Por la paciencia a la demora subiré dos capis seguidos. Espero les guste y los disfruten. Capi 7 y 8.
En este capítulo se divertirán con Scarlet, para variar, y lo más importante conocerán nada menos que al rival de Lenya. Pero aunque crean que será como David y Goliat, no se entusiasmen. Mi imaginación sería fácil si consigo que ustedes odien al "enemigo" y estén de lado de Lenya en todo momento... Como pasa con Natasha y Liz. No, queridos lectores. Será difícil y los haré pensar. Esa es la idea o el objetivo que querré llegar. Por supuesto el amor verdadero siempre triunfa.
Nota: Lo siento, a veces el guión largo no se transcribe. Problemas al publicar en blogger.
Para ustedes. Un beso enorme y gracias.
Capítulo 7
El día a día.
Scarlet.
Eran las once p.m. de un día lunes cuando caminé por el pasillo apenas transitado de la
Seccional. Me habían adjudicado la tarea más idiota de todas las que esperaba.
Sentarme en un escritorio de "Mesa de Entradas" y tomar las aburridas denuncias
de las personas. Yo no era para desempeñar ese cargo. Estaba para mucho más que
eso. Mi estado físico permitiría perseguir a los malhechores en milésimas de
segundos, era muy inteligente para descubrir los futuros planes a seguir de
malvivientes, olía la droga y el alcohol a una distancia admirable, y además mi
puntería era extraordinaria. Nadie lograba ni lograría igualarme.
Eso fue lo que dijo el
pobre oficial instructor cuando me vio disparar al blanco de práctica, esa
silueta graciosa de un humano que servía para demostrar que tenías puntería
para ser policía. Recuerdo cuando llegué el sábado hasta el salón de tiro. El
oficial Aegileif, respiró hondo cuando supo que uno de los nuevos ingresantes
vendría a practicar. Es decir, yo. Pobre… Habrá pensado, “está novata tardará
mucho en fijar el objetivo y dar con el tiro”.
Me acerqué uniformada, falda y chaqueta azul, gorra, e insignia. ¡Qué bella lucía! Bueno no… No lucía,
era bella. Yo, Scarlet Craig era bella. Con el arma reglamentaria encajada en
mis caderas caminé hacia el instructor con la seguridad como bandera de
presentación. Me detuve apenas levantó la vista. Al parecer era muy silenciosa
para el oído humano. Siempre sabían de mi presencia después de llegar y
encontrarme prácticamente junto a ellos. Uno de mis compañeros, Brokk, que
ingresó con mi camada, me apodaba “la sombra”. Porque decía que parecía no
tener cuerpo al moverme. Sigilosa y fantasmal.
Me gustaba el
sustantivo… No, adjetivo. Sí “fantasmal” era adjetivo. Por lo menos se acercaba
bastante a lo que era mi verdadero ser.
Ese sábado Aegileif me
ordenó que preparara mi arma, una Glock 9 mm, y me ayudó con unos casquetes
para los oídos. Se apartó de mí dándome unas indicaciones absurdas de como
posicionarme antes de disparar. Con razón muchas veces no daban en el blanco.
Si debías separar las piernas para que el tiro no repercutiera e hiciera daño
en la columna, si debías tomar el arma con las dos manos para que el impacto no
provocara que te sacudieras, y además afirmar bien la puntería… ¡Por los
demonios! Sería casi imposible que dieran en el objetivo. De cualquier forma
seguí los consejos recordando el pedido desesperado de mi hermano Sebastien.
“Scarlet, te lo pido con todo el corazón, actúa como un humano y bla bla bla…”
Cuando le dije al
instructor que estaba lista me miró con compasión. ¿Tendría cara de niña tonta
o atolondrada? Pobre de él. Los comentarios en la comisaria entre pasillos
abundaban sobre la necesidad de tomar personal a como diera lugar debido a las
nevadas mortales que había padecido Kirkenes. La mayoría de los oficiales que
habían hecho una carrera de años y tenía una seria y ferviente vocación veían a
“los nuevos” como peor es nada, o un ”que se le va hacer”.
Sonreí mientras me
preparaba en esa pose ridícula y apunté a la silueta de chapa.
El instructor se
apresuró a decir, “cuidado, el arma es liviana pero el impacto te tirará”.
Mierda, ¿por qué no se callaba la boca de una vez?
Antes que siguiera
dándome inútiles consejos para no dañar mi cuerpo bello y perfecto apunté y en
menos de tres segundos disparé. Recordé las clases de Anthony y de Ron. Este
instructor nada tenía que hacer al lado de ellos. Habría instruido a muchos
humanos pero no a vampiros.
Cuando el redondo
agujero pequeño de la bala se dibujó en la silueta, Aegileif me tranquilizó. “Bueno oficial Craig, no se
preocupe, no ha sido el tiro tan malo.”
¿Perdón? ¿Qué estaba
diciendo este cristiano? ¿No fue tan malo? Pero si había dado en el blanco.
Protesté con educación,
recordaba que estaba frente a un superior y en la Fuerza, así que ligeramente
incómoda y con ganas de desgarrarle el cuello con los colmillos, pestañee y sonreí.
-Lo siento. No entendí
que he hecho mal.
Él tomó mi arma
delicadamente entre mis manos y me hice a un lado para que demostrara la
payasada más grande que había visto en mi vida. Se abrió de piernas e hizo un
gesto de apuntar como si tuviera a un oso gigantesco frente a él.
“Así, oficial Craig”.
Acto seguido me explicó
que no era tan deficiente ya que mi tiro había dado dentro de la silueta pero
que debía dar lo más cerca posible del corazón.
-¡Ah! ¿No es en el
centro de la cabeza? ¿No sería más letal?
Recuerdo que me miró
para después observar el agujero hecho por mí. Quedó observando pasmado la
silueta humana mientras preguntaba, “¿cuál ha sido su objetivo al disparar,
oficial Scarlet? A lo que respondí muy ligera de cuerpo.
-El cerebro, profesor.
Volvió a mirarme unos
segundos y me entregó el arma. Después movió una palanca pequeña de su lado derecho
y la silueta cambió por otra nueva.
“Apunte al corazón,
Oficial. Ejecute tres disparos sin interrupción”.
Antes de que terminara
de decir la palabra “interrupción” yo había disparado los tres tiros. Bajé
el arma y contemplé mi obra maestra.
Él salió inmediatamente
de la casilla de prueba y quitó sus casquetes.
Vi que se acercaba a la
figura humana de chapa y con los dedos palpaba el único agujero que había
quedado de los tres impactos. Por supuesto, justo donde estaría ubicado el
corazón.
Se retiró unos pasos
hacia atrás y lo contempló nuevamente. Miró alrededor de la silueta como
buscando más hoyos fuera de la silueta. Por fin después de diez minutos se dio
cuenta el infeliz que los dos tiros siguientes al primero habían impactado en
el mismo lugar.
Nada dijo… Ni, “¡qué
estupenda eres, nena!” Ni, “¡eres la mejor y no he visto nada igual!”
¡Qué desgraciado!
En
fin, no importaba. Conocía que el léxico que acostumbraban a manejar entre
oficiales sobre todo diferente rango, no era de camaradería y de confianza. Así
que me quedé en silencio disfrutando el rostro decepcionado de sí mismo y su
baja autoestima que gritaba “¡holaaa! ¡Te ha ganado una mujer!”
Bueno, aquí estaba
caminando por el pasillo rumbo a la "Mesa de Entradas" a tomar las malditas
denuncias. ¡Hubiera dicho al instructor! “Oyee, ¿no
querrías sentarte en la sillita, atender las quejas, denuncias varias, y las
llamaditas por teléfono? Así hago tu trabajo.” No… No podía. Sobre todo por la
voz de Sebastien que carcomía mi cerebro… “Scarlet, por lo que más quieras en
este mundo y en el otro, compórtate como humana”.
-¡Oficial Craig!
Giré a mi espalda para
ver quien me llamaba.
-Comisario Hansen…
Me erguí derecha e hice
el saludo correspondiente tocando mi gorra. ¡Qué gracioso!
Se acercó con una
sonrisa en los labios y actitud bonachona.
-No es necesario el
saludo, oficial Craig. Si no le importa necesitaría hablar con usted en mi
oficina.
-¿Solos? –pregunté.
En la mente hicieron
eco las palabras del “cuidabosque” de mi hermano Lenya.
“Trabajarás con mayoría
de hombres, Scarlet. Ten cuidado. Que nadie se sobrepase contigo. Si ocurre me
lo dices y le romperé los huesos”.
El comisario abrió los
ojos y arqueó una ceja.
-Si… Oficial… Soy el
comisario… Tengo serias reglas que seguir… Ehm…
Lo noté confundido.
¿Habría sido muy sincera con mi pregunta?
-Está bien, comisario.
Me refería si es una charla con la camada de mi turno o es a mí que debe
llamarme la atención.
Me miró serio
asimilando mi explicación.
-OH, no, no, es a usted
sola pero… No tengo que llamarle la atención. En realidad debo proponerle algo.
Por favor, pasemos a la oficina.
Lo seguí obedientemente
hasta que cerró la puerta e invitó a sentarme.
Apenas lo hice, él
recorrió la oficina con los brazos a la espalda y pensativo.
Lo seguí con la mirada…
Se detuvo y volvió a
mirarme. Finalmente tomó asiento en su silla del escritorio frente a mí.
-Oficial Craig…
-Sí, dígame.
Salté de un movimiento y me puse de pie erguida
como en un desfile.
Me miró…
-Tome asiento, oficial
Craig… Por favor… Y no se levante más hasta que le diga.
-Ah sí…
-El instructor me ha
enviado un informe sobre su desempeño en la práctica de tiro. Mmm… Le haré una pregunta…
Lo miré pero no emití
palabra. Otro de los consejos de Sebastien, “por favor Scarlet, ante la duda
cierra la boca”.
-Usted… ¿Ha sido
policía alguna vez? Me refiero… Ha tenido que usar armas, disparar, etc.
-No, comisario.
-Bueno, en realidad
quiero felicitarla. Su puntería dejó boquiabierta al profesor Aegileif. Confío
que usted debió ser extraordinaria. No suele venirme con esta clase de… Como
diría… Consejos si se quiere decir así.
-Disculpe. No llego a
entender el motivo de la conversación con usted. ¿Es para felicitarme y algo
más?
-Sí… Él me aconsejó
salvando la distancia de mi superioridad, que la quitara del cargo de la mesa
de recepción de denuncias.
¡Mierdaaa, amé a ese
hombre! Y pensar que casi lo muerdo.
-Ah… -murmuré.
-Creo que puedo darle
una oportunidad a pesar de ser muy nueva en la Policía. Me gustaría saber si
estaría de acuerdo en hacer rondas con la patrulla.
Lo miré fijo. Pienso
que hasta lagrimee. ¿Estaba proponiéndome ir a la calle donde estaba la
acción? ¡Siiiiii siiiiii!
En mi cerebro la voz de
Sebastien…
“Scarlet, eres muy
bulliciosa y eso una chica educada y bien formada no lo es. Procura ser
discreta en tus emociones”.
-Verá comisario
–carraspee. El corazón me salía por la garganta-. Será un honor servir a la
sociedad en todo lo que pueda.
-Bien... Su turno será a
lo largo del día, no por la noche.
¡Aaaay cómo me jodió!
Ya decía yo que todo no podía salirme bien.
-Preferiría la noche si
no tiene inconveniente –dije, cruzando las piernas.
-Mmm… No, oficial Craig,
es usted muy joven. Demasiado que le otorgo el cargo de patrullar.
Quedé muda… Y sí… ¿Qué
alegaba? “señor comisario, soy vampiresa, si me manda de día deberé embadurnarme de pies a cabeza con la crema odiosa de coco.
-Es muy joven oficial.
-Tengo diecinueve y soy
muy responsable.
-¿Diecinueve? –arqueó
una ceja-. Oficial Craig, sus datos de identidad dicen que
usted tiene veintitrés años.
Lo miré aturdida.
¿Quién podría acordarse
la edad que me había puesto “el ruso” en el pasaporte? Ah nooo, éste era
Sebastien que habría dicho esa edad. ¡Qué insolente!
Sonreí.
-Disculpe, soy mujer
después de todo. Me gusta quitarme la edad.
-Pero… Oficial, de
veintitrés a diecinueve es una tontería.
Reí nerviosa… Cuando
llegara a casa estrangularía a mi hermano mayor.
En ese instante unos
golpes a la puerta nos interrumpieron.
-Adelante.
El macho perfecto de
Grigorii hizo su entrada triunfal.
-Buenas noches,
comisario.
-Adelante, Grigorii.
Mi galán se acercó
quitando la gorra. Se quedó junto a mí, de pie, mirando al comisario.
¡Eeeey estoy aquiiiiii!
-Pretov, tiene vista al oficial Scarlet Craig, ¿verdad?
Me miró como si recién
se diera cuenta que estaba allí.
-OH sí. Un gusto verla
oficial.
Aaaaah bueno… ¿Un gusto
verla? ¡Un gusto verla! ¡Qué cretino! Si todavía recordaba el beso que me había
dado en la puerta de la mansión.
Me puse de pie erguida
y giré para enfrentarlo.
-Oficial Grigorii…
-murmuré.
Él pareció ponerse
incómodo.
-Oficial Pretov –señaló
el comisario.
Miré al comisario.
-¿Perdón? -pregunté.
-Decía que el oficial
se apellida Pretov. Grigorii es su nombre de pila.
-¿De qué?
-De pila, oficial
Craig.
-Ah bueno, siiii, ya sé…
-Veo que sí, que lo
sabe. Me gustaría saber que tanto se conocen ustedes dos. Al parecer tienen
cierta camaradería. ¿Se conocen de algún lado?
-Nooo, comisario –dijo
el cabrón.
-Siiii –aseguré,
incluso con la cabeza.
Lo miré fijo durante
diez segundos. Después me dirigí al comisario.
-El oficial Grigorii
Pretov ha estado en casa repetidas veces.
El comisario arqueó una
ceja.
-Desconocía que tenían
una amistad.
-No, bueno no
–tartamudeó el cobarde.
El comisario se puso de
pie.
-Pretov no me interesa
si usted tiene amistad con los Craig. Pero sabe las reglas, ¿verdad?
-Las conozco,
comisario.
-Yo también, comisario
–afirmé-. Las he estudiado cuando rendí el curso… Dice algo así como…
-Se trata de la
prohibición de tener relaciones amorosas entre colegas salvo que se formalice
–agregó él.
-Bien –dijo el
comisario-, no quiero que la comisaria se vuelva la comidilla de la ciudad.
-Por mí no se preocupe
–lo tranquilizó el galán-, si he estado en la mansión de los Craig siempre ha
sido por trabajo. Casualmente fui yo quien notificó al hermano de la señorita,
la desaparición lamentable de su esposa.
-OH, entiendo Pretov...
Dígame para qué me necesitaba.
-¿Yo?
-Pretov, usted golpeó mi
puerta, no sé si recuerda.
-Ah siii. Es que quería
pedirle un favor.
-Dígame.
-Le he comprado un
regalo a Anne. Mañana es su cumpleaños. Si lo llevo a casa hoy seguramente
revisará hasta encontrarlo y quiero que sea sorpresa. Quería pedirle… Sí podría
guardar el regalo en su oficina.
-¡OH! ¡Anne! Por
supuesto, Pretov. ¿Dónde lo tiene?
-En la patrulla. Ya lo traigo.
-Muy bien.
-Gracias.
-¿Podría retirarme a mi
puesto de recepción? –pregunté, con ganas de matar al macho que tenía a mi lado
y de paso a su novia o esposa Anne.
-Sí, Oficial Craig.
Pero será su última noche.
-¿Cómo su última noche?
–se exaltó Grigorii.
El comisario lo miró
sorprendido.
-No, es que pregunto
porque como Scarlet, digo como la Oficial Craig es tan eficiente…
-No se preocupe… Pretov
–dijo el comisario arrastrando las palabras-. La Oficial se quedará en la
Fuerza pero patrullará las calles en el día.
-¿Qué?
-¡Pretov, estoy
impacientándome! Está tratando de desautorizarme en presencia de la oficial.
-No no… Lo siento…
Colocó su gorra, puso
los brazos en jarro, y bajó la vista.
-Me retiro –murmuró.
-No, espere, quiero
hablar con usted antes que se largue a su casa. Y usted Oficial Craig puede
retirarse.
-Buenas noches,
comisario.
Caminé hacia la puerta
y giré antes de salir. Miré a Grigorii y lo largué… Al diablo Sebastien y los
consejos.
-Buenas noches, Oficial
Pritof.
-Pretov –corrigió el
comisario.
-Bueno eso, Oficial
Pretov. Que descanse bien, duerma como un ángel, ¡ah! Y un consejo.
Grigorii me miró aterrado.
-La próxima vez que se
acerque a la mansión vaya con ropas formales, uniforme quiero decir. Mis
hermanos son muy celosos y pueden confundir sus intenciones. Buenas noches.
Drank.
Salí del pequeño
hospital de la calle Storgata a la altura 27, en Drobak, mi ciudad natal. Mi
padre había insistido en que viajáramos en su furgoneta para que no usara mi
moto porque me encontraba bastante dolorido. Finalmente tuve que darle la
razón. Con el brazo enyesado y un inyectable de una droga que desconocía para
calmar el dolor, me sentía totalmente inútil.
Lo peor es que me había
quebrado de la forma más ridícula. Cargaba leña en la furgoneta para llevarla a
nuestro galpón y así guardarla y mantenerla por todo el tiempo que durara el
verano. La leña debía guardarse en lugares secos y ventilados. Si alguna lluvia
la mojaba ya no serviría para venderla en invierno, y de eso vivíamos.
Siempre nos habíamos
dedicado a ser leñadores en otoño y en invierno y en la época veraniega nuestro
trabajo se basaba en vender pescado fresco en la feria. Era el
tiempo que más añoraba de Drobak. La ciudad se llenaba de turistas y de ferias
artesanales multicolores. La plaza principal era una fiesta casi todos los días
y no sólo los 17 de mayo, fecha de nuestro día Nacional.
La primavera y el
verano me recordaban a Liz. No porque la retuviera en mi memoria únicamente
esos meses del año. Siempre recordaba a Liz. Pero en julio fue el mes que me
había animado a invitarla a salir. Es que nos conocíamos de pequeños, sin
embargo nunca le había dicho hasta ese momento que me interesaba y que estaba
enamorado de ella. Bueno, a eso último nunca me había animado.
La observaba tan bella
y perfecta. Con su cabello rubio y largo como las sirenas del monumento frente
al mar de nuestra hermosa ciudad costera. Se parecía a una de ellas. A la de
rasgos más bonitos y delicados. Pero Liz no era frágil y etérea como esas
hembras del Dios Tritón. No, ella era fuerte y decidida. Su carácter estaba
forjado de acero y valentía. Por eso no me extrañó que saliera adelante a pesar
de que su madre las había abandonado, o sin ir más lejos, la terrible muerte de
su hermana Signy por los lobos salvajes.
El destino me la había
arrebatado aunque Liz jamás me aseguró que nuestra relación sería algo serio.
Fuimos amantes por dos años con idas y venidas. Porque ella no había nacido
para ser fiel a ningún hombre. Ella era pura libertad. Como la brisa que
llegaba de las costas bordeadas de casitas coloridas de madera. Como el agua azul y
cálida del mar. Nadie la ataba, ni la ataría.
-A ver, ¿en qué piensas
muchacho?
Mi padre me sacó de los
pensamientos. Mientras manejaba embozó una sonrisa.
-Dime, ¿es por Liz? ¿Te
ha confirmado que regresa a Drobak?
Sonreí.
-Sí papá. Pero no en
este mes. Debe renunciar a su empleo y organizarse.
-¿Qué hay de la familia
de su prima de Oslo? ¿La han tratado mal?
-No, ella me ha contado
en varias oportunidades por mails que la quieren mucho. Es una más de la
familia.
-Entonces, ¿por qué
regresa?
-Dice que extraña. Aún
tiene su casa en venta. Mejor. No tendrá que alquilar. No cuenta con muebles.
Ella ha vendido todo para subsistir con Marin.
-¡Marin! ¿Qué es de esa
pequeña tan dulce?
Reí.
-Papá, no es pequeña. Las dos están crecidas.
-Cierto. Será porque
las vi crecer. Siempre las veré como si fueran niñas.
-Estoy deseando verla,
papá.
-Lo sé. ¿Y sabes qué?
Me ha encantado imaginarme a Liz como nuera.
Reí.
-Eso será difícil.
-¡Ey! No te tires
abajo. ¿Por qué no? Ella regresa a Drobak. ¡Vamos! Ten fe.
Mi padre dio una
frenada al llegar a la ruta que se adentraba a las colinas.
-¡Cuidado papá!
-¿Has visto como ha
cruzado ese Mercedes? Ya comenzamos a tener extraños en Drobak por el turismo.
No respetan nada.
-No rezongues. Confiesa
que te has distraído.
-Bueno, algo. Estoy un
poco cansado.
-Es que no has pasado
buena noche por mi culpa. Me quejé durante horas.
-Porque eres cabeza
dura. Te habías quebrado y tú como si nada querías seguir cargando leña. Por
supuesto que el brazo finalmente se hinchó.
Miré a través de la
ventana. El lago reflejaba las primeras luces del día y un sol naranja
despuntaba en el horizonte. Varias barcas pintadas de colores fuertes y
brillantes se balanceaban por el suave movimiento de las aguas que lamían la
franja de arena. Hacia adelante el camino serpenteaba entre los pinos de hojas
perennes y se perdía hacia las colinas del oeste donde entre callejuelas
estrechas se encontraba mi hogar. Mi hogar que no tenía grandes riquezas pero
que irradiaba calidez y amor en cada
rincón.
Si tuviera que hablar
de mi vida comenzaría por contar que fui un niño feliz. Una infancia con
algunas carencias pero con padres que se amaron mucho. Quedé huérfano a los
catorce años y ya cumplí veintiséis… Y aun sigo extrañando a mi madre como el
primer día que nos dejó. Falleció de una dolencia en el corazón. Al parecer los
doctores dijeron que era congénito. Esa palabra no pude entenderla hasta que
busqué en los libros después de varios años. Es que tenía poco léxico en mi vocabulario, no había podido seguir estudios terciarios porque desee dedicarme a ayudar a papá.
Mi madre aportaba dinero trabajando como mucama en los
hoteles del centro. Una vez que ella faltó hubo que ayudar para pagar las
deudas porque el dinero de mi padre no alcanzaba.
No me arrepiento de no
haber podido terminar una carrera, hubiera sido ingeniero, supongo. La
aritmética me gustaba y tenía facilidad para los números. Sin embargo me sentía
muy feliz de poder colaborar en casa.
Recuerdo cuando llegué a mi hogar con el
primer sueldo en la mano fue una satisfacción ver la cara de mi padre. Estaba
orgulloso de mí. Esa noche salimos a cenar a uno de los restaurantes que daba
al mar. Por supuesto no uno de los más caros. De lo contrario no hubiéramos
podido llegar a fin de mes. Pero fue suficiente para sentirme feliz porque era
útil. Aunque esa noche en la mesa faltaba mamá, estaba seguro que desde una
estrella nos contemplaría. Porque yo creía en los ángeles que nos guardan y
acompañan. Sí, creía. Tanto como Liz creía en sus vampiros.
Liz… ¿Sería posible que
te viera otra vez frente a frente con tu aire desenfadado y risa cristalina?
¿Sería que mi sueño de tenerte a mi lado para siempre se cumpliría? No lo
sabía. Pero como buen soñador no abandonaría mis sueños.
Hola Lou... Scarlet ha dejado boquiabierto al instructor Aegileif con su buenísima puntería en el tiro
ResponderEliminarMe encanta esta chica, lo paso fenomenal con ella
Creo que va a tener problemas con su nuevo destino... eso de patrullar de día será un problema
Y menos mal que Sebastien le dio muy buenos consejos ;-)
La verdad es que Drank despierta mi ternura... pero me temo que Liz ya está enamorada de Lenya y luchar contra el amor es una batalla perdida
Ha sido un placer y leeré el siguiente en cuanto pueda... es que tengo un problema, el ordenador se me calienta mucho y se me apaga
Besos
Ese cambio de Grigori me extraño sera xq estan en el trabajo, ojala q sea eso xq Scarlet no va aguantar mucho esos cambios tan raros, y bueno Drank lo conocemos ahora mas y me gusto su forma de ser y parece q quiere mucho a Liz, veremos q pasa con estos 2 y esta bueno q Lenya sufra jajaja....x cierto el hombre q escogiste para Drank me encanto amo a Sam Heughan!!!
ResponderEliminargracias x el capitulo Lou saluditos!!!
bien, un nuevo miembro de la saga, hace su aparición,,un soñador?,,,saludos.-
ResponderEliminarUy me la pusiste dificil, me dio ternura el personaje de Drank, pero amo a Lenya ojala se despabile y conquiste a Liz. Adoro al personaje de Scarlet siempre e s muy ocurrida. Te mando un beso y te me cuidas
ResponderEliminarHola cariño, gracias por el capítulo, apenas he podido leerlo y ya voy por el que sigue, que he visto has subido dos; lo he pasado muy bien con Scarlet, como siempre, es un personaje increíble, y muy interesada con todo lo relacionado con el personaje de Liz, me parece que tiene toda una historia que has mostrado muy bien y que estás desarrollando de maravilla.
ResponderEliminarUn besazo.
Que Grigori vaya con cuidado, porque Scarlett tiene un juego por estrenar de esposas, y como la cabree mucho lo va a utilizar... Y nosotras le daremos ánimos desde la barrera! Muy divertido el diálogo interno de esa chica. Gracias por compartir, cariño!
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