jueves, 19 de noviembre de 2015

¡Hola chicos!
Aquí dejo capi 44, boda e imagenes. El pastel es típico de Noruega, con anillos. Después la imagen del aeropuerto de Kirkenes. Así entran en escena y conocen algunas cosillas. Generalmente los datos que les cuento son reales. Sean barrios, costumbres, etc.
Un besote enorme y gracias por comentar en el blog.


Capítulo 44
Cerrando etapas.

Svetlana.
Caminando del brazo de mi padre hacia el altar edificado en madera resultado de la genialidad de Charles y Rodion, mis ojos se fijaron en el bello arco de flores de colores intensos que iban desde el fucsia, lila, y amarillo. El camino hacia el altar reflejaba la calidez y el romance. Aunque la idea de Bianca de limitar el sendero con velas encendidas no pudo realizarse debido a que perdía encanto por la ausencia de la noche, los pompones florales haciendo juego quedaron impecables. Los Craig habían sacado al parque el valioso piano de Sebastien y él mismo dejó volar su inspiración cuando sus dedos acariciaron las teclas en una suave melodía apenas comencé a caminar.
La piel de mis manos rozó la seda de mi vestido inmaculado, confección de Gisele. La tela, de raso italiano, tenía infinidad de perlas cocidas formando arabescos y pequeños brillantes bordados en el escote. El corsé ajustado hasta las caderas con encajes. La corona hacia juego con las piedras preciosas y de ella el tul caía perdiéndose en larga cola. Realmente me sentía una princesa.
Conté en un rápido vistazo el número de mesas con sus respectivos manteles blancos y arreglos florales en lila y amarillo. A pesar de haber bebido un par de medidas de vodka para envalentonarme y perder los nervios, idea de Scarlet, por supuesto, todavía podía ver claramente y contar del uno al veinte sin que mi lengua se trabara. No éramos muchos en cantidad, pero si había calidad. A mi boda no faltaría nadie de mis seres queridos y todos aquellos que me estimaban. Más allá de los Craig y los Gólubev, incluida mi fiel Gisele, asistieron dos vampiresas y un vampiro ruso, amigos de Iván y Dimitri. Muy pocos eran los vampiros nómades y sin familia y la idea de mi padre era seguir el objetivo de Sebastien y de Adrien en su momento. Era conveniente que aquellos vampiros solitarios que alguna vez se apartaron de su líder para vivir aventuras, y que conocían de memoria la regla imperativa de no descubrir nuestra raza, fueran de a poco adaptándose y formando grupos. Siempre sería más fácil contenerlos ante alguna contrariedad o rebeldía.
Nunca había ocurrido ningún hecho reprochable, pero uno nunca podría saberlo.
Yo había elegido la disposición de los invitados en cada mesa. El resto lo dejé al libre albedrío de mi sabia madre y Charles. Anthony y yo nos sentaríamos junto a mis padres y a los dueños de casa. Dicho sea de paso a Bianca el largo vestido negro con escote profundo en la espalda le quedaba bellísimo. Lucía pocas joyas, señal de delicadeza y sofisticación. En la mesa más cercana a la derecha se sentarían mis hermanos, del lado izquierdo a nosotros se ubicarían Scarlet, Lenya, Douglas, y Numa. Tan sólo a unos metros y en simetría Charles con su distinguido traje de etiqueta junto a Margaret vestida de azul marino, Rodion, y Ron con elegantes trajes claros. Frente a ellos en otra mesa, Rose, Sara, y Gisele, lucias vestidos de colores primaverales aunque muy glamorosos. Por último los tres vampiros, Olga, Ekaterina, y Boris también vestidos para la ocasión. Por lo que había indagado mi madre a Dimitri, los vampiros sabían cómo comportarse ante los humanos y habían logrado grandes avances pero cada cual en lo suyo y no tenían intenciones de formar un grupo familiar.
Bueno… Si a mí me hubieran preguntado hace poco tiempo atrás al margen de pertenecer por nacimiento y linaje al aquelarre de los Gólubev, nunca hubiera deseado formar una familia. Si mi Anthony no se hubiera enamorado de mí hubiera decidido vivir eternamente en París con Milenka, ningún macho estaría en mi objetivo aunque pasaran siglos.
Eché un vistazo a dos mesas que nadie ocuparía. Una de ellas, había sido reservada para los prestigiosos Sherpa, amigos de mi padre y de Sebastien. Lamentablemente a mis oídos llegó la triste noticia que no estarían pasando su mejor momento y no tendrían fuerzas para viajar desde la imponente Siberia. Era una pena, ya que mi padre siempre hablaba con gran cariño de Agni, su descendencia, y su guerrero poderoso… ¿Cómo se llamaba? Creo que Khatry o algo así. El sentimiento de tristeza brillaba por su ausencia si pensaba en los invitados de la mesa restante… los Huilliches, también ausentes.
Cierto que mi madre era la que había congeniado más con la hembra llamada Cahuel, cabeza del aquelarre, pero sus hijos… Mejor dicho, su maldita hija… ¡Ay si la tuviera entre mis manos le hubiera dado de trompadas! Imaginé la cara de mi madre si hubiera podido leer mis pensamientos, “¡Svetlana, por favor, eres una dama!” Menos mal que no leía pensamientos. Por supuesto Natasha sí… Eché un ojo a mi hermana mayor y me miró sonriendo aunque negó la cabeza desaprobando mi idea. Había sido ella quien me había informado del pasado de Anthony y la mugrosa engreída cuando por accidente leyó los pensamientos entre Sebastien y Anthony en una ocasión.
Imaginaba a la tal Vilú, que bien le venía el nombre de “serpiente”, con un ojo negro gracias a mis poderosos puños y la cabeza metida en la torta de boda de cinco pisos. Total… nadie la comería y era una cuestión formal… Aunque creo que Douglas y Marin podrían probar un trozo. Bueno mala suerte, ¡a comer otra cosa!
Una risa se escapó de mi boca y logró que mi padre me mirara asustado.
-Son los nervios –murmuré para tranquilizarlo.
La verdad que estaba nerviosa, sin embargo el motivo de mi risa había sido imaginar a esa cretina embadurnada de crema pastelera.
Volví a reír hasta que mi risa se apagó de un soplo para que una bella sonrisa de enamorada diera paso al ver el tremendo macho poderoso y elegante traje oscuro que esperaba ansioso mi llegada.
-¿Vamos muy lento, papá?
-No Svetlana, vamos muy bien, tranquila –contestó mi padre riendo para después fruncir el ceño preocupado-. ¿Svetlana, tú estás bien?
-¡Por supuesto!
Es que se hacía tan largo el caminito hasta llegar a mi amor.
Okay… Me sentía alegre por demás, producto del alcohol. Muy alegre…
Cuando divisé a mi niña en brazos de mi madre exclamé un efusivo, “¡Holaaa cariño! ¡Mamá se casará con papá!
Noté a mi madre sonreír yo diría que con tinte de desesperación. Pensaría que se me habría saltado un tornillo de la cabeza, pero nada de eso. El culpable era el Smirnoff, cosecha temprana que había bebido de golpe.
Faltando poco Iván se irguió en una postura clásica para decir las primeras palabras. Sentí el brazo de mi padre lentamente separarse de mi brazo y vi a Anthony acercarse a recibirme con una sonrisa amplia.
Por los infiernos que no me emocionara y llorara, por favor.
Por fin Anthony me tomó de la mano y enredó mi brazo al de él. La música cesó y Sebastien tomó el lugar cerca de su amada. Anthony, me guio hasta Iván y murmuró mirándome a los ojos…
-Te amaré toda la vida Svetlana.
Con orgullo de escuchar las palabras de mi macho pero aún con vestigios de la odiosa en mi pensamiento, exclamé…
-¡Nunca permitiré que te hagan daño Anthony, de lo contrario despedazaré a quien lo haga!
Ante mi frase inusual, impropia de alguien que acababa de recibir una confesión de amor tan espléndida. Anthony arqueó la ceja sorprendido y mi hermano clavó la vista en mí con gesto desorientado. El silencio de cada uno de los presentes reinó en el lugar interrumpido por un alegre trinar de no sé qué pájaro y el carraspeo seguramente de mi madre.
Rápidamente continué.
-¡También te amaré toda la vida, Anthony!
Tras el silencio sepulcral Scarlet gritó, ¡bravooo! Le siguió un aplauso muy motivado de Douglas y Numa. Calculaba que ellos también habían probado el vodka antes de tiempo.
Creo que el murmullo general fue inevitable. Acto seguido Iván inclinó la cabeza sonriente aunque todavía preocupado por mi exaltada actitud, dio comienzo a las palabras formales de la ceremonia.
Y el tiempo se hizo eterno… Aunque juro, escuché cada palabra.
Al finalizar el monólogo de mi teólogo hermano y el clásico, “puedes besar a la novia”, dirigido a mi flamante marido, el beso que le siguió fue vergonzoso. No por él por supuesto que como buen caballero se inclinó lentamente buscando con timidez mi boca. Boca que yo diría para ser exactos, lo absorbió, mi lengua actuó como tentáculo de pulpo, y mis brazos dejaron caer el ramito de flores lilas para enredarlo con mis brazos como si fuera una hiedra.
Hubo risas y carraspeos. Sin embargo a mí nada me importaba. Sólo tenía ganas de gritar, ¡Anthony es míooo!
Después que mi marido pudo componerse de semejante beso y escuchar los, “¡eeeeeh eeeeeh! Se inclinó para entregarme el ramito y sonriendo me abrazó.
Me fundí en sus brazos mientras los invitados se acercaban a saludarnos con gran alegría y entusiasmo.
Aunque estaba ocupada en abrazar a mi madre y mis hermanas pude escuchar la frase emotiva de Ron, mejor amigo de Anthony, “estoy muy feliz por ti hermano, te lo mereces”.
La fiesta transcurrió sin sobresaltos, aunque siempre dicen que en las bodas ocurren sucesos imprevistos. En mi boda no, mi boda fue perfecta.
En la era de tanto teléfono móvil no hubo minuto que no posáramos para la foto, pero apenas tuvimos oportunidad nos acercamos a Charles para agradecer la gentileza de prestarnos su casa cerca del mar de Barents, no muy lejos de allí, para nuestra fogosa luna de miel. Ansiaba quedarme con Anthony a solas sobre todo porque disfrutaría como mujer sin tener que estar pendiente de Milenka. Amaba a mi hija pero necesitaba vivir esa etapa de amantes que por cuestiones del destino no habíamos podido disfrutar.
También tuvimos algunos instantes para agradecer a Sebastien y a Bianca tanto cariño reflejado en los preparativos. La dama de los Craig estaba feliz aunque en alguna oportunidad la noté preocupada por una llamada que recibió. Con seguridad habría sido del hospital ya que en un momento determinado desapareció de la fiesta.

Marin y Douglas hicieron honor a los bocaditos y al pastel de bodas, kransekake, lamentablemente para nosotros los vampiros quedaba disfrutar las bebidas refrescantes y por qué no las mejores marcas de whisky y vodka.
El único inconveniente fue suspender el baile. La tormenta que tanto había amenazado se desató sobre Kirkenes y tuvimos que continuar la celebración en la sala de la mansión. Había menos espacio que en el parque pero eso no influyó en dejar de divertirnos, por el contrario, mis hermanos aferrados a una costumbre rusa no dejaron de instigarnos a que nos besáramos al grito de “¡gorko, gorko!” La acusación de  “amargo” clamada por los invitados era muy común en las bodas en Moscú. Por supuesto que Anthony no iba a dejar que lo acusaran y quedaran con esa imagen de él así que aprovechó cada ocasión para envolverme entre sus brazos y besarme apasionadamente. Y yo… sin ninguna resistencia.
Los vampiros rusos partieron apenas se escucharon los primeros truenos. Salvo Ekaterina, e imaginaba el porqué. En una oportunidad, ella y Douglas se veían acaramelados y dudaba que no fuera a pasar algo entre ellos. Creo que a Scarlet le disgustó. Supuse que la princesa de los Craig le hubiera gustado que su amiga humana terminara la fiesta junto a Douglas. Nadie me lo había confirmado y no leía los pensamientos, sin embargo hay hechos que uno por ser hembra detallista los deduce.
Al partir dejando mil recomendaciones a mi madre por Milenka, subimos al coche de Charles, quien nos llevó hacia nuestro ocasional nido de amor. Mis hermanos juntos a mi padre ataron ositos de peluche en la parte trasera fiel a otra de nuestras costumbres. Cuando una pareja de recién casados partía hacia la luna de miel, el colgar peluches de un color u otro significaba los deseos de que tuvieran una familia prolífera. En nuestro supuesto, Milenka era nuestro símbolo de unión así que el rosa predominó. Quien sabe si más adelante mi niña tendría un hermanito.
Al llegar a ese paraíso escondido entre las montañas y con vista al mar, Charles bajó nuestro equipaje aunque Anthony se adelantó ayudarlo. Se despidió con esa sonrisa amable que siempre solía mantener, yo creo que hasta los momentos difíciles. No imaginaba a Charles en un acto de descontrol.
Mientras admiraba la bella fachada del chalet mi marido me cogió en brazos y reí.
-Te amo Svetlana, ahora eres mía para siempre.
Sonreí y besé sus labios.
-Anthony, te amo. Siempre fui tuya. Desde el día que te vi por primera vez. Júrame que nunca dejarás de amarme.
-Lo juro, cariño.

Bianca.
Me aparté en un rincón del parque para poder escuchar mejor a Liz. Había llamado al móvil hacía un par de minutos y por la algarabía de alrededor debido al festejo de la boda y la voz entrecortada de mi prima, no distinguía palabra alguna de la comunicación.
Bajo un ciprés de raíces retorcidas, a un par decenas de metros de la fachada de la mansión, intenté reanudar la conversación.
-Liz, ¿estás bien? Dime qué ocurre, estoy preocupada.
Escuché un profundo suspiro que sonaba a agotamiento y cansancio.
“Bianca, necesito una importante suma de dinero. Yo…”
-Liz, habla un poco más fuerte.
“Necesito dinero para la medicina de Drank”.
-¿Dinero? Por supuesto, querida. Dime, ¿lo envío a tu nombre?
“Sí, no quiero que Drank se entere.”
-Tranquila Liz, ¿cómo está Drank?
-Bueno…... la est… al.
Mierda.
-Liz, aguarda. No entiendo. Aquí está por llover y se avecina una tormenta. ¿Tú escuchas bien?
“Sí. Dios…”
Caminé hacia un claro del parque recostándome en un árbol de castañas no muy alto.
-Liz, ¿me escuchas?
-Sí.
-Bien, quédate tranquila. Enviaré el dinero. No tienes cuenta bancaria, ¿verdad?
Escuché su risa enmascarando la desesperación.
“No tengo nada, sólo mi humanidad.”
-Tranquila, ten calma. Un giro común al correo de Drobak a tu nombre calculo tardará unas veinticuatro horas. Estoy en Kirkenes. Si fuera Oslo sería otra historia. Iría personalmente a llevarte el dinero a Drobak.
“Dios… ¿Veinticuatro horas? Necesito la medicina para mañana. Él… no puede esperar…”
Me desesperé.
-Aguarda, hablaré con Sebastien. Anthony partirá de luna de miel pero quizás Ron pueda llegar hasta allí y…
“No, no por favor. Es entre tú y yo. No quiero meter a los Craig en esto. ¡Promételo!
Respiré profundo.
-Liz, yo también soy una Craig, somos todos una familia.
“Pediré un préstamo, olvídalo. Aunque dudo que me lo den con mi sueldo.”
-¡Liz!
“Por favor, no quiero que nadie sienta lástima por Drank, no se lo merece.”
-No es lástima… Okay… Haremos una cosa.
“¿Qué?”
-Dime qué droga necesita, hablaré con Olaf y lo sacaré de la farmacia del hospital. No te preocupes. Será más rápido. Pagaré tu pasaje desde aquí, desde el aeropuerto de Kirkenes, con mi tarjeta de crédito. Tú sólo toma el primer vuelo desde Oslo.
“No quiero pisar la mansión, Bianca. Tú sabes el porqué.”
-Haré una escapada al aeropuerto. Trae las recetas  del doctor, de lo contrario puedes tener problemas al tomar el vuelo a Drobak. Tengo que cumplir una promesa y ayudar a investigar sobre un crimen… Estaré ocupada. Largo de contar y en este momento no es importante. Sólo haz lo que te digo. Ya mismo iré al hospital.
“Estás en una fiesta.”
-Eso tampoco importa, tranquila.
-Gracias… Bianca… Una cosa más…Yo… Necesito que Natasha me lleve la medicina al aeropuerto.”
-¿Natasha?
“Me urge hablar con ella.”
-Liz… ¿Por Lenya?
-No. No se trata de él. Ella es bioquímica, ¿verdad?
-Sí. En realidad es mucho más que eso pero si te refieres a si sabe del tema, sí. Dime… ¡Liz! ¿Me escuchas?
“Pierdo tu voz… ¡Diablos! ¡Me quedo sin crédito!”
-¡Liz! Okay… Tranquila, se lo diré. Escucha, te enviaré un mensaje de texto con los datos del vuelo y la hora. Te daré tiempo para que llegues a Oslo. ¿Tienes para el autobús?
“George me alcanzaría en la furgoneta, sé que no tendrá problema. Además no te asustes, no estoy en la ruina. Gracias Bianca.”
-¡Aguarda, no cortes! Marin dijo que viajaría la próxima semana. Quiere verte. Creo que le han dado permiso en el trabajo.
-Lo sé, ayer hablé con ella. No sabes cuánto espero que…”
-¡Liz! ¡Liz!
Diablos. La comunicación se había cortado. Debía apresurarme y conseguir la droga con el permiso de Olaf. En la cabeza rondaba la pregunta del millón. ¿Por qué querría Liz encontrarse con Natasha si no era para hablar de Lenya? ¿Qué tendría que ver que fuera bioquímica?
Zigzagueando entre los invitados, entre ellos algunas caras desconocidas que suponía eran vampiros errantes, parte de las amistades de Mijaíl en Rusia, conseguí llegar a la habitación y sacar de un cajón la tarjeta de crédito y marqué el número del aeropuerto sin perder tiempo.
Esperé ansiosa que atendieran la llamada mientras mi marido entraba a la habitación cerrando la puerta lentamente. Lo miré y guiñe un ojo sonriendo. Arqueó una ceja y metió sus manos en los bolsillos del pantalón esperando alguna explicación de mi misteriosa actitud. Evidentemente no me había perdido pisada durante la fiesta.
Estaba tan bello con su traje oscuro y su cabello castaño dorado. Aún no nos habíamos reconciliado después de mi gran hazaña y baile con los stripper, pero al menos se había dirigido a mí en las últimas horas con cierto ánimo de acercamiento.
-Señorita, buenas tardes –saludé a la empleada que respondió al llamado.
Buenas tardes, buenos días, buenas noches, en Kirkenes el sol no desaparecía en julio así que daba igual.
-Por favor necesito comprar un pasaje de Oslo a Kirkenes, con regreso a Oslo. Le dicto los datos de la persona que viajará. El primer vuelo que… ¿Disculpe? No, no… La persona viaja de Oslo a Kirkenes. No al revés… No soy yo. Exacto…
Sebastien caminó despacio hasta la cama y se sentó en actitud de descanso con las piernas entreabiertas sin apartar la mirada de mí.
Mis ojos borgoña apuntaron a su masculinidad, esa que extrañaba hace días debido a nuestra pelea. Sin embargo, a pesar que mi boca se hizo agua al imaginarlo entero y profundo hasta la garganta, tenía algo urgente que hacer. Ayudar a mi prima.
-Sí… Le diré los datos del pasajero, ¡ah! Perdón, ¿los datos de la tarjeta? Sí, entiendo…  Señorita, necesitaría que fuera para el primer vuelo de Oslo que tenga disponible, es urgente.
Aguardé inquieta. Caminé hacia la ventana pero a mitad de camino Sebastien me cerró el paso.
Nos miramos a los ojos y me tomó de la cintura.
-¿En qué andas, Bianca? ¿Me contarás?
Suspiré.
-Me han pedido que no lo divulgue… Sólo te diré que se trata de Liz.
-¡Cuánto secreto para con tu marido!
Bufé y rodee los ojos.
-Confía en mí.
-Siempre lo hago, aunque me molesta de todas formas.
-Sebastien, entiende que… ¡Ah! Sí… señorita la escucho.
Sebastien se alejó hacia la puerta y salió de la habitación ofendido. Partió con ese tesoro que tenía bajo sus pantalones y por como venía la mano cuando llegara el momento iba a hacerme rogar.
¡Qué oportuno los machos! Bien, después de esto tendría que remarla como una competencia mundial.

Natasha.

Llegué al aeropuerto de Kirkenes preguntándome una y otra vez por qué yo y sólo yo, debía entregarle este maldito paquete a mi única rival en la vida. ¿Bianca se había vuelto loca? Con todo respeto pero la dama de los Craig estaba mal de la cabeza o había entendido mal. ¿La detestable humana rubia quería verme? Le valía no comenzar con que Lenya era suyo y que volvería a luchar por él, etc. La competencia estaba hartándome por sus idas y venidas.
Muy adentro de mi corazón no ignoraba que Lenya seguía pensando en la humana, pero cada vez más a menudo pensaba que no sería imposible hacerlo olvidar de esa nefasta e inadecuada relación. ¿Quién mejor que yo para novia del heredero de los Craig? Sobre todo ahora que la rubia había abandonado la lucha.
¿La había abandonado?
Rodee los ojos mientras atravesaba el hall del aeropuerto hacia la sala de espera. El olor a humano invadió mi sentido del olfato. Los tacones finos de mis zapatos apenas se escucharon entre la multitud. Avancé por las claras baldosas recorriendo con la mirada las instalaciones en acero inoxidable y las mesas de informes de las distintas compañías aéreas. Desde las filas donde los pasajeros evacuaban sus preguntas o presentaban sus documentos, varios especímenes masculinos giraron la cabeza para contemplar mi andar y figura.
Lejos de interesarme por algún apuesto caballero y pestañear vanidosa, los ignoré.
Busqué a la susodicha con mis ojos privilegiados que aunque tuvieran las lentecillas tenían una visión mejor que cualquier mortal.
Observé hacia mi derecha entre los grupos de personas que conversaban animadamente quizás esperando la llegada de familiares o amigos. Maletas de varios colores y tamaños se veían diseminadas por los alrededores mientras sus dueños tomaban café o comían algún refrigerio. El altavoz anuncio la llegada de un vuelo que venía de Oslo. Bien… Por fin me sacaría la duda de este extraño encuentro y esperaba deshacerme de esta encomienda ridícula.
Tomé el pequeño paquete en mi mano derecha y lo sacudí con delicadeza…
¿Píldoras? ¿Grageas? ¿Qué diablos era lo que había dentro?
Me acerqué hacia las sogas azules que formaban un camino separando los pasajeros que pisaban suelo en Kirkenes y el resto del público. Dos chicos jugaron a mí alrededor empujándose entre ellos y riendo ante los gritos desesperados de sus padres.
¡Diablos, niños, que lata! Menos mal que no estaba en mis planes tener hijos.
Mi pensamiento se congeló y al instante el rostro de Lenya surgió en la mente.
¿Le gustaría tener niños a Lenya?
Sonreí casi sin pensarlo.
Sí, yo sería una de esas hembras que le gustaría tener descendencia sólo por ver rasgos similares de su amado en sus hijos… ¡A quién engañaba!  Los veneraría sólo por ser parte de Lenya. Por supuesto que no había estado en mis planes los niños, pero ahora nada era igual. Ahora…
El altavoz reiteró dos veces el aviso de la llegada del vuelo desde Oslo y anunció la partida de un vuelo a Moscú, mi tierra.
Respiré profundo. Los grandes cristales permitían ver el exterior nublado y lluvioso.
No me había dado cuenta pero a mi alrededor había muchas personas que aguardaban ver a los pasajeros recién llegados.

Odiaba la muchedumbre.
Me aparté unos metros. Desde allí vería a la famosa Liz recorrer el pasillo improvisado de migraciones. Mierda… ¿Para qué rayos quería verme?
La imagen de un bebé en mis brazos volvió a jugar con mi imaginación. A mi lado, Lenya sonreía orgulloso. “Cariño es hermoso, te amo tanto.”
Te amo tanto… ¿Me diría alguna vez esa frase que jamás había pensado que anhelaría de un macho?
Los pasajeros comenzaron a aparecer al principio del pasillo. Fueron acercándose hacia donde estábamos esperando… Por ahora, no veía a Liz.
Impaciente, me aparté antes de que quedara sorda por algunos gritos de alegría como, “¡aquí estamos John o bienvenida Clarise!” Y cosas por el estilo.
Observé distraída los tubos de luz del techo. La tormenta había oscurecido el día y si no hubieran estado encendidos era muy probable que no nos hubiéramos visto ni las caras. Por suerte la lluvia no perjudicó la celebración de la boda.
Sonreí.
Svetlana se veía feliz y radiante. ¡Qué suerte hermanita! Se lo merecía.
Cambié de posición apoyándome en el pie derecho y descansando el izquierdo que hasta ahora soportaba mi peso. ¡Diablos! ¿Cuánto más tardaría esta humana? ¿Qué quería de mí? Ah, pero si pensaba que iba a soportar esa arrogancia propia de ella y todos sus gestos de rabia, se equivocaba. Pensaba entregarle el paquete y girarme dejándola con la palabra en la boca. Estaba aquí por un pedido de Bianca Craig, sólo por eso. No iba a permitir que viniera con sus estupideces echándome en cara que Lenya estaba conmigo sólo porque ella lo había echado. ¡No lo iba a permitir!
De pronto mis ojos se clavaron en una silueta menuda de largo cabello rubio… ¿Era Liz? Enderecé mi postura, di dos o tres pasos poniendo atención en la pasajera que caminaba hacia el final de las sogas.
¿Era Liz? Pero… Sí, era ella.
Caminé lentamente a medida que mi mirada sondeaba el mínimo detalle.
¿Qué le había ocurrido?  ¿Le había pasado un tren por encima? ¿O fue partícipe de alguna guerra? Apreté los labios para no largar una carcajada. ¿Ella pensaba hablarme de Lenya? Ridícula.
Avancé hasta que quedé en la perspectiva de ella y supe que me había visto.
Sin ese “hola querida, bienvenida a Kirkenes”, que en otra ocasión y con diferentes sujetos sería normal, hice seña hacia la derecha para aguardar en la sala de espera.
Caminé hasta sentarme en una de las sillas de madera terciada y la esperé con el famoso paquete en mi falda.
Había cambiado mi atuendo de fiesta por sencillos jeans y camisa a rayas celestes muy finas. Opté por usar una chaqueta de mezclilla negra porque el clima en pleno verano  había dado un vuelco brusco y la tormenta había descendido la temperatura. Para mí no significaba frío aunque debía comportarme como humana.
Mientras cruzaba una pierna sobre otra y balanceaba impaciente mi zapato de charol, eché una mirada de reojo. Liz caminaba hacia mí con un andar apresurado y torpe para mi gusto.
Estaba delgada, se notaba demasiado. Lucía ojeras y parecía demacrada, ¿o sería el resplandor mortecino de los ventanales? Si a eso le sumábamos el reflejo de los tubos de luz… Sí podía ser la luz artificial…
Me puse de pie y pasé el paquete de mi mano izquierda a la mano derecha. Antes de que llegara a mí y a un par de metros, extendí el recado.
-Aquí tienes. Bianca dijo que debía traértelo yo porque deseabas hablar conmigo. No entiendo la razón y no encuentro sinceramente motivo para que tú y yo hablemos.
Me miró sorprendida ante tanta locuacidad.
Aguarden… ¿Estaba hablando demasiado? ¿Podría ser, maldita sea, que estuviera nerviosa ante una simple humana?
Las ojeras no eran efecto de la luz… Lucía… Mal.
Ella cogió el pequeño bolso que colgaba de su hombro y aceptó el paquete sin decir palabra.
¿Y bien? ¿Ahora qué venía?
Ella abrió el cierre de una de las reparticiones más pequeñas de su bolso  e intentó ponerlo en su interior. Aparentemente el paquete excedía en tamaño. Volvió a repetir la acción dentro de la repartición más grande y puso el paquete con un trémulo “gracias”. Antes de cerrar el bolso cogió algo de su interior y lo encerró en su puño.
Mis ojos se clavaron en el objeto.
Me miró dudando.
-¿Podrías hacerme un favor? -dijo casi en un susurro.
-¿Qué es eso?
Abrió la palma de la mano y lo exhibió.
Vi un frasco tapado por un corcho conteniendo un líquido verdoso.
-¿Qué es eso? –volví a preguntar mientras lo cogía entre mis dedos y lo analizaba a simple vista.
-Sé que eres bioquímica y conoces mucho de compuesto y esas cosas. Yo… Necesito saber que contiene ese líquido.
Arquee una ceja y la miré seria.
-No entiendo nada. Recurriste a mí con lo difícil que debe ser pedirme un favor, ¿no es cierto? ¿Todo por saber que tiene el frasco? Explícamelo todo. De lo contrario no habrá favor.
Noté que sus hombros se elevaban por la respiración en un gesto de cansancio. Echó una mirada a las sillas ubicadas cerca de nosotras y murmuró.
-Okay, sentémonos.
La seguí y pude contemplar otra perspectiva de su cuerpo delgado… Su cintura era estrecha, más de lo que la recordaba. Piernas delgadas a través de los jeans holgados… ¿Cuántos kilos habría bajado?
Apenas nos sentamos ella colocó el bolso en su falda. Creo que no por comodidad. Me dio la sensación que debía tener frío con esa camiseta blanca, y el bolso en parte actuaba de barrera.
Ella era muy inteligente, lo admito, enseguida notó mi inspección.
-Salí apresurada. No traje abrigo y no pensé que hacía frío en Kirkenes.
-Sí… La tormenta y el cambio climático nos sorprendieron a todos…. Tienes piel de gallina.
-Sí. De todas formas supongo que el avión de regreso lo anunciarán de un momento a otro.
Como a pedir de boca el altavoz anunció la partida del vuelo a Oslo aproximadamente en una hora.
-Bueno… Tendré que esperar.
-Cuéntame, ¿por qué es tan importante saber el contenido del frasco y de dónde lo has sacado?
-Mi amigo está padeciendo una enfermedad grave. Yo… En realidad seguimos las indicaciones del doctor, sin embargo ante nuestra desesperación he acudido a un especialista en homeopatía, medicina natural.
-Ajá…
-Muchos pacientes dicen que les sienta bien. Bueno… Conseguí una entrevista y me decidí por comprar el compuesto. Mi amigo aún no lo ha probado. Quiero estar segura de lo que beberá.
-¿Drank?
Me miró con gesto curioso.
-¿Bianca te lo dijo?
-No.
Su mirada se clavó en la mía como esperando una respuesta más amplia.
-Leo el pensamiento de los vampiros.
Creo que mi frase al principio la desorientó, poco a poco cayó en la cuenta. Leer los pensamientos de Lenya implicaba que en algún momento “nuestro macho”, por decirlo de alguna forma, hubiera dejado escapar el nombre de su amigo.
Bajé la vista hacia el líquido verdoso y lo di vuelta entre mis dedos.
-¿Pagaste mucho por esto?
-Pude ahorrar de mi sueldo y vendí flores de mi jardín en la feria. Los turistas les gustan mucho las flores naturales de Drobak.
-Sí… Pagaste mucho.
Encogió sus hombros como restando importancia.
-Quiero que mi amigo se cure, a cualquier precio.
-Entiendo.
Observé con disimulo sus delicadas manos y huesudas muñecas… Parecía tan frágil, tan endeble. Sin embargo, no debía llevarme por las apariencias, no tenía que conocerla demasiado para saber que encontrarse en una situación extrema y sola, lejos de una familia, debía convertirla en una mujer poderosa.
El silencio reinó entre las dos a pesar que alrededor muchas personas continuaban con su vida. Caminando, bebiendo, comiendo, hablando…
Guardé el frasco pequeño en el bolsillo trasero de mis jean y di un vistazo alrededor.
Frente a nosotras los grandes cristales comenzaban a salpicarse por una nueva lluvia. Ambas miramos al exterior teñido de tantos grises. A lo lejos y a escasa altura, un avión se elevaba lentamente abriéndose espacio en el cielo encapotado.
-Espero que mi avión despegue –susurró-. Debo regresar cuanto antes.
-Sí. No hay viento.
¿Qué hacía sentada sin poder ponerme de pie, despedirla fríamente, y desaparecer de aquella escena que tanto me dolía?
-Deberías irte… Deben preguntarse dónde te habrás metido.
Sonreí por no llorar. Sin poder mirarla a los ojos, sintiendo la hiel subiendo por  mi garganta, contesté…
-No te preocupes, nadie notará mi ausencia. Nadie.
Noté la mirada sobre mí y el silencio, ese silencio que cortaba como cuchillo y hería como el acero filoso.
-Bueno, quizás alguien de mi familia se pregunte dónde estoy. Pero Bianca les dirá.
Sí… Reconocer el desamor de un macho no era nada fácil. Yo que nunca había pasado por ello, me odié. Me odié por haberme enamorado del vampiro equivocado.
Hubo más silencio, no sé por cuanto tiempo. Cortado a veces por algún comentario sobre la boda de mi hermana y Anthony. Nada importante.
Me animé a preguntar sobre la situación de su amigo. Ella al principio un poco reticente, después fue confesándome la gravedad de la situación. Pensé que no sabría si yo  en su lugar sería capaz de hacer tanto sacrificio por un amigo, y en el fondo de mi corazón, la admiré.
No me había equivocado. Jamás encontraría en el mundo una rival a su altura.
Cuando finalmente el altavoz anunció el vuelo a Oslo, me puse de pie. Ella me imitó.
-Adiós, prometo tener los resultados cuanto antes –confirmé.
Colgó su bolso del hombro y me dio las gracias con sincera gratitud.
Con un movimiento rápido y sin darle tiempo a protestar quité mi chaqueta y se la ofrecí.
Me miró con gesto confuso.
-No la necesito, lo sabes. Tú sí.
-Gracias.
Antes de girar y alejarse, a través de una de las vidrieras, nuestras imágenes se reflejaron. Mi cuerpo bien dotado y escultural de casi metro ochenta capaz de hacer sentir orgullosa a cualquier fémina y por el que cualquier humana vendería su alma al mismo diablo, no me hizo sentir vanidosa como tantas veces. Quizás… porque a mi lado tenía una ser que aunque luciera delgada y frágil lucharía por la vida de su amigo… y era capaz de hacer temblar hasta la última molécula del deseado hijo menor de Adrien Craig.
Supe casi sin querer, que algo en ella había cambiado. No hubiera asegurado que su renuncia a Lenya era eminente, pero noté un cierto cansancio en cuanto a nuestra rivalidad. Lo triste que a pesar de todo, lejos de ser una buena noticia, sentí que no había ganado la batalla. Que la guerra por tener el corazón de Lenya Craig nunca sería parte de mi triunfo aunque hiciera lo imposible.
Sin entender el porqué, yo… que era tan segura de mí misma, tuve unos deseos enormes de ponerme a llorar.

11 comentarios:

  1. Hola cariño, cuánto he disfrutado de este capítulo, ¡al fin la boda! Y no solo eso, que ha sido hermoso y emotivo, sino todo lo relacionado con Liz y Natasha, un encuentro muy intenso el suyo, es más lo que se sintió, lo que se sabe que estaba allí, que lo que se dijo y eso me encantó. Mil gracias por compartir tu preciosa historia.

    Besos.

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    1. ¡Hola corazón! Es verdad, por fin la boda!!
      En cuanto a Liz y Natasha en doloroso la situación de ambas aunque las situaciones no puedan compararse. Ojalá salgan bien paradas de lo que les toca vivir. Un besote enorme y gracias por pasarte por aquí siempre.

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  2. Me gustó la boda estuvo de los más linda!!!!!
    Liz esta muy mal por Drank se nota que él no está nada bien que triste, también me había dejado con la intriga de porque Liz quería hablar con Natasha y ya sabemos porque, me gustaría que él se salvará!
    Super bueno el capitulo gracias Lou!

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    1. ¡Hola Lau! ¡Qué suerte te ha gustado la boda! Me alegro mucho. En cuanto al frasco que entrega Liz a Natasha veremos que dice ella al analizarlo. Gracias a ti por leerme siempre. Un besote enorme.

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  3. Hola, Lou... La boda de Anthony y Svetlana me ha encantado... y es que siempre es precioso que triunfe el amor
    Svetlana estaba guapísima... normal que se sintiera una princesa
    Y todos los invitados estaban muy elegantes
    Me ha hecho gracia imaginar a Vilú embadurnada con crema pastelera ;-)
    Liz está muy desmejorada... sin duda se debe al sufrimiento por Drank
    Creo que Natasha se ha portado bien y ayudará a Liz
    Un precioso capítulo... ojalá la felicidad de los recién casados dure siempre
    Ha sido un placer leerte
    Besos

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    1. ¡Hola Mela! Es cierto, es bueno que triunfe el amor. Habra que ver si Svetlana tiene oportunidad de vengarse por el dolor causado a Anthony, esperaremos, los Craig nos dan sorpresas.
      Liz está pasandola muy mal, yo creo que siempre hay recompensa cuando se lucha... y más no diré, tu sabes, sería un spoiler y no quedaría bien. Natasha tiene buena entraña aunque el destino la enfrenta a una rival sinigual. Espero que te guste como irán desenvolviendose las cosas, desde ya como siempre gracias por tu apoyo. Un besazo.

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  4. Me encanto la boda fue muy dulce y me dio mucha pena Natasha porque su amor por Lenya nunca será correspondido y ella lo sabe. Genial capitulo te mando un beso y te me cuidas mucho

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    1. ¡Hola Citu! Cierto, Lenya amará a Liz por siempre. Natasha debe aprender a vivir con ello, o quizás le llegue su principe azul, eso no lo sabemos... bueno, la autora sí, jejeje. Un besote grande nena y cuídate mucho.

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  5. Hola mi escritora favorita. Que te voy a decir yo que no sepas ya. MARAVILLOSO el capi, una boda perfecta y chispeante jejej. El encuentro entre Liz y Natasha emotivo y especial, mucho. La novia preciosa con ese vestido maravilloso, una imagen muy linda y la tarta super original.
    Querida amiga eres muyyyy grande. Podrías haber puesto una imagen del guapísimo novio.
    Y me encantaría ver en el blog a Vikingo , Gregorii e Iván.Anda pon fotos. besotes corazón.

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  6. ¡Hola Anabel! Muchas gracias como siempre por acompañarme. El encuentro entre Liz y Natasha fue emotivo, sí. Me ha encantado estar entre ellas dos. La novia hermosa y radiante de felicidad, no es para menos. Imágenes a veces las debo por subir el capi desde la compu del trabajo, es por eso que no tengo imágenes en ese momento.
    Muchas gracias nuevamente y me alegro que disfrutes amiga.

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  7. me dejas sin palabras y rodeado de tantas bellezas, me están dando ganas de trasladarme a los límites de tu imaginación,,,saludos

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