Capítulo
38
Pasado
y presente.
Rodion.
Cuando
regresé a Kirkenes la tormenta había regresado conmigo. Otra vez la lluvia de
verano empapaba estas tierras que me habían acogido ya hace un tiempo. ¿Si
extrañaba Rusia? Sí, extrañaba. No por alguna amistad que hubiera hecho a lo
largo de mi vida, todo lo contrario, no tenía amigos que aguardaran por mí, y
mi familia… Mejor no recordarla. Sin embargo el desarraigo de tus rincones es
siempre desgarrador.
Cuando
comienzas una vida en otra región, con una cultura diferente de la que te has
embebido desde que naciste, tienes que adquirir nuevo conocimiento, nueva
información, porque la vida te exige que estés a la par del otro. Entonces, te
esfuerzas por gustar y mezclarte entre ellos. Para que no noten lo diferente
que eres. Sin embargo eres diferente… Todos somos diferentes.
Atravesé
la sala y me dejé caer en uno de los sofás frente a la chimenea apagada. No
sabía si había hecho mal al decirle todas esas cosas a Liz, pero no soporté ver
a Lenya en ese estado. Además de defenderlo por el cariño que sentía era una
deuda hacia su madre que con tanto amor y respeto me había acogido cuando me
conoció.
Nunca
me había movido de Moscú. Mis padres fallecieron dejando una cuantiosa herencia
para repartir entre dos hijos. Mi hermano y yo. Eso hubiera sido lo justo, pero
en la vida a veces “lo justo” te deja plantado y sigue de largo. Un mal día, la
confianza plena en alguien que crees que por llevar tu sangre no te traicionará
jamás, y el despertar a la realidad viéndote sin dinero y sin un lugar donde
ir.
No
sé qué hubiera sido de mi vida si aquel anochecer el destino no me hubiera
cruzado con Halldora. Vagaba muerto de hambre como paria sin casa ni futuro. Mi
hermano y su mujer se habían quedado con todo. Ni siquiera la chance de
trabajar con él en la fábrica de muebles quedando él como único dueño. ¿Qué
clase de orgullo hubiera tenido para pisar el lugar como empleado después de la
gran estafa? Era ridículo. Recuerdo que ni siquiera se preocupó que fuera de mi
vida, me odiaba. Nadie preguntó por mí en los lugares que frecuentaba. Creo que
si alguien les hubiera dicho que había muerto se hubieran alegrado por borrarme
de sus memorias, porque de sus vidas ya lo habían hecho.
A
Múrmansk llegué un diciembre muy frío, a través de un tren que transportaba la
leña de los grandes bosques para destinos diferentes. Conocía los horarios
perfectamente por haberme dedicado a recibir madera de mara o de roble para
poder manufacturar. La niebla espesa parecía desprenderse del los suelos alfombrados
de nieve o quizás caer de esos cielos profundos y oscuros. La cuestión es que
parecía rodearnos con un abrazo mortal de humedad y frío.
Pero
mi llegada a Murmansk fue optativa, fue mi elección. Sólo deseaba un lugar en
el mundo que me apartara de la maldad de mis propios allegados y familia.
Recuerdo
que quedé en la estación viendo las pocas personas que transitaban sólo con la
intención de descargar la carga recién llegada. De pie, como sonámbulo que los
despiertan de su sueño profundo, comencé a sentir frío a pesar de mi abrigo de
casimir y mis botas forradas, pronto ambas cosas las cambiaría por comida.
Desde
las casillas de madera iluminadas junto al andén por faroles a querosene escuchaba
conversaciones y risas. Eran obreros que cubrían la llegada del tren en el
turno de la noche. Ellos fueron los primeros que me invitaron con un trago
fuerte para hacer frente a las terribles heladas de esa madrugada y después… ¿Y
después qué?
Es
difícil entender que alguien de tu sangre no sólo no te crea sino desee lo peor
para ti. No se comprende porque no es la ley de la naturaleza. ¿El poder y el
dinero en qué te convertía? Pero yo sólo había ido de frente, con la verdad.
Después
de esa primera noche en el andén salí a caminar por Murmansk, una ciudad la cual
nadie me conocía. Nadie detendría mi caminar por esas calles empinadas de poca
vegetación y edificios grises de concreto. A mis pies la bahía y el puerto
brindaban los únicos colores a esa región que parecía estar olvidada después de
la Primera Guerra, pero que se preparaba silenciosamente para la Segunda.
La
nieve comenzó a caer mansamente cuando caminé por una de las dársenas que
encerraban las aguas tranquilas donde operaban generalmente los buques. Me
senté sobre una boya abandonada junto a un viejo astillero admirando esas aguas
casi tiesas color petróleo. ¿Qué haría ahora? ¿A quién pedía un cargo en un empleo
si siempre había trabajado en una empresa familiar? ¿En el mercado laboral
podrían considerarme viejo a mis treinta años, quizás? Creo que no sentí pánico
porque mi mente no estaba clara para pensar en que sería de mí de ahora en más.
Sólo iba y venía esas últimas frases que me había dicho mi hermano antes de
echarme de nuestra casa. “Esta mansión con todo lo que hay en su interior ya no
te pertenecen, Rodion. El testamento es claro y rotundo. El setenta por ciento
de los bienes me pertenece, el treinta restante te pertenecía a ti.
Lamentablemente tus acciones han venido en decadencia, es evidente que no sabes
hacer negocios. Has perdido todo.”
Por
supuesto… Si yo lo había dejado todo en manos de él.
Cerré
los ojos fuertes. Las palabras de mi hermano martillaban en mi cabeza una y
otra vez. Sabía que no había sido un error de mis negocios. Fue una trampa
tramada por mi mismo hermano, pero como desenmascarar la injusticia cuando
tienes amigos en los altos estratos. Nunca me relacione con la alta alcurnia,
¿me hubiera servido? No lo sabía. Ahora ya no tenía sentido ser más astuto.
Día
a día el hambre y la miseria fue adueñándose de mí. No así la desesperación,
como ocurre en muchos casos con las personas en situación de calle. Creo que mi
forma de ser no me permitió llegar al suicidio, aunque debo confesar que más de
una vez se había cruzado en mi cabeza esa desdichada idea. ¿Es qué por quién
vivir si no tenía a nadie? ¿Por mí mismo? Hubiera sido una buena opción si
sientes que vales algo. Sin embargo después de sacar a mi cuñada de la
habitación a la fuerza y contarle a mi hermano qué clase de mujer tenía, me
sentía sucio. En el fondo no podía quitarme la culpa de haberle gustado a la
mujer de mi hermano. Lo sé... Después comprendí que nada tenía que ver en su
maldad y lujuria. Ese trabajo de recuperación sobre mí mismo se lo debía a
Halldora… Mi querida Halldora.
Cuando la vi esa noche víspera de Año Nuevo,
con su cabello renegrido hasta la cintura, caminaba por las dársenas, lugar
donde me refugiaba yo. Llevaba de la mano un niño de corta edad de ensortijados
rizos azabaches.
No
había podido pegar un ojo por el frío a pesar de que un viejo marinero llamado
Kant me había prestado su viejo navío después de abarloar a media noche junto a
otros barcos de menor calado.
Salí
de la cabina y me puse en movimiento. Me sentía entumecido por la helada. Recuerdo
que pensé que había sido el vodka que estaba haciéndome ver visiones. No podía
ser que a esas horas de la madrugada una mujer y un niño caminaran sin miedo
por el puerto desolado. Sí… Halldora no le temía a nada, y aunque no hubiera
sido vampiresa era su temperamento hacer frente a cualquier cosa.
Cubierta
por la capucha me miró distraída a varios metros de distancia. Yo retrocedí.
Hubiera sido ridículo el pensar que le temía a una mujer y a un niño, pero algo
me decía que ella llevaba un secreto y un enorme poder capaz de hacerme trizas
si lo deseaba.
Traté
de esquivarla y mirar el horizonte contemplando como lentamente el buque de
origen Noruego se aproximaba como cada madrugada a la misma hora. Descargaban
decenas de toneles de petróleo y partían nuevamente hacia las profundidades del
Mar de Barents. Entonces, la alegría de ese niño llamó mi atención…
Soltó
la mano de su madre y trepó a un amarradero cilíndrico. Se puso de puntas de
pie y una sonrisa iluminó su rostro infantil a la luz de la vieja farola.
“¡Otro
barco, mamita! ¿En ese vendrá papá?”
-Rodion,
¿qué haces en la sala?
La
voz de Lenya que bajaba la escalera me devolvió al presente.
-Pensaba
cazar –contesté.
-Ah…
-sonrió con aire de suficiencia-. ¿Aquí en la sala?
Bajó
los escalones de dos en dos y se detuvo al pie de la escalera.
Sonreí.
-No.
En un rato. Sólo estaba recordando cuando conocí a tu madre y a ti.
-¿Y
te hace bien?
-Sí.
No te preocupes. Los recuerdos malos de mi pasado ya no están en mi memoria.
-Me
parece excelente… ¿De dónde vienes, Rodion?
Lo
miré y a los segundos observé el hogar de leños para esquivar la mirada.
-¿De
ver a Liz? –preguntó casi con aseveración.
-Sí.
-Lo
imaginaba. No le has hecho daño, ¿verdad?
-Sabes
que soy incapaz. Sólo, le advertí que no te hiciera sufrir. Además…
-Además,
¿qué?
-Le
dije que no se acercara a ti. Lo sé, estuve mal pero…
-No,
estuvo bien –interrumpió-. Sólo le haría daño también. No la haría feliz nunca.
Soy un vampiro malvado y ella es una mujer luchadora y de buenos sentimientos.
Nunca congeniaríamos.
-No
estoy de acuerdo con que eres malvado.
-Rodion,
ahórrate las palabras. Sé lo que soy…
Tomó
asiento frente a mí y me miró.
-Soy
el mismo que apenas te daba de comer y te usaba de sirviente. ¿O ya lo has
olvidado?
-Claro
que lo he olvidado.
-Pues
yo no.
El
móvil de Lenya sonó y no tardó en atender.
-Sebastien………..
Sí………… Okay……………… En una hora tomaré el avión, no te preocupes.
Al
cortar comunicación me miró.
-Me
voy a la isla. Mi hermano espera allí. Me hará bien alejarme de aquí y pensar
en otra cosa. No hay rincón de esta mansión que no me recuerde a Liz.
-Okay,
yo… Iré a ver a Sara por si quiere acompañarme a cazar.
Rose
entró en la sala al parecer muy atareada.
-¡Rose!
La
bella pelirroja se detuvo a mitad de la escalera mientras Lenya y yo nos
poníamos de pie.
-Rose, ¿Sara está en su habitación?
-No.
Sara salió muy temprano esta mañana.
-Ehm…
¿Sabes si estará por llegar?
-Ni
idea. Creo que iba al centro de Kirkenes, debía comprar algo en la farmacia.
-¿Está
enferma? –pregunté a medida que Lenya me dejaba solo en la sala.
Ella
titubeó y jugó con el plumero entre sus manos.
-No
sé nada Rodion. Cuando llegue deberías preguntarle.
-Okay.
Gracias. Subiré a mi habitación, cuando la veas le dices que la espero.
-Por
supuesto.
………………………………………………………………………………………………
Jugaba
ajedrez con Charles en la sala cuando Sara entró a la mansión. Me preocupó de
verdad. Lucía inquieta y parecía que venía huyendo de alguien o de algo.
Charles lo notó e inmediatamente la interrogó.
-Querida,
¿estás bien?
Me
acerqué con premura para contener su estado de ánimo, pero ella me esquivó con
una excusa.
-Lo
siento Charles, no quise preocuparlos. Rodion, disculpa yo… Necesito descansar.
Subió
rápidamente la escalera y ambos quedamos boquiabiertas sin entender la
situación.
-¿Serán
las hormonas? –pregunté tomando asiento nuevamente.
Charles
arqueó una ceja.
-Puede
ser.
El
ruido de un motor lejano que se aproximaba nos puso alerta.
Charles
se acercó para ver el visor de las cámaras.
-¿Ron
y Anthony no están en el parque? –pregunté.
-Ron
salió a cazar y Anthony viajó a Moscú a ver a sus chicas.
-Oh…
-Es
mi querida Bianca. Ahora mismo está bajando de un taxi. Evidentemente no hubo
mucho trabajo hoy.
-No
habrá cadáveres que investigar –alegué.
Sonrió.
-Creo
que después de la catástrofe no hay muchas personas que queden por morir,
querido Rodion.
-Sí,
eso es cierto.
Bianca
entró a la mansión y avanzó a través de la sala.
-Buenas
tardes, Rodion, buenas tardes, Charles. ¿Qué tal el día? ¿Qué han hecho?
Se
sentó en el sofá y nos miró sonriente.
-Bueno…
Margaret y yo iremos a la casona que nos han regalado para mi cumpleaños, ¿lo
recuerdas?
-Siii,
era hora que te tomaras unas vacaciones con tu amada.
Miró
el ajedrez y sonrió.
-¿Quién
iba ganando?
-Nunca
se sabe en el ajedrez, querida Bianca, hasta que uno de los dos dice “jaque
mate”.
-Oh,
lamento mi ignorancia. Igual me has alegrado el día con la noticia que te irás
a la casona frente al mar.
-Sí…
En realidad Sebastien insistió. No estoy muy convencido, tú sabes… hay un
vampiro desconocido acechando.
Bianca
me miró.
-¡Qué
torpe! Es cierto. ¿Pero los Craig corremos peligro? Pensé que sólo bastaba con
encontrar ese vampiro errante que ha asesinado discriminadamente. No tengo
dudas que los Craig lo encontraremos.
-Bueno,
yo aún tengo mis resquemores. Al parecer si ha llegado hasta Kirkenes a cazar
parecería una provocación hacia nosotros. Es muy difícil que no sepa la
existencia de los Craig.
-¿Entonces? –pregunté, interrumpiendo a Bianca-.
¿Piensan que los asesinatos son un modo de provocarnos y llamar la atención a
propósito?
-Estoy
casi seguro. De todas formas creo que no hay nada peor que soportar a Sebastien
echándome en cara que no me ha gustado el regalo.
Bianca
rio.
-Mi
querido marido es persistente, sí. Ahora los dejo que sigan jugando al ajedrez
y preguntaré a Margaret si necesita algo para el viaje.
-Gracias
querida pero pienso que tiene todo lo que necesita.
A
mitad de la escalera la dama de los Craig se giró y le sonrió.
-Mmm…
No sé quizás necesite algún consejo.
Charles
sonrió y volvió a sentarse frente a mí.
-¿Dónde
quedamos Rodion?
-Te
toca mover a ti.
-Mmm…
Vamos a ver…
Lenya
bajó las escaleras.
-Me
voy.
Ambos
lo miramos.
-¿A
la isla? –pregunté.
-Sí.
Sebastien me necesita allí.
Charles
movió su alfil negro.
-Me
alegro que los hermanos se lleven tan bien –me miró-. Jaque al rey, querido.
Lenya
no contestó. Quedó de pie junto a los primeros escalones, inmóvil. Yo moví la
torre defendiendo a mi rey.
Charle
observó mi jugada y sonrió.
-Buen
movimiento, Rodion. Eres un rival difícil.
Miró
a Lenya y arqueó una ceja.
-¿Se
reunirá Natasha contigo en la isla?
-No.
Está ocupada con los preparativos de la boda. Los Gólubev quieren encargarse de
todo.
-¡Qué
maravilla! Me encantan las bodas. Margaret y Bianca me han dicho que se han
puesto en contacto con Sasha para los preparativos, aunque los Gólubev se
encarguen será aquí en nuestra mansión. Entonces… ¿Te irás solo?
-Sí.
-¿Habrá
hembras en la Isla del Oso? –preguntó Charles.
Lenya
encogió los hombros.
-El
tema de las hembras no me interesa.
-¡Ah
ah! Ahora sí jaque mate querido Rodion.
Se
puso de pie y sacudió la franela que quitó de su bolsillo.
-Lustraré
el piano… ¿Decías Lenya? Ah sí que las hembras no te interesan, bueh… Con tu
permiso entonces, Fray Franciscano, seguiré con la limpieza.
Lenya
rodó los ojos.
-¿Crees
que miento? –protestó.
Sonreí
mientras Charles se acercaba al piano.
-No
digo que mientas “don Juan”, sólo supongo que te será difícil mantenerte
incólume ante la tentación.
-Lo
mío con las hembras es asunto terminado.
-Pobrecito.
-No
quiero que vuelvan a hacerme trizas ni dirigir mi vida.
-Lo
bien que haces.
-No
las necesito, sólo para divertirme.
-¡Qué
seguridad! Así se habla.
-¿Charles
estás burlándote de mí?
-En
absoluto.
Sara
bajo las escaleras y se acercó a mí.
-Hola,
¿estás bien?
-Sí…
Necesito hablar contigo.
-Okay,
vamos al parque o a la cocina si lo prefieres.
-A
la cocina. Estaremos solos ya que Margaret está haciendo su maleta.
Apenas
pisamos la cocina iba a invitarla a un café pero su frase me descolocó por
completo.
-No
daré muchas vueltas Rodion. Parece que algo no funcionó con las pastillas
anticonceptivas…
La
miré de pie, nerviosa, retorciendo sus manos.
-Estoy
embarazada.
Mi
boca se abrió pero no articuló palabra. Bajó la vista y continuó.
-No
te sientas responsable. Debió ser un error de cálculo. Yo… Podré sola con el
niño, eso no me asusta.
-Sara…
Me acabas de dar una noticia que me ha sacudido el piso y lo único que me dices
es que podrás sola con el niño y… ¡Sara!
¡Por los infiernos!
Ella
me miró con los ojos grandes como el dos de oro y tartamudeó.
-A
mí… me toma… de sorpresa, también. Yo… Sólo quiero que no te sientas…
presionado.
-¡Sara!
–bajé la voz-. Voy a ser padre y tú me dices que lo tome natural.
-No,
yo… Quiero saber qué piensas.
-¿Qué
pienso? ¿Qué pienso? ¡Qué importa lo que pienso! Hay un niño por venir.
-¿Entonces
te arrepientes?
-Sara,
no puedo arrepentirme de una decisión que no tomé… Yo… No pensaba ser padre a
mis cuarenta y tres, no sé si tengo cuarenta y tres, ni siquiera soy humano,
¡Dios!
-Perfecto,
entendí.
-No,
no, nooo, no entiendes nada. Me siento que no he participado en nada de tu
embarazo a pesar de… ¡Joder Sara!
Sara
caminó hacia la puerta de la cocina y la detuve tomándola de un brazo.
-¡Espera!
Yo… Voy a hacerme responsable, no te preocupes, no te dejaré sola. Supongo que
eso es lo que esperas de mí y cumpliré.
-Respuesta
equivocada, Rodion.
Giró
y se alejó dando un portazo que retumbó las paredes.
Deseando continuar leyendo me tienes Lourdes, de verdad que algunos hombres sean vampiros o no, bien se podrían morder la lengua antes de abrir la bocaza jejeej. Este Rodion, muy bueno el capi Lou, menudo sorpresa el embarazo de Sara
ResponderEliminar¡Hola tesoro! La reacción de Rodion no fue la que esperaba Sara pero sospecho que es muy fuerte que te notifiquen que vas a ser padre de un tirón. Hay que darle tiempo, veremos si Sara se lo da....
EliminarUn besazo enorme y gracias por el comentario amiga.
Ahhh yo entiendo la confusión de Rodion, Sara ni lo dejo hablar y tampoco digerir la noticia jeje pobre, ojala que ya mas calmados se sienten hablar tranquilamente, gracias por el capitulo!!!
ResponderEliminar¡Hola Lau! No sé si sentarán tranquilos, me parece que una mujer embarazada es más sucesptible y eso no corre a favor del pobre Rodion. Veremos que pasa corazón, y gracias a ti por comentar siempre. Besotes.
EliminarHola Lou... Muchas veces, por desgracia, hay problemas con las dichosas herencias... y el hermano de Rodion se comportó fatal
ResponderEliminarRodion tiene un pasado difícil
Me parece bien que Lenya se haya enterado de que Rodion habló con Liz
Creo que Rodion se ha sorprendido mucho con la noticia de que Sara está embarazada y casi no ha podido asimilarla
Y creo que Sara necesitaba más cariño, más entusiasmo... y no tanta responsabilidad
Un estupendo capítulo que he disfrutado leyendo
Besos
¡Hola cielo! El hermano de Rodion, tienes razón, se ha portado mal y quien sabe si es buena persona en todos los aspectos de su vida. Me late que no. Yo también opino que Lenya debía enterarse del encuentro con Liz aunque confieso que me ha tomado por sorpresa la reacción de Lenya de tirar la toalla. Veremos más adelante, quizás ahora está herido como un león. Lo de Rodion bueno... creo que fue una noticia bomba, los entiendo a los dos. Seguro que Sebastien va a interceder. Un besazo grande y gracias como siempre amiga.
Eliminartorpe, como lo somos todos en esas circunstancias,,saludos amiga Lou,,,,cuídate,
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