martes, 28 de abril de 2015

¡Hola tesoros! Capítulo 4 y comenzamos la vida normal de a poco. Lenya y Liz comienzan a tener problemas y será para un tiempo los desencuentros, pero saben que no los dejaré con las ganas. Lo bueno se hace esperar. Paciencia. Mientras disfruten de sus roces y choques que sólo alimentan el momento que estarán por fin juntos. ¡Obvio! ¿Qué pensaban? Y Marin... Bueno es hora de que despegue y luche por su amor, ¿verdad? Dicho sea de paso amo el tema musical de Douglas.

Con ustedes los Craig... Besos y gracias.

Capítulo 4
Amigo mío.

Sebastien.

Ordené a mi hijo que partiera en la moto. No tenía caso que se mantuviera junto a nosotros ya que el comienzo del solsticio de verano al pisar mayo provocaría que surgiera el amanecer cerca de las cuatro de la madrugada. Bianca y yo no podríamos salir del hospital como seres normales y habría que buscar la forma de escondernos mientras no recuperara fuerzas y me materializara junto a ella. Dudaba si finalmente lo lograría. Nunca había intentado materializarme con otro pero lo intentaría hasta dejar mi último aliento. Lenya se ofreció para hacerlo y así yo permanecía escondido en el hospital hasta caer el breve anochecer, pero eso no cabía en mi cabeza. No me separaría de Bianca y menos la dejaría en manos de otro. El único que merecía mi total confianza y la cuidaría como yo, se había materializado en la mansión buscando ayuda, según Bianca. Charles… Mi querido Charles.

Por eso cuando vi a Ron frente a mí en ese solitario pasillo supe que no estaba solo. Charles estaría en algún lugar esperándonos. Mi viejo amigo no dejaría nada librado al azar, menos ignorando que había aprendido a materializarme.

Cuantos desencuentros… Bianca y él creyendo que regresaría de la Isla del Oso en avión. Yo, materializándome… A veces el destino te juega sucio. Porque nada de esto habría ocurrido si al surgir en la sala de mi hogar ambos hubieran estado esperándome. De cualquier forma Bianca estaba viva, viva y para mí el resto de mis días. Como diera lugar regresaría con ella a la mansión y me dedicaría a darle las eternas gracias a ese ser que me la había cuidado y protegido contra su propia vida.

Sabía que no habría sido fácil tomar la decisión de convertir a Bianca por su pasado con su hija Odette. Aun así lo hizo. Venciendo sus miedos. Querido amigo… ¿De qué forma te agradecería por toda la eternidad?

Antes de salir con Ron por la misma puerta que había aparecido Bianca, unos pasos apresurados se avecinaban girando hacia el cuarto pasillo. Ron se puso en estado de alerta y rodee con mis brazos a Bianca. ¿Qué podríamos decir a quien nos viera escurrirnos por el subsuelo hasta el estacionamiento donde Charles nos esperaba? Nada… No había razón lógica para que escapáramos como delincuentes.

Mi corazón latió de ansiedad antes que el humano se dejara ver por el extremo del pasillo. Bajé la escalera del subsuelo con Bianca en brazos y Ron cubrió la retaguardia. Abrí la segunda puerta sin inspeccionar el habitáculo que daba al estacionamiento. No deseaba pensar todo el tiempo que Bianca y Charles habrían estado encerrados con tantas carencias.

Apenas una nueva escalera herrumbrada surgió a mi vista pude ver la marca del agua en las paredes del inmenso garaje. Había llegado casi al metro cincuenta. Charles tendría que haber cargado a Bianca hasta la escalera después de haber pasado mil penurias y escapar de la inundación. Ignoraba los detalles y no sabía si quería saberlos.

Bajé la escalera seguido por Ron. El agua del estacionamiento era escasa pero calculaba que aún alcanzaba unos diez centímetros.

Caminé a través del agua sucia sosteniendo a Bianca que se mantenía aferrada a mi cuello. Ella tampoco deseaba mirar alrededor. Su rostro estaba escondido contra mi camisa negra y guardaba silencio esperanzada tanto como yo en llegar a la mansión de una buena vez.

Ron señaló el coche de Charles estacionado cerca de la entrada. Nos separaban sólo treinta metros de distancia. Sí… Sólo… Porque después de tantas penurias un poco de agua que bañara mis pies era insignificante.

De pronto una voz gritó mi nombre.

-¡Sebastien!

Giré para ver quien me llamaba con esa familiaridad desde la puerta del subsuelo.

Olaf…

Olaf bajó la escalera de hierro pero se mantuvo en los primeros escalones.

-Sebastien, ¿qué está ocurriendo aquí? ¿Esa mujer es Bianca?

Bianca levantó la vista pero de inmediato volvió a esconder su rostro.

-Olaf, te explicaré, lo prometo. Ahora… Debo salir del hospital.
-Querido… ¿Qué has hecho? Bianca… ¿Ella está bien?
-Sí. Descuida. Prometo llamarte en cuanto llegue a la mansión.
-Sebastien. La morgue no da a vasto… Por favor, necesitamos a la doctora.
-Olaf, ella no podrá trabajar por un tiempo.

Olaf trató de ver algo más de lo que sus ojos llegaban a distinguir. Era astuto. Supo que algo extraño le ocurría a Bianca y también se preocupó por ella.

-Sebastien… ¿Bianca está bien?
-Sí… Debo irme, Olaf. Te llamaré.

Giré caminando por el agua hacia la dirección que había señalado Ron. Escuché la puerta de hierro cerrarse fuerte y un “clic” de un pasador. Olaf siempre nos ayudaba para no ser descubiertos por humanos. Era un aliado desde hace tiempo. Había sido una suerte que fuera él el que nos había seguido y encontrado.

Cuando el coche de Charles surgió a mi vista respiré hondo. Faltaba poco para escapar del edificio y de la gente curiosa.

Creo que mi fiel amigo me vio por el espejo retrovisor. Enfoqué su rostro y supe que sonreía.

No tardó en salir del coche y abrir la puerta trasera.

Me detuve. Inmóvil, con Bianca en brazos.

Aguardó en silencio como tratando de comprender que esperaba para meterla en el coche y partir a la mansión.

Mis labios temblaron. No salían las palabras adecuadas. Aunque la palabra adecuada era una sola… “Gracias”.

Entonces el comprendió mi estado de shock.

-Sebastien… -pronunció.
-Charles…

Sin poder contener la emoción de contemplar a mi héroe mis brazos por poco flaquearon.

-Querido… Mete a Bianca en el coche, por favor.

Caminé arrastrando los pies provocando una suave oleaje a mi alrededor. Avancé sin separar la mirada de esos ojos borgoña que ahora eran tan parecidos a los de mi amada.

-Charles –murmuré.

Llegué hasta él y la debilidad me ganó. Sin cazar, sin alimentarme, y casi sin dormir, el cuerpo me pasó factura y mis músculos se aflojaron. Con la rapidez de un rayo Charles tomó a Bianca en sus brazos y la metió en el coche. Después me miró compasivo.

-Sebastien, entra al coche. Volvamos a la mansión.

Una lágrima corrió por mi mejilla.

-Charles… ¿Cómo…? ¿Cómo voy a agradecértelo?

Sonrió.

-Poniéndote fuerte, Sebastien. Vamos querido…

Ron se adelantó y rodeó el coche del lado del acompañante.

-No perdamos tiempo, por favor.

Charles me palmeó el hombro y se sentó al volante. Sequé mis lágrimas y subí al coche.

El viaje se hizo en silencio con una Bianca dormida entre mis brazos. Cuando el hospital se perdió de vista y la carretera se abrió camino al lago supe que quedaba poco para llegar a nuestro hogar. Un hogar que le daría la bienvenida a Bianca como vampiresa y verdadera Craig.

Charles.

Sentado frente al hogar esperaba a Sebastien para salir juntos a cazar. Los dos necesitábamos hacerlo y creo que nos iba a venir bien un rato a solas. El sol había recorrido el horizonte horizontalmente durante muchas horas y teníamos poco tiempo de oscuridad en mayo. Debíamos aprovechar al máximo la breve noche en Kirkenes.

Rocé el colgante con la piedra preciosa que me había regalado Margaret antes de retirarse a descansar. Un ágata ovalada que colgaba de mi cuello por una cadenita de plata. Ella me dijo que nunca me separara de ella. El ágata atrae las fuerzas y protege de los malos sueños. Despertaba el talento y equilibraba las energías. Mi querida amada había quedado muy preocupada con mi ausencia de dones. Quizás materializarme y conectarme con la mente poco a poco volvería a ser parte de mi vida, pero realmente ignoraba si era una consecuencia de haber convertido a Bianca y arrancarla de los brazos de la muerte.

Me puse de pie y me acerqué al pequeño bar. Lenya entró a la sala desde la puerta principal y me observó.

-¿Quieres un coñac? –pregunté alzando mi vaso.
-No. He tomado con Anthony festejando tu regreso.
-Gracias.
-¿Sebastien irá a cazar?
-Sí. Estoy esperando que baje de su habitación. Quiere dejar a Bianca dormida. Creo que Scarlet quedará con ella mientras él no este.
-Vaya… Scarlet debe tener corona. Porque para que mi hermano deje a Bianca en manos de otro que no sea él, bueno y tú.

Sonreí.

-Ya se le pasará. Tú harías lo mismo con Natasha.

Esquivó mi mirada.

-¿Dije bien? ¿Natasha? ¿O debería nombrar a otra hembra? –sonreí.

Rodó los ojos impaciente.

-Admiro tu sentido del humor y tu ironía –murmuró.

Sebastien recorrió el pasillo de planta principal y bajó las escaleras.

-¿Duerme? –pregunté.
-Sí. Duerme y Scarlet no se irá de su lado. De todas formas Douglas y Numa están estudiando en la habitación contigua. Cualquier movimiento extraño y estarán alertas.
-¿Marin y Liz? –pregunté.
-Marin espera la cena en la habitación. Le advertí que no saliera sin compañía. Hoy tiene franco así que se quedará encerrada por las dudas. Y Liz aún no ha llegado de su trabajo. Creo que eran los últimos días. No sé si se irá a Drobak ahora que Bianca regresó.
-Haces bien. Bianca no querrá irse de la mansión pero sus primas… Correrán peligro si…
-Lo sé –interrumpió Sebastien-, quiero estar de regreso lo antes posible.
-Vamos entonces.

……………………………………………………………………………………………….........

Cazar en la época de comienzos de mayo no fue difícil. Muchos campamentos se aventuraban cerca de las cumbres para aprovechar las vistas de una de las regiones más al norte de la tierra. Las famosas “noches blancas” era un espectáculo digno de contemplar para los humanos que llegaban hasta parajes solitarios rodeados de naturaleza para fotografiar el fenómeno del sol y las noches cortas.

Me extrañó que Sebastien no quisiera regresar en cuanto saciamos nuestra sed. Dijo que necesitaba que lo acompañara al hogar de Adrien, en las oscuras y escondidas cavernas.

Apenas entramos el aroma del ambiente me recordó a mi viejo amigo. Era como regresar en el tiempo a aquellos años felices en los que junto a Adrien vivíamos como verdaderos vampiros. Después, nació Sebastien y aunque se crío en una choza abandonada de pastores cerca de las cumbres hasta que las manifestaciones de vampiro se hicieron latente, Adrien y yo nunca dejamos de vigilar todos sus pasos…

Él creció siendo el orgullo de su padre… Hasta que un buen día Sebastien decidió salir del escondite y vivir entre humanos. A partir de allí Adrien sintió morirse un poco. El único hijo que tenía a su lado partía del hogar para vivir un mundo totalmente diferente. Cargado de sorpresas y sensaciones maravillosas, pero también de peligros. Recuerdo que antes que Sebastien se despidiera, Adrien me llamó aparte y me habló con el corazón, ese que también teníamos los vampiros.

“Querido amigo, mi adorado hijo ya no estará bajo mi vigilancia. Sabes que nunca podré convivir con humanos como él lo desea, pero tú tienes experiencia y sé que nadie mejor que tú lo cuidará y protegerá. Hoy, te entrego algo muy preciado para mí. Te entrego parte de mi vida para que lo cuides y lo guíes. Sé que no me fallarás. En ti confío.”

Respiré profundo observando a mi alrededor el vacío de la caverna y la soledad indescriptible que había dejado en ella con su muerte. Más tarde, las heladas habían terminado con la guardia que lo había acompañado y Lucila había resultado asesinada por quien sabe que trastornado salvaje. Scarlet, vivía con nosotros…

Hoy, la más grande y misteriosa de las cuevas permanecía abandonada y en perpetuo silencio. Aunque podía escuchar aún las voces encerradas en las grietas profundas. Voces queridas que jamás el tiempo podría arrancar de mi corazón.

Sebastien se acercó a mí y lo miré.

-¿Para qué hemos venido aquí, Sebastien?

Me miró y bajó la cabeza.

-Querido, ¿te sientes bien?

Levantó la vista y sus ojos brillaron de emoción.

-Te he traído aquí porque este es el hogar que hemos compartido por tantos años hasta que decidí partir a una nueva vida.
-Cierto.
-Ahora no está mi padre como en esos días. Pero creo que su presencia aquí puedo sentirla.
-También yo.
-¿Crees que no se ha ido del todo?
-No. De lo contrario Bianca no lo hubiera visto en su agonía.

Se acercó con ojos asombrados.

-¿Bianca lo ha visto?
-Si. Ella sabrá explicarte mejor. Ahora… ¿Dime por qué estamos aquí?

Me miró por unos segundos.

-Te he traído aquí porque aquí me has visto nacer, y partiste conmigo el día que abandoné a mi padre. Desde esa noche no te has separado de mí. Me has apoyado hasta en los más locos propósitos. Me aconsejaste, guiaste, y también intentaste hacerme ver mis errores.

Sonreí.

-¿Lo intenté? La mayoría de veces con mucho esfuerzo lo lograba.
-Sí… He sido muy cabeza dura –susurró.
-No puedes quejarte, te han salido bien las cosas.
-Charles… Quiero confesarte algo aquí, en el hogar de mi padre.
-Dime.
-Cuando mi padre murió su ausencia fue terrible para mí. Aún la sufro.
-Es natural.
-Pero nunca se comparará con la desesperación de haber pensado en no tenerte algún día.
-No digas eso. Tu padre podría enfadarse. Recuerda que de los dos fue él el que te dio la vida.

Sonrió y las lágrimas afloraron en sus ojos.

-No. No fue el único. Tú me has dado la vida al devolverme a Bianca. Fue como morir y nacer de nuevo apenas la vi sana y salva. ¿Crees que habrá alguna forma de agradecerte acorde a lo que has hecho por mí?
-No hay “gracias” que tengas que darme Sebastien. Porque si dices que te he dado la vida, piensa… ¿Qué sería capaz de hacer un padre por un hijo? Todo. Eso hice, Sebastien. Entregarme y jugarme todo por quien amo como a un hijo.
-Charles, prométeme que nunca te irás de mi lado.

Arquee una ceja.

-Eso es algo difícil de prometer, Sebastien. Quizás no dependa de nosotros.
-Por favor… Necesito saber que siempre estarás conmigo. Ahora, ahora que entendí que podía perderte.
-Digamos que haré lo posible.
-No me quitaré la culpa de no haber cuidado a Bianca. Por lo menos quiero estar seguro que tú estarás siempre para ello.
-Tú la cuidarás mejor que yo. Y no debes tener culpa. Lo que sucedió escapó de tu alcance. No has podido evitarlo. Sin embargo has hecho algo muy importante por ella. Creíste en mí depositando la confianza para cuidarla. Todo salió bien. No te tortures.
-Sé de tus miedos atroces desde que Odette falleció. Tú has vencido solo tu peor pesadilla por salvar a Bianca.
-No he estado solo. Un viejo amigo me ha dado la fuerza suficiente.
-¿Estarás siempre, Charles? Dime que no te irás como lo hizo él.

Respiré profundo.

-Procuraré cumplir la promesa, querido.

Sebastien avanzó hacia mí y me abrazó.

-Gracias, Charles. Gracias por cuidarla y devolverme la vida.
-Si te digo que no fue nada te mentiría, lo sabes bien. Pero también te diré que ha valido la pena. Me siento feliz. La dicha de nuestros hijos realmente vale la pena.

Se separó de mí y sonrió.

-Si mi padre no se hubiera ido tendría la felicidad completa.

Una suave brisa entró como corriente de aire y se perdió entre los recovecos de las cavernas.

Sonreí.

-¿Estás seguro que se ha ido?

Liz.

El chofer de los Craig ya no iría a buscarme a mi trabajo como tantos anocheceres. Pobre… ¿Qué habría sido de él? Tomé un taxi desde el centro de Kirkenes que me llevó hasta la mansión en tan sólo veinte minutos. Bajé y esperé que alguien se dignara a verme y abriera los portones. Por suerte la noche estaba espléndida. La corta noche de Kirkenes. El aire fresco con aroma a resina verde y a eucaliptus inundaba mis pulmones limpiándolos de toda resaca de cigarrillo y humo de ciudad. Los pinos se alzaban en el bosque que rodeaba la mansión, las sombras de sus vértices parecían tocar el azul marino de la noche estrellada. A unos kilómetros, atrás de la mansión, se encontraría el mar de Barents, ahora abandonando la rebeldía de nuevo en su cauce.

Pensé en Bianca mientras clavaba la vista en el hierro de los portones, inmóviles. ¿Alguien estaría despierto? ¡Sí, obvio! Eran vampiros. Todos vampiros. También Bianca. Bueno, salvo mi hermana…

Miré hacia el bosque ante el sonido de varios búhos. ¡Qué manera de pasar cosas con estos Craig! Es que desde que había llegado habían ocurrido cosas increíbles. Sólo el bosque y la pradera guardaban los secretos de esta familia de vampiros tan peculiar. ¿Qué diría Thir si supiera que sus novelas no estaban tan lejos de la realidad? Mi novela preferida estaba guardada en un cajón. Es que la realidad superaba la ficción que había leído a lo largo de mi vida. Ese libro lo tendría por el resto de mi vida. Era un regalo de mi querido amigo Drank. Dios, ¡Cuánto hacía que no lo llamaba o le escribía un mail! Sin falta lo haría hoy. Sobre todo para contarle que volvería a Drobak con Marin a vivir en mi vieja casa. Sí… No podía continuar contemplando al hombre de mi vida en brazos de otra. ¡Y vampiresa! ¡Encima perfecta, bella, y con dones! Por otra parte no quería dejar a mi hermana sola entre tantos seres diferentes.

Los portones se abrieron al fin y eché la última mirada al bosque. El bosque con sus lobos… Lobos. ¡Dios, Bernardo! No sabía nada de Bianca. Quizás Douglas habría hablado con su madre y le había contado.

Transité apresurada el sendero hasta la entrada de la mansión. Charles no estaba en la puerta entreabierta. Había olvidado que pensaban salir a cazar con Sebastien y que regresarían antes del amanecer. ¿Bianca podría salir de la habitación? Lo último que faltaba sería morir en manos de mi propia prima, la doctora que no creía en vampiros.

No aguanté la risa y me tenté por lo bizarro de la vida. Pero mi alegría se evaporó al ver quien me esperaba en la puerta.

Lenya “perfecto” Craig.

-Buenas noches –murmuré, e intenté seguir de largo por la sala.

Él me tomó de un brazo y con la otra mano cerró la puerta.

-¿Qué haces? –pregunté frunciendo el ceño.
-¿No lo ves?  Te sujeto.

Intenté zafar pero era ridículo. Contra su fuerza era imposible escapar.

Arrimó su cuerpo y quedamos rozando los rostros.

-¿Qué intentas hacer, cabrón?
-Demostrarte mi fuerza. ¿Lo ves? No escaparás si no quiero. Soy un vampiro. ¿Lo entiendes, ahora?
-¡Mira, idiota! ¿A qué viene tanta estupidez junta? ¿Crees que no sé lo que es un vampiro?
-No, no lo sabes. Has vivido leyendo fantasías pero la realidad es otra. Puedo hacer lo que quiero contigo.

Acerqué mi rostro desafiándolo. Quería decirle que estaba equivocado. Que sabía lo que era él y aun así lo amaba. Pero… Pero esas palabras no salieron.

-Por eso me voy. Porque eres un vampiro. Tienes razón, tú y yo jamás podríamos estar juntos.

Sus ojos me miraron decepcionados diría yo. ¿Esperaría otra respuesta distinta de la que acababa de escuchar? ¿Por qué a veces los seres humanos éramos tan orgullosos?

Me soltó y quedó hundido en mi iris como esperando que me arrepintiera. ¿Qué iba a decir? ¿Qué lo amaba? ¿Qué no importaba que fuera un vampiro y corriera peligro de muerte? ¿Qué no había lugar en el mundo que fuera feliz si no era a su lado? ¿Qué lo intentaríamos juntos porque valía la pena?

-Vete entonces. ¡Qué esperas! –gritó furioso. ¿O quieres que olvide quien eres y te mate aquí mismo?
-¡Idiota! –exclamé.
-Enciérrate en la habitación hasta nueva orden. Ya lo sabes. Hay una chupasangre nueva en la mansión.

Subí rápido la escalera con lágrimas en los ojos. Entré a mi habitación y de un golpe que hizo temblar las paredes de la mansión tiré mi bolso al suelo y me acosté en la cama boca abajo a llorar.

Marin se acercó.

-¿Qué ocurre? ¿Has visto a Bianca?
-No –sollocé.
-¿Por qué lloras Liz? ¿Por Lenya?
-¡Ese engreído es un imbécil!
-Sí… Lloras por Lenya…

Me senté en la cama y limpié mis lágrimas.

-¡Qué rabia tengo, Marin! ¡Esperaba que pidiera que me quedara! ¡Qué no le importaba que fuera humana!
-Pero quizás él tema lastimarte.
-Entonces, ¿por qué no me deja en paz? ¡Qué me deje en paz!
-Porque esta es su casa, Liz.

La miré…

-Sí… Tienes razón. Tú y yo estamos demás entre vampiros. Es mi última semana en el trabajo. Prepararé los últimos detalles para que nos vayamos cuanto antes. ¿Has renunciado ya?
-No.
-¡Marin! ¿Qué esperas? Es correcto avisar en tu empleo con tiempo. Ellos deben buscar quien te reemplace.

Mi hermana se sentó en la cama y bajó la cabeza.

-No voy a renunciar, Liz. Porque no voy a ir contigo.

La observé perpleja.

-¿Dónde te quedarás? ¿Aquí? ¿Entre vampiros? ¿Sólo por qué está Douglas?

Suspiró y me miró fijo.

-No voy a quedarme para siempre en la mansión. Tengo idea de alquilar en el centro de Kirkenes.
-¿Sola?
-Si Liz, sola. Hermana… Siempre he dependido prácticamente de ti. Es hora que despegue vuelo. No quiero que te ofendas pero sin querer a tu lado no voy a crecer y madurar.

Me puse de pie y caminé hacia la ventana. La noche bordada de estrellas se extendía hasta después de los altos pinos, hasta las cumbres que podían disiparse como sombras fantasmales. El parque iluminado por los grandes faroles les daba el toque señorial a las jardineras que comenzaban a florecer. Más allá los portones cerrados. Noté las siluetas de Ron y Anthony avanzar hasta los muros. Seguramente vendrían de rondar la habitación de Bianca.

-Dejarte aquí… En Kirkenes… Me pondría nerviosa pensando que podría pasarte.
-Nada. No me ocurrirá nada… Déjame luchar por lo que quiero, Liz. Amo a Douglas con todo el corazón. Si me voy a Drobak jamás lo volveré a ver.

Asentí en silencio.

-Haz lo que gustes. Es tu vida. Te extrañaré… Sin embargo, no te arrastraré a mi lado para vivir una vida chata y vacía. Si quieres luchar por tu amor. Adelante.
-¿Y tú? ¿Por qué no lo intentas con Lenya?
-Es distinto, Marin. Él tiene a Natasha rondando y… Y no ha pedido que me quede. En cambio Douglas no tiene a nadie y quien sabe si logras conquistarlo –sonreí- No te des por vencida.
-Liz, tú siempre has sido la valiente y luchadora. ¿Qué ocurre con él?

Respiré hondo y el pecho se encogió de dolor.

-No sé. Pensé que los dos éramos orgullosos pero me convenció que no es esa la razón.
-¿Te dijo que no te ama? ¿Por eso estás así?

Asentí en silencio.

-¡Qué cabrón! Podía habértelo dicho con diplomacia.
-Usó la diplomacia… Igual, es mejor así. Él me dijo… ¿Ves? Soy un vampiro… Fue claro con lo que intentó decir. En su mundo no hay lugar para mí.
-¿Por qué no has dicho que lo amabas igual?
-¡Estás loca! ¿Para que se riera de mí?
-Ay Liz… Debiste decírselo.

Negué con la cabeza rotundamente.

-No, no permitiré que se ría de mí. Alimentaré su ego. Eso es lo que quiere. ¡No pidió que me quedara! –rompí a llorar.

Marin me abrazó.

-Marin… No pidió que me quedará a su lado.

Lenya.

Me quedé mirando la escalera vacía y en penumbras. Escuché el sonido de una puerta golpear fuerte y después otra puerta en planta baja se abrió. Sin girarme supe que era Rodion. Se acercó a mí y puso una mano en mi hombro.

-Escuché todo. ¿Por qué intentaste asustarla?
-Porque es lo mejor. ¿Acaso no soy un vampiro letal?
-Vampiro sí. Letal no lo sé. ¿Por qué no le dijiste que la amabas y qué harías lo imposible porque lo de ustedes funcionara?
-Porque no, Rodion.
-Esa no es una respuesta adulta.

Bajé la cabeza y medité.

-Rodion… Sólo esperaba que ella dijera que le importaba luchar por mí. Sin embargo, ¿la has escuchado? Dijo, “por eso me voy”. Porque soy un vampiro se va. Ella cree que lo nuestro es imposible. Ella no quiere luchar por mí.
-Creo que fue un malentendido, Lenya.
-No Rodion, entendí muy bien. Ella me dio la respuesta equivocada.





5 comentarios:

  1. Uy pobre Lenya tan dulce y bruto ojala aclare las cosas con Liz y ella no se vaya espero que a Marin le vaya bien y conquiste a Douglas . Te mando un beso y genial capi

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  2. Mmm hay la culpa la tiene en parte tambien Lenya xq hace todo lo posible x alejar a Liz y ella se siente muy mal x el modo en q él la trata, asi q lo mejor sea q ella se vaya, como dice el dicho uno no sabe lo q tiene hasta q lo pierde, y q bueno q Marin luche x su amor hacia Douglas, excelente el capitulo gracias Lou!!!

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  3. Hola Lou... Nos has puesto preciosas canciones arriba... poco a poco las iré escuchando
    A mí también me ha encantado la de Douglas... "Tú y yo"
    El capítulo ha estado genial para no variar ;-)
    Me ha encantado la conversación mantenida entre Sebastien y Charles... y desde luego que sí, Charles es como un padre para él
    Y Lenya y Liz tienen un buen lío, pero estoy segura de que un día triunfará el amor... porque está muy claro que se quieren
    He pasado un rato encantador gracias a tu capítulo y a tu gran talento
    Besos

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  4. los problemas emocionales de los vampiros, no son tan diferentes de los humanos, y sabes?, aun siendo lobo, me inclino por los vampiros,,,bueno, por las vampiresas,,,jajaj, saludos.-

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  5. Creo que hay dos que se tienen bien merecidas unas buenas collejas, a ver si así abren los ojos y se dejan de puñetas... Como siempre, has estado sublime, Lou. Gracias por compartirlo con nosotros!

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