Con ustedes los Craig... Besos y gracias.
Capítulo 4
Amigo mío.
Sebastien.
Ordené a mi hijo que
partiera en la moto. No tenía caso que se mantuviera junto a nosotros ya que el
comienzo del solsticio de verano al pisar mayo provocaría que surgiera el
amanecer cerca de las cuatro de la madrugada. Bianca y yo no podríamos salir
del hospital como seres normales y habría que buscar la forma de escondernos
mientras no recuperara fuerzas y me materializara junto a ella. Dudaba si
finalmente lo lograría. Nunca había intentado materializarme con otro pero lo
intentaría hasta dejar mi último aliento. Lenya se ofreció para hacerlo y así
yo permanecía escondido en el hospital hasta caer el breve anochecer, pero eso
no cabía en mi cabeza. No me separaría de Bianca y menos la dejaría en manos de
otro. El único que merecía mi total confianza y la cuidaría como yo, se había
materializado en la mansión buscando ayuda, según Bianca. Charles… Mi querido
Charles.
Por eso cuando vi a Ron
frente a mí en ese solitario pasillo supe que no estaba solo. Charles estaría
en algún lugar esperándonos. Mi viejo amigo no dejaría nada librado al azar,
menos ignorando que había aprendido a materializarme.
Cuantos desencuentros…
Bianca y él creyendo que regresaría de la Isla del Oso en avión. Yo,
materializándome… A veces el destino te juega sucio. Porque nada de esto habría
ocurrido si al surgir en la sala de mi hogar ambos hubieran estado esperándome.
De cualquier forma Bianca estaba viva, viva y para mí el resto de mis días. Como
diera lugar regresaría con ella a la mansión y me dedicaría a darle las eternas
gracias a ese ser que me la había cuidado y protegido contra su propia vida.
Sabía que no habría
sido fácil tomar la decisión de convertir a Bianca por su pasado con su hija
Odette. Aun así lo hizo. Venciendo sus miedos. Querido amigo… ¿De qué forma te
agradecería por toda la eternidad?
Antes de salir con Ron
por la misma puerta que había aparecido Bianca, unos pasos apresurados se
avecinaban girando hacia el cuarto pasillo. Ron se puso en estado de alerta y rodee con mis brazos a Bianca. ¿Qué podríamos decir a quien nos viera
escurrirnos por el subsuelo hasta el estacionamiento donde Charles nos
esperaba? Nada… No había razón lógica para que escapáramos como delincuentes.
Mi corazón latió de
ansiedad antes que el humano se dejara ver por el extremo del pasillo. Bajé la
escalera del subsuelo con Bianca en brazos y Ron cubrió la retaguardia. Abrí la
segunda puerta sin inspeccionar el habitáculo que daba al estacionamiento. No
deseaba pensar todo el tiempo que Bianca y Charles habrían estado encerrados
con tantas carencias.
Apenas una nueva
escalera herrumbrada surgió a mi vista pude ver la marca del agua en las
paredes del inmenso garaje. Había llegado casi al metro cincuenta. Charles
tendría que haber cargado a Bianca hasta la escalera después de haber pasado
mil penurias y escapar de la inundación. Ignoraba los detalles y no sabía si
quería saberlos.
Bajé la escalera
seguido por Ron. El agua del estacionamiento era escasa pero calculaba que aún
alcanzaba unos diez centímetros.
Caminé a través del
agua sucia sosteniendo a Bianca que se mantenía aferrada a mi cuello. Ella
tampoco deseaba mirar alrededor. Su rostro estaba escondido contra mi camisa
negra y guardaba silencio esperanzada tanto como yo en llegar a la mansión de una
buena vez.
Ron señaló el coche de
Charles estacionado cerca de la entrada. Nos separaban sólo treinta metros de
distancia. Sí… Sólo… Porque después de tantas penurias un poco de agua que
bañara mis pies era insignificante.
De pronto una voz gritó
mi nombre.
-¡Sebastien!
Giré para ver quien me
llamaba con esa familiaridad desde la puerta del subsuelo.
Olaf…
Olaf bajó la escalera
de hierro pero se mantuvo en los primeros escalones.
-Sebastien, ¿qué está
ocurriendo aquí? ¿Esa mujer es Bianca?
Bianca levantó la vista
pero de inmediato volvió a esconder su rostro.
-Olaf, te explicaré,
lo prometo. Ahora… Debo salir del hospital.
-Querido… ¿Qué has
hecho? Bianca… ¿Ella está bien?
-Sí. Descuida. Prometo
llamarte en cuanto llegue a la mansión.
-Sebastien. La morgue
no da a vasto… Por favor, necesitamos a la doctora.
-Olaf, ella no podrá
trabajar por un tiempo.
Olaf trató de ver algo
más de lo que sus ojos llegaban a distinguir. Era astuto. Supo que algo extraño
le ocurría a Bianca y también se preocupó por ella.
-Sebastien… ¿Bianca
está bien?
-Sí… Debo irme, Olaf. Te
llamaré.
Giré caminando por el
agua hacia la dirección que había señalado Ron. Escuché la puerta de hierro
cerrarse fuerte y un “clic” de un pasador. Olaf siempre nos ayudaba para no ser
descubiertos por humanos. Era un aliado desde hace tiempo. Había sido una
suerte que fuera él el que nos había seguido y encontrado.
Cuando el coche de
Charles surgió a mi vista respiré hondo. Faltaba poco para escapar del edificio
y de la gente curiosa.
Creo que mi fiel amigo
me vio por el espejo retrovisor. Enfoqué su rostro y supe que sonreía.
No tardó en salir del
coche y abrir la puerta trasera.
Me detuve. Inmóvil, con
Bianca en brazos.
Aguardó en silencio
como tratando de comprender que esperaba para meterla en el coche y partir a la
mansión.
Mis labios temblaron.
No salían las palabras adecuadas. Aunque la palabra adecuada era una sola…
“Gracias”.
Entonces el comprendió
mi estado de shock.
-Sebastien… -pronunció.
-Charles…
Sin poder contener la
emoción de contemplar a mi héroe mis brazos por poco flaquearon.
-Querido… Mete a Bianca
en el coche, por favor.
Caminé arrastrando los
pies provocando una suave oleaje a mi alrededor. Avancé sin separar la mirada
de esos ojos borgoña que ahora eran tan parecidos a los de mi amada.
-Charles –murmuré.
Llegué hasta él y la
debilidad me ganó. Sin cazar, sin alimentarme, y casi sin dormir, el cuerpo me
pasó factura y mis músculos se aflojaron. Con la rapidez de un rayo Charles
tomó a Bianca en sus brazos y la metió en el coche. Después me miró compasivo.
-Sebastien, entra al
coche. Volvamos a la mansión.
Una lágrima corrió por
mi mejilla.
-Charles… ¿Cómo…? ¿Cómo
voy a agradecértelo?
Sonrió.
-Poniéndote fuerte,
Sebastien. Vamos querido…
Ron se adelantó y rodeó
el coche del lado del acompañante.
-No perdamos tiempo,
por favor.
Charles me palmeó el
hombro y se sentó al volante. Sequé mis lágrimas y subí al coche.
El viaje se hizo en
silencio con una Bianca dormida entre mis brazos. Cuando el hospital se perdió
de vista y la carretera se abrió camino al lago supe que quedaba poco para
llegar a nuestro hogar. Un hogar que le daría la bienvenida a Bianca como
vampiresa y verdadera Craig.
Charles.
Sentado frente al hogar
esperaba a Sebastien para salir juntos a cazar. Los dos necesitábamos hacerlo y
creo que nos iba a venir bien un rato a solas. El sol había recorrido el
horizonte horizontalmente durante muchas horas y teníamos poco tiempo de
oscuridad en mayo. Debíamos aprovechar al máximo la breve noche en Kirkenes.
Rocé el colgante con la
piedra preciosa que me había regalado Margaret antes de retirarse a descansar.
Un ágata ovalada que colgaba de mi cuello por una cadenita de plata. Ella me
dijo que nunca me separara de ella. El ágata atrae las fuerzas y protege de los
malos sueños. Despertaba el talento y equilibraba las energías. Mi querida
amada había quedado muy preocupada con mi ausencia de dones. Quizás
materializarme y conectarme con la mente poco a poco volvería a ser parte de mi
vida, pero realmente ignoraba si era una consecuencia de haber convertido a
Bianca y arrancarla de los brazos de la muerte.
Me puse de pie y me
acerqué al pequeño bar. Lenya entró a la sala desde la puerta principal y me
observó.
-¿Quieres un coñac?
–pregunté alzando mi vaso.
-No. He tomado con
Anthony festejando tu regreso.
-Gracias.
-¿Sebastien irá a
cazar?
-Sí. Estoy esperando
que baje de su habitación. Quiere dejar a Bianca dormida. Creo que Scarlet
quedará con ella mientras él no este.
-Vaya… Scarlet debe
tener corona. Porque para que mi hermano deje a Bianca en manos de otro que no
sea él, bueno y tú.
Sonreí.
-Ya se le pasará. Tú
harías lo mismo con Natasha.
Esquivó mi mirada.
-¿Dije bien? ¿Natasha?
¿O debería nombrar a otra hembra? –sonreí.
Rodó los ojos
impaciente.
-Admiro tu sentido del
humor y tu ironía –murmuró.
Sebastien recorrió el
pasillo de planta principal y bajó las escaleras.
-¿Duerme? –pregunté.
-Sí. Duerme y Scarlet
no se irá de su lado. De todas formas Douglas y Numa están estudiando en la
habitación contigua. Cualquier movimiento extraño y estarán alertas.
-¿Marin y Liz?
–pregunté.
-Marin espera la cena
en la habitación. Le advertí que no saliera sin compañía. Hoy tiene franco así
que se quedará encerrada por las dudas. Y Liz aún no ha llegado de su trabajo.
Creo que eran los últimos días. No sé si se irá a Drobak ahora que Bianca
regresó.
-Haces bien. Bianca no
querrá irse de la mansión pero sus primas… Correrán peligro si…
-Lo sé –interrumpió
Sebastien-, quiero estar de regreso lo antes posible.
-Vamos entonces.
……………………………………………………………………………………………….........
Cazar en la época de
comienzos de mayo no fue difícil. Muchos campamentos se aventuraban cerca de
las cumbres para aprovechar las vistas de una de las regiones más al norte de
la tierra. Las famosas “noches blancas” era un espectáculo digno de contemplar
para los humanos que llegaban hasta parajes solitarios rodeados de naturaleza
para fotografiar el fenómeno del sol y las noches cortas.
Me extrañó que
Sebastien no quisiera regresar en cuanto saciamos nuestra sed. Dijo que
necesitaba que lo acompañara al hogar de Adrien, en las oscuras y escondidas
cavernas.
Apenas entramos el
aroma del ambiente me recordó a mi viejo amigo. Era como regresar en el tiempo
a aquellos años felices en los que junto a Adrien vivíamos como verdaderos
vampiros. Después, nació Sebastien y aunque se crío en una choza abandonada de pastores cerca de las cumbres hasta que las manifestaciones de vampiro se hicieron latente, Adrien y yo nunca dejamos de vigilar todos sus pasos…
Él creció siendo el orgullo de su padre… Hasta que un buen día Sebastien decidió salir del escondite y vivir entre humanos. A partir de allí Adrien sintió morirse un poco. El único hijo que tenía a su lado partía del hogar para vivir un mundo totalmente diferente. Cargado de sorpresas y sensaciones maravillosas, pero también de peligros. Recuerdo que antes que Sebastien se despidiera, Adrien me llamó aparte y me habló con el corazón, ese que también teníamos los vampiros.
Él creció siendo el orgullo de su padre… Hasta que un buen día Sebastien decidió salir del escondite y vivir entre humanos. A partir de allí Adrien sintió morirse un poco. El único hijo que tenía a su lado partía del hogar para vivir un mundo totalmente diferente. Cargado de sorpresas y sensaciones maravillosas, pero también de peligros. Recuerdo que antes que Sebastien se despidiera, Adrien me llamó aparte y me habló con el corazón, ese que también teníamos los vampiros.
“Querido amigo, mi
adorado hijo ya no estará bajo mi vigilancia. Sabes que nunca podré convivir
con humanos como él lo desea, pero tú tienes experiencia y sé que nadie mejor
que tú lo cuidará y protegerá. Hoy, te entrego algo muy preciado para mí. Te
entrego parte de mi vida para que lo cuides y lo guíes. Sé que no me fallarás.
En ti confío.”
Respiré profundo
observando a mi alrededor el vacío de la caverna y la soledad indescriptible
que había dejado en ella con su muerte. Más tarde, las heladas
habían terminado con la guardia que lo había acompañado y Lucila había
resultado asesinada por quien sabe que trastornado salvaje. Scarlet, vivía con
nosotros…
Hoy, la más grande y misteriosa de las cuevas permanecía abandonada y en perpetuo silencio. Aunque podía escuchar aún las voces encerradas en las grietas profundas. Voces queridas que jamás el tiempo podría arrancar de mi corazón.
Sebastien se acercó a
mí y lo miré.
-¿Para qué hemos venido
aquí, Sebastien?
Me miró y bajó la
cabeza.
-Querido, ¿te sientes
bien?
Levantó la vista y sus ojos brillaron de emoción.
-Te he traído aquí
porque este es el hogar que hemos compartido por tantos años hasta que decidí partir a una nueva vida.
-Cierto.
-Ahora no está mi
padre como en esos días. Pero creo que su presencia aquí puedo sentirla.
-También yo.
-¿Crees que no se ha
ido del todo?
-No. De lo contrario
Bianca no lo hubiera visto en su agonía.
Se acercó con ojos
asombrados.
-¿Bianca lo ha visto?
-Si. Ella sabrá
explicarte mejor. Ahora… ¿Dime por qué estamos aquí?
Me miró por unos
segundos.
-Te he traído aquí
porque aquí me has visto nacer, y partiste conmigo el día que abandoné a mi
padre. Desde esa noche no te has separado de mí. Me has apoyado hasta en los
más locos propósitos. Me aconsejaste, guiaste, y también intentaste hacerme
ver mis errores.
Sonreí.
-¿Lo intenté? La
mayoría de veces con mucho esfuerzo lo lograba.
-Sí… He sido muy cabeza
dura –susurró.
-No puedes quejarte, te
han salido bien las cosas.
-Charles… Quiero confesarte
algo aquí, en el hogar de mi padre.
-Dime.
-Cuando mi padre murió
su ausencia fue terrible para mí. Aún la sufro.
-Es natural.
-Pero nunca se
comparará con la desesperación de haber pensado en no tenerte algún día.
-No digas eso. Tu padre
podría enfadarse. Recuerda que de los dos fue él el que te dio la vida.
Sonrió y las lágrimas
afloraron en sus ojos.
-No. No fue el único.
Tú me has dado la vida al devolverme a Bianca. Fue como morir y nacer de nuevo
apenas la vi sana y salva. ¿Crees que habrá alguna forma de agradecerte acorde
a lo que has hecho por mí?
-No hay “gracias” que
tengas que darme Sebastien. Porque si dices que te he dado la vida, piensa…
¿Qué sería capaz de hacer un padre por un hijo? Todo. Eso hice, Sebastien.
Entregarme y jugarme todo por quien amo como a un hijo.
-Charles, prométeme que
nunca te irás de mi lado.
Arquee una ceja.
-Eso es algo difícil de
prometer, Sebastien. Quizás no dependa de nosotros.
-Por favor… Necesito
saber que siempre estarás conmigo. Ahora, ahora que entendí que podía perderte.
-Digamos que haré lo
posible.
-No me quitaré la culpa
de no haber cuidado a Bianca. Por lo menos quiero estar seguro que tú estarás
siempre para ello.
-Tú la cuidarás mejor
que yo. Y no debes tener culpa. Lo que sucedió escapó de tu alcance. No has
podido evitarlo. Sin embargo has hecho algo muy importante por ella. Creíste en
mí depositando la confianza para cuidarla. Todo salió bien. No te tortures.
-Sé de tus miedos
atroces desde que Odette falleció. Tú has vencido solo tu peor pesadilla por
salvar a Bianca.
-No he estado solo. Un
viejo amigo me ha dado la fuerza suficiente.
-¿Estarás siempre,
Charles? Dime que no te irás como lo hizo él.
Respiré profundo.
-Procuraré cumplir la
promesa, querido.
Sebastien avanzó hacia
mí y me abrazó.
-Gracias, Charles.
Gracias por cuidarla y devolverme la vida.
-Si te digo que no fue
nada te mentiría, lo sabes bien. Pero también te diré que ha valido la pena. Me
siento feliz. La dicha de nuestros hijos realmente vale la pena.
Se separó de mí y
sonrió.
-Si mi padre no se
hubiera ido tendría la felicidad completa.
Una suave brisa entró
como corriente de aire y se perdió entre los recovecos de las cavernas.
Sonreí.
-¿Estás seguro que se
ha ido?
Liz.
El chofer de los Craig
ya no iría a buscarme a mi trabajo como tantos anocheceres. Pobre… ¿Qué habría
sido de él? Tomé un taxi desde el centro de Kirkenes que me llevó hasta la
mansión en tan sólo veinte minutos. Bajé y esperé que alguien se dignara a
verme y abriera los portones. Por suerte la noche estaba espléndida. La corta noche de Kirkenes. El aire
fresco con aroma a resina verde y a eucaliptus inundaba mis pulmones
limpiándolos de toda resaca de cigarrillo y humo de ciudad. Los pinos se
alzaban en el bosque que rodeaba la mansión, las sombras de sus vértices
parecían tocar el azul marino de la noche estrellada. A unos kilómetros, atrás
de la mansión, se encontraría el mar de Barents, ahora abandonando la rebeldía de nuevo en su cauce.
Pensé en Bianca
mientras clavaba la vista en el hierro de los portones, inmóviles. ¿Alguien
estaría despierto? ¡Sí, obvio! Eran vampiros. Todos vampiros. También
Bianca. Bueno, salvo mi hermana…
Miré hacia el bosque
ante el sonido de varios búhos. ¡Qué manera de pasar cosas con estos Craig! Es
que desde que había llegado habían ocurrido cosas increíbles. Sólo el bosque y
la pradera guardaban los secretos de esta familia de vampiros tan peculiar.
¿Qué diría Thir si supiera que sus novelas no estaban tan lejos de la realidad?
Mi novela preferida estaba guardada en un cajón. Es que la realidad superaba la
ficción que había leído a lo largo de mi vida. Ese libro lo tendría por
el resto de mi vida. Era un regalo de mi querido amigo Drank. Dios, ¡Cuánto
hacía que no lo llamaba o le escribía un mail! Sin falta lo haría hoy. Sobre
todo para contarle que volvería a Drobak con Marin a vivir en mi vieja casa.
Sí… No podía continuar contemplando al hombre de mi vida en brazos de otra. ¡Y
vampiresa! ¡Encima perfecta, bella, y con dones! Por otra parte no quería dejar
a mi hermana sola entre tantos seres diferentes.
Los portones se
abrieron al fin y eché la última mirada al bosque. El bosque con sus lobos…
Lobos. ¡Dios, Bernardo! No sabía nada de Bianca. Quizás Douglas habría hablado
con su madre y le había contado.
Transité apresurada el
sendero hasta la entrada de la mansión. Charles no estaba en la puerta
entreabierta. Había olvidado que pensaban salir a cazar con Sebastien y que
regresarían antes del amanecer. ¿Bianca podría salir de la habitación? Lo
último que faltaba sería morir en manos de mi propia prima, la doctora que no creía en
vampiros.
No aguanté la risa y me
tenté por lo bizarro de la vida. Pero mi alegría se evaporó al ver quien me
esperaba en la puerta.
Lenya “perfecto” Craig.
-Buenas noches –murmuré,
e intenté seguir de largo por la sala.
Él me tomó de un brazo
y con la otra mano cerró la puerta.
-¿Qué haces? –pregunté
frunciendo el ceño.
-¿No lo ves? Te sujeto.
Intenté zafar pero era
ridículo. Contra su fuerza era imposible escapar.
Arrimó su cuerpo y quedamos rozando los rostros.
-¿Qué intentas hacer,
cabrón?
-Demostrarte mi fuerza.
¿Lo ves? No escaparás si no quiero. Soy un vampiro. ¿Lo entiendes, ahora?
-¡Mira, idiota! ¿A qué
viene tanta estupidez junta? ¿Crees que no sé lo que es un vampiro?
-No, no lo sabes. Has
vivido leyendo fantasías pero la realidad es otra. Puedo hacer lo que quiero
contigo.
Acerqué mi rostro desafiándolo. Quería decirle que estaba equivocado. Que sabía lo que
era él y aun así lo amaba. Pero… Pero esas palabras no salieron.
-Por eso me voy. Porque
eres un vampiro. Tienes razón, tú y yo jamás podríamos estar juntos.
Sus ojos me miraron
decepcionados diría yo. ¿Esperaría otra respuesta distinta de la que acababa de escuchar?
¿Por qué a veces los seres humanos éramos tan orgullosos?
Me soltó y quedó hundido
en mi iris como esperando que me arrepintiera. ¿Qué iba a decir? ¿Qué lo amaba?
¿Qué no importaba que fuera un vampiro y corriera peligro de muerte? ¿Qué no
había lugar en el mundo que fuera feliz si no era a su lado? ¿Qué lo
intentaríamos juntos porque valía la pena?
-Vete entonces. ¡Qué
esperas! –gritó furioso. ¿O quieres que olvide quien eres y te mate aquí
mismo?
-¡Idiota! –exclamé.
-Enciérrate en la
habitación hasta nueva orden. Ya lo sabes. Hay una chupasangre nueva en la
mansión.
Subí rápido la escalera
con lágrimas en los ojos. Entré a mi habitación y de un golpe que hizo temblar
las paredes de la mansión tiré mi bolso al suelo y me acosté en la cama boca
abajo a llorar.
Marin se acercó.
-¿Qué ocurre? ¿Has
visto a Bianca?
-No –sollocé.
-¿Por qué lloras Liz?
¿Por Lenya?
-¡Ese engreído es un
imbécil!
-Sí… Lloras por Lenya…
Me senté en la cama y
limpié mis lágrimas.
-¡Qué rabia tengo,
Marin! ¡Esperaba que pidiera que me quedara! ¡Qué no le importaba que fuera
humana!
-Pero quizás él tema lastimarte.
-Entonces, ¿por qué no
me deja en paz? ¡Qué me deje en paz!
-Porque esta es su
casa, Liz.
La miré…
-Sí… Tienes razón. Tú y
yo estamos demás entre vampiros. Es mi última semana en el trabajo. Prepararé
los últimos detalles para que nos vayamos cuanto antes. ¿Has renunciado ya?
-No.
-¡Marin! ¿Qué esperas?
Es correcto avisar en tu empleo con tiempo. Ellos deben buscar quien te
reemplace.
Mi hermana se sentó en
la cama y bajó la cabeza.
-No voy a renunciar,
Liz. Porque no voy a ir contigo.
La observé perpleja.
-¿Dónde te quedarás?
¿Aquí? ¿Entre vampiros? ¿Sólo por qué está Douglas?
Suspiró y me miró fijo.
-No voy a quedarme para
siempre en la mansión. Tengo idea de alquilar en el centro de Kirkenes.
-¿Sola?
-Si Liz, sola. Hermana…
Siempre he dependido prácticamente de ti. Es hora que despegue vuelo. No quiero
que te ofendas pero sin querer a tu lado no voy a crecer y madurar.
Me puse de pie y caminé
hacia la ventana. La noche bordada de estrellas se extendía hasta después de
los altos pinos, hasta las cumbres que podían disiparse como sombras
fantasmales. El parque iluminado por los grandes faroles les daba el toque
señorial a las jardineras que comenzaban a florecer. Más allá los portones
cerrados. Noté las siluetas de Ron y Anthony avanzar hasta los muros.
Seguramente vendrían de rondar la habitación de Bianca.
-Dejarte aquí… En
Kirkenes… Me pondría nerviosa pensando que podría pasarte.
-Nada. No me ocurrirá
nada… Déjame luchar por lo que quiero, Liz. Amo a Douglas con todo el corazón.
Si me voy a Drobak jamás lo volveré a ver.
Asentí en silencio.
-Haz lo que gustes. Es
tu vida. Te extrañaré… Sin embargo, no te arrastraré a mi lado para vivir una
vida chata y vacía. Si quieres luchar por tu amor. Adelante.
-¿Y tú? ¿Por qué no lo
intentas con Lenya?
-Es distinto, Marin. Él
tiene a Natasha rondando y… Y no ha pedido que me quede. En cambio Douglas
no tiene a nadie y quien sabe si logras conquistarlo –sonreí- No te des por
vencida.
-Liz, tú siempre has
sido la valiente y luchadora. ¿Qué ocurre con él?
Respiré hondo y el
pecho se encogió de dolor.
-No sé. Pensé que los
dos éramos orgullosos pero me convenció que no es esa la razón.
-¿Te dijo que no
te ama? ¿Por eso estás así?
Asentí en silencio.
-¡Qué cabrón! Podía
habértelo dicho con diplomacia.
-Usó la diplomacia…
Igual, es mejor así. Él me dijo… ¿Ves? Soy un vampiro… Fue claro con lo que
intentó decir. En su mundo no hay lugar para mí.
-¿Por qué no has dicho que lo amabas igual?
-¡Estás loca! ¿Para que se riera de mí?
-Ay Liz… Debiste decírselo.
Negué con la cabeza
rotundamente.
-No, no permitiré que
se ría de mí. Alimentaré su ego. Eso es lo que quiere. ¡No pidió que me quedara! –rompí a llorar.
Marin me abrazó.
-Marin… No pidió que me
quedará a su lado.
Lenya.
Me quedé mirando la
escalera vacía y en penumbras. Escuché el sonido de una puerta golpear fuerte y
después otra puerta en planta baja se abrió. Sin girarme supe que era Rodion.
Se acercó a mí y puso una mano en mi hombro.
-Escuché todo. ¿Por qué
intentaste asustarla?
-Porque es lo mejor.
¿Acaso no soy un vampiro letal?
-Vampiro sí. Letal no
lo sé. ¿Por qué no le dijiste que la amabas y qué harías lo imposible porque lo
de ustedes funcionara?
-Porque no, Rodion.
-Esa no es una
respuesta adulta.
Bajé la cabeza y medité.
-Rodion… Sólo
esperaba que ella dijera que le importaba luchar por mí. Sin embargo, ¿la
has escuchado? Dijo, “por eso me voy”. Porque soy un vampiro se va. Ella cree
que lo nuestro es imposible. Ella no quiere luchar por mí.
-Creo que fue un malentendido,
Lenya.
Uy pobre Lenya tan dulce y bruto ojala aclare las cosas con Liz y ella no se vaya espero que a Marin le vaya bien y conquiste a Douglas . Te mando un beso y genial capi
ResponderEliminarMmm hay la culpa la tiene en parte tambien Lenya xq hace todo lo posible x alejar a Liz y ella se siente muy mal x el modo en q él la trata, asi q lo mejor sea q ella se vaya, como dice el dicho uno no sabe lo q tiene hasta q lo pierde, y q bueno q Marin luche x su amor hacia Douglas, excelente el capitulo gracias Lou!!!
ResponderEliminarHola Lou... Nos has puesto preciosas canciones arriba... poco a poco las iré escuchando
ResponderEliminarA mí también me ha encantado la de Douglas... "Tú y yo"
El capítulo ha estado genial para no variar ;-)
Me ha encantado la conversación mantenida entre Sebastien y Charles... y desde luego que sí, Charles es como un padre para él
Y Lenya y Liz tienen un buen lío, pero estoy segura de que un día triunfará el amor... porque está muy claro que se quieren
He pasado un rato encantador gracias a tu capítulo y a tu gran talento
Besos
los problemas emocionales de los vampiros, no son tan diferentes de los humanos, y sabes?, aun siendo lobo, me inclino por los vampiros,,,bueno, por las vampiresas,,,jajaj, saludos.-
ResponderEliminarCreo que hay dos que se tienen bien merecidas unas buenas collejas, a ver si así abren los ojos y se dejan de puñetas... Como siempre, has estado sublime, Lou. Gracias por compartirlo con nosotros!
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