bublé, así que imagino varios de sus temas para la historia en general, en especial para las parejas ♥
ResponderEliminarBesotes.
¡Hola Claudia! Me gusta también Bublé, escucharé algunos temas para conocer mejor. Darle un final feliz es mi meta, aunque a veces los personajes parecen tener vida propia y no creas, se me revelan jaja. Un beso enorme mi niña y gracias por estar aquí.
EliminarHola Lou, como sufri hasta el ultimo momento con Sara y Rodion, que bueno que ella no aborto, es una gran dicha, esperemos que ellos hablen y sean felices, por otro lado que mal con Drank que triste todo este asunto y Liz esta haciendo todo lo posible para salvarlo, gracias por el capitulo muy bueno!
ResponderEliminar¡Hola Laura! Lamento haberte hecho sufrir, prometo que compensaré. Lo de Drank es muy triste, veremos que pasa, aún no está todo perdido si hay vida.
EliminarUn beso grande cielo y gracias por el comentario
Buenas noches Louerdes, primero darte las gracias por esta imagen tan maravillosa de Vikingo, me encanta y ya era hora jejejej. El capi de hoy fantástico como siempre. Me alegro mucho que Sara actuara con el corazón y no abortara y me alegro por Rodion pobrecito que mal lo ha pasado. Me encanta la escena de Charles cotilleando jajajajaj, brillante, estoy deseando leer la bronca de Bianca a Sebastien y la respuesta de este. Ya sabes que me da mucha pena Drank, la pobre Liz como siga así va a caer enferma, ojalá se arregle todo pronto y podamos ver a Liz con Lenya, tengo muchísimas ganas de verlos juntos. Bueno aquí me tienes esperando poder seguir leyendo, me tienes con los nervios de punta.
ResponderEliminar¡Hola Anabel! La imagen merecida, cariño. Yo también me alegro por Sara y Rodion y ojalá sean felices.
EliminarCharles siempre da el toque de humor y lo adoro.
Sebastien tendrá que esmerarse, tú sabes, en todo sentido. Lenya y Liz... Habrá que esperar, tú lo sabes amiga. Todo a su tiempo. Paciencia que llegará. Gracias por estar siempre apoyando mis locuras hechas historia. Un besazo mi sol.
Uy adore el principio del capitulo cuando Rodion y Sara se hicieron de a buenas. Ojala el lindo Lenya pudiera hacer eso con Liz que me da mucha pena todo lo que hace por su amigo. Te mando un beso y te me cuidas mucho
ResponderEliminar¡Hola Ju! Seguramente que Lenya y Liz tendrán su momento, me gusta los finales felices y para ello no concibo que estén separados. Un beso grande mi niña y cuídate mucho.
Eliminarhola querida amiga Lou, eres todo un caso,,realmente sabes escribir te felicito, lo sabes,,,abrazos amiga
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