sábado, 27 de febrero de 2016

¡Hola mis soles! Gracias por la paciencia. Ya pasaré por sus queridos blogs. Recuerden que no me es posible ampliar demasiado en el blog porque se extendería mucho y sería agotador leer. En el archivo original que ustedes podrán tener al finalizar "Mirada borgoña" tendrán todas las ampliaciones de las escenas.
Aquí les dejo el capi nuevo. Un poco triste pero necesario. Para poder avanzar en la vida hay que ir cerrando puertas y dando vuelta a las páginas, de lo contrario uno queda estancado y no es lo ideal. Les dejo un beso enorme y las gracias totales.


Capítulo 52.

La verdad.

Drobak, 15 de octubre.


Liz.

Sentada en el pasillo que daba a las puertas de terapia intensiva, mi mano se hundió en uno de los bolsillos de mis jeans. Tantee el papel doblado y lo quité para leer una vez más. Era una carta de Lenya. El correo la había dejado por debajo de la puerta ya que el buzón estaba deteriorado por  no haberlo mantenido por un tiempo prolongado. Lluvias, nevadas, calores intensos, habían provocado que sólo quedara del mismo una carcasa de madera con letras borrosas y despintadas que apenas se distinguía mi apellido.  Por suerte el cartero optó por arrojarla por debajo de la puerta…

El fin de julio cambió mi vida, hacía ya casi tres meses que había tenido noticias de Lenya Craig. Mi vampiro moreno. Que era vampiro y no era rubio de eso no tenía dudas, pero llamarlo “mi”, sustantivo posesivo, aún no estaba segura. Es que… leer la carta una y otra vez me ilusionaba. Lenya Craig no había dejado de pensar en mí, no me había olvidado. Pero… ¿Y si me engañaba? ¿Si Natasha tan sólo lo había aburrido y ahora deseaba divertirse conmigo?

Leí un trozo de la carta…

No podía ser que fuera tan crápula… No… Liz… No pienses mal de él. Recuerda sus ojos, su mirada de dolor cuando lo habías echado…

Dios… No permitas que me ilusione en vano.

¿Por qué no quería verme? Por supuesto si lo había echado… Él dijo, “no te molestaré más”.

Mi amor… Mi amor… Si tú supieras cuanto te amo. Olvidarte sería imposible aunque el destino nos separara. Jamás desearía un mal a Drank para poder reunirme con el dueño de mi corazón. No era justo para Drank. Mi amigo me necesitaba… Sin embargo a Lenya… Lenya era parte de mí. Arrancarlo definitivamente habría sido un imposible.

Cuando hacía un esfuerzo e imaginaba cerrando los ojos una familia feliz junto a Drank y varios hijos, siempre mi imaginación me jugaba una mala pasada. Lenya aparecía de la nada y me raptaba. “Tú eres mía, Liz. De nadie más.

Y a mí me gustaba ese final, aunque me diera vergüenza…

Era una sensación extraña la que percibía. Un dulce dolor. Sí… Lo llamaría dulce dolor. Dulce de sentir en el fondo de mi corazón que Lenya Craig estaba enamorado de mí y me amaba. Dolor… Dolor porque no podía abandonar Drobak, buscarlo, tenerlo frente a mí, y confesarle mi amor eterno. Además, su carta más allá de desnudar su alma sonaba a despedida. Es que yo lo había echado. Yo lo había apartado de mi lado.

Marin hizo su aparición caminando por el pasillo de terapia intensiva. Había llegado para pasar el fin de semana junto a mí. Sonreí al verla caminar con elegancia y femineidad. Levaba unos jeans oscuros, botas hasta las rodillas, y un abrigo grueso color azul.

Guardé la carta en mi bolsillo y aguardé que llegara hasta mí.

—Hola Liz.
—Hola hermana. Luces muy bonita y… ¿Te has maquillado?
—Por supuesto, lo hago a menudo. ¿No está muy cargado?
—No. Está perfecto.

Se sentó a mi lado y ambas nos mantuvimos en silencio mirando fijo la pared blanca frente a nosotros.

Observé una bonita pulsera echa de pequeñas piedras tornasoladas.

—¡Qué bonita!

Miró la muñeca derecha y sonrió.

—Ah sí, es un regalo de un amigo.
—¿De Douglas?
—No… Un amigo. Es un lobo. Ya lo conocerás.
—Oh… ¿Las cosas con Douglas no van bien?

Suspiró.

—Ya lo doy por perdido. Casi no lo veo. Él se ha tomado en serio lo de acompañar a Sebastien a la Isla del Oso. Cuando viene al hotel me evita. Sólo viene a visitar a su madre. Sabina pronto tendrá al bebé.
—Me alegro por Bernardo. Se merece una familia feliz.
—Sí…
—¿Y has podido olvidarlo?
—¿A quién?
—A Douglas, Marin. ¡A quién va a ser! Hubiera jurado que estabas muy enamorada.
—No.
—¿No estabas muy enamorada?
—No, no he podido olvidarlo. Sin embargo así están las cosas. No quiero ser una más de su colección y creo que sólo buscaba llegar a un objetivo. Acostarse conmigo y sacarse el gusto.
—¿Tú crees?
—Sí, eso creo.
—Marin, la vida a veces nos da pequeños regalos que debes aprovechar.
—¿Qué quieres decir?
—Que si tenías la oportunidad de tener sexo con él lo hubieras hecho. Quién sabe si sentirás lo mismo con otro. No es por desalentarte. Te enamorarás de otro pero…
—No quiero hacer el amor con él y después llorar por los rincones porque no puedo arrancármelo del corazón.
—¿Y ahora puedes hacerlo?
—Sería más difícil si hubiéramos intimado.
—Puede ser.

Se mantuvo callada y me miró.

—Cuando el lobo me besó… Como lo hacía Luke, ese novio que me dejó…
—¿Te ha besado el lobo?
—Sí… Yo… Fue bonito que me besara dulce como lo hizo. Creo que le gusto mucho… Pero…
—¿Pero?
—No fue igual que con Douglas. Douglas me besó dos veces y todavía me arden los labios. Puedo sentir su lengua invadir mi boca y yo… Yo me derretí, Liz. Me deshice en sus brazos.
—Puedo saber de lo que hablas.
—Dime con sinceridad, ¿tú lo has hecho con Lenya?
—Ehm… Bueno… No lo hemos hecho en forma tradicional, quiero decir, no tuvimos sexo por planearlo. Se dio en ciertas circunstancias… No sé…
—¿Lo hicieron o no?
—Sí. Fue como descargar un deseo animal. A lo que me refiero que si algo me pasaría mañana y yo dejaría de existir, me iría sabiendo como queman sus besos en mi boca, como se siente su piel bajo mis manos…
—Él… Él te… Tú sabes.
—¿Si me penetró?
—Sí.

Moví la cabeza negando.

—Ya te digo. Fueron circunstancias especiales.
—Yo no quiero eso Liz. No quiero guardarme un instante junto a él. Lo quiero todo o nada.
—Es tu decisión y la respeto. Entonces, ¿si no te pide matrimonio no tendrías sexo con él?

Rodó los ojos y sonrió.

—Tampoco soy mojigata ni sería mi primera vez. Digo que necesito cierto compromiso de sus sentimientos. Que no sea sólo yo la que pone el corazón en la cama.
—Okay, entendí.
-Ahora… Dime tú.
—¿Qué?
—¿Qué cuidas en ese papel que guardas en el bolsillo con tanto amor?
—¿Qué dices?
—A ver, no soy tonta. Desde hace un tiempo que te visito y no te separas de él. Te he visto leerlo a escondidas y volverlo a guardar en tus bolsillos. ¿Estás memorizando un discurso? La Universidad terminó. ¿O es una factura de luz o gas? Si es así, ¡vaya que apego a las deudas!

Reí.

—Calla…
—Anda, dime, es algo de Lenya Craig.

La miré.

-¿Cómo lo sabes?
—Pues es el único que te hace brillar los ojos a pesar de que estás triste casi siempre. ¿Me equivoco?

Sonreí.

—Me envió una carta. Llegó a fines de julio y no he podido despegarme de ella.
—¿Qué te dice?
—¿Quieres leerla?
—¡Por supuesto!

Cogí del bolsillo la carta y se la entregué.

Leyó en silencio…

Aguardé inquieta e impaciente. Quería escuchar un veredicto…

Marin era muy rápida leyendo pero noté que tardaba más de lo común.

—Marin, ¿entiendes la letra?

Me miró con lágrimas en los ojos.

—¡Ay siii! Es que la estoy leyendo de nuevo.

Puso la carta sobre su pecho.

—¡Liz! Está enamorado de ti.

Sonreí apenas.

—Escucha, me quedaré con Drank mientras viajas a Kirkenes. Ve a decirle que le correspondes. ¡Liz! ¡Es verdadero amor!
—No puedo. No voy a abandonar a Drank. Ahora mismo van a hacerle otro estudio doloroso. Él aprieta mi mano y yo le doy fuerzas.
—Estás acabándote con él… Liz… Quizás no haya esperanza.
—¡Y qué quieres que haga! ¿Qué lo abandone y viva mi vida? Además mientras haya vida hay esperanza.
—Lo sé…

Un par de enfermeros abrieron las puertas de vaivén al fondo del pasillo. Uno de ellos arrastraba un carrito con instrumentos.

—Dios…
—Me quedaré en tu lugar. Espera en el pasillo y yo entraré con él.
—Gracias Marin. Pero él desea que esté yo. No puedo negarle eso aunque me desarme verlo sufrir.

Bajó la cabeza mientras los enfermeros llegaban la puerta de terapia.

Marin se puso de pie.

—Entraré contigo.
—No puedes. Sólo permiten una persona. Quédate tranquila… Espérame en casa. En una hora iré a comer algo y ducharme. A Drank lo sedarán.

Titubeó.

—De verdad, Marin.
—Señoritas, si nos disculpan –dijo uno de ellos.
—Yo soy familiar, estoy a cargo. Voy a pasar –contesté.

Marin intentó insistir,

—Marin, él me necesita.
—¿Y la carta?
—La guardaré como hasta ahora. Con todo mi corazón.
………………………………………………………………………………………………...

El estudio de Drank fue de terror. En dos oportunidades quise irme de allí, correr por Drobak hasta el parque, allí taparme los oídos y olvidar sus quejidos de dolor. Estaba desbastada. Sin embargo no lo hice. Me hubiera dado vergüenza de abandonarlo porque después de todo él estaba pasando la peor parte.

Cuando los enfermeros terminaron la odiosa tarea de punzarlo y demás, me quedé sentada a su lado apretando su mano. Él comenzaba a sentir los efectos de la anestesia aunque últimamente para ciertos estudios no servía de mucho. Sólo lo atontaba. Ahora debía tratar de dormir un poco.

Antes de retirarse uno de los enfermeros me informó que iba por morfina. Eso ayudaría a que Drank pasara las siguientes horas un poco mejor.

Me levanté y acomodé la almohada. Él entreabrió los ojos y sonrió.

—Siempre estuviste cuando te necesité, Liz.

Acomodé el edredón blanco y lo arropé.

—Como los amigos que somos, Drank.
—Sí… Como los amigos que somos… Gracias.
—Me enfadaré si me dices gracias. Es lo que tú harías por mí.
—Cierto… Pero… No es justo… Nada es justo.

Inclinó su cabeza y miró por la ventana. La luz que entraba a través de los cristales no era suficiente para darle color a su pálido y demacrado rostro. Las ojeras eran profundas y estaba lívido. Sus ojos azules volvieron a mirarme. Ya no lucía ese maravilloso tono. Hasta sus ojos se habían apagado por el dolor día tras día. Había sido un hombre tan bello…

—No llueve —murmuró.
—No. Hoy parece ser un lindo día. Aunque ya está muy fresco. Es otoño.
—¿Ya es otoño, Liz? He perdido la noción del tiempo en esta cama.

De pronto, recordé la conversación con el doctor Rudi, la semana pasada. Él había dicho que estaban probando una nueva medicina para los casos como el de Drank. Sus efectos eran muy agresivos pero perdido por perdido…

Le comenté a Drank sobre la charla para que tuviera esperanza y fuerzas para luchar. Sin embargo lejos de sentirse con esperanza… su respuesta me lapidó.

Apenas terminé de contarle la buena nueva me miró fijo con tristeza.

—Ven, siéntate a mi lado. Espero que antes que me dopen con esa morfina tenga tiempo para terminar lo que quiero decirte.

Me senté y le tomé la mano.

—Drank, quien te dice que sea la solución y salgas de toda esta pesadilla.
—Liz, quiero agradecerte por todo lo que has hecho por mí. Esos dos años de novios… Después tu ausencia… El reencuentro… Fui muy feliz de tenerte en brazos otra vez. Aunque… Liz… Sé que amas a otro y quiero que seas feliz…

Quedé muda. Sin embargo no pude apartarme de sus ojos.

—No me digas nada. Ese alguien debe ser especial para tenerte atrapada hasta en los sueños.
—¿En los sueños? –alcancé a susurrar.
—Lo nombraste muchas veces.

Tragué saliva.

—Pero no te apenes, por favor. Has hecho un sacrificio muy grande por mí, y te lo agradezco. Ahora… Ahora tienes que vivir tu vida.
—Es un viejo novio, no tiene importancia –volví a susurrar.

El alzó su mano derecha y me acarició la mejilla.

—Tengo tanta curiosidad de saber quien me ha robado tu corazón. Sólo sé que se llama Lenya.

Lo miré fijo mientras mi sangre corría vertiginosa por las venas. Nombrar a Lenya era cambiar mi estado de ánimo. Era ir de la quietud al torbellino de sensaciones. Pero acaso, ¿Drank no merecía la verdad? Sí… Aunque pensara que estaba loca.

—Lenya es su nombre sí, ya… ya no somos novios. Creo que nunca lo fuimos.
—Pero te robó el corazón, ¿no es así? –insistió.

Asentí levemente.

Drank acarició mi otra mejilla con el dorso de la mano.

—Cariño, no te sientas mal. El corazón no elige. Sé que me hubieras amado si hubieras podido elegir.
—Yo te amo Drank –mentí—. Él es sólo parte de un pasado. Lo conocí cuando viví con los Craig. Es hermano de Sebastien. Eso es todo.
—Lo envidio. Nunca te he visto tan sonriente mientras soñabas con él, pero sí… tampoco te he visto tan triste cuando parecía que estabas recordándolo. Aun así debe ser muy especial para haberte enamorado.
—Especial… Sí es especial. Más de lo que te imaginas.
—¿A qué te refieres? Liz… —hizo un gesto de dolor y sonrió apenas—. Me pondrás celoso.
—No es humano. Es un vampiro –lo largué sin pausa ni razonamiento.

Me miró fijo, creo que primero buscando un ápice de locura en mis ojos.

—Es un secreto. El secreto de todos los Craig.
—Liz…
—Sé que no me crees pero… Lenya fue quien deshizo tu trabajo aquella mañana, las leñas, ¿recuerdas? Y también robó la medicina aunque después la repuso. Ah… El robó el bastón entrando por la ventana…
—Liz…
—No, sólo escúchame, por favor. Porque he dado un paso muy importante en mi vida. Un paso negativo que nunca debía dar. Estoy faltando a la promesa de guardar el secreto y me siento horrible, traidora, mala persona, pero… debía contártelo Drank. Yo… debía contártelo. El ser que visita mis sueños es real y es un vampiro.

Drank continuó recorriendo mi rostro con esa mirada dulce e infinita de siempre. Pasó la lengua por los labios resecos y le pregunté si deseaba tomar agua. En cuanto me dijo que sí le acerqué el vaso de la mesita junto a la cama y lo ayudé a incorporarse para beberla.

Rodeado de gestos de dolor volvió a la posición normal recostado en la almohada y cerró los ojos.

—Drank, no estoy loca –murmuré.
—No diría eso de ti.
—Entonces, ¿me crees?
—Sabes que nunca te he mentido, Liz. Creo que mi enfermedad te ha desgastado y el organismo busca en su psiquis la forma de estar mejor.
—¿Crees que lo imagino?
—Liz…

El enfermero abrió la puerta con un pequeño frasco y una jeringa en la mano.

—¿Hablando? El joven debe descansar.
—Sí, lo sé. Yo ya me retiro en unos minutos.

Se acercó a Drank mientras rompía el envoltorio de la jeringa y ponía manos a la obra.

Miré a Drank y él tenía cerrado sus ojos. ¿Qué pensaría de mí? ¿Qué estaba loca? De todas formas no me arrepentí de haberle hablado de Lenya. Si Drank, ojalá Dios no quisiera se fuera de este mundo, no querría haberle ocultado una tamaña verdad.

—Ahora dormirá un poco mejor –dijo el enfermero.
—Gracias –contesté por él.

Cuando quedamos solos Drank me pidió que me sentara en la cama y le tomara la mano.

—Drank, todo saldrá bien. Verás que esta nueva medicina que me ha dicho el doctor te pondrá mejor.
—Cariño, fuiste lo mejor que me pasó en la vida. Gracias por todo.
—No hables en pasado, no me gusta. Seguiré a tu lado luchando.
—Liz… Hasta aquí llegué. No quiero más estudios ni pruebas… ni posibles medicinas. Ya no.

Me atraganté con la saliva y tartamudee.

—No… no puedes decirme… eso.
—Liz… Ya no quiero luchar más. Es mi decisión… Sé que la respetarás.
—¡Drank!
—Liz… Me doy por vencido.
—¡No puedes!
—Sí puedo y no es egoísmo… Liz… Escucha…
—No, no quiero escucharte.
—Escucha por favor.
—Lo miré mientras mis lágrimas afloraban de los ojos.
—No quiero sufrir más. No voy a probar nada más… Liz… por favor entiéndeme… Entiéndeme y déjame partir.

Mi barbilla tembló mientras le aferraba la mano.

—Estoy… venciéndome por el sueño… casi no te veo… Liz… Prométeme que serás feliz… Yo estaré bien… Sólo cuida a papá, no lo dejes a la deriva… Quedará tan solo.

Sus ojos se cerraron y estallé en llanto.

Volvió a abrirlos con esfuerzo.

—Por favor no llores. Tienes que saber… que has sido lo mejor que me pasó en la vida…
—Drank… Sí sólo por esta vez probamos.
—No Liz, hasta aquí llegué… Por favor… Déjame partir.
………………………………………………………………………………………………...

Salí de la habitación apenas cayó en un profundo sueño. Aunque su corazón latía, supe que se había abandonado. Eso me dio pánico, después… sentí un profundo dolor indescriptible.

Me quedé de pie junto a la puerta cerrada…

Lloré… Lloré con la ilusión de que tan mal trago me haría despertar, como cuando tienes pesadillas. Esas en las que te despiertas en el peor momento…

Pero yo no despertaría… Estaba de carne y hueso parada en ese pasillo solitario y silencioso y tras la puerta, mi amigo estaba dejándose morir.

—Liz…

Una voz me llamó… Esa voz…

—Liz… Estoy aquí. Vine por ti.

Mi sangre se congeló y mi corazón pareció detenerse…

Los ojos clavados en las baldosas del pasillo parpadearon… No tenía valor para comprobar que esa voz que escuchaban mis oídos era la voz amada.

Escuché unos pasos que se acercaban… Debía ser valiente como siempre. Aunque al levantar la vista me diera cuenta que estaba volviéndome loca.

—Liz…

Ay… Dios mío…

Levanté la vista y giré para ver el pasillo… Y allí lo ví…

—Lenya –susurré.

Estaba allí… ¿Estaba allí o era un sueño?

Me miró fijo mientras su pecho respiraba agitado.

—Liz… No me eches, por favor. He regresado por ti.


Mijaíl.

Sentado en el sofá de la cabaña, frente a Sebastien, bebía de mi coñac mientras revisaba unos papeles. En silencio contemplé la sala confortable y acogedora. Bianca y Douglas habían salido a caminar por la playa. Numa aún dormía en la habitación de arriba.

Jugué con el líquido en el vaso y me transporté a un pasado cercano donde Sasha y yo estábamos juntos…

Casi tres meses que no la besaba, que no me acariciaba, que no hacíamos el amor.

Su voz, sus gestos, su sonrisa… Todo estaba grabado a fuego en mi corazón. ¡Cómo no estarlo si era el amor de mi vida!

Hice fuerza por no llorar.

Sebastien levantó la vista y me miró.

—¿Por qué no regresas y le dices que la amas?

Lo miré.

—Porque… Porque se portó mal conmigo y me dijo cosas hirientes.
—Eso ya lo sé.
—¿Cómo quieres que regrese? Le digo, “Sasha estuviste mal pero te amo tanto que no importa lo que me digas”. No Sebastien, no se trata de tonto orgullo. Quizás me convertí para ella en un estorbo. Le recuerdo que fui un inútil y un egoísta esa vez que la salvé de la muerte.
—¿Estás escuchándote lo que dices? La salvaste de la muerte ella no puede pensar que eres egoísta.
—Sebastien, Sasha cree que volví por ella sólo porque me gustaba y era mi objetivo. Lo cierto es que no podía hacer algo más.
—Lo sé, y ella también. Sólo tienen un problema en su cabeza. Me has dicho que Dimitri está ayudándola. Es un buen psicólogo. No entiendo porque no lo hicieron antes.
—Ella no estaba dispuesta a hablar del tema.
—Entiendo. Bueno, eso es buena señal. Si quiso comenzar con la terapia es que quiere recuperarte.
—Una terapia puede durar años, Sebastien… Moriré sin ella. La extraño tanto y ella no le ocurre lo mismo.
—No digas eso. Tus hijos han estado contándote que te extraña y muere por ti.

Asentí con la cabeza levemente y tomé un trago.

—Sí, eso dicen. Mira, el Sterna ha llegado hace un rato, como todas las mañanas. ¿Sabes que pienso cada vez que atraca? Hoy quizás llegue Sasha en ese velero y corra a mí pidiéndome perdón. Pero no. Mañana tras mañana, día tras día, el velero sólo lleva y trae obreros y materiales.
—Ten paciencia Mijaíl. Sé que te ama. ¿Quieres que hable con ella? Te lo he dicho, no me cuesta nada ir hasta Moscú.
—No, Sebastien.
—¿Quieres que esta noche salgamos a tomar unas copas por ahí? András parte mañana, le has caído bien.
—A mí también.

La puerta se abrió y el aire helado se coló al interior de la cabaña. Bianca se asomó por la puerta y sonrió.

—Tienes visitas Mijaíl. Adivina quién ha llegado.

Me puse de pie al igual que Sebastien, con la diferencia que a él no le habría saltado el corazón por la boca.

Bianca se hizo a un lado mientras yo apoyaba mi vaso de coñac en la mesa baja.

—¡Natasha! ¡Hija! ¡Qué sorpresa!
—Hola papá.

Sebastien la saludó alegremente, pregunto sobre mi familia, y de inmediato nos dejó solos.

—Iré al puerto con Bianca. Si Numa despierta dile que estaré en la parte oeste de la isla.
—Okay.
—Natasha, ponte cómoda. Has de cuenta que es tu casa.
—Gracias Sebastien.

Apenas cerró la puerta ayudé a Natasha a quitarse el abrigo. Llevaba un pequeño bolso color negro que depositó junto a ella en el sofá. Estaba más delgada…

Me senté a su lado después de darle un abrazo que duró largos segundos.

Le tomé el rostro con mis manos y la miré a los ojos.

—¿Cómo estás papá? Te extraño.
—¿Cómo estás tú?
—Bien…
—Siéntate, cariño. Hemos hablado por teléfono muy a menudo pero no me dijiste que pensabas visitarme.
—Lo decidí a último momento. Necesitaba hablar contigo.

Sus ojos se llenaron de lágrimas y me asusté.

—Querida, no me asustes. ¿Qué ocurre? ¿Es por tu madre?

Negó con la cabeza mientras sus lágrimas corrían.

Me acerqué y la abracé.

—Papá… Ya no puedo con esto.
—Natasha, cielo, ¿qué es “esto”? ¿Lenya?

Asintió levemente cabizbaja.

La tomé de la barbilla para que me mirara.

—¿Te hizo algo de lo que merezca yo saber?
—No, no. Yo… Me siento muy mal a su lado.
—¿Ya no lo quieres?
—Sí lo quiero… Es que se trata de él. Lenya… Lenya sigue amando a esa humana, papá. ¿Qué voy a hacer?
—¿Te lo dijo?

Me miró a los ojos. Esos ojos disfrazados de lentecillas de contacto azules pero que yo sabía que eran de un magnífico color púrpura como sus hermanos.

—Papá… Hice todo lo que estaba a mi alcance pero no la olvida, lo sé. Las hembras nos damos cuenta de esas cosas. No sé que inventar, que cambiar de mí para atraerlo.

Coloqué un mechón detrás de su oreja.

—Cariño, no debes cambiar nada de ti. Él debe amarte por lo que eres.
—No lo logré… Papá… —lloró desconsoladamente—. Siento tanto dolor en el pecho. ¿Por qué me enamoré de él, papá? ¿Por qué? Yo era tan feliz sin conocer el amor.

Acaricié su mejilla empapada por las lágrimas.

—Natasha, el corazón manda en esas cosas.
—Por favor, soy científica, papá No me digas que el corazón actúa como algo aparte del cuerpo. Es el cerebro y maldito cerebro que se fijó en él.
—Natasha, cielo… No te tortures más. Verás que encontrarás a alguien que te corresponda. Aunque mis palabras te suenen vacías, es así cariño. Siempre hay alguien que espera en alguna parte y es tu mitad.
—Papá… Yo lo quiero a él…
—Lo sé, es doloroso y quizás por ahora no quieras escucharme… Pero… si Lenya ama a esa chica, nada podrás hacer, salvo… que ella no le corresponda. Entonces, él se cansará de no ser correspondido y verá otros horizontes. Allí estarás tú, esperándolo.

Mi hija se puso de pie y caminó hacia el ventanal. Observó el jardín y murmuró.

—Es que ella lo ama.

Me puse de pie y me acerqué.

—¿Entonces?
—Son circunstancias que los separan, nada más.

Respiré profundo y bajé la vista.

Ella giró la cabeza para mirarme y nos encontramos con la mirada.

—Natasha nunca te arrepientas de haber conocido el amor. Si es la hora de partir de su lado… Sé que harás lo correcto.
—Sí papá.
………………………………………………………………………………………………..


Legué a mi apartamento en Kaliningrado cuando anochecía. No esperé el regresó del Sterna para partir. Si hubiera sido así hubiera permanecido otro día en la isla y deseaba terminar de una vez por todas mi tortura. Bueno, terminarla sabía que no era posible porque a Lenya lo tendría en mi corazón, pero al menos debía darle un cierre a esta historia sin final feliz.

Permanecí en el sofá sentada frente al ventanal con una taza de café entre las manos que fue quedando frío de a poco.

¿Qué haría sin esos besos que aunque no fueran por amor de parte de él, lograba hacer temblar todo mi cuerpo y encenderme? ¿Qué haría sin sus charlas en la cama después que teníamos sexo? Era tan inteligente que podía hablar horas y horas de cualquier cosa. ¿Qué harían mis ojos cuando no lo contemplaran con su camiseta marcando los pectorales y esos jeans caídos a la cadera caminando por la sala? ¿Y cuando mis manos ya no lo acariciaran? ¿Y cuando ya nunca más lo sintiera entrar en mí? ¿Qué iría a ser de mí?

Otra hembra lo había enamorado como yo no había podido hacerlo. Otra hembra lo tenía amarrado a su cuerpo aunque él había estado conviviendo aquí. Aquí… En este apartamento que no hacía mucho me atreví a soñar que se convertiría en un hogar. Pero no… Ya no sería un hogar, volvería a ser mi apartamento, mi lugar, mi rincón, pero no sería un hogar.

Sequé mis lágrimas al escuchar el ascensor. Lenya había dicho que llegaría a las siete y cuarto. Eran las nueve. No desconocía que debía quedarse en la mansión para presentarse en una reunión del hotel. Y esa tardanza me sirvió, me sirvió para comenzar mi plan…

Cuando escuché las llaves en la puerta mi mirada fue al águila bicéfala que adornaba la pared… Era una Gólubev, sacaría fuerzas de la nada y sería valiente y digna hasta el último segundo que pisaría esta tierra.


Lenya.

Cerré la puerta y dejé el bolso a un costado. Contemplé a Natasha de pie junto a la ventana con los brazos cruzados y actitud defensiva.

—Hola.

No respondió. Me miró furiosa.

—Sé que me atrasé pero te he mandado un mensaje.
—No ha llegado ningún mensaje –protestó—. Te esperé como idiota todo este tiempo.
—¡Qué quieres que haga! Que deje mis obligaciones por estar contigo.
—¿Obligaciones? ¿Piensas que soy tan idiota que no sé qué has estado con una hembra?
—Tú estás loca, ¿verdad? ¿Estás en esos días que necesitas descargarte y discutir?
—Eres un insolente Lenya Craig. ¿Quién te crees que eres?
—¿Yo? Un macho que tiene una vida aparte de vivir contigo.
—¿No digas? Y en esa vida, ¿cuántas hembras hay?
—Natasha, estoy cansado. Porque no te vas a cazar y me dejas en paz. Volverás como nueva.
—No te burles de mí. Sabes que engañas a todo el mundo. Eres muy hábil, pero conmigo no cuentes.
—¿Estás borracha? ¿Qué mierda te pasa?
—Me pasa que estoy cansada de tus infidelidades.
—¿Infidelidades? No me he acostado con nadie en todo el tiempo que hemos vivido juntos.
—No te creo.
—Es tu problema.
—No, también es el tuyo. No quiero que vivas bajo mi techo aprovechándote de mí.
—¡Loca de mierda! Yo no me aprovecho de ti. Tú elegiste vivir conmigo.
—Pero me cansé. Me cansé que no me des lo que me merezco. Soy una Golubev, querido. Merezco un macho a mis pies.
—Ahora sí que te saltó la térmica. ¿Quién crees que eres? ¿Una diosa del Olimpo, una diva de la tv? Es una suerte que demuestres que clase de hembra eres. Me largo a la mierda y metete en el culo tu lujoso apartamento.
—¡Vete de una vez! ¡Egocéntrico!
—¿Estás echándome?
—Por supuesto –sonrió—. Todo esto es mío. Aquí nada te pertenece.

Eso me dolió…

Corrí a la habitación y metí unas cuantas cosas más en mi bolso. Lo indispensable. El resto ya vería cuando lo recuperaría. No quería quedarme un segundo más al lado de esa loca celosa.

Atravesé la sala sin mirarla y abrí la puerta.

—¡Vete al infierno! –grité.

Caminé por el pasillo furioso. Llegué al ascensor y oprimí el botón.

Loca de mierda. Con razón con esa belleza había estado sola tanto tiempo…

Las puertas del ascensor se abrieron.

¡Qué escena de celos ridícula!

Entré al ascensor y oprimí el botón de planta baja. Imposible desmaterializarme con la rabia que sentía…

Celosa de mierda… Pero…

Celosa… ¿Natasha celosa? Tan segura de sí misma…

No… No podía ser.

Inmediatamente trabé con el pie las puertas que se cerraban y salí del ascensor. Me mantuve de pie, inmóvil en el pasillo…

¿Natasha celosa? Esta escena absurda… Esto estaba armado… ¡Sí! Esto no tenía pies ni cabeza…

Regresé al apartamento y cerré la puerta. Tiré el bolso a un costado y la miré.

Ella estaba sentada en el sofá con la vista clavada en la alfombra.

Levantó la vista y… Ya no tuve dudas de lo que sentía. No era rabia, ni furia, era dolor…

—¿No te fuiste? ¿Quieres una nota escrita para que entiendas?

La miré fijo.

—Si lees los pensamientos cuando miras a los ojos sabes porque regresé.

Me miró y una lágrima resbaló por su mejilla.

—¿Por qué me haces esto? No creo en la escena que has montado.
—Vete Lenya.
—Hablemos, por favor –rogué.

Negó con la cabeza.

—Por favor, no quiero irme así.
—Es necesario.
—No lo es. Yo… No estoy con Liz ni con nadie.

Sonrió con tristeza.

—Eso no significa que la hayas dejado de amar. No me mientas.
—Dije que lo intentaría, dame tiempo.
—No lo intentes más. Estás luchando con algo indestructible. La amas Lenya. La amas demasiado para estar con otra hembra y hacerla feliz. ¿Y sabes qué? –lloró—. Quiero ser feliz. Tengo derecho.
—Sí, lo sé. Claro que tienes derecho…
—Entonces vete. No hagas esto más difícil.

Me acerqué y su mano en el aire me detuvo.

—Por favor, no te acerques.
—Déjame abrazarte. Déjame explicarte que lo intenté –la emoción me embargó.

Ella negó con la cabeza nuevamente.

—Sé valiente como lo estoy siendo yo. Ve a buscarla y confiesa el amor que le tienes. No es tan amargo dejar el orgullo a un lado. Te lo digo yo –sollozó—, que lo he dejado por ti tantas veces.
—Natasha…
—Vete, por favor.
—No quiero dejarte así.
—Estaré bien. Pronto serás un recuerdo. Ahora déjame sola.

Al coger el bolso y cerrar la puerta el corazón se me estrujó. Es cierto, no la amaba y nunca la amaría como a Liz, pero sufrí por la impotencia de no poder hacer nada por ese dolor que no se merecía.




















11 comentarios:

  1. Hola cariño, qué capítulo más bonito e intenso, cuántas emociones y cuánto dolor en algunas, sí, pero igual hermoso todo porque es parte de la vida, ¿no? Liz y Lenya... espero que puedan estar juntos al fin, lo suyo es un sin vivir, y lo mismo digo de Douglas y Marin, que en lo personal como pareja me encantan, a ver qué pasa. Gracias de nuevo por este bonito capítulo.

    Un besote.

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    1. ¡Hola Clau! Estoy feliz que te haya gustado el capi. Lenya y Liz aparentemente no parecen tener escollos nuevos si es que logran sincerarse. No existen terceros que nublen su felicidad. Ellos se aman y deberán dejar de lado el orgullo. En cuanto a Marin y Douglas a mí me encanta esa pareja, aunque creo que mucha agua correrá bajo el puente por ahora entre ellos dos. Veremos querida amiga. Un beso enorme y gracias por comentar

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  2. Oh que triste por Drank para él es muy difícil su enfermedad, esta sufriendo y el ver que no se recupera ya esta cansado, muy triste al saber que ya no quiere vivir, que difícil situación hasta para la misma Liz que quiere que él luche y se recupera aunque ella misma sabe que no hay esperanzas con él uuff, y bueno veremos que pasa con Lenya y Liz, quiero saber que pasa en esa visita que le hizo a Liz y Natasha ella merece que alguien la ame y eso con Lenya no va a pasar, me gusto el capitulo Lou y también triste, gracias!

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    1. ¡Hola Lauri! Coincido contigo que es muy triste aunque... no puedo decir nada más. Sólo espero que confíes en mi pluma.
      Natasha... Pues yo creo que Natasha se merecería un valiente guerrero que caiga a sus pies, habrá que ver si lo encuentra.
      Muchas gracias cielo por comentar y te dejo un beso enorme.

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  3. Hola, Lou... La carta de Lenya llegó a su destino y Liz la lleva consigo ;-)
    No somos dueños de nuestros sueños, ni de lo que decimos mientras soñamos
    Drank ha oído que Liz nombra a Lenya... es lógico que sospeche que lo ama
    No sé si Drank se ha llegado a creer que Lenya es un vampiro... me parece que no
    Siento mucho que Drank decida dejar de luchar... quizás quiere partir para dejar libre a Liz
    Creo que Mijail y Sasha lo están pasando mal pero su problema se terminará solucionando
    Y Natasha está haciendo lo que debe hacer... yo también creo que en algún lugar su verdadera mitad está deseando encontrarla
    Me ha encantado el capítulo... aunque la parte de Drank ha sido muy dura... las malditas enfermedades lo son
    Besos

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    1. ¡Mi querida Mela! Espero que estés disfrutando tus días de vacaciones, algo así entendí que había fiestas esos días.
      Drank creo que no le es fácil creer lo que ha dicho Liz, ahora bien... si tuviera la oportunidad de estar frente a uno, ¿tú crees que sí?
      Tienes razón Mijaíl y Sasha se aman, ya se reconciliarán. Me alegro que te haya gustado el capi, amiga. Un besazo grande y gracias como siempre.

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  4. Uy ojla Liz y Lenya se arreglen aunque me dio penita Nathasha y Drank. Genial capítulo

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    1. ¡Hola amiga! A mí también no creas, pero ya verás que todo tiene su justo lugar. Paciencia... Ya me contarás que tal. Un besote grande y muchas gracias cielo.

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  5. Maravilloso Lou como siempre, terriblemente emotivo, deseando estoy sentir si sentir ese abrazo de Lenya y Liz. Que Natacha encuentre el amor de su vida. Estoy esperando un milagro para mi fantástico Drank. Por favor me muero de la angustia. Y Douglas que sufra un poco , bastante más por inmaduro, que Marin le haga sufrir lo que no está escrito. ¿ Soy muy mala? Y quiero también escenas de Sebastien y Bianca, todavía no se sabe gran cosa de la reconciliación. Y por supuesto esa reconciliación salvaje entre Mihail y Shasha jajajajaj. Excelente trabajo Lourdes.

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    1. ¡Mi querida amiga! Gracias por los halagos. ¿Un milagro para Drank? Algo se me ha cruzado... Hay que ver como sucedería... No sé no sé...
      ¿Me quieres ver sufrir a Douglas? Pobrecito. Es que sinceramente cuando se enamoró la primera vez no la ha pegado el pobre y ahora creo que tiene miedo de entregarse. Eso creo yo. Habrá que saber que piensa él. O mandarlo con Dimitri no sería mala idea jajajaja. Veremos mi niña, a ver si madura este cachorro.
      De Sebastien y Bianca nunca me olvido pero tu sabes el blog no es tan extenso y habrá que esperar el libro. Mijaíl y Sasha... Mmmm... ya vendrá también. Un besote cielo y gracias por comentar.

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