¡Holaaa! Aquí les entrego con cariño el capi 15. Con una novedad muy importante. Quien sabe, a lo mejor alguno de los lectores se da cuenta de la gran incógnita que guarda celosamente Svetlana.
Capítulo 15
Milenka.
Natasha.
Llegué a París después
de siete horas de vuelo desde el aeropuerto de Vnukovo, Moscú. La ciudad
parisina estaba situada al norte de Francia y era atravesada por el río Sena. Cuenta mi padre que alrededor del año 1800 el río era menos profundo pero guardaba sus encantos. Le gustaba visitar a menudo la ciudad, cuestión que heredé de él. Pero el viaje en avión para mí era demasiado tedioso así que prefería materializarme. Aunque esta
vez debía actuar frente al mundo como una verdadera humana.
Viajar de forma convencional no era un problema para mí, ni tampoco para Svetlana, mi bella hermana y la más rebelde de los hijos Gólubev. El demonio rubio, como la llamaba mi padre cariñosamente, había dejado caer una bomba en nuestra prestigiosa familia el pasado invierno.
Estaba embarazada.
Viajar de forma convencional no era un problema para mí, ni tampoco para Svetlana, mi bella hermana y la más rebelde de los hijos Gólubev. El demonio rubio, como la llamaba mi padre cariñosamente, había dejado caer una bomba en nuestra prestigiosa familia el pasado invierno.
Estaba embarazada.
Svetlana trató de
ocultarlo lo que más pudo, ¿pero cuánto tiempo puedes ocultar un bebé por
nacer? No mucho. Así que después de un largo silencio de cuatro meses desde
agosto, decidió viajar de París hasta nuestro hogar. Mientras la Navidad en
Rusia transcurría tranquila, acogedora, y sin sobresaltos para el resto de los
rusos, para nosotros fue como superar un cataclismo.
Si debía ser sincera a
mí no me tomó por sorpresa la llegada de Svetlana con su pancita redonda. Mi
hermana y yo éramos muy unidas y la única confidente en las buenas y en las
malas. Así que estaba al tanto de su estado desde la primera fecha de la falta
menstrual.
Recuerdo cuando llegó a
casa y todos comprobaron la razón del porqué no viajaba a Moscú desde hace un tiempo a visitar a mis
padres y hermanos. Mi hermana vivía en París desde hacía trece años y se
dedicaba al arte. Sus obras se vendían a un precio desorbitante aunque firmaba
sus óleos con un sinónimo, “el demonio rubio”.
Sonreí.
Esperando que
anocheciera, sentada en el aeropuerto de Charles de Gaulle, recordé los rostros
estupefactos de mi familia cuando la vieron llegar la pasada Navidad.
Mi padre se sentó de
golpe y porrazo y balbuceó. “Svetlana, ¿qué significa esto?” A lo que Dimitri
aclaró con su clásico sentido del humor, “esto es un bebé por nacer, papá”.
Madre mía…
Fueron tantas preguntas
a la pobrecita de mi hermana que tuve que intervenir. “¡Déjenla en paz, que
cuente por sí sola!”
Sonreí mientras recordaba
esa reunión poco antes que finalizara la Nochebuena…
Mi madre cogió el
abanico de la época de Catalina de Rusia y se abanicó.
-Ay Mijaíl, me va a dar
algo.
-Imagino que sabrás
quien es el padre –Iván frunció el ceño furioso-. ¿No ha venido contigo? Si no
se hace cargo lo mataré.
Ante el silencio de
Svetlana mi padre montó en cólera.
-Mira chiquilla del
demonio. He soportado toda clase de rebeldías en tu vida, desde estudiar en
escuelas públicas hasta irte a vivir sola a París. Pero esto… Esto de quedar
embarazada y no presentar tu honorable macho es el colmo.
-Quizás no haya
honorable macho –me atreví a murmurar.
-¿Cómo dices Natasha?
–preguntó mi padre- ¡Natasha abre esa boca y cuenta todo ya que tu hermana por
lo visto no piensa hablar!
-¿Me has visto cara de
traidora? –contesté enojada- ¡Jamás! ¡Si no desea contar ella yo no abriré mi
boca!
-¡Más respeto señorita!
¡Estás hablando con tu padre!
-Ay Mijaíl no me siento
bien –dijo mi madre recostada en el sofá.
Iván fue hasta el bar y
le sirvió un vodka.
-Toma mamá bébetelo de
un trago.
Dimitri con su
paciencia se acercó a Svetlana y la tomó de las manos.
-Cariño, somos tu
familia. ¿En quién más podrías confiar? Anda cuéntanos que ocurrió y porque estás
sin tu macho.
Svetlana lo miró a los
ojos y murmuró.
-¡Aaaay Iván sírveme
otro vodka! –exclamó mi madre, mientras mi padre se agarraba la cabeza con las
dos manos.
Después quedó en
silencio meditando ante la expectativa de todos.
Suavizó la voz… Sí,
estaba muy enojado…
-A ver… Svetlana… Hija…
Dime… ¿Cómo es que te has acoplado con un vampiro y no sabes el nombre? Lo que
es más extraño… ¿Cómo no has tomado precauciones, querida?
Svetlana lo miró con
los ojos llorosos.
-¡Pensé que había
tomado precauciones! ¡Fue una noche de diversión y nada más! ¡Un error! ¡No
pueden perdonar un error!
Cuando estalló en
llanto a todos los Gólubev se nos encogió el corazón. Bueno esa clase de
“accidentes”ocurría hasta en los humanos. ¡Por qué no a nosotros!
Anouk, mi hermana
menor, había presenciado todo, cruzada de brazos y recostada a la chimenea. En
cuanto Svetlana pronunció el “no sé cómo se llama” se movió inquieta y se acercó al grupo. Imaginaba que pasaría por su cabeza… El terror de que el padre del hijo que esperaba Svetlana fuera un triste vampiro sin linaje ni aquelarre fijo, o lo que es peor, un humano.
cuanto Svetlana pronunció el “no sé cómo se llama” se movió inquieta y se acercó al grupo. Imaginaba que pasaría por su cabeza… El terror de que el padre del hijo que esperaba Svetlana fuera un triste vampiro sin linaje ni aquelarre fijo, o lo que es peor, un humano.
Poco a poco los ánimos
fueron calmándose. A mi madre le volvieron los colores y mi padre decidió darle
un tiempo prudencial para que mi hermana hablara. Él sabía que ninguno de sus
hijos nos comportaríamos como salvajes y Svetlana no era la excepción. Quizás
cuando se sintiera segura y confiada se animaría a contar la verdad de ese
apareamiento.
Pero el tiempo
transcurrió, el almanaque siguió pasando hojas, mi hermana continuó con su
silencio y en enero con la llegada del 2016, volvió a París. Tuvieron que
conformarse. Era evidente que Svetlana no quería saber nada con el macho que
había engendrado a su hijo.
Volviendo al presente, decidí
llamar al móvil de mi hermana para saber si se encontraba bien después del
parto. Tenía una colaboradora francesa a su lado, una tal Giselle, vampiresa
desde hace cinco años. Mi hermana la había convertido después de conocerla lo
suficiente y saber que en el mundo jamás encontraría una aliada igual. Por
supuesto que no preguntó a mis padres sobre convertirla. Svetlana era así y a
todos los Gólubev nos tenía acostumbrados. ¿Pero el nacimiento del bebé?
¿Saldría todo bien como todos sus planes?
Al cortar comunicación
con Svetlana decidí no materializarme en su domicilio. Si algo salía mal como
ser vista por humanos me vería en problemas. Mi hermana me había prevenido que
siendo fin de semana la cantidad de turistas era considerable en el barrio de Montmartre.
Svetlana había elegido su residencia allí no sólo por la cantidad de tráfico
humano sino por ser uno de los barrios de París más encantadores y pintorescos.
Estaba situado sobre
una colina donde se cruzaban pequeñas y empedradas callejuelas. Aún conviven el
pasado y el presente, con su gran número de antiguos cabarets y terrazas donde
los pintores echan a volar su imaginación y surge en la cima, imponente, la
hermosa construcción de la Basílica del Sagrado corazón.
Ya en la parada Anvers
del metro, recorrí la Plaza Pigalle con sus brillantes luces de neón. Apenas vi
el famoso Moulin Rouge, comprobé que mi hermana había tenido razón. Mayo era
una época en que abundaban los turistas haciendo filas eternas para los
distintos espectáculos que ofrecía París. Por algo era llamada “la ciudad que
no duerme”. El barrio guardaba en las
puertas de los locales y cabarets los ecos de un pasado lleno de esplendor
surgido en el siglo XIX.
Hubiera querido llegar
más temprano y no pisando las dos de la madrugada, pero me hubiera sido difícil
si no me hubiera detenido a cazar antes de partir de Moscú.
Tras subir una empinada
de ciento noventa y siete escalones por fin llegué a la parte más bohemia de
Montmartre. Crucé la Place du Tertre situada en la parte alta de la colina. La
terraza de mi hermana podía verse desde el lado este de la plaza. Desde allí, hasta donde me encontraba situada, una
estrecha callejuela iluminada por grandes farolas parecía guiarme al encuentro.
Tenía ganas de verla y
abrazarla. Yo había viajado la última vez en febrero con la fecha de la primera
ecografía del bebé. No pudimos conocer el sexo pero en unos meses más Svetlana
me dijo que sería una niña. Me sentí feliz. Imaginaba una niña bella como su
madre. Ahora con dos días de nacida la conocería y no tenía dudas que sería
así. Svetlana era hermosa.
Mi misión era traer a
Svetlana a Moscú al menos por un tiempo. No porque mi hermana había decidido
huir de París, sino porque había que resolver un grave problema… Comunicarle a
Sebastien Craig que había nacido una niña vampiro.
Arquee la ceja mientras
un pintor al costado de la plaza vendía su obra a un entusiasmado turista.
Hasta ahora no había
pensado si tendríamos conflicto con los Craig. Suponía que no si es que
Sebastien mantenía en su gobierno la sensatez de su padre. Pero eso no lo
sabríamos hasta estar frente a él y confesarle el nacimiento.
Adrien siempre había
sabido como manejarse con las crías de los aquelarres. Con cautela y discreción
nunca prohibió la propagación de la especie aunque era muy medido. Cierto que
en la época donde nacimos mis hermanos y yo, los humanos no tenían tanto
adelanto en la ciencia y nadie imaginaba que esas leyendas urbanas de vampiros
podrían llegar a ser ciertas. Sin embargo, con la propagación de los autores de
novelas paranormales había una duda suspendida en el aire en muchos seres de la
raza humana. Eso tornaba más peligroso la convivencia con ellos. Después de
todo no habíamos podido dar con el secreto que guardaba la genética… ¿Por qué
crecíamos y nos desarrollábamos como humanos hasta cierta edad? ¿Por qué el
virus despertaba en el organismo y se manifestaba en una cierta cantidad de
años? Esperaba poder hallar la fórmula con mis conocimientos en la ciencia.
Algún día yo sería quien traería las respuestas. Amaba mi carrera de bióloga y
jamás abandonaría mi futuro de científica ni siquiera por un macho. Nunca.
La Basilique del Sacré
Coeur se mostró imponente ante mis ojos.
Poco faltaba para encontrarme con mi hermana y conocer a la pequeña
Gólubev. Svetlana le había buscado un nombre apropiado.
Sonreí.
Milenka, “mi pequeña”,
en ruso.
Y era nuestra pequeña. Mis
padres rebosaban de entusiasmo porque llegáramos y conocerla. Como todos los
padres, te enojas ante tus hijos por los errores y después perdonas y los amas
como siempre, e incluso más. Porque las equivocaciones los hacen más cercanos a
ti. Más iguales a ti. Uno no es perfecto y tus hijos, ¿por qué deberían serlo?
Frente al bello
apartamento de Svetlana me detuve. Estaba a unos pasos de conocer a la
princesita Gólubev. ¿Tendría los ojos verdosos de mi hermana? Por supuesto que
las vetas rojas en el iris surgirían con el paso de los años. Pero para eso
faltaba tiempo… ¿O no? Nadie lo sabía.
El aire fresco de la
primavera me rodeó como suave brisa. El clima de París era de transición al
encontrarse alejado de la costa. Hoy no llovía, aunque eran muy común las
precipitaciones y tormentas. El invierno se aproximaba y quizás más adelante la
nieve le daría el toque de una hermosa postal invernal a “la ciudad que nunca duerme”.
Por ahora los días y noches no serían muy rigurosos pero habría que abrigar a
la pequeña Milenka antes del viaje para reencontrarse con toda nuestra familia.
Moscú la recibiría con mucho frío.
Toqué el timbre en la
puerta alta y ancha de doble hoja. A mis oídos llegó un tintinear muy suave.
Seguramente Svetlana había cambiado el sonido estridente del timbre por uno más
acorde con la permanencia de un bebé en la casa.
Me moví inquieta
mientras escuchaba los pasos descender de la escalera de mármol.
Por unos segundos,
Lenya se cruzó en mi mente…
Me hubiera gustado
estar en París con él después de todo. Era tan macho y seductor. Los labios
carnosos y húmedos eran difíciles de olvidar para cualquier hembra. A veces me
molestaba estar pendiente de él cuando no se encontraba cerca de mí. Era una
sensación nueva para mí. Jamás perdí tiempo y pensamientos en ningún macho
apenas saliera de la cama. Mierda…
El sonido del picaporte
me volvió al presente.
Giselle se asomó por la
puerta entreabierta y sus ojos color rubí brillaron de alegría al verme.
-Mademoiselle, Natasha
Gólubev. Un plaisir.
-Gracias Giselle. ¿Aún
no has aprendido ruso?
Sonrió.
-Sí. Su hermana me ha
enseñado mucho estos dos años. Es la costumbre.
-¿Cómo está ella?
Me quité el abrigo gris
humo y se lo entregué.
-OH! Très bien. Aunque…
-bajó la voz casi inaudible mientras subíamos las escaleras- Ella no ha querido
salir a cazar. No quiere dejar la niña.
Suspiré.
-Supongo debe ser
normal en toda madre. Pero tendrá que hacerlo si quiere alimentar a Milenka
como es debido.
-Quizás usted la
convenza.
-No te quepa la menor
duda.
Al llegar al descanso
me detuve y la cogí del brazo suavemente.
-¿De ánimo? ¿Cómo está de ánimo?
Giselle torció la boca
en gesto de duda.
-Elle est triste, Mlle.
-Lo imaginé.
Moví la cabeza negando.
-Svetlana deberá tarde
o temprano hacer frente a la situación. Es lo mejor.
Apenas entré al pequeño
salón el lujo y la opulencia de los Gólubev brillaba por su ausencia. Svetlana
vivía con todas las comodidades pero su toque bohemio podía descubrirse en cada
rincón. No había una mesa de comedor ni mucho menos sillas. Sólo una mesa baja
de living color negra, con almohadones de colores vivos alrededor. Sólo tres
sofás de terciopelo negro cerca del calefactor completaban el mobiliario. Varios
cuadros de su pintor español favorito adornaban las paredes blancas. Amaba el
surrealismo y a Dalí.
En un rincón, el
calefactor rectangular desprendía un calor agradable por todo el ambiente. En
otro extremo una escultura de la Venus del Nilo de bronce, de aproximadamente
metro y medio, daba el toque romano a tanta diversidad y confluencia de
culturas. No sé cómo se las arreglaba Svetlana en mezclar épocas y movimientos
culturales pero el ambiente se veía cálido, acogedor, y en absoluto de mal
gusto. Al contrario parecía un hogar alegre y juvenil.
En cuanto pisé la gran
alfombra roja y azabache la escuché con alegría.
-¡Hermana!
Miré hacia el angosto
pasillo que daba a la habitación de Svetlana y a su pequeño taller. Mi bella
hermana con su largo cabello rubio y estrecha cintura me miró de pie y
sonriente.
-¡Qué hija de puta!
Svetlana no puedes haber parido hace dos días y lucir ese cuerpo.
Tiré el bolso sobre uno
de los tres sofás y me acerqué a abrazarla. Ella rio y devolvió mi abrazo con
fuerza.
-¡Qué suerte estás
aquí! ¡Te he necesitado tanto!
De pronto, estalló en
llanto.
Acaricié su cabeza de
hilos de oro.
-Cariño, ya estoy aquí.
Papá y mamá están esperándote y están deseosos de conocer a Milenka.
-¿De verdad? ¿Quieren
conocerla?
-¡Svetlana! ¿Cómo dudas
de algo así?
-No sé –dijo
enjugándose las lágrimas- los he hecho disgustar mucho últimamente.
-¡Bah! No hagas caso.
Por supuesto que fue un choque emocional para todos pero mamá no ha dejado de
hablar de su futura nieta y papá se preguntaba todos los días si faltaba mucho
para mayo.
Mi hermana volvió a
reír.
Me alejé para poder ver
su físico privilegiado.
-¿Sabes querida?
Deberíamos agradecerles a ambos la genética. Somos muy bellas –reí.
-Calla Natasha. Debo haber quedado gorda.
-¿Qué? ¡Estás loca!
Ahora que lo mencionas… ¿Has ido a cazar? Te noto pálida y demacrada. La niña
te ha absorbido las vitaminas.
-No te preocupes. He
ido de caza con Giselle hace unas dos semanas.
-Pero tenías un bebé en
la panza. Debiste ir más a menudo.
-Estaba realmente
incómoda, Natasha. Tú no sabes lo que es una niña que ha nacido de cuatro kilos
y medio. Llevarla dentro de mí fue una carga tremenda, aunque deliciosa por
supuesto.
-¡Vaya! ¿Y dónde está?
Quiero verla.
-Ahora la he dormido.
Giselle dice que podríamos ir a cazar ya que tú puedes cuidarla un par de
horas.
-Bien pensado Giselle
–dije sonriendo a la joven que aguardaba muy quieta junto a la puerta de
entrada- Antes de que le des de mamar debes alimentarte bien. Vamos, no pierdas
tiempo. La madrugada en París está especial para recorrer.
-Iré cerca del
cementerio. No queda lejos y abunda gente sin familia.
-Muy bien señorita. Yo
me encargaré. Si llora debo acunarla en brazos, ¿verdad?
Rio.
-Si se despierta y
llora será por hambre. No conformarás a Milenka cantándole una canción.
-¿Y entonces? –dije, en
tono de pánico.
-No te preocupes. Sobre
la encimera tendrás un biberón de suero dulzón. Es para las ocasiones en las
que estoy ocupada como cuando me baño. Giselle la entretiene con el suerito.
-Ah… Bien. Pues no demoren.
Por las dudas –sonreí-. Abrígate.
……………………………………………………………………………………………….............
Fui apagando las luces
del apartamento hasta dejar sólo un spot junto al sofá. Me senté cerca de la
ventana que daba a la hermosa plaza donde desde el otro lado podía verse la
cúpula de la basílica. La combinación de
la arquitectura estilo romana y bizantina le daba el toque de un pasado
tormentoso pero señorial y opulento.
Recosté mi cabeza al
alto respaldo y cerré los ojos…
¿Qué estaría haciendo
Lenya? ¿Habría llegado a la mansión de los Craig? Sí… Aunque no me había
llamado. Le había dicho que lo esperaría y no pude hacerlo. ¿Se habría
enfadado?
Abrí los ojos y el
cielo romántico de París, totalmente estrellado, me transmitió algo parecido a
la nostalgia. En realidad no sabía bien que sería. Nunca me había sentido así
por un macho. Demonios Lenya…
Hundí mi mano en un
bolsillo de mis jeans y quité el móvil. Lo tenía silenciado y no había notado
las diez llamadas de mi madre… De Lenya, ninguna.
Cambié el móvil a
vibrador.
¿Y si yo lo llamaba?
¡Demonios Natasha, en qué estás pensando! Tú llamando a un macho. Ni loca. Que
llamara cuando quisiera y si no llamaba nunca pues a otra cosa… No… No a otra
cosa no… No sería fácil quitarme de la cabeza a ese flor de macho Craig.
¿Por qué justo un macho
que no pensaba en mí? ¿Por qué justo tenía que fijarme en un macho que amaba a
otra hembra? ¿Era idiota? No… Según mi madre el día que vio a mi padre por
primera vez se enamoró perdidamente y no hubo satán que se lo quitara de la
cabeza. Evidentemente tenía que darle la razón. Había hechos que no manejaban
nuestra inteligencia y razonamiento.
El móvil vibró en mi
mano y me sobresalté.
Miré el display y leí,
“Lenya”.
Una sonrisa de esas
bien estúpidas noté en mi cara.
Carraspee, respiré
hondo, y atendí la llamada.
-Lenya, ¿cómo estás?
-Natasha…
Su voz masculina y
grave retumbó en mi oído e hizo temblar todo mi cuerpo.
-¿Estás en la mansión?
–pregunté, tratando de que mi voz sonara desinteresada.
-Sí. Como te había
adelantado. Tú eres la que no me esperó. ¿Qué ocurrió?
-Ah… Es que mi familia
me necesitaba urgente.
-¿Tienen un problema
grave?
Arquee la ceja y
respiré hondo.
-No… Grave no…
-Okay no te preocupes,
no tienes porque contarme todo.
Me puse de pie mientras
mi organismo se revolucionaba. Comencé a transpirar como quinceañera y unas
locas ganas de gritarle la verdad pujaban por salir de la garganta. No quería
mentirle. A él no… A él… Aunque supiera que él estaba comportándose como el mayor
mentiroso de su raza. Acaso no se había hecho pasar por un tal Steve cuando lo
conocí tiempo atrás.
-No te preocupes ya te
contaré. Sólo que no es conveniente por el móvil. Es un tema delicado.
-Bien. ¿Nos vemos hoy?
Viajaré a Moscú para hablar contigo. Necesito hablar sobre nosotros.
El pánico corrió por mis
arterias. ¿Hablar sobre nosotros? Demonios, iba a terminar la relación. ¿Pero
acaso no era lo que debía hacer un macho de bien? Sí… Yo no quería adelantarme
y enfrentar su desamor. No… No sabía el porqué. Nunca me había sentido
acorralada y pequeñita ante la inmensidad del amor. Ahora entendía lo fácil que
podía uno sentirse feliz estando enamorada, como también hundirse en una
tristeza agobiante y profunda al no ser correspondido. Sin embargo yo era
Natasha Gólubev, y ni siquiera el amor iba a poder derribarme.
-¿Qué te parece si nos
visitas en casa en un par de días?
-¿En un par de días?
¿Por qué no verte hoy?
Traté de que cambiara
de opinión…
-¿Me extrañaste?
–susurré.
Su silenció cayó como
si fuera una bomba de mil neutrones. Después habló con voz neutra.
-Sí, claro que sí. Si
no quieres verme lo entiendo de todas formas.
-No… No es eso… Se
trata que no estoy en Moscú. Estoy visitando a mi hermana Svetlana, en París.
-Ah… Vale. Las dejo
conversar tranquilas. En un par de días, cuando tú digas nos reuniremos en la
casa de tus padres.
-Me parece bien y…
El llanto de Milenka
fue agudo y notorio.
Mierda…
-Natasha, ¿lo que
escucho es el llanto de un bebé?
-Sí… Es la vecina de mi
hermana ha tenido un crío que no quieras saber cómo llora.
-Ah…okay. Vale. Un beso.
Pórtate bien y dale cariños a tu hermana aunque no la conozco, será un placer
conocerla cuando viaje en dos días.
-¡Síii! A ella le
encantará… Ehm… tengo que cortar, mil disculpas.
Presioné la tecla de
finalizar llamada y corrí desesperada hacia la habitación de Svetlana donde se
encontraría la cuna de la princesita Gólubev.
……………………………………………………………………………………………...............
Acuné entre mis brazos
la pequeña muñequita que no dejaba de llorar. El famoso suero que había dejado
Svetlana ya no la conformaba y yo con la nula experiencia en bebé estaba
desesperándome por calmarla. Caminé con ella en brazos Quien diría que el
retoño que se veía tan tierno e inofensivo se convertiría con el paso de los
años en un enemigo mortal de los humanos.
La cambié de posición
colocándola vertical sobre mi pecho y hombro presionando suavemente con mis
brazos, tratando de darle calor. Comencé a cantarle pero nada, la niña quería
a su madre. ¡Demonios!
Me acerqué a la ventana
y volví a cambiarla de posición. La luz de la luna iluminó su carita redonda y
cachetona. Sus mejillas rosadas lucían saludables. De pronto me miró. Buscó mi
mirada y su llanto fue apagándose. ¿Quién diría que tuviera ese encanto para
los niños? Yo, una vampiresa que vivía para su carrera prestigiosa.
-Ssssh… Na na nanana… Ya
llega mami… nanan nana nananana..nanaa.
Tenía unos ojos
chispeantes y brillosos. Sobre todo mostraban la principal característica. No
era igual a Svetlana. La niña tenía muchos rasgos de su padre. Aunque era
rubia, su iris azabache guardaba la mirada atenta y despierta, y el secreto de
sus genes. ¿Por cuánto tiempo? No lo sabríamos. Dependía de Svetlana y su
confesión, o de si el destino los llegara a cruzar frente a frente, su padre no
se diera cuenta que tenía el vivo retrato de sus facciones en la bebé.
Milenka poco a poco fue
callando su llanto y se entretuvo en un milagroso cunero musical que por
casualidad me di cuenta de hacer sonar. La música le llamó la atención y sus
párpados fueron cerrándose.
Cuando su madre llegó
junto a Giselle yo me había dormitado con la niña en brazos recostada en la
cama de Svetlana. Mi hermana aprovechó a bañarse y tomó un café. Después tomó a
la niña en brazos y la despertó suavemente para darle de mamar.
Cuando Svetlana estaba
cambiando sus pañales y yo estaba contemplando esa belleza pequeñita, me animé
a tocar el tema.
-Svetlana…
-Dime.
-¿Buscarás al padre de
la niña para decirle que tiene una bebé?
-¡Estás loca! No podría
rebajarme tanto.
-Pero Svetlana si él no
sabe no le darás la oportunidad de decidir.
-Natasha tú sabes bien
que fue un encuentro casual.
-No estoy de acuerdo.
-A ver… -acostó la niña
en la cuna blanca y se sentó junto a mí sobre la cama- Entiende que para él fui
una diversión.
-Svetlana. ¿Y si no es
así? ¿Si está enamorado de ti y no se anima a decírtelo?
-¿Por qué no se
animaría?
-¡Hermana, somos los
Gólubev!
-Ahora te me pones como
Anouk.
-No lo digo por mí.
Pienso que cualquier vampiro se sentiría acobardado –la tomé de la mano- Mucho
más él en su situación. Si lo quieres…
-¡Por supuesto que lo
quiero! Yo sí lo quiero. Él… Él siempre ha sido mi amor imposible. Es tan… Tan
valiente, tan serio, tan macho…
-¡Svetlana! Por favor
intenta acercarte a él.
-No Natasha, de ninguna
forma lo haré. Tengo mi orgullo. No crees que me hubiera llamado si estaba
interesado. O al menos preguntado por mí. ¿Te ha preguntado por mí?
-No…
-¿Lo ves? No le
intereso como hembra.
-¡No digas eso!
-Ssssh, despertarás la
niña.
-Lo siento…
-Entiende Natasha. Tú
lo has visto. Ni siquiera te ha preguntado por mí.
-Svetlana… Es difícil
que alguien como él se acerque y me pregunte, ¡ey qué tal tu hermana! Lo
pasamos muy bien esa vez y quiero saber cómo está y si me recuerda.
-Por supuesto que nunca
te preguntará. Él vale mucho para fijarse en una vampiresa criada entre algodones
y caprichos. Él necesita otro tipo de hembra a su lado.
-Aaaay… Cabezota eres.
-Natasha, prométeme que
nunca nadie lo sabrá.
Suspiré.
NOTA: Vaya vayaaa, ¡qué secreto guarda Svetlana! ¿Quién será el padre de la niña Gólubev?
A como lei el padre de la niña es alguien conocido de Los Gólubev pero no dicen nada mmm ahora si me dejo con una graaan intriga de saber quien es?!!!!!! mmm sera algun guardaespldas de los Craig jeje yo y mi mente!!! ....me gusto el capitulo gracias Lou y q tengas un buen fin de semana!!!
ResponderEliminar¡Hola Laura! Qué imaginación tan buena Lau!! jajajaja. Quizas quizas...
EliminarMuchas gracias cariño por el comentario y el entusiasmo. Veremos si te agrada el capi suiguiente... mmm... seguro que sí. Besotes!!
Uy de quien será el niño. Me d io pena Natasha, Lenya va terminar con ella. Natasha se merece alguien que la ame de verdad. Te mando un beso y te me cuidas
ResponderEliminar¡Hola Judit! Da pena Natasha sí, porque no es que sea mala lo que ocurre que el destino la llevó a conocer este galán. A ver que ocurre más adelante. Un besote enorme y muchas gracias.
EliminarVaya, qué capítulo más bonito y misterioso ;) Me ha encantado conocer la dinámica de esta familia, me parecen más interesantes todavía de lo que pensaba, es genial!!! Ver qué nos cuentas respecto a semejante intriga.
ResponderEliminarUn besazo.
¡Hola Claudia! Me alegro que te haya gustado. Habrá más sobre los Gólubev. La intriga... bien pronto se rebelará. Besotes miles y muchas gracias!!
EliminarLo has dejado muy interesante amiga!! Me ha gustado mucho el capítulo. ¿Es alguien de la mansion Craig?? Besoos
ResponderEliminar¡Hola Lyd! Gracias por leerme. ¿Cómo vas con tu novela? La publicaras y será un éxito verás.
EliminarY sí es alguien de la mansión de los Craig tesoro. Piensa piensa.... Además, es hora de darle al caballero protagonismo, no crees?? Un besote enorme y muchas gracias.
Hola Lou... Me alegra que la familia de Svetlana haya aceptado a la pequeña Milenka que es una monada
ResponderEliminarCreo que Lenya sí quiere cortar con Natasha... y creo que es lo mejor para ella... acabará conociendo a alguien que la quiera como ella merece
Y no sé quién es el padre de Milenka... me dejas muy intrigada ;-)
Un capítulo formidable como de costumbre... mi felicitación
Besos
¡Hola Mela! Sé que la intriga fue una sorpresa, y la respuesta lo será también. En base a como viene la historia podremos conocer otro integrante de los Craig más a fondo... Te gustará seguro y me alegra mucho.
EliminarUn besote enorme cariño y gracias como siempre.
veo que solo mujeres te leen, porque?,. tu historia es muy interesante,,,bien la familia crece,,,saludos.-
ResponderEliminar¡Hola Lobo! ¿Lo dices por los comentarios de chicas? Bueno cariño hay hombres pero serán más tímidos porque me comentan por mail. No estás solo y me alegra que sea así. Gracias por el comentario y por el halago. Un abrazo enorme desde Argentina.
Eliminarla soledad no me inquieta para nada, pero me extrañó que sólo yo comentara, acompañado por chicas,,jajajaj,,,gracias, saludos lo sabes, desde México,,,
ResponderEliminar¡Muchas gracias querido amigo! Un abrazo desde Buenos Aires.
EliminarSvetlana, aparte de artista, ¿no será también probadora de amortiguadores de limusina? Un serio oficio que se realiza muuucho mejor en compañia del chófer de la limusina, que sabe que... partes tocar para que todo esté en su sitio :D
ResponderEliminarGracias por compartir con nosotras, cariño. Ah, y a la bebita, le podríamos poner de segundo nombre Tony. Besos.
¡Holaa Shikara! Jajajaja. Yo ser{ia probadora de amortiguadores tambi{en, ya sabes por lo que veo por donde viene la mano. Un bombonazo de padre, por cierto. Un besote y muchas gracias!!
Eliminar