jueves, 29 de octubre de 2015

Capítulo 41
Travesuras.  (Segunda parte.)

Douglas.
Estacioné la moto frente al hotel Thon y esperé que bajara Marín del asiento de atrás. Estaba impaciente porque me dijera algo de esa despedida de soltera tan oculta, pero ella ni palabra. Durante el viaje comprendí que se tornaba difícil entablar una charla por la incomodidad de estar ella a mis espaldas pero aun cuando bajó en plena acera sus labios se movieron sólo para darme un “muchas gracias, Douglas” y nada más.
La observé alejarse hacia las puertas del hotel con su pelo largo y rubio al viento y ese bendito vestido negro entallado que le marcaba todas sus formas. ¿No era muy corto? Para mi gusto si… Tenía un trasero redondo y respingado. ¿Dónde estaba yo que nunca se lo había visto? Ah sí… Recogiendo migajas de Clelia.
Por segundos me imaginé tomándola por atrás. Apoyando toda mi masculinidad en ese culo perfecto… Mierda… Resoplé. Estaba poniéndome duro y en plena calle.
Sin pensarlo, silbé para llamar su atención y con su pequeño bolso colgado al hombro giró lentamente y me miró sorprendida.
Sonreí.
Se había puesto en segundos colorada por la vergüenza. Cierto, los transeúntes la observaron caminar hacia mí con ese andar descuidado pero a la vez tan femenino.
Llegó hasta mí y golpeó mi hombro.
-¡Douglas! No silbes como si fuera un perro. La gente que caminaba por la acera me ha mirado. ¿Qué quieres?
-No recuerdo si me has dado las “gracias”.
Sonrió.
-Sí. Te las he dado. Además te recuerdo que tú insististe en pasarme a buscar para dejarme en la puerta del Thon. Hubiera podido llegar en taxi.
La miré a los ojos… Celestes casi azul… Sí, su hermana los tenía más verdosos. Pestañas rubicundas y largas… Nariz pequeña y perfecta. Labios delicados como una princesa. Su cuerpo se veía tan trémulo y frágil como una libélula. Aunque sus pechos se notaban llenos y turgentes bajo el escote, la cintura pequeña parecía que podía quebrarse en cualquier momento.
-¿Y bien? -preguntó mientras yo terminaba de recorrerla con los ojos y ella acomodaba un mechón tras la oreja.
Me moví en la moto sentándome más cómodo y miré hacia adelante obviando esa mirada a mi costado entre tímida y atrevida que estaba regalándome. Ella también me miraba, estaba seguro. Aferré mis manos alrededor del manubrio y carraspee.
-Bueno, yo… pensé que por lo menos un beso me merecía.
La miré y guiñe un ojo.
El color punzó se adueñó de sus mejillas y entreabrió los labios sensuales de una forma inocente.
Miré su boca fijamente por unos segundos…
¿La besaba antes que me diera permiso? ¿Y si se enojaba?
-¿En la mejilla? –susurró apenas.
La miré a los ojos… después su boca…
-No. Quiero un beso en la boca.
Se movió inquieta acomodó su bolso nerviosa y creo que se alejó dos pasos hacia atrás. Estábamos en la mitad de una calle transitada pero a mí la verdad que no me importaba demasiado. Por primera vez en tanto tiempo sentía ese cosquilleo delicioso en mi estómago antes de dar un beso.
Miró alrededor para después fijar sus bellos ojos en los míos.
-Douglas, nosotros no somos novios como para darnos un beso en plena calle, a no ser que quieras serlo.
Oh oh… No… La verdad que no estaba tan seguro para empezar una relación seria y formal con ella.
-Yo creo que nos conocemos lo suficiente. Si mal no recuerdo… Ya nos hemos besado en la mansión, ¿recuerdas? –aseguré para escapar por la tangente.
-Sí… Recuerdo… Me arrinconaste. En realidad… como ahora.
Mi mano la rodeó por la cintura y la acerqué hasta que nuestros rostros quedaron muy cerca.
-Por favor, dame un beso –supliqué.
Al sentir su piel tibia bajo la fina dela del vestido mis hormonas de lobo se alteraron. No esperé más una estúpida contestación. La acerqué hasta pegarla al costado de mi cuerpo. Su frágil cuerpo quedó apoyado a lo largo de mi pierna y eso me encendió más.
No deseaba ser el novio de nadie pero ganas no me faltaban de tirar la moto a un lado y llevarla en brazos hasta una de las habitaciones del hotel. Imaginé en segundos mientras inclinaba el rostro y buscaba sus labios con mi boca, las mil formas de desgarrarle ese vestido y tirarla en la cama para una vez desnudo subirme arriba de ella.
Mi lengua hurgó en su boca húmeda y cálida a medida que soñaba hundirme en ella una y otra vez hasta estallar de placer.
Gemí desde el fondo de mi pecho y creo que se asustó. Habría pensado que iba a hacerla mía ahí mismo sin consideración a los presentes. Yo… tenía mis dudas si lo hubiera hecho. Por suerte ella se apartó sofocada con las mejillas arreboladas y la respiración jadeante.
Las palmas de sus manos sudorosas a la altura de mi pecho empujaron suavemente. Por supuesto que si hubiera deseado no hubiera podido despegarme de ella debido a mí fuerza superior. Tampoco deseaba obligarla a nada. Era sabido que Marin no quería una relación ocasional como la que podía ofrecerle. Bueno… Mala suerte.
-¿No quieres iniciar conmigo una relación seria? –preguntó angustiada.
¿Sería posible que todas las hembras querían lo mismo?
Negué con la cabeza a medida que ella se apartaba.
-Escucha Marin. No podemos estar seguros si nos llevaríamos bien, si llegaríamos a estar enamorados y…
-¡No! –interrumpió-. ¡Habla por ti! Yo sí estoy segura de lo que quiero para mi vida.
-¿A mí? ¿Estás tan segura que me quieres a mí para toda la vida?
-No, a ti no. Quiero un hombre a mi lado que no tenga miedo amar y perder. Que cuando llegue el momento de jugarse por amor lo haga sin medir tantas consecuencias. No… Evidentemente a ti no te quiero a mi lado.
Apenas giró sobre sus talones, furioso di arranque a la moto. Segundos antes de tomar la avenida y perderme hacia la ruta que llevaba a la mansión, observé dos hombres corpulentos entrar al hotel de mi padre. Uno vestido de ejecutivo, muy elegante. El otro vestido de obrero con ropa de trabajo.
Fruncí el ceño cuando vi a través de los vidrios a Bianca salir de la recepción para saludarlos con cortesía.
Mmmm…. Aquí había gato encerrado.
………………………………………………………………………………………………
Cuando abrí la puerta de la mansión la sala era un caos. Mis ojos recorrieron con desesperación rostros atormentados y cuerpos corriendo de un lado a otro con… ¿Un bebé?
Oh siii, Milenka parecía estar dando trabajo.
Caminé meticuloso para no llevarme algún pobre diablo por delante hasta llegar airoso a sentarme en el sofá. Frente a mí, Charles encendía un puro y se recostaba en el respaldo cerrando los ojos.
-Calma Douglas, esta pesadilla pasará.
Arquee la ceja y contesté irónico.
-Estoy tranquilo, los que están nerviosos y enloquecidos son todos ustedes.
Se incorporó sentado derecho y frunció el ceño aspirando el humo.
-¡Cierto! ¿Por qué no te pones a ayudar al resto para hacer dormir a la bebé?
-¿Qué? ¿Por qué no te pones tú?
-¿Y qué crees que he estado haciendo hace media hora?
-Bueh, por lo que veo no lo has logrado. La niña sigue llorando. La escucho desde aquí.
-¡Qué gracioso! ¡Inténtalo tú!
-¿Yo por qué? No sé nada de bebés, ni quiero saber. ¡Qué lo haga el padre! Por cierto, ¿dónde está Anthony?
-En la cocina paseándola en brazos para calmarla.
-¡Douglas! ¡Hijo! ¡Ven ayúdame, con la tina de baño!
-Giré para ver a mi padre por la escalera cargando una tina de baño para bebé al parecer con agua adentro.
-¡Pero papá!
Me puse de pie y lo alcancé a mitad de camino.
-Dámela, ¿dónde quieres llevar la tina?
-A la cocina, ¡no! Tú abre la puerta, ¡pronto hijo que se enfría el agua!
-Pero… Pero papá, ¿por qué bañarla en la cocina y no en el baño o en la habitación?
-Hace frío para la niña, Douglas. Es muy pequeña. Hemos encendido las hornallas para que esté cálido para bañarla. ¡Vamos, abre la puerta de la cocina para que pueda pasar!
-Papá, esto es un lío muy grande, por todos los infiernos.
-¡Encontreeee! –un grito de entusiasmo para mi ver demasiado escandaloso surgió a mis espaldas-. ¡Encontré el patito de hule! ¡Ahora sí no llorará al bañarse!
Giré mi cabeza una vez que mi padre atravesó la entrada a la cocina para ver a mi tío Lenya bajando los escalones de la sala con un puto patito amartillo que seguramente haría “cua cua”.
Arquee la ceja y me hice a un lado antes que me llevara por delante. Entró a la cocina y lo seguí. Ahora sí… El cuadro perfecto del apocalipsis…
Anthony tenía la bebé en brazos envuelta en una toalla rosa y la sacudía como si fuera una coctelera. Por supuesto Milenka gritaba a todo pulmón sin escuchar la nana que le cantaba Ron con una voz horrible y bailando como si fuera un títere para llamar su atención.
Diablos…
Numa estaba empapado de pies a cabeza. Al parecer habría querido ayudar con el baño anterior, el cual evidentemente no había dado resultado.
-¿Qué ocurrió? –pregunté, contemplando con inquietud como Rodion apilaba en la encimera la ropita limpia que supuestamente vestiría la niña… Eso sí lograban bañarla.
-¡No lo ves Douglas! –protestó mi padre-. ¡Intentamos bañar la niña!
-¿Ya no la han bañado? Por lo que veo Numa está empapado.
Numa sonrió de lado.
-No querido sabelotodo. Mientras tú estabas mostrando tus bíceps a la bella de Marin nosotros intentábamos bañarla en la pileta de la cocina para no tener que traer la tina hasta aquí.
Reí.
-Por lo visto la pileta donde lavan la vajilla no le ha gustado.
-Calla, yo creo que no le gusta bañarse en ningún lado- protestó Lenya.
-Oyee, ¿estás diciendo que mi hija es sucia? –dijo Anthony.
-¡Por favor! –gritó mi padre- dejen de perder el tiempo y que alguien pruebe si el agua está templada. No sé mucho de esto, ya lo olvidé.
-¡Yo lo hago! –exclamó Anthony-. No quiero que mi hija queme su delicada piel.
-Yo lo hago Anthony, tú tirarás la niña al agua –aseguró Ron corriendo a introducir la mano en el agua.
Charles abrió la puerta de la cocina y nos contempló.
-¿Todavía no se calmó ese monstruo?
-¡Así no es, Ron! –gritó Rodion.
-¿Cómo mierda quieres que pruebe el agua? ¿Con la lengua, tonto?
-Es con el dorso de la mano –ordenó Rodion.
-Uuuuy miren Rodion, ¡cuánto sabe! –bromee.
-En poco tendrá que saber mucho más –dijo mi tío y metió el patito en el agua.
¿Rodion iba a ser padre? Vayaaaaaaaaa...
-¿Tío Lenya, qué has querido decir? –preguntó Numa.
-¡El agua está perfecta! –gritó Ron.
-Numa no te quedes ahí por favor, trae una toalla limpia y seca –ordenó mi padre que para dar directivas era mandado a hacer.
-Papá, Anthony tiene toalla, ¿no sirve? –protestó.
-¡Claro qué no! Está húmeda. La niña enfermará. Rápido Anthony métela al agua.
-¿Puedo colaborar en algo? –preguntó Charles, entrando a la cocina con un leve terror en el rostro de que alguien le dijera que “sí”.
-¡Yo pondré el jabón al agua! –exclamó Ron tratando de ayudar.
Se acercó a la tina que habían depositado en la amplia encimera. Anthony sumergió a la niña y la sentó usando uno de sus brazos ya que la bebé era muy pequeña para sentarse sola de forma erguida. El grito de llanto que salió de su garganta fue tal que se habrá escuchado en las cumbres de mi abuelo. ¿A ningún bebé le gustaría el baño?
Mientras Milenka temblaba la barbilla por el llanto y su padre estaba a punto de arrepentirse de bañarla, alegando un desesperado, “¿y si la bañamos la semana que viene?”, Lenya comenzó a jugar con el patito de hule para llamarle la atención pero con tan mala suerte que la niña empezó a patalear salpicando a diestra y siniestra y mi tío terminó empapado de pie a cabeza. Sí… Igual que Numa.
Sonreí con disimulo. Si lo hacía abiertamente todos irían a pegarme una paliza ya que el horno no estaba para bollos.
Observé como Ron volcaba en el agua de la tina parte del contenido de un recipiente de colores vivos. El agua fue tiñéndose de verde y la superficie llenándose de pequeñas y grandes burbujas.
-Perdón –me animé a decir-, ¿eso es jabón?
-¡Obvio Douglas! –protestó Ron, realmente alterado por los gritos de la niña.-. ¡Qué pregunta más tonta!
-Pero… -insisití-. ¿No es mucha cantidad para la tina?
-¡Douglas tú qué sabes de esto! –exclamó mi padre sacando un biberón de la nevera.
-¿Estás nervioso, papá? –pregunté.
-En absoluto Douglas, ¡estoy colaborando, cuestión que tú ni lo intentas!
-¿Qué quieres que haga? Son muchas manos sobre la niña. ¿Por qué no llaman a Svetlana y le preguntan cómo hace ella para bañarla?
-¡No! –exclamó Anthony-. ¿Para que piense que soy un padre inútil?
-No creo que piense en ello, Anthony. Sobre todo en este momento de su despedida… Creo que las chicas se divertirán a lo grande con ese par de… -sonreí.
Mi padre avanzó atravesando la cocina hasta llegar a mí con el biberón bajo el brazo.
-¿Con ese par de qué, Douglas?
.-Bueno… Supongo que serán strippers.
-¿Qué dices? ¡Estás loco!
-No, no estoy loco y ya no soy ciego. Vi entrar dos tipos como quien dice disfrazados.
-¡Calma Sebastien! –aconsejó Charles cruzándose de brazos-. Tranquilamente pueden ser dos clientes del hotel que llegaron para hospedarse.
Arquee la ceja.
-Mmm… creo que no. De hecho Bianca los recibió y los saludó cortésmente.
-¡Voy al hotel ya mismo! –gritó mi padre.
-Te acompaño –dijo Lenya al verlo tan nervioso y enojado. Por supuesto Charles también se les sumo.
Anthony sonrió.
-No sean inseguros. Las chicas están divirtiéndose. No lo veo tan trágico.
-Señor “seguridad” yo sí iré a ver qué diablos hace mi esposa –protestó Sebastien entregando el biberón a Numa.
-¿Y yo qué hago con esto?
-Calienta la leche para la bebé y no la hagas esperar.
Los tres partieron dejando a cinco machos con el monstruo de la tina de apenas mes y medio.

Bianca.
El hotel era muy lujoso y aunque ya había pisado varias veces, no como dueña sino como un cliente más, siempre me fascinaba. Cuando atravesé el hall mis ojos se fijaron en un lugar específico del salón central. No muy lejos de la mesa de recepción, unos sofás muy confortables hicieron que recordara aquella vez que Sebastien me había traído para reconciliarse conmigo.
Yo… con toda la intención de partir para siempre de esta ciudad, pero con todas las ganas dentro de mí de quedarme junto a mi Dios de Kirkenes. Y él supo que yo era para él. Aunque me enojara o me sintiera no amada. Él adivinó que mi vida sería un desastre sin amor, sin su amor.
Sonreí.
-Bianca, ¿es por aquí? –preguntó Scarlet junto al resto de las chicas.
Inmediatamente el mismísimo gerente surgió entre las columnas del mármol y avanzó hacia nosotras que aguardábamos de pie cerca de la mesa de recepción.
-Señora Craig, buenas noches –acomodó la solapa de su chaqueta azul e inclinó la cabeza en señal de saludo.
-Buenas noches… -miré rápidamente el nombre que exhibía en su distintivo prendido bajo la solapa-. Señor Bergman.
Era alto y delgado. De piel blanca, labios finos, y ojos claros muy pequeños. Su posición tan erguida causaba un poco de gracia. Cabello castaño muy corto y peinado con gel. Por momentos me hacía recordar al mayordomo de “Los aristogatos”.
-Por favor llámeme George. Imaginé que usted era la esposa del señor Craig ya que él ha dicho que tiene una mujer muy bella.
-George, encantada. Gracias. Es usted todo un caballero.
-Un placer que quiera utilizar las instalaciones. Ya hemos acondicionado todo para la recepción de la despedida de…
-De soltera.
-Oh sí, de soltera. Las bebidas están a su disposición en la sala que reservó aunque los bocadillos no entendí muy bien, disculpe… ¿dijo que no deseaba ni siquiera canapés?
-Así es George, sólo bebidas.
-Si me permite, son bebidas fuertes y sin nada en el estómago podría ocasionarles…
Lo interrumpí. Ya estaba impacientándome que se deshiciera en halagos y consideraciones.
-No se preocupe, hemos cenado.
-Oh muy bien, entonces… Acompáñenme por favor.
Apenas entramos, todas, me incluyo, observamos el bello salón que aunque no era demasiado amplio para el fin bastaba y sobraba. Estaba alfombrado en moquete burdeos y el empapelado lucía un color muy similar a la mantequilla. En la pared derecha, un cuadro de dimensiones importantes reflejaba la típica noche invernal de Kirkenes. Unas montañas nevadas y el cielo profundo atravesado por la famosa aurora boreal. En la pared izquierda, seis cuadros más pequeños mostraban en serie distintas facetas de un esquiador bajando por las blancas laderas.
-¡Me gusta Bianca! –exclamó Svetlana mientras se ubicaba en una confortable silla alrededor de la gran mesa ovalada.
Sobre la mesa casi al centro, distintas botellas de vodka, coñac, y jugo de arándanos. En los extremos dos cubos con hielo y cuatro botellas de champagne. Repartido sobre el mantel burdeos las finas copas y vasos labrados. Cada veinte centímetros unos bonitos servilleteros adornaban y daban un toque más sofisticado aún.
Las chicas fueron ubicándose con una alegría inusual. No habíamos tenido oportunidad de reunirnos y divertirnos desde aquella vez que improvisamos una reunión de hembras sin machos. Por supuesto esta era además una ocasión especial. Una de nosotras dejaría la amada soltería para dedicarse a un solo macho de por vida…. Bueno mencionarlo así sonaba a muerte en vida, pero no… Nada más lejos de ser un matrimonio si estabas enamorada.
El reloj marcó las nueve en punto ya había tomado suficiente y las chicas también, con la diferencia que tuve la loca idea de probar un champagne que nos ofreció el gerente del hotel y que debí saber de antemano que jamás tenías que mezclar bebidas alcohólicas. En realidad no es que me sentí mal, todo lo contrario, me sentí muy bien, alegre y audaz diría yo.
Okay… muy alegre y muy audaz.
Al principio nos sentamos alrededor de la mesa ovalada a beber y charlar de nuestras cosas. Por supuesto que los temas picarescos no faltaron. Desde tamaños de miembros viriles hasta las proezas de los machos en la cama, por supuesto sin dar nombres y ocasión.
Gisele, empleada y amiga de Svetlana, había llegado a Kirkenes junto a Natasha, y quizás era la que menos estaba de acuerdo en dejar a Milenka sola con los machos, a pesar que entre ellos se encontrara su propio progenitor. Insistió en llamar para saber la situación pero Svetlana la tranquilizó.
-Pardon, Mlle. Svetlana. Si téléphoné pour connaitre la fille?
-Gisele. Vous ne vous inquiétez pas. Y recuerda que debes practicar el ruso.
-Oui Mlle.
En un punto Natasha se puso de pie y comenzó a detallar una larga lista de humanos dignos de recordar, que habían pasado por sus manos. Aplaudimos entusiasmadas ya que la bella Gólubev parecía tener la suerte de las estrellas de Hollywood, ¡desgraciada! Encima de bella, suertuda.
Scarlet reía mientras cuchicheaba con Rose y Anouk. En realidad observando detenidamente Rose y Scarlet parloteaban y Anouk sólo escuchaba con los ojos grandes como el dos de oro. Esperaba que no estuvieran asustando a esa pobre chica de lo contrario le escaparía a los machos por el resto de su vida.
De pronto Svetlana se paró en la silla y gritó.
-¡Brindemos por mi bodaaaaaa!
Su carcajada seguida de un baile más o menos erótico hizo suponer que yo no era la única que había mezclado bebidas.
Todas gritamos aplaudiendo pidiéndole que contara algo sobre Anthony en la intimidad pero ella que a pesar de estar pasada en copas no era ninguna idiota negó con la cabeza rotundamente y se deslizó muy quietecita en la silla mientras Sara nos hacía a callar.
-¡Escuchen por favor! ¡Ssssh! ¡Tengo algo importante que contar! ¡Cállenseeee!
Al mismo tiempo la sala de recepciones que habíamos reservado para nosotras quedó en silencio…
Se puso de pie y con voz temblorosa lo largó…
-¿Saben por qué no he tomado alcohol esta noche?
-¿Por qué prefieres la sangre? –bromeo Scarlet.
Reímos.
-Pues no. He tomado únicamente jugo, como podrán ver.
-¿Y eso se debe a…? –preguntó Svetlana.
-¡Yo lo sé, yo lo sé! –Rose batió palmas.
-¡Nooo Rose, lo diré yo! –protestó Sara.
-Okay…
-¡Estoy embarazadaaaa!
-¿Queeeeeeé? –gritamos al unísono.
Con ojos asombrados aplaudimos y ovacionamos a Sara con alegría. Cuando las voces bulliciosas de felicidad fueron acallándose una vocecita se escuchó tímidamente… Anouk.
-Perdón… ¿Quién es el padre?
Sara respiró hondo y cerró los ojos aunque todos teníamos el nombre de Rodion en la punta de la lengua.
El silencio se hizo prolongado hasta que Scarlet preguntó con cierto temor.
-Es Rodion, ¿verdad?
Sara abrió los ojos y respondió.
-Sí, es Rodion.
Todas suspiramos aliviadas. Por poco…
-Pero él no me ama.
Inmediatamente rompió a llorar y corrimos a abrazarla arremolinándonos alrededor de ella y darle ánimos.
-¡Los machos son todos iguales! –gritó Natasha enfurecida.
-¡Abajo los machos! -exclamó Rose.
-¡Siii! ¡Abajo los machos! –apoyó Scarlet subiéndose sobre una silla.
Unos golpecitos sonaron en las puertas de cedro de doble hoja.
-Sssssh –las hice callar-, deben ser los invitados.
-Si son machos no queremos saber nada –protestó Rose.
Arquee la ceja.
-¿Estás seguraaa? –sonreí.
Al abrir la puerta me encontré con la cara de Marin y sus mejillas coloradas y tras de ella el gerente del hotel.
-¡Hola Bianca! –saludó mi prima.
-¡Hola Marin! Adelante, únete a las chicas.
-Señora Craig.
-Señor gerente.
-Dos caballeros preguntan por Bianca McCarthy, ehm… Es usted, ¿verdad?
-Sí señor gerente, McCarthy es mi apellido de soltera.
-Los caballeros esperan en el hall principal.
-¡Oh, gracias!
………………………………………………………………………………………………..
Creo que las dos horas siguientes las chicas y yo nos divertimos sanamente aplaudiendo y ovacionando ese par de musculosos muy bien dotados que se movían al ritmo de una música sensual y provocadora, gracias a uno de ellos, un rubio muy alto y de vivarachos ojos azules, que encendió el pequeño equipo que traía en un bolso y poco a poco sus prendas fueron cayendo al piso.
Sasha y Margaret entraron a la sala de recepción justo cuando el moreno de labios gruesos y ojos azabache se quitaba de un movimiento brusco el pantalón del traje de ejecutivo. En realidad se lo arrancaba. Ambas lo recorrieron con los ojos de punta a punta  y con la mano en el pecho Sasha balbuceó…
-Mierda…
Cierto, el bulto a través de la diminuta tanga negra era considerable para ser un humano. Eso pensamos todas antes de que el otro ser súper dotado se quitara la ropa de obrero con movimientos eróticos. Madre mía… Si me preguntaran de qué color era el casco de la construcción, juro que no recuerdo.
Pronto incitamos a que la bella novia bailara entre los dos, detalle que aceptó de buena gana alentada por sus hermanas y su propia madre. Sí, de no creer… Lo que hacía un par de vodkas mezclados con champagne.
Svetlana bailó en el medio de esas dos moles sexuales mientras todas gritábamos como salidas de una jaula de locas.
En un momento le tocó a Natasha subir a la silla ante la mirada de babosos de ese par de humanos. Eso no fue todo. La bella vampiresa cogió la corbata del moreno se la enlazó al cuello y de un tirón le comió la boca dejando escapar de nuestras gargantas un “¡Ooooooh!”
-¡Bien Natasha! –gritó Rose-. ¡Así se hace!
-¡Que suba a la mesa mi bella cuñada! –exclamó Scarlet dando saltos de entusiasmo.
¿Su cuñada?
Oh oh…
Me convencí que se trataba de mí cuando todas me miraron y Margaret y Sasha me empujaban divertidas.
¿Cuánto habían tomado estas dos en poco tiempo?
Reí a carcajadas negándome rotundamente a hacer ese papelón. Primero, no sabía bailar arriba de una mesa. Segundo, no quedaba bien en una señora casada aunque fuera una despedida de soltera. Sin embargo, otra de las consecuencias del alcohol es que uno tiene el “sí” muy fácil. Hete aquí que subí y comencé a bailar al ritmo del tema musical, “déjate el sombrero puesto”.
El moreno se arrimó a mí por la espalda y me tomó de la cintura mientras el rubio frente a mí realizaba una serie de movimientos sexuales muy provocativos.
¡OH MY GOD!
Entre la nebulosa del alcohol que me chispeaba la cabeza y la música que a mis oídos de vampiresa estaba aturdiéndome, imaginé la cara de Sebastien si pudiera verme….
Esperen… ¿Ese que estaba en la puerta de la recepción era Sebastien?

Charles.
Al llegar al hotel seguí los pasos de Sebastien y Lenya que apresurados por llegar al fondo de lo que había anticipado Douglas parecía que tenían alas en los pies. Lo que atiné a recalcarle todo el viaje que manejé mi Ford Falcon hasta el hotel, es que no olvidaran que debíamos comportarnos como verdaderos humanos. Ocurriera lo que fuera.
Al llegar, el gerente salió al encuentro de Sebastien y muy cortés le dio la bienvenida pero el Dios de Kirkenes no estaba para saludos cordiales. Tenía una ecuación en la cabeza, STRIPPER + BIANCA = FURIA.
Hizo zigzag, lo esquivó, y llevados por la música de sus perfectos y vampíricos oídos los hermanitos Craig no tardaron en encontrar la puerta de la sala que había reservado Bianca para la inocente despedida de soltera, que después de entrar tras ellos y observar como mi querida hija postiza bailaba sobre una mesa secundada por dos penes con rostro, tapados por una diminuta tanga bastante impúdica, de inocente no quedaba nada.
Bueh… Decir que la bomba atómica, esa que tiraron en Hiroshima, había producido la mayor hecatombe, no había imaginado a Sebastien tratando de rescatar a Bianca de los tentáculos de esos dos suicidas. Creo que gracias a mi consejo durante el viaje que por milagro de no sé quién Sebastien tomó en cuenta, no los asesinó en segundos. Por el contrario, tomó a cada uno de un brazo y lo estrelló contra la pared. Por supuesto que Bianca trataba de calmarlo pero pienso que nada lo haría volver a la normalidad hasta que sus ojos no contemplaran en la completa ruina a esos dos nudistas.
Lenya sólo se limitó a fruncir el ceño, muy quieto cerca de la puerta atinó a decir con rabia refiriéndose a los sexos de esos mal nacidos petulantes…
-¡Hijos de mil puta! ¡Estos humanos no deberían vivir!
Yo estaba bastante tranquilo y calmo hasta que pude ver a Margaret con una botella de vodka en la mano y agitando el otro brazo mientras reía divertida sobre una silla.
Fui acercándome entre la masa de mujeres que intentaban frenar a Sebastien y con mucho esfuerzo llegué a su lado.
-Margaret… ¿Estás bien?
Me miró con ojos vidriosos a pesar de las lentecillas y una sonrisa de oreja a oreja.
-¡OH Charles! ¡Has venido a la despedida de Svetlana! No no noooo –levantó el índice frente a mi cara riendo como loca-, no, ¡no puedes estar aquí! Es para chicas, ¡hip!
-Margaret, querida, creo que has tomado demasiado.
-¡Yoooo! ¿Estás insinuando que estoy borracha? –gritó.
-No, no lo insinúo, querida. Lo afirmo.
De pronto se miró a sí misma subida a la silla y soltó la botella que cayó en la alfombra. Su rostro dibujó la depresión en vivo. Y… estalló en llanto.
-¡Ooooh Charleeees! ¡Qué verguenzaaaaa!
-No, no, querida, no es vergüenza, ehm… -extendí la mano-, primero baja de la silla antes que te caigas.
Por supuesto que con tan poco sentido del equilibrio que tambaleó y cayó en mis brazos.
Sonreí.
-¡Qué suerte estar aquí para ti, Margaret!
Ella sonrió tímidamente mientras enlazaba sus brazos por mi cuello. Bien, lo que se dice sonreír tímidamente lo hizo por poco tiempo ya que sus ojos brillaron de lujuria y casi sin darme cuenta me había mordido el cuello y arrinconado contra una pared.
Al parecer el alcohol volvía más fuerte a las vampiresas o yo estaba perdiendo fuerzas con los años. Prefería pensar lo primero.
Aparté a Margaret tratando de no afectar su sensibilidad al ser rechazada en un medio tan público, porque a todo esto varios clientes del hotel, botones, empleados de limpieza, y gerente incluido, estaban observando pasmados la discusión acalorada de Bianca y algunos tratando de intervenir para ayudar a los stripper que pataleaban asustados entre las garras de Sebastien y Lenya. ¡Qué desastre!
Entre el griterío  de la gente del hotel que clamaba, “salven a esos pobres trabajadores del sexo”, la voz de Sasha gritando, “niñas, que papito no se entere nunca”, y Scarlet junto a Rose que observaban aterradas en la batalla campal que se había convertido la despedida, el gerente tuvo la brillante idea de llamar a la policía.
Uuuf…
Cuando llegó la policía lejos de calmarse los ánimos seguían caldeados. ¡Genial! Y yo que tenía tanto que hacer en la mansión a causa de la boda, comencé a hacerme la idea de tomar veinticuatro horas de descanso en un pequeño e incómodo calabozo.
Por lo menos yo conservaba la calma hasta el final para tratar de ayudar a Sebastien que nunca lo había notado tan alterado, ¡qué suerte ser centrado y equilibrado en mi caso! Era el único que podía poner paños fríos a la situación… Salvo cuando un maldito oficial me invitó a subir al coche patrulla para trasladarnos. Se hizo a un lado cortés y dijo, “suba abuelo”, a lo que contesté, “¿abuelo? ¡Será tu madrina! ¡Voy a romperte los huesos si me dices abuelo otra vez!
Al menos pude ver como las chicas Gólubev convencían a un par de oficiales de no ser trasladadas a la comisaría. La pequeña francesita que ayudaba a Svetlana en las tareas y que vivía en París no dejaba de repetir, “ nous allons à la station de police? Quelle horreur! Quelle horrour!
En fin… Fue memorable.

10 comentarios:

  1. Muy buenas tardes. Ni que decir tiene que me lo estoy pasando genial, eres buenísima mi querida Lourdes, muy grande. Desde que deja Douglas a Marín en la puerta con ganas de comérsela, hasta el mordisco de Margaret a Charles. Muy pero que muy bueno. Así me gusta ver a Sebastien jajajajajaj en plan vampiro celoso, sólo de imaginar que hubiese estado también Liz bailando con esos dos buenorros, puede ver a Lenya sacado de quicio totalmente y no solo porque estés bien armados jajajaj. Muy buen capi cariño. PERO QUIERO MÁSSSSSSSSSSSSSS

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    1. ¡Hola Anabel! Muchas gracias por tu entusiasmo. La escena de Douglas parece que gustó aunque Marin no ha quedado contenta. Pero se ha llevado un beso de "ojos de lobo".
      Liz bailando frente a Lenya?? Nooo ni quiero imaginármelo, Dos stripper seguro ya no estarían entre los mortales.
      Me alegro que te haya gustado y por supuesto que habrá más, veremos que ocurre en esa comisaría. Un besazo amiga.

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  2. jajaja... Creo que la despedida de soltera de Svetlana sí va a ser memorable
    No creo que las chicas puedan olvidarla, ni los chicos, ni los strippers ;-)
    Tampoco creo que la olvide Milenka... jajaja
    Me parece que Douglas, a pesar de no querer comprometerse, estaba celoso... y, por esta razón, le ha dicho lo que le ha dicho a Sebastien
    Un capítulo genial, Lou... Lo he pasado muy bien
    Besos

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    1. ¡Hola Mela! No olvidar{an esa despedida ni ellos ni nosotros jajaja. Tienes razón Douglas está que trina. Pero el jovencito quiere fiesta y no quiere responsabilidad, así cualquiera, ¿verdad?
      Sebastien... uff tenemos bronca para rato, o no... habrá que ver. Un besote y muchas gracias amiga.

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  3. Eso fue una despedida de soltera memorable!...de todo un poco hubo jajaja guapos strippers , mujeres borrachas y todos detenidos jajaja de lo mejor no se pueden quejar!...y también con la bebe fatal ninguno la pudo bañar jajaja....me he reído en este capítulo, gracias Lou!

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    1. ¡Hola Lau! Jajajaja me alegro mucho que te hayas divertido, yo también al escribirlo. Creo que me he metido en esa despedida como una más, aunque sin bailar con los stripper.
      La bebé... quizás se han calmado todos los machos que quedaron a cargo. Quien te dice que Milenka tiró un manto de piedad y se ha dormido. No sé si bañada o no jajaja. Un besote reina y muchas gracias por estar siempre.

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  4. Uy dios que despedida hubo de todo fue memorable. Te mando un beso y te me cuidas

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    1. ¡Hola Ju! Gracias por pasarte y leer, valoro mucho tu esfuerzo.
      Me alegro que te haya gustado. Un besazo enorme amiga.

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  5. ¡Hola cariño! Al fin leyendo por aquí :)

    Empiezo diciéndote que aunque adoro a Douglas, creo que Marin lleva toda la razón del mundo y espero que él se dé cuenta, y pronto. Y la despedida!!! Bueno, ya habíamos comentado que sería memorable y ciertamente así ha sido, me he reído mucho con algunos pasajes, por no decir con todos, una hecatombe muy divertida; gracias por compartir tu preciosa historia.

    Un beso y un abrazo enorme para ti.

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  6. Lou, eres encantadora con tus diálogos y escenas,,,te felicito por tu bien documentada despedida de soltera,,,saludos

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