domingo, 9 de agosto de 2015

Como prometí, tres capis juntos. Aquí el segundo capi subido hoy, el capi 25. Disfrútenlo de todo corazón. El secreto de Natasha y su don los sorprenderá, tanto como a Lenya Craig.


Capítulo 25

El padre de Milenka.

Svetlana.

Cuando llevé la niña a dormir a la cuna Anouk fue tras de mí. Entró a la habitación y comenzó hacerme preguntas incómodas. Suspiré y después de arropar a Milenka me acerqué a ella.

-¿Por qué quieres saber que le he regalado a Anthony?

-Svetlana, desapareciste rumbo al garaje y te seguí. ¿Quieres saber lo que vi?

La miré fijo y fruncí el ceño.

-No hace falta, creo que como hermana menor estás tomándote muchas atribuciones. Haré lo que quiera con mi vida y regalaré a quien quiera lo que me plazca.

-¿No entiendes que lo hago por tu bien? Hermana, por favor piensa, somos los Gólubev, no puedes estar revolcándote con un guardaespaldas y además recién acabas de parir a mi sobrina cuya identidad del padre ignoramos. ¿Qué ocurre contigo?

Me mantuve en silencio.

-Svetlana, yo te quiero. Quisiera verte con un macho importante y que obtengas una familia como la de papá y mamá.

-Anouk, no me interesa tener un matrimonio como el de nuestros padres. Mi familia son ustedes y la niña. ¿Te has puesto a pensar si yo quiero un macho importante como tú deseas para mí?

-Alguien tiene que apoyarte en la crianza de la niña, Svetlana no seas cabeza dura.

-La cabeza dura eres tú. ¡Entiéndelo! Amo al padre de mi niña y nada ni nadie lo reemplazará.

-¡Claro! ¡Por eso te revuelcas con ese guardaespaldas!

La miré fijo apretando los labios…

Me observó esperando que dijera algo, aunque fuera un insulto por tratarme de una cualquiera.

-Por eso… Por eso hago el amor con Anthony.

Anouk estudió mi rostro mientras las palabras dichas iban acomodándose en su cerebro.

-¿Qué dices?

Bajé la vista y volví a enfrentarla.

-Ese guardaespaldas que tú nombras con tanta liviandad, es el padre de Milenka.

Su rostro quedó congelado. Abrió la boca pero no salieron las palabras. Caminó lentamente y se sentó en mi cama.

-Anouk.

-Diablos –murmuró-. Nunca lo hubiera creído de ti. Porque… Porque si dijeras que fue sexo sin importancia te entendería. El guardaespaldas es muy atractivo. Sin embargo, dejarte hacer un hijo por un empleado de los Craig. ¡Qué vergüenza, Svetlana!

Enfurecí. No tenía derecho a tratar a Anthony así. Me saqué de los cabales. Olvidé donde estaba parada.

-¡Cállate! ¡Tú qué sabes quién es Anthony! No te permitiré que hables del padre de mi hija. ¿Tú? Tú que tienes el apellido ilustre de los Gólubev, ¿y que mierda haces para darle prestigio? ¡Nada! ¡No haces NA-DA! Te dedicas a gastar dinero de nuestras arcas con la excusa que no sabes tu vocación. Y así vas, año tras año sin hacer nada útil. En cambio él, él sí ha trabajado toda su vida protegiendo a Sebastien Craig. Siempre erguido y con la cabeza en alto porque no tiene nada de qué avergonzarse. Todo lo ha ganado con su trabajo y sacrificio. Anthony es digno padre para Milenka.

Un ruido provino del pasillo y la puerta entreabierta apenas se movió con una brisa.

Tragué saliva… ¿Alguien habría escuchado la conversación?

La mano derecha de Anouk se posó en su pecho y me miró asustada. Caminé sigilosa hacia la puerta apenas entreabierta. La abrí lentamente y me asomé…

Mierda…

Ron caminaba hacia la escalera apresurado.

-¡Ron! –lo llamé.

Se detuvo y quedó inmóvil dándome la espalda. Avancé hacia él angustiada. Necesitaba saber cuánto había escuchado de la conversación con mi hermana.

-Ron.

Llegué hasta él y giró para enfrentarme. Sus ojos oscuros echaban chispas.

Quedé muy quieta recorriendo ese rostro que me acusaba sin hablar una palabra.

-Ron, puedo explicarte.

-¿Qué explicaras? ¿Qué ocultaste a mi amigo que tiene una hija contigo? Nunca pensé que fueras tan dañina, Svetlana. Hubiera jurado que eras una hembra digna.

-¡Por favor! –supliqué-. Escúchame, no es tan así como piensas.

-¿Ah no? Déjame adivinar, esperabas el momento propicio para decírselo, quizás cuando estuvieras convencida que ningún macho prestigioso quisiera tomar el lugar.

-¡No! –lloré.

Anouk salió de la habitación y se reunió con nosotros.

-Señor Ron, por favor. No le permito que haga llorar a mi hermana.

Ron la miró y enfureció más.

-Mira nena, tú a mí no vas a darme órdenes por más Gólubev que te llames. Respondo solamente a la familia Craig. Ahorma mismo le diré a mi amigo que clase de seres son ustedes. Porque se han reído bastante de él, ¿verdad?

Su mirada se cubrió de rabia y dolor.

-¡Anthony no se merecía esto, Svetlana!

-Señor Ron, baje el tono, se lo suplico.

-¡Cállate! –gritó a mi hermana.

Después desapareció por el pasillo.

Corrí a mi habitación desesperada. Debía huir con la niña. ¡Por los infiernos! Quería morir.

Anouk trataba de consolarme.

-¡Es tú culpa, Anouk! ¡Tú y tus preguntas de metiche! –lloré.

Natasha entró a la habitación preocupada.

-¿Qué ocurrió?

Anouk se abrazó a ella.

-Ay Natasha Ron escuchó… Ay no sé cómo lo tomarás pero… Milenka… Milenka es hija del guardaespaldas.

Natasha se apartó de Anouk y me increpó.

-¡Qué te he dicho, Svetlana! ¿No era mejor la verdad? ¡No me has hecho caso y mira!

Anouk se sentó en la cama.

-Ah… Tú lo sabías… Svetlana no confiaste en mí.

-¡Calla Anouk! –gritó Natasha-. Lo único que se te ocurre es pensar en esa estupidez. Hay un problema grave, ¿o no lo ves?

Anouk estalló en llanto.

-¿Por qué todo el mundo me grita? Nadie me quiere –sollozó.

-¡Porque eres insoportable!

Lenya entró a la habitación.

-Disculpen. Los gritos se escuchan desde planta baja.

Cerré los ojos y bajé la cabeza.

-Lo siento –murmuré.

La niña se despertó sobresaltada y comenzó a llorar. El miedo recorría mis venas pensando que diría Anthony cuando su mejor amigo hablaría de Milenka pero sobre todo mí. Estaba equivocado.  Yo amaba a ese guardaespaldas y estaba orgullosa de él.

La puerta se abrió de un movimiento brusco y mi corazón se detuvo al ver al padre de mi hija de pie, mirándome con rabia.

-¿Por qué me has hecho esto Svetlana?

Lenya nos miró a los dos.

Anthony abrió la palma de su mano y dejó ver la cajita. Sus ojos brillaron por la emoción.

-¿Esto era lo único que decidiste darme de mi hija, Svetlana?

-¿Perdón? –dijo Lenya.

Levanté en brazos a Milenka que lloraba sin cesar.

Anouk se puso de pie y tomó a su sobrina.

-No te preocupes, nos iremos llorando las dos por los rincones de la mansión.

Enjugué mis lágrimas… Miré a Anthony…

-Quise que tuvieras algo de ella.

-¿Algo de ella? ¡Algo de ella! No, nooo, la quiero a ella, Svetlana. ¡Es mi hija!

-No te la niego, Anthony. Entiende que no quise forzarte a algo que pesaría toda la vida. No se consigues las cosas así.

Se acercó con la mirada llena de angustia. Lenya se interpuso entre los dos. Quizás creyó que Anthony sacado de sí por tanto dolor se atreviera a darme una bofetada. Sin embargo yo sabía que nunca el macho de mi vida iba a hacer algo así. Aunque a veces las palabras son más dolorosas que un golpe.

-Me observaste sin que se te moviera un pelo como tomaba a mi hija en brazos y la acunaba, ignorando que a quién calmaba era nada menos que mi propia sangre –una lágrima comenzó a resbalar por la mejilla-. ¡Claro! Hubiera sido horrible que Milenka llevara mi apellido. ¿Quién soy yo? Un pobre guardaespaldas…

-Eres un Craig –aseguró Lenya con el ceño fruncido-, y quiero ver quien dirá lo contrario.

-Svetlana… Era mi niña la que miraba desde lejos sin poder acercarme durante todos estos días que llegaste a la mansión. Mi hija, Svetlana… Mi hija y yo sin saberlo. ¡Fuiste  muy cruel!

-Por favor. Sentémonos a hablar –supliqué.

Me miró con rabia.

-No quiero sentarme a hablar contigo. Sólo te diré algo. Si has optado por no darle mi apellido por no ser destacado, te entiendo. Tampoco quiero que mi hija se sienta avergonzada siendo una Gólubev, pero no significa que me la quitarás. La veré todas las veces que quiera. Quiero a esa beba y no renunciaré a contemplarla crecer. Te guste o no te guste. Si debo enfrentarme a los Gólubev no tengo miedo. Recuerda… Seré poca cosa para ustedes, sin embargo soy el guardaespaldas de los Craig, estoy preparado para enfrentarme a lo que sea.

-Anthony… -murmuré.

Observé que Charles y Scarlet observaban desde la puerta. Ni siquiera me había percatado cuando llegaron a presenciar el drama. Miré a mi hermana Natasha como clavaba sus ojos en Anthony. Por favor… Que fueran buenas noticias…

Anthony dio el ultimátum antes de retirarse.

-Espero que no te atrevas a huir con mi hija, Svetlana. Juro que te seguiré y te encontraré hasta en la misma estepa rusa. Quiero hablar con tus padres. Trata de comunicarte con ellos. Seguramente también se han reído de mí.

-¡No! Ellos… Ellos no lo saben.

Se acercó lentamente mientras mi hermana seguía alerta.

-Lamento que hayas tenido que callar por la vergüenza. Pero lo hubieras pensado al revolcarte conmigo sin tomar precauciones. Te creí… Dijiste que tomabas anticonceptivos. Eres una máquina de mentir, Svetlana.

-¡Pensé que era una forma de llegar a ti! –grité-. ¡Te amé desde que era una adolescente! ¡Reconozco, sí! La verdad es que deseaba quedar embarazada. Estaba desesperada por llamarte la atención. Todo terminó mal, tú nunca te enamoraste de mí –lloré.

-Por supuesto que terminó mal. Las mentiras y las trampas nunca terminan bien. Aunque no me arrepiento de tener una hija… Me arrepentiré toda la vida de que tenga esa madre.

La frase me atravesó como una lanza en el corazón. Quedé muda, contemplando como él giraba y partía de la habitación. Rompí en llanto desconsoladamente.

Lenya trató de poner paños fríos.

-Cálmate Svetlana.

Viéndome en ese estado, mi hermana no lo pensó. Se olvidó de su gran secreto frente a su prometido…

-Svetlana, no llores, lucha por él. Te ama. A mí no puede mentirme. Conozco lo que siente por ti. Está perdidamente enamorado y sólo lo ha llevado el dolor cuando te habló así.

Lenya la miró y arqueó la ceja.

Diablos…

La miró a la cara y Natasha cayó, había cometido un error.

-¿Cómo sabes con tanta seguridad lo que siente Anthony?

Mi hermana lo miró. Bajó la cabeza. Pocas veces vi a Natasha sintiendo temor.

Levantó la vista y lo miró. Ella no andaba con vueltas.

-Tengo un don… Leo el pensamiento de los vampiros.

El rostro del hijo menor de Adrien se contrajo.

-¿Qué dices? ¿Sabes lo que pensamos los vampiros? ¡Habla Natasha!

-Sí… Los de Anthony, los de Sebastien, los de mi familia… los tuyos.

Lenya no habló pero su gesto dijo suficiente. Estaba furioso por el ocultamiento del maravilloso don. Por supuesto, cayó en la cuenta que mi hermana siempre había sabido todas las veces que él había pensado en la humana.

Se retiró de la habitación sin mediar palabra y nos quedamos solas. Solas y angustiadas.

Respiró profundo y cuando iba a consolarla me detuvo con un ademán.

-No, deja. El tema de tu hija es más importante. Te repito. Está enamorado de ti. Te ama, Svetlana. Sólo está dolido. Cree que lo ocultaste porque piensas que es indigno para ser el padre de Milenka. Habla con él.

-¡No quiere escucharme!

-Lo hará, no te preocupes. En cuanto nuestros padres y Sebastien Craig se enteren, esto no terminará así. Tranquila.

-Me abrazó fuerte y besó mi coronilla.

-Tranquila hermana. Todo se arreglará.



Anthony.

Corrí escaleras abajo mientras Ron me llamaba. No quería hablar con nadie, ni siquiera con mi mejor amigo. Bianca quiso detenerme pero la esquivé, abrí la puerta, y avancé por el jardín hasta perderme entre los cipreses. Sentí un ahogo muy profundo, pero no era falta de aire por la carrera alocada, sino el dolor que pujaba por salir. No quería llorar, era un macho adulto. No debía llorar. Pero que mierda hacía con esta presión que aplastaba mi pecho y apretaba la garganta.

Svetlana… ¿Por qué? Pensando en la remota posibilidad que quizás aceptaría para reemplazar a ese macho que engendró a su hija, ¡y era yo! ¡Yo era el padre de esa niña tan bella!

Me detuve frente a un alto pino y apoyé la mano derecha. Llevé la otra mano al corazón. ¡Qué dolor en el pecho! ¡Qué rabia ser rechazado por mi condición de empleado y por mi insignificante apellido!

-Anthony…

La voz de Charles a mi espalda me sorprendió. Había escuchado corridas detrás de mí pero ni siquiera me había molestado en ver quiénes eran.

-Anthony, eres fuerte –murmuró.

-¡Anthony! ¡Anthony!

¿Quién más me había seguido hasta aquí preocupándose por mí?

Sentí que me rodeaban dos brazos delicados y apoyaban la cabeza en la mitad de mi espalda.

-¡Anthony, no llores! No quiero verte así.

Scarlet…

Demonios…

Escuchar las palabras de consuelo nada menos de la hembra que había sentido tanto rechazo, terminó por ablandarme del todo. Lloré apoyando la frente en el tronco del árbol.

-Anthony, los Craig te protegeremos, eres de los nuestros. Ningún Gólubev te hará sentir menos.

Los brazos de Scarlet me sujetaron fuerte.

Mi mano que tenía sobre mi pecho descendió hasta encontrar las suyas, y las apreté…

-Tranquilo –dijo Charles poniendo una mano en mi hombro.

-Haz que no llore, Charles. Me parte el alma.

-Déjalo Scarlet, las lágrimas curan el dolor.

-¡Es mi hija, Charles! –grité, no soportando la presión.

-Lo sé. Sé que te duele que te lo haya ocultado pero debes escucharla. No sabes sus razones. Dale una oportunidad.

-¡No, Charles! Está todo claro, le avergonzaba que fuera el padre de Milenka. No me equivoco. ¿No lo ves, Charles? –lloré.

-Lo que yo veo es a Scarlet dolida por lo que te han hecho. Eso veo. ¿Y dices que no puedes equivocarte?

La frase me volvió tiempo a atrás… Sintiendo ese resentimiento por la princesa de los Craig. Convencido de su superficialidad y la falta de sentimientos…

Estallé en llanto…

¡Cuántos errores había hecho en mi vida! Creer que podía acostarme con una Gólubev pensando que no era sólo sexo para ella. Juzgar… Juzgar creyéndome un Dios…

-No llores Anthony, por favor. Mira, haré un café muy dulce para que te levante el ánimo –dijo Scarlet separándose de mí.

-Ve querida –dijo Charles-, yo me quedaré con él.

Giré el rostro para verla caminar hacia la mansión apresurada. A unos metros, mi amigo Ron aguardaba el momento propicio para acercarse a consolarme.

-¡Scarlet! –la llamé.

Ella giró para mirarme y aguardó silenciosa.

Mis lágrimas corrían por las mejillas. Nunca había sentido tanta vergüenza y dolor. Sin embargo ser un guardaespaldas poderoso y fuerte no significa sólo batallar y proteger las espaldas de los Craig. También significaba tener el valor para admitir mis errores ante cualquiera.

-Scarlet… ¡Perdóname!

Ella me miró y retorció sus manos, nerviosa. No sabría qué decir. Quizás la habían sorprendido mis disculpas al ignorar cuanto la había aborrecido con sus aires de grandeza.

Miré a Ron… Después de todo él no estaba tan errado al enamorarse de Scarlet Craig. Yo sí. Yo sí me había equivocado al posar los ojos primero en aquella Huilliche, después en una Gólubev.

-Algún día hablaremos, Anthony. Ahora no… No es el momento –susurró, al darse cuenta a qué me refería.

Dicho esto se apresuró a llegar al portal de la mansión.

No sé cuánto tiempo estuve bajo ese frondoso árbol. Charles a mi lado, en silencio. Sólo acompañando mi dolor, la impotencia. Ron se acercó pero no quiso importunarme con frases de consuelo. Lo importante que yo sabía que estaban allí. Junto a mí.

De pronto, escuché el llanto desgarrador de mi hija… Me erguí de frente a la mansión y pude ver a Anouk avanzar con la pequeña en brazos.

Me adelanté preocupado.

-¿Por qué llora? ¿Su madre?

Anouk llegó hasta mí con el rostro desencajado.

-Svetlana se ha desmayado y mi sobrina llora sin parar. ¿Quieres tenerla? Quizás se calme… Como la otra vez.

Rápidamente cogí a la beba en brazos y la posicioné en forma vertical con la cabecita apoyada en uno de mis hombros. Mis manos la rodearon sosteniéndola.

-¿Qué tiene Svetlana? –pregunté mientras ensayaba un vaivén con los pies para acunarla.

-Dice Bianca que le ha bajado la presión. Están reanimándola. Quiero estar con ella pero si la beba llora la pondrá nerviosa –dijo muy compungida.

-Ve –murmuré.

-Iré contigo, Anouk –dijo Charles. Después ordenó-. Anthony, Ron, entren a la sala no pueden estar a la intemperie con la niña. Vamos, que aquí afuera nada solucionarán.

……………………………………………………………………………………………...

Sentado en el sofá frente a la chimenea con mi hija en brazos, mis ojos se desviaban hacía planta alta cada cinco minutos por si había noticia de Svetlana. Me preocupaba que estuviera mal de salud. La niña la necesitaba. Testigo de ello fue la desesperación con que chupaba sus deditos por el hambre. Por suerte, Bianca ordenó hervir leche y mezclarla con agua mineral para que no resultara pesada. Anouk buscó el biberón con el que Milenka bebía agua y le di leche de cabra rebajada para calmar su apetito. Svetlana no estaba en condiciones de darle de mamar.

La presioné suavemente contra mi abdomen con ternura mientras chupaba la tetina sin dejar de mirarme a los ojos. Sonreí… Olía a lilas silvestres.

-Hola muñeca… ¿Tienes hambre?

Douglas y Numa sentados frente a mí no perdían detalle del cuadro.

-Cuando tenga un hijo quisiera que fuera hermosa como tu hija, Anthony –dijo Douglas.

-Gracias, es bella, sí.

Lenya salió del estudio.

-Hablé con Sebastien. Llegará mañana. Podría materializarse ya mismo pero teme levantar sospechas.

-¿Le has dicho todo lo ocurrido? –preguntó Numa.

-Por supuesto, la situación lo amerita.

Lenya tomó asiento junto a mí.

-¿Y qué tal la tragona?

Reí.

-Pues parece que le gusta la leche de cabra. Creo que intenta dormirse.

-¿Se han cerciorado de que no le hará mal? –preguntó preocupado.

-Bianca dijo que era lo indicado –contesté.

-Aaaah Bianca, siiii… Tranquilo mi cuñada tiene experiencia en bebés –bromeó sarcástico.

Douglas y Numa rieron.

-Tío, creo que no había mucha alternativa.

Retiré la tetina lentamente de esa boquita roja del color de la sangre. Sus párpados cerrados me indicaron que se había dormido.

-¿Y la madre?

-No se siente bien –murmuré.

-Par de arpías –susurró dolido.

-¿Par? –pregunté.

-Sí, las dos. La madre de tu hija y mi ex chica. Parece que Natasha lee los pensamientos de los vampiros. De todos. Me incluyo, obviamente.

-Eso te pasa por andar con dos hembras a la vez –protestó Numa.

-Mira enano de jardín, no me provoques. Natasha y yo hemos tenido una relación muy liberal.

-¿Y Liz? ¿Estuvo de acuerdo?

-Numa, ¿podrías no ponerme de mal humor?

-Pensé que ya lo estabas.

En ese instante Natasha, Anouk, y Svetlana, avanzaban junto a Bianca por el pasillo de planta alta. El corazón me saltó de un brinco. Me puse de pie aunque me temblaban las piernas. ¿Se llevarían a mi bebé a Rusia? ¿Y tan pronto? ¡Qué esperaba! Que Svetlana dijera, “renuncio a los Gólubev, me quedo contigo, eres el amor de mi vida”.

Bianca se acercó primero y las tres hermanas quedaron al pie de la escalera. No quise mirar a la cara a Svetlana. No deseaba verla llorosa y preocupada. A pesar de todo verla sufrir me retorcía el alma. Era una pena que un guardaespaldas con cualquier apellido había resultado ser el padre de su niña. Debió pagar caro ese capricho de acostarse conmigo.

-Anthony. Los Gólubev regresarán a Moscú… Con la niña.

Bianca me miró con tristeza pero sonaba firme en la orden.

Apreté mi hija contra mi pecho y la contemplé dormida.

-No quiero dejar de verla, Bianca. Por favor.

-Eso no ocurrirá. Te lo prometo. Esperaremos a Sebastien. Ahora… Ellas deben regresar a su hogar. Ni Mijaíl ni Sasha están enterados de lo ocurrido. Lo correcto es que regresen y hablen toda la verdad como corresponde.

-Bianca… -mis ojos se llenaron de lágrimas-. No permitas que desaparezcan y me quede sin mi niña.

Bianca no alcanzó a prometerme nada. Svetlana avanzó hacia mí y me enfrentó.

-¿Eres capaz de pensar que te haré tanto daño? ¡Yo! ¡Qué te he amado desde adolescente! Mi único pecado fue enamorarme de ti y usar todas las armas que tenía. No soy una guerrera como tantas vampiresas. Tampoco sé llevar adelante una familia. Sólo sé pintar bellos cuadros y meterme en los sistemas de los ordenadores. ¡Sí! Soy poca cosa para ti. Tú que eres nada menos que el guardián de los Craig –se echó a llorar y Natasha la abrazó-. ¿Cómo puedes pensar que te quitaré a tu hija? Lo que más deseaba en este mundo era formar una familia contigo y que te enamoraras de mí.

-¡No te creo!

-Vamos cariño. Toma la niña y partamos cuanto antes –murmuró Natasha.

-Las llevaré al aeropuerto –dijo Ron, que hasta el momento había estado observando desde un rincón sin intervenir.

Miré a mi hija dormida entre mis brazos. Era un trocito de mí. Yo que nunca había tenido algo tan valioso entre las manos. Le di un beso en la frente y aspiré el aroma a bebé para que quedara en mi memoria mientras no pudiera verla. Creía en Bianca. No permitiría que Svetlana despareciera. Y en Svetlana… Hubiera querido creer.

La entregué a los brazos de la madre sin apartar la mirada de mi beba. Supe que Svetlana me miraba fijo buscando mis ojos. No quise mirarla a la cara. Quizás por el miedo de rendirme  y confesar cuanto la amaba. Quizás por el temor de creerle que el motivo de su silencio era pensar que era poca cosa para mí, y no al revés.

Entonces se fue… Partieron con mi niña a Moscú. Cerca, pero a la vez tan lejos...


3 comentarios:

  1. Ay, qué pena me ha dado, ha sido un capítulo muy emotivo, pobre Anthony y pobre Svetlana también, que ha hecho algunas cosas mal, pero no parece mala para nada. El poder de Natasha es impresionante, sin duda, aunque entiendo que a Lenya no le haga ninguna gracia el descubrimiento. Espero que la trama de Anthony se arregle pronto, no imagino su pena. Gracias por tu historia, amiga, por compartirla con nosotros.

    Besos.

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  2. Bueno para Anthony esta fue una noticia que no se esperaba, ojala que las cosas entre ellos se solucionen si hablan, me parece que eso lo arreglaría mucho, ellos se aman y tienen una niña en común asi que espero que todo salga bien, y jamas me espere eso don de Natasha!!!, gracias Lou eres un sol

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  3. Hola Lou::: Un capítulo muy precioso
    Es una pena que Anthony no haya creído a Svetlana... es posible que sea porque durante demasiado tiempo se ha sentido inferior a ella... y su amor le parecía como un sueño imposible
    Creo que al fin se dará cuenta de que Svetlana lo quiere tanto como él a ella
    Y, bueno, es una suerte que Natasha lea pensamientos... siempre le podrá decir a Svetlana lo que piensa Anthony... y ya le ha dicho que la ama ;-)
    Entiendo que Lenya ya no esté tan contento con el don de Natasha ;-)
    Me ha encantado, Lou... es una suerte poder leerte
    Besos

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