¡Holaaa! Les recuerdo que he subido dos capis seguidos, capi 7 y 8.
Por las dudas deben ir a la otra entrada anterior para seguir correlativamente.
Un besazooo.
PD: El capítulo contiene lenguaje adulto. Un beso enorme y gracias.
Capítulo 8
Imposiciones.
Sebastien.
Bianca despertó entre
mis brazos y se acurrucó con una sonrisa de oreja a oreja.
Sonreí.
-Has dormido amor. Me
gusta. Necesitas reponer energías. Esas, que te quité.
Trepó por mi pecho
hasta quedar a la altura de mi cara.
-Te amo. No puedo creer
que esté en tus brazos y tenerte para siempre.
-¿Estás feliz?
-Sí, ¿por qué no estarlo? Es lo que soñaba, mi amor.
Me dio un beso en los
labios y acaricié su cabello.
-Estaremos unidos para
siempre. ¿Sabes lo que significa, Bianca?
-Sí… La felicidad
completa.
Reí contra sus labios.
-¿Sabes que
discutiremos y nos enojaremos muchas veces?
-¡Ay! ¿Por qué? ¿De
dónde sacas tú esas cosas? –rio.
La abracé y giré sobre
la cama quedando encima de ella.
-No es una alucinación,
cariño. Los dos tenemos fuerte carácter –besé su boca despacio. Incitándola a
abrir la suya y que me devolviera un beso de esos que tanto me gustaban.
-Te amo –susurré.
-Te amo –contestó.
Enredó los dedos en mi
cabello entreabriendo los labios. Mi lengua acarició cada rincón húmedo de su
boca en un beso lento y apasionado que la hizo gemir.
Hicimos el amor como a
los dos nos gustaba. Disfrutando cada centímetro de nuestros cuerpos con
caricias y susurros de frases de amor. Amaba a Bianca con toda mi alma. Me
sentía dichoso de poder tenerla para siempre junto a mí.
Todo gracias a Charles.
¿Qué hubiera sido de Bianca si Charles no la hubiera cuidado con ese afán? ¿Qué
hubiera sido si hubiera tenido temor de convertirla? Bianca hubiera muerto… Y
yo, tarde o temprano hubiera muerto de tristeza.
Conocía que no sería
fácil la convivencia, porque a pesar de tanto amor que sentíamos uno por el
otro y todos los hechos que nos habían ocurrido, no era demasiado tiempo juntos
para que pudiéramos habituarnos con nuestras manías, virtudes, y defectos. Pero
también sabía que nada sería imposible cuando hubiera amor. Lo cierto que
encajábamos perfectamente y no hablaba sólo de nuestros cuerpos cuando entre
espirales de placer la penetraba una y otra vez, no… Hablaba de nuestras vidas,
de nuestras tan distintas razas. Porque aunque hoy fuera una vampiresa quien
estaba gozando entre mis brazos, yo me había enamorado de una humana. De ella,
de la doctora especialista en forense. Tan atractiva, inteligente, y tan incondicional
con los Craig desde un primer instante.
En cuanto a nuestro
caracteres difíciles… Bueno, cuando bajamos a la sala principal después de una hora de amarnos, fue una muestra
de cuanto necesitábamos mejorar para llegar a la perfecta armonía. Sin embargo,
la perfecta armonía en un matrimonio, ¿no sería demasiado aburrida?
Lenya y Natasha estaban
sentados en el sofá. Aunque ambos los separaba medio metro, la carga sexual y
el deseo pululaban en el aire de alrededor. Al menos de parte de Natasha. A mi
hermano lo veía como un macho que se dejaba querer, que lo disfrutaba, pero que
en algún supuesto en donde debería esforzarse o luchar por esa hembra, no daría
muestras de mover un dedo.
Natasha se puso de pie
y sonrió al ver a Bianca.
-Bianca, bienvenida a
la raza.
-Gracias, Natasha.
Ambas se dieron un beso
en cada mejilla.
De pronto recordé que
Natasha traería noticias de Dimitri y no le había comunicado a Bianca de las
sesiones con un psicólogo. Si hubiera sido un típico creyente en Dios hubiera
rezado una plegaria para que Natasha hablara de cualquier otra cosa. No, ni yo
recé ni Natasha habló de cualquier otra cosa...
-Sebastien, mi hermano
Dimitri está al llegar. Será un gusto para él tener como paciente a la dama de
los Craig.
-¿Tu hermano? ¿Dimitri?
¿El psicólogo? –dijo Bianca buscando mi mirada. Que por supuesto esquivé.
Después, se mantuvo en
silencio durante unos instantes y lo acompañó con un gesto de desagrado el cual
adiviné a que se debería. Me animé a enfrentar el problema porque yo era muy
macho y valiente.
-Mi amor, es necesario
que Dimitri trate el problema que tú tienes. El cazar humanos será parte de tu
vida. Él tiene la solución para muchos
dilemas.
-¿Ah sí? –contestó
enojada- ¿También tiene solución para maridos machistas que no consultan opiniones
a sus mujeres?
Rodee mis ojos.
Lenya y Natasha dieron
una excusa.
-Nosotros tenemos que
hablar de nuestras cosas… Yo… -dijo mi hermano.
-Sí, sobre el viaje a
Mursmark, cariño, sí… De eso que me habías dicho…
Cuando ambos
desaparecieron por la escalera rumbo a la habitación enfrenté a Bianca cara a
cara.
-Ay Bianca, no hagas de
esto un drama pasional.
-¡Por supuesto! Un
drama pasional sería el de Shakespeare, Romeo y Julieta. Esto es un atropello
de un machista.
-¡Bianca, por favor, no
exageres! Son unas pocas sesiones. Los psicólogos son extraordinarios, pueden
ahondar en la mente y encontrar tus conflictos escondidos.
-¿Qué hay si digo que
no?
Me dejé caer en uno de
los sofás y la miré con el ceño fruncido.
-¡Pues nada! No te
ataré a un ciprés ni te daré latigazos, si es lo que te preocupa. ¡Haz lo que
quieras! Sólo me preocupo por ti –traté de poner cara de cordero degollado.
Quizás funcionaría…
Bianca caminó hacia el
sofá y se sentó a mi lado. Me observó mientras tenía la vista clavada en la
alfombra aunque sabía que ella me miraba.
-Sebastien…
-¿Qué?
-Entiendo que quieres
solucionar mis conflictos. Pero lo único que me enoja es que no hayas dicho
lo que tenías pensado para mí. ¿Entiendes? Soy un ser human… Perdón, soy una
vampiresa que tiene su propia voluntad y como tal tengo derecho a decirte mi
opinión.
-Entiendo… Lo siento.
Debí decírtelo.
Sus dedos delgados y
femeninos resbalaron por mi rodilla hasta la entrepierna. Al menos había
resultado la estrategia. Di un respingo por la cosquilla que recorrió mi
cuerpo. Cubrí su mano con la mía friccionando mi sexo y la miré.
-¿Vamos arriba?
–susurré.
Me besó en los labios
sin quitar la mano.
Rio.
-¿Otra vez? ¿Y si llega
Dimitri Gólubev?
Sonreí.
-Que espere...
Lenya.
Gemí en silencio bajo la ducha mientras Natasha me hacía llegar al orgasmo. Un orgasmo increíble y placentero,
pero que jamás se repetía más de dos veces. No sabía el motivo porque yo era un
macho potente y viril… Bueno, sí sabía… Porque el vacío que sentía al acabar en
sus brazos era tan grande y desolador, que no hubiera podido soportarlo dos
veces en un corto plazo de tiempo.
Me separé y tomé el
jabón líquido con aroma a cítrico. Comencé a enjabonarme con la esponja y
Natasha me la quitó de las manos.
-Yo lo haré.
Me dejé enjabonar el
pecho por sus manos delicadas y expertas mientras me regala una sonrisa.
Qué bella era Natasha
Gólubev. Era mía. ¡Qué placer y dicha ser dueño de esta vampiresa tan
escurridiza en el amor! ¿No? No… Había placer sí… Pero dicha no. Dicha hubiera
sido si bajo esa ducha y entre mis brazos hubiera tenido a Liz.
Liz… Maldita sea. ¿Por
qué se había metido en mi cabeza así de esta forma tan arraigada? ¿Por qué si
era una simple humana como tantas que habían pasado por mis manos y habían
muerto después de saciar mi sed?
La sola idea de dañar a
Liz se cruzó en la mente. Algo cambió en mi rostro, la tensión en mi cuerpo, el
gesto, no sé… La cuestión es que Natasha me tomó de la barbilla y obligó a
mirarla. Tenía unos ojos maravillosos un añil mezcla con rayas burdeos. El rojo del iris,
color de la sangre, siempre predominaba en los vampiros pero cada
uno llevaba en sus genes ese toque especial desde tiempos ancestrales de alguna
primitiva mezcla con humanos.
-¿Qué ocurre, cariño?
Te has puesto tenso. No estás aquí, conmigo… ¿Dónde te encuentras, amor?
Sonreí.
-Aquí. Me preocupan
algunos hechos sin importancia. Lo siento, no me he dado cuenta.
Sus dedos acariciaron
el abdomen hasta llegar al vello púbico. Volvió hacer el mismo recorrido hasta
uno de mis pezones.
-No digas que estás
preocupado por la economía de los Craig estando desnuda bajo la ducha y a tu
merced.
Volví a sonreí
encerrándola entre mis brazos.
-Algo de eso hay… Es
Sebastien que quiere que viaje con él a la isla –mentí-. Supongo que extrañaré
mis rincones.
Me miró fijo, seria,
hasta triste diría yo. Después en punta de pies me besó en los labios y
suspiró.
-Tengo un rincón que
quiero que extrañes.
Tomó mi mano y la llevó
a su sexo.
Reí.
-Eres una ninfómana.
-¿Quién no sería
ninfómana con terrible bello cuerpo de macho cerca? Anda… Llenemos la bañera de
espuma y quedémonos una hora más.
Abrí los grifos
inferiores y cerré la ducha. La besé apasionadamente. Intentando por todos los
medios que la hermosa vampiresa de Natasha me hiciera olvidar a mi querida
humana.
Nunca podríamos pasar
horas así con Liz, nunca. Porque de sólo pensarlo como me ponía al tenerla
cerca o rozarla apenas, unirnos en el máximo placer me convertiría en homicida
de la hembra que más había amado en mi vida. Sí, saldría de mi control. La
aprisionaría fuerte entre mis brazos, a ella, tan fuerte por dentro pero frágil
y delicada por fuera. La haría mía una y otra vez hasta agotarla, hasta que me
suplicara que me detuviera…
-Cariño, ¡qué rápida
respuesta!
Natasha tomó mi sexo
duro con las manos.
Jadee y cerré los ojos…
Y me dejé llevar por la imaginación…
Bianca.
Entendía la
preocupación de Sebastien por mi reacción anormal de vampiresa. No quería
cazar, me negaba a matar humanos para saciar mi sed. Sin embargo me enojaba el
hecho que mi marido ni siquiera había consultado. Las sesiones de un
psicólogo llevaban tácitamente la aprobación del paciente, eso era
indiscutible. Traté de no enrollarme en la discusión y ser comprensiva aunque
me había costado mucho. En otro momento quizás hubiera hecho mis valijas y me
hubiera ido a la mierda hasta que fuera a buscarme. Sin embargo esos
berrinches ya no cabían en mi vida. No por la edad cronológica que cumpliría en
agosto. No se debía a tener madurez o no. Sino porque la vida me había
demostrado que mis teorías no eran infalibles, los vampiros existían.
Si me cerraba y pensaba
que Sebastien lo había hecho por machista y por querer dirigir mi vida no iba
a llegar a nada. Quizás podía estar equivocada y como aseguraba él, conocía al
dedillo su raza y sólo había querido buscar mi bien.
Después de la maratón
de amor y sexo en la cual Sebastien y yo nos sumergimos, él se duchó rápido y
dejó el baño para mí sola. Las mujeres siempre tardábamos más en estar listas y
ponernos bellas. Charles había anunciado con tres golpes en la puerta que
Dimitri Gólubev esperaba en la sala así que mi marido se adelantó para darle la
bienvenida. Esperaba que no hablaran entre ellos de mi problema, no me hubiera
sentido cómoda…. Sobre todo que discutiera la urgencia del tratamiento y… ¡Ay
Bianca qué desconfiada eres de tu marido!
Enojada conmigo misma
me vestí con unos jeans, zapatillas, y un suéter negro liviano. Salí de mi alcoba
rumbo a la escalera.
El sonido de una puerta
al abrirse en el pasillo hizo que girara para ver de quien se trataba, pero el
aroma a humano me envolvió. No necesité ver a Liz para saber que se trataba de
al menos una de mis primas.
Ella caminó hacia la
escalera con los ojos llorosos y apenas me vio se detuvo con un movimiento
brusco. Me miró y la miré…
-No te preocupes, no te
haré daño –dije apenada.
-Yo… Puedo regresar a
mi habitación.
-No, no –avancé hacia
ella-. Tengo sangre humana en mis venas. No te preocupes.
Su rostro estaba bañado
en lágrimas. Pocas veces había visto llorar a Liz. Una vez de niña, cuando
Santa Claus no le dejó la bicicleta que tanto esperaba. La segunda vez, cuando
perdió un examen en la escuela superior por una nota injusta de un profesor.
Verla en ese estado me preocupó muchísimo.
-Ven, vamos a mi
habitación. Hablaremos más tranquilas.
-Pero… Sebastien…
-Sí, sí, ya sé lo que
ordenó Sebastien. Ven, vamos.
Charles subía la
escalera y nos vio. Su cara mostró el pánico.
-No te preocupes. Tengo
todo controlado.
El gesto de su cara
cambió por uno apacible y sonrió.
Al entrar a mi
habitación Liz quedó inmóvil mirando el suelo mientras sus lágrimas corrían por
las mejillas.
Me senté en la cama.
-Siéntate, Liz.
Ella me miró y recorrió
la habitación con la mirada.
-¿Dónde quieres que me
siente? ¿Allí? –señaló un sillón se cuero con respaldo alto ubicado cerca de la
ventana.
-No Liz, ven aquí. A mi
lado.
Titubeó unos instantes
y después avanzó hacia mí sentándose en la cama.
-Liz. Dime que te
ocurre, por favor.
Trago saliva y el aroma
de las lágrimas saladas inundó mi nariz.
-Es… Es que ya no
soporto verlo.
-¿Verlo? ¿Te refieres a
Lenya?
Asintió con la cabeza.
-Liz… No sé como
ayudarte. He pasado casi por lo mismo. Sebastien vampiro, yo humana. No tenía
un rival como Natasha, pero se interponía su pasado con Sabina, la madre de
Douglas. Hasta ese momento desconocía si él al reencontrarse con ella me
preferiría. Sin embargo iba a luchar con todas mis armas. Y ya lo ves.
Sebastien me amó siempre aun siendo humana, cariño.
-Él no me ama, Bianca.
Sólo juega conmigo. Tú me lo has dicho, ¿recuerdas? Me has dicho que tuviera
cuidado con él.
Suspiré.
-Sí... Es verdad, pero no
significa que lo puedas llegar a conquistar. Sólo te advertía para que vivieras
sin hacerte malasangre. Disfrutar sin llegar a involucrarte tanto con él hasta
conocer sus intenciones.
-¿Sus intenciones? Sus
intenciones son burlarse de mí. Si pudiera matarme lo hubiera hecho.
-¡Pero Liz! ¿No dices
que te ha besado?
-Sí… Me ha besado. Y lo
peor de todo que he correspondido. ¿Sabes qué? ¡Soy una idiota! Él acaba de
estar con Natasha, viene a mi habitación, me atropella, me incita, me excita,
¿y yo qué? ¡Correspondo sin importarme nada!
Me puse de pie.
-Hablaré con él.
-¡No! No quiero. Tiene
razón Marin. Ésta es su casa, yo estoy demás.
-¡No digas eso!
En el momento que
intentaba convencerla Sebastien hizo su entrada triunfal. Si podría llamarse de
esa forma…
Nos miró y abrió los
ojos.
-¡Liz! ¿Qué parte nos
han entendido que no podías acercarte a Bianca?
-Lo siento, Sebastien.
Mi prima se puso de pie
y atinó a salir corriendo por la puerta. Acción que evité por supuesto,
reteniéndola del brazo.
-Basta Sebastien, no le
haré daño.
-¡Tú como lo sabes, Bianca! ¿Sabes cómo reacciona un vampiro?¡Maldita sea!
-¡Bájame el tono,
cabrón! Te he dicho que me hables bien, sin esa furia que te sale de pronto.
-¿Sin furia, Bianca?
¡Imposible! ¡Si estoy furioso! ¡Cómo siempre haces lo que se te canta!
-Escucha… -bajé el
tono-. No ha ocurrido nada de que lamentarse. ¿Entiendes? Podrías haber confiado
en mí, como mi padre adoptivo.
-¿Tu qué? –preguntó con
el ceño fruncido.
-Mi adorado Charles.
-Aaaah tu adorado
Charles, ¡sí! ¡Cómo lo olvidé!
-¿Perdón, interrumpo?
¿Mencionaron mi nombre?
Charles se asomó por la
puerta abierta de la habitación seguido de un vampiro rubio de alrededor de
treinta años. ¿Dimitri Gólubev? Sí… Lo recordaba.
-Sebastien, a Dimitri
le urge comenzar la sesión. Él tiene otros compromisos.
Sebastien giró y los
miró. Se pasó la mano por el cabello en gesto desesperante pero después respiró
hondo.
-Lo siento… Ehmm…
Bianca, él es Dimitri. Seguramente no lo recuerdas pero es…
-Cómo no voy a
recordarlo. Era humana en ese entonces pero no tonta ni despistada. Dimitri, un
placer.
Sebastien me miró serio
mientras yo avanzaba hacia la puerta. Dimitri besó mi mano derecha.
-Señora Craig, a sus
pies. Dimitri Gólubev.
Su melena rubio oro
cayó sobre su rostro de facciones bellas e hizo cosquillas en mi mano. Los ojos,
dos rubíes redondos y chispeantes, me miraron con respeto pero con un toque de
diversión. Creo que la alegría era parte de él.
-Dimitri nos ayudó
cuando Douglas desapareció. Nos acompañó a la reunión que ya conoces.
-Sí, me lo has dicho.
Gracias Dimitri. Todo aquel que ha colaborado en la venganza por Douglas para mí
es digno de admiración y agradecimiento.
-No fue nada, señora. Y
ahora si me lo permite Sebastien, ¿podríamos comenzar con la sesión?
-Sí, por favor –dijo mi
marido.
Liz se escurrió entre
nosotros y salió al pasillo.
-¡Liz!
Ante el llamado de
Sebastien, Liz se detuvo y lo miró.
No sé si iría a retarla
pero Liz ya tenía bastante así que intercedí.
-Sebastien… Por favor…
Mi marido me miró y
entendió mi pedido. Guardó su reto para más adelante y sólo hizo ademán que
continuara camino.
Todos bajamos a la sala
y me pareció adecuado usar el estudio de Sebastien. Podríamos hablar con mi
nuevo psicólogo a solas y tranquilos. Claro que mi Dios de Kirkenes que nunca
había pisado un psicólogo no entendió que las sesiones eran privadas. Así que
al llegar a la puerta del estudio Dimitri lo detuvo.
-¿Perdón?
-Sebastien, la sesión
es entre el profesional y el paciente.
-¿Dónde está escrito
eso?
Dimitri respiró hondo.
-En la normativa de
ética del Colegiado de psicólogos, Sebastien.
-Pero… Sé todos los
secretos de mi mujer –insistió.
Rodee mis ojos.
Diablos…
-Sebastien -Dimitri carraspeó para darse valor-, sabes que te
respeto como líder y me conoces desde que nací. Sin embargo es mi deber
imponerme en mi modo de trabajar. Es mi profesión desde hace diez años. Humanos
y vampiros no hacen la diferencia. El paciente se siente más cómodo cuando está
a solas con el profesional.
-Bueeenoo, pero este
supuesto…
-Este supuesto es lo
mismo –insistió Dimitri firme en su posición-, ¿quieres que la ayude? Permíteme
hacerlo como me han enseñado. Si lo prefieres me iré y podrás buscar una
solución que te satisfaga. Como tú desees ya que eres nuestro líder.
Sebastien quedó
mirándolo un buen rato. No sabía si era porque iba procesando lo dicho o porque
iba a saltarle al cuello. Optó por lo primero, menos mal.
-Muy bien. Estaré… Por
aquí… Aquí en la sala… -señaló con el índice uno de los sofás mientras Charles con
los ojos risueños seguía el dedo con la mirada-. Ehm… Si Bianca llega a sentirse
mal y…
-Sebastien, estaré bien
–sonreí.
Me acerqué y lo tomé
del rostro con las manos.
-Te amo. Aunque a veces
me hagas enojar.
Sonrió y beso mis
labios.
Después Dimitri y yo
comenzamos la sesión.
Lenya.
Natasha quiso mimarme y
después del sexo fue por unos cafés a la cocina.
Terminado el baño de
inmersión me afeité y me vestí con unos jeans. Natasha demoraría quizás unos
veinte minutos porque quería saludar a las chicas del personal. La verdad le
caían muy bien y el hecho que sirvieran a los Craig y no fueran de linaje de
sangre a ella no le importaba. En general los Gólubev parecían ser muy amables
y para nada elitistas, salvo Anouk, según Charles, la menor de las hijos del
aquelarre ruso.
Fui descalzo al ropero
y cogí una camiseta negra. La extendí y la pasé por la cabeza. Al bajarla por
el abdomen vi la marca de dos colmillos cerca de mi pectoral izquierdo. Los
colmillos de Natasha que más tarde desaparecería a causa de la regeneración que
gozábamos los vampiros.
Acaricié con los dedos
la marca y mi mente salió disparando de allí. De esa habitación que aún olía
a sexo, pero que no guardaba ni una pizca
de amor.
No sé si fue pensar en
ella… En la hembra que me había hechizado desde esa vez que había surgido por la
planta principal, con su vestido azul haciendo juego con sus ojos, o su sonrisa
mientras bajaba la escalera, o quizás esas primeras miradas que me dedicó, no
sé… Pero lo cierto que al cerrar los ojos e imaginarme si dormiría en su cama
hizo posible que me materializara en su habitación. La misma habitación en la que
había entrado en secreto y en silencio sólo para verla dormir innumerables
veces.
Surgí junto a su cama
en el preciso instante que ella estaba sentada con una notebook abierta en su
regazo. Fija la mirada en la pantalla y sus dedos tecleaban rápidamente
mientras sonreía.
-¿A quién escribes con
esa pasión?
Se sobresaltó y me miró
asustada.
Nunca había entrado en
su habitación sin permiso. Bueno, no que ella supiera.
-¿Qué haces aquí?
–preguntó haciendo a un lado la notebook y poniéndose de pie.
Mierda, tenía un pijama
blanco, de franela fina, que modelaba sus femeninas formas.
-No has contestado mi
pregunta –retruqué.
-¡Ja! ¡Es inaudito!
Entras a mi habitación sin autorización y ordenas que te conteste una
pregunta. Eres un caradura.
-Puede ser. Lo cierto
es que estás escapándote por la tangente. ¿A quién escribías? ¿A un compañero
de trabajo? ¿A un novio?
-¡Qué importa si es
mengano o sultano! Por lo menos descarta que me escribo con el diablo porque a
él lo tengo en frente de mí, aquí en la habitación.
Sonreí.
-No creo que el diablo
sea tan apuesto como yo –bromee provocándola.
Caminé rodeando la cama
mientras ella fijaba la vista en mis pies descalzos. Lentamente subió ese iris
maravillo a mi cara justo cuando me detuve frente a ella.
-Mírame y dime que no
hay otro macho.
Me miró altanera.
-Dime tú que no hay
nada con Natasha.
Guardé silencio.
-¿Lo ves? ¿Qué derecho
tienes tú de irrumpir en mi habitación y preguntar sobre mi vida?
-Porque tu vida me
importa –susurré.
-No se nota. Si es como
tú dices, anda… Ve y dile que no tendrás más nada con ella y que tu hembra seré
yo de ahora en más.
Mis ojos se fijaron en
sus pechos turgentes y redondos…
-No puedo –murmuré por
lo bajo.
-¿Por qué? –preguntó con
la vista en mis labios- ¿Vendrás con eso de que soy humana y tú un vampiro?
Se acercó un poco más y
su sola cercanía hizo temblar mi cuerpo. Ella lo intuía. No era una inocente
niña quinceañera. Podía imaginarme la experiencia que tendría en manejar
hombres. ¡Cuántos habrían pasado por sus brazos! ¡A cuántos habría hecho gozar!
Los celos me
invadieron. Me retiré unos pasos y mi mirada debió oscurecerse porque ella se
asustó.
-¿Qué diablos te
ocurre? –preguntó dando unos pasos atrás.
-¿Por qué? ¿Me tienes
miedo?
-A veces sí. Pero no
por lo que te imaginas. Sé que si tuvieras deseos de matarme te hubieras metido
en la cama conmigo. ¿No? Sería maravilloso para ti antes de asesinarme llevar
tu ego a lo más alto hacerme acabar y llevarte esa satisfacción. No, no quieres
matarme… Tengo miedo de…
-¿De qué? –bajé la voz.
-De no olvidarte nunca.
Esa frase fue… ¿Cómo
decirlo? ¿Cómo explicarlo? La llama que encendió mi cuerpo. ¿No quería
olvidarme? Entonces, ¿por qué diablos se hacía la dura cuando estaba junto a
mí? ¿Tanto le costaba rendirse? Nunca iría a rendirme primero porque era mi naturaleza. ¿Era injusto? No importaba, era la
verdad.
Avancé y la tomé de su
estrecha cintura atrayéndola hacia mí. Liz dejó escapar el aire por la boca y
al entreabrir los rojos labios aproveché.
Tomándola de los
cabellos tiré su cabeza hacia atrás y comí su boca desesperado. Gimió pero no
se quedó pasiva. La lengua cálida y curiosa buscó por todos los rincones de mi
boca hasta hallar lo que quería. Succionó mi lengua con fuerza y mi sexo se
puso duro contra la pelvis.
Mis venas palpitaban,
mi corazón parecía salir del pecho, y mis colmillos comenzaron a empujar fuera
de mis encías. Ella se aferró a mi espalda soltando mi lengua comenzó a
mordisquear mis labios. Yo movía la cabeza de derecha a izquierda luchando por más besos, queriendo
adueñarme de su boca una y otra vez. Gruñí desde el fondo del pecho. Mierda, no
importaba nada, ni Natasha en la cocina, ni mi hermano, ni la posible visita,
nada. Al carajo todo el mundo.
Sus manos hurgaron por
el interior de mi camiseta, arañando mi abdomen.
Ella jadeó contra mi
boca.
-Ahora no me dejes así,
¿sabes cómo estoy por ti, vampiro.
-Si si… -dije contra su
boca.
-Quítate la camiseta
–ordenó.
De un tirón la tiré por
encima de mi cabeza, me separé, y desprendí mis jeans con la respiración
entrecortada. La observaba, jadeante, ansiosa por más. Sus ojos brillaron de
lujuria al detenerse en mi bragueta entreabierta.
Mordió el labio
inferior y pasó la lengua por las comisuras lentamente.
-¡Mierda, Liz! No podré
parar… No podré parar. Debemos ir con cuidado, por favor.
Pensé que ella
alimentaría lo que estaba por suceder entre nosotros pero fijó su vista en mi
pecho izquierdo y quedó estática.
Sus brazos cayeron a
los costados y los ojos se llenaron de lágrimas.
-Acabas de estar con
ella…
Quedé quieto, pasmado,
sin poder entenderla.
Me miró y volvió a
observar mi pecho.
-¿Siempre te marca así?
Debieron pasarla bien, ¿no?
Demonios… La marca de
los colmillos de Natasha.
-¡Vete de mi
habitación! ¡Eres flor de cabrón! Juegas con las hembras y no te importa si les
haces daño. ¡Debí imaginármelo! Bianca me lo advirtió que tuviera cuidado
contigo. ¡Debí escucharla! ¡Lárgate!
-¿Quieres dejar de
gritar, loca de remate? Tu prima no me conoce.
-¡Lárgate Lenya!
¡Lárgate con ella! ¡Me calientas y después te ríes de mí!
-¡Noooo!
-¡Siiii! Es así y no
cambiaré de opinión.
Jadee con los brazos a la cintura. No podría
materializarme en otro lado debido al estado de excitación que tenía. Avancé
hacia la puerta después de acomodar mis jeans y le grité caliente y enfurecido
antes de dar un portazo.
-¡Nunca escuchas!
¿Sabes qué? ¡Vete a la mierda!
Está claro que Sebastien y Bianca se quieren... y mucho
ResponderEliminarPero los dos tienen un carácter fuerte y creo que a veces van a pasarlo mal
Me parece que a Sebastien no le ha gustado no poder asistir a la reunión entre Dimitri y Bianca ;-)
Y Lenya, por mucho que haga el amor con Natasha, está enamorado de Liz
Pero creo que a Liz, aunque también lo ama, le va a costar perdonarle esa marca de colmillos que ha visto en su cuerpo
Y me temo que Liz se va a ir de la mansión y que Lenya lo va a pasar mal
Y no sé qué ocurrirá con Natasha cuando se dé cuenta de que Lenya no la quiere... porque creo que se acabará dando cuenta
Un placer leer tus capítulos, Lou
Besos
¡Hola Mela! Sí Sebastien está un poco posesivo. Tendrá que calmarse un poco.
EliminarLiz se irá, sí. Tienes razón. Es la única forma que reacciones, con la distancia y las pruebas que el destino les ponga.
Natasha sabe... porque tiene un secreto que aún no ha compartido con ustedes. Esperemos... Un besazo grande y muchas gracias cariño.
Lo siento pero Lenya es un gran imbecil!!!....se siente ofendido cuando es él q llega en busca de Liz para estar con ella cuando el muy baboso acabade estar con Nathasha asi q no se haga el ofendido!!!!!....lo mejor q puede pasar es q Liz se vaya y ojala q sea pronto!!!...ja Sebastian y Bianca ese caracter les puede mas jaja pero asi y se aman, Lou mil gracias x los 2 capitulos estuvieron muy buenos!!!
ResponderEliminarLaura, me gusta esa fuerza en tus comentarios, se nota que te metes en la cas ade los Craig, muchas gracias por tu entusiasmo. Y bueno habrá que esperar que reaccione. Ojo... Liz veremos que es capaz de hacer para llamar la atención. Liz se irá no te preocupes y ahí se verá que pasa. Aunque faltas hechos por pasar... Un beso enorme y gracias tesoro!!
EliminarHola Lou es q me entusiasmo mucho con la historia x eso escribo tan emocionada jeje, y bueno veremos como les va a esta parejita, saluditos!!!
Eliminares una pareja que llegará a entenderse, me gustó este capítulo,,como todos los demás, de nuevo en espera del siguiente,,saludos.-,
ResponderEliminar¡Hola Lobo! Muchas gracias por pasarte y leer. Me alegro que te haya gustado. Un abrazo enorme desde Buenos Aires.
EliminarUy A Lenya le pasa eso por bruto y debe ponerse serio o va perder a Liz. Ojala Sebastien también se le quite lo bruto y lo machista. Te mando un beso y te me cuidas
ResponderEliminar¡Hola Judit! Tú sabes a veces los hombres se pasan. Esperemos nena, a ver si reaccionan y nos hacen disfrutar de ese amor que les tienen a esas chicas. Un besote y muchas gracias!!
EliminarHola cariño, confieso que aquí sí que me he enojado con Lenya, y tan bien que íbamos, pero creo que ha metido la pata y está manejando la situación con Liz de forma terrible, pero es parte de la vida, y espero que todo se resuelva al final.
ResponderEliminarUn besazo.
Es para correrlo a collejas hasta Moscú! Pero que narices comen esos hermanos para ser tan obtusos!! Espero que sus hembras se pongan las pilas, o me materializo allí... y me llevo a Dimitri, que está como un dios (nórdico). Gracias por compartir, Lou. Un besazo.
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