sábado, 12 de septiembre de 2015

¡Holaaa! Les dejo con mucho cariño el capi 34.
Sólo les adelanto que cuando Gloria entra en escena hay que abrir bien los ojos, atentas las orejitas, y pensar que querrá decir. Aunque en este caso creo que ustedes ya algo pueden darse cuenta. Scarlet no se siente una Craig, y ese detalle importarte puede terminar muy mal. Cuando un grupo sean amigos  o familia se desunen... se allana el camino del enemigo. Un besazo y gracias como siempre.


Capítulo 34

El desconocido.

 Bernardo.

—Cariño, ¿te encuentras bien? –pregunté por enésima vez desde que habíamos salido de nuestra cabaña.

Sabina sonrió y miró fuera de la ventanilla de la furgoneta.

—Sí, amor. Estoy muy bien.

Hacía unos veinte minutos que habíamos partido de la reserva, alrededor de las nueve de la mañana. Queríamos ser unos de los primeros en saludar a Douglas por su cumpleaños número diecinueve. Le llevábamos de regalo una e –book para que pudiera leer y estudiar en algún viaje.

Hacía bastante que no veía a Bianca debido al proyecto de construcciones de nuevas cabañas en la reserva pero nos comunicábamos cada tres días aunque fuera para saber cómo nos encontrábamos nosotros y nuestras respectivas familias. Lo más difícil fue contarle la decisión que habíamos tomado Sabina y yo con respecto al bebé por venir. Sin embargo a pesar de todo, ella lo entendió. Mi Bianca siempre comprendía todo si era para bien.

Un sol despuntaba desde el horizonte y se elevaba paulatinamente en esta mañana del once de junio. El lago bañaba las costas onduladas cercadas por altos abedules ahora verdes y rejuvenecidos después del pasado y cruel invierno. Las lluvias incesantes cuyas precipitaciones extraordinarias habían causado serias inundaciones con consecuencias trágicas y ya conocidas, pero que sirvieron para nutrir las tierras agrietadas y estériles que habían soportado las extremas heladas. ¿Qué estaba ocurriendo con el clima en Kirkenes? Hace un tiempo no parecía ser nada normal. Ni siquiera podíamos atribuirlo al cambio climático como pensamos en un primer momento. Quien observaría el mapamundo de los climas se daría cuenta que la región de Laponia o más precisamente Norte de Noruega y Rusia eran los únicos afectados. Por supuesto que se notaban consecuencias en otros países, pero era un claro resultado de nuestras condiciones atmosféricas.

El bosque se abrió y hacia la izquierda pude ver la costa donde el Mar de Barents hacía su entrada y se ramificaba en los  bellos fiordos. ¡Y pensar que a Bianca no le gustaba en absoluto Kirkenes apenas lo conoció!

Sonreí.

¡Cuánto camino recorrido en poco tiempo! ¡Cuánto habían cambiado nuestras vidas y destinos desde la partida de Oslo!

Miré por el espejo retrovisor hacia el asiento trasero. La carita de Gloria con sus ojos fijos en el libro de lectura parecía muy concentrada.

—¿No te hará daño leer con el coche en movimiento, Gloria?

—No, papá Bernardo.

Volví a sonreír.

Hacía un corto tiempo que Gloria había decidido llamarnos mamá y papá. Quizás por la llegada de su hermanito o hermanita. Me jugaba por “hermanito” basado en el gesto de Gloria cuando Sabina mostró el vestidito rosa que había comprado para el bebé. Su mueca tradujo algo así como “creo que has gastado dinero en vano”. De todas formas no quisimos hostigarla con que nos dijera el sexo si es que lo había soñado. Que naciera sano era nuestro deseo primordial. Además en un mes más la ecografía nos delataría el sexo.

Gloria desprendió el cinturón de seguridad dejando al costado el libro y se acodó en el respaldo del asiento delantero.

—Gloria puedo frenar brusco y volarás por el parabrisas. Siéntate cariño y ponte el cinturón.

—¿Cuánto falta para llegar a casa de Douglas?

—Unos diez minutos –contesté.

—¿Le gustará el regalo, mamá Sabina?

—Sí cariño, ama la tecnología. Vamos cielo, haz caso a tu papá. Abróchate el cinturón.

Gloria se sentó y acató la orden. Cogió el libro y lo abrió para seguir leyendo.

—¿Que lees, Gloria? –pregunté.

—Antes de ayer compramos en Kirkenes ese libro –contestó Sabina—. Son una serie de fábulas y cuentos cortos.

Sonreí y miré a mi mujer de reojo.

—Por un instante tuve miedo que dijeras un título como “Crimen y castigo” de Dostoyevski.

—Ay Bernardo que “Crimen y castigo” no es tan difícil si lo pones de ejemplo entre tantos –corrigió Sabina.

—¿Ah no? Para mí lo fue.

—Cierto que hay muchos diálogos filosóficos… ¡Ay!

—¿Qué tienes? ¿Te sientes mal?

—No… Es que siento angustia y ganas de llorar.

—Ah… Sí… Como el otro día, ¿recuerdas? El doctor te ha dicho que son estados del mismo embarazo.

—Sí…

—Cuéntame cariño, así te desahogas.

—Me veo gorda, Bernardo. Estoy horrible y me deprime. Este vestido verde me hace una vaca.

Rodee mis ojos.

—No hay vacas verdes, amor.

Me miró como si me fulminara.

Bien Bernardo… Acá venía el discurso que sabía de memoria últimamente…

—¡Pero si estás hermosa!

—¡No me mientas, Bernardo!

—¡Qué no te miento! Me gusta tu pancita.

—Mira Bernardo, una cosa es que me escuches y otra que niegues que estoy fea y gorda.

—Las embarazadas tienen una belleza que no se compara con otras mujeres que no lo están.

—¡Ay sí, cómo no!

Miré por el espejo retrovisor y Gloria levantó la vista del libro y arqueó la ceja.

Direccioné hacia el borde del camino y estacioné. Respiré hondo…

—Mira Sabina. Te amo y estoy enamorado de ti. Llevas algo preciado para mí y no has dejado de ser una bella hembra. ¿Está claro? Y si insistes retomaré el camino y volveremos a la reserva, ¿okay?

—¡No me grites!

—Pero sí no estoy gritando.

De pronto, quedé mudo… Una luz violeta se escurrió entre los abedules del bosque.

—¿Qué hace un vampiro escondiéndose en el bosque?

Sabina me miró y giró su cabeza hacia la dirección donde fijaba mi vista.

—¿Qué has visto?

—Un vampiro, estoy seguro.

—No distingo nada

—Creo que ya no está.

—Bueno, vampiros en Kirkenes hay. De hecho los conocemos –dijo secándose algunas lágrimas.

—Eso es lo extraño. Ninguno de los que conocemos se escondería de nosotros.

Gloria desprendió nuevamente el cinturón sin embargo esta vez no se estiró para mirar por la ventanilla. Sus ojos quedaron fijos en un punto indefinido del paisaje y fue escurriéndose de a poco en el asiento.

—¿Qué ocurre, Gloria? –pregunté con temor.

—Nada. Quiero llegar rápido a la mansión. ¡Vamos Bernardo, por favor!

—Sí… Vamos…

Di arranque a la furgoneta y retomé la ruta.

—¿Por qué tienes miedo, Gloria? ¿Quién es ese vampiro?

—No sé… Sólo sé que es muy poderoso.

Sabina giró la cabeza sorprendida para mirarla.

—¿Poderoso como los Craig?

Gloria se mantuvo en silencio unos segundos. Finalmente murmuró.

—Eso lo sabremos después.

—¿Después de qué? –interrogó Sabina preocupada.

Pero Gloria sólo se encogió de hombros y volvió a murmurar.

—No lo sé.

……………………………………………………………………………………………

Douglas salió a recibirnos con una alegría contagiosa. Bajó la escalera de una forma que temí por su vida. Abrazó a su madre y a mí para después alzar a Gloria y llenarla de besos.

Sabina le entregó el regalo en nombre de los tres y al parecer conocía al dedillo a su hijo, como toda madre, porque al chico le entusiasmó el regalo. Charles sonreía mientras mi amiga y Sebastien bajaban de su alcoba. Ron y Anthony se acercaron a la sala después de abrir los portones y habernos recibido en los jardines. Las chicas, tanto Rose como Sara, festejaron nuestra visita. Margaret trajo inmediatamente unas galletas de chocolate pero se excusó de no haberlas horneado, las había comprado en el mercado antes de ayer ya que a Douglas le gustaban.

Lenya salió del estudio y después de saludar cortésmente se dirigió a Sebastien comentándole algo sobre un balance de cuentas.

Todos nos sentamos en los sofás mientras Sabina y Douglas se abrazaban una vez más. Recordando las noticias que me había contado Bianca hace días, felicité a Anthony por su compromiso con una de las hijas de los Gólubev. En la sala todo era armonía. Parecía increíble siendo lobos y vampiros, pero lo habíamos logrado.

Bianca se acercó a Sabina y puso la mano derecha en su vientre.

—¿Ya se mueve?

—No –rio Sabina—, aún no lo siento pero el doctor dijo que estaba todo bien.

—¿Sabes qué es? ¿Niño o niña? –preguntó Ron.

—No lo sabemos. Quizás el mes que viene.

—¿No le has preguntado a la bruja? –bromeó Douglas haciendo una seña hacia Gloria.

—¡Douglas! ¡No llames así a tu hermana! –sonrió Sabina.

Gloria sentada en el sofá se acurrucó junto a mí con un tilde vergonzoso.

—Pero si es un profeta en potencia –rio Douglas—. Es más deseo de todo corazón que no me mire fijo y largue esas frases que me dan miedo.

Gloria sonrió.

—Tonto.

—Sebastien, cariño, ¿por qué no llamas a tu hermana? Bernardo y Sabina tienen algo importante que decirle –Bianca me guiñó un ojo.

—Ehm… Mejor que vaya Charles.

—Estoy con las bebidas, Sebastien –dijo Charles desde el bar, levantando un vaso de whisky.

—Yo iré –dijo Lenya.

Se puso de pie pero no dio tiempo a cumplirlo. La princesa de los Craig caminaba por el pasillo superior hacia la escalera.

Descendió despacio como para darse el tiempo de recorrer todos los rostros de la sala. Arrugó levemente la nariz por nuestra presencia pero no acotó ninguna frase, salvo los gentiles y tristes “buenos días” Gentiles porque así sonaban, tristes porque había un cierto gesto de sufrimiento en su rostro. ¿Qué ocurriría con la princesa de los Craig?

Yo era muy observador y no pasó por alto la cara de preocupación de Charles al verla. Lenya le sonrió, Sebastien miró hacia el ventanal y suspiro como agotado, y Bianca borró su sonrisa de felicidad. Algo les preocupaba…

Me puse de pie y lo mismo que Sabina mientras Scarlet avanzaba hacia el centro de la sala.

—¿Querida, quieres tomar algo? –preguntó Charles.

Ella negó con la cabeza y se mantuvo callada. Gloria la miró fijo.

Era el momento de hacerle la gran pregunta…

Carraspee y me decidí a ser el primero.

—Scarlet, queremos proponerte algo sin que te veas en compromiso.

Ella levantó la mirada y clavó ese iris violeta maravilloso en mi rostro.

—Tú dirás, lobo –murmuró.

Gloria rodeó los sofás por atrás haciendo un circulo hasta quedar muy próxima a ella. Scarlet la miró. Gloria le sonrió.

—Nosotros lo hemos pensado muy bien –interrumpió Sabina—, y nos parece que sería lo ideal, claro si tú aceptas.

Scarlet volvió a fijar la vista en nosotros y arqueó la ceja.

—¿De qué hablan?

—Bueno… —continué—. Te parecerá extraño viniendo de nosotros hacia ti, porque no nos conocemos mucho.

—Salvo por lo que ocurrió la pasada Navidad –interrumpió Sabina.

—Sí, eso… —murmuré.

La princesa de los Craig hizo unos pasos y tomó asiento en uno de los sofás.

—Por favor, tengan el bien de explicarme de que trata todo esto –dijo cruzando las piernas con femineidad.

Mi amiga había hecho un buen trabajo al pulirla, Scarlet parecía una dama de la alta sociedad a pesar que daba por seguro que le molestábamos y querría que nos fuéramos de su mansión.

Sabina me tomó la mano y sonriendo lo largó.

—Nos gustaría que fueras madrina de nuestro bebé.

Los ojos violetas cambiaron a un tono más profundo y abrió la boca confundida.

Me adelanté antes que diera una respuesta apresurada.

—No es necesario que tengas responsabilidades. Sólo si sientes que puedes quererlo y protegerlo dentro de tus posibilidades. No nos interesan los regalos, sólo que lo quieras. Claro eso no se fuerza. Quizás pienses…

Scarlet interrumpió entrecortada.

—Es… un cachorro… de lobo.

Bianca se puso de pie y se sentó a su lado.

—Scarlet, es algo maravilloso que alguien quiera que apadrines a un hijo. Te están entregando toda la confianza en ti. Por supuesto si necesitas evaluarlo ellos te darán un tiempo, ¿no es así? –miró a Sabina.

—OH, siii. Además no debe sentirse en compromiso. Podemos buscar a otra madrina –dijo mi mujer.

Scarlet bajó la vista y murmuró.

—Soy un vampiro.

Bianca insistió.

—Sí, yo también, y mi mejor amigo es un lobo –me miró sonriendo.

Sabina repitió algo incómoda.

—De verdad que no debes sentirte en compromiso. Podemos buscar otra madrina.

—¿Por qué me eligieron? ¿Por agradecimiento?

Podríamos haber dicho cualquier excusa pero le contesté con la verdad.

—Sí, es por eso. Aunque además… Estaríamos orgullosos de que una Craig fuera madrina de nuestro niño.

Volvió a mirarme a la cara.

—¿Agradecimiento? Me gustan los seres que dicen la verdad. Es un buen principio.

—¿Entonces? –preguntó Bianca.

—Acepto.

Sabina y yo sonreímos.

—No les prometo que vaya a su reserva a visitarlo. Si ustedes lo traen hasta aquí para que tengamos contacto por mí estará bien.

—No veo inconveniente –contesté.

—Sabía que ibas a decir que sí, Scarlet Craig –dijo Gloria sorprendiéndonos como siempre.

Ella la miró.

—¿Eres adivina?

—Siii, es la brujita de la familia –bromeó Douglas.

—¡Ya! ¡Douglas! –protestó Sabina.

—Pero mamá, si el tiempo de la inquisición terminó. Es más porque no pones un stand en el hotel “La manada” y conseguimos que la gente pague por sus dichos –rio.

—¡Basta! –rio Bianca.

—¡Es una broma, es una broma! –se defendió Douglas, abrazando a su madre que lo miraba frunciendo el ceño. Después se dirigió a Gloria— ¿Estás contenta que Scarlet sea madrina de tu hermanito?

Gloria asintió sonriendo.

—Sí. Estoy contenta. Scarlet Craig es muy buena, no como el vampiro malo.

Sebastien la miró sorprendido para después mirarme preocupado.

—¿De qué habla, Gloria?

Suspiré y tomé asiento aceptando el vaso de coñac que ofrecía Charles.

—Me pareció ver un vampiro correr por el bosque. Calculo que trataba de esconderse. Eso me hace pensar que no era nadie de ustedes.

—¡Por supuesto que no! –dijo Charles sirviendo a Sebastien y a Lenya whisky.

—Debe ser el mismo que está asesinando en Kirkenes— agregó Ron.

—¿Cómo que un vampiro desconocido está asesinando por nuestro territorio? –preguntó Sabina preocupada.

—No sabemos quién es –alegó Anthony preocupado—, pero lo hallaremos tarde o temprano.

—Si me disculpan, me retiro. Debo estudiar unas técnicas de interrogatorio criminal que nos dieron en la Jefatura. Además, de esa forma los dejo con Sebastien ya que el tema le interesa más que mi madrinazgo.

Scarlet se despidió y subió la escalera rápidamente. Sebastien recorrió todos los rostros de la sala y murmuró.

—Por favor, discúlpenla.

Lenya miró hacia el ventanal, atento.

—Ah… Pensé que eran extraños caminando por los muros.

—¿Quiénes son? –preguntó Sebastien.

Lenya avanzó hasta la puerta de entrada y abrió al mismo tiempo que nos tranquilizaba.

—Aquí los que faltaban a la reunión, Numa y Rodion. ¿Qué tal la caza?

Ambos entraron y saludaron en general. Salvo Numa que tomó carrera para subir a espaldas de Douglas.

—¡Feliiizzz cumpleeee!

—¡Ay! ¡Eres una bestia! ¡Quítate! –rio Douglas— Pero si ya me has saludado, incluso antes que papá y que Bianca.

—Yo también lo saludé muy temprano y le regalé una agenda.

—Cierto Charles y me encantó.

—Yo te he comprado un regalo, ¿adivina qué? –dijo Numa—. Diez cajas de condones para que la uses sin problema, jajaja.

—¡Numa! –protestó Sebastien–. Hay damas en la sala.

—Lo siento, papá.

—¡Tonto! —rio Douglas golpeándole el hombro.

—Bueno, en realidad te compré un casco nuevo para la moto. Lo tengo arriba, iré a buscarlo.

—Escucho un motor –dijo Charles poniéndose de pie y dejando el vaso de coñac sobre la mesa baja.

Todos nos miramos expectantes. Era obvio que el “vampiro errante” no iba a llegar en coche a la mansión, pero lo cierto es que estábamos todos susceptibles.

—Estaremos atentos, Sabina. No te preocupes –dijo Sebastien.

Ron y Anthony desaparecieron por la puerta de entrada mientras Charles aguardaba observando por la pantalla de los controles.

—Querido, ¿dónde está Gloria? –preguntó Sabina.

—No se preocupe, la vi subir las escaleras. Debe estar recorriendo la mansión –contestó Rose sonriente.

—Los niños son inquietos –aseguró Rodion abrazando a Sara con ternura—. ¡Ah Douglas! ¿Te ha quedado bien la chaqueta de cuero?

—¡Genial! Gracias a los dos. Me la estrenaré hoy junto con el suéter y jeans que me regalaron nuestros amigos guardaespaldas.

Bianca se cruzó de brazos.

—¿Y del pasaje a París no has dicho nada?

Sebastien tomó un trago del vaso y sonrió.

—Siiii, ¡gracias Bianca, gracias papá! Lo usaré este fin de semana. Y gracias Margaret y Rose por la maleta.

—¡De nada! –sonrieron ambas.

¿Quién es Charles? –preguntó Douglas al ver que éste sonreía plácidamente.

—Nuestra querida amiga Marin ha bajado de un taxi. Ha venido a saludarte, Douglas. ¡Qué detalle tan bonito! ¿No crees?

Douglas se sorprendió.

—¿Marin? ¡Qué milagro!

—¡Marin! –exclamé— ¿No vive más aquí?

Bianca se puso de pie.

—No Bernardo. Decidió mudarse al hotel “La manada”. ¿No te has enterado? Desde que Liz se fue ella no se sintió cómoda viviendo de arriba, aunque no estuvimos de acuerdo. Mis primas nunca molestaron.

—Pobres chicas. Cuánto sufrieron. Primero su madre, después su hermana Signy –dije apesadumbrado.

—Bernardo, te he contado que Marin alquilaba una habitación en nuestro hotel –protestó mi mujer—, ¿es que no me escuchas cuando te cuento las cosas?

—Siii, siii –rodee mis ojos—, lo habré olvidado, mi amor.

—¡Adelante querida! ¡Bienvenida!

Marin entró a la sala y saludó con un beso a Charles. Nos miró y sonrió.

—¡Gracias Charles! ¡Hola chicos!

—¡Por fin te dejas ver! ¡Qué honor que pises la mansión después de tanto tiempo sin visitarnos!

La frase de Douglas hizo eco en cada rincón de la sala y le valió una mirada asesina de su padre. Sí… Diría que los jóvenes son impulsivos y sanguíneos pero se notó demasiada agresión en sus palabras. Douglas no era mal educado… ¿Tanto le había dolido que Marin no pisara más la mansión? Mmmm….


Scarlet.

Me senté en el suelo de mi habitación alfombrada abriendo la puerta de mi ancho y vasto ropero. Necesitaba ordenar los pares de zapatos aunque sea por temporada o color. Daba igual, tenía demasiados. Tristemente comprendí que ser compradora compulsiva e ir y venir en las tiendas de compras no quitaba la angustia que apretaba mi corazón. Me dolía estar alejada de Sebastien. Yo lo quería mucho. Pero acaso no era malgastar mi cariño o al menos intentarlo si de él no veía interés.

Cogí las sandalias blancas con largas tiras de cuero que usaba cruzándolas tres vueltas por mis tobillos. Comenzaría el verano este mes… Podrían ser útiles. Aunque prácticamente vivía de uniforme azul y botas de combate. En fin…

Lo que no me había comprado eran prendas de lencería fina como usaba Bianca para mostrarle a Sebastien. Bueno… ¿Para qué quería yo ropa íntima si no tenía con quien pavonearme?

Respiré profundo y quité con rabia dos pares de botas negras de distinto diseño.

Unos golpecitos en la puerta de mi habitación me pusieron de mal humor. ¿Quién tenía ganas de interrumpir mi soledad?

—¡Ahora no puedo! ¡Estoy estudiando!

Silencio…

Tres golpecitos nuevamente.

—¡Ey! ¡Estoy estudiando!

—Es que no hay aroma a papel –dijo una vocecita de niña.

Agrandé los ojos y arquee la ceja…

Me mantuve sentada en el suelo pero giré mi cabeza hacia la puerta cerrada.

—¿Perdón? –dije asombrada.

Ella reiteró.

—Es que no hay aroma a papel, eso digo… Pensé que no estabas leyendo o escribiendo.

Sonreí.

Astuta lobita de un metro y poco.

—A ver… ¿Y qué aroma sientes?

—Mmm… Al bolso de mamá Sabina. Ese que se compró nuevo.

Sonreí.

—Pasa… Abre la puerta.

Apenas siguió mi consejo vi a Gloria con sus rizos pelirrojos y mejillas acaloradas de pie junto a la puerta entreabierta.

—Hola.

—Hola –me respondió con un dedo en la boca.

—No tengas miedo. Adelante.

—No tengo miedo de ti –murmuró cerrando la puerta y dando unos pasos para sentarse en el suelo junto a mí.

—¿Ah no?

—No, ¡uuy cuántos pares de zapatos, Scarlet Craig!

—Síii. –reí.

—¡Qué bonitos!

—Sí, lo son. Oye… No sentí tu aroma a lobo acercarse. Pensé que era Lenya o Charles buscándome.

—Scarlet, ¡soy pequeña! No soy loba hasta que cumpla muchos años.

—Aaaah, con razón. Entonces podemos ser amigas.

Quité más botas y zapatos de la botinera y los distribuí por el piso alrededor nuestro.

—¿Cuando sea grande me prestarás estos rojos?

Observé con detenimiento los zapatos que sostenía entre sus brazos Gloria.

Bueno esos son los que más me gustan.

—¿Por qué?

—Son muy finos y hacen las piernas elegantes y estilizadas. Deben tener algo de especial porque te han gustado a ti también.

—Sí, son lindos… Pero, ¿me los prestarás cuando sea grande?

—Mmm… Si prometes cuidarlos, sí.

Gloria se ofreció a ayudarme y agrupar el calzado según la temporada. De pronto cogió unas pantuflas rosas con bordes en rojo. Bordado en la parte de arriba, el escudo con la cabeza del león.

—¿Y estos? ¿Son de invierno o son de verano?

—Bueno, esos son pantuflas para levantarte de la cama y no ensuciar los pies. Podrían adecuarse a cualquier temporada.

—¿Y dónde las quieres?

Apártalas allí –señalé a mi costado izquierdo—, después veremos.

—Okay.

Cuando en un momento sus ojos se elevaron hasta los estantes superiores abrió la boca asombrada.

—¡Cuánta ropa, Scarlet Craig!

—Siii, me encanta comprar y variar de atuendo.

—Claro, como eres una vampiresa vivirás mucho muuuuchoo.

—¿Cuánto viven los lobos? –pregunté.

—Mmmm… Lo normal. Como los humanos. Aunque a veces hay de los nuestros que han vivido como cien años. Eso es mucho, ¿no?

—Sí, diría que sí –contesté.

Gloria apartó la vista de los estantes para coger nuevamente mis pantuflas. Dio vuelta una de ellas en sus manos y preguntó.

—¿Qué quieres decir la cabeza de león?

—Es el símbolo de los Craig.

Resopló.

—¡Eso ya lo sé, Scarlet! Pero, ¿por qué el león?

—Ah bueno… Creo que Adrien lo eligió por ser el rey de los animales, por su fortaleza y virtudes.

—¿Crees? ¿No estás segura?

—Tendría que preguntar a Charles, exactamente.

Acarició siguiendo las líneas del bordado en rojo.

—Pero si es el símbolo de tu familia deberías saberlo mejor que nadie.

—Debería, lo que ocurre que muchos de los Craig no me toman como tal. Fui adoptada por Adrien. Él no fue mi padre verdadero.

Gloria hizo a un lado las pantuflas y las depositó a un costado. Juntó las pequeñas manos en el regazo y jugó con los pulgares pensativa. Me dediqué a agrupar tres pares de zapatillas blancas casi sin usar.

—¿Quién te ha regalado las pantuflas?

Quedé muda… Recordé cuántos años habían pasado después de esa noche de invierno en las cumbres. Me había encaprichado que necesitaba algo abrigado para mis pies y ni siquiera andaba entre humanos. Alegué que aun siendo vampiresa me molestaba pisar las rocas heladas y deseaba a toda costa tener ese calzado extraño que le había visto a Sebastien en la mansión. Aunque después poco y nada lo usaría. Eso dijo mi madre…. “¡Siempre tan caprichosa! ¿Para qué quieres algo que tendrás de adorno?” Sin embargo, a mí me gustaba tenerlos. Me llamaba la atención. Llámenlo capricho o no. Mi madre no le dio importancia, pero evidentemente Sebastien se enteró y no tardó en traerme el par de pantuflas con el símbolo de los Craig, igual que las que él tenía pero en rosa…

—Entonceeees… continuó Gloria—. Sebastien si cree que eres una Craig, sino no te hubiera regalado pantuflas con la cabeza de león, ¿no es cierto?

La observé si saber que decir.

—Creo el problema no son los demás –murmuró Gloria, llamando mi atención.

Clavé mi vista en las botas chocolate colocándolas con cuidado en la caja, eran muy costosas, ella me miró con sus ojos caramelos.

—¿A qué te refieres? –pregunté.

—Me refiero que no puedes convencer a los demás si tú no estás convencida. ¿Perteneces a ésta familia, Scarlet Craig?

—No lo sé –murmuré.

Respiré hondo. Deseaba cambiar de tema.

—Oye, ¿qué tal si nos maquillamos?

—¿Y jugamos a ser grandes? –preguntó.

Su cara iluminada por la ilusión me demostró que a pesar de tener un coeficiente altísimo como murmuraban por allí seguía teniendo una niña en el corazón.

Nos pusimos de pie y nos acercamos al espejo.

—Siéntate en la silla tú que eres más pequeña. Así llegarás a verte en el espejo.

—Bueno.

—¿Sabes? Se me acaba de ocurrir una idea. Cuando visite a Anne llevaré para maquillarnos. Le gustará jugar a pintarse.

—¿Quién es Anne?

—Es una amiga. Es hermana de Grigorii.

—¿Y quién es Grigorii?

—Es un humano. Mi compañero de trabajo.

—Ah… ¿Puedo pintarme los labios con este color?

Cogió el lápiz labial color mora.

—Mmm… No sé. Creo que te quedaría mejor el rosa. Porque eres pelirroja.

—Ah… ¿Dónde tienes el rosa?

—Déjame ver…

Abrí el pequeño bolsito y lo di vuelta boca abajo. Los cosméticos rodaron por la superficie del tocador.

—¡Uuy! –exclamó Gloria.

—Pienso que no encontraremos rosa, no suelo usar ese color. ¿Te va bien un rojo carmín?

—A ver…

Cogió de mis dedos el lápiz labial que le ofrecía.

—Me gusta.

Después de desenroscar la tapa lo giró para que la punta sobresaliera más. Se estiró todo lo que podía y juntó los labios frunciéndolos pasando de punta a punta de las comisuras.

Reí.

—Nooo, quedarás como un payaso. Te enseñaré. Dame el lápiz labial y mírame.

Giró la cabeza para quedar frente a mis ojos.

—Espera. Hay que quitar la pintura vieja.

Con una toallita húmeda de la cajita de kleenex le pasé suavemente por su pequeña boca varias veces hasta que quité todo rastro.

—Ahora sí Gloria, abre un poco la boca y quédate quieta.

En diez segundos concluí la tarea perfecta.

—¡Mírate!

Por unos instantes se estudió minuciosamente frente al espejo…

—¿Sabes que pienso, Scarlet?

—Pues no.

—Que me quedarían geniales los zapatos rojos con el color de labios.

Reí.

—¿A sí? Entonces póntelos. ¡Pero con cuidado! Puedes torcerte el pie y romper el taco. Son muy costosos.

—Siii Scarlet, ya me lo has dicho.

De un salto se bajó de la silla y corrió a coger los famosos zapatos rojos de tacón alto.

Elegí el lápiz labial coral para mi boca y luego de pasar rápidamente por los labios giré la cabeza para mostrarle.

—¿Te gusta este?

Sin embargo Gloria no me miró. Observaba la ventana con la vista fija en algo. Su rostro empalideció. Parecía tener miedo.

—Oyee, ¿qué ocurre?

—Él está cerca de la mansión –dijo con cierto pánico— ahora se ha ido.

—¿Él? ¿De quién hablas Gloria?

—No lo sé… No lo conozco. Pero él regresará por ti.



8 comentarios:

  1. Esa niña Gloria es tan tierna y dice unas cosas que te dejan pensado que porque lo dice o que va a pasar, que bueno leer mas sobre Bernardo ya me hacia falta en la historia, y ese vampiro me dejo pensando de quien es, Lou gracias por el capitulo me gusto!!

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    1. ¡Hola Lau! Lamentablemente ese vampiro que no es otro que Agravar está tras Scarlet. Veremos si la convence cuando esté frente a frente de sus mentiras. Oajá que el amor de todos los Craig venza después de todo. Y en cuanto a Bernado ya sabremos más de él. Un besazo reina, y gracias!!

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  2. Me encanta Gloria, es un ser muy especial, ademas de intuitivo. Ahora lo que me tiene intrigada es quién diablos es el vampiro que acecha a la familia Craig. ¿Hay alguna posibilidad de que sea el verdadero padre de Scarlet? ¿O tal vez algún hermano? Me gustó mucho el capítulo!! Abrazooos

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  3. ¡Hola Lyd! Querida amiga, esperemos que este vampiro no triunfe. Es muy poderoso, Casi como Adrien. Agravar se ha presentado hace bastante, creo que en el libro dos antes de la inundación. Es el padre de Scarlet, estás en lo cierto. Veremos que pasa tesoro. Y Gloria también me encanta!
    Un besote enorme y gracias!!

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  4. Me encanta que Gloria llame papá y mamá a Bernardo y a Sabina
    ¡Pobre Sabina! Cree que está fea y gorda... Bernardo va a tener que tratarla con mucho cariño y demostrarle que para él es la más hermosa
    Todos han recibido con mucha alegría a Bernardo, a Sabina, y a Gloria
    Y hasta Marin ha llegado ;-)
    Te aseguro que me ha dado miedo el vampiro que han visto por el camino... y las últimas palabras de Gloria son demoledoras
    Ha dicho que vendrá a por Scarlet... ¡Qué horror!
    Lou, te acabo de alcanzar y estoy muy contenta de estar al día con tu novela
    Es una novela que despierta mi admiración
    Una bella historia muy bien llevada por ti
    Besos

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  5. ¡Hola Mela! Qué alegría leer tus comentarios cielo! Sinceramente me han levantado el ánimo ya que vengo de estar enferma y necesitaba esa inyección. Debes tener miedo de ese desconocido, sí. Es muy peligroso y poderoso. Con el único deseo de destruir a los Craig. Veremos que ocurre.
    Bernardo está feliz y en horabuena, ya pronto se sabrá del bebé.
    Te dejo un beso grande y el agradecimiento de estar siempre acompañándome en mi locura e imaginación.

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  6. Gloria es encantadora al igual que Scarlet,,,sólo no me gustó la forma en que analiza el futuro, la princesa no debe ser raptada, tu que opinas?,,,saludos

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    1. ¡Hola Lobo! La princesa de los Craig está alejándose de su grupo sin quererlo. Eso querido lobo juega en contra. Tu sabes que ese detalle lo puede aprovechar el enemigo. Yo no creo que sea raptada... pero puede tener encuentros desagradables con ese vampiro que la conoce muy bien. Un abrazo enorme y muchas gracias por comentar.

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