domingo, 24 de mayo de 2015

¡Holaaa! Cumplí mis lectores, aquí está el capi 13. Recuerden que publiqué ayer el capi 12. Para todos aquellos que han entrado en el correr de la semana y no lo sabían. Un beso enorme... Sin mucho que agregar, para mí un capi emocionante.
¡¡Besotes y gracias!!

Capítulo 13
Tristeza.

(Perspectiva de Scarlet)

Cuando llegué a casa después de un día tranquilo patrullando, subí la escalera hacia mi habitación directo a ducharme y quitarme el horrible olor a coco del bloqueador solar.

Estaba feliz porque había podido entregarle esta mañana el regalo a Grigorii para su hermana. Pobre Anne, ¡qué vida triste! Seguramente si le daban esos ataques extraños no saldría a la calle. Le preguntaría a Grigorii sobre su hermana y que hacía durante el día encerrada en la casa. No… Mejor no. Bianca me dice siempre, “Scarlet hay que ser discreta”. No… Mejor esperaría que Grigorii me contara.

Mientras me preparaba para irme de caza Rose ordenó mi habitación. Bianca decía que debía aprender a ordenarla yo pero Rose siempre insistía que se aburría y no tenía mucho que hacer. Numa había rendido bien su última materia pero debía prepararse para seguir Universidad, así que no salían a menudo.

Cuando Rose se retiraba con las sábanas para lavar y varias prendas que había usado los últimos días, le pregunté si quería salir más tarde por Kirkenes. Me dijo que sí así que planeamos comprar unos cafés y pasear por la plaza central. Daría aviso a Sara y a Liz por si querían acompañarnos ya que Marin trabajaba horario nocturno. Dentro de mí dudé que Liz aceptara. Algo ocurría con ella y últimamente estaba muy triste. En verdad, suponía que le gustaba mi hermano Lenya y mi hermano estaba de noviecito o de amante de la chula de Natasha. No tenía nada contra Natasha… Bueno sí… La reverenda hija de su madre era una belleza de hembra y si no fuera Gólubev la hubiera odiado. Pero Bianca siempre me dice que sentir rabia por hembras bellas nos muestra nuestra inseguridad y que debemos decirnos, “somos muy lindas y las mejores”. Por supuesto eso debíamos mentalizarnos pero no decirlo al mundo porque pasaríamos por engreídas…. ¡Ufaa! ¡Qué difícil! Sentirse linda pero no poder decirlo. Complicadas las ideas de los humanos.

Salí por el pasillo y caminé hasta llegar al comienzo de la escalera. Charles lustraba el piano muy concentrado y se detuvo para mirarme desde planta baja.

-Querida, ¿no tendrías que ir a cazar?
-Sí -bajé la escalera y me acerqué a él-, eso haré en un momento.
-Bien, no puedes abandonar los hábitos cariño –continuó lustrando-. Aunque ahora estés entre humanos.
-Lo sé… Charles…
-Sí, dime.
-Estás pendiente de mí. ¿Te importo mucho?

Me miró extrañado.

-¿Pero como crees que no me importas? ¡Claro que sí!
-Yo creí que no te importaba mucho y que no me tenías afecto.

Dejó la franela sobre el piano y se acercó para hablarme a la cara.

-Scarlet, ¿cómo se te ocurre que no te tengo afecto?
-Pero es que me hablabas mal cada vez que te cruzabas conmigo.
-Te hablaba enfadado, sí… porque tú eras una señorita muy pretenciosa y maleducada. Pero no porque no me interesabas o no te quisiera. Si alguien le importas es cuando se mete y quiere que seas mejor. ¿O acaso me ves en los aquelarres tratando de corregir al resto de los vampiros? Pues no, no me interesa lo que hagan.
-¿Me quieres como a Sebastien?
-Mmm… Bueno si te digo que sí estaría mintiéndote. A nadie quiero como a Sebastien. Es como mi propio hijo.
-¿A Bianca la quieres como hija?
-Sí… Pero nos han faltado muchas vivencias, juntos. Eso es parte del amor que uno va acrecentando con el día a día. Con Sebastien hemos pasado muchas cosas. Buenas y malas. Siempre juntos.
-¿Y a Lenya?
-Lo quiero también. Me ha faltado conocerlo más. Pero poco a poco será como mi hijo también.
-¿Cómo Sebastien?
-No, nadie habrá como Sebastien.
-¿Entonces a mí me quieres?

Me miró con una ternura en los ojos que en pocas personas había visto cuando me miraban. Bianca sí… Bianca me miraba muchas veces así. Y… Adrien… Adrien me miraba así, aun cuando hacía travesuras.

-Mira Scarlet, ¿sabes lo que es querer mucho a un amigo?
-Sí, a Bianca la adoro.
-Bien. Yo adoré a mi amigo a Adrien y Adrien te adoraba. Eras su princesa. No puedes dejar de querer lo que una persona que tú adoras tiene como tesoro.
-¿Adrien me tenía como tesoro?
-Tú sabes que sí.

Bajé la cabeza y cerré los ojos….

Visualicé a Adrien sentado en su trono y conversando con unos guerreros. Me vi de niña…

Yo quería que él viera como lograba correr a mucha velocidad salvando las estalactitas de la caverna hasta la entrada. Había vencido mi propio récord. Pero lo cierto es que Adrien estaba concentrado en una conversación sobre la caza de humanos en Chile, seguramente estaría hablando de los Huilliches. Así que durante los primeros llamados que le hice para que me viera y aplaudiera no prestó atención, y tuve que gritar… “¡Adriiiiieeeeeen!”

Recuerdo que mi madre salió por uno de los pasadizos muy enojada y me tomó del brazo sacudiéndome, enfadada por mi atropello, “Scarlet, eres una insolente. ¡Tú no ves que Adrien está ocupado con algo importante!”

Tengo la imagen de mi madre fuera de sí… y de Adrien… Que en dos segundos estuvo junto a mí muy enojado… “¡Lucila! ¿No ves que la niña quería hablarme y no le prestaba atención? ¡Algo tenía que hacer la pobre! ¡Se le ha ocurrido gritar! ¡Y mira, lo ha logrado! ¿Qué quiere decirme mi princesa?”

Mi madre se irguió enojada y lo enfrentó.

“Adrien conseguirás que sea una malcriada”.

“Calla Lucila, ¿no ves que la niña me necesita?"

La niña me necesita...

Ahora me daba cuenta que había querido decir con esas palabras… Lo necesitaba porque era una niña sin padre…

Él me miró con ternura.


“A ver Scarlet, ¿qué quieres mostrarme, cariño?”

Abrí mis ojos para encontrarme con los de Charles.

-Scarlet, ¿te has ido lejos de aquí?
-Sí Charles… Muy lejos...

(Perspectiva de Liz)

Sentada sobre la cama de mi habitación hojeaba el libro de Thir Bergman. Me detuve en un párrafo cuyas líneas me sabía de memoria…

« Cuando lo vi por primera vez creí que era un Dios. Tendría casi dos metros de estatura. Sus ojos brillaban en la oscuridad del callejón. Estaba asustada, pero a la vez me atraía. Sus músculos firmemente torneados eran una invitación al placer. Sus dedos largos y masculinos despertaron mis hormonas. Su boca roja como el granate de labios carnosos y entreabiertos, parecía rogar por mis besos. Me acerqué más, estaba loca, pero como decirle que no. Aunque fuera hijo del mismo Satán....»

Thir, contaba que a los segundos como si fuera un sueño, el vampiro había desaparecido en el aire de la noche…

Cerré el libro y acaricié la tapa con olor a material nuevo. Pensar que si Drank no lo hubiera comprado para regalármelo no lo tendría entre mis manos. Había tenido que venderlo junto al resto de las cosas valiosas para poder comer y enfrentar las deudas con mi hermana.

Amaba este libro, lo amaba porque tenía un pedacito de él, de mi amor, de mi vampiro.

Cerré los ojos y recordé los pocos besos que nos habíamos dado. No eran suficientes para saciar todo el deseo que sentía mi cuerpo cada vez que Lenya se acercaba. No era suficiente para apagar ese fuego que me consumía cada vez que me miraba. Dios mío… ¿Cómo iba a hacer para frenar mis manos que querían volar hasta su cuerpo y recorrerlo desnudo? ¿Cómo iba a hacer para decirle a mi boca que no dejara escapar gemidos cada vez que él me rozara de casualidad? Debía irme cuanto antes. Aunque Drank no pudiera ayudarme debía partir de la mansión de los Craig. Sabría arreglármelas sola. Nada era peor que contemplar a Natasha en los brazos de Lenya.

Una tarde, cuando bajaba para irme a trabajar, recuerdo que los sorprendí besándose en el sofá…

Cuanto dolor ver esos labios carnosos siendo invadidos por otra boca. Contemplar como las manos del vampiro que amaba, recorrían el cuerpo de otra hembra y la hacían vibrar.

Abrí los ojos y me puse de pie.

Busqué la notebook sobre la cajonera y me senté sobre la cama. La abrí y me dispuse a escribir un correo a Drank.

Drank no estaba conectado. Pero tenía varios mails de él…

“Liz, ¿cuándo llegas a Drobak? Te extraño.

Otro…

“Liiiz, ¡anímate amiga! Te noto triste y no me gusta que estés así.”

Otro…

“Hola Liz: Papá dijo que tenía que ir al médico porque ya me quité el yeso solo. Me molestaba mucho y faltaba un par de semanas. Estoy bien, no te preocupes. Beso.”

Inmediatamente respondí el correo.

“¡Drank, tú estás loco! ¿Cómo que te quitaste el yeso? ¡Tu padre tiene razón! Iré a tirarte de las orejas…. Te quiero mucho. No veremos más pronto de lo que imaginas. Besos.”

Cerré la notebook y me recosté tratando de dormir un poco. Hace tiempo no dormía corrido más de tres horas. Me despertaba con la imagen de Lenya a mi lado, en la cama…

Imaginarme entre sus poderosos brazos no era difícil. La imaginación es un regalo que nos da la vida y no hay que desaprovecharlo. Sin embargo, lo triste era bajar a la realidad y notar que en estas sábanas que soñaba tibias y revueltas por sus salvajes movimientos, en verdad estaban frías y prolijamente estiradas. Faltaba él en mis noches, y aunque nunca me había poseído, lo extrañaba como si fuera una extensión de mi cuerpo.

¿Él extrañaría mi presencia ahora que estaba lejos de la mansión? ¿Desearía besarme como lo había hecho en alguna oportunidad? No… Ni me extrañaría ni querría besarme… Lenya tenía a su lado a una vampiresa bellísima e inteligente. Digna de convertirse una Craig. ¿Quién era yo? Una simple humana nacida en una campiña, sin suficiente dinero ni apellido. ¡Cómo me había jodido el destino! ¡Cómo me había enseñado de la forma más terrible la lección más importante en el amor! ¿A cuántos había hecho sufrir? Varios… Varios que me rogaron por amor y yo seguí mi camino. No estaba obligada a enamorarme pero podía haber sido un poco más sensible a la pena de esos hombres. Al otro día ni siquiera los recordaba. Sólo Drank fue importante. No porque lo llegué a amar, pero era tan caballero, tan galante, y cariñoso… Como los ídolos de mis sueños. Sólo le faltaba ser un vampiro y saber materializarse en cualquier lado… Como Lenya Craig… Bueno Lenya no tenía nada de caballero ni de galante. Era la antítesis de Sebastien. Aun así nunca hubiera cambiado otro macho por él. Nadie lo igualaba si se trataba de encenderme y hacerme sentir una verdadera hembra sedienta de placer.

Unos golpes llamaron a la puerta.

Me incorporé y me senté en la cama tratando de alisar mi suéter.

-¿Sí? Adelante…
-Hola Liz –entreabrió la puerta lentamente.
-Charles.
-¿Cómo estás, querida?

Charles se mantuvo de pie junto a la puerta.

Me acerqué.

-Bien.
-Disculpa que te moleste, pero en el buzón de los portones ha quedado un sobre con una postal para ti. Calculo será una postal porque se nota un dibujo y el logo de “Feliz cumpleaños”. Tiene tu nombre… Dime Liz… ¿Pronto es tu cumpleaños? No quiero parecer metido, sólo que sería un error para los Craig dejar pasar tu cumpleaños sin saludarte. No me lo perdonaría.

Sonreí mientras daba vueltas el sobre blanco entre mis manos.

-Es de mi amigo. Parece que no cree que estaré pronto en Drobak –lo miré a los ojos-. Me iré el fin de semana. Mi cumpleaños es el lunes, catorce de mayo.
-¡OH! Una hermosa taurina.

Sonreí.

Él continuó mirándome a los ojos. No es que me hiciera sentir incómoda, es que pareciera que debía darle alguna explicación aunque él jamás movió sus labios para pedirla.

Charles era así… te miraba, te analizaba con esos iris borgoña, y terminabas contando todo lo que guardabas dentro. Si Lenya hubiera tenido ese don, quizás hubiéramos estado juntos… No sé… Quizás él sabría que me guardaba palabras que no quería decir como, “te amo con toda mi alma y no quiero perderte”.

-Liz, querida… Es extraño que una taurina se dé por vencida, son muy fuertes ante la adversidad. Tengo entendido que son tenaces. ¿Por qué te irás de la mansión? ¿Por Natasha? Disculpa si me meto en algo que no tendría que inmiscuirme. Es que te veo tan bonita e inteligente… Pensé que serías finalmente una Craig… No por no considerarte de la familia en este momento… Tú sabes a lo que me refiero.

Mis ojos se llenaron de lágrimas que odié. Estaba demostrando debilidad y él que aseguraba que era fuerte.

-Ella es… Hermosa… No… No puedo seguir aquí.

Arqueó la ceja.

-Entiendo… Natasha es bellísima e inteligente, educada, y con una familia de vampiros tras de ella, todos virtuosos… Pero es curioso… Nada de lo que tiene le sirve, se encuentra de manos atadas. Porque quienes tienen el poder de cambiar los hechos del destino es Lenya y tú.

Suspiré.

-Bueno, no quiero agobiarte. ¿Así que no estarás aquí para el lunes? Podría decirle a Margaret que prepare un pastel, cocina excelente.

Sonreí mientras secaba mis ojos.

-Lo sé, cocina muy bien. Y no, no me quedaré. Gracias de todos modos. ¿Bianca? ¿La has visto?
-Sí, está con Dimitri en el Estudio. Pobrecilla, ojalá salga de su trauma de cazar. No veo la hora de verla corriendo cerca de las cumbres y lugares apartados buscando su presa.

Reí.

-Si tú supieras Charles… Bianca era tan…
-¿Escéptica? OH, Siii lo sé. El destino nos trae sorpresas, y eso es lo divertido de vivir.

(Perspectiva de Sebastien)

La reunión con András y parte de los colaboradores se desarrolló en un clima jocoso y distendido en el bar que manejaba el viejo Jim. El ingeniero y mi socio me pusieron al tanto de los adelantos en las minas de carbón y las nuevas instalaciones para que los obreros y sus respectivas familias pudieran asentarse en la isla. Rodion se notaba entusiasmado pero no había vuelto a probar el chocolate. Creo que mi hermano lo habría amenazado con tal de que no pasara papelones. De verdad lo alteraba pero no era para mal. Sólo que el desborde de energía provocaba que hablara hasta por los codos y se mantuviera inquieto.

Lenya se interesó con la charla del arquitecto Gutenberg y los nuevos descubrimientos para hacer más confortable las viviendas en regiones rigurosas por las nevadas y fríos extremos. Pero conocía a mi hermano aunque fuera poco tiempo de habernos encontrado. Cada tanto sus ojos escapaban hacia la ventana que daba al mar, entonces su mirada se tornaba triste y melancólica. Rodion también lo notó.

Al terminar la comida y despedirnos András nos pidió que aceptáramos la propuesta. Esperaba que no fuera otra cena ya que habíamos salvado el escollo alegando que el viaje nos había hecho muy mal y sólo bebimos whisky. ¿Hasta cuándo podríamos mentir? Mejor era trata de no compartir las horas de almuerzo ni de cena. De todas formas la propuesta fue rogarnos que nos quedáramos el fin de semana para así conocer su esposa e hijos. No habría tantas oportunidades de estar juntos ya que convenimos desde un principio ir turnándonos en la isla para que uno de los socios siempre estuviera presente.

Contesté que sería un placer siempre y cuando mi mujer estuviera de acuerdo. Ya que Bianca no viajaría hasta recuperarse del todo de los hechos traumáticos que había sufrido. Obvio… omití la parte de vampiresa. Le dije a András que si ella no tenía ninguna complicación me quedaría los cinco días restantes para conocer su familia, cuestión que lo alegró mucho. Mi hermano y Rodion asintieron sin problemas y nos dispusimos a regresar a nuestra confortable cabaña. Mañana debíamos iniciar los trámites de un permiso para excavar más profundo el conducto iniciado ya que la Isla de Oso estaba considerada como “tierras protegidas”. Cualquier explotación debía hacerse con el riguroso seguimiento del Estado noruego. Después, deberíamos completar los datos de diez obreros que habían llegado hace tres días e ingresarlos como beneficiarios de la Obra Social. En fin, puro papeleo cuyas dos firmas, de András y mía, no podían faltar.

En la isla del Oso continuaban los días nublados pero no estaba tan frío como la última vez que la había visitado. En horas del atardecer llamé a Bianca y le comuniqué la propuesta de András. Por supuesto que no se negó, le pareció buena idea que conociera la familia de mi socio. Claro que antes preguntó la edad de la hija de András, cuestión que me hizo sonreír.

-¿Estás celosa? –dije ufanándome de la posesión que sentía por mí.

Me lo negó unas dos veces hasta que insistí y lo reconoció.

De todas formas yo tenía lo mío y después de preguntarle que tal le iban las sesiones con Dimitri la amenacé que apenas llegara a Kirkenes la pondría al día con el sexo hasta que no pudiera sentarse. 

Ella rio. Después su “te extraño” me conmovió hasta la última terminación de mi ser.
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El sábado a la mañana el velero atracó en el muelle con la familia de András. Ver a mi socio tan feliz de reencontrarse con su mujer e hijos me provocó una pizca de envidia. ¡Qué ganas de que Bianca pudiera haber viajado junto a Douglas y Numa! Me hubiera sentido completo.

La esposa de András era una mujer muy joven para la edad de mi socio y el bebé que llevaba entre los brazos la hacía más dulce y maternal. Se notaba que había amor entre ellos y me alegró por él. Parecía ser buen hombre.

Sus hijos, Finn y Ster, de su primer matrimonio, eran jóvenes veinteañeros, muy simpáticos, y agradables al trato. Finn era su hijo mayor, cuyo parecido con el padre era asombroso. Se notaba muy correcto y medido al hablar aunque para mi gusto demasiado reservado. Se dedicaba a trabajar en una empresa de energía nuclear. Su hija Ster, era una chica alta y muy delgada, de cabello rubio y maravillosos ojos verdes. Según András era el vivo retrato de su madre. Ster gozaba de un carácter divertido y muy sociable. No pasó desapercibido para mí, las miradas que le dedicaba a Lenya con disimulo cada vez que mi hermano apartaba los ojos para mirar hacia la playa. Lenya tenía un poder de atracción con las hembras que era digno de señalar. Era una pena que no estuviera enamorado de Natasha. Hubieran sido una pareja perfecta. Por supuesto que el tiempo diría si Natasha conseguiría atrapar a ese “Don Juan” escurridizo.

Al caer la tarde el sol resplandecía muy tenue en el horizonte, regresamos a la cabaña para ducharnos y quitarnos el bloqueador solar de nuestra piel. Lenya prefirió ir a caminar por la playa antes de bañarse. Le recordé la advertencia de András de no recorrer la zona este, ya que habitaban los osos polares y aunque para nosotros quizás no fueran un peligro extremo debíamos simular todo lo que fuera posible para no levantar sospechas.

Rodion lo vio partir desde la ventana y murmuró.

-No me gusta ver a Lenya en ese estado. Está muy triste.
-Me he dado cuenta Rodion, pero no podemos hacer nada si él no decide que hacer con su vida.
-Sí… Pero me duele igual. Ha sufrido tanto la ausencia de su padre que… Nada, olvídalo. Me gustaría que nunca tuviera que penar por nada ni nadie. Me alegro que te haya encontrado y sean buenos amigos.

Sonreí.

-Y yo me alegro que haya podido contar contigo desde pequeño.

Me miró corriendo al lugar la cortina color burdeos.

-Nadie reemplaza a un padre.
-Eso lo sé. ¿Pero me negarás que has colaborado en hacerle una vida más fácil? Tu amor por él ha fomentado los valores buenos y ahogado el rencor muchas veces.
-Quizás ahogado no sería la palabra, quizás sería apaciguarlo. Lenya siempre guardó la rabia dentro de su corazón por no vivir junto a su padre. Creo que quien hizo desaparecer la rabia o el disgusto, ese has sido tú. Su hermano. ¿Sabes? Lenya fantaseaba antes de conocerte e imaginaba cada vez que te vigilaba a la distancia, creyendo que tendría que hacerte frente por compartir el apellido y el linaje de los Craig. Yo le decía que a lo mejor tú te alegrarías de tener un hermano. Él negaba con la cabeza y aseguraba que era un tonto al pensar que lo recibirías con los brazos abiertos. Sin embargo en su mirada había un brillo de esperanza. Lo notaba aunque no me lo dijera.
-Bueno, con los brazos abiertos…

Rio.

-Recuerda que Lenya sacó la artillería completa cuando estuvo frente a mí –agregué divertido.
-Sí… -sonrió sentándose en el sofá- No fue la mejor forma de presentarse. No es por defenderlo, pero a ti te salieron los ojos de las órbitas cuando te confesó que era hijo de tu padre.

Me serví una medida de coñac y convidé otra a Rodion. Me senté en otro cuerpo del sofá y tomé un trago.

-Rodion, tú no te imaginas el choque que es recibir la noticia que tu padre te ha ocultado un hermano por años.

Tomó un trago y me miró.

-¿Has podido perdonarlo?
-Sí… Sí, lo he perdonado. No creas que al principio. Sólo al leer el diario de la madre de Lenya pude comprender ciertas decisiones.

Sonrió.

-OH… Sí… Ella era muy orgullosa. Pero amó a tu padre hasta el último día de su vida. Ese día fatal que…

Respiró hondo.

-No recordemos lo triste. Estamos lejos de nuestros seres queridos y por más que nos pese ya no solucionaremos el pasado.
-Tienes razón. ¡A tu salud!

Levantó el vaso y lo imité.

-¡A tu salud, Rodion!

(Perspectiva de Lenya)

La playa parecía tranquila y solitaria. El sol en el horizonte hacía su recorrido primaveral en línea horizontal sin llegar a ocultarse completamente. El color naranja pálido se fundía en el azul petróleo de las aguas polares ramificándose en líneas lilas y violáceas de diferentes tonos. No se divisaba casquetes de hielo flotando pero la temperatura del mar sería muy fría.

Me descalcé y trepé por unas rocas de aristas redondeadas por el desgaste de las olas durante miles de años. Miré el cielo despejado de nubes, donde varias gaviotas volaban en círculo con un lenguaje particular que sólo ellas entenderían. Fui deslizándome con cuidado hasta tocar el agua con los pies. De pie, sintiendo las piedras y la arena gruesa bajo mis plantas, me llegó el recuerdo de la leyenda que contaba mi madre cuando yo era pequeño…

Solíamos pasear al caer la noche por las costas del golfo de Kola, en Murmansk. Yo aún no había tenido manifestaciones de vampiro y parecía un niño normal de ocho años ante la vista de todos. Una vez nos aventuramos a caminar por la orilla, a pesar que la corriente del Mar de Barents se notaba impetuosa y rompía con fuerza a través de las olas. Mi madre, que solía contarme leyendas y aventuras vikingas, me sonrió y jugó con el agua que lamía sus pies. La imité aventurándome con ella aunque me aferré a su mano. La inmensidad de las aguas me daba temor. Pero ella me decía que los nacidos en Murmansk no debíamos tener miedo al mar. Porque éramos parte de él desde tiempos remotos. La ciudad perteneciente a Rusia, debía su nombre a los sami, significaba “la tierra a la orilla del mar”, y de los tiempos de los navegantes vikingos las innumerables leyendas se habían propagado siendo parte de una historia por muchos olvidada.

En esa oportunidad, mi madre me contó una de las leyendas que más le gustaba.

Un día el rey Tritón o llamado Dios Neptuno para otros, por unas redes de pescadores perdió a la sirena que amaba con todo su corazón. Fueron muchos años que la buscó por todas las aguas del mundo con una gran angustia y pena. Sin embargo, nunca perdió las esperanzas de encontrarla, sabía que ella seguro escaparía de la muerte y que en un rincón del planeta, su sirena sabría que él la estaría buscando. Entonces, él acariciaba las aguas mientras nadaba en pos de hallarla. Ese contacto mágico de sus manos se trasladaría por los mares sin importar cuantos kilómetros atravesaría, ella sabría que él la amaba y no dejaría de buscarla.

Hasta que un día la encontró. Su sirena había esperado por él con la certeza de haber entendido su mensaje. “Porque el mar lleva mensajes a quienes amamos, Lenya”, me decía mi madre.

“¿Por qué el mar lleva mensajes, mamá?” Recuerdo que le pregunté jugando con el agua entre mis dedos.

Ella me sonrió y me entregó una pequeña caracola para que guardara en mis bolsillos. Después siguió contándome…

“Porque el rey Tritón desde el día que se reencontró con su gran amor, estaba tan feliz que hizo un regalo a todos los enamorados que sufren por la distancia de un ser amado. Si tocas las aguas y dices la frase que quisieras que escuche tu amada, él se encargará de que ella reciba el mensaje.”

Sonreí con una mueca de tristeza al recordar mi reacción de niño inocente…

“¿Por qué no le envías un mensaje a papito, mamá? Así sabe que lo quieres y viene a buscarnos.

Mi madre no contestó, se dedicó a buscarme más caracolas. Su silencio doloroso para ella, incomprensible para mí, lo tragó el mar para siempre.

Bajé por las rocas hasta las aguas con el corazón hecho un puño por los recuerdos que hubiera querido borrar con el paso de los años. Al contemplar un brazo del mar que se metía entre las piedras salinas y volvía a salir con más fuerza para mezclarse nuevamente con las aguas profundas, una fantasía de un niño anidó dentro de mí y no sé porque razón quiso salir.

Me incliné hasta que mis dedos se hundieron en el agua revuelta y helada. Como si acariciara cada partícula de las aguas del mar moví mi mano suavemente provocando un leve movimiento apenas detectable por el oleaje.

Mi corazón latió fuerte… ¿Creería en leyendas de dioses y sirenas? Yo, ¿un vampiro oscuro y desamorado?

Contemplé mi mano derecha cubierta por el agua, cerré la mano en un puño y volví abrirla… y murmuré… "Liz… No me olvides. Te amaré por toda la eternidad."

De pronto, un escalofrío recorrió mi cuerpo. Una desazón imposible de explicar. Rápido me dirigí a buscar mis tenis y calcetines y corrí todo lo que me permitía las condiciones normales si hubiera sido humano. Podría ser que alguien estuviera cerca de la costa y me viera usar mis dones de vampiro, no podía arriesgarme.

Cuando entré a la cabaña, Sebastien se sobresaltó. Estaba viendo junto a Rodion un programa sobre el clima en el polo en el LCD.

Me miró preocupado.

-¿Qué te ocurre?
-Me voy.
-¿Te vas? Pero si el velero llega a la costa mañana por la mañana.
-Me materializaré en la mansión, ya mismo.
-¡Tú estás loco! ¿Cómo explico yo que has desaparecido?
-Por favor, debo volver.
-¿Me dices que diablos te ocurre?

Conté a mi hermano la horrible sensación y que debía ver a Liz.

Él trató de calmarme. Mañana partiríamos a Kirkenes de un modo convencional. En realidad me hizo entrar en razón. Era una locura dejarlos plantados sin explicación para el resto. Yo mismo comprendí que el velero había partido esta mañana y era el único transporte hasta Leknes. ¿Cómo iba a explicar mi hermano mi desaparición si me habían visto y hablado conmigo esa misma tarde?

Imposible.

Después de todo sería un día más. Mañana partiríamos, y en cuanto llegaría le diría a Liz que estaría dispuesto a luchar contra mis instintos y comenzar una relación seria con ella. Con ella… Mi amor verdadero… Mi amada sirena.

(Perspectiva de Liz)

Tenía todo preparado para marcharme. Ron me llevaría al aeropuerto en unas horas y yo me había despedido de las chicas, incluso de mi hermana la cual le di miles de recomendaciones que se cuidara y se portara bien. Aunque Marin siempre se portaba bien, últimamente el amor por Douglas la había cambiado y se había convertido en una jovencita bastante audaz.

En horas del atardecer, guardé el libro de mi autora favorita en mi maleta y bajé la escalera. Por el gran ventanal del salón podía verse entre las cortinas el sol en el horizonte. Una belleza de espectáculo.

Ron salió de la cocina y me sonrió.

-¿Admirando el paisaje primaveral? Dime que extrañarás Kirkenes.
-¡Claro que sí! Ron… El mar está cerca, ¿verdad?
-A unos seis kilómetros de la mansión. Haces la curva y una bajada hasta la costa. ¿Por qué?
-¿Me llevarías hasta allí en coche?
-¿Ahora?
-Sí. En Drobak pueden verse las costas del lago en el puerto de pescadores pero no el Mar de Barents con el oleaje. Amo el mar. Con todos los sucesos que ocurrieron aquí no he podido ni siquiera contemplarlo una sola vez.
-Bueno… Mmm… Está bien. Espera que me pondré nuevamente el bloqueador para reforzar, por las dudas.
-Sí, no quiero que te incineres delante de mí.

Rio.
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Caminamos con Ron por la arena contemplando la bella postal que ofrecía las costas de Kirkenes. El sol ya no se veía a causa de nubes tormentosas que amenazan con lluvia quizás en las próximas horas.
Me descalcé y Ron me advirtió.

-Liz, no te acerques demasiado. El oleaje es fuerte y cuando menos lo esperes te empapará de pies a cabeza.
-No te preocupes Ron. Sólo bajaré a esas rocas, ¿las ves?
-Ehmm… Sí, pero insisto hay marea alta.

Como chiquilla que está dispuesta hacer su última travesura bajé por un tramo donde moría el acantilado. Me senté para observar como una familia de cangrejos era arrastrada por las aguas que se introducían con fuerza por cada recoveco entre las rocas.

Ron me siguió aunque se mantuvo de pie a una distancia. Echó un vistazo alrededor para vigilar a unos pescadores que arrastraban una canoa cargada con redes de peces que aún coleteaban. Parecía felices por el producto conseguido en alta mar.

Miré mis pies bajo las aguas azules y cristalinas. La corriente del Atlántico se mezclaba con el Mar de Barents entibiando el agua y convirtiéndolo en puro placer.

-¡Rooon!
-¿Qué? –sonrió.
-¿Sabes la leyenda del Rey Tritón?
-Pues no, no tengo idea.
-El Rey tritón perdió su sirena y comenzó a buscarla por todas las aguas del mundo.
-¡Pobre Tritón!
-Calla, escucha atento.
-Vale.
-La sirena fue atrapada por unos pescadores, como esos que están allí. Pero por suerte pudo escapar. El Rey Tritón que no sabía donde se encontraba su sirena comenzó a buscarla sin descanso, pero mientras… para que ella supiera que él no había desistido de la búsqueda, con sus manos acariciaba las aguas como si las mismas transportaran su mensaje de esperanza y amor.
-¿Y encontró a la sirena?
-¡Siii!
-¡Qué bien!
-¿Sabes? Se cuenta que estaba tan feliz que le regaló a los seres de este mundo el poder comunicarse a través de sus dominios, es decir las aguas del mundo, a todo enamorado que se encuentre lejos de su amada.
-¡Qué romántico!
-¿Te estás riendo de mí?
-Nooo. Viniendo de ti no me extraña. ¡Mira que creer en vampiros!

Reímos.

Me puse de pie y di un último vistazo al mar…. Miré el agua que bañaba mis pies… Me incliné… 

Con unos deseos irresistibles de tocar esas aguas que seguramente después de lamer la orilla regresarían a las profundidades del mar, hundí mi mano.

Pensando en quien amaba con todo mi corazón y estaba tan lejos de mí, susurré… “Lenya, no me olvides. Te amaré hasta el último día de mi vida.”

De pronto una ola me baño de pies a cabeza. Grité por la sensación y el sobresalto, pero después eché a reír.

Ron corrió hasta mí y me sostuvo con sus manos.

-Vamos, loca de remate. ¡Mira cómo estás!
-¡Aaay! –volví a reír- Tengo frío.
-¡Por supuesto! –cubrió con su chaqueta mis hombros- Regresemos a la mansión, falta muy poco para llevarte al aeropuerto.
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Al entrar a la mansión subí las escaleras y fui a cambiarme de ropa. Metí mis prendas mojadas en una bolsa de nylon y las guardé en un rincón de la maleta. Sentía una angustia que me aprisionaba el corazón. ¿Y si esperaba a que regresara Lenya? ¿Y si olvidaba mi orgullo y me animaba a decirle en la cara el mensaje susurrado al mar?

Unas voces en el pasillo me sacaron de mi indecisión. La puerta estaba entreabierta… Era la voz de Natasha… Me acerqué un poco más y presté atención… Hablaba con Sara…

-Natasha, ¿entonces te quedarás hasta mañana?
-Pues sí. Iba a regresar a Moscú pero esta mañana llamé a Lenya y me confirmó que llegaría domingo a la tarde.
-¡Qué bien! ¡Rodion vendrá mañana! Lo extraño mucho.
-Yo también extraño a Lenya. Estoy deseando verlo.

Me retiré despacio de la puerta y miré mi maleta.

¡Mierda! Me sentía una estúpida. Pensar que hasta hace unos instantes me hubiera arrepentido para nada.

¡Qué cabeza la mía! ¿Es que no entendía que Lenya tenía a Natasha? Él estaba feliz. Y yo… Y yo debía aprender a vivir con ello… Pero lejos de él.




10 comentarios:

  1. Hola amiga, pasaba antes de ir a dormir y me dio mucho encontrarme con un nuevo capítulo, muchas gracias. Me ha encantado esa apertura con Charles y Scarlet, entiendo que él la quiere mucho, sino que ella a veces no tiene muy sencillo comprender a los demás, pero veo que está madurando a pasos agigantados y eso es genial. Liz y Lenya... un romance turbulento, sin duda, cuando estén juntos será tremendo y espero que ocurra más temprano que tarde, tienen mucho en común. Gracias nuevamente por compartir tu hermosa historia.

    Un besazo.

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    1. ¡Hola Claudia! La charla de Charles y Scarlet es conmovedora pero creo que Scarlet no halla ese amor paternal que le fue negado. Veremos que podrá hacer con ello.
      La leyenda del rey Tritón se me ocurrió sentada frente al teclado. Y sí me ha gustado mucho compartirla. Gracias por tu comentario reina. Un beso grande.

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  2. Uy espero que Lenya y Liz puedan hablar adore la leyenda del rey Triton . Te mando un beso y te me cuidas mucho

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    1. ¡Hola tesoro! Me alegro que te haya gustado la leyenda, a veces mi imaginación me da esos regalos. Un beso enorme y cuídate cielo.

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  3. Ahhh q capitulo mas bueno me encanto y en parte xq fue triste entre Lenya y Liz, uff cuando el llegue y vea q no esta se va a enterar de xq no lucho x su amor, me gusto la leyenda de Triton muy linda y sin querer Lenya y Liz pidieron lo mismo, ahhh Lou xfa ojala q haiga pronto un capitulo xq quiero saber q pasa con estos enamorados, aun asi gracias x los capitulos de ayer y hoy!!!

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    1. ¡Hola Laura! Siii es una pena ese desencuentro y será triste para Lenya no encontrarla peroooo... no sé si se quedará sin decirle "feliz cumpleaños" a Liz. Conociendo a Lenya lo dudo. Jejeje.
      Ya estarán juntos aunque falta un poco aún. ¡Besitos miles y gracias!

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    1. ¡Hola Lobo! Siii el amor es la base de la vida querido lobo. Gracias por estar aquí. Un beso grande.

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  5. Hola Lou... ¡Qué capítulo tan bien elaborado y completo!
    Estoy segura de que Charles sí quiere a Scarlet... pero Sebastien es especial para él
    Liz se quiere ir y la entiendo... es muy complicado ver al hombre que amas con otra mujer
    Pero Lenya no ama a Natasha
    Me ha encantado la leyenda del rey Tritón... me ha encantado la playa que ha visitado Lenya y la que ha visitado Liz
    "Porque el mar lleva mensajes a quienes amamos"... qué maravillosa frase y es posible que sea muy cierta
    Lenya y Liz se han mandado el mismo mensaje... unas escenas preciosas y muy románticas
    Me ha encantado el capítulo, Lou... Felicidades por crear tan buenos personajes
    Besos

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    1. ¡Hola Mela! Muchas gracias. Viniendo de ti, una gran escritora, es un hermoso halago.
      La leyenda salió de mi cabeza y fue directo a sus corazones de lectores como humilde regalo. También me gustó la frase, debe ser porque amo el mar. Un beso enorme y muchas gracias cielo.

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