viernes, 15 de mayo de 2015

Chicos debido a la demora subiré dos capítulos 9 y 10. Espero disfruten. ¡Gracias totales!

Capítulo 9
Electra.

Bianca.

Al entrar al estudio de Sebastien, Dimitri echó una ojeada e hizo ademán que tomara asiento en uno de los sofás en forma de esquinero bajo el gran ventanal.  Tomó una de la silla de cabecera del escritorio y la acercó. Suponía que a Sebastien no le importaría que usaran su trono. En realidad suponía que a Dimitri no le importaba.

Con movimientos seguros ubicó la silla acolchada de posabrazos en cedro, desprendió su chaqueta Gucci color azul que hacía juego con su pantalón, dejando ver una inmaculada camisa blanca, y se sentó a dos metros de mí.

Me miró mientras yo seguía todos sus movimientos desde abrir su anotador en tapas de cuero repujado hasta el clic de la pluma. Cruzó la pierna sobre la otra en forma de L y arqueó la ceja sonriente.

-¿Comenzamos?

Encogí mis hombros.

-Pues sí.
-Tengo que armarte un tipo ficha Bianca. ¿Te molestaría darme tus datos personales y contestar algunas preguntas sobre tu familia?
-Lo primero no, lo segundo… ¿Es necesario?

Él hizo un par de garabatos en la hoja blanca, seguramente eran anotaciones en código.

-Bien, si no quieres hablar de tu familia y te molesta, perfecto. Como tú te sientas cómoda.
-No, no es que me moleste… Lo creo innecesario.

Se recostó en el respaldo y sin dejar de sonreír me puso los puntos. Vaya…

-Si te molesta hablar de ellos lo entiendo y lo respeto. Ahora si es innecesario, eso lo diré yo.
-Ah…

Unos golpes en la puerta nos interrumpieron.

-¿Sí? –pregunté.
-Ah Bianca, soy yo…

¿Sebastien?

-Sólo quería que supieras que estaré aquí para contenerte por cualquier cosa… Eso… Nada más.

A los segundos se escuchó la voz de Charles.

-Sebastien, quieres tomarte conmigo un café al coñac y pasear por el jardín. Es una noche preciosa. Aprovechemos. Sabes, pocas horas durarán las noches de mayo.

Rodee mis ojos y me disculpé. Dimitri sonrió.

Cuando el silencio volvió a reinar tras la puerta mi particular psicólogo retomó.

-Bianca te llamas, ¿verdad?
-Sí. Bianca Craig -sonreí.

Me miró detenidamente…

-No hace falta el apellido para el caso… Pero… Es curioso… Cualquiera hubiera dicho su apellido de toda la vida, digo… Antes de ser vampiresa. Sobre todo tú que has sido convertida hace poco tiempo.
-Es que a pesar de ser humana siempre me sentí cómoda con el apellido Craig –contesté rápidamente.

Rio

-No te culpo. Aunque yo diría que lo que ocurre a simple vista es que la verdadera razón no tendría porque ser la comodidad de llamarte Craig, sino la incomodidad de seguir usando tu apellido de origen.

Lo miré.

-No… No, no lo creo. Estoy orgullosa de ser McCarthy.
-Bianca McCarthy, ¿entonces?
-Sí… Origen Canadiense. Nací en Vancouver. Llegué de pequeña a Noruega casi no recuerdo…

Se acomodó en una mejor postura en la silla confortable de Sebastien dispuesto a escucharme.
Pero enmudecí.

Ambos nos miramos en silencio. Él esperando que continuara hablando de mis orígenes y yo deseando terminar el tema que a mi ver era aburrido.

Pensando que podría más decirle de interesante, mis ojos se fijaron en un anillo en su dedo meñique de la mano derecha. Era una piedra rectangular punzó seguramente un rubí. En su interior tenía forjado en plata una águila bicéfala.

Dimitri al que nunca se le escaparía nada preguntó.

-¿Te gusta mi anillo?
-Supongo que representa a los Gólubev.
-Supones bien.
-¿Puedo preguntar el porqué del águila bicéfala?
-Por supuesto. Servirá para distenderte. Te noto tensa y no es lo mejor para la sesión.

Callé mientras esperaba la explicación de mi sabelotodo psicólogo.

-El águila es un símbolo de poder. Bicéfala porque se origina con los Hititas. Lo introduce Bizancio para después extenderse por toda Europa y Asia. El águila de dos cabezas fue el símbolo más potente de la dignidad imperial. Bicéfala para los rusos porque señala hacia oriente y occidente bajo su poderío. Pero también bicéfala para Escocia, lugar de origen de Adrien. Con la diferencia que su significado señala hacia el pasado y hacia el futuro. La permanencia del águila de dos cabezas a través de tantos imperios y reinado afianza su autoridad, poderío, y sobre todo permanencia a través de los tiempos… Como los vampiros.

-Entiendo.
-¿Satisfecha?

Asentí sonriendo.

-¿Sabes? La primera vez que vi el símbolo de los Craig fue un tatuaje… Es que Sebastien no lleva encima el león de los Craig.
-Miré disimuladamente a espaldas de Dimitri. El escudo del león con sus ojos rubí colgaba de la pared detrás del escritorio.
-Cierto. Es que no tiene que llevarlo –giró para observar el bello escudo en oro labrado-. Adrien lo tenía en exposición en su escondite. Los Craig no tienen que demostrar el poder y quienes son ante cualquier aquelarre. Son los Craig. Todos sabemos quienes son.
-Ah okey. Entonces, ¿en cuestión de símbolos el león es superior al águila?

Rio.

-Perdona, es que me has hecho recordar cuando mi padre bromeaba a Adrien recordándole que Rusia ha cambiado el león originario de los escudos por el águila –rio otra vez-. Le gustaba molestarlo. Pero Adrien se vengaba con algún otro dicho en contra. Siempre fue muy seguro y jamás le ofendían las bromas de sus súbditos. Le contestaba que el león era rey guardián por naturaleza y símbolo de nobleza, y el hecho de haberlo quitado del escudo real se demostraba una vez más que el león estaba fuera de toda competencia. Es decir, Rusia le quedaba chica.

Sonreí.

-De todas formas, tu padre habrá sido muy importante para él.
-Sí, digamos que los Gólubev y también los Sherpa han estado desde tiempo inmemorial a su lado. Mmm… ¿Qué tal si seguimos con la sesión, Bianca? Digo yo… Antes que mi líder con su símbolo de león entre por esa puerta a sacarme de los fundillos.

Reí.

-Vale. Sigamos.
-Bien… ¿Eres hija única, Bianca?
-Sí.
-Aja…
-¿Qué tal la relación con tus padres?

Dudé.

-OH, cierto que no quieres hablar de ello.
-No… No dije que no quería hablar… Ehm… No sé que puedo decir. No hay nada trascendente sobre todo basándome en el pánico para cazar.

Sonrió.

-Okay, entendí. El psicólogo eres tú. Bueno… Tuve infancia normal. Con caprichos y gustos cumplidos. Criada en un colegio Luterano, al cual odié… Mi madre era un ángel y mi padre… No me he llevado ni bien ni mal. No nos prestábamos atención como en otros hogares ocurre.
-Y dime… ¿A qué se dedicaban? ¿Eran médicos como tú?
-No. Mamá era docente en un Primario estatal, y mi padre trabajaba para una empresa multinacional, aunque tenía casi la carrera terminada de biólogo. Creo que fue su frustración de toda la vida.
-Y tú quisiste ser médica.
-Sí. ¿Crees que es por querer darle el gusto?
-No lo sé. Eso me lo tienes que decir tú.

Me miró fijo esperando la respuesta.

-Quizás sí. Sin embargo adoro ser forense. No fue una imposición de él.
-Aja…

Lo miré mientras seguía anotando con la rapidez de un rayo. ¿Qué tendría que ver con mi rechazo a cazar humanos?

Noté que repasaba con la mirada lo escrito minuciosamente. Muy atento…

-Dime, Bianca… ¿Cómo se llevaban ellos como matrimonio?

Cambié de posición en el sillón. Crucé una pierna sobre la otra.

-¿No quieres hablar de ellos?
-¿Por qué no?
-Te noto inquieta.

Mierda… Era un genio de la psiquis. Juraba que si hubiera sido humano lo hubiera recomendado a cuanto cristiano se hubiera cruzado en el camino.

-En realidad me incomoda hablar de ellos porque no están presentes –me excusé-. Mi madre falleció y mi padre anda en algún lugar del mundo.
-Soy tu psicólogo, no una chusma de barrio. Lo que tú cuentes quedará aquí.
-Lo sé. Verás, sólo he hablado con mi amigo Bernardo de mi vida y mi familia. Comprende, me es difícil.
-Claro que lo entiendo. Por eso dejaremos el tema si tú quieres.

Negué con la cabeza.

-No, si estoy aquí me adaptaré a tus preguntas. Tienes razón, eres el profesional y por algo lo preguntas.

Sonrió.

-¡Qué agradable paciente es señora Craig!

Reímos.

-Cuéntame. ¿No se llevaban bien?
-Pésimo es la palabra. Sin embargo es la típica de algunos matrimonios. Quieres seguir manteniendo la familia por sobre todas las cosas.
-¿Le has perdonado a tu padre que esté por alguna parte del mundo como tú dices y no quiera verte?
-Es que fui yo quien me alejé.
-¿Por qué razón?
-Creo que tomé partido por mi madre en sus conflictos y peleas.
-Es normal. Siempre podemos estar de acuerdo con uno de los dos.
-Sí… Pero… No sé si he hecho bien.

Me miró y descansó la pluma sobre el anotador.

Suspiré.

-Charles me ayudó a recuperar la memoria. No recordaba un hecho clave y él me hipnotizó.
-¿Qué has recordado, Bianca?

Tomé un respiro y el valor para meterme en mi pasado y conté a Dimitri con lujo de detalles lo ocurrido ese fatídico día en que mi madre se había suicidado. La culpabilidad de mi padre. Mi cobardía por no hacer frente y defenderlo en la Justicia, tanto fue así que pagó con unos meses de cárcel hasta que dictaron que era inocente. Después conté a Dimitri lo que me había enterado de parte de mis primas. Mi padre había escapado de un psiquiátrico nada menos que con mi tía, hermana de mi madre.

Dimitri escuchó atentamente cada frase llena de dolor y rabia. Pensé que iba a dictaminar mi odio contenido a mi padre pero nada fue lo que esperaba…

-Bianca, ¿por qué tu padre no continuó la carrera? –insistió.

Pensé unos segundos.

-Él nunca lo dijo.
-Necesito tu conclusión, si es que la tienes.
-Pues… No sé… Él dejó su carrera cuando conoció a mi madre y se casaron. Supongo que ella no deseaba esa profesión para él.
-¿Cómo lo sabes?
-Porque siempre hablaba mal de la ciencia. Ella era muy cristiana y afirmaba que los científicos eran personas soberbias, querían poder más que Dios.
-¿Y tú qué opinas de Dios?
-Ehmm… Me rehusaba a creer en algo superior a nosotros que no fuera visible al ojo humano. Después de lo que he vivido con… -reí nerviosa-. Tú sabes.
-Entiendo.
-De todas formas ella… No sé, no tenía derecho a frustrar su vocación.
-¿La perdonas?
-¿Perdonarla? No tengo nada que perdonar a mi madre, te repito, era un ángel. Muy dulce y comprensiva conmigo.
-Por supuesto, contigo. ¿Y con tu padre?
-Eso no me incumbe después de todo. Es lo que pienso.
-Grave error –murmuró.

Siguió anotando en su prolijo y caro anotador. El cuero repujado que lo cubría notaba de un trabajo artesanal fino y dedicado.

-¿Por qué grave error?
-No, no me hagas caso. Pensé en voz alta.

Me enderecé sentándome erguida.

-Por favor, dime.

Arqueó una ceja y leyó en silencio lo anotado. Chasqueó la lengua.

-Es apresurado mi conjetura.
-Aun así, dime, por favor. ¿Qué crees?
-Es que no puedo hablar de hipótesis con mis pacientes, generaría falsos conceptos. Pero… ¿Conoces el complejo de Electra?
-Mmm… Algo he escuchado. Conozco el de Edipo. ¿Es algo similar?
-Se le adjudicaron similitudes a ambas leyendas. Electra era la hija de Agamenón, rey de Micenas, y la reina Clitemnestra. La reina confabula con su amante para matar al padre de Electra y finalmente lo consigue. Ella se enfurece al conocer los planes y desenlace de su padre, entonces decide vengarse de ellos con ayuda de su hermano Orestes. Esa defensa en honor a su padre y el amor incondicional por encima de su madre se relaciona con el objeto primario de su interés sexual. Para algunos entendidos como Freud, esos complejos continúan durante el proceso de evolución del niño hasta ser adulto e impiden su desarrollo libre. En el supuesto de las niñas, la complicidad con su padre elimina la rivalidad que existe con el otro progenitor. Es como vencer sobre el amor o atracción que tienen sus padres. Se llama victoria Edipal, en general.
-¿Tengo el complejo de Electra? –pregunté asombrada.
-No podría afirmarlo en este momento. Dame tiempo.
-Adoraba a mi madre, no querría haber competido con ella.
-Bianca, todas las niñas lo hacen. Es un proceso natural que parte de los tres años y se resuelve naturalmente, en algunos casos, claro. Es parte de la maduración de la mujer.
-¿Soy inmadura?

Rio.

-No Bianca, no he querido decir tal cosa. Es complicado para ti… Mira… Es natural que la niña se sienta atraída por su padre, sin embargo si hay una patología psicológica la persona puede llegar a odiar a su padre por el rechazo de éste.
-Es que es ridículo.
-Es tu subconsciente, Bianca. No es lo que tú crees de la boca para afuera.
-No tuve rivalidad con mi madre.
-¿Rechazo por tu padre?

Quedé callada.

-Pero es porque no se ha portado muy bien.
-¿De verdad, crees eso? ¿O en realidad le hechas la culpa por no haber tenido cojones para enfrentar a tu madre?

Me quedé en silencio con la mirada clavada en mi regazo y jugando con mis malditos pulgares sin saber que decir. Es que tenía tantas dudas.

-¡Bien! Haremos algo. Tú pensarás sobre todo lo que hablamos y en la próxima sesión me contarás tus conclusiones. ¿Te parece?

Mis ojos se llenaron de lágrimas.

-No te pongas triste pero... ¿Quieres llorar? Pues hazlo. Eso alivia.

Se puso de pie y guardó bajo el brazo el anotador. La pluma la enganchó en un bolsillo superior de la camisa.

-Nos vemos mañana o pasado, como prefieras. Estoy de vacaciones para los humanos así que estaré disponible para ti.
-Gracias…

Al salir del estudio Sebastien se levantó de un salto del sofá. Avanzó hacia mí y su cara se desfiguró al verme los ojos llorosos. Charles nos miró y guardó silencio.

-Ay Bianca, ¡mi amor! ¿Has llorado? ¿Pero por qué Dimitri? Si hubiera sabido no lo hubiera permitido de ninguna forma…
-Sebastien… -Dimitri lo interrumpió con voz neutra.

¡Qué paciencia tenía este chico!

-Bianca está bien. Sólo que necesita sentir cosas, volver al pasado, desahogarse.
-Sí si… Pero...

De pronto lo tomó del brazo ante la mirada atónita de Charles y lo llevó poco más que volando al jardín.

-Charles –supliqué-, por favor haz algo para calmarlo.
-No te preocupes querida. ¿Puedo golpearlo?
-¡Charles!
-Es una broma, es una broma. Quédate aquí. Iré al jardín a salvar a ese pobre muchacho.

Sebastien.

Cogí del brazo a Dimitri y lo llevé bajo un ciprés frondoso.

-¡Dimitri! ¿Qué ocurre con MI mujer? ¿Por qué llora?
-Sebastien, no llora, está angustiada por hechos de su pasado.

Charles se acercó sonriente conteniendo una posible risa. ¡Cabrón!

-¿Hechos de su pasado? No, noo, no me digas que la han violado o abusado de ella porque juro que buscaré al abusador y lo haré mil pedazos.

Charles arrugó las cejas y Dimitri lo imitó.

-No Sebastien, no te preocupes, no es nada grave. Sólo son hechos no tan trascendentes.
-Si son hechos intrascendente no lloraría. ¡Dimitri no me engañes! Recuerda que estás hablando con Sebastien Craig.

Dimitri suspiró.

-No lo olvido Sebastien y créeme que por eso te tengo tanta paciencia.
-¿Paciencia a mí? ¿Por qué deberías?
-Porque no escuchas lo que te digo. Bianca está bien. Estamos buscando cual es el rechazo a que no cace humanos. Vamos por buen camino.
-¿Te parece? –dudé.
-Sebastien, parte de esa angustia deberá sacarla de su interior para poder trabajar sobre el conflicto. ¿Quieres que te dé una clase de psicología?
-¡No seas insolente, Dimitri!
.-Lo siento... Me extralimité. Te pido disculpas.
-Por qué no te calmas Sebastien. Dimitri sabe lo que hace –dijo Charles, poniendo una mano en el hombro.

Respiré hondo.

-Okay… Okay… Lo siento yo también. Es que ver a la dueña de mi corazón llorando…
-Le hará falta, Sebastien. Créeme.
-Por supuesto… Yo… Confío en ti.
-Dimitri ha tenido las mejores calificaciones en la Universidad. Bianca está en manos de un prodigio.
-Gracias Charles.
-Perdón… Lo siento… -repetí.
-No me pidas disculpas. Ahora sí, debo hacerte una recomendación.
-Dime.
-Debes contenerla pero darle el espacio.
-¿Qué significa?
-Significa que la acompañes sin atosigarla. Ella te contará si lo cree necesario para ella. No la acoses para que te cuente.
-Yooooo. ¡Olvídate! Soy muy ubicado. Quédate tranquilo.

Aún no entendí la mueca de Charles al escucharme… Fue como un “jaja no me digas”.

Natasha salió al parque y caminó hacia nosotros.

-Lo siento no quiero interrumpir. Sólo quiero avisarle a Dimitri que me quedaré unos días hasta que Lenya parta con Sebastien a la Isla del Oso. Por supuesto si no es molestia.
-¡Claro que no, Natasha! –aseguré.
-¿Así que no partirás conmigo a Moscú? ¿Me dejarás solo? Vayaaa sí que te tiene atada el susodicho –después me miró. –Lo siento, no quise referirme a Lenya como “el susodicho”.

Sonreí.

-Está bien no te disculpes. Creo que pronto seremos familia así que no me pareció una falta de respeto –miré a Natasha risueño.

Ella se ruborizó.

-Sebastien, ya que eres muy ubicado –murmuró Charles-, ¿te parece si tomamos algo caliente en la sala con esta jovencita tan bella?

Natasha sonrió.

-Perfecto. Vamos. Y Dimitri… ¡Muchas gracias!

Con una reverencia Dimitri se alejó entre los árboles.

……………………………………………………………………………………………............

Con la llegada del día Bianca se dedicó a ordenar nuestro ropero, descartando ropa que por su físico más delgado que el que gozaba siendo humana, muchas prendas no le servirían. Entré a la habitación con la frase de Dimitri golpeando mi cabeza.

“Debes contenerla pero darle espacio”.

Caminé lentamente hacia ella. Parecía subsumida en pensamientos tristes.

Demonios…

Di unos cuantos pasos hasta apoyar mi pecho en su espalda. La abracé por la cintura y afirmé mi perilla en su cabeza.

-Amor. ¿estás bien?
-Sí cariño. Estoy arreglando el ropero. Tengo mucha ropa que ya no usaré. Me faltarán prendas para este verano.
-Te compraré las que quieras. Sólo dime.
-Gracias amor. Pero quizás pueda comprármelas con mi sueldo. Necesitaré poco a poco volver a la normalidad.
-Bianca… Preferiría que te quedaras aquí en la mansión por un tiempo.

Se giró entre mis brazos y se colgó de mi cuello.

-Lo sé, Sebastien. No es que vaya a trabajar al hospital mañana mismo pero necesito retomar mi vida. Ustedes lo hacen. ¿Por qué yo no? ¿No confías que lo podré hacer?
-Sí cielo, lo harás… Sólo entiéndeme. Ten paciencia. Por favor. Si logras cazar te sentirás más fuerte y por otro lado no querrás morder cualquier cuello por ahí.
-Entiendo, sí… ¿Sebastien?

Besé sus labios.

-¿Qué, cariño?
-¿Me amarás siempre aunque tenga defectos?

Reí. Después la miré a los ojos con todo ese amor que me desbordaba.

-Bianca. Te amo y te amaré con todo mi corazón hasta el fin de mis días. Aunque fueras la peor de todas. Estoy perdido por ti.

De punta de pies, la reina de mi corazón me dio un beso apasionado y las prendas del ropero… Y las prendas del ropero quedaron para después.



6 comentarios:

  1. Hola Lou, un placer leer este capítulo, no solo ha sido interesante y profundo sino que además lo he sentido fantástico para conocer a Dimitri y me gusta lo poco que ha revelado de su temperamento, es un personaje muy complejo :) Gracias por compartir tu preciosa historia con nosotros.

    Un abrazo enorme.

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  2. Hola Lou... Ya veremos como Dimitri, poco a poco, puede ayudar a Bianca
    No creo que sea un proceso rápido ni sencillo
    A Bianca le cuesta hablar de su familia, de sus padres... y es que sus vivencias son duras
    Y Sebastien va a tener que calmarse ;-) Se nota lo mucho que la quiere, y me ha encantado cuando le ha dicho que la amará hasta el fin de sus días aunque fuera la peor de todas
    Y creo que Liz se va a marchar pero ya, ya... en cuanto se entere de que Natasha se queda en la mansión
    Muy buen capítulo... en otro ratito leo el siguiente
    Besos

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  3. ya nada me sorprende, eres mi escritora preferida,,,saludos...

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  4. Ja no es x nada pero Sebastian es muuuy sobreprotector con Bianca jaja pero eso se llama amor me gusta leer q se preocupa x ella, y como dice Dimitri ella tiene q pensar bien sobre su pasado para poder seguir adelante, estubo bueno el capitulo gracias Lou!!

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  5. Uy que tiernos que son Sebastien y Bianca. Uy y me enamore de Dimitri da ganas de hacerme tratar por el adoro como escribes.

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  6. Impertinente como todos los psicólogos! No sé como los dejan ir sueltos por el mundo! Como lo agarre y tenga un divan cerca, lo psicoanalizo hasta que no sepa como se llama! Jejeje... saludos de esta psicologa que te quiere <3

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