miércoles, 23 de septiembre de 2015


NOTA: ATENCIÓN CHICOS, HAY DOS CAPIS PUBLICADOS ANTES QUE EL 37.

¡Hola chicos! Pido perdón por la espera, pero he estado enferma de bronquitis aguda, aún saliendo de la afección. Tenía escritos los capis pero no podía moverme de la cama. Así que ahora cuentan con tres. Capi 35, 36 y 37. Repetiré el mensaje en las entradas por las dudas. Los quiero. Y muchas gracias como siempre. Lou.



Capítulo 37

El perdón que no llegó.

 

Liz.

Me quedé de pie junto a la puerta contemplando al vampiro moreno que había jugado con mi corazón. Apoyado espaldas a la encimera cruzando los pie uno sobre el otro, tenía sus clásicos jeans gastados caídos a la cintura y una camiseta marfil que resaltaba con su cabello renegrido. Calzaba unas zapatillas negras que parecían recién estrenadas. Se había dejado crecer un poco de la barba y eso lo hacía lucir más agresivo. Aunque su mirada gris oscura tenía un tinte apacible y sereno.

-¿Qué haces aquí? ¿Te ha dicho mi prima que no quiero verte más?

Me miró a los ojos y bajó la vista.

Noté sus puños cerrarse en el filo del mármol.

Sin mirarme murmuró.

-Sí, me lo ha dicho.

-Ah… Y déjame adivinar. Te ha importado un rábano el pedido y vendrás a molestarme todas las veces que quieras, ¿no es así? Llegarás con tu omnipotencia avasallante y continuarás haciendo daño porque no te interesa en lo más mínimo el sufrimiento del otro. ¿Acerté?

Caminé hacia él lentamente.

Lenya levantó la vista.

-No soy el ser cruel que acusas.

-¿Ah no? ¿Y cómo se llama alguien que roba los medicamentos de un enfermo y desbarata el trabajo que tanto le ha costado a un imposibilitado? ¡Dime! –exclamé.

-No lo sabía.

-¿No lo sabías? Por supuesto que no lo sabías, ¿eso cambia las cosas?

-Sí, claro que las cambia –se defendió-. Nunca lo hubiera hecho si sabía que él…

-No me hagas reír. ¿Me crees tan incrédula que puedo pensar que tienes un corazón?

-Lo tengo.

-¿Ah sí? Pues haremos una cosa, entrega el corazón que tú dices tener a la idiota de tu Natasha y a mí déjame en paz de una vez por todas.

-Si estás celosa todavía tengo esperanza que me perdones.

-¿Esperanza? Esperanza de seguir riéndote de mí dirás. ¡Sabes qué no! Ni esperanza, ni oportunidad, ni nada. ¡Quiero que te vayas y no regreses nunca más!

Su mirada se dirigió al techo como si quisiera traspasar la construcción y contemplar mi habitación.

Sin mover la cabeza sus ojos se clavaron en mi rostro furioso.

-¿Te gustó hacerlo con él? ¿O simplemente fingiste el orgasmo?

Abrí la boca dos o tres veces mientras pensaba que insulto le vendría apropiado al sinvergüenza.

-¿Desde cuándo estás aquí, metido en mi casa?

-Más de una hora, quizás dos.

-Eres un cretino.

Bajó la vista.

-No quise escuchar como gozaba en tus brazos, créeme que para mí fue demoledor.

-Por supuesto que te creo, tu orgullo retorcido y pisoteado directo a la basura.

-No me has respondido. ¿Fingiste cada quejido?

-¡Lárgate!

-¡Respóndeme!

-¡Lárgate de mi casa, maldito seas!

-¡Liz!

Aterrada giré para mirar la puerta de la cocina. Drank se escuchaba cerca. Seguramente se había percatado que hablaba con alguien. Dios mío…

-Despreocúpate, está bajando la escalera. ¿Quieres contestarle a tu amorcito? Puedo esperar aquí.

Olvidándome que lo más importante sería impedir que Drank llegara a la cocina me acerqué a Lenya y le hablé muy cerca de su rostro.

-Escúchame de una buena vez. No te amo, no te quiero en mi vida. Voy a ser feliz con alguien que me merece, no con un ser que a causa de que su padre lo abandonó destila veneno por donde sea. ¡Entiendes! ¡Ten orgullo! ¡Lárgate de una vez y no regreses nunca más!

Su iris grisáceo brilló. De pronto lució un gesto que nunca antes le había visto… Sabía que lo había lastimado, y creo que eso deseaba. Pienso que se juntaron varios motivos. Mi rabia por verlo dentro de mi casa, escucharlo tan seguro de mi amor y mi deseo por él, y el peligro que Drank lo enfrentara. Todo fue un combo para dejar escapar las palabras que no tardaron en pesarme como piedra. Pero era tarde. Las palabras no siempre se las lleva el viento… Mentira.

-Vine hasta aquí a pedirte disculpas. Con el corazón, de verdad estoy arrepentido de lo que hice… Veo que no me creerás, y quizás sea lo mejor. Soy un bastardo y llevo una carga pesada a mi espalda, tienes razón. Quizás hubo unos instantes que creí que me ayudarías con tanto dolor.

Tragué saliva.

-¡Liz! ¿Estás bien?

-¡Sí Drank, ya estoy contigo!

Ahora podía sentir los pasos y el golpe de las muletas contra el piso cada vez más cerca.

Lo miré desesperada.

-Tranquila. Puedo desaparecer en el aire, ¿no recuerdas?

-¿Y qué esperas? –mis lágrimas corrían por mis mejillas.

Me miró por última vez. Podría haber jurado que la pena se había adueñado de su mirada gris.

-No voy a molestarte más. No te preocupes.

Desapareció rápidamente y el espacio que dejó frente a mí… pareció ser más profundo que el que podía contemplar mis ojos.

 

Drank.

Desperté entre sábanas perfumadas a limón. Abrí los ojos y lo primero que busqué fue a Liz a mi lado, pero no estaba. Afiné el oído para escuchar el sonido de la ducha. Aparentemente no se hallaba en el pequeño baño de la habitación, aunque la caída de lluvia torrencial provocaba que cualquier ruido dentro de la casa pudiera confundirse con el exterior.

Cerré los ojos y llevé el dorso de mi mano derecha a la nariz. Mezclado con mi jabón de manzana podía sentirse la fragancia delicada que usaba mi amada en la piel. Nunca podía averiguar que perfume usaba, quizás las marcas que conocía no eran demasiado caras. Sólo podía distinguir que se trataría de un cítrico, como las sábanas.

Respiré profundo y exhalé… ¿Había pasado en realidad? ¿Liz y yo habíamos hecho el amor después de tanto tiempo? Me sentía feliz, pleno, dichoso. Mi amiga tenía dedos mágicos, por donde los deslizaba, mi piel se estremecía despertando mis instintos de hombre. Durante los primeros instantes tuve miedo de no funcionar adecuadamente y que mi virilidad me abandonara en el mejor momento. Sin embargo eso no ocurrió… Gracias Dios por no olvidarte de mí.

¿Dónde estaba mi Liz? ¿Preparando algo de comer? La verdad que estaba sintiendo hambre.

Sonreí.

El desgaste siempre daba hambre, y aunque no había sido mi mejor desempeño no había estado tan mal a pesar que no habíamos practicado sexo oral. Virtud inigualable en Liz. De todas formas estaba esperanzado que se comprometiera más en la intimidad, quizás debía tener paciencia, porque por momentos la sentí muy lejos de Drobak y de mí.

La voz de Liz llegó lejana pero clara. Por la puerta entreabierta podía distinguirse que se encontraba en planta baja… Sin embargo… ¿Con quién hablaba? ¿O estaba cantando una canción? No… Parecía hablar fuerte… ¿Discutir?

Me senté en la cama y busqué con los ojos las bermudas de jeans. Estaban sobre el suelo junto a la cama, lado izquierdo. ¡Genial! A ver cómo me las arreglaba. Si me sentaba en la cama con los pies colgando me sería imposible agacharme con la escayola en la pierna…

Me deslicé acostándome en la cama y giré mi cuerpo cerca del borde. Estiré la mano un poco… Mierda… ¿Por qué las había dejado en el piso? ¡Qué idiota fui! Bueno, como si hubiera estado con los cinco sentidos para pensar en esas menudencias teniendo a Liz acariciándome. Obvio que mi ropa me importaba un comino donde cayera.

Volví a escuchar a Liz gritar enfadada…

¿Qué mierda ocurría? ¿Mi padre habría llegado para llevarme a casa?  ¿Liz estaría gritando que no fuera tan sobreprotector?

No… Ni mi padre era tan desubicado aunque últimamente estaba muy encima de mí, ni Liz lo trataría así… ¿Quién carajo estaba con Liz?

Me apoyé en el antebrazo con más firmeza y estiré mi brazo lo más que pude hasta que mis dedos rozaron la tela. Un esfuerzo más… Sólo un poco más…

Cuando al fin pellizqué la tela y di el tirón me sentí triunfante y dichoso. Madre mía con tan poco logro. En este último tiempo cada cosa que podía hacer solo por mis medios era para mí una meta lograda.

Sentado en la cama con las dos piernas estirada coloqué la bermuda en los pies y la fui subiendo rápidamente. Me acosté y terminé de subirla hasta la cintura levantando con esfuerzo la cadera. Subí la cremallera y prendí el botón. Listo…

Me arrastré hasta el borde y pisé descalzo el parqué. Me puse de pie con gran esfuerzo y caminé arrastrando la pierna hasta coger las muletas apoyadas cerca de la mesa de luz. Ahora tocaba lo más difícil bajar la escalera despacio.

-¡Liz! –grité preocupado.

No pude negar que bajar en mis condiciones me produjo un poco de vértigo debido a la inestabilidad de las muletas, pero Liz estaba enojada y discutía con alguien. Quedarme a esperar que ella regresara a la habitación no era una opción que había cruzado mi cabeza.

Al fin cuando llegué a planta baja respiré hondo e intenté avanzar más rápido, pero una de las muletas zafó de mi axila y cayó al piso. ¡La puta madre!

-Liz, ¿estás bien? –pregunté en voz alta.

-¡Sí Drank, ya estoy contigo!

Okay… estaba bien… Entonces, ¿con quién diablos discutía?

Nunca me había sentido tan inquieto y curioso por llegar a un lugar y descubrir que cuernos pasada. Apenas tuve las dos muletas bajo mis brazos me apresuré a llegar a la cocina. ¿Sería un ladrón? No… Liz había dicho que estaba bien…

Por fin la puerta de la cocina quedó al alcance de mi mano y empujé con fuerza tratando de no soltar mis muletas. Digamos que me llevé una gran sorpresa, esperaba encontrar, no sé… pero a alguien que fuera el receptor de esos rezongos de mi querida amiga, sin embargo nadie había en la cocina. Ella estaba de espaldas a la puerta y se abrazaba a sí misma como si estuviera sufriendo o llorando.

Sentí la respiración entrecortada… Sí, estaba llorando.

Dios…

Avancé apresurado dentro de mis posibilidades hasta rodearla y quedar de frente. Ella no se movía. Sus ojos cerrados y sus mejillas húmedas.

-Liz… -susurré.

Abrió los ojos llorosos y su barbilla tembló.

-Cariño… No llores… -miré alrededor antes de dejar caer las muletas al suelo y cobijarla en mis brazos.

-Dios, ¿Liz, qué pasó? ¿Con quién discutías?

Me abrazó fuerte. Creo que más bien se aferró a mí, como si yo fuera una tabla de salvación y ella un náufrago en el océano.

Cuando estalló en un llanto conmovedor, me asusté. La rodee con mis brazos y la apreté contra el pecho.

-Calma mi ángel. No llores de esa forma que moriré de desesperación.

Sus manos fueron deslizándose por mi espalda desnuda y cayeron a ambos lados de su cuerpo. La acomodé entre mis brazos para mirarla a la cara. Recogí un mechón que caía en su mejilla derecha.

-Cariño, ¿qué ocurrió? Escuché que gritabas, protestabas con alguien. Dime que sí porque creeré estar loco.

Sus delicadas y femeninas manos se apoyaron en mi pecho. Me estremecí de pie a cabeza. Levantó la vista y me miró suplicante.

-No entenderías Drank.

-Por favor, prueba. Sabes que no podrías confiar en nadie más que en mí si tienes secretos.

Creo que dudó.

Sus labios se entreabrieron como si luchara porque las palabras no salieran. Después fue como si su mente reaccionara frente a un peligro inminente. ¿Qué diablos ocurría?

Al fin balbuceó.

-Pensarás que estoy loca.

-No, no mi ángel. Dime, juro que te escucharé y no te juzgaré como nunca lo he hecho.

Respiró hondo, se separó mientras tapaba su rostro con las manos y negaba con la cabeza.

-Vamos Liz, ¿Qué tienes? ¿Quién estaba aquí contigo?

-Nadie. Ese es el caso. Pensarás que estoy loca porque hablo sola.

La miré fijo pero ella esquivó mi mirada. Quizás le daría vergüenza confesar que tenía conversaciones con ella misma.

-Mira, mucha gente lo hace y por eso no está loca. Yo mismo me paro frente al espejo y digo, ”¡qué bonito soy!”.

Me gustó verla reír.

-Calla mentiroso.

-¿No crees que hablo con el espejo cuando estoy solo? Pues haces mal.

-No… su mirada pareció oscurecerse a pesar de tener ese magnífico color verdoso claro, y agregó-. Lo que no creo es que seas un hombre arrogante. Tú no.

La observé tratando de entender si tenía otra connotación u otra carga emotiva la frase que había salido de su boca. No lo sabía… Algo extraño había que no era capaz de descifrar en Liz y por primera vez me sentí un idiota frente a ella.

-Escucha, yo… sentí que discutías. ¿Me equivoco?

Me miró como si dudara que decir.

-No, en realidad estaba enojada conmigo misma. Drank… Lo de mi madre escapándose con mi tío fue muy fuerte. Estar en esta casa viviendo es muy fuerte, ¿entiendes? No logro estar en paz conmigo misma, y esas discusiones en vos alta reprochando parte de mi conducta es una forma de liberarme.

-¿Y has sacado alguna conclusión?

-¿Sobre qué?

-Bueno, sobre lo que acabas de decir. Sobre tu madre y su huida con el padre de Bianca.

-Ah… Pues no.

Le tomé las manos y la acerqué más a mi cuerpo. Ella bajó la mirada.

-Liz, mírame, por favor.

-Drank, por favor –susurró sin mirarme.

-Okay…

-Levantó la vista y me sonrió.

-Tengo hambre.

Sonreí.

-Yo también. Pero me gustaría darme un baño.

Si tu piel huele a manzana.

-Estoy acostumbrado a bañarme después del sexo.

-Me parece bien –sonrió-. ¿Y qué haremos con tu escayola?

Guiñé un ojo.

-Tengo práctica en eso, cariño. Claro que si quieres ayudarme no me resistiré.

Okay, vamos por ello –sonrió.

No sabría porque no me comí el cuento de sus sonrisas, tampoco la historia que discutía con ella misma para desahogarse del pasado aunque algunas personas lo harían. Algo no andaba bien en Liz. No por el hecho en sí de hablar sola, sino porque su mirada llena de tristeza ocultaba algo que estaba seguro no había podido descifrar.

 

……………………………………………………………………………………………..

 

Lenya.

Surgí en mi habitación en el medio de la nada misma. Sí, los muebles estaban en su sitio y la ventana de par en par había permitido que la lluvia mojara parte de la alfombra, pero para mí mi alcoba estaba vacía como mi corazón. Avancé hacia la cama para tirarme sobre ella pero una voz a mis espaldas me detuvo.

-Estaba esperándote, Lenya.

En un rincón, Rodion estaba sentado en el sillón cerca del ropero.

-¿Qué quieres Rodion? No estoy de humor.

-Me imaginé que volverías en un estado calamitoso. No me equivoqué.

-¿Entonces?

-¿No necesitas hablar con un amigo?

-No, un bastardo malvado como yo no necesita a nadie.

Abrió los ojos sorprendido y nos quedamos mirándonos.

-¿De dónde sacaste ese disparate? –susurró.

Juro que iba a explicarle lo que había escupido Liz enojada y decirle a la cara que había dado en la tecla. Pero no pude… Las palabras de “la rubita”, sonaron nuevamente en mi oído, nítidas, punzantes. “Un ser que a causa de que su padre lo abandonó destila veneno por donde sea”. Eso había dicho…

No pude explicarle. Un nudo en mi garganta de rabia y tristeza impidió que dijera cosa alguna. Sólo sentí mis ojos humedecerse y un gemido lastimero desde el fondo de mi alma me acaparó cada molécula.

-Lenya… -murmuró dando tres pasos hacia mí.

Lo detuve con una mano en alto mientras una lágrima corría por mi rostro.

-No, no me compadezcas. Juro que en este momento –sollocé-, no lo soportaría.

-No tengo porque compadecerte –se sentó en el sillón lentamente-. No sé qué pasó en Drobak pero si ella te ha hecho creer eso no te merece.

-Dijo la verdad –balbucee, sintiendo la sal de mis lágrimas que iba tragando poco a poco.

-¡No es cierto! Es una mujer despechada, eso es lo que ocurre. Has jugado a dos puntas se siente herida y las mujeres dicen esas cosas cuando están enojadas.

Me senté en la cama con la cabeza entre mis manos.

-¡Es qué jamás me sacaré el título de bastardo!

-¡Lenya basta!

Levanté la cabeza y lo miré.

-¿Acaso no es verdad? ¿No fui y seré un bastardo? ¡Niégamelo en la cara!

-Lenya… Bastardo es una palabra despectiva que se usaba antiguamente para marcar la diferencia entre un hijo ilegítimo y otro que no lo era. Tú naciste porque tus padres se amaron y que Adrien no estuviera junto a ti, ya sabes el porqué. Fue decisión de tu madre por no querer vivir en las cumbres. Tu padre te adoró, no puedes negarlo.

-Crecí sin él –la barbilla me temblaba y sentía impotencia de parecer un idiota sensible.

-Cierto. Creciste sin él. Pero no por eso te conviertes en bastardo. No quiero escucharte decir esa palabra cuando te refieras a ti. En cuanto a ella…

-No tiene la culpa. Si es cierto que fue cruel por la rabia que sentía, pero eso no cambia la verdad. Si lo dicho no tuviera… -respiré entrecortado por la angustia-. Si lo dicho no tuviera sostén hasta ahora estaría riéndome de su ocurrencia, pero ¿sabes qué no? Me dolió, me dolió mucho.

Se puso de pie de un salto. Su rostro lucía desencajado, furioso diría yo.

-No te preocupes, debo acostumbrarme a que alguno me lo diga y sino que lo piense. ¿Recuerdas a Douglas? Él también me lo ha dicho varias veces.

-No menciones a Douglas que bastante se ha arrepentido el muchacho.

Se paseó de derecha a izquierda de la habitación con un dedo sobre los labios.

-Ya me pondré bien. Seguiré camino como siempre.

Se detuvo y me miró.

-Los seres deberían aprender a cerrar la boca y no hablar demás a menos que lo sientan. Sospecho que estaría furiosa… De todos modos…

-¿De todos modos qué? –pregunté.

-Nada, no me hagas caso.

Volvió a sentarse y me contempló.

-Los que te conocemos verdaderamente como tu hermano, como Charles, como yo… sabemos quién eres. ¿El resto quienes son para juzgarte? Nadie. Me duele que te creas poca cosa para tu padre. Si desde alguna parte él pudiera escucharte lo lastimarías. ¿Quieres eso?

Negué con la cabeza.

-Quizás esté pagando por mi conducta –lo miré a los ojos-. ¿Recuerdas? Yo también te decía cosas que no sentía y te lastimaba. Todo vuelve. El universo se encarga de regresarte cada cosa, ¿no?

-Lenya, no quiero que recuerdes tu pasado. Sé que dijiste cosas feas, pero también siempre supe que no me las decías de corazón. Sabía que en algún momento iba a dejar salir tus sentimientos y mostrarte quien eres realmente.

-¿Y quién soy, Rodion? –una lágrima se deslizó por la mejilla y murió en la comisura de mis labios-. ¿Dime quien soy en realidad?

-Eres un buen vampiro, digno. Un poco loco, sí. Pero quiero que sepas que estoy orgulloso de tenerte como hijo, aunque en mis venas no corra tu linaje. Juro… por la memoria de tu madre, que no te cambiaría por otro en este mundo.

 

Rodion.

Cuando Lenya y Sebastien partieron a la Isla del Oso, hablé con Douglas para conocer la dirección de Liz en Drobak. Sabía que él contaba con ese dato e incluso había parado dos semanas en esa cabaña perdida en el medio del bosque cuando aún era ciego. No podía ir con la pregunta a Bianca porque era obvio que sospecharía. ¿Qué tendría que hacer yo en Drobak si Lenya había llegado hace dos días? Sí… Dos días tuve que aguantar para no salir corriendo a cantarle las cuarenta a esa jovencita. De todas formas dije a Douglas que Lenya se había olvidado de unas cartas de su madre en la casa de Liz y me había pedido el favor ya que él se encontraba en la isla.

Tomé un avión y llegué como si fuera el más sofisticado de los caballeros viajando por negocios. Nada más lejos. Bueno, caballero todavía lo era.

La hermosa rubia no estaba en su cabaña cuando pisé el portal y golpee la puerta. Me senté al borde de una jardinera aspirando el olor a tilo de alrededor.

Una y otra vez la imagen de Lenya sufriendo golpeaba mi cabeza y hacía que mi rabia creciera desmedida. ¡Rubia boca suelta!

Bufé mientras el día gris permanecía silencioso, ni los pájaros se escuchaban.

De pronto, la vi venir. Caminaba cabizbaja por el sendero y parecía traer una canasta de fruta.

Me puse de pie y fue cuando me vio. Se detuvo en seco y noté su rostro asombrarse, después pareció sentir temor. Apresuró el paso hasta llegar hasta mí.

-¿Ocurrió algo con Lenya?

La pregunta me descolocó. No se notaba que viniera de una mujer insensible. Pero lo hecho, hecho estaba.

-Lenya está bien –contesté secamente –, ahora.

Depositó la canasta en el suelo y quitando un llavero de sus jeans avanzó hacia la puerta para abrirla.

-Por favor, pasa. ¿Tomas un té o café?

-No, lo que he venido a decirte, llevará poco tiempo.

Giró y me miró.

Me acerqué para que nuestra conversación fuera lo más íntima posible. Desconocía si ese tal Drank se encontraba en el interior de la casa.

-Tú dirás.

-Mira, Lenya ha regresado muy mal después de lo que le has dicho. Eso de bastardo y no sé qué más.

-Te equivocas, jamás mencioné esa palabra.

-Quizás, pero diste a entender eso. No culpo que te sientas engañada, herida, y todo lo que puedas alegar. Pero no voy a permitir que lo lastimes. No es una amenaza, soy un caballero. Es una advertencia para que sepas con que te encuentras si te acercas a él. Haré lo imposible porque eso no pase. No quiero verlo llorar nunca más por ti. Y no está solo como quizás tú crees.

-No, no, yo…

-Escucha. No me interesa si te arrepentiste después. Te repito, no te acerques más a él si es para hacerlo sufrir. ¿Qué sabes tú de la vida de él? ¿Qué tan bien conoces la ausencia de su padre? ¿Con qué derecho lo nombras? No tienes idea lo que es contemplar a un niño esperar tras una ventana noche y día que su progenitor llegue, lo abrace, y diga que lo quiere. ¡No tienes idea!

-Perdón –murmuró apenada- él se metió en mi casa y…

-Lenya Craig no ha tenido a Adrien a su lado por cuestiones que ignoras y que no te explicaré, pero ha tenido padre. Ese soy yo. El mismo que está de pie frente a ti defendiéndolo con uñas y dientes hasta el último día de mi existencia.

-Yo lo siento… No quise decir esas palabras –tartamudeó mientras sus ojos se llenaban de lágrimas.

-Ya no importa, las dijiste y a él lo lastimó. ¿Quieres dos consejos? Piensa bien antes de hablar, y has tu vida lejos de él.

 

                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                           

 

8 comentarios:

  1. El título de este capítulo lo dice todo... Liz no ha perdonado a Lenya, pero está sufriendo tanto como él
    Creía que Drank lo iba a descubrir todo... creo que no acaba de creer que Liz hable sola ;-)
    Pero, desde luego, no imagina con quién hablaba
    Rodion se ha enojado mucho, y lo entiendo, pero también ha sido muy duro con Liz
    Mala situación la de Lenya, Drank y Liz
    En este caso, ¿no se podría quedar Liz con los dos? ;-)
    Bueno, tú eres la autora de esta estupenda novela... y tú sabrás como resolverlo
    Gracias por permitir que leamos tu obra
    Cuídate mucho, y ponte buena pronto
    Besos

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    1. Mi querida amiga y lectora, no podrá Liz quedarse con los dos. Perooo yo prometo solemnemente que tú estarás conforme más a delante con el cierre de esta historia. No creo equivocarme. Me permito ser audaz y creer que conozco el corazón de mis lectores. Verás, tú tranquila, sólo paciencia y confía en mi pluma que no te hará sentir triste finalmente. Un beso grande y gracias cariño.

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  2. Bueno creo que Liz no tiene la culpa han sido situaciones que han salido de sus manos, ellos tienen que arreglar sus problemas antes de estar juntos y creo que por ahora Liz esta enfocada en Drank, me da tristeza por Lenya porque ha sufrido mucho y merece ser feliz, cada uno ocupa su merecido final feliz, gracias Lou por el capitulo y que sigas mejor!

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    1. ¡Hola Lau! Es cierto que Liz no ha tenido la culpa y Lenya la ha desbordado. Pero supongo que la posición de Rodion es la de un padre que le tocan su cachorro más allá que éste ya sea un hombre hecho y derecho. Es parte de la ley natural también querida amiga. Pero tú ten paciencia que todo se arreglará. Besotes miles y gracias.

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  3. Buenas noches, me alegro que estés recuperada Lourdes. Empezaré por el principio, el primer y el segundo libro no solo me gustaron, si no que me consiguieron enganchar a estos maravillosos libros de una forma que poc@s autores lo han conseguido, me enamoré literalmente de los Craig. El tercer libro MIRADA BORGOÑA, me gusta si cabe aún más que los anteriores y estoy deseando leer cada capitulo como si fuera el último. Espero y deseo que tengamos Craig para rato. es una historia fascinante con unos personajes ricos y llenos de ternura, a cada uno de ellos salvando a alguno en concreto los haces de tu familia porque tu consigues hacerlos humanos. Gracias por estos libros tan buenos y maravillosos, gracias por compartir con nosotros este tercer libro. estoy deseando leer y que nos cuentes el día que estén en papel para salir corriendo a comprarlos y que formen parte de mi colección. besitos y muchas gracias de nuevo Lourdes, sigue mejorando para nosotr@s seguir disfrutando.

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    1. ¡Hola mi querida Anabel! Las gracias las doy yo por tener fans como tú y las chicas. El amor a los Craig es lo único que me impulsa a seguir escribiendo y desde ya que si sale el papel será un honor que los tengas en biblioteca. Gracias por tu horas de lectura y tu ansia por leer cada capi. Un besote amiga mía.

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  4. el conflicto de dos, deben arreglarlo entre los dos, un tercero en discordia por mas que desee arreglar por cariño o amor, fraterno a uno de ellos, solo empeora las cosas,,,saludos

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  5. Hola amiga, aquí estoy poniéndome al día con la historia, pero en primer lugar quiero decirte que espero te encuentres mucho mejor de esa bronquitis, lamento que hayas estado enferma, espero que ahora estés ya recuperada.

    La historia va preciosa, como siempre, me ha encantado que estos últimos capítulos se centraran en tantos personajes, pero sobre todo en las tramas que continúan abiertas y que nos tienen de cabeza. El tema de Scarlet y su pertenencia a los Craig, creo que tal vez hay algo de razón en eso acerca de que es ella quien se cuestiona si es en realidad es una Craig y solo podrá solucionarlo viendo dentro de su corazón y de quienes ama, espero que ocurra antes de que se pueda ver en un riesgo mayor con el tema del vampiro. Y Lenya y Liz, ¿qué te dijo? La suya es una historia muy complicada, tanto que me pregunto si no será mejor que por ahora sigan el consejo de Rodion y se mantengan alejados hasta que al menos Lenya pueda solucionar todo lo que se cuestiona, ese mundo interior tan complicado que tiene. Mil gracias por compartir tu historia, como siempre, ha sido maravilloso leerte de nuevo.

    Mil besos.

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